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ADVERTENCIA: La Belleza es Peligrosa por jotaceh

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Día 66: Sueños

No, jamás volveré a ser igual. Y no sólo me refiero al físico, porque lo que más ha cambiado en mí es mi interior.

Antes me preocupaba de asuntos banales como la moda o la farándula de Hollywood, mi mayor aspiración era conservar el atractivo en mi vejez y conseguir un marido millonario. Ahora ya nada de eso me importa, aprendí que nada de aquello puede hacerme feliz.

Estar en el mismo infierno te enseña muchas cosas, la más relevante, es que no hay nada tan terrible, ni siquiera la muerte. Creo que ya no sufriré por amor, no lloraré al saber que no soy correspondido, no me enojaré al no ser el centro de atención.

Pensé en esto durante los meses de terapia, aunque debo reconocer que mi mayor preocupación era saber que habían encontrado a Verónica. Nadie supo dónde se escondió, pero lo hizo tan bien que la policía no la descubrió.

Me llenaba de ira el pensar que jamás pagaría por sus fechorías, que saldría nuevamente con la suya y se burlaría de mí por mi debilidad.

-Eso ya no importa, cariño... Solo tienes que seguir adelante y curar tus heridas... - me solía decir Marcela cada vez que tocaba el tema.

La anciana estaba internada en el mismo centro, recuperándose y volviendo a ser aquello que dejó hace tantos años.

Me alegró mucho verla más repuesta, con la piel brillante, más cabello y más carne sobre sus huesos. La postura posiblemente jamás la recupere y tenga que andar encorvada el resto de su vida, pero aún así, se ve mucho mejor.

-Ahora que tienes un futuro por delante... ¿Qué harás? - me preguntó la madre de Leonardo un día.

-No lo sé... Es como si no conociera al nuevo Valentín... No sé qué es lo que quiero, ni siquiera lo que me gusta.... - respondí con sinceridad.

He gastado todo este tiempo en recordar el pasado, en odiar a mis enemigos y llorar a los muertos. Ni siquiera he pensado en que al salir del hospital tendré que seguir con mi vida.

-Tiene que recuperar lo suyo... Si es hijo de la tal Leonor Fisher, tiene derecho a su herencia... Y pensando que tanto el esposo, como la hija adoptiva, han defraudado y estarán el resto de sus vidas tras las rejas... Probablemente el juez a cargo le deje a Valentín toda la fortuna de la familia... - escuchamos en la entrada, se trataba de don Antonio.

Le vi con mucha convicción al hablar, como si tuviera un plan ya trazado.

Solo en ese momento, recordé mis planes antes de ser aprisionado. Mis inversiones en el puerto Grimaldi y los proyectos contratados con Fisher and Oldman. Si el padre de Daniel tenía razón, significaría que ahora todo aquello sería mío...

Daniel...

-¿Qué sucedió con las inversiones de su hijo en el puerto? - le pregunté al hombre.

-Han prosperado... Me ha demostrado que es un excelente gerente y que cuando yo muera, él se hará cargo muy bien de mi fortuna... Daniel administró todo el proceso y las construcciones en el puerto Grimaldi ya han comenzado... Tendrás que agradecerle también, porque ha multiplicado tu fortuna anterior... - Antonio parecía estar muy orgulloso.

Creo que desde ese momento empecé a pensar nuevamente en el rubio. Después de todo lo sucedido, ¿qué podía sentir por él? Y es que ni siquiera estoy seguro de poder amar a alguien... Y es que, aún antes de ser secuestrado, ¿cuándo conocí el verdadero amor? Mis padres nunca me quisieron y a quienes amé no me correspondieron, ¿qué significa amar entonces? No conozco lo que es eso.

Y pienso que por esa razón me permití soñar, imaginar qué era vivir el amor, al lado de Daniel. Así, pasé muchas tardes pensando en cómo sería casarme con el rubio, formar una familia de verdad, adoptar a nuestros hijos y darles el amor que yo nunca recibí.

Soñé con una casa grande, rodeada de árboles, con un jardín repleto de flores, con dos chicos corriendo por los pasillos de la casa, con una cena familiar donde yo levantaría la mirada para corroborar que mi amado estaba en frente y al contemplar sus ojos, reafirmaría todo lo que siento por él.

Supongo que la diferencia entre ser desdichado y feliz es la capacidad que tengas para dejarte soñar.

Esa rutina de imaginar un futuro que tal vez jamás se materialice fue la mejor terapia que pude tener. Y es que para ser feliz no debes pedirle permiso a nadie, no tienes que contar con la autorización de la sociedad sino que solamente debes imaginar un mundo mejor.

Y ahora, tras meses de terapia, estoy listo para regresar al mundo. Esta vez será diferente, porque tengo el deseo de hacer realidad todos mis sueños.


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