Capítulo 7: El caminó que la luna forjó
Límites, Saga había intentado interponer un límite entre Mu y él, pero nada había servido, ni sus miedos expresados ni la fría reticencia. Como fiel representante de su signo, Mu arremetió intempestivo contra él, había irrumpido en su mesurada vida, como un caos. Ahora como estocada final, cuando la cruel desesperanza y el auto convencimiento de la infelicidad lo embargaban, este soltaba a bocajarro lo que sentía por él, un sentimiento que jamás creyó correspondido.
"Te amo Saga y haré que salgas de la oscuridad en la que te has sumergido"
Saga quiso responder, pero su mente oscilaba únicamente en la exquisita cadencia de la voz del lemuriano diciendo que lo amaba. Su corazón en contra de su voluntad se hinchó de felicidad, pero su mente aún temía.
Mu observó con penetrante atención cada una de las expresiones del griego, mientras mantenía su mano posada sobre su lastimado rostro. Un enorme sentimiento de dolor adornaba las facciones de Saga, la clara contrariedad de una lucha interna se mostraba ante el escrutinio de Mu, para él, el rostro de Saga era un mar de emociones que batallaban entre sí para poder expresarse. El lemuriano quiso aliviar el dolor del heleno, quitar toda duda y no darle tiempo a replica. Durante los segundos que Saga se mantuvo inmóvil Mu se aproximó con delicadeza, como si temiera que este en cualquier momento se desvanecería. Primero fueron solo unos centímetros, acercó su rostro y colocó su vista sobre el verde líquido que oscilaba en los ojos del gemelo, mostraban desconcierto y duda por su proceder. Mu sonrió decidido, dio una profunda inspiración para luego posar sus labios sobre la boca griega; al inicio fue un simple roce, un suave toque. No era la primera vez que Saga besaba a alguien, se sabía con más experiencia que el lemuriano, pero la carga de sentimientos y deseos de ese pequeño roce inicial entre ambos lo aturdió, durmiendo cada parte de su consciencia; su cuerpo tomó posesión de sus acciones respondiendo instintivamente al anhelado beso. Mu buscó incrementar la intimidad del contacto, el movimiento de sus labios se acrecentó y para su satisfacción Saga respondía con el mismo ahínco. El griego sintió que la represa que guardaba sus sentimientos se quebraba; el dulce aliento de Mu, el roce de satín de sus labios, el carmín en sus mejillas y la calidez de su tacto, todo en su interior terminó por desbordarse como un poderoso caudal que ha sido apresado por mucho tiempo. El amor y el deseo acumulado sucumbieron ante ese simple beso. Saga dejó de guiarse por el miedo y la reticencia de su mente para ser víctima de sus más bajos instintos, sin importarle el ardor de sus pulmones o el dolor de su cuerpo por el fuerte golpe dado por Kanon atrajo a Mu sobre sí mismo, apoderándose de sus labios en un exigente beso que les robaba el aliento; Mu abrió los ojos con sorpresa, pero terminó respondiendo con el mismo ímpetu. Saga rodeó la cintura de Mu con uno de sus brazos y los levantó a ambos del suelo, seguidamente tomó al lemuriano de las caderas con el otro brazo, Saga mordió el labio inferior de Mu al finalizar el beso, el lemuriano jadeó ante la acción del griego y colocó su rostro sobre el hueco existente entre el cuello y el hombro del gemelo. Instintivamente Mu rodeó la cintura de Saga con sus piernas, mientras que el griego aprovechaba la imagen del blanco cuello descubierto del ariano, comenzó a llenar la blanca piel ajena con pequeños besos y mordidas. Mu se aferró con fuerza al gemelo al sentir el contacto de los labios de Saga con su piel. Su propio cuerpo respondía con sensaciones desconocidas, se dejó hacer por las manos del mayor de los gemelos; su mente y su cuerpo en esos momentos no encontraban otra forma de expresar los fuertes sentimientos que tenía por Saga, estaba dispuesto a entregarse en cuerpo y alma solo por ver una sonrisa en el rostro de la persona que más ama.