Capítulo 4: Pierrot y Colombine
"Pierrot el eterno payaso herido de amor, suspira lamentos de dolor al saberse no correspondido por su amada Colombine, quien se mostró cruel, déspota y dispuesta ante los falsos y superficiales halagos de Arlequín, quien solo con susurros falsos demuestra su corazón. Su rostro lleno de lágrimas y dolor yace escondido bajo una máscara blanca y eterna, con una sonrisa deslumbrante hacia el mundo ocultando lo que realmente es.
Colombine termina de despreciarlo cruelmente con sádicas palabras, alejándose para siempre de su vida, Pierrot llora desconsolado. ¡Pobre Pierrot!"
~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~
Saga pensó que una ducha lograría calmarlo y devolverlo a un estado de serenidad donde pudiera razonar de mejor manera. Pero el contacto con el agua tibia no había hecho más que colocarlo ansioso y recordar el cálido y suave toque del lemuriano. Había escapado como un vil cobarde, lo sabía, pero no podía quedarse más tiempo con Mu, él lograba robarle el aliento y colocar en desorden todas sus ideas, inclusive lo hacía soñar y anhelar algo más, algo que no podía permitirse.
—Por tu agitación puedo decir que algo pasó —dijo Kanon una vez que vio salir del baño un poco más centrado a su hermano.
Saga solo le dirigió un gruñido para internarse a lo más profundo de Géminis, lo que menos necesitaba el griego mayor en esos momentos era una infantil discusión con su hermano menor acerca de la filosofía de la vida.
Kanon negó cuando vio partir a su hermano con la espalda desganada y el rostro sombrío. Repudiando el destino que su gemelo había elegido. Por designios de las estrellas él había sido elegido para portar la destrucción como la sombra de Géminis llevando una máscara como signo de su desgracia, se había resistido con todas sus fuerzas a acarrear esa máscara, y ahora su única familia elegía el sendero del dolor por voluntad propia
~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~
—Saga lleva una máscara —se susurró así mismo Mu mientras se volteaba de un lado a otro en su mullido lecho. Había reflexionado durante horas la actitud renuente y poco consecuente del gemelo. Debía hacer mucho esfuerzo para adentrarse en los muros que Saga había forjado.
El rostro estoico de Saga aparentado no sentir nada le recordaba tanto a una de las historias que su maestro le contaba desde joven. Saga era como el pobre Pierrot ocultando su verdadero sentir del mundo. Sin embargo… ¿Quién era él en todo ese cuento? Sentía un profundo amor por Saga, quería que fuera feliz y ante todo que no sufriera como Pierrot ante el cruel desplante de Colombine.
No se daría por vencido con facilidad, su corazón podría anidar todo el dolor que fuera necesario, si debía sufrir lo mismo que Saga lo haría, solo para entenderlo y poder ayudarlo. No dejaría que se sumiera en las sombras por mucho más tiempo, era hora de que mostrara su verdadero rostro al mundo. Aquel que en sus recuerdos de niñez tanto atesoraba
~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~
Saga miraba como el amanecer despuntaba por el Este, no había podido dormir en toda la noche cuestionándose los motivos de Mu para insistir con tanta vehemencia, no tenía nada especial que lo pudiese hacer digno del interés de alguien como Aries, solo era la sombra de un caballero quien alguna vez quiso cambiar el mundo en aras de la paz. No tenía nada más que ofrecer.
Una triste sonrisa se asomó en su rostro, él no podía estar con Mu.