Pov Harry
-Hemos llegado al momento de la ceremonia, en el que Harry y Draco intercambiaran sus votos matrimoniales.
Draco me miró a los ojos con una pequeña sonrisa nerviosa. Sabíamos lo que pasaría ahora.
-Hoy al despertar, Draco me dijo que prefería escribir lo que diría, para que no arruinara este momento con mi pésima redacción… Aún no he leído nada de esto –dije sacando una hoja de papel–así que, me gustaría empezar pidiendo perdón por lo que sea que acabe diciendo…
Empecé a leer lo que había escrito Draco, con voz fuerte y clara.
Mi más querido y más amado Draco, eso empezó bien, no puedo creer que estemos aquí. Tú, usando ese traje que te hace ver tan bien, y yo, viéndome relativamente aceptable. Por Merlín, eres tan atractivo.
Prometo admitir, cada día, que estás en lo cierto. Aunque no estés en lo cierto.
Prometo ir a comprar lo que necesitemos de la tienda; el supermercado está a unas cuadras, no hay necesidad de esclavizarte.
Prometo ver contigo cada uno de los capítulos de Sherlock sin quejarme. Fingiendo que disfruto de la serie, aunque preferiría salir a jugar Quidditch.
Prometo que si mi cicatriz empieza a arder a mitad de la noche, esperaré, sin hacer ruido, hasta la mañana para avisarte. Así mismo, tampoco hablaré parsel a tus espaldas.
Y por último, siendo lo más importante, no volveré a arriesgar mi vida jugando al héroe, a menos que mis amigos y gente de confianza esté conmigo para apoyarme.
-Bueno, -dije con los ojos llorosos –yo también escribí algo para él, es tú turno –dije al rubio.
Draco apuntó con su varita a su garganta y dijo Sonorus.
Harry. Quién diría que después de tantos años de haberme encargado de hacerte la vida imposible, nos encontraríamos aquí. Sin duda soy muy suertudo.
Prometo pasar menos tiempo en la regadera, mi narcisismo no lo aguantaría.
También prometo no forzarte a ver Sherlock conmigo –soltó una risa estruendosa –puede ser una buena serie, pero si John y Sherlock no se besan por mantener relaciones heterosexuales forzadas, puedes disfrutar de ver algo mejor. Merlín, por ejemplo.
Prometo seguir teniendo momentos sexis contigo aunque seas viejo y calvo. Porque eres y siempre serás la persona más importante para mí.
Y por último, siendo lo más importante, prometo nunca volver a tener el corte de cabello que tuve durante nuestro segundo y tercer año en Hogwarts.
Ahora, permíteme estrechar tu mano, como no quise hacer durante nuestro primer año, y dime cuánto me amas.
Extendió su mano hacia mí y la tomé. Sus manos estaban frías por los nervios, y nuestros anillos chocaron, haciendo un ligero ruidito.
Estaban hechos de oro blanco, con forma de dos serpientes enroscadas, con un pequeño diamante rojo en el centro.
-Harry, ahora me gustaría dar mis votos. Así que, Potter, desde el momento en que te vi delgado, esperando a probarte una túnica, con la mirada perdida y el cabello revuelto, supe que te necesitaba en mi vida. Tal vez no fui el mejor para demostrarlo pero, ahora, parado aquí junto a ti, me gustaría prometer frente a todas estas personas, elegirte a ti. Te elegiré cuando las cosas se pongan difíciles, te elegiré no importa donde estemos ni que estemos haciendo. Estaré ahí para ti y te protegeré con mi vida, si es necesario, porque no necesitas una cicatriz para ser mi Elegido. Así que a partir de este momento y por el resto de mi vida, Harry James Potter, yo te elijo a ti.
-Quiero empezar agradeciendo..do..dote –mi voz se cortaba de manera desastrosa a causa de las lágrimas –por haberme aceptado aún en mis peores momentos, y haberme mostrado lo que es el amor verdadero. Antes de… que toda esta locura empezara, hace cuatro años cuando aún pensaba que seguiríamos siendo enemigos hasta el final, no sabía lo que quería, no sabía ni quien era. Gracias por haberme mostrado el camino y haberme apoyado. Sin ti ni siquiera hubiera podido aprobar pociones. Lo sé, soy un desastre, así que gracias por elegirme aunque apenas y pueda mantener mi estabilidad, Prometo permanecer a tu lado por siempre y devolver todo tu amor de la mejor… ma..manera… posi… -las lágrimas ya no me dejaban hablar. Mi cuerpo entero temblaba. Draco dio un paso al frente y me envolvió en un abrazo sofocante. Pasó su mano por mi espalda de manera reconfortante.
-Bueno –dijo el hombre parado frente a nosotros –Harry Potter, ahora te declaro esposo de Draco Malfoy. Draco Malfoy, ahora te declaro marido de Harry Potter. Puede besar al novio.
Draco pasó su mano por mi mejilla y con suavidad alzó mi rostro. Unió nuestros labios con cariño. Una corriente de sentimientos me invadió, no podía creer que esto estuviera pasando. Era el día más feliz de mi vida.
Pasé mis brazos por el cuello del rubio y correspondí al beso. Ignorando el sabor salado de mis lágrimas.
…
Todos nuestros seres queridos estaban ahí. Todos los que habían jugado un papel en nuestras historias nos acompañaban en ese día. Los Weasley, alumnos de las cuatro casas, la Orden del Fénix, personas que vivían en Hogsmeade, alumnos de Durmstrang y de Beauxbatons, Snape, quien acompañaba a Lupin, e inclusive la mamá de Draco.
~15 años después~
-¡Teddy, te lo voy a decir una última vez, no me importa que tanto te consienta Harry, si no bajas con tu maleta lista te juro que no vas a llevar a Ao contigo! –Ao era el gato negro mascota de Ted, y el chico lo amaba –le prometí a Snape y Lupin que te dejaría a tiempo.
-No encuentro mi broche que me regaló Victoire –chilló el muchacho –no puedo ir a ningún lado sin él.
-No exageres, prometo hacer que te llegue el broche si lo encontramos, ahora es hora de llevarte a King’s Cross.
Cuando llegaron pudieron ver a Ron y Hermione con sus dos pequeños hijos, Rose y Hugo Granger-Weasley. Ted corrió a saludar a Rose, mientras el pequeño Hugo lloraba por no poder ir a Hogwarts.
-¡Harry! –gritó una voz conocida. Giré y saludé a Duldey.
Mi primo se había casado con Ginny. Al principio me había parecido un poco extraño, tomando en cuenta todo lo que había pasado, pero llevaban trece años juntos y seguían siendo igual de cariñosos que al principio. Junto con ellos caminaban sus tres hijos, que habían resultado ser magos. Lily Petunia, James Vernon y Albus Severus.
Cuando James, el hijo mayor, había demostrado ser mago Dudley me había hablado llorando. Pidiéndome disculpas por millonésima vez por haberme tratado tan mal en mi infancia. Había dado a sus hijos el nombre de sus padres y los míos, y el de dos directores de Hogwarts, los más grandes directores que ha tenido la escuela. Lily Petunia era la pequeña princesa de mi primo, y no había padre más orgulloso que él.
James había resultado ser un Hufflepuff, nadie podía explicarse como al juntar a Ginny con mi primo podía salir un Hufflepuff pero nadie lo cuestionaba. Este sería el primer año de Albus y de Rose.
-¿No han llegado Lorcan y Lysander? –preguntó James.
-Aún no –respondí. Lorcan y Lysander eran los hijos gemelos de Luna y Nott, mejores amigos de James.
Zabini y Neville se acercaron a nosotros, agarrados de la mano.
-Hola, profesor Longbottom, hola, profesor Zabini –saludaron todos los niños. Neville enseñaba herbología en Hogwarts y Zabini, al no querer pasar tanto tiempo lejos de su esposo, ahora daba clases de Transformaciones, ya que Minerva ahora era directora. Snape seguía dando pociones y Lupin defensa contra las artes oscuras.
-¡Hola, familia! –saludó Pansy corriendo a nosotros. Pansy no se había casado, pero seguía siendo la misma idiota de siempre –mírense nada más, nunca pensé que mis parejas favoritas llegarían tan lejos –dijo con lágrimas en los ojos.
-Ya va a empezar -dijo Zabini.
-No se cansa -dijo Draco.
-Es imparable -concordó Ron.
-¡Hola, Pansy! –saludó Hugo, quien más se había encariñado con la chica.
-Hola, pequeño Hugo, mira que grande estás… ya casi cumples la edad necesaria para que te empareje con alguno de tus amigos –dijo cargando al niño, quien se rio inocentemente sin entender a qué se refería Pansy.
-Y recuerden, chicos –dijo Hermione a todos los pequeños –no importa en qué casa queden; no todos los SLytherin son malos, estar en Gryffindor no te hace mejor que los demás, ser un Hufflepuff es algo increíble y solo por ser Ravenclaw no significa que seas un matadito. Lo importante es que se sientan orgullosos de la casa a la que pertenezcan.
-Y no olviden que el sombrero toma sugerencias –dije con un guiño –aunque ese pedazo de tela mágica sabe lo que hace, confíen en él.
Nos despedimos de los chicos y vimos cómo se alejaban en el tren. Lily y Hugo se encontraban jugando entre ellos y nosotros platicábamos acerca de los momentos que pasamos en Hogwarts.
Este era el momento donde se cerraba nuestra historia y comenzaba la de ellos.