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ADVERTENCIA: La Belleza es Peligrosa por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!

 

Espero se encuentren bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo... Aquí les traigo un nuevo capítulo y también una novedad... porque en mi página de facebook pueden encontrar una encuesta para determinar con quién se debería quedar Valentín... 

 

¿Prefieres a Daniel o a Víctor? Pues dejarme tu opinió AQUI

Día 88: Sí

 

Esta vez me ocurrió algo que no me había sucedido antes. Cuando era adolescente no me importaba engañar a la persona a quien amaba, incluso llegué a competir con Verónica por quien estaba con más hombres, aunque ambos estábamos enamorados de Vicente. Sin embargo, esta vez fue diferente, porque tras la relación sexual fallida con Daniel, me costó mucho ver a los ojos a Víctor. Me sentí vil y rastrero por serle infiel.

 

-¿Qué sucede?- el hombre se dio cuenta de inmediato de mi distancia.

 

-Yo…Discutí con la gente de las empresas Palmer. El ambiente está muy tenso…-tuve que mentirle y es que no me atrevía a contarle la verdad.

 

Víctor solo decidió abrazarme y acariciar mi cabello para tranquilizarme, sin saber la verdadera razón de mi tristeza. Supongo que he perdido el poder de dañar a otros y no sentirme culpable. La vida te va enseñando que el mejor camino es el de la rectitud.

 

Me sentía sucio, veía mi cuerpo y recordaba las zonas que había besado el rubio, a cada momento podía sentir su mirada lastimera cuando me pidió que no le dejara. Todo ello me hacía estremecer. Perdí el apetito, y tuve insomnio todas las noches. La culpa me estaba matando, tan solo que no podía confesarle la verdad a mi pareja, porque… ¿qué haría yo si decidiera dejarme?

 

Preferí evitar a Daniel en la oficina, no quería caer nuevamente en la tentación de probar su piel o de sentir que nada ha sucedido, que él sigue enamorado de mí y que podríamos volver a revivir el amor que tuvimos en la adolescencia. ¿Todo podría ser igual que antes?

 

Y todo colapsó con esas visitas.

 

-Quiero que seas sincero y que me digas que no tienes nada que ver…- ingresó a mi oficina Pilar Lancaster, la esposa de Palmer.

 

La mujer estaba muy enfadada, tanto que golpeó mi escritorio exigiéndome confesarle una verdad de la que ni siquiera me había enterado.

 

-Buenos días, ¿cómo estás? Yo bien, muchas gracias por preguntar… ¿qué es lo que necesitas? - fui sarcástico al ver su arrebato.

 

-Mira, vamos al grano… Mi esposo me ha solicitado el divorcio de la nada. Estábamos muy bien hasta el maldito día en que ingresaste a esta empresa. Desde que volvió a verte lo he sentido distante, y ahora esto… ¿No crees que es obvio que me quiere dejar para correr a tus brazos? –Pilar estaba muy enojada, me miraba con ira.

 

-Pues fíjate que quizás tienes razón…De hecho, el otro día follamos en este mismo escritorio que estás tocando…-no me pude aguantar.

 

La mujer enloqueció al saberlo y se apartó como si hubiera tocado al mismísimo demonio.

 

-Eres un descarado, ¿acaso no te da vergüenza meterte con un hombre casado? –arremetió.

 

-En realidad no… porque lo que realmente me daría vergüenza sería casarme con un hombre que ama a otro… ¿tanto deseo de poder tenías? Por favor, por lo menos te hubieras buscado a un millonario heterosexual…Que bajo caíste…- me reía en su cara y es que muy fácil de incomodar.

 

-Mira, tú sabes que mi papá es capaz de todo para protegerme… Así es que no me pidas que te ataque…- me amenazó la hijita de papi.

 

-Tú si eres bien burra… Mira querida, le hice frente por años al mismísimo Antonio Palmer. ¿Acaso crees que el viejo mediocre de tu papá va a poder hacerme algo?... No me hagas reír…- me cansó su estupidez, así que me levanté de mi asiento y la escolté hasta la salida.

 

-No voy a permitir que te quedes con mi esposo…- dijo estando afuera de mi oficina, allí donde muchos gerentes pudieron escucharla.

 

-Mira, no me interesa estar con Daniel… de hecho, me voy a casar con mi novio… ¿ok? –no pensé lo que dije, solo quería que esa cacatúa dejara de hablar y no me percaté que el rubio estaba viendo toda la situación.

 

Tras ello me encerré en mi oficina. ¿Qué importaba que Daniel escuchara eso? Si solamente intimamos una vez, eso no significa nada, no tenemos ninguna relación, ni nada parecido.

 

Sin embargo, eso no fue lo más extraño, porque tras la visita de Pilar, a los días después, llegó a mi oficina el mismísimo Antonio Palmer.

 

-Buenos días Valentín, quisiera hablar contigo un segundo…- estaba serio, muy protocolar como si fuera a hablar de negocios.

 

-Quiero saber qué planes tienes con Daniel ahora que él se va a divorciar…-fue lo primero que dijo tras sentarse en el sillón frente a mi escritorio.

 

No había expresión en su rostro, solo me miraba esperando por una respuesta, fuere cual fuere.

 

-¿Y por qué? ¿debería tener algún plan? ¿Acaso me afecta en algo que se separe de su odiosa esposa? –no entendía el miedo que tenían todos con aquel asunto.

 

-¿Me vas a decir que no tienes nada que ver con esto?- siguió con la interrogación.

 

-Gracias a usted nosotros no pudimos vivir nuestro amor. Eso ya quedó en el pasado y ahora no queda nada más que malos recuerdos… No soy de esas personas que perdonan tan fácil, y no pienso hacerlo con su hijo… ¿de acuerdo? –estaba aburrido ya de tanta confusión.

 

-¿Entonces me prometes que no tendrás nada con él?- quería estar tranquilo.

 

-Mire, no le voy a prometer nada porque no es nadie para exigirlo… Solo le puedo afirmar que más allá de follar, no quiero tener nada más con su hijito…- hablarle a un padre que su hijo mantiene relaciones sexuales, es como echar jugo de limón sobre una herida, les escuece con dolor.

 

-Eres un vulgar…- es lo último que comentó antes de salir de la que antes había sido su oficina.

 

Toda esa situación ya me estaba cansando, y unido al cargo de conciencia por haber sido infiel, es que decidí encarar al propio Daniel, para saber qué es lo que había hecho para que tanto su esposa como su padre fueran a enfrentarme.

 

Eso sí, no lo hice en la oficina, le cité en un restorán apartado, en las afueras de la ciudad, donde nadie pudiera reconocernos y sacarnos fotografías que pudieran malentenderse.

 

Le esperé en una mesa de mantel blanco, decorada con rosas rojas y candelabros de oro que relucían con la tenue luz de las velas que soportaban.

 

-Disculpa la tardanza… estaba comprando las flores más bellas que encontré…- de pronto Daniel apareció con un ramo de flores de muchos colores, como un regalo para mí.

 

Las recibí un tanto incómodo, porque nunca se me había ocurrido que eso sucedería.

 

-¿Qué deseas pedir para cenar?- al contrario de sus familiares, preferí crear un ambiente tranquilo para poder conversar nuestros problemas.

 

Así degustamos la comida que ese restorán nos proporcionaba y platicamos de banalidades, nada profundo que pudiera romper la tranquilidad que se había formado entorno a nuestra mesa.

-Me voy a divorciar…-fue el rubio quien tocó el tema.

 

-Así me he enterado… ¿puedo saber las razones? –pregunté.

 

-Porque estoy enamorado de ti…-fue directo como su padre y me observó intentando descifrar mis reacciones.

 

-Y yo a ti Daniel, aunque parezca estúpido sigo enamorado de ti…-mencioné serio, no mostrando en mis gestos aquello que pronunciaba con mis labios.

 

-¿Entonces? –fue incapaz de hacer algo al respecto, necesitaba saber mi parecer.

 

-El que te ame no implica que seas el adecuado para mi vida… Después de todo lo vivido solo puedo sacar una conclusión, y es que no somos el uno para el otro. Estar juntos solo traería desgracias y rechazos, y ya no quiero pasar por eso… ¿Sabes? Estoy cansado de recibir odio, ahora solo quiero una vida tranquila al lado de alguien que me ame como lo merezco y que no ponga los intereses de terceros por sobre sus sentimientos…- las palabras salieron de lo más profundo de mi corazón.

 

El rostro de Daniel se descompuso, casi pude sentir cómo se apretaba su pecho. Pude tenerle un poco de compasión, algo en mí se desmoronó al verle tan frágil, pero no puedo basarme en lástimas para tomar una decisión tan importante.

 

-¿Te vas a casar con Víctor?- dijo con un nudo en la garganta.

 

-Sí…-no fui capaz de seguir, tenía muchas cosas qué decirle, sin embargo, nada brotó de mis labios. Ya no era el momento para arreglar el pasado.

 

Así, me levanté de la mesa, dejé la servilleta en la mesa y me marché del lugar, sin despedidas. Caminé hasta mi vehículo y me monté en él. Estaba dejando atrás al amor más grande que he sentido en mi vida, estaba tomando una decisión importante y no podía dejar de pensar si estaba tomando la decisión correcta. ¿A quién le tengo que hacer caso? ¿A lo que dice mi cerebro o lo que grita mi corazón? ¿Qué me haría más feliz?

 

 


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