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Natural por Ojou_Sama_F

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Notas del capitulo:

Este capítulo es muy especial, disfrutenlo.

 

- - - - -

 
Los dos niños de cabello azul, correteaban por el palacio, mientras jugaban con pequeñas espadas de madera.
 
-Esto es aburrido – sentenció el de cabello azul más intenso.
 
-Claro que no, Bartod – su hermano Bantok, tenía nueve años y era solo un año mayor, pero, desde que cumplió ocho, casi no jugaban, porque debía prepararse para ser el Sumo Sacerdote – esta vez ¡te dejaré ganar! – dijo con emoción.
 
-¿De verdad? – preguntó el menor.
 
-Sí, por supuesto…
 
-Entonces, usemos otras armas…
 
-¿Cuáles? – el mayor levantó una ceja.
 
-Estas – Bartod agarró las espadas cortas de una armadura, que estaba adornando el pasillo – tu ésta – le acercó la espada a su hermano.
 
-No lo sé, Bartod – sujetó la espada con duda – estas aún tienen filo…
 
-Solo es un juego – sonrió el menor.
 
Bantok suspiró resignado, no podía decirle que no, después de todo, tenían mucho sin jugar y, todo iba a ser “de mentiras”. Así, los dos niños se enfrascaron en un combate falso; entre choques de espada y movimientos, el mayor se acercó a la orilla de la escalera.
 
-¡Espera! – Bartod detuvo el combate – la escalera – señaló hacia atrás de su hermano.
 
Bantok giró el rostro y se dio cuenta que le faltaba un pasos para llegar al escalón.
 
-Ah, sí, gracias…
 
Pero no pudo decir más, pues Bartod le clavó la espada en el pecho con todas sus fuerzas y, lo empujó. Bantok observó la sonrisa cruel de su hermano, mientras caía; el mayor rodó por las escaleras y, en uno de los escalones, se rompió el cuello.
 
Bartod agarró la espada que su hermano había dejado caer y gritó, pidiendo ayuda, mientras bajaba hasta el inicio de la enorme escalinata. Nadie se había dado cuenta realmente de cómo había sucedido ese accidente, pero, todos aceptaron que había sido a causa de un tonto juego infantil. Desde entonces, los guardias se mantenían presentes en el palacio, para cuidar de Bartod y que nada le pasara, mientras empezaba a llevar la educación que un Sumo Sacerdote necesitaba.
 
Esa había sido la razón por la que Bartod había eliminado a su hermano, quería ese título, junto con todo el poder y estatus que conllevaba, más no contó con que su padre concretaría un matrimonio con una familia de mucho dinero, para que su única hija se casara con él.
 
Así, cuando Bartod se convirtió en Sumo Sacerdote, le notificaron que debía casarse con Didik Llanth, la hija de un Duque de los límites del país; su título no contaba, pues el ser Sumo Sacerdote, equivalía casi a ser un rey, ya que tenía casi el mismo poder político que uno, pero lo que sí era importante, era la cuantiosa fortuna que la joven aportaría a su familia, debido a la gran dote que la acompañaría. Lamentablemente, Didik era seis años menor que Bartod, así que, debía esperar a llegar, por lo menos a los dieciséis para casarse.
 
Cuando Didik conoció al peliazul, poco antes de su edad casadera, se enamoró a primera vista de él; su porte, distinción y, por sobre todo, su atractivo, consiguieron hacerla suspirar, desde que sus ojos azules se cruzaron con las esmeraldas de él. Bartod por su parte, no sintió nada especial por ella, pero debía mantener su actitud cordial, pues sería su esposa; más, hubo algo que nadie pudo prever.
 
Un mes antes de la boda con Bartod, Didik fue a vivir al palacio, para acostumbrarse a esa vida, junto con su sequito y su sirvienta más leal; una joven de dieciocho años, de belleza apabullante y seducción natural, con unos ojos coquetos, en color verde, que hacían juego con su cabello azul aqua.
 
Bartod quedó hechizado de ella y le exigió a su padre que lo apoyara para devolver la palabra de matrimonio a Didik y desposar a Aela, la sirvienta de su prometida; pero, aunque el peliazul estaba por cumplir veintidós años, no podía romper un compromiso tan importante y su padre no quiso apoyarlo. Así, en medio de la ceremonia de su boda, Bartod decidió romper lazos con sus padres; a ambos, les envenenó su bebida cuando fue a saludarlos, junto con su esposa.
 
Esa noche, Didik no tuvo noche de bodas, pues el peliazul le dijo que debían esperar, ya que se sentía mal y necesitaba ir a orar, pero, en cambio, fue a una de las torres del castillo, dónde le había ordenado a Aela acomodarse y la poseyó toda la noche. Mientras él disfrutaba a su amante, sus padres morían en sus habitaciones, a causa del veneno que él les había dado.
 
La vida en matrimonio, no fue para nada lo que Didik había esperado; durante las semanas de duelo, su esposo ni siquiera durmió con ella y fue enviada a una habitación aparte. Poco después, se dio cuenta de la verdadera razón, especialmente al encontrar a Aela en la cama, de la recamara que, por derecho, le correspondía a ella, siendo la esposa de Bartod; fue cuando él le dijo que jamás la había querido y, que si se casó con ella, había sido por culpa de su padre, pero debían mantener el matrimonio, de lo contrario, él diría que la adultera era ella y su castigo sería una larga tortura, antes de la muerte, después de todo, nadie dudaría de un Sumo Sacerdote de la familia Eroim.
 
Didik no tuvo más opción que tragarse su dolor y fingir que todo estaba bien, pero, poco después, lo peor sucedió; Aela quedó embarazada y nadie debía saberlo.
 
Por órdenes de Bartod, Didik y Aela se quedaron solas, en la torre más alta del palacio; el peliazul dijo que Didik estaba embarazada de su primer hijo y debía guardar absoluto reposo, así que solo su sirvienta personal podía acompañarla. Durante nueve meses, la joven duquesa fungió como sirvienta de la amante de su esposo; Aela por su parte, la trataba de la forma más humillante posible e incluso, la ojiazul debía presenciar como ellos fornicaban, pues no debía salir de ese lugar para nada. Muchas veces maldijo los designios de los Dioses y por eso, dejó de creer que existían.
 
Más, el castigo llegó.
 
Durante el parto, la salud de Aela estuvo en riesgo y, el doctor no pudo salvarla; solo logró mantener con vida a la pequeña niña que había nacido, Seren. El médico guardó silencio sobre quien era la verdadera madre de la niña, a cambio de una gran suma de dinero, pero, Bartod no se iba a arriesgar, así que, en cuanto el médico se fue, le ordenó a uno de los guardias que lo ejecutara, con la excusa de que le había robado; el hombre eliminó al doctor y, al encontrar la excesiva cantidad de dinero, dio por sentado que el peliazul le había dicho la verdad.
 
Didik ahora debía encargarse de Seren como su madre, a pesar de que no sentía más que cierto rechazo a esa recién nacida, pero su esposo la obligaba a seguir con la mentira, de lo contrario, cumpliría su amenaza de matarla a ella. Mientras tanto, Bartod le hizo un funeral a Aela, digno de una Eroim; incineró su cuerpo y los restos, fueron enterrados en el cementerio de la familia, a pesar de que los sacerdotes del templo lo cuestionaron, él no dio marcha atrás.
 
Esa misma noche, el peliazul llegó a su alcoba y se encontró a Didik cuidando de Seren; debido a que había bebido demasiado, por fin se atrevió a tomar a su esposa, aunque mientras lo hacía, era otro nombre el que brotaba de sus labios. Didik sintió odio y repulsión por su esposo, pero sabía que no podía rechazarlo. Después de esa primera noche, se repitieron muchas más, en las que ese acto era más una violación, pues en todas y cada una de esas veces, Bartod bebía para poder evocar el recuerdo de la mujer que realmente amaba.
 
Cuando Seren tenía cuatro años, Didik resultó embarazada y, a pesar de que sabía que no era por amor a su esposo, todo su cariño y amor se volcó hacia ese pequeño ser en su interior; algo que a su esposo le molestó, especialmente al notar cómo se alejaba de Seren, con la excusa de que no podía cuidarla por su estado.
 
-Si no quieres cuidar de mi hija por culpa de tu vástago, entonces, no quiero que salgas de la torre – sentenció el peliazul y la confinó una vez más, a la misma torre dónde estuvo Aela.
 
A pesar de pasar tanto tiempo a solas, Didik se sentía mejor; prefería estar en ese lugar sin tener que soportar a su esposo. La ojiazul se sentaba en una mecedora cerca del ventanal y le cantaba canciones a su bebé, prometiéndole que lo cuidaría toda la vida.
 
Cuando el momento del alumbramiento llegó, un mes antes del quinto cumpleaños de Seren, Bartod no envió por el médico, al contrario, solo accedió que una partera fuera a ver a su esposa, pero lo hizo después del alumbramiento; Didik había tenido a Skoll sola, pues su esposo no permitió que nadie estuviera a su lado, aún así, el niño sobrevivió.
 
La partera atendió al recién nacido y le comentó a los padres que, debido a sus características, posiblemente no viviría mucho tiempo, pues el albinismo hacía que los niños fuesen demasiado débiles. Esas palabras no desanimaron a Didik en lo absoluto, ella miraba en Skoll una delicadeza excepcional, pero sabía que en su interior, iba a ser un niño fuerte y sano, pues ella lo cuidaría; o al menos eso pensó en un principio.
 
Cuando se quedaron solos, Bartod sujetó al bebé con desprecio, alejándolo del regazo de su madre sin ninguna consideración, consiguiendo que el niño llorara.
 
-¡¿Qué haces?! – Didik se incorporó con debilidad, al ver que el peliazul llevaba al bebé hacia el ventanal – No, Bartod, ¡no! – el miedo la invadió, al ver a su esposo sacar a su hijo por la abertura y sujetarlo solo por el pequeño ropaje que portaba – ¡es tu hijo! – dijo en medio de lágrimas, tratando de llegar al corazón de ese hombre, al que había dejado de amar hacía mucho tiempo.
 
-¿Lo es? – preguntó el peliazul con desprecio – míralo, es un albino… ¿cómo sé que no te metiste con otro hombre? – levantó una ceja – seguramente debe ser así, pues en mi familia, no hay registros de un albino…
 
-¡Jamás te he engañado! – aseguró la ojiazul – es tu hijo – repitió – ¡lo es!
 
-No puedo estar seguro – presionó.
 
-¡Bartod, por favor! – Didik se hincó ante su esposo – haré lo que quieras, pero por favor, no le hagas daño, ¡devuélvemelo! – imploró.
 
-¿Lo que sea? – sonrió con cinismo – está bien…
 
El peliazul regresó sus pasos y entregó al bebé a su madre, quien empezó a tratar de calmar su llanto, pues el recién nacido seguía llorando con desesperación.
 
Bartod se inclinó y sujetó con fuerza el rostro de su esposa – disfrútalo este mes – sonrió – porque después, no quiero que le demuestres cariño o amor – sentenció, consiguiendo sorprender  a Didik – todo ese amor deberá ser para Seren, de lo contrario, te aseguro que encontrarás los restos de tu hijo en el patio, porque haré lo que no hice hace un momento, lo lanzare desde aquí, para que no quepa la menor duda de que morirá al final.
 
Los ojos azules mostraban terror – no… no puedes, es tu hijo…
 
-Yo solo tengo una hija – gruñó – y más vale que lo entiendas, porque si te pones en mi contra, tarde o temprano, tu hijo servirá de comida para los cerdos de las granjas cercanas, ¿entendido?
 
Didik sollozó, abrazó al bebé contra su cuerpo y asintió con debilidad; no podía ponerse en contra de Bartod o se arriesgaba a que matara a su pequeño. Cuando el hombre salió del recinto, la ojiazul acunó a su hijo con amor.
 
-No te preocupes Skoll – sonrió en medio del llanto – mamá hará cualquier cosa para que crezcas sano, feliz y, que algún día, puedas huir de aquí – se limpió las lágrimas con la mano, evitando que esa humedad bañara a su hijo – Seren será la sacerdotisa, así que tu, no tendrás que quedarte para siempre en este lugar, te lo prometo…
 
Así, Didik volcó todo el amor que pudo hacia su hijo, durante ese mes, para después, solo poder amarlo en su corazón, sin la oportunidad de demostrarlo.
 
El tiempo pasaba y Bartod ya no volvió a tocar a su esposa, algo que ella agradeció; en cambio, el peliazul empezó a ponerle más atención a Seren, preparándola para ser la sacerdotisa de la familia.
 
Bartod ayudaba a Seren a estudiar, aprendiendo los cánticos de los rituales, enseñándole a comportarse como una suma sacerdotisa y, especialmente orar por los demás; también, una de las actividades que hacían juntos, era ir al manantial. Pero el amor que Bartod sentía por su hija, iba más allá del amor filial.
 
Cuando Seren cumplió ocho años, fue la primera vez que su padre la tocó como una mujer. La niña no entendía la razón del por qué su padre la acariciaba de esa manera tan extraña, ni del por qué la besaba en lugares que él mismo le había dicho que nadie más debía ver; pero, lo que menos entendió, fue el dolor que le causó cuando le quitó la virginidad, dentro de la cueva donde se suponía que iban a purificarse. El peliazul miraba en su hija a su amada Aela, así que esa obsesión, lo llevó a poseerla como mujer y olvidarse de tratarla como niña; aún así, Seren aprendió a guardar el secreto, a cambio de obsequios y regalos que su padre le daba, así como salidas y un trato especial.
 
A pesar de todo, el corazón de Seren era noble y quería mucho a su hermano Skoll, lo miraba tan pequeño y frágil, que lo cuidaba como a nadie, ya que notaba que sus padres no parecían quererlo; eso despertó los celos en Bartod, acrecentando el odio hacia el albino.
 
No fue hasta que Seren cumplió once años que entendió la manera en que su padre la trataba, pero ya no podía hacer nada; las primeras veces que se negó, él la amenazó con hacerle esas cosas a Skoll y, por tanto ella accedió, a cambio de que dejara en paz a su hermanito, pues no soportaría que el albino pasara por eso. Además, ella misma lo buscaba por voluntad propia, pues las ansias de las relaciones íntimas la carcomían, aunque trataba de evitarlo, sin saber que su padre le daba plantas afrodisiacas en su comida, para que fuese por iniciativa de ella el acercarse de manera sexual.
 
Pero eso dejó de ser necesario la primera vez que Bartod castigó a Skoll, cuando el niño tenía siete años, la primera vez que su látigo marcó la delicada piel blanca por encontrar al menor, dormido en la cama de su hermana; ese día, Seren le suplicó a su padre que no volviera a lartimarlo y, a cambio, ella lo complacería en lo que quisiera.
 
De esa manera, Bartod entendió que gracias a Skoll, tendría no solo a Didik subyugada, sino a Seren también y, conseguiría que su hija hiciera lo que él deseaba, solo para calmar su deseo.
 
Seren se convirtió en la mujer de su padre; día a día le pertenecía y no solo en la cueva del manantial, sino algunas noches, que él le pedía que fuera a verlo en los jardines; así mismo, la noche de su aceptación como suma sacerdotisa, la poseyó en las piedras sagradas, después de que los sacerdotes la dejaron a solas. Ni siquiera le importó que eso pudiera interferir con el ritual; aún así, en la mañana, una flor de sangre fue encontrada en las piedras.
 
El tiempo pasó y Seren seguía perteneciéndole a su padre, hasta el día en que empezó a sentirse indispuesta a mitad de sus dieciséis años; los mareos, ascos y vómitos se hicieron presentes, así como la repulsión por los alimentos y especialmente, la ausencia de su periodo. Bartod supo que ella estaba embarazada y, aunque era algo que lo llenó de emoción, sabía que era imposible de explicar para los demás, pues su hija ni siquiera tenía pretendiente.
 
Mantuvo a Seren en cama, escudándose en la antigua maldición de las mujeres de la familia Eroim y, durante semanas, él mismo le preparaba tés especiales con agua del manantial, pero, lo que nadie sabía, era que a esa agua, la ponía hierbas abortivas para que su hija perdiera al bebé; más nada de lo que intentó funcionó y tuvo que llevarla a la ciudad, cuando el vientre de su hija se hizo notorio, porque ya no podría seguir con la mentira.
 
En la ciudad, uno de los médicos más prominentes le hizo una intervención a la jovencita, retirando al nonato de su cuerpo, pero le explicó a Bartod que, posiblemente, Seren tendría dificultades para procrear después; algo que en su momento no le importó al mayor. Él tuvo que volver al palacio, pues la ojiverde tenía que quedarse en el hospital durante unas semanas para observación, pero no contó con lo que sucedió después.
 
Seren conoció a Fendal, un joven médico pelirrojo, que ayudaba al doctor que la atendió; durante toda su estancia en el hospital, el amor entre ambos creció. Ella le mintió sobre la razón de su estancia ahí y él no indagó más, al saber que era la sacerdotisa de la familia Eroim, su palabra era suficiente para creer cualquier cosa que le dijera.
 
Cuando Seren iba a regresar a su casa, Fendal quiso aprovechar para hablar con Bartod y pedir permiso para cortejar a su hija de la forma correcta; ella le dijo que no lo hiciera, que su padre no lo aceptaría, por ello, le propuso verse a escondidas y, en su decimoséptimo cumpleaños, escaparían juntos.  El pelirrojo creyó que la joven exageraba y terminó arriesgándose; Bartod lo rechazó y le amenazó con arruinar no solo su carrera, sino su vida, si intentaba acercarse a su hija.
 
Bartod regresó al palacio con Seren y le hizo ver que ella no podía casarse con nadie, pues era suya; por primera vez, el peliazul no trató con paciencia a la joven, lastimándola mientras la poseía y, con ello, consiguió que ella empezara a odiarlo más. A pesar de todo, Fendal y Seren se mantuvieron en contacto, pues siguieron el plan que la joven había propuesto.
 
La noche del ritual de luna llena, dos días después de su cumpleaños, Seren aprovecharía para escapar con el joven, pero su padre los descubrió; los celos y la ira se apoderaron del peliazul y trató de matar a Fendal, pero Seren se interpuso y la hirió. El pelirrojo sostuvo a la joven en brazos.
 
-¡¿Por qué?! – gritó con reproche para el mayor, pero Bartod solo respondió, clavándole la espada en el pecho y sacándola para que la sangre brotara con más rapidez.
 
-No, no, ¡no! – Seren se movió para abrazar a su pareja, quien estaba dando su último aliento – ¡Te odio! – gritó para su padre.
 
-No te irás – sentenció el mayor – no puedes irte… Llórale si eso te hace feliz – soltó con desprecio – pero al final, volverás al palacio, volverás a mí y, yo diré que este hombre intentó lastimarte – lanzó otra espada cerca del cuerpo del pelirrojo – con eso, su nombre quedará manchado y nadie podrá culparme de su muerte…
 
Bartod dio media vuelta, dejando a la pareja, seguro que Seren volvería a casa y a su cama.
 
-Fendal… – sollozó la ojiazul y besó los labios de su amado, sintiendo como el calor se perdía con rapidez – señor del bosque de Nyrn – dijo con vehemencia levantando el rostro – por favor, ¡ayúdeme! – suplicó, en espera de un milagro.
 
Nyrn estaba detrás de un árbol, desde que el joven pelirrojo había llegado antes del atardecer, no lo había perdido de vista, pensando que podía hacer algo malo para el bosque, por tanto, presenció todo lo que había ocurrido y, cuando escuchó esa súplica, desde el fondo del corazón de la mujer, quien era su sacerdotisa, no pudo hacer caso omiso de la misma.
 
-Por fin crees en mi… – dijo con lentitud, caminando hacía la pareja.
 
Seren lo observó con asombro y un rayo de esperanza llegó a su corazón – Mi… mi señor… – las lagrimas brotaron con más rapidez – usted es el Dios del bosque, ¿cierto? – preguntó con ansiedad.
 
-Lo soy – asintió el rubio.
 
-Por favor, regréseme a Fendal – pidió con desespero – por favor…
 
El ojiverde suspiró – no puedo – negó – la muerte es algo natural en todos los seres vivos y, no puedo ir en contra de la misma – explicó – él ha muerto, y no hay nada que yo pueda hacer, pero puedo curarte a ti, para que no sigas su mismo destino…
 
Esas palabras consiguieron que el desasosiego se apoderara de la chica, quien lloró con dolor, aferrándose al cuerpo de su pareja. Nyrn respetó eso, pero se mantenía al tanto de la herida sangrante de Seren.
 
-Debo curarte – sentenció el rubio.
 
-No – ella negó – no quiero… No puedo seguir sin él…
 
-¿Por qué?
 
-Porque Fendal era mi futuro – sonrió con tristeza – y si no puedo estar con él, prefiero alcanzarlo en la muerte…
 
Seren estiró el brazo, agarró la espada que su padre había dejado y, sin dudar, la clavó en su vientre.
 
 
* * *

Notas finales:

Lamento que ayer no actualicé, realmente tuve cosas que hacer (especialmente las chocopreguntas de este fic en mi FB, admeás de salir al médico y más cosas personales.

Les recuerdo que en mi página web ya está este fic terminado, por si quieren leerlo allá.


http://ojousama.weebly.com/natural.html 


(Sé que no pueden copiar y pegar el link, pero, no está de más ponerlo, ya que aun así, hay personas que llegan allá gracias a esto).

También, te invito a darle like a mi pagina de FB:

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Y tengo un One shot nuevo solo en mi página, llamado "Profesor" : http://ojousama.weebly.com/profesor.html

por si quieren leerlo, es shota XD


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