-Kanou, q-quiero ir a casa, pero…- algo le impidió terminar aquella frase, la incertidumbre. Quería terminar de hablar pero realmente no podía, sería demasiado egoísta de su parte ¿cierto?
-Lo entiendo, iré un momento a la habitación, en cuanto despierte te llevaré a tu casa- le dio un tierno beso en la mejilla al oji-azul, apenas duró 4 segundos, pero realmente fue tan precioso ese instante, hubiese querido que durase mucho más, tal vez era esa la última vez que podría estar junto a él.
Pero… por favor, quiero regresar aquí, contigo – eso era lo que quería decir, pero la timidez del pequeño lo detuvo, si tan sólo lo hubiera dicho, todo habría sido diferente, sus destinos seguirían entrelazados, de verdad, si tan sólo lo hubiera podido decir.
Ayase se quedó de pie, observando aquella puerta que conducía a la habitación donde Kanou había entrado, una humedad cálida comenzó a recorrer su bello rostro, sólo podía llorar.
Mientras tanto, Kanou disfrutaba del roce de las sábanas con su cuerpo, estaba descubierto de la parte superior, pero sus pensamientos simplemente no le dejaban descansar por completo.
Dicen que si amas a alguien debes dejarlo ir, pero también debes darle razones para quedarse. ¿Qué podría decirle a Ayase? La única razón por la seguía con él era por la fuerza ¿Qué le podía ofrecer a su amado, a su único amor? Sólo le daba dinero a cambio de tener sexo con él. Realmente no era suficiente, nadie se quedaría por eso, nadie. Jamás se había sentido tan torpe, tan poco necesitado. Fue interrumpido cuando la puerta de la habitación se abrió tímidamente.
-A-Ayase ¿qué sucede?- y quedó sorprendido al observar que el pequeño tenía sus ojos rojos- ¿por qué lloras? Ya te dije, sólo descansaré un poco e inmediatamente te llevaré en mi auto, así que no te preocupes- se incorporó de la cama y fue hasta su amado, le rozó suavemente el hombro.
-K-Kanou, ¿puedo dormir yo también?
-Claro, ven- y se dirigió hasta su cama, justo al pie de ella para acomodar las sábanas. Acabado esto, se dirigió a la puerta –Iré al sofá mientras tanto, tú quédate aquí a descansar- antes de salir, una delgada mano detuvo su camino, el rostro de Ayase se encontraba en la ancha espalda de Kanou, estaba aferrándose a este.
-Tranquilo Ayase, te lo he dicho, así que descansa-
El pequeño no pudo hacer más que aferrarse con más fuerza, no quería soltar a aquella persona
-Q-Quédate, por favor, sólo hasta que me duerma-
Kanou sonrió levemente, y tomó al oji-azul entre sus brazos, lo cargó y lo llevó hasta la cama, colocándolo delicadamente sobre ella, como si fuese a romperse aquella criatura. Se acostó junto a él, con cuidado de no tocarlo. Al principio fue difícil, pero el pequeño concilió el sueño, Kanou simplemente se dedicó a observarlo y apreciar a aquel que pronto se marcharía. A aquel que jamás fue suyo.
La noche fue transcurriendo, hasta que Ayase despertó, eran las 2 am, y al percatarse, vio que estaba abrazando a Kanou, así que esa era la razón de aquella calidez. Quería quedarse así por más tiempo, comenzó a observar detenidamente a aquella persona que lo mantenía ahí, realmente era tan varonil, sus labios, su perfil, su nariz…y una vez más sus labios.
Y antes de darse cuenta, el oji-azul cerró sus ojos, acercándose cada vez más y con cautela a los del otro… por favor, quiero seguir a tu lado- fue lo único que pudo pensar mientras sus labios se juntaron en lo que sería el primer beso de Ayase, el primero que daba por su voluntad, porque quería…