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Paraiso Robado. por Seiken

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Disclaimer: Estos personajes no me pertenecen y por lo tanto no gano dinero haciendo esto, solo la satisfacción de recibir sus comentarios, quejas o sugerencias…

 

Avisos:

 

Esta historia como todo lo que escribo es del genero yaoi, Slash u homoeróticas, pero si estas en esta página estoy segura que ya lo sabías de antemano, en este universo un tanto dispar al de la serie del Lienzo Perdido de Saint Seiya existen algunos personajes que serán alfas, otros omegas, otros betas, pero se les llamara Hijos de Zeus e Hijos de Hera, pero las partes importantes de la serie estarán intactas en su mayoría, sólo que esta historia se sitúa cuando Sasha aun es una pequeña, por lo que los personajes son un poco menores y todos siguen vivos.

 

Hace casi un año estuve investigando sobre el universo Alfa/Omega y me gusto lo que vi por lo que ahora quiero hacer mi propia versión de esto, por lo cual contiene mpreg, pero no se basa exclusivamente en eso sino en la desigualdad del genero de cada personaje,  por lo que si no te gusta el mpreg, puedes leerlo con confianza.

 

También quisiera decirles que es un mundo ciertamente oscuro en donde los papeles están definidos desde el nacimiento y es aquí en donde nuestros protagonistas tratan de escapar de su destino al mismo tiempo que cumplen con sus deberes en el santuario o el inframundo y respecto a las parejas tendremos Albafica/Manigoldo, Aspros/Manigoldo, Degel/Kardia, Valentine/Radamanthys, Minos/Radamanthys, Regulus/Cid, Sisyphus/Cid, Oneiros/Cid, Shion/Albafica entre otras.

 

Sin más les dejo con la historia, espero que les guste y mil gracias de antemano.

 

Paraíso Robado.

 

Resumen:

 

En el santuario de Athena la perfección del amor se confirmaba con el nacimiento de niños deseados y el paraíso era pertenecer a quien amabas, pero cuando eso no ocurría, bien podrían decir que el paraíso se te había sido robado.

 

***11***

 

Hakurei al escuchar que esos muchachos se marchaban de su templo respiro hondo, tratando de calmar su molestia, convenciéndose que solo estaba haciendo lo correcto, sentándose a un lado de su gemelo, sosteniendo su mano con delicadeza, preguntándose quien podría atacarlo, porque dos espadas, pensando sin quererlo en Itia, el alfa de su hermano.

 

Diciéndose que no era esa la primera ocasión en la cual un omega le temía a su alfa, tampoco sería la última vez, su poder era en ciertas ocasiones tan dominante que no sabían qué hacer.

 

Su hermano tampoco lo comprendió, alejándose del patriarca, un santo poderoso, con una vida demasiado larga para ser el alfa de su gemelo, pero aun así, fue la decisión de la diosa Hera, no podían hacer nada para cambiarlo.

 

Aunque en el pasado, cuando era un joven idealista supuso que si existía algo que pudieran hacer para evitar que los designios de los dioses se cumplieran, su hermano lucho por su libertad, por vivir solo en su templo, después vistiendo la túnica del patriarca, un error que no podía dejar que Manigoldo cometiera.

 

No solo porque su don se desperdiciaría, sino porque Aspros perdería la razón, aun en ese momento el joven santo de géminis no soportaba el rechazo del que era víctima, muy lentamente la oscuridad se iba haciendo lugar en su corazón, solo un omega podía curarlo, ese era su cangrejo.

 

Uno tan testarudo como su hermano, tan cruel como lo fue Sage en su momento, cerrando los ojos, Hakurei recordó la primera ocasión que le ayudo a despreciar a su alfa, creyendo que eso era lo correcto, que su hermano estaba en peligro cuando uno de los suyos jamás actuaba en contra de su compañero.

 

Sage retrocedió cada paso que Itia daba en su dirección, el patriarca usaba un bastón de madera, pero el menor creía que solo se trataba de una excusa, una actuación para que se le respetara por su edad, ya que si su fuerza era sobrehumana, para que necesitaría de un bastón.

 

Hakurei de pronto se situó entre ambos, con los brazos abiertos, evitando que el anciano patriarca diera otro paso en dirección de su hermano, quien se veía, estaba asustado, tragando un poco de salvia cuando los ojos del mayor se posaron en los suyos.

 

— Hazte a un lado Hakurei.

 

Sage jadeo al escuchar esa orden, negando con su cabeza cuando volteo en su dirección, suplicándole así que no se marchara, que no lo dejara solo, así que aunque su patriarca le ordenara que se fuera, no le daría su espalda a su hermano.

 

— No lo haré, mi hermano no lo reconoce, usted no es su alfa y debería dejarlo tranquilo, permitirle elegir al que desea a su lado.

 

Itia escucho las palabras de Hakurei con detenimiento, para después colocar una mano en su hombro, sus ojos fijos en los de Sage, que no se atrevía a pronunciar ningún sonido, ni a elevar su cosmos.

 

— ¿Y quién es el alfa que si acepta a su lado?

 

Pregunto incrédulo, como si creyera que Sage no decía más que mentiras, pero ni siquiera a él, su hermano mayor, le había dicho su secreto, suponía que al patriarca tampoco, según decía, cuando les dijera quien era el afortunado no les creerían, su alfa no era lo que podrían imaginarse debería ser su compañero.

 

— ¿Cuál es su nombre?

 

Sage volvió a negar aquella pregunta con un movimiento de su cabeza, no estaba dispuesto a decirles quien era a menos que su patriarca aceptara su decisión, no era su omega, pero podría matar a su alfa si descubría que era un santo de bronce, un gigante amable que le gustaba oler flores, cultivarlas, que no le daba miedo cuando se acercaba a él, sino por el contrario, lo deseaba a su lado como sabía ese gentil guerrero lo hacía con él, Itia podría intentar matarlo.

 

— No puedes decirnos un nombre Sage, porque sabes que yo soy tu alfa y sólo estas mintiendo.

 

Su hermano retrocedió otro paso más, desviando ligeramente la mirada, nervioso por la cercanía del patriarca, el que en su juventud fue un hombre fuerte, de cabello negro, amante de la paz, el que nunca encontró a su omega, porque este nació mucho tiempo después, o al menos, eso era lo que le dijo alguna ocasión, cuando esperaba que él hiciera recapacitar a su hermano.

 

— Eso no es verdad…

 

Susurro, Sage no se atrevía a mirarle, ni siquiera cuando Itia se quito el casco, dejando al descubierto un rostro adusto de rasgos firmes, cabello grisáceo, ojos astutos por debajo de su gentil apariencia, que en ese momento se ensuciaba por el deseo que sentía por su hermano.

 

— ¡Usted no puede ser mi alfa!

 

Itia por momentos no necesitaba del bastón, como supuso Sage, avanzando algunos pasos más en su dirección, deteniéndose cuando vio que no lo dejaría acercarse más, apretando los dientes, furioso por lo que consideraba era una traición de su omega.

 

— ¿Por qué no?

 

Pregunto el patriarca, esperando escuchar confirmadas sus suposiciones, le había dicho con anterioridad que Sage no lo deseaba debido a su edad, no porque hubiera un alfa que reconociera, o temiera perder su libertad, sólo no aceptaba que su compañero hubiera nacido antes de tiempo, pero el poder de su hermano era inmenso, la diosa Hera le dio un compañero que pudiera guiarlo, darle fuerza en la guerra, compartir su sabiduría.

 

— Usted… usted… es un anciano…

 

En ese momento Hakurei abrió los ojos observando fijamente la figura inerte de Sage, su hermano actuaba de la misma forma en que lo hacia Manigoldo con el patriarca, como si su miedo fuera real, como si en realidad creyeran que su alfa podía lastimarlos.

 

Orillando a su amado a la locura o como sucedió con Itia, a escuchar las palabras de las mariposas del inframundo, las que le ofrecieron la juventud que su patriarca ya no tenía, creyendo que así, su joven omega lo aceptaría en sus brazos, conocería la paz que les prometía la diosa Hera.

 

O esas fueron sus palabras cuando se enfrentaron a él aquella última ocasión, después de tres celos más en los cuales Sage seguía rechazando al patriarca, quien no le dio la temida orden, pero tampoco se detuvo en sus intentos por ganar su atención.

 

Mostrándole a él una fastuosa vivienda en Rodorio, ropa, regalos costosos, todo lo que se suponía un Lemuriano debía darle como regalo de bodas a su pareja, pero Sage seguía rechazándolo, tal vez era su edad o su miedo a perder su libertad, haciendo que pareciera que su afecto por ellos era obsceno, una enfermedad contagiosa, lo que llamaban la locura de un alfa.

 

Aun podía recordarlo con claridad, la mirada de Itia cuando de nuevo era joven, un cuerpo alto y musculoso, cabello negro como el ala de un cuervo, contrastando con el cabello blanco de su hermano menor y su grácil figura a los dieciocho años, sus ojos negros fijos en los de su hermano, de la misma forma en que Aspros seguía cada movimiento de ese cruel cangrejo.

 

Pero ni siquiera entonces su hermano le reconoció, como podría hacerlo si los había traicionado a cambio de su juventud, de la oportunidad para seducir a su omega, quien maltrecho peleaba a su lado, hombro con hombro contra quien fuera su mentor, el mismo que prefería usar dos espadas como sus armas de batalla.

 

Pero lo que más le impresiono, fue la forma en que Itia se perdió por culpa de su hermano, quien al verle joven se petrifico de momento, como si lo reconociera al fin, pero luchando contra sus instintos comenzó a convocar a sus fuegos fatuos.

 

— ¡No me aceptaste como un anciano recto y ahora me rechazas por ser un joven apóstata, por recuperar la fuerza que perdí peleando por Athena, muchacho malagradecido!

 

Sage parecía inmóvil, apretando los dientes, él en cambio escuchaba cada una de las palabras del patriarca, le dolía demasiado que hubiera traicionado a su diosa, pero mucho más, el pensar que tal vez había sido culpa suya por separarlo de su omega, por permitirle a su hermano menor aferrarse a su negativa.

 

Después de todo, nunca le había dicho el nombre de su alfa, como si no existiera realmente, recordando como Itia le decía que de ser un hombre joven, de ser lo que fue en el pasado, su amado omega le aceptaría.

 

Imaginándose a las mariposas susurrando sus mentiras, prometiéndole la juventud que tanto necesitaba, lo único que le faltaba para ser la pareja ideal de su hermano, quien a pesar de reconocerle ahora que no era un viejo santo de Athena, no podría entregarse a un traidor, ni siquiera, si ese hombre había actuado como lo hizo tratando de enamorar a su omega.

 

Orillado por su rechazo, el más cruel de todos, porque eso fue lo que transformo a su patriarca en la sombra de lo que fue, aunque ahora vistiera un cuerpo joven, él ya no era una persona digna de su confianza.

 

— ¡No es mi alfa!

 

Itia simplemente sonrió, aquella expresión que carecía de cordura, ese hombre que tanto admiraron ahora no era más que un pobre infeliz adepto de la lujuria, quien relamiéndose los labios los ataco, a él primero, tratando de separarlo de su hermano gemelo.

 

— Dar a luz, al menos un hijo, es el deber y la misión más alta de un omega.

 

Pronuncio el gran patriarca, cortando el cabello de Sage con el filo de su espada, encajando una de las hojas en su hombro, escuchando con deleite un grito de su hermano mejor, quien recibió en ese momento un beso de su alfa, una caricia violenta, al mismo tiempo que retorcía la espada en su cuerpo para que no pudiera negársele.

 

—  Pero aun podemos arreglarlo mi cangrejito, aun estamos a tiempo.

 

Hakurei abrió los ojos de pronto cuando las cortinas de aquella habitación comenzaron a moverse, respirando hondo, esa locura era la misma que se estaba comiendo el corazón de Aspros.

 

La misma que destruyo a Itia, la que pudo haberse evitado si él no le hubiera ayudado a su hermano a destruir a su alfa, separándole de su cuidado, actuando injustamente como un escudo, de la misma forma en que la rosa que se decía el compañero del cangrejo lo hacía, sin entender que le estaba haciendo un mal, porque si Manigoldo moría antes de dar a luz, su don se perdería, nunca podría encontrar la paz, no hasta que fuera uno con su alfa.

 

Cuando Aspros regresara al santuario bendeciría la unión de esos dos compañeros, así podrían salvar su alma y evitar que ese muchacho siguiera las instrucciones de su maestro, el que seguía pensando que los alfas no eran más que monstruos lujuriosos, de que otra forma le negaba la paz al gentil muchacho esperando que su alumno siguiera sus pasos y que el destino de Itia se repitiera.

 

— Fui tan injusto… ahora puedo verlo.

 

Si su hermano estuviera despierto les mentiría, justificaría su decisión como aquella de un hombre justo, pero la verdad era que no siempre actuaba como debería hacerlo un patriarca, no solo aquellos nacidos de la madre Hera necesitaban de su ayuda, también los hijos de Zeus, en especial aquellos que sufrían a causa de sus omegas.

 

Como Aspros lo hacía por culpa del cangrejo y muy pronto Shion también lo haría, cuando escuchara aquella mentira, esa cruel falacia que destrozaría el corazón de su alumno.

 

— Lo siento Sage, pero no puedo dejar que ocurra de nuevo.

 

Pronuncio alejándose de su hermano, tomando una decisión que pensaba era lo mejor en esa situación, sin percatarse que Sage se encontraba encerrado en su propio infierno, repitiendo pasajes de su atormentada juventud, escuchando las palabras de Itia, sus ojos persiguiéndolo, el miedo de ser poseído por ese anciano, fragmentos que ni siquiera después de dos siglos de vida podía olvidar del todo.

 

— Aspros no tendrá el destino de Itia.

 

***12***

 

Descendieron los primeros escalones en absoluto silencio, Manigoldo no se atrevía a pronunciar palabra alguna, Albafica no sabía cómo asegurarle que todo saldría bien cuando él tampoco lo creía.

 

Su compañero le había dicho que los ancianos no tomarían a la ligera que los dos estuvieran juntos, que les prohibirían seguir viéndose, después de todo, sólo había dos santos de élite con aquella condición, porque Kardia parecía que nunca podría concebir.

 

Uno era Cid, el otro Manigoldo y no dejarían que se quedaran solo con el santo de capricornio, como si se tratasen de animales de cría, porque su amado cangrejo decidió arriesgarse a permanecer a su lado, esperar un largo año para poder estar juntos.

 

Compartir su lecho durante cinco días o en otras ocasiones, apenas la mitad de uno, sus misiones cada vez los separaban por más tiempo, la última de ellas tuvo que partir solo, cuando sus propias reglas señalaban que su compañero tenía que ayudarle.

 

Su propio tío era un espectro al que tuvo que matar cuando se dio cuenta que la supuesta cura que podría darle la oportunidad para reclamar la mano de su omega para él, gritarle a todo el mundo que los dos estaban juntos, no era más que una ilusión, la muerte con otro nombre.

 

Estaba tan decepcionado no sólo porque no podía pedir la mano de Manigoldo a Sage, sino porque su veneno lo alejaba de su amor y su apariencia, su odiada belleza, aquella que no era más que una carga para él, otra más de las impuestas por los dioses, hacían que todos creyeran que era un omega.

 

Si fuera feo, si no fuera el santo de piscis, sin importar el veneno Hakurei le dejaría reclamar a su amado cangrejo, pedir su mano con la esperanza de que nacieran santos poderosos, ese anciano injusto no se atrevería a separarlos para facilitar la violación de su omega en manos de Aspros.

 

Su querido cangrejo que caminaba en silencio a su lado sin atreverse a pronunciar cualquier sonido porque de hacerlo podrían escuchar su voz quebrándose a causa del dolor que sentía, la preocupación por su maestro y su temor a dejarlo solo en su jardín cuando le prometió nunca hacerlo.

 

Nadie lo conocía como él, su alfa, pero antes que nada su amigo, el que comprendía muy bien que de no ser otra persona, de no aparentar fortaleza todo el tiempo Manigoldo habría llorado o maldecido el nombre del anciano de Lemuria al recibir esa orden, porque la desesperación se lo estaba comiendo por dentro.

 

Albafica dio varios pasos más atrapando la mano de su compañero con fuerza, aferrándose a su cuerpo, abrazándolo con delicadeza sin importarle que su cangrejo fuera más alto o más fuerte físicamente que él, sólo por muy poco tenía que recordarse, llevaba tanto tiempo escuchando que era grácil, hermoso y delicado que aun el comenzaba a dudar de su poder.

 

— Hablare con Hakurei, encontraremos la forma de estar juntos.

 

Le prometió, Shion se detuvo cuando lo vio abrazando a su omega, quien se aferro a su cuerpo a punto de caer en la desesperación que sentía, seguro de que no podrían cumplir aquella promesa que se hicieron en el pasado, cuando sólo eran unos adolescentes.

 

— Lo retare por ti, sé que puedo ganarle. 

 

Deseando que Aspros pereciera pronto, esa era la única forma en la cual estaría libre de su acaso, aun su maestro, quien era invencible no pudo ser libre hasta que no murió el supuesto alfa que lo reconoció como suyo, al que podía ver aun le temía, al menos a la sombra de lo que pudo ser de no liberarse de esa bestia.

 

— No le permitiré tocarte, él no te hará daño Manigoldo.

 

Albafica se relamió los labios antes de besar los suyos, esperaba demostrarle a Shion que podían estar juntos, él era su amigo, el único santo que lo visitaba en la casa de piscis además de Manigoldo, quien respondió al beso con un ligero temblor.

 

Llevando sus manos a su cuello, pero deteniéndose de pronto cuando recordó las palabras de Hakurei, para ese anciano solamente se trataban de omegas, no tenían derecho alguno para elegir a su pareja.

 

— Yo soportare eso, pero que pasara contigo cuando ya no me dejen venir a verte…

 

Susurro Manigoldo, recargando su frente contra la suya, forzando a las traicioneras lagrimas que amenazaban con hacerse presentes a esperar, no quería llorar frente  a su compañero, no quería que viera lo asustado que estaba.

 

— ¿Quién cuidara de ti cuando yo ya no esté contigo?

 

Le pregunto entonces enredando sus dedos en las hebras celestes, sintiendo los besos de Albafica sobre sus mejillas y después en su frente, recordando lo que se prometieron algunos años atrás, cuando ocurrió el milagro que le dio a su compañero.

 

— No romperé mi promesa.

 

Pero antes de eso le dijo que nunca permitiría que Aspros le hiciera daño, que lo mantendría seguro de la lujuria de ese alfa durante los celos, era su deber como su compañero de armas, después como su amigo y al final como su compañero, aunque no pudiera tocarlo.

 

— Aspros no va a alejarte de mí.

 

Manigoldo asintió, pero no creía que hubiera nada que hacer, la decisión ya estaba tomada, él sería el compañero de Aspros lo quisiera o no y le daría hijos sanos productos de una unión sin amor ni deseo, ni siquiera respeto por él otro.

 

Lo que no sabía era que pasaría con su alfa, que destino le tenían preparado cuando comprendieran que no era un omega y que de su vientre no nacería nada porque a los dioses les complacía divertirse con el dolor de los mortales.

 

— Shion.

 

Shion al escuchar su nombre arqueo una ceja, no se atrevía a pronunciar sonido alguno, porque de hacerlo su rosa comprendería lo molesto que estaba, cuanto lo estaba traicionando al comportarse de aquella forma con Manigoldo, cuando estaba seguro que era un omega, pero si no lo era, de todas formas no le interesaba, su rosa debería estar con alguien que si lo mereciera, que lo amara como él hacía, no ese sucio cangrejo que no hacía más que negar su destino.

 

— ¡Tienes que decirle a tu maestro que soy un alfa!

 

El santo de Aries asintió, le prometería lo que fuera a su rosa para verla tranquila pero no mentiría por ella, aquel beso no significaba nada, esas palabras de amor no eran más que mentiras inmundas ideadas por el cangrejo.

 

— ¡Que Manigoldo es mi compañero!

 

Aspros era su alfa, como la rosa era su omega, no había nada más claro, pero Manigoldo estaba acostumbrado a realizar su voluntad, por eso actuaba como lo hacía, engañando a su amado Albafica para que mintiera por él.

 

— ¡Que reto a ese bastardo enfermo por la mano de Manigoldo!

 

El cangrejo le observaba sin decir nada, era el único que comprendía que Shion sólo estaba dándole por su lado a Albafica, no era su amigo y deseaba a su alfa, estaba enamorado de él desde mucho antes de que llegara.

 

Seguramente hasta se había imaginado una vida a su lado, el amor que sentirían cuando estuvieran juntos, de la forma en que Aspros estaba engañándose, no era su omega y nunca podría sentir afecto por él, sin importar lo mucho que lo deseara.

 

— Tú eres mi amigo, casi como un hermano, sé que me ayudaras.

 

Manigoldo tomó entonces la mano de Albafica, no quería que perdieran más tiempo a lado de Shion, el no quería ayudarles, él siempre trataba de convencerlo de aceptar el supuesto amor de Aspros, su compañero sabía que lo humillaba por diversión y tal vez de saber lo que hizo en la taberna, no le pediría ayuda al santo de Aries que compartía la visión de su maestro sobre sus hermanos, sobre su destino al ser un omega.

 

— Casi ha terminado mi celo Albachan, no debes preocuparte por mí.

 

Albafica negó aquello con un movimiento de la cabeza, como esperaba que no se preocupara, como era posible que Manigoldo estuviera tan tranquilo, acaso no entendía que estaban haciendo todo eso para que Aspros pudiera llegar a él y se lo robara, arrebatando su contacto con la humanidad, a su amado, que aquella barrera únicamente servía con él, que ese bastardo lo violaría con celo o sin él.

 

— ¿Por qué estas tan tranquilo?

 

Manigoldo respiro hondo, quería creer que su maestro despertaría dentro de poco, pero aquella no era la razón de su fortaleza, sino que sabía cuánto dolor le causaría a su Albachan si le dejaba ver cuán asustado estaba de no verlo nunca más, lo traicionado que se sentía, comprendiendo que no era más que una propiedad en ese santuario y su destino era junto al hombre que temía, no con quien amaba.

 

— Porque…

 

Susurro, pero ya no pudo más y rodeo a su rosa con ambos brazos, era casi como una despedida, lo sentía en su cosmos, a menos que su maestro despertara o que Aspros perdiera la vida no lo dejarían estar junto a su alfa, utilizando el veneno como una excusa para someterlo.

 

En el pasado hubiera pensado en matarse antes de ser la propiedad de Aspros, pero sabía que su Albachan no lo perdonaría si se mataba, además de que no lo quería dejar solo, su vida era tan corta y el estaba encerrado en ese horrible jardín de rosas, como él estuvo preso en la aldea en donde lo encontró su maestro.

 

— Porque sé que encontraremos la forma de estar juntos, la diosa Hera nos protege y… y aunque Hakurei diga que no podemos estar juntos, que me señale como un demente o un traidor, yo siempre estaré a tu lado.

 

No le importaba lo que tuviera que hacer, no dejaría solo a su Albachan y si lo sometían al santo de géminis, si lo convertían en su compañero por las reglas del santuario, en ese caso, no le importaba traicionar la confianza de su alfa, que lo acusaran de ser un omega infiel, de fracturar las promesas que realizaron cuando el patriarca realizara la bendición.

 

Su alfa era su amada rosa y si tenía que actuar en contra de los designios de todos los demás, así lo haría, ni Aspros, ni Hakurei, nadie podían separarlos de su amado Albachan.

 

— No me importa que me señalen y me acusen de ser un omega infiel e indigno, que digan lo que deseen de mí, yo sé a quién le pertenezco, Albachan y ese no es Aspros.

 

Shion carraspeo un poco para llamar su atención, controlando su cosmos y cada uno de sus gestos para que Albafica no comprendiera su decepción ni su dolor al ver que lo que esos dioses le decían era cierto, que su amada rosa estaba enamorada de un sucio cangrejo.

 

— Es a ti.

 

Pero no le hicieron caso, Albafica lo ignoro besando de nuevo los labios de Manigoldo, aferrándose a su cuerpo acariciando su cabello con delicadeza, tanta que le hizo sentir enfermo, odiar más que nunca al discípulo de Sage.

 

Mientras tanto, el santo de piscis no se percato de su molestia, tomando la decisión de realizar una justa por su compañero, de reclamar la vida de Aspros a cambio de la de su omega, como dictaban las tradiciones que supuestamente instauro Zeus.

 

Si ese demente quería robarle al amor de su vida, al trozo faltante de su alma solo porque fue él quien supuestamente lo recibió en el santuario y estuvo presente durante su primer celo, tendría que recordarle que eso no era cierto, esa serpiente no era más que un intruso.

 

El compañero de Manigoldo era él, quien recibió esas señales de la diosa Hera no fue Aspros, porque el estaba esperando su llegada en el santuario, también lo vio subir las escaleras que daban al primer templo, el sintió su celo antes de que iniciara, por eso estaba presente en el campo de entrenamiento, a esa hora, para ver como atacaba a su amado, como quien portaba el collar de su cangrejo era él, Géminis no era más que un intruso en su paraíso y le demostraría que no importaba cuan poderoso fuera su cosmos, su sangre envenenada era mucho más peligrosa que su explosión galáctica.

 

— Peleare por ti Manigoldo, Aspros no te hará daño mientras yo viva.

 

***13***

 

Era fácil moverse a lado de su compañero, lo conocía tanto como a sí mismo, o tal vez aun más, pero al principio no era de esa forma pensó Kardia saltando, cayendo detrás de su alfa y siguiendo su camino.

.

***

 

Me gustaría saber que opinan de la historia, como va hasta el momento que Oneiros ha capturado a su espada y Aspros marcha en dirección de su conejito para reclamarlo, mientras tanto Minos ya se deshizo de su remplazo y espera tener a su hermanito en su cuarto de juegos, ademas, que parejas prefieren de las que mencionare y porque razón lo hacen.

 

Albafica/Manigoldo, Aspros/Manigoldo, Degel/Kardia, Valentine/Radamanthys, Minos/Radamanthys, Regulus/Cid, Sisyphus/Cid, Oneiros/Cid, Shion/Albafica.

 

Aunque por el momento Minos, Aspros, Oneiros y Regulus tienen muchos votos a su favor.

 

Pero que hay de los otros alfas, Albafica, Degel, Sisyphus o Valentine, ellos haran lo que sea para proteger a sus amados, pero lo lograran...

 

Bueno aquí les van unas cuantas preguntas que decidirán el rumbo de la historia, o modifiquen algunos puntos de la misma...

 

¿A quien prefieren?

 

¿Cuántos quieren que Aspros, Oneiros, Minos o Shion tengan un poco de paraíso?

 

¿Cuantos prefieren a Degel, Albafica, Sisyphus o Valentine?

 

¿Conocen algo del universo Alfa/Beta/Omega o les gustaría que fuera explicando algunas cuantas cosas del mismo?

 

Muchas gracias, bonito principio de mes y nos vemos el próximo jueves.

 


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