Cap. 4.- Yo te pienso
8 de julio:
Ha pasado una semana desde aquel hecho que me desconcertó, tal parece que Edward me evitaba a toda costa desde lo ocurrido en su habitación y con tal de seguir cumpliendo su objetivo Seth y Leah estaban conmigo todo el día, hasta que era tiempo de dormir.
Casi ya no veía al vampiro y ese hecho hacia que en el estómago sintiera vacío, como si hubiera algo importante que me faltara, así como los escasos segundos que lo veía sentía que era la gloria y que miles de farolillos flotaran al rededor. Y aunque trataba no pensar mucho en ello, siempre volvía a mi como una oleada de sentimientos abstractos que se me apetecían insufriblemente encantadores.
Las semanas pasaron lentas y tortuosas, mis hermanos quileutes ahora rondaban más cerca de aquella casa en la cual aún me tenían prisionero, mientras la policía buscaba pistas que sabía nunca iban a encontrar, las desapariciones seguían y con los "osos" que rondaban en el bosque nadie estaba seguro en Forks.
Y yo solamente sabía que Edward estaba en casa por su olor a mi lado cada vez que despertaba, y por las melodiosas notas que emanaban de la casa cada vez que yo estaba con alguno de la manada. Lo sé, durante este tiempo solamente me he preocupado de ese insufrible vampiro; ya que siempre estaba pensando en él y cuando no recordaba ni su nombre la sensación de confort entre sus brazos fríos se hacía presente en mi piel, estremeciendo mis sentidos.
Tal vez una afrenta sería lo mejor y después de eso todo volvería a la tranquila vida de odio que llevábamos antes del incidente con aquella pelirroja. Y estas extrañas sensaciones desaparecerían inevitablemente, volveríamos a lo básico.
En la enorme casa solamente nos encontrábamos él y yo, la familia había salido a cazar o simplemente habían insinuado ir a una cabaña, por otro lado los lobos seguían a los alrededores, aguardando pero sin acercarse demasiado y tanto Leah como Seth se habían ido hace unos minutos.
Música salía de las paredes de la mansión así que desde mi posición privilegiada en el cuarto de Edward podía escuchar perfectamente el piano siendo tocado con maestría innata. Baje cuidadosamente las escaleras procurando hacer el menor ruido de todas formas ya sabía que me había escuchado, solamente no quería interrumpirle más de lo necesario ya que la melodía era excesivamente hermosa. Al entrar al salón lo observe tan concentrado que solo atine a recargarme en el marco de la puerta, como esperando una invitación y cerré los ojos. Pasaron aproximadamente quince minutos cuando los terminó la interpretación.
-sí que te gustó Jacob-dijo mirando fijamente las teclas-¿La reconoces?
Yo solo negué con un movimiento de cabeza.
-la he repetido cinco veces... Solo para ti-hizo un ademán con la mano para que me sentara a su lado, al cual yo obedecí como oveja al matadero, mientras él continuaba con su monólogo- la original es en violín, que sin dudas es majestuosa, pero yo solamente se tocar el piano, no alcanzó el nivel del violinista del diablo.
-pero aun así... Fue hermosa, jamás la había escuchado en mi vida pero siento como si la conociera. ¿Cómo se llama?
Mi corazón latió a un ritmo anormal por la cercanía de ambos, pero jamás pensé en ello. Si yo aún no defino lo que siento, no quería que el vampiro se enterara.
Sentí movimiento por su parte así que voltee a verlo quedando nuestros rostros a centímetros, mi mente se vacío.
-Io ti penso amore- Susurró contra mis labios, sintiendo su aliento llegar a los míos- así se llama, debes escuchar la letra que acompaña a la música...
No sé qué fue lo que me impulsó, pero... Con un suave movimiento, como si fuera un suspiro aminoré el espacio entre ambos besándole la comisura de sus finos labios, separándome inmediatamente para mirarlo fijamente a la cara, pero antes de cumplir mi cometido Edward juntó está vez nuestros labios.