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ADVERTENCIA: La Belleza es Peligrosa por jotaceh

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Día 72: Rechazo

El juicio contra Leonardo no tardó en comenzar. Nuevamente los periódicos se llenaron con la historia de Marcela y también con la mía. Lo que más destacaban era el hecho que la policía todavía no podía encontrar a Verónica.

¿Cómo una muchacha puede esconderse tan bien? Es lo que todos pensaban.

-Espero la descubran pronto y así pueda pagar sus culpas en la cárcel... - comentó Consuelo el otro día en la cena.

-Esté tras las rejas o no, estoy seguro que ahora está pagando por todo lo que ha hecho... - no quise hablar más del tema, así es que pronuncié solo aquello.

Si hay algo que pude aprender de Marcela, es que no gano nada odiando a quienes me han dañado, y mucho menos buscando venganza con mis propias manos. El destino es sabio y sabrá qué hacer.

Justo en medio de las sesiones en tribunales, la madre de Leonardo fue dada de alta y como lo habíamos acordado, la llevamos a vivir a casa.

-No tenías por qué hacer esto... - dijo un tanto apenada la anciana.

-¿Tienes algún otro lugar dónde ir? - pregunté ofuscado, y es que ella sabe muy bien que nadie la espera allá afuera.

Tenerla bajo mi mismo techo me ha llenado de felicidad. Es una de las pocas personas en este mundo que me ha hecho bien, que estuvo conmigo cuando más lo necesitaba.

Ahora Marcela se ve mucho mejor a cómo la conocí. Ha recuperado su peso normal, le ha vuelto a crecer cabello y la piel se le ha iluminado. Es como si nada de lo que su hijo hizo hubiera sucedido.

-¿Y ahora qué? - llegué una tarde a su cuarto.

Y es que hay algo en mi mente que no me deja en paz. Ha pasado tanto en mi vida, tantas tragedias, que ya había perdido las esperanzas y tan solo esperaba la muerte. Eso no ha ocurrido, me he librado de sus garras, pero me he quedado sin un destino. ¿Dónde quiero llegar?

-Eres joven, cariño... Tienes toda una vida para encontrar tu rumbo... - me consoló la anciana.

-¿Y cómo lo busco? ¿Por dónde parto? - estaba angustiado.

Marcela suspiró, antes de llevarme al suelo y abrazarme tal como hacía en aquel sótano.

-Has tenido que sufrir cosas que nadie más a tu edad ha experimentado... No has podido soñar, pero ahora eres libre de hacerlo... Pregúntale siempre a tu corazón y él te dará la respuesta más sensata... Cuando hagas algo y sientas tu pecho pesado, te darás cuenta que no es lo correcto... - me aconsejó como una gata vieja acompañando a su pequeño.

Sus palabras me reconfortaron, pero por sobre todo, me hicieron pensar.

-¿Y entonces? ¿Qué quieres hacer con tu vida? - preguntó Eunbyul.

Suelo ir muy seguido a su casa para conversar, tal como hacíamos en la escuela. Al contarle lo que me aconsejó Marcela, se ofreció de inmediato a ayudarme.

-¿Y si quiero hacerme prostituto? ¿Vas a salir a la calle conmigo? - bromeé.

-Claro que no, qué asco.... Pero administraría tus citas y tú carnet de sanidad... - rió la coreana.

-Es estúpido, pero supongo que todo lo que quiero es estar con Daniel.... ¿Eso cuenta como un deseo? - proseguí.

-Ay no, que asco... Me va a dar diabetes con lo dulce que andas... ¿Qué pasó con mi amigo? Antes jamás hubieras dicho algo así... - recriminó.

-¿Acaso estar secuestrado en un sótano no te parece motivo para cambiar? - la interpelé.

Ella tan solo rió un poco incómoda.

-Pero a él ya lo tienes, ¿o no? - tenía razón.

-Tan solo que tengo una duda... Me da la impresión que no quiere mostrarme a su familia como su novio... Podría creer que le da vergüenza ser gay, pero... Sus papás también lo son, entonces no entiendo la razón... - es eso lo que no me dejaba tranquilo.

Y tal parece que era necesario verbalizar mis temores para que estos se presentaran frente a mí como un fantasma.

Estaba una mañana en mi departamento, cuando Consuelo me avisó que tenía visitas. Me sorprendió, ya que usualmente nadie me va a ver, o por lo menos quienes van tienen tal confianza que solo llegan a mi cuarto.

Caminé hasta la sala, para encontrarme de frente con don Antonio Palmer, el padre de mi novio y el hombre más poderoso del país.

-Buenos días, no le esperaba... ¿A qué ha venido? - fui directo al grano y es que su rostro demostraba su descontento.

-No eres el indicado para mi hijo... No después de todo lo que has vivido.... Aunque lo intentes, no puedes borrar tu historia... Mírate, hoy volviste a ser portada de este diario... ¿Acaso no te das cuenta que le haces daño a Daniel? Para alguien en nuestra posición, la reputación es lo más importante y no puedo permitir que lo ensucies... Sé que has sufrido, pero te pido esto como un favor. Aléjate de él... - no me dejó de mirar a los ojos en ningún momento.

Estaba hablando en serio, como siempre lo ha hecho.

-¿Es porque no acepté su ayuda? - le interrogué.

-Jamás he sido tan infantil... No es por algo que hayas hecho, sino que por quién eres... No puedo permitir que alguien con tu historia entre en mi familia... No es nada personal, tú no has elegido tu destino, pero yo sí puedo moldear el de mi hijo y por eso te lo pido, aléjate de él... O sino... - se detuvo un momento antes de lanzar su amenaza.

-¿Sino qué?... ¿Me va a mandar a matar? - había enfurecido.

-No soy tan débil, créeme que puedo hacerte cosas peores... - arqueó una ceja demostrando su seriedad.

En ese momento no pude dimensionar lo que estaba sucediendo, era todo tan sorpresivo. Jamás imaginaría lo que significa ser enemigo de alguien tan importante. 

 


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