Cap. 9.- Entrega total.
30 de agosto:
La pelirroja había decidido atacar en un día más, Alice había visto al tal Riley que había desaparecido hace tiempo en Port Angeles tomar la decisión.
Edward había sugerido que yo me marchara un día antes a las montañas, separar a Victoria de su ejército en lo cual tuve que estar de acuerdo con él ya que al final lo había convencido de que me usaran como carnada, pero también habría que encubrir ni olor, ya que resultó que éste era increíblemente diferente al de mis hermanos, es como dulzón pero con un olor a perro mojado según Rosalie; pero de ella no me fío mucho.
Es por ello que después de dejar un rastro con mi olor hacia el claro donde pretendíamos que fuera la batalla nos vemos silenciosos en espera de Sam y... Paul. Sé que no es el mejor momento para colocarnos como equipo, se supone que sería Seth quien nos ayudaría hoy, pero a petición de Leah, su hermano se quedara conmigo y Edward lejos del tumulto, así que Paul se ofreció a llevarme hasta donde pasaría la noche, que me resguardaría pese a todo... Incluso de mi imprima.
-Jacob- es la voz de Sam la que me saca de mi ensoñación, es mi líder después de todo-es hora, Paul te llevará.
Veo a Edward tensarse, sé que no le agrada la idea, pero lo bueno es que puede leer mis pensamientos y logro calmarlo, diciéndole que yo necesito hablar a solas con mi amigo y segundo al mando, es por ello que accede principalmente al verme cargado por él al estilo princesa para alejarnos hacia el campamento improvisado.
-Paul… yo- decido hablar al notar que ya estábamos lo suficientemente lejos de los demás.
-Jacob, si me vas a decir algo acerca de tu relación con ese chupasangre, lo mejor es que no me digas nada. Es suficiente con saber que no me quieres y que solo seremos amigos.
Me quede callado al saber que no quería escucharme… pero ¡Con un demonio!, soy Jacob Black y jamás me he comportado como un niñito pequeño.
-Paul, te vas a callar y me vas a escuchar, no me importa lo que decidas.- solté un suspiro, bien ya íbamos por buen camino- veras, tu eres mi amigo, aunque haya pasado todo esto y estoy seguro que me deseas la felicidad tal y como yo la deseo para ti.
Se detuvo en medio de la montaña, lo mire fijamente, sabía que mis palabras le habían llegado y que ahora todo dependía de lo que me contestara, pero se comenzó a reír haciéndome sentir estúpido por lo que estaba pasando. Paul me miró fijamente y separo uno de sus brazos de mi cuerpo para sacudirme el cabello, a lo que yo solo le empuje un poco el pecho para que se tranquilizara y me acomode el peinado con una mueca pero la risa pudo más conmigo y comencé a reír con mi amigo.
-hay que apurarnos- menciono un poco más calmado- tu padre me pidió ayuda para acomodar la habitación de tus hermanas, Rachel llega en una semana y quiere todo listo.
-Vamos
Respondí un poco más calmado, ahora todo volvía a ser como antes, aunque con un poco de incomodidad, pero que podremos soportar.
Cuando llegamos a la cima Edward ya nos esperaba ahí. Paul me poso delicadamente en los brazos del vampiro y me besó la sien, me guiño un ojo a lo que me reí cuando Edward gruño ante nuestra actitud, solo palme el hombro de mi novio para despedirme de mi amigo lobo que se convirtió y se fue corriendo.
-basta gruñón-reclame a Edward-sabes que lo hacemos para hacerte enfadar, no me interesa que mi imprimación sea un celoso posesivo, de ser así me iría a buscar a otro novio
-Jacob Black, tu no leíste sus pensamientos y yo jamás te dejaría ir por otro ya sea vampiro, lobo o humano; no ahora que eres mío.
Nos adentramos en la carpa que había colocado y en la cual pasaríamos la noche en espera de la batalla del día siguiente.
Nos entretuvimos durante horas mirando las nubes y después las estrellas antes de que la tormenta se avecinara, Edward me recito poesía que se sabía de memoria en mi oído para que tomara una siesta mientras nuestros cuerpos se posaban en la nieve blanca, logrando que solo mi boca interrumpiera la suya mientras decía palabras cursis que nunca había escuchado en mi vida tan corta, pero con la suya eran recuerdos preciados.
La tormenta clamó a nuestro alrededor, como si quisiera vernos acurrucados uno al lado del otro en esa pequeña casa de campaña, en la que los besos aumentaron poco a poco al ser conscientes de que queríamos más del otro… saborear y tocar algo mucho más que lo dulce y eterno. Edward se posiciono sobre mi cuerpo, nuestras temperaturas chocaron al ser tan diferentes, pero que perfectamente nos complementaban. Las ropas fueron desapareciendo, esparciéndose como hojas de los árboles en otoño.
Besos, lamidas, jadeos… la sincronía de nuestras respiraciones aumentadas y el paro abrupto de la actividad cuando Edward tomo conciencia de lo que hacíamos.
-sigue… quiero entregarme a ti.
Fue lo único que salió de mis labios acercando sus labios nuevamente a los míos que ansiosos los esperaban.
-Pero…
-No me harás daño, no lo sentiré. Quiero entregarme voluntariamente a la persona que amo ahora que soy vulnerable… deseo intensamente saber que no estás tú conmigo por obligación al estar así o por la imprimación
-Jacob
Susurró mi nombre y su aliento se volvió a ser uno con el mío
-“vampiro asaltacunas” – fue lo que pensé en medio del beso que me dejaba sin aliento- “hazlo ahora o no dejare que le quites la inocencia a este lobo feroz antes de que llegue caperucita”
Mi pensamiento fue lo suficiente para que se riera y me entregara todo de su ser al mismo tiempo que yo lo hacía con el mío.