Ayase despertó, sabía lo que tenía que hacer. Lentamente se incorporó de aquella suave cama, se puso su ropa con mucho cuidado y así salió de aquel cuarto, no sin antes darle un vistazo y apreciar la hermosa vista que le ofrecía el mayor, era tan masculino.
Se encontraba ya en la calle, eran alrededor de las 06:00 am, el sol aún no salía. Llegó al lugar donde vivió una vez hacía mucho tiempo. Entró cautelosamente, sólo quería saber si todo estaba en orden, realmente sólo quería eso, saber que todo seguía como antes en su ausencia. Comenzó a recorrer aquellas habitaciones que ya eran diferentes, casi desconocidas, en efecto ya todo estaba vacío, sabía que nadie le esperaría en casa pero aun así quería visitar aquel lugar por última vez, recordando que su primo vivió algún tiempo con él.
Comenzó a recoger algunas prendas que seguían ahí, y para su sorpresa se encontró con una moneda de ¥5, tal vez sería de la suerte, así que la guardó y salió de aquel lugar. Al cerrar la puerta una sombra lo cubrió, antes de poder voltear una mano le cubrió la boca
-Así que al fin llegas, empezaba a preguntarme cuándo te vería
Era un amigo de Tetsuo
-¿Sabes? Tu primo no deja de acumular deuda tras deuda y bueno, no es que le deba mucho a mi jefe pero supongo que por una vez será suficiente ¿cierto? Así que sólo tienes que hacer lo que mejor sabes hacer, abrirte de piernas cuando lleguemos con mi jefe.
Todo se nubló, le había dado un golpe para dejarlo inconsciente. Cuando despertó se encontraba en algún lugar subterráneo, había charcos en todas partes, el olor de ahí era desagradable, sus manos estaban atadas, al menos no lo habían drogado.
-No puedo creerlo, no otra vez, ya no quiero seguir viviendo esto, Kanou. Kanou por favor, ven, sálvame-Pensó el pequeño, sus lágrimas comenzaron a recorrerle el rostro hasta tocar el suelo, tenía mucho miedo pero también sentía una rabia inmensa porque no podía hacer nada.
-Este chico en verdad me gustó y ni lo he tocado, dile a Tetsuo que con esto ya su deuda está pagada, con una vez que me corra dentro de este chico será perfecto, incluso estoy pensando en compartirlo con ustedes- y de la oscuridad salieron otras 3 personas, todos hombres, dos adultos de aproximadamente 40 años, y un joven de unos 25 años. Ayase sentía la lujuriosa mirada de cada uno de ellos, sólo pudo agachar la cabeza y pedir que Kanou lo encontrara.
Uno de ellos se acercó y salvajemente le quitó sus prendas, Ayase lo pateó, generando que el otro se enfadara, tomándolo de sus cabellos para comenzar a besarlo bruscamente, su grotesca lengua comenzó a recorrer el interior de su boca, era asqueroso, tan húmedo, de repente el otro mordió los labios de Ayase generando que un hilillo rojo comenzara a descender hasta la barbilla del oji-azul.
El jefe se acercó para lamer aquel líquido rojo
-Si prometes ser bueno, no te haré daño pequeño, aunque me han dicho que ya estás acostumbrado a que te traten así, la verdad no veo por qué llevar un protocolo contigo.
La peor pesadilla de Ayase comenzó, cada uno de los hombres estuvo dentro de él, no parecían estar satisfechos, pedían más. El pequeño suplicaba que parasen pero nadie le oía. En eso, aquella mirada se volvió sombría, sin brillo alguno se incorporó y comenzó a caminar hacia el jefe, se sentó en sus piernas y comenzó a lamer su oreja
-¿Quieres otra ronda?
Rápidamente Ayase lo mordió, se puso de pie y comenzó a correr hacia lo que parecía la salida, tropezó y sus rodillas comenzaron a sangrar, no importaba. Se volvió a incorporar para seguir corriendo, de repente se paró en seco, sus ojos volvieron a humedecerse, agachó la mirada y en efecto, lo habían herido, el brillo de una navaja opacada por un líquido rojo. Sólo pudo arrodillarse pues el dolor y cansancio lo estaban venciendo.
-¿A dónde crees que vas?- cuestionó el amigo de su primo –y justo cuando a te íbamos a liberar haces eso, mi jefe tendrá el placer de matarte ¿cierto?- Ayase levantó la mirada y ya estaba ahí delante la persona a la que había mordido
-Cierto, no soporto a las personas como tú, esto era un negocio y lo arruinas- se agachó para estar a la altura de Ayase – así que debes de pagar con intereses- Tomó la navaja y volvió a penetrar al pequeño con ella
-¡Ahhh…!- fue lo único que pudo exclamar el oji-azul, aquel dolor punzante, el calor de su sangre recorrer su piel, se sentía abandonado, realmente, Kanou no había podido encontrarlo pero por una vez en su vida Ayase había sido valiente, no salió como lo planeaba, pero lo había logrado.
Una leve sonrisa se asomó en aquel dañado rostro
-Kanou, lo logré, pude ser tan valiente como tú. Por favor, no me odies-pensaba esto mientras veía cómo todos sus agresores se iban. Cuando al fin estuvo solo, su llanto comenzó a escucharse, no podía cesar, iba a morir en aquel lugar, su sangre era lo único que le brindaba calidez, pero no había nadie a su lado. Sus ojos comenzaron a cerrarse.
-¡Ayase!
El oji-azul volteó, alguien pronunciaba su nombre, sus ojos se iluminaron, reconocía aquella silueta…