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Caballeros pesados por shi san

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Notas del capitulo:

HOLA! SI PUDE ACTUALIZAR! YES!

Disfruten... 

Capítulo XXII: Entre dilemas y hot dogs.

 

      Quince de junio.

      Las maquinas hacían un ruido sordo centelleante, un joven durmiente un de perfilado rostro un tanto delgado con cabello azul de textura rebelde estaba en coma desde hacía un mes, ese sonidillo significaba que algo no andaba tan bien. Justo entro Alberich junto a las enfermeras en socorro al paciente.

      El reloj marcaba la una de la madrugada y Kardia recibía una llamada.

-¿Qué le pasa a mi hijo?- El griego mayor llegaba a puertas de terapia intensiva con el corazón en la boca mientras que Degel le seguía de cerca.

     En eso Alberich salió de algún lugar del pasillo.

-¿Qué le paso a mi hijo?- Kardia preguntaba un poco agresivo lo cual escudaba su miedo.

-Su hijo sufrió un leve estupor debido a una baja de hipoglucemia, gracias a Dios ahora está bien. Sí quiere verlo antes de irse por favor dígale a la enfermera de allá que le ponga el ropaje adecuado- Sonrió falsamente el médico obviamente con sueño.

     El escorpiano en ropaje azul chequeo a su hijo, le beso la frente y sin más se fue, pero el de ojos esmeralda marco a un numero en su celular a medida que veía que la visita del drogadicto se iba.

-Hola-

-¿Hola? ¿Por qué me llamas a esta hora?- Una voz algo arrogante contestaba.

-Oh disculpa, te llame solo porque Milo está sufriendo de un ataque ahora-

-¡Ya voy para allá!- Justo se escucho el pitido del descuelgue y sin mencionar su voz temerosa.

       Una sonrisa satisfactoria baño el rostro del especialista.

 

      No paso ni media hora cuando el de cabellera verde jade sedosa se dejaba notar.

-Enfermera ¿Milo Scarlet?- Preguntaba a una enfermera morena que pasaba por allí.

-No le sabría decir, acabo de cambiar de turno-

     Escuchar aquello iba a ser de Camus un mal educado sin embargo sintió un jalón y miro un par e profundos y bellos ojos esmeraldas muy de cerca.

-¿Cómo está Milo?- Dijo el acuariano manso ya que no le importaba si hubieran segunda malas intenciones en ese agarre, así que Alberich lo soltó y bufo.

-Está fuera de peligro, sufrió una baja de hipoglucemia. Su padre no tiene tanto rato de haberse ido- Soltó viendo una sonrisa en aquel magnifico rostro.

-Está bien je Milo estará bien- Sonrió con alivio aunque su gesto fue digno de lastima.

-Ven, te invito un café-

 

      Camus tenía una camisa blanca, bastante holgada y titiritaba de frio en aquel pasillo vacio, el de melena malva oscura se dio una patada mental ¿Cómo no se había dado cuenta?

-Ya vengo- Soltó mandatario y Camus quedo absorto allí, calentando sus manos con el café en el vasito de plástico.

      Sin tardar mucho Alberich venia corriendo caballerosamente con una chaqueta verde militar, justo se la coloco en los hombros al que tomaba café.

-Oh gracias, pero no te hubieras molestado- Dijo amable, no era típico de Camus ser amable sin embargo quizás actuaba así por el frio y el agradecimiento de que a Milo no le había pasado nada.

-¿Qué harás este sábado?-

      De repente el francés volvía a su estado típico de casi indiferencia.

-¿Por qué pregunta eso?- Le dijo mirándole a esos ojos que, admitía, eran preciosos.

-Porque quiero invitarte a comer hot dogs ¿Es malo?- Dijo un tanto sarcástico así que Camus le quedo mirado extrañado, nunca le habían invitado a tal tipo de cena.

-Con que hot dogs- El de cabello verde jade sonrió de medio lado.

-No es nada formal, así que dime-

-Está bien, de repente quiero ir a comer comida chatarra- Dijo mirando directamente al médico descifrando su semblante un poco sereno y además ¿Qué perdería con ir a comer hot dogs?

 

      En Italia todo iba tranquilo en el matrimonio bastante cómodo de Aioros pero las cosas nunca son estables en esta vida.

-Sí, nunca pensé que Milo caería en ese mundo ¿Cómo esta Camus ahora?- Aioria hablaba por su celular en la cocina mientras sin notarlo ya llevaba casi un pastel entero de chantilly y fresas con chocolate comido.

-Está bien, se la da de fuerte. Va a visitar a Milo bastante seguido-

-¿Y como estas tu, Aioria?- Preguntaba suavemente, amaba a su hermano y sabia que no estaba pasando por la mejor de las situaciones con su novio Shaka.

-No quiero perder a Shaka, a veces siento me voy a volver loco- Dijo sombrío.

-Lo siento mucho-

       Aquella conversación acabo, Cliff había estado todo el tiempo en la entrada notando aquella hambre en su esposo lo cual le enternecía porque ni parecía darse cuenta de cómo estaba actuando últimamente.

-Te ves bien- Dijo el castaño claro entrando y abrazando a su esposo por detrás.

-Mm… hasta hueles diferente- Añadió besando aquel delicioso cuello.

-Jajaja últimamente como si estoy comiendo mucho pero debe ser porque termine la carrera ¡ah! Y claro por esta panza que crece cada día más- El sagitariano fruncía el ceño porque ese embarazo solo significaba un enorme peso de conciencia y además que su personalidad honesta no le ayudaba.

      Un hombre de principios, noble por naturaleza y de buenos sentimientos vivía en mil dilemas sobre aquel embarazo sin embargo aquel tacto en su pierna y en su vientre para palpar sus tetillas le calentaba, le nublaba la vista en placer.

-Ah Cliff, tu…- Suspiraba bastante al ser besado desde atrás a su pareja.

-Uy pero que tierno- Le susurraba el ojos verde cual hojas en primavera.

-No Cliff, sabes que estoy muy sensible ¡ah!-

      El mencionado le bajaba el pantalón y se sonrió.

-Cariño ¿Ya estas así? Que delicioso- Dijo viendo ese miembro expuesto hasta arriba para agarrarlo y lamer la punta sintiendo un estremecer en el otro.

       De repente estaba de rodilla y se introducía todo aquello en su boca mientras que sus dedos exploraban la cavidad de Aioros y sentía las manos del castaño oscuro en su cabello que halaba solo despacio dejando saber lo bien que se estaba sintiendo. En el tiempo recorrido ya quien estaba en estado quería correrse sin embargo Cliff no lo dejo porque quería venirse dentro suyo.

      Cliff saco sus dedos para levantarse y colocar a su esposo de manos en el fregadero mientras miraba aquel trasero bien trabajado para tomarlo de las caderas y embestirlo.

      Era delicioso y más que Aioros estaba tan sensible, al pasar quizás unos veinte minutos el mencionado se vino en la mano de su esposo mientras que este acababa dentro, ambos soltaron un quejido placentero. Cliff salió rápido sintiendo que Aioros lo sentía, este tomo algo de papel de cocina que estaba allí mientras que su amado respiraba cansado sosteniéndose del lavaplatos procedió a limpiar ese liquido blancuzco que salía de aquella cavidad, subió los pantalones del castaño oscuro quien se abrocho el pantalón.

-Mm… menos mal no hay nadie en casa- Dijo riéndose el castaño claro pero enseguida su semblante cambió a preocupación porque su esposo estaba llorando.

-¿Te hice daño? ¡Dios! Que torpe soy ¿Vamos al...?-

-No, déjame solo- Dijo para salir lo más rápido que pudo, cosa no tan fácil al terminar de hacer aquel “quehacer” con su marido y más en estado de gestación.

-Tus cambios de humor te hacen ver más sexy-

-¡Eres un idiota, ojala te mueras!- Grito Aioros atónito subiendo por las escaleras para detener sus pasos ¿El había gritado aquello? ¿Y aun estaba excitado?

      ¿Cuánto puede cambiar una persona que gesta un bebe?

-¡Cliff ven al cuarto!-

      El mencionado sonrió de medio lado escuchando aquel llamado.

 

      Era viernes y Cliff llegaba cansado a casa justo para cenar con su esposo que le hacía tan feliz.

-Cariño- Saludo con un beso en la mejilla el sagitariano con mirada pensativa.

-Espero te guste, me esmere preparando la cena-

-Aioros tu estas embarazado, dile a las muchachas de servicio que cocinen. No me gusta que…-

-Gracias por cuidarme pero quise cocinarte- Aioros bajo el rostro.

       El castaño se aflojo la corbata y veía como su esposo le servía un rico plato de pasta a la boloñesa con queso para luego sentarse. La comida paso con halagos de parte de Cliff pero no hubo más palabras, Aioros estaba tenso. 

-Postre- Dijo como autómata el castaño oscuro que abría el plato donde estaba un cheescake que tenía una nota con un palillo y decía “lo siento”.

      Cliff ya sospechaba que algo no andaba bien así que solo pudo tomar un pequeño bocado de aquel postre blanco con fresas de adorno.

-Dilo- Algo no estaba bien, Cliff aunque le doliera en el alma lo sabía.

-Yo… lo siento mucho, he estado todos estos meses de embarazo desesperado- Decía desesperado, ya no aguantaba más.

-Dilo- El menor estaba ya molesto.

 

     En Dinamarca, Alberich miraba su reloj.

-Ya son las siete y media, se acabo mi turno señores- El doctor miraba a todos los de la oficina del hospital y sonreía con autosuficiencia para salir de allí a echarse un baño en casa porque tendría una cita con ese francés que tanto le llamaba la atención.

      El era un neurocirujano bastante capaz aunque algunas veces era causa de envidia y molestia por los demás médicos ya que a su corta edad de treinta y tres años era un especialista muy inteligente además que era muy presumido, se jactaba de que en su familia habían los mejores en el campo medico.  A veces ocupaba guardia en el hospital solo porque no era alguien muy sociable y amaba su profesión a pesar de su cara apática.

      Alberich esperaba en una esquina conocida como “la calle del hambre” por sus puestos de comida rápida, ese era el lugar acordado. Colocaba sus manos en los bolsillos de su chaqueta azul oscura con botones grandes, por su cabeza paso de repente la imagen de un chico asiático de cabellera larga y lisa.

-Shiryu ¿Qué significa?- El de cabellera malva oscura se perdía en sus recuerdos.

      Ese chico había sido su todo, lo había consentido, le había pagado la preparatoria ya que era ocho años menor que él y para aquel entonces el médico tenia veinticuatro años. A pesar de tantos buenos tratos descubrir que Shiryu lo engañaba con una pequeña chica de origen chino se le rompía algo por dentro.

-¡No me encierres de nuevo!- Le gritaba su novio en la habitación del dúplex donde vivía.

-¿Para qué vas a salir?- Decía apacible encendiendo un cigarrillo desde afuera con una gafas de escasa montura.

-¡A estudiar! ¡Ya! Ya deja de encerrarme, no quiero esto, quiero volver a casa con mis padres- Esa voz se quebraba a medida de cada oración de ruego, lagrimas.

      Pero Alberich también lloraba por dentro, ese pequeño le había roto el corazón.

-¡Gracias a mi no tienes preocupaciones para vivir! Te encontré de mesero y luego accedí que fueras el chico de la limpieza y a la final ¡Te di todo lo que tenia!- El futuro medico de ese entonces exclamaba de dolor, era la primera vez que se enamoraba, era la primera vez que le rompían el corazón.

-¡Lo siento! ¿Si? Lo siento pero ya no puedo, no te amo- Lo último fue bajo sin embargo fue lo suficiente para escucharle y así esos ojos verdes esmeralda perdieron el brillo y se enfrascaban en lo que era su prioridad, su carrera.

     Camus tronaba sus dedos ya que aquel hombre estaba sumido en aquel poster de luz.

-Hola- Enseguida se dio cuenta y sonrió de medio lado al ver al de melena verde jade.

      El ya había dejado el pasado en el pasado.

-Siento la tardanza pero mi carro se quedo a medio camino y tuve que llevarlo en grúa a mi casa- Suspiro un poco agobiado el menor.

-Vaya- Dijo moviendo su boca apáticamente.

-Hay muchos puestos ¿Cuál es el mejor?- Hablo Camus mientras emprendían su caminata.

-No sé, no como hot dogs desde que estaba en la preparatoria además que primera vez vengo a esta calle-

      El francés lo miraba con un gesto de interrogación ¿Para qué lo había invitado a comer comida chatarra si no solía comerla? Sin embargo suspiro y siguieron a un puesto rojo donde en verdad olía delicioso.

-Disculpe, quiero dos hot dogs y dos cervezas light, por favor- Decía Camus al desesperarse porque su acompañante no pedía.

       Una vez su orden lista, comieron de pie como casi todos los que estaban por allí. En eso Camus abría su boca para dar el tercer mordisco a su comida cuando sin querer se mancho de mostaza y Alberich se le quedo mirando.

-¿Qué?- El acuariano con recelo miraba y pensó que quizás le había caído mal la comida o algo a Alberich pero se calmo cuando su acompañante suspiraba y levantaba su cara.

      El de ojos esmeraldas acercaba su dedo índice al rostro de Camus y le quitaba la mostaza de la punta de su nariz para limpiar su dedo con la lengua como si nada, sin embargo Camus no era ciego aquel medico era muy apuesto aunque lo único que no le gustaba era su pretensión y que a veces no entendía en que estaba pensando.

       Un leve sonrojo se dejo notar en el rostro del acuariano que miraba a aquellos ojos con miedo ¿Miedo a que? Quizás a darse una oportunidad porque ya de por si los humanos tienden a complicarse sin necesidad.

      Justo escucharon unas explosiones y eran unos hermosos fuegos artificiales y sin poder evitarlo Camus soltó una sonrisa al ver esos colores brillantes no obstante Alberich echo un vistazo breve al cielo luego aprovecho a ver el rostro de quien sonreía a su lado.

-Estoy de suerte hoy-

-¿Dijiste algo?- El de hermosa melena verdosa jade se volteo.

-No, nada importante- Soltó mirando a Camus fijo para luego seguir mirando al cielo.

 

N/A, Fanart de AlberichxCamus: https://www.instagram.com/p/BFuIkCBAYAf/?taken-by=abrilsalo

Notas finales:

Bueno, estos dos ultimos capitulos son como que cortos pero algo es algo... 

Si quieres dejarme algo, dejamelo en la cajita blanca de abajo :)

PD: NO TE PIERDAS EL PROXIMO CAPITULO! 

 

-Casémonos, te quiero ser mi esposo. No seas cruel conmigo- Decía el leonino cerca de aquel rostro que sentí como su prometido le lavaba el miembro dentro de aquella agua con escaza espuma.

-¿Para qué? Me voy a morir y serás un viudo-

 

       El de ojos turquesas miro a su pareja y luego lo abrazo pero se alejo.

-Come tú, me voy a acostar no me siento muy bien- Dijo yéndose al cuarto el tibetano.

-¿Qué te sientes?- Dijo Saga un tanto preocupado

 

O.o

 

OMG!!! 

 

Hasta el viernes que viene :) falta poco..:!


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