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ADVERTENCIA: La Belleza es Peligrosa por jotaceh

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Día 65: Su ayuda

-No seas imbécil... No le ganas a tus enemigos haciéndoles pagar de la misma manera en que te dañaron, sino que tienes que usar todo a su alrededor para convertir sus vidas en un infierno... - son los consejos que aquel hombre me dio durante mi tratamiento médico.

Tras salir del sótano, las autoridades tuvieron que tomar una difícil decisión. ¿Qué harían con el chico que fue torturado por meses, despojado de todo rastro de humanidad? Algunos querían verme tras las rejas luego de asesinar a los cómplices de mis torturas. ¿Eso sería justo?

-¿Qué hubieran hecho ustedes con quienes ayudaron a destruirlos? Todos quienes allí trabajaban sabían que tenían a dos personas encerradas en el sótano, que les daban de comer basura, que les golpeaban y humillaban... Si la libertad, y su propia vida, estaban detrás de esas personas, ¿ustedes se hubieran rendido para perecer o también les hubieran matado con tal de conseguir la libertad? - recuerdo muy bien las palabras de un periodista que comentaba mi noticia.

Además de apoyarme, lo que más me sorprendió, es que era un periodista de una cadena internacional, de un hombre que vivía al otro lado del planeta. Como él, hubieron muchas personas, de muchos rincones del mundo, que abogaron por mí causa.

¿Qué iban a hacer las autoridades conmigo? ¿Iban a encerrarme y quedar como estúpidos delante de todos? Claro que no, y a los días después de mi liberación, fue el propio juez a cargo de mi causa, quien dijo en la televisión, que todos los cargos que pudieran haberse impuesto sobre mí, serían sobreseídos producto de las condiciones horrendas que me llevaron a cometerlos.

Si no hubiera salido de la mansión, si no hubiera dejado que los fotógrafos me retrataran en mi miseria, nada de aquello hubiera sucedido. Ahora sería sólo un espectro escondiéndome en la oscuridad, un muerto viviente.

Muerto, porque es eso lo que Leonardo y Verónica se encargaron de hacerle creer al mundo. Y de la peor forma posible.... Emulando lo sucedido con Alonso.

No sé cómo, pero consiguieron un cuerpo, un inocente muy parecido a mí que fue lanzado desde lo más alto de la Torre Palmer. Inventaron una carta suicida, y compraron a mis padres adoptivos para que señalaran que les había confesado mi suicidio. Sí, doña Ada y don Agustín, sabían lo que me estaban haciendo, quienes se supone son mis padres estaban nuevamente detrás de mi miseria.

-¿Y qué vas a hacer con ellos? - me preguntó también el hombre que me visitaba en mi cuarto de hospital.

-Fueron cómplices de los Almeida... Otra vez... Tienen que pagar por su encubrimiento... - dije sin pensarlo, porque es lo único que se merecen.

En ese momento recordé lo sucedido luego de mi escapatoria, cuando llegó la policía.

Por más que hubiera mentido, Leonardo no podría convencer a nadie de su inocencia. Le dejé ciego, sí, pero las consecuencias de lo que él me hizo estaban visibles en mi cuerpo y eso no podría desmentirlo jamás. En silencio dejó que la fuerza armada se lo llevara, no sin antes ser atendido por sus heridas.

Cuando nos preguntaron nuestras identidades, quedaron sorprendidos al percatarse que yo no había muerto y que Marcela fuera la madre de quien nos tuvo en cautiverio.

El saber como habían encubierto mi desaparición, me sirvió para comprender por qué mis cercanos no me buscaron ni extrañaron. Habían perdido toda esperanza, porque cayeron en las mentiras de aquellos dos.

Cuando fui internado, justo al otro día, una enfermera me comentó que habían tres muchachos que querían verme. Supuse que eran Eunbyul, Victor y Daniel.

-Dígale que Valentín sí está muerto y que está piel que está acá, es otra persona... - le respondí a la joven.

-Se ven muy preocupados... En momentos como estos uno necesita a sus seres queridos... - me aconsejó.

-No hay persona que me haya querido de verdad... Estoy solo en el mundo y así es mejor... - respondí para no decir nada más.

Soy horrendo, un monstruo y no quiero que ellos me vean así. Habrán contemplado mi desgracia por los medios y eso ya es suficiente, en persona debería ser peor.Debieron respetar mi decisión, porque no volvieron a ir.

Los días pasaron tranquilos, los médicos me realizaron exámenes para ver mi estado y luego de ello, comencé con muchos tratamientos, sobre todo de nutrición. A los dos meses de mi ingreso, ya me volvía a crecer el cabello, había ganado un poco de peso y mi piel parecía más sana. Los pocos dientes que me quedaban fueron tratados y en un futuro me realizarían prótesis permanentes. Poco a poco dejaba de ser ese monstruo.

Por esas fechas llegó una visita, una que no fue anunciada y que simplemente entró en mi habitación. Se trataba del mismísimo Antonio Palmer, el padre de Daniel y la persona más influyente del país. Quien me ha visitado todo este tiempo, al único que le he dejado pasar.

-Quería ver con mis propios ojos cómo estabas... Mi hijo está muy preocupado por ti... - fue lo primero que me dijo.

Quedé impactado al verle allí y es que nunca fuimos cercanos, tal vez le vi un par de veces pero nada más.

-Yo he vivido muchas cosas en esta vida, cosas dolorosas... Tal vez no tanto como tú, pero creo que puedo ayudarte a superar tanta tristeza... - terminó confesando.

-¿Y por qué?... Alguien tan importante como usted no ayuda a un pobre desgraciado como yo, sin querer conseguir nada... - fui descortés, pero es que la vida me ha enseñado a desconfiar.

-Porque mi hijo te ama... Debo reconocer que he tratado que te olvide, pero no hay caso... Así es que si ayudándote le hago feliz, yo me siento pagado... - mencionó finalmente, mirándome fijamente a los ojos para demostrar que estaba hablando en serio.

Algo en mi interior cambió, fue como si una semilla hubiera caído en tierra fértil y de a poco, ha ido creciendo en mi interior. Hay algo de belleza en el mundo y eso me la enseñado Daniel con el amor que me profesa después de todo lo sucedido.

Esa vez no respondí nada, solo callé y él se marchó. Ha venido un par de veces a verme y hemos charlado. Me ha ayudado mucho, aunque platiquemos banalidades.

Fue él quien me aconsejó no secuestrar a Verónica si es que la encontrara, ni pagarle de la misma manera en que ella me atacó.

-Espera que la policía la atrape... Cuando esté en la cárcel, te prometo que te ayudaré a vengarte de ella... - dijo finalmente, dándome a entender que tampoco me pide que me quede de brazos cruzados, sino que solamente esperar para que todo parezca normal.

 


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