Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Paraiso Robado. por Seiken

[Reviews - 236]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Disclaimer: Estos personajes no me pertenecen y por lo tanto no gano dinero haciendo esto, solo la satisfacción de recibir sus comentarios, quejas o sugerencias…

 

Avisos:

 

Esta historia como todo lo que escribo es del genero yaoi, Slash u homoeróticas, pero si estas en esta página estoy segura que ya lo sabías de antemano, en este universo un tanto dispar al de la serie del Lienzo Perdido de Saint Seiya existen algunos personajes que serán alfas, otros omegas, otros betas, pero se les llamara Hijos de Zeus e Hijos de Hera, pero las partes importantes de la serie estarán intactas en su mayoría, sólo que esta historia se sitúa cuando Sasha aun es una pequeña, por lo que los personajes son un poco menores y todos siguen vivos.

 

Hace casi un año estuve investigando sobre el universo Alfa/Omega y me gusto lo que vi por lo que ahora quiero hacer mi propia versión de esto, por lo cual contiene mpreg, pero no se basa exclusivamente en eso sino en la desigualdad del genero de cada personaje,  por lo que si no te gusta el mpreg, puedes leerlo con confianza.

 

También quisiera decirles que es un mundo ciertamente oscuro en donde los papeles están definidos desde el nacimiento y es aquí en donde nuestros protagonistas tratan de escapar de su destino al mismo tiempo que cumplen con sus deberes en el santuario o el inframundo y respecto a las parejas tendremos Albafica/Manigoldo, Aspros/Manigoldo, Degel/Kardia, Valentine/Radamanthys, Minos/Radamanthys, Regulus/Cid, Sisyphus/Cid, Oneiros/Cid, Shion/Albafica entre otras.

 

Sin más les dejo con la historia, espero que les guste y mil gracias de antemano.

 

Paraíso Robado.

 

Resumen:

 

En el santuario de Athena la perfección del amor se confirmaba con el nacimiento de niños deseados y el paraíso era pertenecer a quien amabas, pero cuando eso no ocurría, bien podrían decir que el paraíso se te había sido robado.

 

***26***

 

Pasaba de medio día y Kardia, apenas cubierto con una camisa blanca desabotonada, comía una manzana esperando por que Degel terminara de darse un baño, maldiciendo en voz baja que tuvieran que ver al patriarca para recibir los últimos detalles de su misión, de otra forma hubieran podido bañarse juntos.

 

El había ingresado primero en su cuarto de baño con una tina de agua caliente en ella, escuchando como Degel se preparaba para el largo viaje que realizarían, él no tenía ganas de acomodar sus provisiones aun, se contentaba con disfrutar del sabor de la manzana.

 

Degel salió una hora después, listo para marcharse cuanto antes, deteniéndose de pronto al ver que Kardia se encontraba en la misma postura en que lo dejo, con la única diferencia que había en sus manos un corazón de manzana y no una fruta completa.

 

— ¿Por qué no te preparaste para nuestra misión?

 

Kardia se levanto con lentitud, buscando su ropa, bostezando de manera sonora para después sostener una pequeña mochila, su armadura estaba guardada y no creía que necesitaran nada más para eso.

 

— Ya estoy listo.

 

En cuestión de minutos cubrió su cuerpo con su ropa, la que siempre utilizaba en las misiones, dejando su cabello suelto, tan ingobernable como era su costumbre, estirándose una vez más antes de salir de su templo cargando su mochila en una mano y su armadura en la espalda, recorriendo el camino que faltaba para llegar al santuario del patriarca.

 

Observando dos matas de cabello azul a lo lejos, una corta y oscura, la otra larga, mucho más clara que la de su amigo, compañero de juergas, así como hermano de maldición, quienes parecían sumamente contrariados.

 

— ¿Sí llegaste Fica, yo pensé que dejarías a Manigoldo plantado?

Pregunto con cierta sorna, recargándose en Degel como si se tratase de un perchero, sonriendo al ver que Manigoldo seguía su camino con las manos dentro de las bolsas de su abrigo.

 

Albafica suspiro cuando vio que Manigoldo no se detuvo ni un instante, negando su actitud con un movimiento de la cabeza antes de tratar de disculparse por los modales de su cangrejo, el cual no estaba de humor después de ser interceptados por Shion y Aspros en su templo.

 

— Discúlpenlo, ya saben que Manigoldo no tiene modales.

 

Alcanzo a decir antes de acelerar su paso, notando el extraño silencio del santo de cristal, quien sólo siguió su camino, esperando que Kardia le diera alcance, quien también noto la indiferencia de su amante, quien seguramente sabía porque razón Manigoldo estaba mucho más perturbado que de costumbre durante uno de sus celos.

 

— ¿Sabes de qué se trata la misión?

 

 Degel no lo sabía, el anciano maestro no había querido decirle nada al respecto, diciéndole que primero debía conversar con su omega, saber cuál era su decisión y dependiendo de eso, sabrían que hacer respecto a la siniestra energía que podía percibirse muy cerca de su tierra natal.

 

— No me dijo nada, primero quería que solucionáramos nuestros problemas.

 

Kardia sonrió al escuchar esa respuesta, creyendo que Sage sabía que no abandonaría el santuario, por lo cual esperaba que Degel comprendiera una verdad, no podía tomar decisiones por su cuenta, eso jamás lo permitiría.

 

— Yo creo que Sage te estaba dando una lección por ser tan necio, tú no me gobiernas Degel, pero al menos ya sé que no soy un esclavo para ti.

 

Degel se detuvo de pronto, como si aquellas palabras le dolieran como un golpe físico, sin embargo, Kardia no se molesto en disculparse, acelerando el paso, deteniéndose de pronto cuando vio como Aspros seguía muy cerca a su amigo, el que caminaba junto a su alfa.

 

— Aspros trama algo…

 

Susurro, pero siguió adelante, ya era momento de que ese bastardo obsesivo viera con sus propios ojos la verdad, Manigoldo y Albafica eran compañeros, la rosa se le había adelantado mucho tiempo atrás, tanto que ya no recordaba verlos separados

 

— Pero Manigoldo puede cuidarse solo, además, no creo que Albachan deje que toquen a su dulce cangrejito.

 

Degel esperaba unos escalones más abajo, mirándolo con una ceja levantada, esperando escuchar tal vez que debían seguir al santo de géminis, no como Kardia se detenía a su lado rodeando su cuello con su brazo izquierdo, sacando otra manzana no sabía de dónde, para morderla después, recargándose contra su hombro.

 

— Y como tú no dejarías que nadie más me tocara.

 

Degel pensó aquella posibilidad por algunos segundos, antes de negarlo, con un firme movimiento de su cabeza, mataría a quien tratara de hacerle daño a su escorpión, nada ni nadie jamás podría llegar a él, de eso dependía su cordura y su propio corazón.

 

— Yo creo que Albafica puede cuidar de su cangrejo.

 

Sin más que decir avanzaron en silencio en dirección del templo principal, en donde los esperaba el anciano Sage, seguro que Degel había cometido un error del que pronto aprendería mucho, si esperaba gobernar a su compañero, este lo único que haría sería alejarse y si lo amaba como sabía que ese muchacho amaba al temperamental santo de escorpión terminaría disculpándose por su decisión unilateral.

 

Al verlos entrar, Degel con apenas unos cuantos mechones de cabello de menos y Kardia deleitándose con una manzana roja, supuso que sus problemas ya estaban solucionados, esos dos muchachos de alguna forma siempre lograban lo imposible, mediar sus temperamentos para que su relación pudiera funcionar.

 

Kardia no parecía preocupado al verlo, Degel respiro hondo, como si tuviera que decirle lo que ya sabía de antemano, el escorpión se había negado a vivir en otro sitio, a tener una vida diferente a la que llevaban, eso era obvio, aun creía que fue su cuerpo el que provoco el aborto, no su juventud o su inexperiencia como omega.

 

— Los esperaba un poco más tarde, pero está bien que lleguen temprano, porque la misión que tengo para ustedes es de suma importancia.

 

Degel respiro hondo agradeciéndole al patriarca que no tuviera que explicarle la respuesta de su omega, quien solo asintió, le gustaban las misiones peligrosas, aun seguía buscando a quien enfrentarse hasta el final, quien hiciera que usara su cosmos, su fuego interno, que encendiera en llamas su corazón.

 

Un acto cruel que con forme su amado escorpión se acercaba a su meta, esta lo alejaba a él de su compañía, aun así, cada segundo contaba, eso lo supo desde un principio, por lo cual, solo espero por escuchar las ordenes del gran patriarca.

 

— Necesito que vayan al templo de la diosa Hera, que logren una audiencia con la emperatriz de los cielos.

 

Degel asintió, se suponía que la diosa pavorreal tenía varios templos en todo el mundo, pero su santuario, aquel en cuyo ceno protegía a sus hijos, estaba oculto a cualquier mortal, por lo cual, no sabía como ellos podrían encontrarlo.

 

Kardia por otra parte, no deseaba realizar esa aburrida misión, buscar a la diosa celosa de los matrimonios, la bruja que los condeno a ese círculo infinito de dolor y esclavitud, pero si la encontraba le diría una o dos cosas, probablemente más de dos, pero estaba seguro que no le gustarían.

 

— ¿Qué puede saber la diosa Hera sobre esto, no es solo una matrona celosa?

 

Sage sonrió al escuchar esas palabras, el mismo las dijo en su juventud cuando se quejo amargamente con su hermano gemelo de la injusticia de su maldición, del porque debía ser él quien portara el estigma de ser un omega, pero al mismo tiempo ella sabría porque no había nacido un omega nuevo en ese santuario o cualquier otro después de sus prodigios, llevaban más de quince años sin un nacimiento, creía que todos ellos eran mayores para ese momento, el más joven, siendo Yato, un santo de bronce, pero con sus propios meritos.

 

Por lo que había escuchado, en el santuario de Poseidón jamás había nacido uno de ellos, en el inframundo era imposible saberlo, pero si recordaba el pasado, los guerreros con quienes lucharon, solo uno era omega, todos los demás, los que tenían un poder aterrador o digno de recordar, eran alfas.

 

Con los otros dioses del Olimpo era mucho más difícil aun, Efesto, Afrodita o el mismo Apolo, ellos preferían mantenerse alejados de la guerra, sus soldados escondidos en sus templos o simplemente, no existían.

 

En Hasgard solo había nacido uno, un dios guerrero de cabellera carmesí, por lo que entendía, en cada santuario estaba pasando lo mismo, los alfas seguían naciendo, pero los omegas, esos estaban perdiéndose, algo curioso suponiendo que nacían en pares.

 

— Si hubiera otra dupla como la suya los mandaría, pero saben como yo, que eso es imposible, Sisyphus tiene miedo de actuar, Cid no se atreverá a mostrarle sus sentimientos, Manigoldo rechaza a todo alfa que se le acerca, ni siquiera Aspros ha logrado llamar su atención, Albafica… el pobre muchacho está condenado a la soledad.

 

Kardia sonrió de medio lado, preguntándose si Sage era tan ciego como todos los demás, era obvia la razón por la cual esos dos actuaban como lo hacían, pero no era su lugar decir cualquier cosa, ese era el trabajo sucio del cobarde cangrejo, quien no sabía porque esperaba, no era como si su maestro fuera a ordenarle que se alejara de su alfa, o como si el veneno importara en una unión como esa, ni siquiera Aspros tenía el poder para interponerse entre ellos.

 

— Solo un alfa y un omega pueden entrar en ese templo, cualquier otro es destruido por la diosa Hera o por alguno de sus pavorreales, siendo ustedes lo que son, se que podrán entrar.

 

Degel parecía sorprendido al ver la expresión de Kardia, nunca lo había visto tan seguro de su victoria como aquella ocasión, aunque no parecía demasiado interesado en realizar esa misión, tampoco él, no quería comprobar si eran uno solo, o si las dudas de su amado eran correctas, si estaban juntos porque así lo habían decidido.

 

— ¿Qué hay si no somos uno?

 

Pregunto de pronto, sorprendiendo a los dos omegas presentes, Kardia parecía muy serio, Sage le observaba con ternura, como si comprendiera sus sentimientos mejor que nadie.

 

— ¿Dudas de tu amor por él? ¿De tu deseo de protegerlo? ¿De sus propios pensamientos cuando están juntos?

 

Degel negó esa respuesta, no negaba de su amor, ni de su necesidad por tenerlo, no dudaba de nada que tuviera que ver con su amado escorpión, lo que temía era que se lo arrebataran, que de alguna forma lo asesinaran o el mismo se prendiera en fuego cuando ya no pudiera estar a su lado, eso no podría soportarlo.

 

— No, pero no quiero arriesgarme.

 

Kardia se relamió los labios y dio un par de pasos en dirección de su compañero, quien se limitaba a observar el suelo, dudando si su amor era real o no lo era, Sage espero en silencio, dándoles algo de privacidad.

 

— ¡Por favor!

 

Degel sintió al principio como Kardia recorría su mejilla con su aguja escarlata, con cuidado de no cortar su piel, para después quejarse en voz alta, casi maldiciendo que no tuviera la oportunidad que creía cada omega del planeta deseaba.

 

— ¡He esperado toda mi vida para decirle a esa matrona algunas cuantas cosas y tu no me robaras esa oportunidad!

 

Una de esas, era porque le dio un don que deseaba utilizar cuando sabía que no podría lograrlo nunca, eso era sin duda, demasiado cruel, otra de ellas, era agradecerle la existencia de su compañero, quien era todo lo que siempre deseo, poderoso, inteligente, no solo eso, podía mantenerlo con vida, siempre lo cuidaba, esmerándose en su bienestar, lo respetaba y admiraba.

 

— Sí lo pones de esa forma, y porque nuestro gran patriarca lo ha ordenado, no creo que podamos negarnos.

 

Kardia asintió, esa misión parecía aburrida, pero estaba demasiado interesado en realizarla, aunque no creía que pudiera enfrentarse a un enemigo poderoso, no esa ocasión, sin embargo, hablar con su supuesta madre valía la pena.

 

— Estamos listos, gran patriarca.

 

***27***

 

Cheshire escucho como esa endemoniada arpía pronunciaba esa falacia, por supuesto que podía dar esa orden, o en todo caso permitir la justa por el fiel Radamanthys, quien permanecía inmóvil observando cómo su amante, sin cubrir su desnudes, avanzaba en dirección de la hermana de su dios.

 

— No puedo darla directamente, pero si en algo valora tu vida, Radamanthys debería aceptar el cortejo de Minos, porque de lo contrario, se realizara una justa en la que podrán destruirte.

 

Radamanthys se levanto del suelo sin escuchar la orden de su señora, cubriendo el cuerpo de Valentine con el suyo, a punto de disculparse por su falta de modales, pero su fiel subordinado no lo permitió, esquivando el cuerpo de su amado, deteniéndose a unos cuantos pasos de la dama negra, con ira reprimida que estaba seguro pronto estallaría.

 

— Mi amado señor no es un objeto que usted pueda conceder, es uno de los jueces del dios Hades, al que más aprecia y por quien yo daré mi vida, señorita Pandora.

 

Esa arpía siempre lograba que su nombre pareciera un insulto, tal vez era la forma de pronunciarlo o el odio reflejado en sus facciones, pero Pandora no soportaba a ese espectro que se creía con el poder para insultarla y por un momento quiso golpearlo.

 

— Mi señora…

 

Sin embargo, Radamanthys empujando a Valentine para colocarlo a sus espadas como si quisiera protegerlo con su cuerpo e ignorando Cheshire, quien estaba a punto de atacar a su alfa de atreverse a levantar un solo dedo en contra de su ama, volvió a bloquear a su amante, demasiado preocupado por la siempre falta de respeto que presentaba por ella.

 

— Su señora pido perdón por la insubordinación de mi soldado y por cualquier insulto que usted crea que yo he cometido en su contra, pero estoy actuando bajo las reglas de nuestro dios al tomar al compañero que yo deseo como consorte.

 

Valentine se mordió el labio furioso, pero no dijo nada, observando con horror como su señor se humillaba, todo porque esa mujer esperaba comandarlo por siempre, creyéndose con el poder para tomar esa clase de decisiones.

 

— Yo nunca he desobedecido una orden suya  y he dado mi vida para protegerla a usted y a mi señor Hades durante tantas vidas que me es difícil recordarlo, pero nosotros no somos iguales a los santos de Athena, o las Marinas de Poseidón, o los Ángeles de Afrodita.

 

Pandora guardaba silencio, como si prestara atención a las palabras de su amado señor, pero Valentine creía comprender la razón de aquella arbitraria sentencia, quería separarlos, estaba celosa de su afecto, suponiendo que Radamanthys no podría permanecer fiel al dios Hades, si llegaba a amarlo a él.

 

— Nosotros podemos disfrutar de algunos placeres como recompensa, un regalo de libertad que solo Hades nos concede en su sabiduría y su bondad, uno de ellos es la compañía de otro espectro mi señora, Aiacos tiene a su omega, porque yo no puedo tener a mi alfa.

 

Seguramente no debió haber pronunciado aquellas palabras porque Pandora sonrió con cierto sadismo, llevando su mano a la mejilla de Radamanthys, recorriéndola con cuidado, para después posar su mirada en los ojos grises de Valentine, quien solo guardaba silencio porque de otra forma su amado señor estaría furioso con él, su lealtad estaba consagrada a la causa de su dios.

 

— Y lo tendrás Radamanthys, pero un alfa que si te merezca, no esa desagradable arpía.

 

Tras decir eso su señora se marcho, seguida de Cheshire, quien sonreía, siempre le divertía que ese espectro rubio recibiera una lección, aunque la arpía parecía a punto de atacar a su ama, un insulto que estaba seguro Radamanthys de Wyvern no toleraría en lo absoluto, puesto que juro que ningún daño jamás le ocurriría a su señora.

 

— Mi señor…

 

Radamanthys se quito la capa con molestia, apretando los puños a sus costados dejando que Valentine tratara de tranquilizarlo, recorriendo su espalda, depositando pequeños besos en ella, aun debían prepararse para salir de aquellas habitaciones, darse un baño en un lugar mucho más cómodo.

 

— Este sitio está destrozado, vamos a mi habitación, allí podremos tomar un baño y después tendrá tiempo para decidir qué hacer con este nuevo insulto de su supuesto hermano mitológico.

 

Pero ambos sabían que pasaría, habría una justa en la que tendría que intervenir, enfrentándose a Minos en un combate desigual por la vida de su amante, el que ocurriría mucho antes de la guerra, enfureciendo a su señor, quien no permitía las peleas entre sus soldados, pero eso era mejor a permitir que lastimaran a su harpía, después de hacerle una promesa de protegerlo.

 

— No piense en ellos mi señor, descanse los días que faltan para que termine su celo y cuando esta enfermedad acabe, usted podrá cumplir su promesa.

 

Radamanthys negó aquello con un solo movimiento de su cabeza apretando lo dientes furioso, seguro que su traicionero supuesto hermano atacaría mucho antes, no estaría dispuesto a esperar un año más de lograr su objetivo y sabía que en un combate era más fuerte, pero él era mucho más resistente, podría soportar sus ataques por más tiempo.

 

— Minos atacara mucho antes Valentine, conozco esa sonrisa, en este momento ya esta pensando en la forma de matarte.

 

Al menos cuando su cosmos no se veía disminuido por el celo, para preparar su cuerpo para el nacimiento de un posible nuevo espectro, el que mermaría su energía durante nueve meses, alimentándose de su energía, si acaso creyera que en esa vida sería posible que lograra lo que no pudo en las otras.

 

Jamás había logrado embarazarse, primero se preguntaba porque razón le era imposible lograrlo, no era que fuera muy maternal o deseara un pequeño hijo de su alfa, pero era fuerte, poderoso, creía que tenía las cualidades necesarias para poder lograrlo, pero aun así, esa supuesta dicha nunca se la habían cumplido.

 

— No se preocupe por mí, sabe que puedo cuidarme solo.

 

Radamanthys negó aquella noción, su arpía era el mejor de sus hombres, el espectro más fuerte del inframundo, el más leal, pero no se comparaba en poder de Minos, ni siquiera el propio Aiacos podría soportar un combate con su hermano, por eso, estaba seguro que Valentine no tenía una oportunidad para sobrevivir.

 

— No de Minos, pero no te preocupes, yo no permitiré que te lastimen.

 

Aunque no estaba seguro del todo si podría cumplir su promesa de protegerlo esta vez, no cuando Minos quería destruirlo, pero de que le serviría matarlo en una vida cuando podría resucitar durante la siguiente, a menos que su astuto hermano buscara una forma de matarlo de manera permanente.

 

— Iré a verlo una vez que terminemos de bañarnos, eso será lo mejor, así sabré que tan lejos está dispuesto a llegar con esta locura.

 

Esperando que solo fuera un capricho, para Valentine, que había observado a su señor por demasiadas vidas, estaba seguro que Minos llegaría muy lejos, porque el haría lo que fuera por una sola oportunidad de tenerle a su lado, seguramente el amo de los hilos haría lo mismo.

 

Su amado era poderoso como ningún otro, contaba con el respaldo del dios Hades, su bendición eterna, era hermoso de una manera masculina y uno de los hijos de Hera, creía que el único de ellos en el Inframundo, sin importar cuánto pudiera gustarte, el premio de tenerlo seguramente era demasiado tentador para muchos, en especial para el maestro de los hilos, que era conocido por su sadismo y Radamanthys, por soportar los insultos de aquella bruja, solo él sabía que el dolor le excitaba de tal forma que debía sentirlo para poder llegar al orgasmo.

 

Convirtiéndolo en una marioneta que no podría romper y que reencarnaría junto a él para que volviera a lastimarle, guerra tras guerra su amado señor tenía que soportar los insultos de Pandora, pero ahora tendría que aguantar la tortura del sádico Minos, con el permiso de la mujer a la que protegía.

 

Pero no era su lugar contradecir a su señor, solo procurar su bienestar y si lo que deseaba era confrontar a Minos, debía permitirlo, para que entendiera que tan lejos llegaría ese monstruo, cuánto daño podría recibir de aquel que se decía su hermano mayor, solo porque ambos nacieron de la misma mujer en su primera encarnación.

 

Valentine procuro que su señor tuviera un baño agradable, dejándole la tina solo para él, lavando su cabello y su espalda, tratándolo con todo el respeto que se merecía ante sus ojos, esperando el momento en que decidiera enfrentarse a Minos de Grifo, acompañándolo hasta el portal que lo llevaría a él, pasadizos que solamente los espectros podían utilizar, de otra forma tendrían que sobrevivir las penurias que la muerte tenía preparadas para las almas de los pecadores.

 

Radamanthys se sentía mucho mejor de lo que lo hacía al principio de aquella pesadilla, sabía que aun faltaban varios días para que su maldición finalizara por aquel año, pero debía comprender que pasaba por la mente de Minos, quien se encontraba sentado en una biblioteca inmensa, las cortinas de las ventanas del castillo estaban corridas y solo una vela iluminaba el escritorio de caoba con esqueletos grabados en las esquinas, como si gritaran sumidos en una dolorosa tortura.

 

— ¿A que le debo el honor de tu visita querido hermano menor?

 

Radamanthys usaba su armadura y su túnica con tocados rojos, su aroma seguía presente debajo de las esencias que uso para bañarse, uno que Minos percibió casi inmediatamente, uno que era demasiado excitante para poder ignorarlo.

 

— No soy tu hermano.

 

El juez rubio se recargo en el escritorio, sus ojos fijos en los de Minos, ocultos debajo de su cabello blanco, sus hilos agitándose a sus espaldas, como si se tratasen de serpientes o alguna pesadilla dantesca, probablemente dispuesto a atacarlo con ellos.

 

— Así que puedes dejar de llamarme de esa forma.

 

Minos  nunca dejaba de sonreír, pero esta vez su mueca era por mucho más molesta que en el pasado, mucho más cuando se relamió los labios, cerrando el libro que fingía leer, una de sus muchas confesiones, aquellas que le sacaba a sus juguetes en los salones del juicio.

 

— Y vengo, porque Pandora me visito a la mitad de mi luna de miel con mi Alfa, porque dice que tú le exigiste mi compañía.

 

El juez de cabello blanco ladeo un poco la cabeza, ofreciéndole que tomara un asiento con una de sus manos, para levantarse con pereza, buscando una botella de licor, sirviendo dos vasos con el líquido ambarino.

 

— Así es, ese espectro inferior no se merece tu compañía, pero yo te conozco, seguramente le hiciste una promesa absurda sin pensar en las consecuencias durante una de nuestras múltiples vidas, de la cual, no te retractaras aunque te arrepientas por ello, porque así de absurdo es tu sentido del honor.

 

Radamanthys rechazo el licor que le sirvió Minos, tampoco se sentó en la silla que le ofrecían y siguió al juez de cabello blanco con su mirada, pero más importante aún, a sus hilos cuando lo rodeo, colocando sus manos de dedos delgados en sus hombros.

 

— Pero no temas, yo te liberare de ella, como tu hermano mayor…

 

Los hilos se movieron con rapidez rodeando a Radamanthys, quien permaneció quieto cuando lo azotaron contra uno de los libreros, sacándole el aire o eso le hizo creer a Minos, quien se acerco a él, deteniéndose a pocos milímetros de distancia, olfateando su cuello con demasiado placer, recorriendo su labio inferior con el pulgar.

 

— Y tu futuro Alfa.

 

Radamanthys comenzó a reírse, casi carcajearse aun en la misma posición, permitiendo que Minos lo sostuviera con sus hilos invisibles, respirando su aroma natural, encontrando ridícula esa noción, Hera no podía ser tan injusta como para unir a dos hermanos, aquellos únicamente eran los enfermos deseos de su depravado colega.

 

— De que otra forma, si esa miserable avecilla es el indicado para ti, sigues reencarnado querido Radamanthys.

 

Minos quiso besar sus labios pero se detuvo lamiendo su mejilla recibiendo un gruñido del que consideraba su hermano menor, si deseaba conservar a Radamanthys, lo mejor era actuar como era debido, primero mataría a ese falso alfa y después, reclamaría al segundo juez del inframundo para sí.

 

— Acaso has olvidado que cuando un alfa y un omega se encuentran, logran descansar en los prados siempre verdes de su diosa madre.

 

Radamanthys no se movió por unos instantes, ya tenía la información que había ido a buscar, haciendo que se preguntara desde cuando deseaba poseerlo, esperando, aunque sabía que era inútil creer en cualquier promesa hecha por Minos, que no fuera desde su primera traición.

 

— Esto fue demasiado, aun para ti, Minos.

 

***28**

 

El baño de agua helada duro varias horas, tantas que se quedo dormido, sintiendo manos invisibles recorriendo su cuerpo, como si lo acariciaran sin su permiso, la misma sensación que siempre tenía durante sus celos, la que lo hacían peor de lo que debían serlo.

 

***

 Muchas gracias a todos los que me han dejado comentarios, espero que sigan disfrutando de la historia y como hoy es primero, actualizare el día de hoy, el siguiente capítulo vendrá el sábado y de nuevo el próximo jueves.

 

Preguntas…

 

¿A cuántos les gusta el mpreg?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).