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Pobre Pierrot por ninnae

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Notas del capitulo:

Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen, son de propiedad exclusiva de Masami Kurumada.

 

Hola, traigo el penúltimo capítulo, lamentablemente no podré subir el último capítulo hasta el viernes, cosas de la Universidad, en fin. Espero les guste. Saludos!

Capítulo 9: Donde nuestras huellas se solapan

 

Fue solo a mediodía que Mu fue capaz de volver a abrir sus ojos, Saga todo ese tiempo había permanecido a su lado. No le había importado el mundo exterior en absoluto, ni la presencia de Kanon ni la necesidad de que todos deberían reunirse en el coliseo para el entrenamiento matutino, todo eso había quedado relegado a segundo plano, su único interés más próximo era el bienestar de Mu y el poder verlo despertar.

 

Los parpados de Mu vacilaron, fue la luz del Sol que se colaba de entre las cortinas cerradas lo que lo hizo despertar. Sus ojos se enfocaron en dos luminosos jades que observaban con una mezcla de ansiedad y ternura.

 

—Saga —musitó con voz pastosa mientras intentaba incorporarse en lecho, lo primero que sintió fue una fuerte punzada en sus partes bajas mientras el Sol deslumbraba sus ojos. Mu colocó una de sus manos sobre su frente haciendo de visera para poder tener algo de sombra y observar el ambiente a su alrededor.

 

El gemelo vio con calma cada una de las acciones efectuadas por el lemuriano, sin embargo el nerviosismo estaba carcomiéndolo por dentro, le había susurrado unas palabras de manera descuida e impulsiva, y no estaba seguro de que el guardián de Aries las hubiera escuchado, pero en esos momentos todo lo que pudo hacer fue seguir con lo que su corazón le dictaba, incluso en ese momento de espera ansiosa donde intentaba dilucidar que pasaba por la mente de su amante.

 

—Mu —llamó Saga con sosegada para no sobresaltar al ariano y que este se hiciera más consciente de su entorno.

 

Mu procesó cada imagen que recorría sus recuerdos, recordaba las caricias de Saga, sus besos, sus gemidos, sus propios suspiros ante la mano experta del griego, el clímax de ambos y el cadencioso arrullo de los latidos del corazón de Saga. Habían hecho el amor y él en su cansancio había caído agotado en el mundo de los sueños; sus mejillas se ruborizaron al recordar la sonrisa socarrona de Saga ante su desnudez, visualizó de reojo su propio estado y se vio vestido solo por una delgada sábana y a su lado la cálida y bronceada piel del gemelo mayor. Sentía vergüenza al verse expuesto de esa manera ante su amado, pero también se sabía feliz y satisfecho por haber compartido algo tan importante con él. Él solo quería que Saga fuera feliz.

 

—Saga yo… —Mu trató de hablar, sus labios se abrían y cerraban ante la duda de que pronunciar, ¿Cómo podía expresar todo lo que sucedía en su corazón?

 

El gemelo no le dejó espacio para palabras, viendo sus mejillas sonrojadas, sus ojos brillantes que aún mantenían ese vibrante amor que Mu le hubo transmitido en cada uno de sus toques y gemidos lo besó con voracidad, el apetito que sentía por el lemuriano no era algo que pudiese reprimir con facilidad, no ahora que había probado lo que por tanto tiempo se había negado. Las horas que el ariano permaneció descansando entre sus brazos tuvo tiempo de pensar en todo lo que había pasado y en todo lo que Mu le ofrecía, sería un verdadero imbécil en no aceptar el pequeño destello de luz que significaba los sentimientos del lemuriano, lo amaba con locura, y de los dos solo fue Mu quien tuvo el valor de soportar el dolor del rechazo y el desplante. A pesar de que sus miedos siguieran bullendo en su interior no podía permitirse seguir escapando, no podía dejar que su mundo siguiera estancado, le costó mucho entender todo lo que Mu intentaba transmitirle, quizás muchos verían como debilidad que su fuerza y cordura dependieran de alguien más, pero la confianza que tenía en el lemuriano iba mucho más allá de lo que los demás pensaran.

 

Mu se dejó arreciar por la fuerza de Saga, aunque sin quedarse atrás, dejando su propio mutismo decidió responder con la misma moneda e ímpetu, colocó sus manos a la altura del pecho del heleno y se abrazó más a su torso desnudo. Movimientos feroces y ansiedad, ambos llegaron a quedarse sin aliento.

 

—Te amo —dijo Saga con los ojos brillantes una vez que el beso hubo finalizado, no podía ser de otra manera, se lo debía a Mu por todo lo que había hecho por su persona, por no dejarlo en su soledad y por obligarlo a mirarlo. Le hubo susurrado aquellas palabras segundos antes de que se hubiese dormido, pero no estaba seguro de que lo hubiese escuchado en aquella ocasión.

 

Mu se quedó petrificado en su lugar, él amaba a Saga, pero jamás esperó que su sentimiento fuera retribuido, ni siquiera pensó que en alguna ocasión el griego lo hubiese notado como algo más que un amigo y compañero. Su corazón se hinchó de amor y alegría, y por miedo a que fuera solo una ilusión apenas pudo susurrar "Yo también".

 

Desde niño siempre vio a Saga avanzar por un sinuoso sendero, pero en su infantil inocencia quiso poder recorrer el mismo camino del gemelo para poder compartir sus penas y sus culpas, otorgarle un descanso de sus cargas, y ahora fuera de toda lógica y espera, se le había otorgado la oportunidad de solapar sus propios pasos con los de Saga, compartiendo el mismo sentimiento.


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