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Bajo el árbol de cerezos por Shimysol

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Notas del capitulo:

AGRADECIMIENTOS ESPECIALES A ANKIN (en ff.net) PORQUE SIN SU AYUDA ESTA COSA NO SERÍA LEGIBLE.

Capítulo 3

Las flores se enojan

.

En unos instantes los latidos de su corazón incrementaron, incluso los sentía retumbar en sus oídos y en su garganta. Naruto recordó que necesitaba volver a respirar tras haber permanecido unos segundos que se volvieron eternos sin hacerlo, observando fijamente al humano y siendo observado de igual modo.

—Dime quién eres. —Se rompió el silencio.

Naruto respingó y ahogó un quejido de dolor cuando el filo de la katana le rozó la piel, cortándola ligeramente. Pese a eso, se negó a hablar.

—Dime quién eres. —Le exigió frunciendo el ceño. Su voz no podía escucharse más amenazante.

Naruto se mordió el labio inferior y dejó de prestarle atención al humano para ver por detrás de él el alarmado movimiento de las ramas de cerezo. Si no hubiera estado en esa clase de situación delicada, a Naruto le habría gustado hacer una rabieta e ir a quejarse a la vieja Tsunade de lo negligente que a veces era el comportamiento de Sakura, ya que si ella no le hubiese asustado, él no habría caído.

Lo único que podía explicar su actual visibilidad era la distracción. Desde que tenía memoria, Naruto siempre había tenido la capacidad de hacerse visible e invisible al ojo humano, pero como casi nunca se mostraba ante nadie debido a que estaba prohibido, su práctica para hacerse visible estaba casi olvidada (casi); indudablemente este había sido su error.

Frunció el ceño cuando escuchó la voz de Sakura en su mente:

—¡¿Por qué te quedas quieto?! ¡Escapa, idiota!

Cuando se dio cuenta de que Uchiha se giró levemente para mirar al mismo lugar que él, retrocedió un poco más atrás hasta que logró sentarse; aun así el filo de la katana volvió a estar igual de cerca cuando el humano regresó su atención a él.

—No tengo todo el día para perderlo contigo, así que responde: ¿Por qué caíste de aquél árbol? Estoy seguro de que no había nadie ahí —dijo y le dedicó una mirada intimidante desde su altura—. ¿Acaso eres un asesino? ¿Cuánto pagaron por mi cabeza? ¿Quién te envió? —Con cada pregunta expresada con frialdad, Naruto comenzó a enojarse.

No pudo hacer menos que ofenderse.

—¡El dinero es algo que sólo los humanos pueden codiciar! —gritó exasperado—. ¡Nadie más que los humanos matan por él! ¡Nadie más que ustedes! —exclamó, y ordenado por él, un remolino de pétalos apartó la espada con fuerza. Repentinamente su humor se vio igual de irritado que el de Uchiha.

—¿Humano?

—¡Idiota! —Escuchó la voz de Sakura—. ¿No ves que te estás poniendo en evidencia?

¿En serio eso era lo único que podía decirle? ¡Aaaaahhhggg!

Piensa en algo, ¡Piensa en algo!, se dijo.

—Tú... —Naruto le señaló con un  dedo, caviló una rápida excusa y luego dijo: — ¡Ah! Este es uno de los sucesos más traumáticos de tu vida, así que solo te queda olvidarlo ¡Haz como si nunca me hubieses visto! O... O... ¡Te perseguiré en tus pesadillas...! —Exclamó, con cierto dramatismo exagerado que aprendió de Kiba—.  Uuuhh~ uuuhh~ uuuhh~ —Movió los dedos de ambas manos hacia adelante tratando de ponerle más realismo. Luego, cuando creyó que ya había hecho suficiente para asustar al humano, levantó ambos brazos hacia el cielo, elevando también a las flores de cerezo esparcidas en la tierra.

Un remolino rosa se formó a su alrededor, y Naruto no se detuvo a pensar en el espectáculo que estaba dándole al humano con su acciones, ni de lo ridículas que habían sido sus palabras. Cuando las flores dejaron de arremolinarse hasta finalmente caer de manera grácil al suelo, Naruto suspiró, sintiéndose cansado por haber abusado de su poder en la manipulación de éstas. Confiando en que su estado de invisibilidad estaba restaurado, Naruto se arremangó las mangas del yukata dirigiéndose hacia Sakura —e ignorando al humano al pasar por su lado—, dispuesto a discutir con ella por un trato mejor ¡Es que no era posible que fuera así de desconsiderada! ¡Hinata-chan  siempre trataba con cariño al pulgoso de Kiba! (1)

—¡Alto ahí!

Naruto abrió los ojos más de lo normal, sorprendido nuevamente. Se giró de manera brusca y vio al humano detrás de él, sosteniéndole de la muñeca e impidiendo que siguiera caminando.

¿Cómo era posible?

¡No! Nononononono.

¡Se suponía que ahora era invisible!

—Quién... ¿Qué eres? —La intensa mirada hizo que Naruto se sintiera desconcertado.

Sí, esa era una buena pregunta, pero ni siquiera podía respondérsela a sí mismo.

¿Cómo es que aún podía verle?

La frustración le invadió; jamás había estado en una situación como esa. Era algo nuevo, y Naruto no sabía cómo reaccionar cuando se vio arrastrado por el humano y obligado a caminar. Él era fuerte, pero jamás había usado la manipulación de flores de aquella manera; normalmente sólo las usaba cuando su pereza por escalar el árbol le hacía elevarse con ellas, además estaba el pequeño —ligero— detalle de las prohibiciones... ¡Las prohibiciones! Se había olvidado por completo de ellas.

No toques a los humanos.

No te muestres a los humanos.

No hables con los humanos.

Oh, rayos, ¡Oh, rayos!

Naruto estaba en serios problemas.

Por alguna razón que desconocía el toque de los humanos hacía que los seres como él se debilitaran —o eso le había dicho Sakura, brindándole poca información pero muchas prohibiciones—; antes no se lo había creído, pero ahora había comprobado en carne propia que era verdad. Su piel hormigueaba por el toque y parecía debilitarse ¿Acaso tenía una especie de adormecedor en sus manos o qué?

Molesto, vio que el humano le llevaba hacia las casas ubicadas en la parte delantera del territorio; reticente, en ningún momento dejó de resistirse a seguirle los pasos.

—¡Suéltame, bastardo Uchiha!

El humano se detuvo y por ende él también; sin embargo, no se giró a verle.

—Ya me dirás cómo es que conoces mi apellido.

Y volvió a caminar, y Naruto volvió a resistirse, aunque cada vez con menos ímpetu.

En verdad le hubiera gustado hacer un berrinche de aquellos que veía hacer a los niños humanos para conseguir lo que querían; pero no se sentía con ánimos (y algo le decía que eso no funcionaría). También estaba la opción de golpear al humano, pero no, Naruto nunca vio la violencia con buenos ojos, a diferencia del bastardo Uchiha que le apretaba la muñeca con fuerza. Maldito humano.

—Tal vez alguien te reconozca —habló Uchiha para sí—. Esta aldea no es lo suficientemente grande como para que los habitantes sean indiferentes entre ellos.

Naruto se vio tentado a gritarle que él nada tenía que ver con otros humanos y que se podía meter sus deducciones por donde mejor le cupieran. Pero en el momento en que tiró de su mano para librarse del agarre, escuchó una voz desconocida.

—Sasuke Uchiha.

Y se congeló cual estatua, olvidándose incluso de respirar. Ese... Ese había sido otro humano.

No importó cuánta fuerza tuviera Uchiha, una vez que Naruto se detuvo y sentó en el suelo cual bolita, no lo pudo mover ni un poco.

Rodeó sus piernas con su brazo izquierdo y hundió la cabeza entre sus rodillas; sin embargo, su muñeca derecha aún estaba prisionera entre la mano blanquecina del humano.

—Nara...

—Necesito retirarme a mi casa —interrumpió a Uchiha—. Mi viejo mandó a llamar por mí. El hijo de mi maestro está por nacer y mi madre, como partera del pueblo, necesita que la ayude —soltó un bostezo.

Naruto levantó la cabeza lentamente y con lo primero que se encontró fue con los ojos oscuros del humano Uchiha. Le mostró los dientes, gruñendo y amenazante, a pesar de encontrarse en una situación peliaguda. Luego, Naruto le prestó atención al otro humano que estaba delante de ellos y que, para su sorpresa, no parecía reparar en su presencia. La curiosidad por saber cómo es que Uchiha podía verle y el otro humano no, evitó que se diera cuenta del momento en que su muñeca derecha se vio libre. Se trataba de Shikamaru Nara. Algunas veces Naruto se había dado el tiempo de espiarle, pero se aburría de verle bostezar cada dos minutos y disfrutar de un extraño juego llamado shôgi.

Saber que no era visible para él representó un ligero alivio, aun y así, notó cuando Uchiha asintió.

—Bueno, me voy. —El otro humano se giró y se mantuvo quieto, dándoles la espalda—. Por cierto, Chouji ya dejó preparada la cena y regresará al amanecer. Hoy es el día libre de Ino y también el de Temari, ellas acaban de irse. Por el momento nadie más se encuentra en el lugar y yo regresaré mañana —dijo.

Comenzó a caminar, y así tan rápido como había aparecido, se fue, perdiéndose al doblar una esquina de la casa principal.

Naruto sonrió feliz por saberse libre de la presencia de ese humano, hasta que al girar la cabeza se encontró con Uchiha mirándole. No perdió el tiempo y le mostró la lengua, burlesco, queriendo reírse de su tonto intento por llevarle ante otros; no obstante su sonrisilla traviesa quedó congelada en su rostro cuando Uchiha levantó una ceja, interrogante, y le miró con altanería y una media sonrisa ser dibujada en sus labios.

Sólo entonces Naruto cayó en cuenta de que su muñeca derecha estaba libre y que aún se encontraba sentado sobre la tierra abrazando sus piernas. Podría estar a muchos metros de distancia de él, pero no, se mantenía ahí, quietecito y sin mover un sólo músculo como si hubiera estado esperándole.

Naruto frunció el ceño, enojado consigo mismo por ser el único causante de esa situación vergonzosa, porque sí, lo era.

La sonrisa cínica que Uchiha le dedicaba parecía echarle en cara su desliz y estupidez, mostrándose superior y dejándole el mal sabor de la inferioridad en la boca.

¡Ah, qué irritante!

Naruto acomodó su posición sentándose con las piernas cruzadas. Refunfuñando, se cruzó de brazos y renegó en susurros, evitando deliberadamente ver a Uchiha.

—¡Humano bastardo! —se quejó.
Ahora resultaba que no sólo Sakura y Kiba se divertían a su costa, si no que el humano también.

—Sí —Uchiha llamó su atención—, soy lo que llamas un humano, ¿Pero qué eres tú? —Le miró con las sombra de una sonrisa prepotente.

Ya no se veía irritado, ni daba muestras de querer obligarle a levantarse y caminar.
La respuesta de Naruto fue automática: volvió a mostrarle los dientes, amenazante, cual animal salvaje acorralado, como si aquella reacción fuera natural en él, y tal vez lo era.

Naruto podría tener muchas razones para mostrarse esquivo con el humano y así evitar responderle ya que no era su obligación, pero no, no le respondió porque no sabía qué decir.

¿Qué era Naruto?

¿Qué soy?

Apartó la vista con incomodidad. Repentinamente un sentimiento de frustración le invadió y se sintió enojado sin ninguna razón.

¿Qué soy...? Sakura-chan nunca quiso decírmelo.

Descruzó los brazos, dejándolos caer a los lados de su cuerpo. Sus dedos se cerraron en puños abarcando un poco de tierra, apretándola hasta hacerla desaparecerla en su palma, manteniendo la cabeza gacha y con un vacío comenzando a expandirse en su pecho; sin embargo, levantó la cabeza, sorprendido, cuando escuchó los pasos del humano que le daba la espalda y se marchaba.

Naruto respingó cuando le vio girar la cabeza levemente para ser observado de refilón, más el humano no se detuvo, y le vio perderse al ingresar en la casa principal, causándole cierta ansiedad con su extraño comportamiento.

Momentos antes estaba por llevarlo donde los humanos ¿Acaso no había apretado su muñeca y hablado acusatoriamente, tratándolo como si fuese un vil asesino? ¿A qué se debía ese repentino cambio de parecer?

Vaya humano más raro.

Se levantó, sacudió sus ropas y comenzó a caminar sin problemas, notando que en realidad no se sentía nada debilitado. Sus pasos siguieron el sendero que le llevaría donde la vieja Tsunade. Tenía algunas preguntas que hacerle y sabía que ella le contestaría más de lo que Sakura haría.

Lo acontecido con el humano parecía sólo parte de una alucinación o una fantasía de su imaginativa mente, pero no lo era. El calorcillo alrededor de su muñeca derecha, los rastros de sus reacciones ante ese tipo de experiencia y la creciente sed de curiosidad por saber —que creía olvidada—, por buscar respuestas que Sakura tantas veces le había negado, estaban grabadas en Naruto. Y todo gracias al humano raro.
Por ahí donde sus pies tocaban, vegetación crecía.

La figura de Naruto se esfumó al entrar al bosque que se encontraba al final del territorio Uchiha, dejando tras de sí partículas que brillaban cuando la luz del sol se extinguió en el oeste.

.

Notas finales:

Notas:


(1) Sólo quería hacer más evidente mi insinuación de KibaHina, gracias por su atención.


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