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Bajo el árbol de cerezos por Shimysol

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Notas del capitulo:

AGRADECIMIENTOS ESPECIALES A ANKIN (en ff.net) PORQUE SIN SU AYUDA ESTA COSA NO SERÍA LEGIBLE.

Capítulo 2

Las Flores se asustan
.

Ino se acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja, sonriendo seductoramente y posando las manos a los lados de su cadera.

— Soy mucho más hermosa que todas tus flores—afirmó con total seguridad—. Tengo una figura envidiable y soy muy simpática—se alagó, giñando un ojo coquetamente.

Ino sabía que no había opinión contraria a lo que dijera. No había nadie con ella, precisamente. Shikamaru y Chouji habían salido al mercado para comprar víveres, así que no podía farsear con ellos de su propia belleza; con Temari no contaba porque, no es que le tuviera miedo, claro que no, pero aquella mujer resultaba ser muy terrorífica y ya había amenazado con arrancarle sus sedosos cabellos rubios con las manos si es que volvía a molestarla. Así que no, Ino amaba demasiado su cabellera como para arriesgarse a decir palabras que la pudieran enojar —fuera ese su propósito o no—; además, con Temari nunca se sabía, mucho menos si Shikamaru no se encontraba para calmar el temperamento agresivo que se cargaba la mayor parte del tiempo. Por eso, ahora se encontraba ahí, después de concluir con el trabajo de jardinería que la había dejado muy exhausta.

— Sí —afirmó, sin dejar de observar, con una expresión confiada a las miles de flores que tenía adelante—. Definitivamente soy mucho más hermosa que todas tus flores —repitió.

El día anterior, había sido testigo de la primera visita de uno de los señores de la casa, quien resultó ser un joven que debía tener su misma edad. Se llamaba Sasuke, y había dado la orden de que todos los trabajadores se reunieran para informarles de que su estancia en el lugar duraría seis meses y que necesitaría de sus servicios por ese intervalo de tiempo.

Cuando Ino lo vio, supo que lo suyo fue amor a primera vista; que el joven señor Uchiha tuviera una expresión hastiada mientras hablaba, fue un detalle que pasó desapercibido a sus ojos. Ino no podía dejar de compararlo con un salvador que podría sacarla de la miseria de aquella aldea desconocida para muchos. Por eso se encontraba entusiasmada por la posibilidad de ascender en la escala social si lograba pescar a tal tremendo pez gordo. Sólo debía enamorarle.

Ella confiaba en sus dotes de conquistadora —era Ino al fin y al cabo—; sabía que su nuevo objetivo no sería tan fácil de acceder como las veces en las que bastaba con una sonrisa para conseguir compañía y sake gratis ¡Pero haría que Sasuke Uchiha la elevara a un altar! De eso estaba muy segura. Por eso se encontraba ahí, en la parte trasera de la propiedad Uchiha, hablándole a un árbol... Comparando su belleza con las flores de cerezo, y sintiéndose un tanto patética.

Y a pesar de que la idea no le había parecido tan descabellada en un principio, Ino suspiró, decepcionada por el silencio del lugar. Sin nadie que le mencionara lo hermosa que era, se sentía invadida por la frustración ¡Era más que obvio que los árboles no hablaban! Y el árbol de cerezos al cual le jactaba su belleza no era la excepción. Decepcionada, se dio la vuelta y decidió regresar.

Cuan equivocada estaba.

Ino siguió sus pasos con renovado entusiasmo mientras practicaba sonrisas sugerentes y dulces tonos de voz, anhelando que sus amigos estuvieran en la casa para molestarles un poco y contarles su fabuloso plan de cómo ascender de jardinera a esposa de un Samurai, miembro de un poderoso clan que actuaba bajo las órdenes directas del emperador. Era simplemente magnífico, y se moría de ganas de mostrarle a Uchiha Sasuke la clase de mujer despampanante que tenía trabajando como jardinera de la casa. Sin embargo, Ino era totalmente ajena a la invisible pelea que ocasionaba exageradas sacudidas a las ramas del árbol y mandaba pétalos de cerezo en todas direcciones apenas les dio la espalda para marcharse. Las flores rosáceas, enviadas por un ente espiritual con intenciones asesinas, cayeron y ni reparó en ellas.

—¡Suéltame Naruto! —Exigió Sakura—. Aún puedo hacer que mis raíces la alcancen ¡Me conformo con hacer que tropiece y se arruine la cara! —Rugió—. ¡Nadie en la vida me había insultado de esa manera, ¿Cómo se atreve a usar a mis flores como comparación?!

Sakura estaba furiosa.

—¡No, Sakura-chan! ¡No puedes! —Gritó mientras se aferraba al tronco del árbol de cerezos—. ¡No puedes, no puedes, no puedes!

Estaba fuera de control.

Naruto siempre había tratado de evitar a Sakura cuando se cargaba tal monstruoso humor (no que le temiera, claro que no) y era en momentos como ese donde prefería ir a perderse en el bosque a molestar a los pájaros en sus nidos. Pero le había prometido, muy a su pesar, que se quedaría con ella todo el día, así que huir no era una opción. Y evitar que Sakura golpeara a la humana era parte de su responsabilidad.

Suspiró cansado cuando al fin la soltó. Se observó los brazos desnudos que la tela de su yukata naranja no lograba cubrir y vio heridas en ellos, lo que demostraba que sostenerla del tronco había resultado todo un ajetreo agotador. Pero, para su suerte y gracia, el dolor de sus heridas desapareció al igual que ellas, en un santiamén ¡Por arte de magia! Naruto siempre se quedaba sorprendido de la abundante energía vital que Sakura poseía y que compartía con él. Ambos tenían una dependencia mutua que los mantenía unidos, y que él casi desconocía por completo.

Naruto esperó un momento a que las ramas de Sakura dejaran de moverse. Entonces, a lo lejos, logró vislumbrar una figura humana. Respingó cuando descubrió que se trataba del nuevo objeto de obsesión de Sakura, Sasuke el humano.

Sigiloso y tratando de prevenir lo peor, Naruto retrocedió lentamente para huir hacia el bosque sin que su amiga se diera cuenta, pero una pequeña ramita crujió bajo sus pies y llamó la atención de Sakura.

—Naruto, mueve tu trasero aquí —escuchó en su mente la voz amenazante de su amiga.

¿Acaso le quedaba otra opción? Ella aún no parecía del todo calmada.

Naruto caminó, desganado, con un aura de depresión rodeándole. No quería estar ahí, a pesar de que en un principio se había sentido fascinado con la nueva presencia de ese humano.

Además, Sakura jamás aceptaría una negativa a su petición.

Pero había algo que Naruto no pensaba confesarle a ella, y era que la noche de la llegada del humano se había escabullido a su habitación con la intención de jugarle una broma dejando muchos pétalos de cerezo sobre su cuerpo mientras dormía. Grande fue el susto que se llevó cuando el humano se levantó de la cama con rápidos movimientos, y Naruto, quien ordenaba a los pétalos de flor a mantenerse sobre su cabeza cerca de la ventana de la habitación, terminó con el filo de una katana muy cerca de su cuello. La mirada amenazante de éste le produjo escalofríos, logrando que dudara seriamente de su propia invisibilidad, al punto de hacer que perdiera la concentración para mantener a las flores en el aire, que se precipitaron al suelo. En ese momento, Uchiha apartó la espada y miró al exterior a través de él, encontrándose con las flores de cerezo en el suelo. Luego levantó la mirada y Naruto creyó verse reflejado en sus ojos oscuros bajo el brillo de la luna de abril. Se sintió desnudo y levemente aturdido, debido a unos ligeros remolinos en su estómago.

Recordar aquello le hacía sentirse molesto consigo mismo. No tenía por qué sentirse intimidado por Uchiha, quien solamente era un humano mortal.

Naruto concluyó que le estaba dando demasiadas vueltas al asunto, así que, después de cruzarse de brazos, se acercó a Sakura, dedicándole a Uchiha una mirada que intentó ser amenazante, pero que no tuvo ningún efecto debido a que no era visible para él. Sintiéndose un tanto derrotado por lo vano de sus esfuerzos al intentar demostrar su valentía al humano, deseó por unos instantes que éste pudiera verlo. De todas maneras, Naruto elevó su cuerpo hacia las ramas de Sakura, formando un notable remolino de flores a su alrededor y se sentó en el lugar que creyó más cómodo.

—Ayer se puso a practicar técnicas corporales de defensa y ataque —le contó Sakura, como si no lo hubiese repetido ya muchas veces—. Mis raíces captaron sus pasos y los pétalos de las flores me permitieron sentir brevemente sus movimientos —comentó.

—Sí, sí —afirmó con desgana.

Naruto sintió un escalofrío recorrerle cuando vio al humano desenfundar su katana para admirarla durante unos minutos; recordar cómo se sintió hacía unas noches al tener su filo tan cerca de él no le era agradable. Se abofeteó mentalmente al recordarse que era un espíritu inmortal —con el poder de hacerse visible en bajo ciertas circunstancias— que no sufriría ningún peligro de morir a manos de un humano. Aún y así, la sensación estaba ahí y le revolvía el estómago nuevamente hasta el punto de hacer que sus mejillas se calentaran sin razón alguna. Tal vez se debía al calor. Eso que comenzaba a sentir, fuera lo que fuera, era algo desconocido que no terminaba por gustarle.

— ¡Ya va a comenzar! —exclamó Sakura, llena de excitación y removiendo sus ramas en consecuencia. Era un alivio que esta vez no corriera el peligro de caer nuevamente—. Tienes que verlo, Sasuke-kun es genial... Acércate más, idiota, luego me tienes que volver a explicar todo lo que él haga.

Haciendo muecas de disconformidad, Naruto gateó sobre las ramas para apoyarse en una que le daba una excelente vista de lo que el humano hacía.

Entonces lo vio.

Sasuke pareció comenzar a bailar al ritmo de una elaborada danza, acompañada de los movimientos llenos de fuerza con los que cortaba el aire gracias filo de la katana. Dio un paso adelante y embistió con ella, realizó, un corte horizontal; retrocedió y giró sobre sus pies, para dar un corte vertical. Los sonidos vibrantes de sus movimientos y su respiración agitada eran lo único que se escuchaba en el lugar.

Y a Naruto le fascinó.

Quiso contemplar a menor distancia aquél espectáculo, con sus ojos azules comenzando a relucir con admiración. Entonces gateó un poco más sobre las ramas más delgadas.

—Es increíble, Sakura-chan... —comentó.

Sasuke se detuvo un momento y nuevamente volvió a retomar el ritmo. Las flores de cerezo parecían danzar con él. A un lado, al otro; los pies descalzos del humano daban un paso y otro más, retrocedían y se adelantaban, giraban también. El aire era cortado en miles de pedacitos movimiento tras movimiento. No pudo evitar que su atención fuera totalmente atrapada por él.

Y Naruto quiso acercarse un poco más, sólo un poco...

—¡Deja de arrastrarte sobre mis ramas! —Asustado por el repentino grito de Sakura, Naruto respingó, perdiendo el equilibrio y cayendo de la rama, sin lograr aferrarse a ella ni a nada.

Su espalda chocó contra el suelo haciéndole soltar un quejido lastimero de dolor, por lo que le fue imposible levantarse al instante, y cuando creyó que al fin podría, su cuerpo se congeló.

Al levantar la mirada, Naruto cayó en cuenta de que tenía el filo de una espada en su cuello —muy, muy cerca— y que unos ojos oscuros le observaban fijamente. Ni siquiera había sido capaz de sentarse porque se encontraba con los codos apoyados en el suelo, con la espalda apenas erguida.

Tampoco era como si pudiese hacer otro movimiento. Se encontraba petrificado.

Sasuke Uchiha estaba frente a él.

Y...

— Dime quién eres.

...podía verle.

Aquello tenía que ser una pesadilla.

Notas finales:

Adiós a mis comentarios sin sentido de las notas finales, ugh.


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