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Recuperando a mi enemigo por Luluu

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Notas del capitulo:

¡Hola! ¡Espero les guste! 

:'D ya nos acercamos al final... gracias por seguir aquí.

Pov Draco

 


-Neville… que demo… ¿Cómo? –pregunté.


Pero Neville había visto a Ron y Hermione, y con gritos de alegría los estaba abrazando.


Cuanto más miraba a Neville peor lo veía: se veía muy delgado, demasiado considerando que Neville nunca había siso alguien delgado, también estaba más alto, sus ojos estaban rojos y tenía varios moretones y arañazos.
A pesar de su aspecto maltratado brillaba de felicidad cuando abrazo a Harry.

 

-¡Sabía que vendrían! ¡Le dije a Blaise que era una cuestión de tiempo!
-¿Neville, que te ha ocurrido?
-¿Qué? –su rostro se oscureció y una capa de inseguridad cubrió sus facciones –Bueno, fueron tiempos difíciles pero no íbamos a rendirnos. Teníamos que seguir aquí, cuidando del castillo durante su ausencia –y casi al instante su expresión se suavizo.
-Apúrense. Mortífagos podrían aparecer en cualquier momento –dijo Aberforth de manera brusca.
-Gracias, Señor Aberforth –dijo Neville tímidamente –En lo largo del día… llegarán un par más de personas –sonrió de manera insegura.
-¿Un par más? –repitió Aberforth ominosamente- ¿Qué quieres decir con un par más, Longbottom? ¡No han dejado de llegar chiquillos desde antier! ¡Hay un toque de queda!
-Lo sé, por eso se van a Aparecer directamente dentro del bar -dijo Neville –Por favor mándalos por el pasaje cuando lleguen. Muchas gracias.

 

Neville ayudó a Hermione a subir a la repisa de la chimenea y a entrar en el túnel; Ron subió a continuación y luego Neville. Harry se encaminó a Aberforth y yo lo esperé al pie de la chimenea.

 

 

-No sé cómo agradecértelo. Nos has salvado la vida dos veces –dijo el azabache.
-Cuida de ellos entonces –le dijo el adulto malhumorado -Puede ser que no sea capaz de salvaros una tercera vez.
-Es Harry Potter; eso es lo que hace –dije.

 

 

Entramos al túnel. Parecía como si el pasadizo hubiera estado allí durante años. Todo se veía desgastado y antiguo.


-¿Desde hace cuánto estará este pasadizo? ¡Ni siquiera aparece en el Mapa, Harry! Imagina lo que hubieran hecho Fred y George si hubieran sabido de él –dijo Ron.
-Todos los demás pasadizos fueron cerrados a principio de año; casi no regresaron alumnos y desde la llegada de los mortífagos y dementores, tuvimos que hacernos cargo de los más pequeños.
-Neville –dijo Hermione -¿Por qué no volviste con tu abuela?
Neville pareció pensar en que decir –Porque… Hogwarts estuvo ahí para mí cuando más lo necesité y… no podía quedarme sentado sin hacer nada.

 

¿Acaso había sentido antes ganas de abrazar a Longbottom? No. Creo que entendía lo que Blaise había visto en él: Neville era tan sencillo, leal y humilde… Era como un rayo de sol… era tan abrumador y bueno que me daban ganas de vomitar.



-Neville, tu lado Hufflepuff se está mostrando. Contrólate –dije con sarcasmo.
El chico se echó a reír alegremente.

-¿Y qué han estado haciendo? –preguntó –Últimamente hay muchos rumores acerca de ustedes… Incluyéndote Draco.
-¿Qué no hemos hecho? –preguntó Ron a nadie en particular.
-No exageres, Ron…
-Está vez tendré que coincidir con él, Hermione, estoy bastante seguro de que todos esos rumores con reales –dije.
-La gente decía que habías huido junto con Draco, Harry, pero yo no lo creí.
-Gracias por nunca haber dudado de mí -dijo Harry sinceramente.




-¿Y qué hacen los mortífagos aquí? –le pregunté.
-Enseñan -dijo Neville –Y están a cargo de la disciplina. A los Carrow le gustan los castigos.
-¿Cómo a Umbridge?
-Ojalá -dijo –… Se supone que debemos practicar la Maldición Cruciato con las personas que han merecido una detención…
-¿Qué? –las voces de Harry, Ron y Hermione hicieron eco al mismo tiempo a lo largo del pasadizo. Yo, por el otro lado, había convivido lo suficiente con ellos como para saber de lo que eran capaces.
-Sí, así me hice la mayoría de las heridas. Me negué a seguirles su juego aunque hay algunos alumnos que les encanta hacerlo. Por primera vez Crabbe y Goyle sobresalen en clase.
-Caramba, Neville -dijo Ron- hay momentos y lugares para arriesgarte de ese modo.
-No, vale la pena. Ayuda a los demás, les da esperanzas a todos. Solía notar eso cuando tú lo hacías Harry.


Neville se encogió de hombros. No sabía que era peor, las cosas que estaba contando Neville o el tono de resignación en el que las decía.

 

-Pero gracias al profesor Snape y Lupin las cosas han sido un poco más sencillas.
-¿Snape? –pregunté.
-Sí… bueno, Snape tiene esta… relación con Lupin, al parecer –mientras explicaba sus mejillas se tornaron rojas – cada vez que algún mortífago se metía con Lupin, él saltaba a su defensa. Y desde que Lupin todo el tiempo está cuidándonos a alumnos y profesores… Snape comenzó a hacer lo mismo.
-Ya veo –dijo Harry sonriendo ligeramente.



-Aberforth mencionó que han estado llegando más personas… -mencionó Hermione.
-Sí, Fred, George, Ginny, Seamus, la mayoría está aquí.
-¿Blaise y Pansy? –pregunté.
-Ellos –dijo Neville riendo –nunca se fueron. Luna no ha llegado pero dice que vendrá tan pronto pueda.

De su bolsillo sacó una moneda dorada, la reconocí como uno de los falsos galeones que el Ejército de Dumbledore había usado para mandarse mensajes entre ellos.


-Nos han venido genial. Los Carrow no saben cómo es que nos comunicamos y cada vez que se hartaban he intentaban castigarnos, Snape llegaba y nos sacaba de ahí. Supongo que en ese momento fue cuando decidieron que había solo una manera detenerme, y fueron en busca de mi abuela.
-¿Qué? –preguntó Hermione exaltada.
-Sí, probablemente pensaron que para atrapar a una pequeña y vieja bruja que vivía sola, no necesitarían mandar a alguien particularmente poderoso. Pero… Dawlish todavía está en St. Mungo y la abuela se dio a la fuga. Me mandó una carta diciéndome que estaba orgullosa de mí, que era digno hijo de mis padres, y que siguiera así.

-Neville, tú y tu abuela son unos dementes -dijo Ron –Estoy impresionado.

-Gracias, pero cuando las cosas empeoraron y comenzaron a amenazarnos con desaparecer alumnos, decidimos que era momento de… desaparecer. Así que Pansy, Zabini y yo llevamos a los alumnos a la Sala de los Menesteres, la cual se volvió algo así como el dormitorio de todos los alumnos… a excepción de algunos Slytherin.



Doblaron en una esquina y allí delante de ellos estaba el final del pasadizo. Otro corto tramo de escalones llevaban a una puerta igual a la que estaba escondida detrás del retrato de Ariana. Neville la abrió y pasó a través de ella.

 

Cuando salimos del pasadizo todos tenían cara de haber visto un fantasma.

 

Las primeras en reaccionar fueron Pansy y Ginny, quienes corrieron hacia nosotros.
Muy para mi sorpresa me vi envuelto en los brazos de la pelirroja.
-Gracias –dijo ella –gracias a Merlin. Estaba muy preocupada por ti. Después de que te secuestraran los mortífagos… No podía quitarme la sensación de… -me abrazó más fuerte –Que bien que estés bien.


 

 

Pov Harry



Pansy me estaba abrazando.
La chica lloraba y no dejaba de murmurar cosas. Le devolví el abrazo.
-¿Estás bien, Pansy?
-Gracias por cuidar a mi pequeño Malfoy. No sabes lo agradecida que estoy… pensé que no volvería a verlo… Su familia es… bastante…
-Ya sé –la interrumpí.

 

Pansy se separó de mí y miró al rubio que estaba parado junto a nosotros. Sus ojos llorosos ahora mostraban una furia demencial.
-Y tú pedazo de animal –dijo señalándolo -¡¿Cómo se te ocurre asustarme de ese modo!? Pensé que algo te había pasado. ¡Prometí no dejarte ir de este colegio hasta no verte en “acción” con Potter y luego vas y te dejas capturar por mortífagos! Eres un inútil, desconsiderado, patético pedazo de…



Pero no pudo terminar pues el rubio la estaba abrazando.
-También te extrañé, Pansy. Estaba preocupado por ustedes; Blaise y tú son más que mi familia.

Y con esas palabras Pansy volvió a llorar mientras se aferraba a la ropa de Draco.

 

Miré alrededor. El cuarto era enorme y tenía un montón de camas distribuidas por todas partes.
-¿Y los Carrow no pueden entrar? –pregunté.
-No, -dijo Seamus -Es un refugio apropiado, siempre y cuando uno de nosotros permanezca dentro, no pueden llegar a nosotros, la puerta no se abre. Todo gracias a Neville. Realmente entiende esta habitación.
-En realidad es bastante sencillo, -dijo Neville modestamente.



Ahora que miraba detenidamente a mi alrededor, reconocí varios rostros. Ambas mellizas Patil estaban allí, y Terry Boot, Ernie Macmillan, Anthony Goldstein, y Michael Corner. Cho Cahng, los gemelos Weasley. Aunque los únicos Slytherin eran mi rubio  y sus dos amigos. Sorprendía ver dónde estaba su lealtad.



-Es necesario que nos pongamos en marcha –dije. Draco, Hermione y Ron asintieron rápidamente.
-¿Entonces, que vamos a hacer, Harry? –preguntó Seamus-. ¿Cuál es el plan?
-¿Plan? –repetí –Bueno… nosotros tenemos algo que hacer y…

Ya nadie se reía ni alentaba. Neville se veía confundido.

-¿Qué quieres decir con “nosotros”?
-No hemos venido a quedarnos –dije sintiendo dolor en mi cicatriz -Hay algo importante que debemos hacer…
-¿Qué?
-No… no puedo decirlo.
-¿Por qué no puedes decírnoslo? Tiene algo que ver con la lucha contra Tu-sabes-quien, ¿verdad? –preguntó Neville.
-Bueno, si…
-Entonces te ayudaremos –dijo Zabini agarrando la mano de Neville.

 

Los otros miembros del Ejercito de Dumbledore asentían, algunos con entusiasmo otros solemnemente.



-No pueden –intentó explicarles Hermione.
-¿Por qué? –ahora era Ginny la que preguntaba.

-Dumbledore nos dejó una tarea a nosotros cuatro y se supone que no debemos divulgarlo… quiero decir, deseaba que la hiciéramos nosotros.

-Nosotros somos su ejército -dijo Neville.
-No ha sido exactamente un paseo por el campo, compañero, -dijo Ron.
-Nunca dije eso, pero no veo porque no pueden confiar en nosotros.

 

 La puerta que daba al túnel se acababa de abrir detrás de él.

 

-¡Recibimos tu mensaje, Neville! ¡Hola!

Eran Luna, Nott y Dean. Seamus soltó un gran rugido de felicidad y corrió a abrazar a su mejor amigo. Su abrazo se veía algo… íntimo.

 

-¡Hola, a todo el mundo! –dijo Luna alegremente.
-Todos pensamos que si volvías, iba a significar la revolución –me dijo Neville.
-Lo siento, pero no he vuelto para eso. Hay algo que debemos hacer y después…
-¡Entonces dejadnos ayudar! –dijo Neville enfadado- Harry, deja al héroe de un lado y míranos. Somos tus amigos y lucharemos junto a ti hasta el final.


Del pasadizo salió alguien más.
-¡¿Lee!? –gritaron los gemelos interrumpiéndonos.
-Aberforth está un poco enfadado -dijo Lee Jordan entrando al cuarto -Quiere dormir un poco, y su bar se ha convertido en un punto de reunión.

-¿Así que cual es el plan, Harry? –preguntó Lee.
-No hay un plan aparentemente –dijo George.
-Lo haremos a medida que vayamos progresando, ¿verdad? Esos son mis preferidos –dijo su amigo.
-En realidad… no. O eso dice Harry –repuso Fred.

 

-¡Tienes que detener todo esto! –le dije a Neville.
-¿Por qué no podemos ayudar? –preguntó Zabini.
-En realidad creo que no sería tan mala idea –me dijo Draco al oído.
-¿Qué?
-Pueden ayudar. –bajo la voz, para que lo escuchara, y dijo-. No sabemos dónde está el horrocrux. Debemos encontrarlo rápido. No tenemos que decirles por qué lo buscamos ni qué es.

Miré a los presentes.


-Está bien, -dije en voz baja -Ok, -grité hacia la totalidad de la habitación, y todo ruido cesó: Fred y George, que habían estado gastando bromas a aquellos que tenían más cerca, se quedaron en silencio.

-Hay algo que debemos encontrar -dijo Draco -Está aquí en Hogwarts, pero no sabemos dónde. Puede haber pertenecido a Ravenclaw. ¿Alguien ha oído hablar acerca de un objeto como ese? ¿Por ejemplo, alguien ha visto algún objeto que llevara su águila?

-Bueno, está su diadema perdida. Te hable sobre ello, ¿recuerdas Harry?
-Sí, pero la diadema perdida, está perdida, Luna -dijo Cho.
-¿Y ninguno ha visto nunca nada parecido? -pregunté.

Todos sacudieron la cabeza nuevamente.

-Si quieres hacerte una idea de cómo se supone que es la diadema, puedo llevarte a nuestra sala común y mostrártela, Harry. Ravenclaw la lleva puesta en la estatua que tenemos de ella.

Mi cicatriz ardió nuevamente. Apenas quedaba tiempo.

 

-Está bien, iré a mirar la estatua. Puede que nos dé alguna pista.
-Yo te llevo –dijo Luna alegremente.
-Draco –le dije –espera aquí –dije al ver sus intenciones de seguirme –y ayuda a… organizarlos.
-Pero…
-Por favor –supliqué. No quería exponerlo a más peligro.
-De acuerdo –accedió aunque no se veía muy feliz. Le di un rápido beso, que duró apenas lo suficiente para que él lo contestara.
-Gracias.


Luna y yo nos apuramos a subir las escaleras.

 

-Ponte aquí debajo, -le dije a Luna, sacando la capa de invisibilidad y colocándola por encima de ambos.
–Vamos, por aquí.

 

Había merodeado muchas veces por el castillo de noche antes, pero nunca me había latido el corazón tan rápidamente.

 

-Por aquí, Harry -jadeó Luna, agarrando mi manga y tirando de mí hacia una escalera en espiral.

 

Subimos; nunca había estado allí arriba antes. Al final llegamos a una puerta. No había pestillo ni agujero de cerradura: nada, solo una lisa extensión de madera antigua, y una aldaba de bronce en forma de águila.

 

Luna golpeó una vez. En seguida el águila abrió el pico y una voz suave y musical, dijo, -¿Qué fue primero, el fénix o la llama?

-¿Qué? ¿No tienen una contraseña? –pregunté.
-No, esta casa es la de la sabiduría y creatividad. Tienes que responder una pregunta -dijo Luna.
-¿Qué pasa si das la respuesta incorrecta?
-Bueno, tienes que esperar a alguien que de la respuesta correcta -dijo ella -De esa forma aprendes, ¿te das cuenta?
-Si… el problema es que no tenemos tiempo pa…
-Bueno, entonces, creo que la respuesta es que un círculo no tiene comienzo –dijo Luna interrumpiéndome.
-Bien razonado -dijo la voz, y la puerta se abrió.

 

El desierto salón común era una habitación amplia y circular. Graciosas ventanas abovedadas resaltaban sobre las paredes, de las que colgaban sedas de color azul y bronce. Durante el día, los Ravenclaw debían gozar de una vista espectacular de las montañas que los rodeaban. El techo era abovedado y tenía estrellas pintadas.

 

Reconocí en ella a la estatua de Rowena Ravenclaw, por el busto que había visto en la casa de Luna.

Caminé a zancadas derecho hacia la mujer de mármol. Sobre la cabeza llevaba una diadema de aspecto delicado que había sido reproducida en mármol. Me quité la capa para guardarla mientras leía unas palabras grabadas en la diadema:
-Sabiduría más allá de toda medida, es el mayor tesoro del hombre.

 

-Lo que significa que tú eres bastante pobre y tonto -dijo una voz.

Alecto Carrow estaba de pie frente a mí,  presionó el rechoncho dedo índice sobre el cráneo y la calavera grabados en su antebrazo.

Notas finales:

Gracias por leer ^^


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