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Recuperando a mi enemigo por Luluu

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Notas del capitulo:

¡No estoy muerta! 
Por fin pude juntar un poco de fuerza de voluntad para lograr levantarme de mi cama, sacudirme un poco mis problemas y sentarme a escribir este capítulo.

 

Espero les guste.

Pov Harry

 

 

Todo había acabado. No tenía escapatoria. Alecto me había atrapado, nos había atrapado, y en la sorpresa mi varita se había caído.

 

 

Alecto tocó su Marca y mi cicatriz ardió salvajemente. El dolor era tanto que me costaba respirar. Mi vista se nublaba, todo se movía rápidamente y caería en cualquier momento.

 


Una fría risa resonaba por lo más profundo de mi consciencia. Una sensación de triunfo inundaba y se mezclaba con el miedo que sentía.

 

 

Un fuerte jalón me trajo de regreso y vi como la mortífaga se desplomaba frente a mí. Golpeó el suelo fuertemente. Me apresuré y recogí mi varita.  

-Nunca había aturdido a nadie. Al menos no desde el Ejercito de Dumbledore –dijo Luna con cara de curiosidad y orgullo -¿Estará bien?
-Eso creo… -dije.

 

Nos quedamos unos momentos viendo el cuerpo de la mujer, sin idea de como proseguir.

 

 

Luna corrió hasta mí y nos cubrió con la capa.
-Harry, tenemos que salir de aquí rápido antes de que llegue cualquier otro mortífago –dijo la chica y yo asentí.


Cerré los ojos intentando sobrellevar el dolor que la cicatriz me producía. Se oyó un golpe en la puerta de la sala común.

 

-¿A qué se refiere la frase “Todos los fantasmas son reales y toda realidad es un fantasma”? –preguntó la puerta de Ravenclaw.
-¿Qué es está idiotez? ¡Ábrete de una buena vez! –bramó la voz de Amycus Carrow.


-Harry, ¿cómo vamos a salir? –preguntó Luna.



-¡ALECTO! Si viene, y no tenemos a Potter. ¿Quieres seguir el mismo camino que los Malfoy? -dijo Amycus, sacudiendo la puerta con todas sus fuerzas, pero ni aun así la puerta se abrió. La sangre hirvió y me dieron ganas de golpear al mortífago.

 

-¿Puedo preguntar que está usted haciendo, Profesor Carrow? –dijo una voz conocida.
-Intentó abrir la maldita puerta –dijo Carrow.
-¿Pero no está su hermana ahí? -preguntó la Profesora McGonagall.
-!No contesta! Deja de verme desde ahí y abre la puerta.
-Lo siento mucho pero yo soy la jefa de la casa Gryffindor. No tengo ni idea de cómo abrir la puerta. Tendríamos que ir a buscar al profesor Flitwick.


Amycus dejó escapar un grito de furia.

 

-¿Y dónde está dicho profesor? –preguntó entre gruñidos.
-Me parece haberlo visto en el Gran Comedor.
-No tengo tiempo para ir a buscarlo. ¡No cuando Potter está ahí adentro!
-¿Potter? –dijo la profesora McGonagall bruscamente- ¿Qué quiere decir con que Potter está ahí adentro?
-Él nos dijo que Potter intentaría entrar en la Torre de Ravenclaw.
-¿Por qué trataría Harry Potter de entrar en la Torre de Ravenclaw? ¡Potter pertenece a mi Casa!
-¿Y por qué Alecto no responde? ¡Alecto es mi hermana!
-Lo que haga o no haga su hermana, no es de mi incumbencia. Mas el que usted grite como demente alterando a todos en el castillo, sí lo es.

 

 

Sentí que el respeto y afecto que sentía por la profesora inundaba mi interior.  

 

-¿Perdón? –preguntó Amycus –Lo importante no es qué sea de tu incumbencia, Minerva. Tu tiempo se acabó. Nosotros estamos a cargo ahora y me respaldarás o pagarás el precio.

 

 

No soporté el tono con el que le había hablado a la profesora. Salté fuera de la capa, abrí la puerta, y aprovechando el momento de asombro que inmovilizó a ambos adultos, ataqué contra Amycus
-¡Petrificus Totalus! –grité.

 

Los brazos y las piernas del hombre se quedaron pegados muy rígidamente a él y cayó al suelo por la pérdida de equilibrio.

 

-¡Potter! –susurró la profesora - ¡Potter… estás aquí! ¿Qué…? ¿Cómo…? –Luchó para recobrar la compostura-. ¡Potter, eso ha sido una locura!
-La amenazó, profesora –dije como explicación de mis actos.
-Potter, yo… eso es muy… -sus ojos se cristalizaron –gracias.
-Profesora, necesito apurarme, ¿sabe dónde puede estar la diadema de Ravenclaw?
-¿La d-diadema de Ravenclaw? Por supuesto que no… ha estado perdida durante siglos. Potter, no deberías estar aquí, ¡es una locura!

 

La profesora se acercó a ambos hermanos Carrow y tomó sus varitas.

 

-¡Profesora! Debo encontrar un objeto… fue lo último que me pidió Dumbledore.
La profesora me miró con tristeza, esperanza, nostalgia y cariño. Demasiadas sentimientos a la vez para que supiera como interpretar su mirada.
-Debemos asegurar la escuela contra el Que No Debe ser Nombrado mientras buscas ese… ese objeto.
-¿Eso es posible?
-Creo que sí, -dijo la profesora McGonagall –ahora, date prisa y… suerte, Harry.

-Hay un camino, -dije rápidamente, y le hablé del pasadizo que cuya entrada se escondía en La Cabeza del Cerdo –saqué a todos los alumnos que corran peligro. Esto es entre Voldemort y yo, mientras menos salgan lastimados mejor.
-Potter, estamos hablando de cientos de estudiantes…
-Lo sé, profesora, confíe en mí.

 

 

Corrí junto con Luna y la profesora por los pasillos, necesitábamos encontrar algún objeto. Cualquier cosa que pudiera ser un horrocrux.  

 

Habíamos descendido dos pisos más cuando tropezamos con alguien.

 

-Potter –dijo Snape saliendo de detrás de una armadura. Vestía su habitual túnica negra.  
-Profesor –dije.
-¿Dónde están los Carrows? –preguntó con tranquilidad.
-Posiblemente en la torre de Ravenclaw, desarmados y sin posibilidad alguna de unirse a la batalla.

 

 

Snape se acercó unos pasos, y sus ojos revolotearon entre Luna y yo. Una pequeña sonrisa se asomó en su rostro pero fue disimulada al instante.


-Remus estará feliz de saber que estás bien.
-¿Lupin… está aquí?
-Naturalmente ha insistido en no separarse de sus alumnos ahora que la situación es más… complicada
-Gracias, profesor –dije y Snape pareció sorprendido.
-¿Y exactamente porque me agradeces?
-No lo sé, supongo que por no ser un completo idiota –Snape hizo una mueca –y por cuidar del profesor Lupin… y por haber querido a mi mamá aun cuando ella se quedó con mi padre… sé que su relación no era la mejor –dije. Desde mi quinto año escolar había querido decirle algo así. Desde el día que acabé viendo parte de sus recuerdos.

 

 

Snape me miró a los ojos.

-Ve a hablar con Helena Ravenclaw, ella puede… ayudarte.
-¿Y dónde está? –pregunté.
-¡Peeves! –exclamó el ahora director. El poltergeist apareció casi al instante -¿Tienes idea de dónde está Helena Ravenclaw? -Peeves veía a Snape con cierto respeto.
-Está por la torre de astronomía –dijo –la última vez que la vi estaba hablando con Nick casi Decapitado.

 

Agarré a Luna por la muñeca mientras escuchábamos a McGonagall dar órdenes a los profesores para que pudieran proteger el colegio.


-¿Te das cuenta, por supuesto, de que nada de lo que seamos capaces de hacer para mantener fuera a El Que No Debe Ser Nombrado será indefinido? –chilló Flitwick.
-Pero podemos retrasarle –dijo la profesora Sprout.
-Quiero a todos los alumnos en el vestíbulo en quince minutos, tenemos que sacarlos del castillo lo antes posible –dijo Minerva –cualquier alumno que quiera quedarse a pelear será bienvenido, si algún profesor decide retirarse se le permitirá. Es hora de que todos decidamos nuestras lealtades.

 

 

-Ahora, Potter, -dijo McGonagall- usted y la señorita Lovegood harán mejor en volver con sus amigos y traerlos Al Gran Salón.

 

Nos dirigimos hacia la entrada oculta de la Sala de los Menesteres. Mientras corríamos, nos encontramos con varios estudiantes, la mayoría llevaban capas de viaje sobre los pijamas, siendo guiados hacia el Gran Vestíbulo por los profesores y prefectos.

 

 

 

Cuando entramos en la habitación me quedé helado por unos momentos. Estaban amontonados muchos más que cuando había estado allí la última vez. Kingsley alzó la vista hacia míl, estaban Oliver Wood, Katie Bell, Angelina Johnson y Alicia Spinnet, Bill y Fleur, y el Señor y la Señora Weasley. Todos ahí.

 

 

-Harry –exclamó Oliver acercándose a abrazarme.
-Voldemort está en camino, McGonagall se está encargando de proteger la escuela… ¿Qué están haciendo aquí?
-Enviamos mensajes al resto del Ejército de Dumbledore -explicó Fred -No puedes esperar que todo el mundo se pierda la diversión, Harry, y el E.D. se lo hizo saber a la Orden del Fénix, y así sucesivamente.

 

 

-¿Qué hacemos primero, Harry? –preguntó George.
-Están evacuando a los más pequeños y todo el mundo se está reuniendo en el Gran Salón para organizarse –dije –Todos tenemos que ir para allá.

 

 

Se alzó un gran rugido y una oleada de gente se abalanzó hacia las escaleras. Los miembros mezclados de la Orden del Fénix, el Ejército de Dumbledore y mi antiguo equipo de Quidditch, todos ellos sacaron las varitas y se dirigían hacia el salón principal del castillo.

 

-Vamos, Luna, -la llamó Nott al pasar, tendiéndole la mano libre. Ella la tomó y le siguió escaleras arriba.

 

 

La multitud se disolvió.

Sólo un pequeño núcleo de gente se quedó en la Sala de los Menesteres, y Harry se reunió con ellos.
La Señora Weasley discutía con Ginny.
-¡Eres menor de edad! –gritaba la Señora Weasley a su hija mientras Harry se aproximaba -¡No te lo voy a permitir! Los chicos, sí, ¡pero tú te vas a ir a casa!
-¡No quiero! –dijo Ginny -Pertenezco al Ejercito de Dumbledore…
-¡Una pandilla de adolescentes!
-¡Una pandilla de adolescentes que se han enfrentado a él cuando nadie se atrevió a hacerlo! –dijo Fred.
-¡Tiene dieciséis años! –gritó la Señora Weasley.
-¡No puedo ir a casa! –gritó Ginny –toda mi familia está aquí, no puedo quedarme esperando allí sola y sin saber y…



Alguien acababa de llegar por el pasadizo.

 

-¿He llegado tarde? ¿Ya ha empezado? Acabo de enterarme, yo… yo… -Balbuceó Percy con cara de arrepentimiento.

 

 

Todos permanecimos en silencio.

 

 

-¡Fui un tonto! –rugió Percy –un idiota, un ciego pomposo, un…
-Lameculos del Ministerio, repudiaste a la familia, idiota hambriento de poder –dijeron Fred y George como si hubieran estado esperando la oportunidad para poder decirlo.  

Percy tragó saliva.
-¡Sí, lo fui!
-Bien, no podías decir nada más honesto que eso -dijo Fred, tendiéndole la mano a Percy.

 

La Señora Weasley estalló en lágrimas. Corrió hacia él, empujando a Fred a un lado, y envolviendo a Percy en un abrazo.
-Lo siento, Papá. –dijo Percy.

El Señor Weasley parpadeó rápidamente, luego también corrió a abrazar a su hijo.

 

 

-¿Cómo te libraste de tu momentánea idiotez mental, querido hermano? –preguntó George.
-Me las arreglé para mantener contacto con Aberforth y él me dijo hace diez minutos que Hogwarts estaba a punto de entrar en batalla, así que… aquí estoy.
-Bien, ahora subamos las escaleras y luchemos, o todos los mortifagos buenos estarán cogidos –dijeron los gemelos.

 

 

 

-¿Dónde está Ron? –pregunté al notar que mis dos mejores amigos no estaban ahí -¿Dónde está Hermione?
-Dijeron algo sobre un baño -dijo Ginny -no mucho después de que te fueras.
-¿Un baño?
-¿Estás segura que dijeron baño?


Ginny asintió pero antes de que pudiera decirle cualquier cosa, un inmenso dolor invadió cada una de mis extremidades.

 

 

 

Voldemort sabía que había acabado con más de uno de sus horrocruxes. 

Notas finales:

Gracias por leer!


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