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Recuperando a mi enemigo por Luluu

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Notas del capitulo:

Hola 7u7 

 

Quedan dos capítulos más, muchas gracias a los que siguieron esta historia hasta el final. 

 

Espero les guste el capítulo y... nos leémos pronto! 

Pov Harry

 

 

Lentamente el grito de dolor de Voldemort fue subiendo de intensidad hasta que pareció opacar todo lo demás. Todos se detuvieron a ver como el mago tenebroso aferraba su túnica y sufría.

El espectáculo solo duró unos segundos, cuando Voldemort se recuperó todo quedó en silencio. Un silencio que nadie se atrevía a romper.

 

 

Voldemort alzó su varita y apuntó a Neville, temblando de ira; fue ahí cuando decidí entrar en acción.

 

Giré dos veces, para alejarme de los mortífagos, y me puse en pie.

-¿Qué? –preguntó Voldemort.

 

-¡Potter! –escuché que gritaban. Giré y vi que Draco me aventaba su varita. La atrapé en el aire y apunté al mago tenebroso.

 

-Esto termina ahora –dije.

 

 

Tanto mortífagos como magos empezaron a lanzar hechizos y maleficios.

Rápidamente perdí al mago de vista.

Criaturas mágicas, magos e inclusive partes del castillo caían a cada segundo que pasaba.

Thestrals y Buckbeak, elfos domésticos, arañas, centauros, gigantes, todos estaban ahí, incluso Peeves.

 

El caos reinaba.

 

-¡Harry, agáchate! –era la voz de Hermione así que obedecí al instante. Un mortífago se desplomó junto a mí.

Neville, Pansy, Blaise, Hermione, Ron, Draco y yo nos pusimos de espaldas. Cuidándonos mutuamente.

-¿Qué sigue ahora, Harry? –preguntó Blaise.
-Tengo que llegar a Voldemort. Ya no tiene más horrocruxes. Es ahora o nunca –dije.

-Entendido –intervino Pansy –avanzamos juntos, nosotros nos encargamos de que llegues en una pieza a Voldemort y luego tú te encargas de finalizar esto. Hay que mantenernos atentos, inmovilizando o efectuando hechizos protectores.

-Ese es un buen plan –dijo Hermione.

 

-¡Draco! –llegó Ginny corriendo.
-¿Qué pasó? –preguntó el rubio.
-Me pidió Fred que te diera su varita; está muy débil para usarla –dijo la pelirroja –Dice que si fallas en proteger a sus hermanos se encargará de que no vuelvas a respirar bien –añadió con una sonrisa angelical y se unió a nuestro grupo.

 

-¿Asustado, Potter? –preguntó Draco cuando estábamos a punto de avanzar.
-Ni un poco –dije y sonreí.

 

 

 

 

Pasamos junto a Lupin y Severus que habían derribado a Fenrir Greyback.
-¿Qué haremos con él? –preguntó Snape.
-Nada.
-¡Pero después de todo lo que hizo, Remus, no puedes pedirme que…
-Severus, somos mejores que él. No vamos a caer tan bajo como él, justo ahora necesitamos proteger a los demás alumnos –tomó la mano del profesor y lentamente, debido a las heridas de Snape, siguieron avanzando.

-Locomotor mortis –escuché decir a Snape. Las piernas de Fenrir se pegaron al instante.

 

-No sé quién sería lo suficientemente idiota para atacar a Lupin en estos momentos –dijo Pansy –Snape siempre ha sido escalofriante y ahora que anda de novio sobreprotector…

 

No pude reprimir una sonrisa. Era verdad. Ambos profesores se merecían ser felices, que bueno que se tenían el uno al otro.

 

 

 

 

 

 

Llegamos al gran salón y vi a Voldemort, avanzando por los pasillos y dando órdenes a sus seguidores.

Logré convocar hechizos protectores antes de que Seamus y Hanna salieran heridos.

Charlie Weasley peleaba contra dos mortífagos a la vez; se movía de manera ágil y elegante.
-¡Charlie, ya llegaron los dragones! –dijo un mago al que nunca había visto, conocido del Weasley seguramente, y juntos derribaron a los dos magos oscuros.
-Hagrid, no querrás perderte esto, Norberto está aquí –dijo Charlie. Hagrid y los dos muchachos salieron corriendo.

 

 

 

Parecía que todo amigo y familiar de la comunidad de Hogwarts estaba presente. Peleando junto a gente de Hogsmeade.

 

Bane, Ronan, Magorian y Firenze, los centauros, peleaban junto al profesor Slughorn y la abuela de Neville.

 

 

Kreacher, que lideraba un grupo de elfos domésticos, pasó junto a nosotros. Su voz de rana mugidora predominaba sobre todo - ¡Peleen! ¡Pelea por mi nuevo maestro y sus amigos, defensores de los elfos domésticos! ¡Peleen contra el señor tenebroso en nombre del valiente Regulus y su hermano Sirius Black!

Iban golpeando y acuchillando los tobillos de los mortífagos, sus pequeñas caras brillaban con malicia; por todos lados iban cayendo mortífagos.

 

 

 

 

Voldemort estaba en el centro de la batalla, atacando todo lo que tuviera a su paso.

 

 

George y Lee Jordan tiraban a Yaxley al piso, donde ya estaban los hermanos Carrow.

 

 

Aberfoth ayudaba a un grupo de alumnos de tercer grado; Colin y Dennis Creevey junto a él.

 

 

 

Arthur Weasley peleaba con lágrimas en la cara.

 

 

 

Xenophilius Lovegood estaba junto a Luna y Nott, evitando que los mortifagos escaparan por el espejo que conectaba a la tienda de Borgin y Burkes.

 

 

 

 

 

 

 

Una maldición asesina pasó muy cerca de Ginny, esquivando la muerte por muy poco, y se escuchó la estridente risa de Bellatrix Lestrange.

-¿A dónde crees que vas, Potter?

 

 

-¡A MIS HIJOS NO, MALDITA! –gritó la señora Weasley, mientras se acercaba corriendo –FUERA DE MI CAMINO.

 

 

Y con un simple movimiento de su varita comenzó la lucha. La varita de Molly Weasley se doblaba, mientras Bellatrix sonreía. Haces de luz volaron de ambas varitas, el piso alrededor de ellas se quebró, ambas mujeres peleaban a morir.

 

 

 

-¡Cuidado! –gritó Narcisa Malfoy, parándose junto a la mamá de los pelirrojos. Apuntó su varita a su hermana.


-Atrás, ella es mía –dijo Molly.

 

 

-¿Cissy? –preguntó Bellatrix -¿qué estás haciendo?
-Perdóname, Bella, pero tú eres leal a Voldemort. Yo soy leal a mi familia –dijo Narcisa mirando rápidamente a Draco.

 

 

-¿Qué pasará con sus hijos cuando las mate? –preguntó Bellatrix –perdóname tú, Cissy, pero ahora solo eres una repugnante traidora. Tal vez los entregue a Voldemort… tal vez decida deshacerme de ellos, como con el pequeño Percy, ¿no, Molly?, tan leal al ministerio ¡Ya era hora de que se fuera! Estámos mejor sin él, ¿cierto?

-¡Jamás tocarás a ninguno de nuestros hijos! –gritó la señora Weasley ignorando las lágrimas que derramaba.

La maldición de Molly, paso por encima del brazo de Bellatrix y dio exacto en el pecho, justo sobre su corazón.

La sonrisa malévola de la bruja se congeló y azotó en el suelo.

Se escuchó otro grito de Voldemort.

 

 

Narcisa tomó a Molly del hombro.
-Yo me encargo de ella, sigan adelante –dijo la mamá del rubio.
-Mamá… -dijo Draco.
-No te detengas, Potter, esto ya está por terminar –dijo la señora Malfoy sonriéndome débilmente.

 

 

Voldemort que había estado peleando contra Kingsley y otros aurores atacó a Molly Weasley.
-¡Protego! –grité evitando que el hechizo golpeara a la mujer. El encantamiento de protección se expandió en medio del salón –deja de correr, Tom, ya es hora de que acabemos con esto.

 

Voldemort se acercó a mí y lentamente comenzamos a caminar en círculos alrededor del otro.

-No quiero que nadie me ayude –pedí –así debe ser. Debo ser yo.
-Potter no habla en serio –dijo Voldemort –así no peleas tú, ¿a quién vas a usar de escudo hoy?
- A nadie. No hay mas Horrocruxes, solo somos solo tú y yo, ninguno puede sobrevivir mientras el otro esté vivo.

 

Voldemort parecía un animal herido: con los ojos fijos, como una serpiente a punto de atacar, temblando y contrayendo parte de su cuerpo, anisoso y a la vez nervioso, sus ojos moviéndose hacia todas las direcciones; de alguna manera era un animal herido –piensas que ganarás, ¿verdad? Qué harás ahora sin Dumbledore. Siempre has estado solo, desde que sobreviviste por accidente.

-Le llamas accidente a que mi madre murió para protegerme.
-¡Murió! Eso no es protegerte.
-¿O como cuando peleé contra ti en el cementerio?
-¡Accidentes! – gritó Voldemort –el chico Cedric no debió haber muerto. Tú eras mi objetivo.
-¿También fue un accidente que tu querida Bellatrix haya muerto? Sin que hicieras nada al respecto…

-¡No morirá ninguno más! –rugió.

- ¡Pero no moriste!

-¿No te has dado cuenta que ninguno de tus hechizos ha funcionado? No los puedes torturar, no los puedes tocar, No aprendes de tus errores ¿Verdad Riddle?
-¿De qué hablas?
-Todos aquí estamos dispuestos a morir protegiéndonos. Aunque sigamos vivos, la disposición de morir por nuestros seres queridos es mucho más fuerte que tus intentos de conquistar el mundo mágico. Nunca pudiste entender el amor y eso es lo más triste.

-¡El amor no evitó que Dumbledore muriera! Ni que tu asquerosa madre sangre-sucia, ni tu padrino el traidor, ¡Todos ellos están pudriéndose bajo tierra! ¿Qué puede hacer el amor contra eso? Nadie aquí te ama lo suficiente para cambiar de lugar contigo.

-Tom, ira a tu alrededor, ve cuantas varitas están alzadas en tu contra. Pero ésta no es su pelea y no dejaré que más salgan heridos.

-¿Crees que sabes más magia que yo? ¿Qué eres más fuerte? –preguntó, sonaba desesperado.
-Honestamente no lo sé, pero pienso averiguarlo –dije. Por una fracción de segundo la cara pálida del mago mostró miedo.

-Estás a punto de morir, Potter.
-Antes de que trates de matarme, te advierto que pienses en lo que has hecho; Piensa, Riddle, y arrepiéntete.

La mano que sostenía la varita más antigua comenzó a temblar, y yo sostuve la varita de Draco más fuerte.

-Esa varita no te pertenece, por eso no te obedece completamente.
-¡Yo robé la varita de la tumba de Albus Dumbledore! ¡La varita es mía!
-La varita elige al mago –dije –esa varita no te reconoce como su dueño.
-¿Y qué  importa, Potter?- dijo suavemente -Incluso si estás en lo correcto, Potter, no hace ninguna diferencia entre tú poder y el mío. Y cuando te mate iré tras de tu querido Draco.
-El verdadero dueño de la varita de sauco es Severus Snape, y en su momento yo lo desarmé a él, así que eso me hace el dueño de ‘tu’ varita, ¿me equivoco?

 

Voldemort no dijo nada pero adoptó una pose de ataque, alistándose para lanzar una maldición.

 

-¡Avada Kadavra!
-¡Expelliarmus!

 

La explosión fue como un cañonazo; las flamas doradas que emanaron entre nosotros marcaron el punto donde los hechizos colapsaron.

Vi el hechizo verde de Voldemort chocar contra mi propio hechizo, vio la varita del otro salió volando hacia mí y con la habilidad del buscador más joven de Hogwarts, caché la varita en mi mano libre, mientras Voldemort caía de espaldas, con los brazos extendidos, las pupilas de los ojos rojos volteando hacia arriba.

 

Tom Riddle pegó en el suelo, su cuerpo débil y encogido, las manos blancas y vacías, la cara de serpiente vaga e irreconocible. Voldemort estaba muerto, asesinado por su propia maldición.

 

Tenía dos varitas en mis manos y estaba a punto de caer. Me sentía exhausto.

 

Gritos de emoción llenaron el lugar.

Los mortífagos empezaron a desaparecer, mientras aurores empezaban a inmovilizarlos.

 

-Lo lograste –dijo Draco abrazándome por la espalda, sin preocuparse de quien pudiera vernos –eres un maldito león, un héroe y el chico que volvió a sobrevivir.

Dejó un beso en mi cuello.

-Pero más importante, eres solo mío –dijo posesivo.

Lágrimas empezaron a correr por mis mejillas y me giré a abrazar al rubio.

-¿Harry? ¿Qué sucede? –preguntó –e-está bien, puedo compartirte un poco con Ron y Hermione…

 

Pero no lo dejé terminar. Lo besé y me permití disfrutar el momento. Lo besé, lo besé y lo volví a besar. Me sentía muy débil en ese momento, pero lo único que necesitaba era a Draco junto a mí.

 

-¿Ahora que piensas hacer, chico maravilla? –preguntó Draco al momento de separarnos.
-Ahorita solo quiero comer un emparedado y dormir hasta el siguiente año –dije riendo.
-Suena como un buen plan. Estaría encantado de poder acompañarte en tu hibernación, si te parece bien.
-Me parece muy bien –dije volviendo a besar sus suaves labios.

 

 

 

 

Me deshice de la varita y no supe dónde quedó la piedra. La capa aún la protejo como el primer año, cuando la encontré entre mis regalos de navidad.

 

La guerra había tomado las vidas de muchos de nuestros seres queridos: Colin y Dennis, Tonks, Percy, Lavender Brown, algunos chicos de Ravenclaw, bastantes más de Hufflepuff y Gryffindor, Sirius, Albus e inclusive Cedric habían muerto por esta estúpida guerra. Crabbe, Goyle, Bellatrix y también el papá de Draco habían dejado el mundo de los vivos…

Se sentía raro. Eran personas que siempre habían estado entre nosotros y ahora… ya no más. Ya no eran ellos, ahora, desde una perspectiva más fría, sus cuerpos eran solo carne que asemejaba a nuestros conocidos; mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos.

 

 

 

 

Me encontraba recostado en Draco. Estábamos cerca del lago, acostados en el césped. Tomé la mano del rubio y me la llevé a los labios, besando cada uno de sus nudillos. Era mi momento de vivir plenamente, sin preocupaciones mayores a ‘cómo hacer para que el rubio nunca se alejara de mí’.

No basta con pensar en la muerte, sino que se debe tenerla siempre delante. Entonces la vida se hace más solemne, más importante, más fecunda y alegre.

Notas finales:

Gracias por leer!


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