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Recuperando a mi enemigo por Luluu

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Notas del capitulo:

No hay palabras para pedir perdón por haber tardado tanto en actualizar u.u supongo que... simplemente fui una terrible persona y decidí ignorar mis obligaciones y responsabilidades con este fic.

 

Pero al fin me dije "Luluu, no puedes seguir así!, ¿Qué clase de sucia vida llevas?" Yy por fin actualicé.

 

 

 

...ya ni siquiera se si hay gente que sigue esperando estas actualizaciones :c

 

Pov Draco

 

 

El techo encantado del Gran Comedor estaba oscuro y salpicado de estrellas, y bajo él las cuatro largas mesas de las Casas estaban llenas de estudiantes desaliñados, algunos con capas de viaje, otros en bata. Aquí y allá brillaban las figuras blanco perladas de los fantasmas del colegio. Cada ojo, vivo o muerto, estaba fijo en la Profesora McGonagall, que estaba hablando desde la elevada plataforma en lo alto del Comedor. Detrás de ella se encontraban el resto de profesores, incluyendo a Firenze, y los miembros de la Orden del Fénix que habían llegado para luchar.

 

—… la evacuación será supervisada por el señor Filch y la señora Pomfrey. Prefectos, cuando les avise, asegúrense de llevar a los estudiantes a su cargo hasta la salida.

 

Muchos de los estudiantes parecían petrificados. No dejaba de mover mi cabeza, buscando a Harry desesperadamente.


-¿Y si queremos quedarnos a luchar? –preguntó una voz junto a mí. Miré a Zabini fijamente.

 

Hubo un puñado de aplausos.

 

—Si son mayores de edad, sería un honor pelear junto a ustedes—dijo la Profesora McGonagall.

 

Habían demasiados ruidos. Todos los alumnos hablaban; susurraban, gritaban o simplemente hacían ruidos, intentando calmar sus nervios.

 

 

Entonces vi a Potter. Iba caminando por el otro extremo del cuarto pero se acercaba a mí, abriéndose paso entre los alumnos.

 

—Ya hemos colocado protección alrededor del castillo —estaba diciendo la Profesora McGonagall—, pero es poco probable que aguante durante mucho tiempo si no la reforzamos. Por tanto, debo pedirles que se muevan lo más rápido posible…

 

Pero sus palabras finales fueron ahogadas por una voz diferente que resonó por todo el Comedor. Era alta, fría y clara. No estaba seguro de dónde provenía pero sabía a quién le pertenecía.

 

 

—Mírense –exclamó la voz –¡Todos preparando sus lindas varitas e intentando recordar algún puñado de hechizos que al final ni siquiera les van a ser útiles! ¿No son adorables? Pero, ¿Cuánto durarán? Un bonche de alumnos y profesores apenas calificados para enseñar… ¿¡En serio creen que se puede comparar a Lord Voldemort!? –bramó.

 

Ahora hubo silencio en el Comedor, un silencio asfixiante que amenazaba con ahogarnos a todos los presentes.

 

—Pero… entréguenme a Harry Potter –dijo la voz –y nadie más morirá, perdonare a los arrepentidos, les daremos otra oportunidad, ¡serán recompensados!... Tienen hasta medianoche.

 

Entonces cada cabeza de cada alumno, fantasma o ser mágico ahí presente se giró hacia Harry, quien se encontraba parado junto a mí.

 

-¡Ahí está! ¡Ese es Harry Potter! ¡Que alguien lo agarre! –dijo la voz de Millicent Bulstrode.

 

Antes de que Harry pudiera reaccionar, hubo un movimiento generalizado; todos los Gryffindor rodearon al de cabello azabache, todos alzando sus varitas contra Millicent. Los Ravenclaw y los Hufflepuff tomaron una posición ofensiva también. Pero delante de todos, frente a Harry, estábamos Pansy, Zabini, Nott y yo.

 

 

—Gracias, señorita Bulstrode —dijo la Profesora McGonagall con voz cortante –Usted puede ser la primera en salir. Señor Filch, sea tan amable de guiarla a la salida. Las demás casas síganlos por favor.

 

Hubo mucho movimiento pero mis amigos no se movían de donde estaban. Harry había agarrado mi mano y se negaba a soltarla.

 

-Blaise –dije poniendo mi otra mano en el hombro de mi amigo –Vayan con los demás alumnos.
-¿Qué? ¿Estás bromeando? –exclamó Pansy.
-Estando aquí están en peligro y… -comencé a decir –me sentiría más seguro sabiendo que están lejos del peligro. ¿Qué diría tu mamá si algo te pasara, Zabini?
-Draco, no uses a mi mamá como chantaje, sabes que ni siquiera me llevo bien con ella.
-No tienen que hacer esto, chicos –dijo débilmente Harry.
-Harry, puede que seamos Slytherin, somos ambiciosos y puede que hasta crueles, pero no somos monstruos. Esta es nuestra escuela, este es nuestro hogar y hay gente a la que queremos defender –dijo Pansy con voz dulce.
-Voy a buscar a Luna –dijo Nott, alejándose de nosotros.
-Blaise, cariño, deberías ir con Neville-dijo Pansy y el chico obedeció al instante.
-¿Tú por quien vas a pelear? –pregunté a mi amiga.
-Por Harry, ¿qué no es obvio?
-Pero… él es mío –dije a la defensiva.
-Eso ya lo sé, y por eso mismo lo haré. No soportaría tener que aguantarte lloriqueando todo el día si algo le llegara a pasar.

 

 

Con lentitud las cuatro mesas se vaciaron. Bastantes Ravenclaw de los últimos cursos permanecieron sentados mientras sus compañeros salían; incluso más Hufflepuff se quedaron, y la mitad de los Gryffindors permanecieron en sus asientos, de modo que fue necesario que la Profesora McGonagall bajase de la plataforma de los profesores para obligar a los menores de edad a ponerse de camino.

 

 

-Absolutamente no, Creevey –dijo la profesora McGonagall, pero el pequeño niño se escabulló dentro del castillo, con su hermanito pisándole los talones.

 

Todos empezaron a organizar estrategias defensivas.
Harry llamó mi atención.
-¿Qué pasó? –pregunté.
-Draco… tengo que irme.
-¿Qué? Ni lo creas.
-Pero, necesito encontrar el siguiente horrocrux.
-Harry, no me arriesgaría a perderte.
-No vas a perderme –dijo abrazándome.
-Harry…
-Por favor, Draco, ayuda a los demás a organizarse mientras yo acabo con lo que tengo que hacer. Prometo reunirme contigo antes de la media noche.
-¿Lo prometes?
-Sí –dijo dándome un rápido beso.

 

Solté la mano de Harry y este se alejó rápidamente. No lo dejé de ver hasta que salió del cuarto y lo perdí de vista.
Fred y George se acercaron a mí, con unas sonrisas tontas.
-Bueno, Draco, esa es una manera de hacerme perder 20 galeones –dijo Fred.
-¿Qué? –pregunté desorientado.
-Hace algunos años, desde cuarto para ser exactos, apostamos con quien acabaría Harry.
-Yo aposté que acabaría con mi hermana –agregó Fred.
-Pero yo siempre aposté por ti –me dijo George.
-Cuando apareció Cho pensamos que ambos habíamos perdido, pero parece ser que George tenía razón.
-Esa no es una novedad, hermanito.
-Cállate –y ambos comenzaron a reír.

 

 

Entonces dos brujas, una joven y una bastante anciana, se acercaron a nosotros. Tonks y la abula de Neville.
-¿Entonces a qué hora empezamos a patear traseros de mortífagos? –preguntó Augusta Longbottom.

 

 

 

 

 

 

Pov Neville

 

 

Me sentía muy nervioso. No importaba cuanto pasara, ni cuantos actos “heroicos” hiciera, muy en el fondo siempre sería el pequeño y rechoncho Neville Longbottom, un peligro hasta para mí mismo.

 

 

Estaba caminando a la cocina. Necesitaba pedirles a los elfos que se marcharan del castillo. No soportaría que más sangre inocente adornara los pisos del castillo.
Cuando me encontraba dando la vuelta, una mano me tomó de la muñeca. Me giré y me encontré con Zabini.

 

-Blaise –dije débilmente –pensé que te habrías ido.
-¿Bromeas? –dijo –voy a pelear a tu lado.
-Pero…
-Neville, ¿aún no entiendes cuanto te amo?



Amar. Esa era una palabra muy fuerte. Una palabra que en definitiva no recibía muy seguido.

 

-Zabini…
-No, no, no, nada de “Zabini”. Sabes que eres la persona más importante para mí y… espera, ¿por qué estás llorando?
-No lo sé… -dije. Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba llorando.

 

 

Zabini me abrazó y me sostuvo entre sus brazos un rato en lo que me calmaba. Acariciaba mi espalda lentamente y con movimientos cariñosos.

 

 

 

 

 

Pov Nott

 

¿Dónde estaba Luna? La muchacha tenía la valentía que a muchos Gryffindor les faltaba, siempre que se tratara de sus seres queridos. Y tenía un terrible presentimiento de que está no sería la excepción.



Entonces en el piso vi un polvo que conocía muy bien. Era polvo Ignis-Gratus… o algo así, me lo había contado sin fin de veces Luna, servían para atraer a los Heliopath, espíritus del fuego; enormes y flameantes criaturas  que galopan por la tierra y queman todo en su trayectoria.


Ese era mi camino para llegar a Luna. Sin pensarlo más salí corriendo en busca de la chica.

 

 

 

 

 

 

 


Pov Draco

 

La pared empezó a tambalearse, y entonces el tercio superior cayó en el pasillo de al lado.
Había seguido a Crabbe y a Goyle hasta la Sala de los Menesteres. Tenía un mal presentimiento.

 

Los seguí y llegué hasta Harry, Ron y Hermione.

 

-¡No, Potter! ¡Crucio!

 

Harry se había lanzado hacia la diadema. La maldición de Crabbe no le alcanzó, pero golpeó al busto de piedra, que voló por los aires. La diadema se elevó y luego cayó fuera de la vista sobre la masa de objetos en los que el busto había estado apoyado.

 

-¡ALTO! —grité a Crabbe, mi voz resonó por la habitación.

 

Un chorro de luz escarlata pasó a centímetros de Harry. Hermione había doblado la esquina y lanzado un encantamiento aturdidor a la cabeza de Crabbe. El chico cayó pesado en el suelo.

 

-¡Sangre sucia! ¡Avada Kedavra! –gritó Goyle pero falló.

 

Ron comenzó a atacar al grandulón y ambos salieron corriendo, persiguiéndose, hacia uno de los pasillos cercanos.

 

-Está por aquí, en algún lugar! —le gritó Harry a Hermione, apuntando a la pila de trastos en los que la vieja diadema había caído—. Búscala mientras yo voy a ayudar a Ron…
-¡Harry! –grité.

 

Un sonido crepitante y humeante a su espalda le advirtió. Se giró y vio a Ron y Goyle corriendo por el pasillo hacia nosotros, tan rápido como podían.

 

-¿Te gusta caliente, escoria? —rugía Goyle mientras corría.

 

Pero no parecía tener control sobre lo que había hecho. Llamas de un tamaño anormal los estaban persiguiendo, lamiendo los laterales de las murallas de trastos, que se estaban desmenuzando convertidos en hollín ante su contacto.

 

-¡Aguamenti! —grité, pero no servía de nada.

-¡Corran! –gritó Ron.

 

Goyle agarró al aturdido Crabbe y lo arrastró. Ahora el fuego estaba mutando, formando una manada gigante de bestias ardientes: serpientes llameantes, quimeras y dragones se elevaban y caían, y se elevaban de nuevo, y los detritus de siglos de los que se estaban alimentando, fueron lanzados al aire y hacia sus bocas con colmillos, sacudidos en lo alto de pies con garras, antes de ser consumidos por el infierno.

 

-Miren –escuché a Harry gritar. Los había perdido de vista. El fuego cada vez me rodeaba más y no había forma de que saliera del cuarto. Empecé a subir por una pila de objetos apilados. Hacía mucho calor y las llamas empezaban a devorar todo lo que estaba en el cuarto. No había oxigeno que respirar, me estaba asfixiando.

 

 

 

 

 

Pov Harry

 

Entonces lo vi: Malfoy, cubierto de sudor, resbalándose de las cosas amontonadas.
-Harry, es muy arriesgado –dijo Ron –así que deja de dudar y ve por él, ¡Rápido!

 

Me acerqué al rubio y extendí mi mano hacia él. Al instante la tomó y subió a la escoba, agarrándome fuertemente por la espalda.

 

 

Vi la diadema a lo lejos, parecía caer a cámara lenta, girando y brillando mientras bajaba hacia las fauces de una serpiente con la boca abierta, y entonces me lancé en picada y la cogí.



-Impresionante –dijo débilmente Draco –siempre me pareciste impresionante sobre una escoba.

 

Ron y Hermione ya habían salido del cuarto y las llamas comenzaban a tapar el espacio de la puerta. De manera inexplicable, y volando a una velocidad que nunca había alcanzado, logré sacarnos a ambos.

 

 

Malfoy cayó de la escoba bocabajo, jadeando, tosiendo y con arcadas.
-Draco –dije mientras me arrodillaba junto a él. El miedo que sentí… verlo frente a mí, y ver como lentamente lo perdía… me abalancé a él y lo abracé fuertemente.

 

 

 

Se hizo el silencio, sólo roto por los gemidos y toses. Entonces un gran número de enormes explosiones sacudió el castillo, y una gran cabalgata de figuras transparentes pasó galopando en sus caballos, con las cabezas gritando con sed de sangre bajo sus brazos.

 

 

Tomé la diadema. Todavía estaba caliente, ennegrecida de hollín, pero cuando la examinó más cerca fue capaz de ver las pequeñas letras que tenía grabadas: UNA INTELIGENCIA SIN LÍMITES ES EL MAYOR TESORO DE LOS HOMBRES.

 

Una sustancia como sangre, oscura y alquitranada, parecía estar manado de la diadema. De repente, la sentí vibrar con violencia, después romperse entre mis manos, y al hacerlo, me pareció oír un débil y distante grito de dolor, resonando no sólo en los terrenos del castillo, si no en el objeto que acababa de fragmentarse entre sus dedos.

 

 

-¡Debe de haber sido Fiendfyre! —dijo Hermione con un quejido, con los ojos en la pieza rota.
-¿Cómo dices? –preguntó Ron.
-Fiendfyre, fuego maldito, es una de las sustancias sumamente peligrosa e incontrolable –contestó débilmente el rubio.
-¡Demonios, Draco! Estás ahogándote, ¡Acaba de morir en silencio! –dijo Ron con tono de burla -¡Harry! Son iguales, sus prioridades van más allá de su salud.

 

Pero se interrumpió cuando gritos y alaridos y los inconfundibles sonidos de duelos llenaron el pasillo. Los mortífagos habían entrado en Hogwarts. Fred y Percy acababan de aparecer a la vista, ambos peleando contra hombres enmascarados y con capuchas.

 

Corrimos para ayudarlos. Chorros de luz volaron en todas direcciones y el hombre que peleaba con Percy retrocedió con rapidez, entonces la capucha se deslizó y vieron una alta frente y cabello veteado…

 

-¡Hola, Ministro! —bramó Percy, lanzando una limpia maldición directamente hacia Thicknesse, que dejó caer la varita y se empezó a arañarse las ropas por delante, aparentemente con tremendo malestar—. ¿Le he mencionado que renuncio?
-¡Percy! —gritó Fred cuando el mortífago con el que estaba luchando se derrumbó bajo el efecto de tres Hechizos Aturdidores distintos. Thicknesse había caído al suelo con pequeños pinchos saliéndole por todas partes, parecía estarse convirtiendo en una especie de erizo de mar. Fred miró a Percy con regocijo -¿Eso acaba de ser una broma? Nunca en mis años de vivir contigo te había escuchado…

 

 

El aire explotó. Y entonces el mundo se volvió todo dolor y penumbra. Estaba medio enterrado en las ruinas de un pasillo que había sido objeto de un terrible ataque. El aire frío me dijo que esa parte del castillo había volado, y algo caliente y pegajoso en mi mejilla me indicó que estaba sangrando abundantemente. Entonces escuché un grito terrible que me retorció las entrañas, que expresaba agonía de un tipo que ninguna llama o maldición podía causar, y me levanté, tambaleándome, más asustado de lo que había estado en todo el día, más asustado, quizás, de lo que había estado en toda su vida…

Notas finales:

Gracias por leer!


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