Natural por Ojou_Sama_F

Nyrn llevó a Skoll en brazos, durante un largo trayecto; el albino nunca había visto esa parte del bosque, se notaba que era completamente virgen pero Nyrn parecía conocer el lugar como si fuese la palma de su mano. Finalmente, llegaron a su destino y el Dios dejó su preciada carga en el piso, para que pudiera observar con detenimiento.
 
El ojirrojo estaba maravillado con el lugar; si el lago de Nyrn era suntuoso, ese otro lago a pesar de que era más pequeño, parecía un sueño. Una cascada caía carca del centro, gracias a una enorme roca de la montaña, que cubrían gran parte del mismo, casi como una caverna; alrededor del lago, había unas plantas luminiscentes que hacían un delicado sonido al ser movidas por el viento, las luciérnagas y mariposas revoloteaban por el lugar y los pececillos saltaban en la superficie, entre algunos nenúfares con flores en tonos rosas, amarillos y blancos. En el centro, había un islote, cubierto de césped y varias flores.
 
-¿Te gusta? – preguntó el mayor al ver que el niño se quedaba sin habla.
 
-Es… Es… Hermoso…
 
-Ven…
 
Nyrn lo guió por la orilla del lago, acercándose hasta la formación rocosa de la montaña y, fue cuando Skoll observo el camino de rocas planas que estaba ligeramente escondido bajo la superficie del agua. Ambos caminaron, aún siguiendo la forma de esa extraña cueva y, luego, el sendero se adentraba en el lago, llevándolo hasta el islote; pero, para llegar, tenían que pasar por debajo de la cascada, la cual los empapó a pesar de que no era tan grande.
 
Finalmente, Nyrn ayudó a Skoll a sentarse en el centro de esa pequeña isla, rodeado de flores de distintos tipos, entre ellas, rosas, lilis, lirios de agua y alcatraces, que se asomaban en la orilla del mismo.
 
-¿Qué es este lugar? – el niño miró al cielo y, observó la luna, estaban en un claro, pues, a pesar de la montaña, esta no cubría del todo el lago.
 
-Este es mí regalo para nuestra semilla – aseguró el rubio, sentándose tras la espalda del ojirrojo, abrazándolo con suavidad, recargándolo contra él y llevando las manos al vientre abultado – este será el lugar dónde la plantaremos…
 
-Es… maravilloso… – suspiró el peliblanco, recargándose en el pecho de su pareja y cerrando los párpados, dejándose llevar por la calma que envolvía ese lugar – aunque… está algo lejos…
 
-Debe ser independiente – contestó el ojiverde, besando el cabello blanco.
 
-Lo sé, – Skoll dejó salir una risita, al recordar que eso mismo había dicho la madre de Nyrn – lo sé… – suspiró.
 
-Tardé varias semanas en hacerlo – confesó el otro – esta es la razón de los sismos que hubo…
 
-¿Usted lo hizo? – el albino levantó el rostro, para verlo con asombro – ¿de verdad?
 
-Sí – asintió – el agua sigue conectada al lago donde está mi árbol de vida y, también el rio que recorre el bosque y la montaña – explicó – tenía que ser un claro dónde la luz de la luna le llegara siempre – señaló al cielo – aunque se encuentra protegido de las tormentas más fuertes, gracias a la formación de rocas que está ahí – hizo un movimiento con el rostro – y está más adentro en el bosque, porque no me iba a arriesgar a dejarla en una zona, a la cual, por un descuido, alguien pudiera llegar.
 
El menor rió divertido; ya sabía que Nyrn era sobreprotector con él, pero ahora se daba cuenta que también lo era con la semilla.
 
-Cuando crezca, podrá andar libre, sin temor a que alguien pueda acercarse a su árbol de vida – prosiguió el rubio – por lo menos hasta que sea lo suficientemente fuerte para defenderse por sí sola.
 
-Cincuenta años – susurró el ojirrojo, acariciando su vientre con ilusión – después de sembrarla deberán pasar cincuenta años para que pueda conocerla – un poco de tristeza se reflejó en su voz – tendré… sesenta y seis años – intentó sonreír pero sus ojos se humedecieron y un sollozo lo delató.
 
-¿Qué pasa, mi hermosa flor? – Nyrn le limpió las lágrimas delatoras con suma delicadeza.
 
-¿Cuándo nacen, son bebés? – preguntó el niño, con algo de incertidumbre.
 
-No exactamente – el rubio restregó su mejilla contra la del albino – cuando salimos de nuestro árbol de vida, somos como un humano pequeño, quizá, de unos tres o cuatro años, caminamos y hacemos algunas cosas solos, pero, no sabemos hablar – explicó – aunque reconocemos a nuestra madre por su voz, por su olor… Pero, si estamos solos, preferimos pasar la mayor parte del tiempo dentro de nuestro árbol de vida, hasta que crecemos un poco más…
 
-Al menos no necesitará que la cargue o alimente – Skoll ya estaba llorando sin poder contenerse – seré un anciano, pero, espero poder conocerla…
 
-No digas en eso – Nyrn también se había entristecido con esas palabras, así que hundió el rostro en el cuello del niño, no quería pensar en que Skoll era un humano y, algún día, en el futuro, tendrían que separarse.
 
-Nyrn – Skoll se limpió los ojos – en veinticinco años, ¿quiere intentar poner otra semilla? – preguntó con ilusión – apuesto a que, podríamos tener al menos dos…
 
-Tal vez – la voz del ojiverde se perdió contra la piel del menor – pero no sé cómo te sientes… ¿Te ha dolido mucho? Es decir, ¿te incomoda…?
 
-No – negó – desde el mes pasado, cuando empezamos a darle leche también, los dolores disminuyeron considerablemente – confesó con emoción – le gusta mucho y ya no me duele cuando me muevo, ni cuando tomo siestas – llevó su mano a acariciar el cabello rubio – creo que, ese nutriente le ayuda y me ayuda – explicó.
 
-¿Cómo lo sabes? 
 
-Porque me lo dice – el albino se removió lo suficiente, para que Nyrn se alejara de su cuello y poder besarlo en los labios – siempre la escucho – susurró con suavidad – y en este momento, dice que tiene hambre…
 
Nyrn sonrió y lo besó en los labios, mientras lo recostaba en el césped – entonces… no la hagamos esperar – dijo con una sonrisa pícara – si se ha portado bien, debemos premiarla…
 
 
* * *