Cap. 10.- Guerra.
31 Agosto:
Fue un despertar un poco helado, debido a que Edward aun me mantenía estrujado entre sus fríos brazos que me llenaron de sensaciones tan intensas la noche pasada. Me había intentado acurrucar más en su duro pecho de granito cuando recordé el hecho importante que me había llevado a la cima de una montaña el día anterior, y que lamentablemente este no había sido un romántico despertar.
- opino que deberías dormir una media hora más Jacob- su voz susurrando en mi oído me hizo estremecer al grado de que mi obsesivo vampiro me apretujo más hacia si intentado darme calor, lo cual no resultó.
- bien, rey del hielo- respondí inmediatamente- aunque en realidad ya no podría volver a los brazos de Morfeo si estoy tan cómodo entre estos.
Su risa apagada contra mis cabellos me hizo sentir seguro y conforme con la vida que había llevado hasta ahora. No me importaba mucho si moría hoy, con estas acciones siento que ya estoy en el paraíso.
-“Kwop kilawtley”
Fue lo que pensé en cuanto nos besamos nuevamente y me di cuenta de que eso era lo que quería. Para lo que me restara de vida.
- ¿Qué fue eso Jacob?- me cuestionó después de que me poyara nuevamente en su hombro, tratando de esconder mi sonrojo entre nuestros cuerpos.
- ¿Qué fue que?- fue mi turno de responder haciéndome el inocente, aunque sabía perfectamente a que se refería; a lo que él solamente bufo besándome la frente - te lo diré en algún momento… a menos que lo descubras primero.
No necesitaba poseer su don para saber que había puesto los ojos en blanco, a lo que me reí descaradamente en su cara antes de que me atacara nuevamente con esos labios finos con sabor a mentol que me fascinaban. Será la única vez que lo admita, pero me estoy convirtiendo en un estúpido cursi.
Este era un momento grato que compartía con el alma que estaba destinada a amar antes de que una guerra inminente posiblemente nos llegue a separar.
*
Continuar con lo que teníamos planeado es todo lo que podemos hacer por el momento, aunque si pudiera viajar al pasado yo mismo no lo hubiera arruinado y la estúpida pelirroja ya estaría muerta. Así no tendría por qué preocuparme de que alguien puede resultar herido por mi maldita fortuna con respecto a los inmundos chupasangre y sus leyendas.
Debido a que mi movilidad es prácticamente nula solo puedo estar sentado mientras Edward y Seth hacen guardia frente a mí, como si yo fuera una damisela en apuros, lo cual me hace bufar molesto; Edward solo me mira por un momento al haber leído mi mente para después mandarme una cálida sonrisa que no hace más que empeorar mi estado de humor, así que solo me cruzo de brazos desviando mi mirada de mis caballeros andantes.
La risa de Ed debido a mi comentario es contagiosa, solo la mirada curiosa de Seth que no sabe que es lo que pasa logra calmarme un poco, y cuando estoy por contarle nuestro secreto un susurro abrupto me hace callar para concentrarme.
Estúpido, esto no es un juego y aun así nosotros nos reímos como si nada… como si una guerra no estuviera a punto de desatarse.
Edward se coloca instintivamente junto a mi posición mirando a todos lados, atento con su prodigiosa visión y oído, así como con su don.
-Está aquí- es lo único que susurra sin dejar de estar alerta.
El gruñido de Seth me saca de mi ensoñación al momento en el que dos figuras se acercan hasta nuestra posición. El fuego de su cabello podría reconocerlo a kilómetros de distancia junto con su hedor a muerte; pero el efluvio del chico es nuevo para mí, puedo sentir la confusión en su aroma. Él no quiere hacer esto.
-Victoria- susurro su nombre con desprecio y ella me sonríe como si fuéramos viejos conocidos que no se habían visto hace mucho, intentándome saludar con su brazo, el que no tenía mano. La cual se encontraba en el fondo del mar en este momento.
-Jacob- su voz susurrante y amenazadora se coló por mis oídos, como si me incitara a seguirla – mi viejo amigo… he venido a saldar una deuda contigo.
Edward y Seth gruñeron ante su comentario.
Ninguno de los tres separó la vista de las dos amenazas que se cernían sobre nosotros, no sentíamos miedo, sino con la necesidad de acabar con la amenaza.
Debió ser un pensamiento el que impulso a Edward atacar a la pelirroja mientras que Seth se abalanzaba contra su compañero… Riley, lo reconocía por el boletín que había visto más de una vez adornando las calles de Port Angeles.
Yo solo me podía dedicar a observar lo que ocurría desde mi posición en el suelo cubierto de nieve, ya que mi silla de ruedas se había quedado al pie de la montaña. La furia embargaba mi cuerpo, pero no podía transformarme y empeorar mi estado, ni siquiera por la venganza, ya que la culpable se encontraba a solo unos metros de mi posición luchando contra mi novio.
Me arrastre hacia atrás, hasta chocar contra una pared de hielo sólido, adornado con estalactitas que peligrosas colgaban del techo, no le las iba a dejar fácil.
El sonido de piedra rompiéndose llamo mi atención, así que solamente pude vislumbrar a Seth acabando con el chico. Me sentí culpable, sus padres rogaban cada día para poder encontrarlo pero la verdad era que ya nunca podrían volver ver su rostro ni abrazarlo, pero era él o mi familia.
Victoria se encontraba acorralada, su pequeño triunfo tendría que esperar.
-si no soy yo… ellos vendrán por ti.
Fue su amenaza antes de darse la vuelta he intentar correr. Apoye mi mano en el muro de hielo, la cual resbalo dejando un corte por la palma de mi mano izquierda, dejando correr mi sangre, manchando el paisaje blanco de un intenso carmín mientras que su olor se esparcía por el aire.
Ignorando el dolor observe el como la llamarada que era su cabello se agitaba sobre su cabeza al regresar a verme, con esos ojos inyectados en oscuridad. Su cuerpo se movía con agilidad etérea hacia mí, sabía que no podía escapar, hasta que el cuerpo de Edward se impactó contra el de la vampiresa mientras Seth corría a ayudarlo aunque cojeara de una pata, a cual se recuperaría en unos minutos.
Ese fue el último momento de vida de nuestra grande amenaza, antes de que Edward encendiera los cuerpos de los dos chupasangres, vendara mi mano que se recuperaba lentamente y volver con los demás hacia el claro donde se llevó a cabo la verdadera batalla.
Restaba un kilómetro para llegar con los demás cuando Edward se detuvo.
-algo va mal- fue lo único que confirmó antes de que con cuidado me posara sobre el lomo de Seth y le ordenara – llévalo a La Push y no te detengas, los alcanzare más tarde.
Ambos lo miramos preocupados mientras tomaba nieve y la esparcía por su cuerpo.
-Edward no creo…
-Jacob, no entiendes, los Vulturi se acercan y no deben saber nada de ustedes-mencionó preocupado para después con voz cariñosa pronunciar- te veré más tarde mi lobo feroz.
Yo solo pude ruborizarme antes de sujetarme adecuadamente del pelaje de mi amigo.
-bien, pero si se te ocurre no regresar te buscaré y conocerás como soy enojado.
Seth y yo nos alejamos hacia su casa que era la más cercana, mientras podía oler el miedo en el efluvio de mi amigo y la desesperación en el de Edward.