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Recuperando a mi enemigo por Luluu

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Notas del capitulo:

Perdón por haber tardado tanto. Ahora que es semana santa voy a intentar subir más seguido. 

Todo lo referente al mundo de Harry Potter pertenece a J.K Rowling y no a mí... Aún *suelta una risa psicópata* 

Pov Harry

El translador nos había dejado fuera de la Madriguera.
¿Qué acababa de pasar? ¿Cómo se habían enterado los mortífagos de nuestros planes? ¿Había logrado escapar una vez más de Voldemort? ¿Estaban a salvo? ¿Dónde estaba Hagrid?
-¡Hagrid! –grité. Silencio.
Me levanté y miré alrededor.
-Hagrid –dije en voz más baja pero para mi sorpresa esta vez sí había obtenido respuesta.
-Estoy aquí –era la voz del gigante.
Solté el aire que estaba manteniendo.
La puerta que daba entrada a la casa de mi mejor amigo se abrió y por las escaleras bajaron la señora Weasley y Ginny.
-¡Harry, cariño! –gritó la mamá de la pelirroja envolviéndome en un cálido abrazo -¿Qué ha pasado? ¿Dónde están los demás?
Sentí como el calor abandonaba mi cuerpo -¿No han llegado los demás? –el amable rostro de la mujer se oscureció.
¿Qué había sucedido? ¿Dónde estarían los demás? ¿Estarían en peligro?
Viendo a la señora Weasley podía saber que me estaba diciendo algo pero no lograba escuchar nada. Sólo escuchaba un silbido en ambos oídos, el mundo empezó a moverse de forma vertiginosa y todo se volvió oscuro.

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Abrí los ojos. Me encontraba en una cama, con una fina almohada y una colcha ligeramente empolvada. Y había un olor… Un olor que podría calmarme no importando que tan nervioso estuviera. Estaba en casa de Ron. …¿Qué había pasado?
Empecemos desde el principio.
Soy Harry Potter.
Soy “El Elegido”... ¡Ja! Buen título para alguien quien ni siquiera puede recordar que estaba haciendo antes de perder la conciencia.
Estoy en mi séptimo año de escuela; soy un Gryffindor.
Vivo con mis tíos… vivía, no puedo volver a Privet Drive…
Dudley se… disculpo conmigo…
Draco y yo no nos odiamos; somos novios.
Voldemort volvió.
Draco no está conmigo.
No sé si Hermione y Ron están bien.
Hedwig… murió…
Me senté. Podía recordar todo lo que había pasado hasta el momento. Los recuerdos volvieron de manera tan abrupta que por un momento sentí que sería demasiado.

-¡Mamá! Harry ya despertó –pude reconocer la voz de Ginny.
Muchas personas entraron por la puerta, pero a diferencia de los otros, Lupin alzó su varita y se acercó a mí.
-¿Quién era canuto? –preguntó sin dejar de apuntarme.
-Mi padrino.
Un momento de silencio.
-Gracias a Merlín, Harry, que bueno que despertaste –dijo abrazándome el profesor –perdón por lo de hace un momento. Alguien nos ha traicionado. Los mortífagos conocían nuestros planes.


Empezamos a contar lo que había sucedido cada quien dando su punto de vista. Al parecer todos se habían visto acechados por mortífagos.
-¿Y los demás? –pregunté al ver que faltaban los gemelos, el señor Weasley y Ojoloco.
-Fred, George y papá están arriba –dijo sombríamente Ron.
-Ojoloco… -empezó Hermione.
-Le dieron –acabó Kingsley –No pudimos recuperarlo. A todos nos seguían y estaba muy oscuro –sentenció con un ligero temblor en la voz.
Un lamentó interrumpió la anécdota -¡George! ¡¿Qué le va a pasar a George!? ¿Por qué no despierta? –era la voz de Fred.
-¿Qué le pasó a George? –pregunté.
-Una maldición alcanzó a darle en la oreja, tristemente no podrá recuperarla –me informó Lupin.
Me levanté. Tenía que ir a ver a los gemelos. Ellos eran mi familia y era mi culpa el que esto hubiera pasado.
-Ahora regreso –informé.

Subí las escaleras.
Al entrar al cuarto que solía ser de los señores Weasley pude ver a un gemelo acostado y cubierto de sangre, al otro gemelo, Fred, sentado junto a él y al papá de los pelirrojos sentado en el sillón cubriendo su rostro con sus manos.

Al acercarme a los hermanos me percaté de que el rostro siempre alegre de Fred estaba cubierto de lágrimas y con una expresión de preocupación que podría hacer llorar hasta al corazón más duro.
-Georgie, Harry está aquí… vamos, despierta –suplicó Fred.
George se movió un poco y despertó. Tal vez por mi llegada o tal vez sólo fue una simple coincidencia pero ahora estaba despierto.
-¿Cómo estas, Georgie? –preguntó Fred, abrazando a su hermano.
-Extraño a mi lenteja –dijo apenas George.
-¿Qué dices? –dijo Fred profundamente consternado -¿Papá, tenemos que llevarlo al médico?
George se tocó los costados de la cabeza -¿No captas, Freddie? –Fred no respondió, pero había dejado de abrazar a su hermano –Lenteja… rima con… oreja –y soltó una leve risa. El color había regresado al rostro de Fred y una sonrisa sarcástica se formó en sus labios.
-¡Lenteja! Teniendo un amplio repertorio de palabras que riman con oreja, tú eliges lenteja. ¡Patético! ¡Demasiado patético!
-Bueno, tu siempre eras la mente maestra, yo sólo soy el atractivo –dijo George –Lo más triste es que ya no vamos a poder engañar a mamá, voy a extrañar eso –George tenía cara de profunda nostalgia.
-No seas idiota –repuso Fred.
-Hola, Harry. ¿Sí eres Harry, no? –preguntó George pero no dejó que respondiera –Claro que eres Harry, nadie podría imitar tan bien a un imbécil flacucho con unas gafitas.
-Sí, Harry, tienes una terrible vista –agregó Fred.
-Yo también los quiero–dijo Harry –Tal vez no pueda ver bien pero… tengo mis “dos” ojos –dije sonriéndole a George.
-Demonios, Fred. Harry se ha vuelto más rápido en sus contestaciones.
-Sí, creo que somos mala influenza.
-Harry, que gusto que seas parte de nuestra problemática familia –dijo Arthur Weasley sonriendo, imitando el tono de broma de sus hijos.
-Al menos logramos traerte sano y salvo –dijo sonriendo George -¿Por qué Ronald no está aquí, en mi lecho de muerte?
-El pequeño Ronnie está abajo, seguramente intentando ligar con Hermione –dijo Fred.
-Pobre de ella –soltaron los tres pelirrojos a la vez.

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Todos estábamos reunidos en la sala. Los gemelos habían dejado de bromear cuando se enteraron de la muerte de Ojoloco.
-Tengo que irme –dijo Kingsley, retirándose a cuidar del ministro muggle.
Tonks estaba acomodada entre los brazos de Lupin y aunque la bruja sonreía, él profesor se veía incómodo.
-Todavía necesitamos pensar en quien sería capaz de traicionar a Harry –dijo Hermione, como siempre sabiendo que decir en el momento adecuado.
-Tiene que ser alguien de los presentes.
-No –dije sin dudarlo –en este momento no podemos desconfiar unos de los otros. No creo que ninguno de ustedes haya sido capaz de venderme a Voldemort –dije seguro –debe existir una explicación lógica.
Todos me miraban boquiabiertos.
-¡Eso, Harry! –gritó entusiasmado Fred.
-¡Exacto! ¿Todos escucharon? ¿Lo escucharon? –preguntó George –Porque yo sólo escuché la mitad y me gustaría que alguien me lo repitiera –agregó bromeando. Él y Fred tuvieron que contener una carcajada.
-Harry… -dijo Lupin con tono de lástima.
-¿Cuál es el problema ahora? –pregunté.
-Ninguno, solamente eres demasiado parecido a James. Él jamás hubiera desconfiado de sus amigos…
“Y al final fue traicionado por uno”, sabía cómo acababa esa oración pero ni Lupin ni yo la terminamos.
-Tonterías. Harry es igual a Dumboledore –dijo Hagrid, quien se había mantenido en silencio hasta el momento –la misma disposición del director para confiar en su gente –dijo sonriéndome con cariño.
-Tengo que marcharme –dije levantándome de mi asiento.
-No digas cosas absurdas –dijo el señor Weasley.
-No puedo quedarme-dije –no sin arriesgarlos a todos ustedes.
-Harry… -dijo Tonks.
-No, nada de “Harry”, ¿qué pasa si Voldemort descubre que estoy aquí?
-¡Caramba, Harry! Deja de rechazar nuestros intentos de ayudarte –dijo Hagrid –No puedes irte después de todo lo que nos costó traerte.
-Ya lo sé, pero…
-Sí, ¿qué hay de mi oreja? Ahora be perdido el balance de mi cuerpo –dijo George.
-Ya sé…
-¡A Ojoloco no le hubiera gustado!
-¡YA LO SÉ! –grité. Me sentía acosado y chantajeado. ¿Acaso nadie veía el riesgo que corrían al estar conmigo? –Voy a subir a dormir. No me siento bien.
Subí las escaleras y me acosté. Después de unos minutos, escuché unos suaves pasos dirigirse al cuarto en el que estaba.
-Harry –era Ron. Se sentó en la cama, evitando aplastar mi cuerpo –lamento lo de Hedwig –dijo ayudándome a sentarme.
Lo miré a los ojos. Ron, después de todos estos años, había aprendido a leerme de una manera espeluznante. La mayoría de las veces, incluso sabía lo que me pasaba; los motivos de mi enojo, alegría o tristeza, antes que yo.
-Hedwig está mu… -empecé a decir, con la voz temblorosa.
-Ya lo sé –me interrumpió. Me rodeó con sus brazos y dejó que llorara hasta calmarme.

Ser amigo de Ron y Hermione; de las mejores decisiones que había tomado en mi vida. 

Notas finales:

Los amo. Gracias por leer.

(Gracias a CristineC por su lindo review ^^)


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