Odiaba su pésima memoria y la poca o nula atención que llegaba a poner a las cosas, sabía que esa noticia y esa amenaza eran similares a las que aparecieron en sus sueños, pero, no recordaba ni un detalle de aquel kaijin.
Maldecía internamente al no recordar mas nada de aquella amenaza y si lo pensaba bien, podría ser una simple pesadilla, ya que día a día existían ataques de kaijin de todo tipo. Solo le resto importancia al asunto, sintiendo esa espina clavada en su mente por más que quisiera ignorar esa terrible pesadilla.
El ruido en la cocina lo distrajo de toda esa maraña de pensamientos, giro su rostro en dirección a todos esos sonidos y vio como el rubio salía de ese lugar cargando un gran plato de papas fritas “su comida favorita”, podía ver esa sonrisa dulce que portaba su discípulo al haber preparado con éxito la comida que tanto amaba su sensei. Extrañamente su estomago dolía y no entendía porque ¿será hambre? Esperaba que sí.
Se levanto de su lugar y camino en dirección al rubio ofreciendo su ayuda para acomodar la meza y que ambos pudieran comer con tranquilidad, el rubio acepto apenado la ayuda y se dispuso a terminar lo que restaba de los alimentos. Si lo pensaba muy bien, existían momentos en los que ambos parecían como una parejita de recién casados “Gracioso ¿no?”.
Ignoro por completo la similitud que tenía toda esa situación con lo que había visto en sus sueños. Ya estaba enloqueciendo por todo el aburrimiento que cargaba todos los días de su vida “tal vez sea bueno cambiar la rutina” así podría evitar soñar esas tonterías para no sentirse preocupado, odiaba eso para ser honesto.
Ambos terminaron de colocar la meza y se dispusieron a desayunar tranquilamente, platicaban entre comida o más bien genos hablaba sin parar y Saitama lo escuchaba por primera vez muy atento, sentía esa necesidad de escucharlo y observarlo como si fuera la última vez que lo hacía. “Tal vez sea bueno ponerle atención y escuchar más de 20 palabras” meditaba un poco sobre eso. Salió de sus pensamientos al escuchar el teléfono del rubio y ahí el pánico lo invadió sin cuidado.
En cámara lenta veía todo lo que sucedía en ese momento, como Genos se levantaba de la meza para atender la llamada y sin escuchar nada, sabía lo que vendría en ese momento, por más que deseara que no sucediera, que todo se quedara en esa horrible pesadilla, pero la realidad lo recibía con un balde de agua helada.
-Sensei, me llamaron de la asociación, quieren que atienda una de las emergencias. Al parecer es amenaza nivel Demonio-
Todos sus temores emergieron, su pecho estaba a punto de estallar por toda la adrenalina del momento y su garganta estaba seca “¿Qué podría hacer?”
-¿Necesitas mi ayuda?- Deseaba, más bien imploraba que el chico aceptara.
-No sensei, no es necesario que se moleste, podre controlarlo- Aseguro confiado.
No quería parecer un loco y que al final todo ese asunto de su pesadilla fuera solo eso, una estúpida pesadilla que solo lo mortificaba sin razón alguna. Deseaba descartar ese asunto y actuar tan despreocupado como siempre lo hacía en su vida, navegar con su bandera de pendejo como todos los días y restar importancia a todo.
Genos se quedo parado a su lado esperando a cualquier respuesta de su sensei, estaba actuando extraño desde la mañana que lo vio removerse intranquilo entre sueños y ahora se quedaba perdido en sus pensamientos “¿estará enfermo?” sus análisis rápidos demostraban que no había cambios en su temperatura.
-¿Sensei?...-
-¿Qué?...- el repentino llamado lo sobresalto un poco.
-¿Se encuentra bien?...- Definitivamente actuaba extraño
-¿Por qué la pregunta?- Era obvio que no se encontraba bien, pero no quería que se diera cuenta con tanta facilidad.
-Lo veo muy pensativo- aseguro confiado –Incluso en la mañana…- Dudo un poco antes de continuar, no quería ser insolente con su sensei e incomodarlo.
-¿En la mañana?...- Genos era un perceptivo y era preocupante la manera en la que lo conocía tanto, como con cualquier gesto podía notar todo lo que sucedía.
-No es nada sensei- Prefería no seguir incomodando.
Saitama lo observo con total atención, tristemente quería grabar su rostro y guardarlo en su mente.
-Me retiro sensei- hizo una reverencia, para instantes después retirarse del departamento
-¡Regresa pronto!- Grito sintiendo una extraña amargura estancarse en su garganta. Tenía miedo de lo que podría ocurrir.
Termino de desayunar algo desganado, la comida no le sabía bien como hace unos instantes, más bien le sabía amarga. Se levanto de su lugar dispuesto a recoger los platos y lavarlos, quería distraerse un poco para no dormir, así podría estar algo atento a lo que ocurriera por si tenía que correr al lugar del desastre.
-Tal vez podría arreglar este lugar…- Vio el desastre que tenía en esa pequeña habitación, eso sí que lo mantendría ocupado buen rato.
Se había equivocado, el aseo del lugar había tomado menos tiempo de lo estimado. Camino en dirección a la cocina, tal vez si preparaba la comida de ese día pasaría más rápido el tiempo.
Termino de cocinar y se dio cuenta que solo habían pasado 3 horas desde la partida de Genos y era probable que aun no terminara de acabar con ese kaijin. Se sentó en uno de los sillones y recargo su nuca en el respaldo cerrando sus ojos
-Solo será un momento- Esperaba descansarlos un poco.
Abrió sus ojos con pereza, estriando su cuerpo como si de un felino se tratara, paseo su mirada por toda la habitación notando la repentina oscuridad en la que se encontraba. Sintió un agujero en su estomago y se irguió como soldado en el sillón “No, No, No” se repetía en su mente.
Prendió con rapidez la televisión y todos sus miedos se volvieron realidad, ahí estaba esa maldita reportera anunciando todo lo que había visto en sus sueños, su mundo se vino abajo al escuchar esas palabras “Varios héroes muertos y algunos heridos de gravedad por el ataque de un kaijin nivel dios”. Su cuerpo se paralizo al escuchar eso, sabía que tenía que correr a salvar el momento, pero tenía terror al descubrir que todo eso que había soñado se hizo terriblemente realidad.
Corrió con toda la fuerza que tenía en esas piernas y en pocos instantes llego al lugar de la catástrofe, vio ese mismo kaijin y como si de un robot se tratara actuó en automático destrozando a esa bestia de un solo golpe. Como un autómata su cuerpo camino lento, tembloroso, expectante a lo que vendría a continuación. Viendo a lo lejos el mayor de sus temores, el cuerpo destrozado de Genos, quedando parado a un lado de el con la mirada vacía y el rostro gélido.
No supo que sucedió en ese momento, actuando sin pensarlo destruyo todo lo que se encontraba en su camino. La rabia lo invadía y las lagrimas que acumulaban en sus iracundos ojos.
Una vez que descargo todo ese dolor que lo embargaba, guiado por su corazón, llego nuevamente al lado del rubio abrazándolo con ternura y arropándolo con su destrozada capa.
-Todo estará bien- Murmuro mientras besaba la cabeza del rubio. Sería un buen momento para solo morir y no saber nada del mundo, cerró sus ojos rendido mientras estrechaba más hacia el, el cuerpo de Genos.
Sintió como su cuerpo era movido por una cálida mano y su rostro era acariciado con delicadeza. Tenía miedo de abrir sus ojos y ver que se encontraba en ese desolado lugar con un muerto Genos entre sus brazos.
“Sensei”
-No quiero despertar-
“Sensei”
-No-
“Sensei”
Junto el poco valor que tenía en esos momentos y con miedo abrió sus ojos, encontrándose con el techo de su habitación.
-Sensei-
Giro su mirada viendo esos dorados ojos que lo observaban con duda y preocupación. Como si fuera un resorte, se levanto del futon abrazando a su discípulo, sorprendiéndolo con tal acción.
-¡Sensei!- un leve sonrojo se acumulo en sus mejillas -¿se encuentra bien?- pregunto preocupado, mientras respondía al abrazo.
-¿Qué?...-
-Es que… estaba llorando entre sueños-
Saitama pasó sus dedos comprobando lo que Genos le decía “Había llorado”
-Estoy bien- Trato de restarle importancia al asunto, sonriendo nerviosamente –Fue solo una pesadilla je je-
-Entiendo sensei, le preparare su comida favorita para que se sienta más tranquilo- Sonrió dulcemente, mientras se paraba de su lugar encaminándose a la cocina.
“¿Qué mierda había sido todo eso?”