Día 25: Buscando pistas
Necesito saber qué está sucediendo, la intriga me mata y es que quiero saber por qué Borja se está haciendo pasar por el hijo de la profesora de matemáticas. ¿O tal vez no es así? Quizás es su hijo y ella mintió, o hace poco se enteró que él estaba vivo, tal vez es un sobrino. Hay tantas posibilidades, que me estoy volviendo loco.
Aunque debo reconocer que la posibilidad que más me aterra es que ambos tengan alguna conexión con Francisca, que hayan planeado algo y ahora quieran vengarse de todos quienes tuvimos que ver su muerte. Y lo que más me da miedo de esto, es que podría tener pruebas... ¿Acaso no estaba mi novio en la misma habitación donde murió Vicente? ¿Acaso tuvo algo que ver con su asesinato?
No he podido dormir bien en días, me mortifica pensar en este asunto y es que... ¡Por Dios! Me enamoré de Borja y no puede ser que sea todo mentira, que se acercó a nosotros para destruirnos, para... matarnos.
Después de mucho sufrir, decidí que lo mejor sería investigar, sea lo que sea debo saber sus intenciones, de lo contrario la misma intriga terminará acabando conmigo. Por eso, he ido muy seguido a la casa de mi novio.
-Ven cuando quieras querido, nos gusta tu presencia aquí... Siéntete en familia...-me suele decir la profesora Elena.
Parece una suegra amorosa, que acepta mi relación con "su hijo" y he utilizado eso para adentrarme en su casa. La primera vez, al quedarme solo en la sala de estar, vi debajo de la alfombra nuevamente y para mi sorpresa, se encontraba allí la fotografía de Francisca todavía. Busqué en cajones, entre las páginas de los libros y no pude descubrir nada, supongo que si escondieran algo no estaría oculto en un lugar tan fácil.
-¿Qué te gusta comer?-me preguntó Elena la primera cena que compartimos.
Le comenté que me encantan los pasteles, y por eso ahora cada vez que me quedo a comer, me sorprende con los postres que ella misma cocina. Debo reconocer que le quedan bastante bien y con ellos, logra sacarme de la intriga de estar en esa casa. El dulzor de los pasteles es memorable, me recuerdan a los que Consuelo hacía en mi infancia, esos que me gustaba compartir con mis padres, en aquellos años cuando todavía me amaban.
Ya llevo tres semanas yendo seguido a cenar, y he aprovechado para indagar en cada una de las piezas de su morada, pero no he encontrado ninguna pista. Quizás no esconden nada, y solo ha sido paranoia. De todos modos quise salir de dudas y visité a la única persona que podría saber la verdad: Eunbyul.
Desde aquella vez en que culpó de lo sucedido con Vicente, no la había visto y por lo que me dijo, suponía que no quería que lo hiciera, que me mantendría lo más alejado de ella.
-Cariño, Valentín vino a visitarte...-es la forma en que la madre de mi amiga le avisó de mi llegada.
Como era de esperar, la coreana fingió normalidad, no quería parecer grosera ante su madre, eso sería causa de castigo y es que siempre deben parecer refinadas, como muñecas de porcelana.
-Te dije que no quería verte.... -fue lo primero que dijo, cambiando la expresión de su rostro súbitamente.
-Lo sé, pero no hubiera venido si no fuera importante... Quiero saber qué ocurrió en realidad la noche en que Vicente murió. Hay algo que no logro comprender... ¿estás segura que Borja solo te encontró? ¿Estás segura que no hizo nada más?- fui al grano, necesitaba respuestas.
Eunbyul simplemente calló, me observó distante, como si hubiera dejado de pensar y se embarcara en un sueño profundo. Eso no era normal en ella, siempre tan inteligente, nunca le vi desvariar, en cambio en ese momento estaba perdida. ¿Acaso estaba en lo cierto y descubrí su secreto?
Quería seguir indagando, sacarle toda la verdad, tan solo que no pude y es que toda la fuerza de mi cuerpo se desvaneció, perdí la noción y caí estrepitosamente al suelo. No recuerdo nada más de aquel día, me desmayé sin una razón aparente.