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La tormenta que trajo la calma por Mistika

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La puerta emitió un ligero crujido y ante mí apareció un largo pasillo, repleto de cuadros y fotografías, muy iluminado y que se perdía en otra habitación del fondo.

Raúl me indicó con la mirada que él pasaría primero.

Avancé por el pasillo, prácticamente pegada a él observando con nerviosismo los múltiples cuadros que había colgados.

La mayoría eran fotografías, que deduje, eran de Raquel y también algunas de ellos dos en la playa y en otros lugares que no llegué a reconocer. También un par de cuadros de un autor del que no había oído hablar en mi vida.

-         ¿Hermanita?- preguntó Raúl al aire- ¿Estás ahí?

 

Nadie contestó.

-         Vamos, no te hagas la sorda...Se que estás ahí- canturreó

-         Si sabes que estoy aquí ¡¿Para que preguntas?!- Resonó una voz del final del pasillo, proveniente de alguna de las habitaciones.

-         Esta en casa- comentó Raúl sarcástico.

 

Lo último que me faltaba para terminar de ponerme taquicárdica, era saber que Raquel no estaba de muy buen humor.

-         Adivina lo que el cartero nos ha dejado en el buzón- siguió hablando Raúl a medida que nos acercábamos al cuarto del que había salido la voz

-         ¿Tu cerebro?- la voz sonaba increíblemente cerca ya y de pronto Raúl se paró en seco al lado del marco de una puerta que estaba abierta. Prácticamente me choqué con él.

-         No, es algo mucho mejor- le vi sonreir ampliamente hacia el interior de la habitación.

-         Mira Raúl- la voz se estaba acercando a la puerta...¡Raquel estaba apunto de acercarse! Y mis manos no hacían más que sudar- No tengo ni tiempo ni ganas de escuchar tus...

 

Pero Raquel no llegó a terminar de decir para lo que no tenía tiempo, porque de pronto apareció a través de la puerta, con el ceño fruncido y cara de pocos amigos. Su expresión cambió radicalmente al verme allí y por unos instantes juraría que un brillo de alegría se coló en su mirada. Después pasó de nuevo a la sorpresa.

El instante debió durar unos microsegundos, pero me dio el tiempo suficiente para captar que Raquel no se encontraba bien...Y no es que estuviese enferma ni nada por el estilo, era la sensación abrumadora de que algo no marchaba bien.

Llevaba unos pantalones de chándal y un jersey azul oscuro enorme, cuyas mangas le quedaban un poco grandes. Su pelo estaba recogido en una cola alta, haciendo su cara aún más largada y señalando el comienzo de unas ojeras que empezaban a formarse bajo sus ojos, que estaban completamente apagados.

-         ¿Qué haces aquí?- su tono sonó bastante enfadado. Después fulminó con la mirada a su hermano.-¿De que sirve lo que te hablo?- le dijo.

 

Raquel salió finalmente de la habitación haciéndome a un lado y pasando entre el escaso espacio que quedaba entre su hermano y yo, dejando un rastro de su peculiar aroma, que sin haberme dado cuenta, había echado mucho de menos.

-         Necesito hablar contigo- le dije.

 

Raquel se detuvo a mitad del pasillo y se giró hacia mí.

-         No hay nada de lo que hablar- dijo secamente- Y ahora, vete.

 

Se giró de nuevo y entró en otra habitación. La seguí decidida y descubrí que había entrado en una cocina bastante espaciosa.

-         Raquel- la llamé. Estaba de espaldas a mí buscando algo en una alacena.

-         No te he dicho...- comentó con voz pausada-...que te fueras.

-         Si, pero...- no estaba muy segura de si debía seguir por ahí- ...pero no me voy a ir- me crucé de brazos- A cabezota no me gana nadie.

-         ¡Bea!- se giró hacia mí con un vaso de agua en la mano- ¡Largate!

-         ¡No!

-         ¡¿Es que no lo entiendes?!...¡No quiero hablar contigo!¡No quiero saber nada de ti!

-         ¡No!

-         Mira- dijo moviéndose peligrosamente hacia mí. No sabía si temblaba de furia o por el contrario, es que estaba a punto de llorar- Fuiste una bonita diversión, bollito, pero nada más...¡Nunca, repito, nunca me caíste bien! Y por su puesto, nunca me fijaría en alguien como tú- me dedicó una fea mirada de desprecio-  así que desaparece de mi vida y deja de molestarme.

 

Tras aquello hubo un silencio muy espeso. Raquel se giró de nuevo hacía el fregadero dándome la espalda. Las palabras de Raquel me habían hecho más daño de lo que se pudiera imaginar.

La miré dolida y me sorprendí al ver que aún seguía temblando y que con la mano que aún tenía libre apretaba el borde de la encimera.

Y comprendí.

Posé mi mano en su hombro, forzándola a mirarme.

-         Raquel- le dije suavemente

-         ¿Todavía estas aquí?- su voz sonaba terriblemente apagada- ¿Qué es lo que quieres Bea? ¿No te has enterado?- Sus ojos estaban prácticamente acuosos.

-         Si...te he oído...Y no te creo- su mirada se volvió sorprendida y una lágrima rebelde resbaló por su mejilla- Además- añadí- Yo había venido a por un vaso de agua.

 

Al decirlo, agarré suavemente el vaso que aún tenía en sus manos y rocé con cariño sus dedos.

-         ¿O a caso pensabas que había venido a espiarte?

 

El labio de Raquel tembló ligeramente y dejo entrever una sonrisa en mitad de su expresión triste.

-         Necesito hablar contigo- le susurré

 

Raquel hizo el ademán de ir a hablar, pero de pronto miró hacia la puerta de la cocina, donde su hermano estaba apoyado con cara de no entender nada.

-         ¿Quieres palomitas para el espectáculo?- le preguntó Raquel

-         No, no, así está bien- respondió acostumbrado al sarcasmo de su hermana- Pero vosotras seguid, seguid...Como si yo no estuviera.

 

Raquel le echó una de sus miradas asesinas y dejando el vaso encima de la mesa me dijo:

-         Vamos....Aquí hay mucho cotilla.

 

Salió al pasillo y cogió un abrigo que había colgado en un perchero. Raúl me guiñó el ojo instantes antes de que Raquel cogiese el casco de la moto y me hiciese señas para que la siguiera fuera del piso.

 

No cruzamos palabra en ningún momento. Silenciosas bajamos a la calle y volvimos a montar en la moto de forma sincronizada, como si lo hubiésemos hecho millones de veces. No le pregunté a dónde íbamos. Supuse que Raquel necesitaba sentirse cómoda...O a lo mejor quería escapar. No me importaba, lo único que importaba en ese momento es que estaba con ella y que pronto hablaríamos.

Llegamos al río y Raquel bajó por una de las rampas de acceso de daban al paseo. Aparcó la moto cerca del muelle de piedra y de la misma forma silenciosa, me deshice del casco y la seguí durante un trecho del camino.

Bordeábamos el río, viendo en la lejanía el característico puente de Triana, que acompañaba a modo de estampa al brillo del sol que se reflejaba en el agua.

Raquel se paseaba pensativa. Tenía la sensación de que tenía mil ideas dándole vueltas en la cabeza al mismo tiempo, y que quizás, estaba buscando las palabras exactas para empezar una conversación.

 

Finalmente, se sentó en uno de los salientes sobre el río y me hizo señas para que me sentara a su lado sobre la roca. Respiró hondo antes de hablar:

-         En el fondo...Sabía que en el fondo, quería que aparecieras en el pasillo de mi casa....Aunque también sabía que no quería que lo hicieras....Porque no podía ser. Sabía que esto iba a pasar...Y no quería que pasara...Yo...Lo que quiero decir es...- me miró de pronto- Te he echado de menos

 

Su mirada volvía a ser tormentosa.

-         Y más de lo que quisiera admitir- añadió.

-         Raquel yo...

-         No, déjame acabar, por favor.- En parte me suplicó con la mirada- me gustaría hacer un trato contigo.

-         ¿Qué?

-         Quiero un Quid pro quo....Yo te cuento lo que quieres saber y a cambio, tú me cuentas algo que yo quiera saber. Porque...porque estoy muerta de miedo y nunca lo admitiría delante de nadie y necesito saber que si yo voy a ser sincera contigo, tú también lo serás conmigo.

 

Nuestras miradas se mantuvieron durante unos instantes donde la respuesta ya estaba implícita, pero accedí de palabra.

-         Te lo prometo.

 

Raquel volvió a centrar la mirada en el horizonte, donde un grupo de pájaros levantaban el vuelo.

-         El otro día, cuando...Cuando estábamos en la puerta y...- por un momento pensé que diría "iba a besarte"- ...Y sonó mi móvil. Era mi hermano.

-         Si eso lo deduje y que te contó algo que no te gustó, también.

-         Ha pasado algo. Algo que sabía que tarde o temprano pasaría. Y aunque quería hacerme creer que estaba preparada...Prefería pensar que nunca llegaría.

-         ¿Qué ha pasado?- pregunté asustada

-         Han soltado a Víctor... a mi padre- dijo de un tirón- De la cárcel.

 

Aquella noticia me pilló por sorpresa. Cierto que había adivinado por la conversación, que alguien había salido de la cárcel. Pero nunca me habría imaginado que sería el padre de Raquel. Aunque, ahora que lo pensaba, no sabía absolutamente nada del resto de su familia.

-         No sabía que tu padre estuviese en la cárcel.

-         Bueno, no es algo que suela poner en el currículo...Tu sabes, no es muy buena propaganda- rió amargamente de su propio chiste- Lleva allí cinco años.

-         ¿Por qué?

-         Me pegó una paliza.

 

Me llevé las manos a la boca horrorizada.

-         ¿Qué....?- pregunté débilmente.

-         La historia con Víctor es muy larga y muy complicada.- me miró con el brillo del agua reflejado en sus ojos, más grises de lo normal- Lo único que Víctor ha querido en este mundo, es a mi madre, y tampoco tengo muy claro por que ella seguía con él. Quizás en algún tiempo, fue cariñoso, antes de que yo naciera...Porque el Víctor que yo conozco, es cualquier cosa menos cariñoso.

 

Me sorprendió que le llamara por su nombre.

-         Yo nací cinco años después que Raúl y mi madre, que en paz descanse, murió en el parto. El por qué, nunca lo supe. Lo único que Víctor me dejó claro, es que la culpa era mía. Y durante 14 largos años, me lo estuvo recordando día y noche.

-         No tuvo que ser fácil.

-         De hecho, no lo es....Porque con el tiempo consiguió hacerme creer que realmente, la culpa había sido mía.

 

Me sentí fatal al imaginar el infierno por el que había debido pasar...Yo pensaba que mi infancia había sido dura al perder a mi padre, pero no tenía ni punto de comparación con lo que Raquel me estaba contando.

-         Al principio, Víctor, se vio en la obligación de cuidarnos. Durante unos años, no paso nada...Bueno, al menos yo era demasiado pequeña para darme cuenta de lo serias que empezaban a ponerse las cosas...Que Víctor bebiera o se pasase la mayor parte del día durmiendo. Al final, Raúl se puso a trabajar cuando yo apenas tenía once años y el 16, con el firme propósito de ahorrar y largarse en cuanto pudiera de esa maldita casa...Sabes, crecí rodeada de botellas de vino vacías, esparcidas por la casa... Al principio, se molestaba en esconderlas....¡Una vez encontré una dentro de mi caja de cereales!- comentó sorprendida-  pero llegó un momento que al no recordar dónde las escondía, empezó a darle igual dejarlas encima de la mesa de la cocina, en la cama...

 

Meneó la cabeza apenada y se frotó los ojos con fuerza.

-         Que Víctor fuese alcohólico, es algo que hubiese podido llevar con el paso del tiempo...Quizás hubiese podido entenderlo. Que estaba triste, que se abandonó...Pero se cebó en mí.

-         ¿Qué pasó?

-         Los problemas verdaderos, empezaron cuando yo empecé a entrar en la pubertad...Con tan sólo 13 años era casi un vivo retrato de mi madre en su juventud...O al menos eso decía  Víctor, lo cual le jodía profundamente.- dijo pateando una piedra que había cerca de nosotras- Decía que le recordaba a ella....Que no tenía bastante con haberla matado, sino que encima, intentaba parecerme a ella..."Tu madre es única" solía decirme. Me obligó a cortarme el pelo y desde los 13 hasta los 15, llevé el pelo tan corto como un chico- Raquel se acarició su larga coleta, dejando escapar finalmente  las ultimas briznas de cabello entre sus dedos- Decía que con el pelo largo, le recordaba aún más a ella.

 

A medida que Raquel hablaba, mi estómago se iba encogiendo cada vez más, pero me esforcé por mantenerme firme, dado el valor que Raquel estaba demostrando al contarme todo esto.

 

-         Realmente, fue Raúl el que se ocupó de mí casi todos estos años. Ha sido un hermano mayor modélico...- meneó la cabeza tristemente- Solía decirme que cuando cumpliera 18, nos iríamos los dos a vivir juntos y que llenaríamos la casa de gatos.

-         ¿Gatos?

-         Me encantan los gatos. Mi ilusión era tener uno negro con los ojos verdes.

-         Bueno, al final, parece que acabasteis viviendo juntos...sin gatos claro.- Raquel me sonrió.

-         Aunque hubiese preferido que el detonante para irnos a vivir juntos, hubiese sido por otro motivo...

 

Temí preguntarle.

-         Víctor empezó a tener problemas económicos...La mayor parte del dinero se lo gastaba en bebidas, en drogas o vete a saber qué. Creo que se metió en asuntos muy serios y debía mucho dinero. Mi hermano era el único sustento económico real que quedaba en la familia. Evidentemente, acabó por pedirle dinero, pero mi hermano se lo negó...Y aquello fue un error.

 

En ese momento supe que vendría la parte más oscura de toda aquella historia.

-         Esa tarde llovía, lo recuerdo perfectamente. Volvía del colegio y por aquella fecha, yo solía llegar a casa antes que mi hermano, que estaba trabajando. Cuando llegué, me di cuenta de que había una camioneta en la puerta de casa. Me acerqué, pero no la reconocí como la de ningún vecino. Limpié el cristal empañado con la mano para mirar en su interior y me sorprendí al encontrar en su interior muebles de mi casa....¿Estaría Víctor moviendo muebles? ¿Para qué? En ningún momento se me pasó por la cabeza que pudieran estar robándonos, así que al final acabé asomándome al interior de casa.

 

Se detuvo unos instantes mirando la superficie brillante del río...Parecía estar recordando algo con mucho esfuerzo.

-         Al entrar, lo primero que vi, es que faltaban los muebles de la entrada...Incluso un pequeño cuadro que teníamos de una virgen, había desaparecido. Me adentré por el pasillo y me detuve a mitad de camino al escuchar unas voces en el fondo.

-         ¿Quién era?- le pregunté.

-         No lo se. Sólo se que me asusté y me giré dispuesta a salir de allí, pero de pronto me choqué con alguien y prácticamente me caí de culo. Era un tío muy alto, que me cerró el paso y que me levantó del suelo como si yo fuese una pluma. Tuve miedo y recé para que Raúl estuviese allí....O en su defecto Víctor, porque por un momento pensé que él me ayudaría. Recuerdo que el hombre, grito algo como "Joder, Víctor, ¿Quién es esta?" Y en ese momento supe que estaba metida en la boca del lobo....Algo me decía que estaba dónde no debía y cuando no debía...

 

Otro pequeño silencio se interpuso en su narración.

-         Vi como Víctor aparecía desde el fondo del pasillo, de dónde provenían aquellas voces. Le había visto enfadado muchas veces, pero su expresión en aquellos momentos me produjo pánico....En un par de zancadas cruzó todo el pasillo y sin darme tiempo a decir ni una palabra me agarró del pelo....Tiró de mi hasta que llegamos al baño, abrió la puerta con furia y de un golpe me tiró contra el suelo...Recuerdo que intenté levantarme apoyándome en el váter, pero cual no sería mi sorpresa al descubrir que no estaba. Sólo conseguí caerme de nuevo al suelo como una idiota...No recuerdo lo que Víctor decía, solo sabía que me gritaba mientras me agarraba de nuevo del pelo y que finalmente me lanzó contra la pared del fondo....Ya no recuerdo más.

 

Inconscientemente había apretado mis puños con tanta intensidad, que mis nudillos se habían vuelto blanquecinos. Estaba asustada, sorprendida y enfadada al mismo tiempo...Sólo tenía ganas de estampar a Víctor contra la misma pared.

-         No se cuanto tiempo estuve inconsciente....Sólo se que mi hermano estaba allí y que la boca me sabía a sangre y me dolía todo el cuerpo....Se lo habían llevado todo. Por no dejar, no habían dejado ni las alcayatas de los cuadros...Esa noche la pasamos en el hospital. Después de un pequeño lío con asuntos sociales y la policía, al final le concedieron la custodia a mi hermano y Víctor acabó en la cárcel... Y ya no quise saber nada más de él.

-         Raquel...Dios mío...yo...

-         ¿Sabes? En parte, me alegro de lo que hizo ese capullo - me cortó- Así pude irme a vivir con Raúl a un piso de alquiler y por fin empezamos a llevar una vida normal....Nuestra economía no era para tirar cohetes, pero al menos, estábamos juntos y lejos de ese cabrón....Además, eso hizo que empezara a trabajar de ayudante de un fotógrafo, para sacarme unas perras...¡¡ No si al final voy a tener que darle las gracias al muy cabrón!!- dijo furiosa lanzando una piedra la río.

-         Raquel, tranquila...

-         No puedo Bea, no puedo...Ha salido y ahora volverá para hacerme la vida un infierno.

-         Puede que no...Puede que se haya reformado e incluso, puede que se olvide completamente de nosotros.

-         No Bea...Víctor puede que haya convencido al jurado para que le den la condicional...Habrá puesto su cara de "no he roto un plato" y les habrá explicado que ahora está limpio, que quiere rehacer su vida...¡Y una mierda!- gritó haciendo que un par de pájaros volaran asustados.- Es la persona más vengativa que he conocido nunca....Me la tuvo jurada desde que nací...¿Qué crees tú que hará ahora que por mi culpa le privaron de 5 años de libertad?...Puedo jurarte que durante todo este tiempo ha estado pensando en como hacérmelas pagar....Y estoy completamente acojonada.

 

Raquel me miró de frente, con una mirada que expresaba toda la frustración que el miedo le estaba provocando.

-         ¿Y sabes lo que más temo?- negué con la cabeza- Que al encontrarme, te encuentre a ti también....él está convencido de que le quité lo que más quería en su vida y se que Víctor no tendría mayor satisfacción, que separarme de lo que yo más quiero...

 

La frase murió en labios de Raquel, perdiéndose como un murmullo a nuestro alrededor...

Algo en el fondo de mi mente gritó triunfal al entender lo que ella había dicho. Sabía lo que significaba, sabía el mensaje oculto que había en esa frase.

-         ¿Y piensas darle la satisfacción de negarte lo que quieres?- Raquel mantuvo su mirada fija en mi- ¿Vas a estar alejada de todo y de todos toda tu vida, por miedo a que él venga y lo destruya?

 

Me acerqué a ella, aún con miedo de que volviera a alejarse.

-         No es justo que cargues toda tu vida con el pasado...No lo mereces.

 

Raquel permaneció estática frente a mí. Una batalla interna se estaba liberando en su interior y sus ojos brillaban como si de plata líquida se tratasen.

-         ¿Cómo se lucha con el pasado?- me preguntó- ¿Cómo? Después de todo el infierno, el miedo...Mi única defensa contra la locura era un corazón de hielo.

-         No estás sola- me atreví a entrelazar mi meñique con sus largos y pálidos dedos, en una caricia sutil.

-         Lo se- me miró intensamente- Y ese es el principal problema.

 

La miré sin comprender.

-         Tu has tambaleado mi mundo Bea...- el espacio se acortó de nuevo con otro sutil movimiento- Yo tenía una muralla muy bien formada a mi alrededor, para que nada saliera y nada entrase...Estaba protegida- apretó con fuerza mis dedos entre los suyos- Y vienes tú...y poco a poco te vas colando entre las grietas...

 

Casi como si fuera doloroso, con el pulgar, acarició lentamente mis mejillas que prácticamente estaban heladas, marcando el contorno de mi cara, como si quisiera aprenderlo de memoria...Sobre mis labios, sobre mi nariz, mi barbilla...

-         Eres como una tormenta- aquella comparación me sorprendió, al resultarme tan familiar en ella- Has arrasado con todo y de una sola mirada, has derrumbado lo poco que quedaba de la muralla. De pronto me has traído más calma de la que jamás imaginé....Y ahora ya no pueda pensar en otra cosa que no sea en ti.

 

El sonido a mi alrededor desapareció. Ni siquiera el ruido de las aves en el agua o la cercana respiración de Raquel...Todo había desaparecido. Todo mi universo se centraba en aquel par de ojos sinceros y en aquella ultima frase.

-         No quiero que te pase nada...No quiero perderte.- El sonido había vuelto, trayendo consigo el murmullo del viento. La espesura de los árboles que nos rodeaban hacían que su rostro estuviese oculto en una sombra sutil y sus ojos parecían más oscuros y profundos que la noche.

-         No vas a perderme.

-         ¿De verdad?

Su voz me deshizo el cerebro. El suelo bajo mis pies, se mecía como un barco a la deriva. Vi la tensión de los músculos que se intuían bajo el jersey de color azul.

Sonreí para tratar de relajar el ambiente. Me temblaba la voz y sentía el pulso en mi cabeza como los cascos de un caballo salvaje.

-         Te lo juro.

 

Los flequillos de Raquel, hacía rato que se habían escapado del agarre de la coleta, víctimas de una de tantas revueltas a que los habían sometido sus manos, frustradas, en nuestra conversación. Tan revueltos y oscuros que me obligaron a deslizar mis dedos por ellos par peinarlos.

 

Electricidad.

 

Corriendo a latigazos por todo mi cuerpo, parándome el corazón mientras el resto del mundo desaparecía en algo gaseoso que carecía de contorno. El pelo de Raquel tenía un tacto sedoso y caliente, resbalaba entre mis dedos como miel diluida. Los ojos grises estaban trabados, fijos en los míos, más intensos de lo que podía soportar.

 

-         Quid pro quo- me dijo en un susurro.

-         De acuerdo.

 

Había olvidado cómo se respiraba, qué era el oxígeno e incluso que era necesario para vivir. Ahora sólo era consciente de que tenía 16 años y estaba a menos de diez centímetros de distancia de Raquel.

 

He hice lo único que creí más sincero.

 

Quid pro quo

Porque las palabras no me salían y dijese lo que dijese, jamás podría explicar lo que sentía. Y como una corazonada, me puse de puntillas para romper el escaso espacio que nos separaba.

 

Y la besé.

 

Al principio Raquel pareció sorprenderse. Mis labios fríos permanecieron estáticos sobre los suyos...Como una ligera caricia, pero algo en el fondo de mi mente me decía que ejerciera una ligera presión, aprisionando sus labios entre los míos, tentadores de algo más...Y obedecí, arrepintiéndome durante uno o dos segundos, porque Raquel se detuvo y me miró con ojos turbios y perplejos.

 

Va a hablar. Va a decir algo.

Va a decir Bea, has confundido las cosas, no te quiero de esa forma.

 

Y entonces me sorprende. En sus labios se forma una sonrisa que esperaba que expresase todo lo que sentía, aunque no sabía muy bien qué era. Algo tibio y grande que me aceleraba el pulso. Un violín a punto de estallar...

 

Y ocurre.

 

Un segundo. Una chispa en la eternidad.

 

Se mueve con rapidez y el tiempo se paraliza. Suave y templado. Húmedo y lento. Los labios de Raquel se mueven despacio y su lengua repta con habilidad, robándome un suspiro. Mi cuerpo es mantequilla en una sartén, se deshace y noto el fuego de mis mejillas bajo los largos pulgares de Raquel, que me acarician como si de un preciado tesoro se tratase.

El cielo brama, detiene el tiempo, despierta toda esa electricidad que late despacio en las entrañas de la tierra. La siento subir por mis piernas y bajar por mi pecho hasta encontrarse en un punto cercano a mi cadera, donde Raquel ha apoyado su mano para acercarme más a ella y que borra las aristas de la realidad, lo vuelve todo líquido y abrasador.

El tiempo se para.

Parecía haberse tomado un descanso, deteniendo el movimiento del mundo durante unos instantes que perdían forma como tinta bajo el agua.

Y cuando finalmente nos separamos y el tiempo decidió retomar su curso la sacudida fue tan violenta que mi corazón saltó y mi estómago vibraba, igual que el sonido de un trueno retumbando en los cielos de Sevilla.

La tormenta había estallado.

Notas finales: Espero volver lo antes posible ^^ Muchas gracias a tod@s!!

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