Skoll estaba maravillado, observando la historia, gracias a que una cúpula de agua lo había rodeado junto con Nyrn, en ese pequeño islote; miraba las imágenes tan nítidas, que parecían estar ahí mismo; momentos después, la cúpula se deshizo con rapidez, cayendo como si fuese lluvia, empapándolos.
-¿Qué…? ¿Qué pasó después? – indagó el niño con ansiedad.
Nyrn sonrió.
-Joric, mi padre, fue el primero que mostró las flores de sangre al mundo – fue el primer sumo sacerdote – sonrió – pues dijo que la deidad del bosque se puso en contacto con él y, el bosque se llamaba Nyrn, porque mi madre así había decidido nombrarme…
-Por eso este bosque siempre se ha llamado Nyrn – susurró el albino, consiguiendo que el otro asintiera.
-Mi madre, se comunico a los otros bosques, contándole a las Dríades que quedaban, que una de sus semillas había germinado gracias a un humano, por lo tanto, no necesitaban a esa anterior raza extinta con quienes antes se reproducían y, obviamente, todas ellas quisieron intentarlo – se alzó de hombros – por eso empezaron a surgir los sumos sacerdotes en otros lados – explicó – pero, no siempre resultó.
-¿Por qué? – el ojirrojo se sorprendió ante esas palabras.
-No lo sé – Nyrn negó – pero, algunas de ellas, tardaron muchos años en conseguir que una semilla germinara y otras, un par de siglos.
-Entonces… ¿Joric era un… Eroim? – el albino sintió que todo daba vueltas ante la idea de tener algún parentesco con Nyrn.
-No – el rubio negó – mi padre, a pesar de ser el primer sumo sacerdote, no se casó con nadie, él, eligió a la familia de uno de los otros sacerdotes, para seguir los rituales que él aprendió, gracias a las indicaciones de mi madre y escribió los primeros libros sobre ellos – explicó – por eso, tú, así como todos los que te precedieron, cantan en nuestra lengua primigenia, o al menos lo intentan – rió.
Esas palabras consiguieron que Skoll se sintiera más tranquilo y sonrió – entonces, ¿su padre no se casó? ¿Qué pasó después?
Nyrn desvió la mirada y se alzó de hombros.
-Pues, mi padre murió en un accidente, catorce años después de que me sembraron – explicó con indiferencia – había ido a otra ciudad, a hablar con otro sumo sacerdote, pero ya no volvió vivo.
El ojirrojo se sorprendió ante esa confesión, pero más, ante la manera tan fría en que Nyrn hablaba.
-Trajeron su cuerpo y el nuevo sacerdote de la familia Eroim, presidió la ceremonia para despedirlo… pero mi madre ya estaba enterada, porque el viento le trajo su ultimo pensamiento – dijo con calma – es la tumba más antigua que hay, en el cementerio de los sacerdotes…
-¿La más antigua? – Skoll frunció el ceño – ¿la que tiene ese enorme árbol envolviendo casi por completo los restos de una lápida y no se nota el grabado?
-Sí – Nyrn asintió – esa… mi madre plantó una pequeña semilla ahí, de los frutos que su árbol de vida daba – suspiró – quería estar a su lado para siempre, o eso fue lo que ella me dijo, no entiendo muy bien por qué…
-¿Y su madre?
-Ella, esperó a que yo saliera de mi árbol de vida, aunque, creo que no era lo que esperaba…
-¿Por qué dice eso?
Nyrn sonrió de lado – verás, mi hermosa flor – todas las Dríades que habían existido, eran hembras – ante esa confesión, el niño se asustó – era el primer varón y después, todos los bosques empezaron a tener un Dríade varón como guardián, porque, por alguna extraña razón, todas las semillas que germinamos, terminamos siendo varones, supongo que porque éramos hijos de una Dríade y un humano…
-¿En serio? Y, ¿sólo hay un guardián en los bosques? – el ojirrojo estaba tratando de asimilar todo – su madre dijo que, podía germinar otra semilla dentro de ella, después de algunos años, ¿cierto? Significa que puede haber más de uno en varios siglos, al menos en otros bosques.
El rubio negó – no – dijo con seriedad – extrañamente, las Dríades antiguas, solo lograron fecundar una semilla con un varón humano, pero, cuando eran separadas de ese varón, ya que este generalmente fallecía por la edad, ellas ya no querían intentarlo con nadie más – dijo confundido – por eso mi madre también se dejó morir cuando yo estuve listo, dijo que ella quería seguir a mi padre…
-¿Su madre se dejó morir? – el albino llevó la mano a su pecho, al sentir una punzada.
-Sí, después de que me instruyó, me enseñó y obviamente, me explicó cómo había nacido, dijo que ella no podía estar con otro humano y quería alcanzar a mi padre, volviéndose polvo, como él…
-Estaba enamorada… – dijo el menor en un murmullo – todas estaban enamoradas…
-¿Enamorada? – el ojiverde levantó una ceja – ¿Qué es estar enamorada?
Skoll se sobresaltó ante esa pregunta, un dolor en el pecho se hizo presente, su Dios no sabía lo que era estar enamorado, por tanto, era posible que en realidad no lo quisiera de la misma manera, en que él lo quería; negó, debía haberlo sabido, pues el otro ni siquiera sabía lo que eran los celos, pero aún así, no podía evitar que doliera, porque él en verdad se había enamorado de Nyrn.
-Es… es algo difícil de explicar – dijo con rapidez – no creo que sea el momento para hacerlo porque, posiblemente me tomaría mucho tiempo – su voz tembló, ciertamente, no sabría como explicárselo al otro – y no lo haría bien.
-Pero, quiero saber – el rubio frunció el ceño.
-Ah, se lo explico luego, ¿sí?, ahora mismo, creo que debería terminar de contarme, para eso me trajo…
-Está bien – el ojiverde asintió – pues, como dije, las Dríades hembras se dejaban morir, apenas nosotros estábamos conscientes y preparados para poder hacernos cargo de los bosques, ellas nos dijeron que, cómo éramos varones, teníamos que buscar una hembra humana, para tener una semilla, ¿me explico?
-Por eso intentó acercarse a las mujeres, ¿no es así? Y todos los otros dioses también lo hacen… – las cosas empezaban a tener sentido para el peliblanco.
-Sí – respondió con total sinceridad – pero, sigo sin entender, por qué nunca funcionó y hasta la fecha, todos los otros guardianes, tampoco han podido hacer germinar una semilla en una hembra…
Skoll se mordió el labio y bajó el rostro; su mente trajo todo lo que había aprendido sobre reproducción sexual y ahogó un gemidito, cuando llegó a una conclusión rápida.
-Tal vez… – su voz era un murmullo – tal vez es porque, aunque son varones… ustedes… ellas…
-¿Qué?
-Bueno… – el menor respiró profundamente – una mujer humana puede engendrar, porque ella pone el ovulo – empezó a explicar – pero, para que se forme un bebé, necesita el semen del hombre – dijo como si fuese lo más obvio del mundo – en este caso, usted me dijo que no daba semen, sino savia, por lo tanto, usted pone la semilla – señaló al mayor – pero la semilla es como un ovulo – acercó las manos pero no las juntó, solo hizo la forma, como si trajera un fruto en medio de ambas – por eso, para germinar necesita ser fecundada… en realidad, usted y todas las otras deidades no necesitan una mujer, sino… alguien que… fecunde sus… semillas…
Skoll terminó con debilidad y tanto él, como Nyrn, recordaron esa primera noche, cuando antes de introducir la semilla, el ojirrojo la bañó con su semen y el día anterior, necesitaba ese semen también, junto con la savia.
-Siempre hemos necesitado… un varón… – dijo el ojiverde con sorpresa.
* * *