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Traición a la sangre por kaoryciel147

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Notas del capitulo:

Hola a todos, ha sido muchisimo tiempo. Agradezco su acoso para  vovler a escribir este fic y no  permitirme dejarlo. Bueno ustedes saben como es la inspiración, sin darme cuenta me enfoqué en otros fandome, ejem seguro ya saben. Pero de todas maneras me sentíría muy triste si ya nadie lee este capítulo que particularmente sufrí mucho. Quizás es solo idea  mía, pero realmente me dolió cuando lo estaba editando nuevamente, abajo esplicaré porque. Tranquilos, nadie muere en en este capítulo. 

Bueno, espero que se manifiesten y como siempre em apoyen con sus reviees y lo recomienden por dodne anden. 

Como saben tengo mi pagina en facebbok y un grupo llamdo Kaory-madnes por ahí pueden saber en que momento de la creación del capitulo vamos, las fuentes  que tengo apra inspriación y conocimiento. No es historicamente igual ya que es un mundo creado por mí pero tiene base real, de hecho algunas futuras batallas quizás se parezca un poco.

Este fanfic esta subido aqí en fanfiction y ahora estoy subiendolo en wattpad si lo ven en otro lugar me avisan, gracias.

Pues preparen su cajita de clenex y si desean que les pegue más fuerte, escuchar el soundtrack de hybrid child es una gran idea. (Esa musica es muy bonita y tiene elementos tradicionales) 

 

Capítulo 10: El clan invitado, las decisiones del anfitrión.

Tan solo había pasado un  día desde la llegada del clan Inuzuka, pero el Castillo de la Alianza era un hervidero de chismes, nadie podía dejar de murmurar acerca de ellos y sus particularidades. Eran una fuente inagotable de noticias de cocina, de betas y siervos que corrían a contárselo a sus amos para que tuvieran de que hablar en la próxima reunión de orengas de la nobleza.

No había nadie en el Castillo que no supiera las evidentes intenciones de Minato de desposar al primogénito de su más reciente aliado, como tal uno de los mayores chismes era sin duda la afrenta que había significado que el joven Itachi haya sido pedido por la primogénita de los Inuzuka, la futura líder. En términos de rango, dejaba al joven felino pelinegro en una de las posiciones más incomodas pero afortunadas que a todo omega se le enseñaba a soñar, ser pedido y codiciado por dos fuertes líderes alfa. ¿Qué encanto especial poseía aquel joven para ser deseado de aquella manera? Cada joven omega y sus madres intentaban descifrar para poder imitarlo.

Otra de las grandes sorpresitas que los invitados habían despertado en sus anfitriones era el  hecho de que  estuvieran acampando en uno de los jardines más lejanos, tan tranquilos y relajados como si hubieran salido victoriosos de una campaña de guerra. Nadie se hubiera imaginado que efectivamente extendieran sus campamentos y se hospedaran con esa satisfacción pintada en sus rostros. Sobre ello el chismorreo era realmente abundante, imparable y descortés pues no se limitaban a los círculos cerrados sino que muchas veces señores de los clanes se quedaban observando y murmurando con sus sirvientes.

A Kiba Inuzuka no podía interesarle menos los chismorreos y palabrería que sobre ellos caía de parte de todos aquellos omegas, betas y alfas que gustaban de vestir de prendas tan brillantes y finas.

Él sentía real repulsión por el malgasto de esfuerzo en las vestimentas y adornos que la mayoría de omegas lucía en su apariencia, desde los pesados kimonos, los peinados complejos con decorados de piedras preciosas y colgantes de oro o los abanicos de maderas pulida. Sin embargo, a pesar de sus claros prejuicios, de estar acostumbrado a la simpleza y comodidad en los omegas de su clan, no podía dejar de observar a la distancia a la principal esposa del hijo del líder de La Alianza.

Al observar como su fino kimono de seis capas lucía elegante alrededor de su figura y como ella  caminaba con este sin problemas como si no pesase, sino que flotase por el suelo de tatami, solo podía sentirse maravillado, creyendo que en ella no era un mal gasto de oro. Él mismo se sentía capaz de ofrecerle regalos de aquel precio si la muchacha atendía sus necesidades. Necesitaba verla de más cerca…No importaba lo que costase, su alfa sentía una necesidad de mimarla y adorarla.

Por otro lado, su hermana había escogido a aquel felino omega de los Uchiha más que nada por fastidiar al gran líder, aunque también admitía que llamada su atención por esas exóticas orejas felinas y esa larga cola. Kiba admitía que su hermana tenía razón. Ellos eran bastante más liberales en cuanto a su sexualidad. Es decir, no tenían problema en mostrarse en público, ni tampoco en que alfas y omegas experimenten con su cuerpo. Sin embargo, a cambio, el clan Inuzuka creía firmemente en que una pareja marcada se respetaba sobre la vida misma. Y que la pareja destino debía de ser protegida con la ayuda de todo el clan. Las parejas destino eran momentos inusuales pero importantes en sus vidas, solo los hijos podían ser más sagrado que ello.

Kiba y todo el clan provenían de los canidos, por lo cual sentían una especie de atracción fatal por los felinos, quizás por eso Itachi había llamado la atención de su hermana mayor. Tal vez, él habría posado sus ojos en algún Uchiha para coger durante la noche, pero no había podido. Toda su atención se había centrado en ella. La forma en que su cuerpo por completo la había reconocido así como Akamaru, era que ella era la indicada, solo podía ser eso. Ella era su pareja destino, podía sentirlo a pesar que ella ya había sido mordida.

Muy a su pesar, debía de quedarle totalmente seguro, pues reclamarla arruinaría cualquier posibilidad de tratado. Hinata era la primera esposa del heredero al clan. Podría ser impulsivo pero quería a su familia, humanos y perros, no podía arriesgarlos por algo simple. Si terminaba verificando que ella era su alma gemela, con seguridad se la llevaría consigo, importándolo poco lo que tuvieran que decir todos al respecto.

Ella, la bella dama que había robado su aliento, era tan opuesta a él. Tan solemne pero tímida al mismo tiempo. Sonrío sintiendo la sangre hervirle. Pero no solo ello, quería adorarla, acogerla entre sus brazos para que nadie más la tocara ni la dañara.

El destino era curioso, la omega que llamaba su atención era una Hyuga, el clan más diferente y a la vez parecido a ellos. Los Hyuga se veían fríos, distantes y sin embargo sus ancestros eran los cánidos blancos. Mientras ellos eran los perros salvajes y lobos más violentos. Vivían de manera totalmente distinta: Sus castillos eran diferentes, su forma de relacionarse, sus lazos con sus compañeros y con la naturaleza, su forma de vestir, habían un sinfín de diferencias que creaban un abismo entre ellos. Y a pesar de ser consciente de ello, su corazón se aceleraba al pensar en ella, al imaginarla a su lado.

De repente,  Akamaru, su fiel perro compañero, trotó hacia la princesa Hyuga. Ella estaba siendo escoltada por dos siervas omegas quienes dieron un pequeño grito al ver al enorme perro acercárseles. Se quedó a unos metros de distancia, observando como a pesar de los lujos de su traje, la princesa fue diferente a sus damas.  Ella sonrió agradablemente al recibir al can; con las mejillas un poco sonrosadas, se acercó sin importarle sus costosos ropajes, y acarició el lomo del animal. Akamaru soltó un gruñido de gusto. Se apegó a ella aún más sobándose en sus piernas.

Kiba se sonrojó, su alfa interno gruñó de gusto: Era ella la indicada. Se acercó rápidamente ante ella, sus miradas chocaron, sintió como si esa parte que nunca encontró finalmente estuviera frente a suyo, lista para ser tomada y defendida.

—Perdóneme, Hyuga-sama. Este chico es algo hiperactivo. — Comentó mientras se arrodillaba para también acariciar el pelaje de Akamaru.

La mujer sonrió dulcemente, también sonrojada, evitándole la mirada. Lo cual solo logró que se encendiera por dentro.

—No se disculpe, Inuzuka-dono. Es un chico agradable. — Susurró dulcemente.

Kiba rió entusiasmado de poder hablar con ella.

— ¿Este?—En respuesta Akamaru le gruño—Bueno, mi señora, no se equivoque, solo está aparentando porque estamos ante una princesa.

Deslizó su mano por el pelaje de Akamaru hasta tocar la mano de la dama. Ella quiso retirarla, pero Kiba la tomo con firmeza. Con su otra mano levantó el mentón de Hinata, haciendo que sus ojos se encontrasen.

—Te encontré. —Susurró seguro de sí mismo.

Sus dedos bajaron hasta los labios de la omega, quien entrecerró sus ojos tiernamente, dejándose llevar por un calor que nunca había sentido en su cuerpo.

— ¡Hinata-sama!—Gritó una voz algo aguda pero evidentemente molesta.

Era un omega soltero Hyuga, Kiba pudo detectarlo, con lazos sanguíneos a su amor. Le extrañó que los adornos en el cabello de aquel omega fueran más ostentosos que los que su dama traía ¿Por qué? Pudo ver como su princesa se encogía sobre sí misma. Sin pensarlo la atrajo hacia él y le susurró “Cuando todos duerman en el jardín este”.

No le dio tiempo a negársele. Se apartó rápidamente, le dio la espalda, y Akamaru le siguió luego de un último toque de parte de Hinata.

 

La omega Hyuga sintió que la calidez que a su cuerpo se había embargado se fue con el joven guerrero. Se avergonzó de sí misma, pero sin embargo un extraño valor sacudió su cuerpo. Desde la pérdida de su último cachorro, había sentido un frío que por más bebidas calientes y por más cobijas no se retiraba de su cuerpo hasta que hace unas horas aquel salvaje Inuzuka le había dirigido una mirada atrevida en el recinto.

—Hinata-sama— Le reprendió Neji — Es incorrecto que hable tan cercanamente con un alfa que no es Naruto-sama, el gran líder  o su padre.

—Lo siento, Neji-nisama, solo que su peludo compañero llamó mucho mi atención

La sonrisa con leves tintes rosas en sus mejillas llamó la atención de Neji, quien se mordió el labio inferior ansioso.

—Hinata-sama, no debe arruinar esta oportunidad—Alzó la barbilla—Prometió que me ayudaría a alejar a Uchiha y a que Naruto me mire a mí y me dé un hijo. Esa es la única manera de que Hanabi-sama y mi tío sean perdonados ¿No lo ha olvidado verdad?—Le preguntó con una seriedad que asustó a la omega.

La vitalidad que dentro de sí Hinata había experimentado se fue apagando a cada  palabra de su primo. No era para ella un misterio que Neji siempre había mirado con otros ojos  a Naruto, siempre le había gustado. Sin embargo él nunca había intentado meterse por los ojos de este, respetando su matrimonio. Pero ahora que finalmente tenía la oportunidad, estaba segura que él sería más acaparador que ella misma pues tenía mucha más fuerza y voluntad. Ella solo sería su sombra, sus asistente, quizás la anda que cuide de los cachorros. Se había resignado antes de la llegada de Kiba, ahora dentro de sí una esperanza que no deseaba ser aplacada crecía.

—Por supuesto que no, Neji-ni sama. Tu matrimonio es pronto. Y seguramente vas a concebir rápidamente. — Le respondió con verdaderos deseos positivos.

—Lo cual significa que debemos descartar a Uchiha antes. — Replicó Neji con una mirada decisiva.

Hinata asintió débilmente. Había aceptado tal truco para eliminar a Sasuke cuando estaba sumergida en el dolor de la pérdida de su cachorro; pero ese dolor había disminuido drásticamente en las últimas horas con la presencia de aquel guerrero. Sentía un viento cálido alrededor de su cuerpo, muy dentro de ella su omega interno le dictaba un: “Finalmente lo encontraste”.

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Las horas habían seguido su curso de manera apresurada para la princesa de los Hyuga. Aún se sentía impotente por no poder hacer algo para liberar a su hermana y a su padre. Desgraciadamente, sabía que desde su posición no iba a lograr mucho. Era totalmente incapaz de darle un hijo a su esposo. Y aunque aquello le había causado frustración, dolor y envidia las últimas semanas cuando en las reuniones veía al Uchiha con esa saludable pancita creciendo sin problemas, ya no sentía lo mismo.

¿No debería de sentirse triste por la suerte de su hermana? ¿Vengativa y decidida a deshacerse de los Uchiha como su primo? Incluso antes de la llegada del guerrero salvaje, había meditado sobre los planes de su primo. Quería verlo feliz, había encontrado consuelo ante la idea de ayudar con la crianza de sus sobrinos. Pero de alguna manera siempre le pareció lamentable el ser la causante de que el omega pelinegro abortara, quizás no por él, sino por Naruto, quien a pesar de no amarla la había protegido tanto, ganándose su respeto y cariño. Él no se merecía sufrir con la perdida de otro cachorro, era un alfa, su mayor deseo era tener descendientes.

Y a pesar de eso, de la culpa que le daba los planes de su primo y padre, no se negó, se dejó llevar por la corriente de odio de Neji y su padre. Dejarse arrastrar por los planes de otros había sido su mayor virtud. Pero en aquel momento mientras terminaba de arreglarse para recibir a los Uchiha, echó una mirada a su primo, quien era arreglado con los mejores adornos para el cabello, sintió una ligera llama. Supo que aquel joven le había regalado un poco de su vitalidad, Kiba Inuzuka era alguien especial.

Su padre y Neji habían organizado muy bien el plan para que Sasuke sufriera un aborto. Pues la sustancia que le ocasionara sería servida en la tetera del té, por lo cual todos la consumirían. Aquella sustancia había sido costosa de comprar pues sus recursos eran limitados. Sin embargo para Hiashi Hyuga bien valía la pena. Había sido comprado a uno de los subordinados más cercanos de Orochimaru-sama, por lo cual probablemente no tuviera pierde.

Cuando funcionara, Sasuke ya estaría de vuelta sus aposentos, y como no había producido daño a nadie pues seguramente antes alguno de sus siervos la bebería, no podrían culparlos. Tal y como lo requerían, parecería un aborto natural como los mucho por los que ella había pasado. Con ello, los Uchiha caerían en desgracia, o aunque sea un poco menguaría su poder. Se eliminaría la posibilidad de que Sasuke se vuelva el primer esposo, quizás su primo tomáse su lugar que era lo que ellos deseaban. Hinata sintió aprensión en su pecho al imaginarse el rostro de dolor de Naruto.

Cuando estuvieron frente a los felinos, Sasuke tenía un  aspecto tan saludable y fuerte, con aquella pancita llena del cachorro de su esposo, Hinata sintió el estómago encogérsele. Le producía envidia, ella deseaba tener cachorros también; sin embargo, cuando antes había sentido  la resignación de que no era posible, la imagen de Kiba le hizo pensar en que aún no había finalizado su oportunidad. Se sintió viva y un poco optimista ante su futuro.

 

 Al sentir aquella vitalidad por su cuerpo, pudo ponerse  en el  lugar de Sasuke, ella sabía lo que era perder un hijo. Nuevamente el pensamiento que Naruto no merecía aquello le llegó.

Por otro lado la vergüenza la atacó: ¿Si se sabía la verdad? O tan siquiera si se rumoreaba que ellos habían sido los causantes del aborto de Sasuke ¿Qué pensaría aquel joven? No deseaba que él la mirase con desprecio. Él quien la había tratado tan gentilmente, quien le había llenado de calidez con una sola palabra.

Fijó sus ojos blanquecinos en las manos ansiosas de su primo cuando el té fue servido. Lugo dirigió su mirada a Sasuke, quien recibía  la taza luego de que su siervo la probara, tan aparentemente inocente, tan sano, Hinata supo que el cachorro de Sasuke sí nacería, que Naruto, su salvador y protector finalmente podría tener un hijo.

Por ello, inyectada con la vitalidad de Kiba,  cuando Sasuke tomó la bebida en sus manos,  se  levantó intempestivamente, sus ojos estaban enrojecidos, en su rostro se dibujaba claramente el aviso de peligro. Con su mirada señaló la taza que aún permanecía en manos del joven omega preñado. Sai y Sasuke lo notaron tan claramente. Sai no dejó pasar  ni un segundo para que tirara la bebida de su primo.

—Lo siento, pospongamos la reunión— Hizo una reverencia Hinata seguida de sus siervas—Deseo descansar. Sasuke-kun, debería hacer lo mismo. — Comentó nerviosa.

Los Uchiha aún no sabían bien que sucedió pero sus instintos les indicaron que se levantaran e hicieran lo que ella les sugirió.

—El embarazo me ha cansado, pasamos a retirarnos—Anunció Sasuke.

Las panteras se marcharon rápidamente. Mientras Neji maldecía interiormente. Fue veloz hasta su tío, quien no podía salir de sus aposentos, a contarle lo sucedido. El joven castaño no podía creer que hubieran perdido una oportunidad de ese tamaño por culpa de su propia prima, a quien él había protegido durante años, por quien nunca se había atrevido a intentar seducir a Naruto.

Cuando Hiashi se enteró de las acciones de su hija, la mandó a llamar. Ahí en medio de su padre y primo Hinata fue juzgada.

— ¿Por qué demonios hiciste ello? Arruinaste la posibilidad de que tu primo se deshiciera del bastardo de ese mocoso.

La muchacha siguió sentada sobre sus piernas sin responder, tan solo mantuvo la cabeza gacha, esperando los golpes que seguramente llegaría. Y así fue, Hiashi la tomó de un brazo, la despegó del suelo lo suficiente para tumbarla con una cachetada fuerte. Y aun así ella se sintió bien consigo misma.

— ¿Por qué, Hinata-sama? ¿No estabas de mi lado?—Le replicó Neji con voz ofendida y dolida.

—Estoy de tu lado, primo. Pero…

— ¿Pero qué?

— ¡Pero tú no sabes, no puedes entender lo que es perder un hijo!—Gritó con lágrimas en los ojos mientras acunaba su vientre plano.

Los tres se sorprendieron del grito de la omega. Hiashi estaba listo para lanzarle otro golpe nuevamente pero Neji le detuvo. Hiashi accedió pues ahora era Neji quien tenía en sus hombros el restablecer el lugar del clan en la alianza.

—Lo lamento, Ni-san, oto-sama pero si piensan deshacerse del cachorro de Sasuke-kun lo evitaré si me es posible. Neji-nisan es más fuerte que yo, seguramente tendrá muchos cachorros con Naruto-kun. —Le animó con sinceridad.

Sin decir más que ello, se puso de pié, les dedicó una venia y se retiró hacia sus aposentos. De alguna manera sintió que finalmente tomaba su vida con sus propias manos, ya no era dejarse llevar por el plan de alguien más. Kiba le había traído algo en su vida que nunca había sentido.

 

 

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Un nuevo miembro extranjero se había sumado a la familia y al secreto clan Uchiha: Se trataba de aquel exótico omega peliblanco que llamaba tanto la atención de todos los miembros del clan. Shisui no entendía la complejidad de la llegada de aquella persona. Es decir, sabía que era algo sumamente extraño. Muy aparte del caso de su madre, Kagami, ningún otro miembro traía a alguien de afuera al clan y es que a pesar de ser joven entendía lo importante del anonimato, probablemente no existiera un clan shinobi tan “pacífico” y con tierras tan amplias como el Uchiha, y aquello era porque ningún clan del exterior sabía que ellos eran importantes ninjas.

Por ello le resultaba incomprensible el porqué su padrino, Fugaku, se tomaba la molestia de discutir la permanencia del peliblanco. Luego de que Kakashi los conociera, difícilmente podría ser liberado sin condiciones. Estaba seguro que con otro extranjero, la decisión se hubiera tomado mucho más rápido y no serían indulgentes. Para empezar, ni siquiera se hubieran esmerado en salvarle la vida, menos que camine casi libre por las estancias del Castillo de las plumas de cuervo. Debía existir una razón, más allá de la de su tío pelinegro.

Aun así, siendo un niño en camino a volverse un alfa,  le alegró su presencia: El adolescente peliblanco era fuerte, amable con él e Itachi y les ayudaba con su entrenamiento. Parecía tener una facilidad no tradicional con los niños y jóvenes. No era dulce como Mikoto, tampoco parecía destilar esa paz y ternura de su madre Kagami, pero Kakashi parecía hacerse entender con los niños, siendo amable y disciplinado con estos. Itachi había congeniado inusualmente rápido con aquel omega. Lo cual alegró a su tío Obito. Nuevamente no comprendió el porqué de la alegría de este.

Indiferentemente a los problemas de adultos, a Shisui le caía bastante bien su manera de ser. Y es que el joven peliblanco, a pesar de sus recientes heridas cicatrizadas, siempre buscaba apoyarlos y no ser una carga: Ayudaba a Mikoto con las labores del hogar así como se ocupaba de los niños que Mikoto usualmente entrenaba. Inclusive ayudaba a otras madres omegas y beta con sus cachorros. O alimentaba a los animales y caballos del clan. Al principio las omegas del clan eran recelosas de permitir que Kakashi se encargase de sus cachorros, pero pronto el instinto materno de cada uno le indicó que era de fiar. Ellos eran seres que se fiaban mucho de sus sentidos por lo cual si sentían que Kakashi era sincero con sus intenciones, probablemente era verdad.

Kakashi había sido instalado en el mismo castillo que ellos por orden de Fugaku hasta que se regularizara su situación en calidad de qué se mantendría en el clan. Shisui estaba contento con que el peliblanco se quedara, así podría pedirle que le continuase  entrenando a él e Itachi pues estaba enterado de que era un ninja, seguramente tendría mucho que enseñar. 

Había momentos en los cuales lo descubría  mirando más allá de los muros del castillo, con unos ojos sumamente tristes, anhelantes y nostálgicos. En aquel momento, Shisui no era capaz de entender como aquella mirada nostálgica en el peliblanco lastimaba a su tío Obito, quien siempre se mantenía a una distancia notable después de cada rechazo sufrido de parte del omega, hasta que nuevamente se armaba  de valor para acercársele e intentar cortejarlo.

Shisui era joven todavía, no comprendía el dolor de un alfa que encuentra a su pareja destino, pero que esta le rechaza constantemente. No podría imaginar la cantidad de emociones que se desataban entre la furia, el dolor y las ansias animales de someter a su pareja por la fuerza.  El aún niño recién ingresaba a una nueva fase para un alfa. Llegaba finalmente a los 12 años: dentro de muy poco, aquello marcaría muchos cambios en su animal interno. Poco a poco mostraría aquellos cambios, su alfa se manifestaría a través de sus emociones y acciones; sin embargo, Itachi quien era más joven que él aun lo veía como un hermano mayor.

Por el momento, a Shisui no le afectaba, su ser completo se sentía satisfecho de ver sonreír a Itachi, practicar con él y ser artífice de su felicidad. Así como su edad avanzaba asumía nuevas responsabilidades. Dentro de poco sería su debut como shinobi, su primera misión sería en compañía de su padrino, por lo que no podía decepcionarlo. Sería una misión fácil para un Uchiha, la cual normalmente Fugaku no se encarga, pero como era un entrenamiento para su ahijado, Shisui, lo haría con gusto.

Sin embargo, en medio de aquella agitación y cambios para Shisui y todo el clan de las panteras, una nueva novedad les llegaba: Mikoto, la dulce y sabia esposa del líder de los Uchiha, había engendrado un nuevo cachorro. Su instinto le dictó a ella y a su alfa que pronto tendrían un nuevo crío que cuidar.

Al principio vio una pizca de celos en el pequeño felino que era Itachi. Normal para un niño, pero pronto pareció que el niño prodigio, como muchos auguraban a Itachi, se apegaba a su madre para consentirla y ayudarla, demostrando una elogiable madurez.

A pesar que él, su tío y los adultos de la élite del clan hacían lo que podían para que Itachi no se preocupara por los problemas del exterior, Itachi a veces comentaba sus preocupaciones por la aldea. Desde la noticia de la llegada de su hermanito parecía que sus preocupaciones habían crecido. El aun cachorro mostraba su ansiedad cada que el vientre de su madre crecía, podía ver amor en los ojos del pequeño felino pero también determinación de cuidar del no nato.

Todos esperaban grandeza del omega pues sería el líder del clan cuando fuera tomado por un alfa adecuado. Alfa u omega, ninguno podía heredar el liderazgo sin una pareja y una familia. Los lazos eran primordiales dentro del clan. Los lazos se cimentaban con el clan cuando alfa y omega se enlazaban.

Shisui estaba orgulloso de Itachi, pero desde muy dentro de su ser, sentía la necesidad de mimarlo. Para su satisfacción personal,  a pesar que no permitía que su madre se esforzara por consentirlo a él sí que lo hacía. Incluso podía decir que Itachi demandaba su atención y sus mimos.

Pues si bien Itachi parecía querer causar el menor de los problemas a sus padres, pues estos  padecían con el problema exterior, con otros de sus usuales clientes caídos y con el problema de la conflictiva relación de Obito y Kakashi que traía un poco de discordia en el clan, con Shisui, el omega no se contenía a la hora de ser consentido. Como Shisui suponía, un felino omega de su clan no podía vivir sin mimos por su misma naturaleza hedonista. Para el alfa era todo un placer aquello.

Cuando Mikoto tenía un vientre ya abultado, aproximadamente de unos 5 meses, se dictaminó una sentencia para Kakashi, al parecer por lo que se le permitió a Shisui escuchar, su tío no fue muy feliz con aquella.  Kakashi se volvió un miembro activo del clan, junto a otros miembros participó en misiones supervisado siempre por otros Uchiha. En una de aquellas misiones un viejo amigo de Kakashi llegó junto a él. Según Mikoto le contó a Shisui, ella junto a Fugaku y el consejo habían permitido anticipadamente la llegada de aquel “amigo”.

Tanto Shisui como Itachi fueron testigos de las comidas silenciosas entre los miembros de su familia. No entendían por qué pero nadie se atrevía a hacer algún ruido. La tensión clara era entre Obito y Fugaku. De un momento a otro, Obito solicitó de una manera bastante formal una reunión del consejo. Mikoto, Fugaku y Kagami suspiraron cansados, como si anticiparan el tema que quería tratar Obito. Como era obvio, Itachi y Shisui no podían asistir a aquella reunión, lo cual comenzaba a molestar al omega menor.

—Mi padre y mi madre no me escuchan…no es bueno para mi hermanito que madre este en esas reuniones—Refunfuñó con un ligero puchero, que Shisui estaba seguro solo se lo mostraba a él pues debía de mostrar dignidad ante otros miembros del clan.

Se acercó a Itachi, sintiéndose muy seguro de que podía tomarse ciertas libertades con el niño. Quiso acariciarle la cabeza como usualmente lo hacía, pero para su sorpresa, Itachi se alejó de su contacto.

—No, Shisui-san, ya no soy un niño—Cruzó sus brazos mientras algunas pelusas de sus orejas se encrespaban.

Shisui no pudo evitar reír sonoramente. Itachi intentaba parecer mayor, de crecer pero con él parecía fracasar miserablemente. E Itachi lo sabía. Esa carita enojada junto a sus dos orejitas encrespadas solo podía causarle risa y ternura.

—Ahh... asi que yo no puedo tocarte porque ya no eres un niño... ehh es una lástima—Hizo una mueca de falso sufrimiento.

—Shisui-san, eso no va a funcionar conmigo. Voy a ser hermano mayor pronto, debo dar el ejemplo y cuidar de él. —Siguió muy serio intentando no fracasar en su acto de madurez. Podía portarse de aquella manera con su madre, padre y todo el clan, pero con Shisui sentía una debilidad muy grande por dejar que lo consienta. Pero no estaba bien, él debía de ser el más fuerte e independiente del clan.

Sin que Itachi pudiera anticiparse, Shisui se le abalanzó para abrazarlo.

—Mi pequeño hermanito va a tener un hermanito, que miserable me siento. —Lloriqueó dramáticamente.

—No me abraces, Shisui-san—Murmuró Itachi intentando separarse, con los cabellos más encrespados. Su mayor no le estaba dejando fácil el poder madurar.

—Bien, bien te trataré como un adulto desde ahora—Proclamó solemnemente. —Esperaré que el nuevo cachorro de Mikoto-san nazca para tener a alguien a quien consentir. Le llevaré al bosque, treparemos arboles juntos, lo cargaré en mi espalda, luego le llevaré a comer Castella y claro a Azume-san para comer muchos dangos…

Habló en un tono bastante animoso, como si se sumergiera en ese pequeño futuro junto al cachorro no nato. Su mirada parecía perdida, pero en realidad, de reojo podía mirar como las mejillas de Itachi perdían color, como sus orejitas felinas caían y se encogían sobre sí, como parecía querer retractarse de sus palabras sin lastimar su orgullo de chico maduro.

—No acoses a mi ototo… yo seré quien le lleve a comer dulces y…tu…

De lo pálido que su piel se había tornado, poco a poco sus mejillas comenzaron a colorearse por la vergüenza que adquiría. Shisui sonrío suavemente, había anticipado aquella reacción.

— ¿Acaso estas celoso, Itachi?

El niño cruzó sus brazos, entrecerró sus ojos e intentó con esfuerzo que sus mejillas no se colorearan más. Para Itachi, que había sido el consentido de sus padres, de su tío, Shisui y del nuevo omega peliblanco saber que tendría que compartirlo todo repentinamente fue duro. Sin embargo, pronto se vio superado por una ansiedad y ganas de proteger a aquel pequeño ser que crecía dentro de su madre. Sus ilusiones crecieron más rápido de lo que creció el vientre de su madre. Quería ver al cachorro pronto. Pero conforme sus sentimientos por el cachorro se expandían también lo hicieron sus preocupaciones.

Cuando era más pequeño  creció sabiendo que existía algo más allá del hermoso lugar que era su clan, más allá de las personas que los miraban con ojos ilusionados, más allá de la calidez de su Castillo. Era un mundo que debía de enfrentar, pero que algún día los vendría a buscar. En su cabeza se formaron teorías de cómo evitar que todos esos malos apartados por las murallas de su ancestro Madara no llegasen. Y se encontró con que quizás esa no era la solución, quizás ellos debían ser quienes los buscaran. Pero aún era inocente, no comprendía la división del complejo país en el que vivía, que ningún clan de la guerra escucharía a un clan Shinobi, que ellos no podían ser héroes más que para su propia gente.

Con la llegada de Kakashi, sus inseguridades crecieron, realmente existían más personas ¿Qué clase de misiones hacían sus padres, sus tíos, parientes? Comprendió un poco más de la relación entre alfa y omegas, de lo que se esperaba de él como omega, pero que aquello no era lo mismo que allá afuera según lo que Kakashi le había contado de sus aventuras. Lo admiró y se puso de su parte, a pesar de que su tío Obito sufría.

Demasiada información para una mente brillante y ávida a tan joven e inocente edad.

Sus lecciones empezarían dentro de un mes, pero Itachi quería que se aceleraran, necesitaba saber mucho más para proteger al cachorro que nacería y a todos los niños e inocentes dentro de su clan. Como era de esperarse aquella carga autoimpuesta era demasiada para alguien que no conocía nada realmente del amplio mundo. Así que se obligó a madurar, a desligarse de los mimos a los que su familia le tenía acostumbrado para que su hermanito los tuviera en excesos cuando naciera. Al menos aquello podía ir otorgándole aunque aún no supiera como hacer del mundo un lugar menos peligroso. Sin embargo cuando Shisui le dijo todos aquellos planes, aquellos celos que con sus padres había sido amaestrado, crecieron inesperadamente. De una forma egoísta quería que esos cuidados que Shisui tenía para con él, siguieran siendo solo suyos. Shisui era la persona, un compañero y amigo, su propio hermano mayor con el que podía ser el hermano menor consentido.

O al menos eso creía en aquella edad. En pocos años se daría cuenta que no era un amor de hermanos el que enardecía esos celos. Comprendería la posesividad de su tío Obito con Kakashi y entendería porque su madre no se despegaba de su padre aunque las reuniones de consejo fueran tan estresantes.

—Hey, Itachi, no tienes por qué tener vergüenza de tus celos, son naturales.

Esta vez no se negó a las caricias de Shisui en su cabello, las añoró, su cabeza inconscientemente se removió en la mano de otro, sus orejas felinas se removieron de deleite y su cola se balanceó rítmicamente. Un ronroneo agudo escapó de su garganta. Aquella caricia que cada vez se hacía más suave, le sentaba como si hubiera tomado un baño en las aguas termales, tan relajante que hacía a la vez latir su corazón de gusto.

Si bien las mejillas de Itachi se habían enrojecido suavemente de un pálido rosa, no se comparaba al rostro totalmente encendido de Shisui, quien sentía como aquel ronroneo había despertado algo que había permanecido dormido. Escuchó dentro de sí un suave jadeo grave de gusto. Sabía que sus caricias se alentaban no por las mismas razones que Itachi. Se asustó, pero no pudo despegar su mano de los cabellos tan suaves de Itachi sino que aquel culposo pero estimulante toque lo llevó hasta una de las orejitas de su “hermanito menor” y las detalló a conciencia, no fue consciente de como su lengua se relamió los labios ni de como todo su cuerpo se calentaba cada vez más.

—Shisui-san ¿seguirás siendo mi hermano mayor aun cuando nazca mi hermanito verdad?—El tono cándido de Itachi fue suficiente para que la vergüenza lograra que Shisui separara su ansiosa mano de las orejitas de Itachi.

—Claro… por supuesto que sí.

Un poco más calmado y con un mejor control de sí mismo, Shisui sonrío.

—Juntos cuidaremos de tu hermanito, crearemos un mundo mejor. Pronto iré a mi debut y conoceré mejor del mundo que nos ha contado Kakashi-san. —Sonrío, pero pronto un poco de nervios le invadió cuando le paso un pensamiento que podría ser malinterpretado.

— ¿Qué sucede, Shisui-san?

—Primero, te he dicho que no me llames Shisui-san, llámame solo por mi nombre, sin honoríficos, nos conocemos desde siempre.

El niño asintió nervioso.

—Está bien, Shisui…

—Bien, pensé que cuidaremos a tu hermanito como si fuera nuestro cachorro. —Susurró un poco avergonzado.

Itachi solo giró su cabeza nervioso y sonrojado. Había omegas y alfas que jugaban a ser familia, pero al joven omega no se le había ocurrido tal juego con su primo y amigo Shisui. De pronto le vino a la mente el supuesto compromiso que ellos aún tenían que solo será resuelto cuando se hicieran mayores.

— ¡No me malinterpretes, Itachi!—Grito apenado y disculpándose por su atrevimiento.

—No… bueno, mis padres siempre están ocupados con tío Obito y con el exterior, creo que si les ayudamos como si también fuera nuestro cachorro, sería bueno para ellos.

—Claro, claro, exactamente lo mismo pensé.

Se observaron durante unos segundos sonrojados, pero luego se rieron con más confianza de la apenada situación. Shisui sabía que debía de controlarse, porque aunque él estuviera alcanzando la primera maduración, el despertar de su alfa, Itachi era un niño, un cachorro intentando ser un adulto. Y aunque seguramente el menor le daba la razón en aquel juego de padre alfa y padre omega, dentro de sí ese extraño calor le hacía saber que en su caso era diferente. Su compromiso de antaño con Itachi poco a poco se hacía presente.

Pero no menciono aquello al niño, no quería asustarlo ni alejarlo de él. Por el momento decidió concentrarse en seguir siendo su mejor amigo, y su hermano mayor, junto con un compañero que le ayudase a cuidar al cachorro que su tía traería al mundo.

 

La misión debut de Shisui llegó. Por primera vez Shisui conocería con sus propios ojos un mundo más allá de su clan. Además sabría de primera mano cómo se sostenía económicamente su hogar y todos sus miembros. Ese día se convertiría oficialmente en shinobi.

La misión consistía en un simple robo, debían de robar de un castillo la información de cuanto tributo aquel clan obtenía de sus súbditos para llevárselo a su clan rival para que lo use como mejor le convenga. La misión seria liderada por el propio Fugaku, estaría compuesta por Kakashi, quien estaba también a prueba, el amigo de este, un alfa llamado Yamato y Kagami a quien nadie había podido convencer de no ir. Obito había pataleado cuando se enteró que estaría excluido de aquella misión, pero Fugaku sabiendo la riña que existía entre Obito, el omega que deseaba y el amigo de este, decidió dejarlo en el clan haciéndose cargo de los deberes de Fugaku.

Ellos junto a un pequeño grupo de betas Uchiha, eran más que suficiente pues para un robo lo que menos necesitaban era llamar la atención. Ellos se caracterizaban por no dejar pistas de quien había sido el posible ladrón.

Durante la tarde había estudiado los planos del Castillo así como la posición de cada uno de los guardias. Debían de quedar grabado en su memoria toda aquella información o pondrían en peligro la misión y sus vidas.

Antes de partir, su cuerpo por primera vez fue entintado en negro por completo, su piel blanca desapareció. Su tía Mikoto le dibujo el símbolo del clan con una tinta transparente solo como una bendición. Pasó una sustancia que eliminaría su aroma natural de alfa, haciéndolo invisible al olfato de otros alfas y omegas. Luego, su madre ya listo para la misión, le ayudó a cubrir su cuerpo ennegrecido con ropas tan oscuras como la noche. Le calzaron las sandalias especiales y le entregaron sus armas; como le habían enseñado las escondió entre sus ropas. Se acercó al espejo y solo pudo distinguir una sombra, un fantasma de la noche, un hijo de la luna.

Salieron del castillo, atravesaron las murallas con cuidado, sus pasos no resonaban en la tierra ni siquiera levantaban polvo. Gracias a su natural habilidad treparon árboles. Se asombró de la prodigiosa habilidad de su madre y su padrino. Kakashi estaba igualmente vestido al igual que su amigo, pero ellos viajaban ocultándose entre los árboles.

Pronto llegaron al Castillo donde debían de robar, ahí les esperaba tres shinobis más de su clan, quienes se habían mantenido vigilando silenciosamente que todos se movieran según como habían descubierto.

Les confirmaron que el señor del Castillo había partido a una visita diplomática muy cerca, por lo cual el Castillo contaba con menos guardias de lo usual pues la escolta había partido con su señor.

Shisui tomó nota de todos los detalles. Tenía claro que debía enfocarse en su misión, en nada más que ello, no debía crear afinidad alguna con los guardias, a ellos ni siquiera les importaba de quienes se trataba o para que fines iban a utilizar la información que robarían para su cliente.

Fugaku dispuso las posiciones, ya que era el debut de Shisui debía de ser él quien ingresara al castillo, quien robase y trajese el pergamino. Le habían facilitado la ubicación por ser la primera vez. Shisui se negaba a fallar.

Junto a Kakashi y uno de los Uchiha, Shisui se dirigió al patio trasero del Castillo. Treparon los muros, cayeron al otro lado con gracia y sin hacer ruido. Su corazón latía ansioso, su boca se sentía seca, parecía que a sus pulmones les costaba captar el aire necesario.

Bordearon el jardín silenciosamente, Había algunas luces de faroles encendidas, seguramente los sirvientes que aún no terminaban con su labor. No era un castillo muy grande, seguro era de un señor menor. Kakashi puso su mano juntas sobre su rodilla, indicándole a Shisui que de esa manera lo impulsaría para subir. Shisui se apoyó y brinco hasta que sus dedos tocaron los tejados. Subió. Kakashi recibió la misma ayuda del otro Uchiha. Este le indicó que se quedaría vigilante. Kakashi y Shisui siguieron su camino.

A Shisui le sorprendió que su padrino confiara tanto en Kakashi, seguramente había tenido un brillante desempeño en sus anteriores misiones. Sonrío debajo de la máscara.

—No te desconcentres, Shisui. Te diré algo claramente. —La voz de Kakashi era como el murmullo del viento—Si alguien nos ve, no dudes en acabarlo pues lo mismo harán ellos.

Aquellas palabras quedaron grabadas en su mente. ¿Por qué? Entendía el porqué de que los dueños del castillo los atacasen, ellos eran los ladrones, los criminales que robarían información con la cual sus enemigos probablemente les ganen. Ellos eran quienes por dinero balanceaban las guerras a favor del mejor postor.

—La lealtad es solo a tu familia. —Le indicó Kakashi con un tono de voz sumamente serio.

—Pero Obito te salvó.

Escuchó algo parecido a una risa burlona de Kakashi muy bajita casi inaudible.

—No fue gratis, muchacho. Ya se lo pagué de todos modos.

Shisui no entendió, a pesar de que ninguno podía ver las expresiones del otro por lo cubierto que llevaban sus rostros, Kakashi comprendió que el alfa a su lado aún era muy inocente.

—Solo concéntrate, más tarde te explicaré como es que un omega le paga favores a un alfa.

Por alguna razón que Shisui no comprendió se sintió avergonzado con aquellas palabras.

Siguieron caminando de lado, siempre con una mano semi levantada por si tenía que sacar rápidamente su ninjato o por si alguna de sus bombas de humo  que se encontraban guardados entre sus mangas debían de facilitarles el camino. Sus respiraciones eran acompasadas y ligeras, no podían permitirse suspirar.

Kakashi le hizo gestos con la mano indicándole el camino. Giraron, terminaron en una esquina. Podían ver que en la puerta de una de las habitaciones había tres guardias bien apostados, platicando para pasar la larga noche que les esperaba de guardia.

Shisui observó a los ojos a su mayor y este asintió. Aquella era la habitación del contador, quien seguramente dormitaba tranquilamente pues se sabía protegido por los guardias.

El menor se preguntó si debían de asesinar a los guardias, aquella sería la primera vez pues hasta el momento solo había practicado con miembros del clan.

Sin embargo, Kakashi se pegó a la pared, de entre sus mangas sacó una cerbatana y las agujas con una sustancia que los haría desmayarse. Shisui entendió que querían el mayor silencio, que nadie los viera siquiera. Sacó también la cerbatana y sus agujas. Al mismo tiempo les dispararon a diferentes guardias, el del medio se quedó sorprendido porque de repente sus compañeros cayeran al suelo. Kakashi le disparó tres agujas a la nuca desprevenida de este, logrando que también cayera pesadamente sobre sus otros compañeros.

Shisui y Kakashi avanzaron rápidamente, apagaron los faroles que los guardias tenían. Kakashi se puso en cuclillas, pegó su oreja de lobo a la puerta. Escucho un par de segundos. Le asintió, juntos abrieron sutilmente la puerta, solo dejando un pequeño espacio para que ellos pudieran ingresar. Lo lograron sin mayor problema. Según les informaron, cada tanto de minutos dos guardias pasaban por cada lugar del castillo para vigilar que sus compañeros trabajen debidamente. Por lo cual, solo les quedaba algunos minutos.

Ingresaron a la habitación, era amplia, con un recibidor, detrás de un biombo de puerta corrediza seguramente estaba el lecho del contador. Shisui escuchó unos sonidos agudos provenir de aquel lugar, olfateó, era un aroma nuevo pero extraño, no podía definirlo con claridad. Kakashi le tocó el hombro indicándole que no se distraiga. Los sonidos provenientes del lecho del contador se hacían más agudos largos y angustiantes.

Kakashi, por el contrario, parecía satisfecho con aquel suceso, impasible. Shisui observó ligeramente y dos sombras detrás del biombo parecían moverse rítmicamente. Fijó su atención en su superior.

El omega le indicó que fuera a buscar a los estantes mientras el vigilaba al contador que gruñía detrás del biombo.

Shisui abrió con cuidado el estante, olfateo y encontró el tipo de a él que le habían indicado se había usado en aquel pergamino. Tomó el que tenía el olor, revisó el sello, era el indicado, Lo abrió y revisó, confirmó que era la cantidad de tributos que recibían de cada clan, la tinta aparentaba haber sido usada hace muy poco, seguramente menos de una semana. Lo cual era extraño pues aquella misión había sido avisada hace mucho más tiempo. ¿Qué sucedía?

Rápidamente escondió el pergamino entre sus ropas, salió y lo que vio le dejó impactado.

Kakashi se encontraba arrodillado frente al contador, este se encontraba a medio vestir con una sonrisa victoriosa. Shisui pensó que su superior había sido descubierto, por lo cual nerviosamente desenvainó su ninjato, posicionándose para atacar al contador, pero Kakashi alzó su mano parándolo.

—Él es uno de nuestros clientes. Acércate y preséntale tus respetos, Shisui.

El joven alfa aún no podía comprender.

—Este es tu nuevo aprendiz, Hatake. — Inquirió el robusto contador.

—Así, es. Lo huérfanos nunca dejan de llegar, mi señor. — Manifestó Kakashi aun arrodillado y con la cabeza levemente inclinada. —Mis aliados están esperando afuera, la misión ha sido un éxito.

Shisui se limitó a arrodillarse al lado del omega, inclinó levemente la cabeza aun sin entender.

—Bien. Entonces debemos proseguir. En ese pergamino esta toda la información que el clan Hozomi necesita para vencer. Indícale a su señor que los estaré esperando. Ahora prosigue.

Kakashi se puso de pie. Sacó su kunai envenenado y se lo clavó en el brazo, cuidando de que no sea irreversible la herida. El contador emitió un chillido.

—Escapa por la ventana, Shisui.

El joven hizo lo indicado, corrió la ventana que había estado trabada, pero antes giró levemente su cabeza hacia el lecho del contador en él había una joven omega semidesnuda, entendió que era lo que hacían antes de ingresar, también por qué la pobre muchacha había sido llamada. Se encontraba dormida, pero Kakashi seguramente se aseguraría de acabar con ella como parte de la pantomima que el contador traidor había armado.

Shisui saltó ágilmente, cayó, ahí le esperaba el otro miembro Uchiha que los había acompañado. A pesar de que su mente se encontraba confundida, corrió. Un grito se escuchó en la habitación del contador, pronto los guardias fueron hacia aquella habitación, En unos segundos más vio a Kakashi caer de la ventana seguido por katanas que habían buscado darle una estocada. El peliblanco cayó en el suelo y les siguió el paso.

Se refugiaron en el bosque y treparon en los árboles, ayudaron a Kakashi a hacerlo ya que no era su fuerte. Llegaron a lo más arriba, sus ojos se tiñeron de rojo y observaron a sus presas. Su padrino, su madre, Yamato y los otros Uchiha tenían listo sus arcos y flechas. Una lluvia de flechas negras cayó sobre los guardias que los habían seguido.

Sin pruebas, sin huellas, en silencio… nuevamente una misión había sido cumplida. Los guardias que siguieron a los que habían sido aniquilados con sus flechas, se quedaron atónitos al no ver huellas algunas, levantaron sus cabezas, pero en los arboles solo observaron frondosas ramas. Sus sentidos se alertaron por lo que decidieron regresar al castillo y mandar a un mensajero a informar a su señor del ataque que el contador había sufrido en el cual su concubina había sido asesinada y él herido.

Cuando los guardias se marcharon, los Uchiha, Kakashi y Yamato bajaron de los árboles.

—Padrino…

—Sí, Shisui esa fue la misión desde el comienzo. Ayudar al traidor. Aquel contador fue vejado por el líder del clan al que sirve cuando era más joven, así que decidió ayudar a su rival a cambio de un buen puesto en el futuro. Si lo logrará o no, no nos interesa, Shisui. Recuérdalo, ellos no son nuestro clan ni nuestra familia.

Shisui se arrodilló ante su padrino y asintió. Pronto sintió una caricia en su cabeza reconfortante.

—Lo hiciste bien, Shisui. Pensé que actuarías asustado cuando te enteraste pero siempre guardaste la calma a pesar de tu confusión. —Le indicó Kakashi con una sonrisa.

— ¿Por qué te conoce, Kakashi?—Preguntó curioso.

—No me conoce, solo el nombre de mi clan. Nadie ha visto mi rostro ni que soy un omega.

—Estamos haciendo contratos a través del nombre de Kakashi y Yamato. Nos será conveniente pues no arriesgaremos nuestro anonimato.

Entonces, Shisui entendió el trato entre Fugaku y Kakashi, el porqué de esa confianza y por qué hospedaba al peliblanco y a Yamato sin ningún problema. No era el apoyo a su hermano que había encontrado a su pareja destinada sino el apoyo a un buen  aliado.

—Fugaku-san, iremos a llevarle el pergamino al cliente y a cobrar lo que corresponde.

Fugaku indicó a dos de sus shinobi que los acompañaran. Estos partieron rápidamente, envolviendo sus rostros nuevamente.

—Hijo.

Sintió el abrazo de su madre con calidez. Sentía que algo dentro de él había muerto pero otra parte había nacido. Ahora entendía que ellos no eran criminales, pero tampoco eran héroes; ellos solo protegían sus intereses al igual que lo hacía el mundo entero. Pensó en Itachi, en el bebe que pronto nacería de su tía Mikoto y se sintió nuevamente fuerte. No culpaba a su tío ni a su antepasado por la forma en que vivían, al menos de esa manera los niños y débiles podían vivir tranquilamente detrás de esos muros aparentando ser aldeanos simples; mientras ellos, la élite del clan, los protegían y ganaban lo necesario para comprar su paz de los otros clanes guerreros.

Entendiendo que todo había sido una prueba para él, desde la incursión hasta descubrir la verdad se sintió más tranquilo, pero sobre todo con unas ganas enormes de estrechar el cuerpo de su primo Itachi. Quería contarle todo, pero no lo haría. Dejaría una parte en el misterio para que el propio Itachi aprendiera por sí mismo, él estaría a su lado cuando sucediera así como Kakashi lo había estado.

Iniciaron su camino hacia su hogar con la satisfacción de una misión realizada exitosamente, sin culpas ni memoria.

 

 

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 La noche llegó, mientras todos se alistaban para acostarse a dormir o intimar con sus parejas, una muchacha escapaba de sus aposentos poniendo a prueba sus propios nervios. Hinata Hyuga ni siquiera comprendía como tuvo tanto valor como para poner un pie fuera de sus aposentos, como es que logró pedirles a sus siervas que la ayudaran a salir sin que nadie se diera cuenta.

Ahí estada,  caminando suavemente con su ropas de dormir, una simple yukata y su haori de seda, con sus atributos dejándose ver a través de las finas telas. No hubo tiempo para vestirse apropiadamente, ni pensó en ello, su corazón y mente se enfocó en lograr su cometido. La emoción en su pecho era increíble. Se sentía viva como hace tantos años no lo había estado. Quizás desde que su clan perdió la guerra contra los Namikaze.

Cerca de aquel jardín que aún no había finalizado él la esperaba como se lo había prometido: Kiba jugaba con su perro, mientras este se abalanzaba sobre este para lamerle la cara. Hinata río suavemente, una risa cantarina para los oídos de Kiba.

Cuando se vio descubierta no supo que decir. Era totalmente erróneo estar ahí. Podía haber sido humillada, podría ser que Naruto ahora estuviera muy cerca de Sasuke, que Neji se convirtiera en el nuevo segundo esposo de Naruto, pero aun así ella seguía perteneciéndole, seguía poseyendo la marca en su cuello. Por primera vez se sintió avergonzada de poseer la mordida de Naruto. Sin embargo aquel extraño, perteneciente al clan enemigo de su propia clan la atrajo y la abrazó sin ninguna malsana pretensión, cobijándola profundamente. Le susurró un “esa marca no cuenta para mí”. No podría explicar en palabras lo que Hinata sintió, una suerte de alivio, felicidad, emoción y ansiedad la llenaron.

—Inuzuka-san

—Llámame Kiba, princesa ¿puedo llamarte por tu nombre?

Hinata no lograba entender cómo es que se sentía tan cómoda en los brazos de un casi extraño pero lo estaba. Su aroma canino, el pelaje de sus ropas la sentía tan perfecto alrededor de su cuerpo. Una seguridad que su esposo ni su familia podían brindarle, solo él, Kiba.

—Kiba-kun, puede llamarme como desee. —Le respondió con una suave sonrisa.

—Entonces, mi Hinata, voy a secuestrarte hoy.

La princesa Hyuga no alcanzó a comprender cuando Kiba ya la sostenía entre sus brazos. La montó sobre Akamaru, con las piernas de lado, él se puso detrás de ella. Seguidamente,  el enorme canino ladró alto muy emocionado. Después de ello Akamaru comenzó a correr. Ella al principio sintió pánico pero este fue pronto sustituido por una sensación embriagante llamada felicidad.

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Habían pasado un par de días desde que Naruto se pudo dar el tiempo para visitar a solas a Sasuke. Puesto que se convertiría en su primer esposo tenía todo el derecho y deber de cuidar personalmente de él, así como requerir su compañía en el amplio sentido de la palabra. Era su omega y pronto lo sería por completo, podría marcarlo y él nunca podría replicarle.

Durante el embarazo de Sasuke no había pasado mucho tiempo cuidando del cachorro que este esperaba, pero todo lo contrario a lo esperado, este se veía tan fuerte como hermoso, lleno de vida, quizás porque justamente albergaba una vida dentro de él. Sus ojos negros brillaban de una manera sin igual, como piedras preciosas. Naruto sentía que su mirada profunda le reclamaba secretamente. Podía no ser el Sasuke racional pero el animal, el omega interno del pelinegro seguro añoraba tenerlo cerca, preguntándose porque el alfa padre de su cachorro no estaba a su lado.

 

—Sasuke…—Le llamó sintiéndose incómodo.

El omega se removió sobre su sitio. Tomó un poco del Castella servido en su plato. Se sonrojó cuando el sabor dulce y suave del biscocho esponjoso tocó su paladar. Quiso encontrarse solo para saborearlo adecuadamente sin avergonzarse por la mirada de su marido. Desde que estaba preñado le gustaban los dulces más que antes. Tenía sus favoritos, pero extrañamente ahora le gustaban más. Quizás su cachorro fuera un alfa pero sería un cachorro muy dulcero. Sasuke resopló cansado imaginándose teniendo que reprenderlo, batallando con él porque coma las verduras. Tan perdido como estaba no se dio cuenta que sus labios habían dibujado una sonrisa bastante suave pero tierna ni que su mano había acariciado con cuidado su propio vientre.

— ¿Lo quieres?’tebayo

Naruto habló finalmente llamando la atención del omega. No le sorprendía que lo ignorase, era evidente que el omega no deseaba verlo desde que quedó preñado. Pero le asombró esa expresión tan propia de un omega en gestación. ¿Acaso se había equivocado en juzgarlo? Comenzaba a pensar en Sasuke como cualquier omega.

— ¿A qué te refieres?—Le preguntó Sasuke aun con una mano en su abultado vientre, mientras la otra se encontraba intentando atrapar un pedazo del bizcochuelo.

—Antes, no parecías querer a nuestro cachorro, pero ahora luces diferente ’tebayo.—Comentó bastante extrañado. Era lo correcto suponía, peor aquello solo le daba más misterio.

El pelinegro desvío la mirada, quitando la mano del lugar donde crecía su bebe. No había notado lo vulnerable que se veía de esa manera, aunque comenzó a pensar que quizás era un punto a su favor. Su misión casi había acabado, solo faltaba un poco de tiempo, quizás debería entrar en su papel como no lo había logrado anteriormente, esa era su oportunidad.

—Me haces la misma pregunta ¿Acaso es tan increíble que lo quiera? Es mi cachorro después de todo. —Respondió con simpleza—Mío...—susurró nuevamente.

—Nuestro…—Intervino el rubio. —  Lamento todo el drama anterior. Me ha costado reponerme de la pérdida del cachorro de Hinata.

Sasuke lo observó silencioso como si le invitara a continuar.

—Es solo que me ahoga toda la vida en esta corte. Mi padre confía demasiado en algunos…—Se calló sabiendo que había lanzado una indirecta al pelinegro.

—Quieres decir que confía demasiado en nosotros ¿no es así?—Pregunto sin ningún tono en especial. — ¿Por qué no hacerlo? ¿Qué tendríamos en su contra? Tarde o temprano un clan u otro iba a intentar invadirnos y no hubiera sido especialmente amable como lo ha sido tu padre. —Habló despacio y susurrante Sasuke, nuevamente tocando su vientre, como vigilando que su cachorro siguiera creciendo fuerte dentro de él. A pesar de que comenzaba gustarle tocar aquella zona para vigilar el crecimiento de su hijo, en esa ocasión lo hacía para atrapar la confianza de Naruto. Era su oportunidad, su instinto de shinobi se lo dictaba. — ¿O es que te moleta precisamente el trato especial que nos ha dado?

El rubio se mordió los labios en silencio sin saber qué responder. No podía replicarle, no sentía el valor para hacerlo. Pues era verdad.

—Ahh… así que es eso. —Sasuke llamo a una de su siervas, esta le ayudó a ponerse de pie, dejando a la vista de Naruto el vientre que no paraba de crecer del felino, se lo acarició con ternura, frunció el ceño como si se encontrara afectado por la desconfianza del alfa—Deberías de revisar tus prioridades, Naruto. Vas a tener dos esposos Hyuga y un Uchiha. ¿Por qué no debería de tener el favor de tu padre? Te estoy dando un heredero, he cumplido contigo en mis deberes maritales. Déjame darte un consejo: Madura y asume tus responsabilidades. Soy tu esposo y pronto seré el principal, te exijo que me des mi lugar aunque no me ames. No me importa realmente que lo hagas. Podremos ser un clan pequeño pero tengo sangre noble, no me puedes tratar como una concubina.

Naruto se puso de pie rápidamente bastante sorprendido de las palabras de Sasuke. Sabía que tenía razón, comenzó a dudar de su instinto, quizás solo estaba siendo infantil y terco al desconfiar del pelinegro y su clan. Sin embargo, a pesar de que el pelinegro pudiera tener razón era su omega, no tenía el derecho de alzarle la voz.  Se acercó; en respuesta, el siervo Uchiha su puso a la defensiva, delante de su señor. Sasuke le detuvo, calmándolo, aun con una mano sobre su pancita abultada... Se veía agitado y afectado por la discusión.

—No te he indicado que puedes marcharte, Sasuke. ¿Acaso no es tu deber obedecerme? — Pregunto sintiéndose vencedor.

Sasuke le dio la espalda, bastante orgulloso, Naruto se distrajo con su larga y elegante cola.

— ¿Así que no te importa recibir mi amor?—Continuó Naruto. — ¿Entonces que deseas, Sasuke?

—Lo que todos los omegas de mi clase desean. Me sorprendió el quedar preñado, pero como cualquier omega quiero a mi cachorro. Y como esposo que somos, solo te exijo mi lugar y un trato igualitario. Mi hijo va a ser tu heredero, también te exijo respeto para él. Los sentimientos entre nosotros no importan, Naruto.  Despierta, no somos cachorros: Logramos cumplir con nuestro deber, procreamos un cachorro, es suficiente. Puedes acostarte con quien quieras mientras yo tenga los beneficios que me corresponden como tu esposo, acude a mí solo cuando necesites más herederos. Eso es todo.

Sasuke habló siempre con un tono sobrio sin exaltarse, intentando mostrarse insensible ante la mirada ardiente del otro. Naruto no quería creer que Sasuke fuera como todos los omegas de su clase social. Sabía que él era diferente a todos ellos, especial. ¿Acaso eso no estaba bien? El pelinegro le estaba dejando en claro el margen entre ellos. No le rechazaba como esposo ni como padre de su hijo, solo respetar la convención y los tratados a cambio le prometía corresponder con cachorros. Parecía tener sentido, pues el Sasuke sexual que había descubierto cuando estuvieron juntos en el lago había desaparecido dejándole un frágil omega preñado de su cachorro y un miembro más de la aburrida y fría corte de su padre. ¿Entonces aquel acto solo era por un fin? Naruto sonrío amargo. Sasuke era una herramienta de su propia vanidad y del orgullo de su padre.

—Voy a mandarte a llamar esta noche, Sasuke. —Dijo intempestivamente el rubio. Le dedicó una mirada lasciva al felino.

El felino se sonrojó levemente, de hecho inflo un poco las mejillas, bastante molesto.

— ¿Por qué debo ser yo? No tiene ningún fin. Ya estoy preñado, deberías de esperar a…

—Ahahaha... pero yo lo deseo, soy tu marido y son tus deberes. No te preocupes no seré rudo. Además, sé que los de tu especie, aún preñados, son muy fuertes. —Bromeó encantado con la mirada sorprendido del menor y sus  mejillas cada vez más rojas. Era divertido verlo avergonzado y nervioso.

—Tienes a Hinata para eso…—Contraatacó molesto.

— ¿Así que te niegas a cumplir con tu deber pero exiges derechos? Muy mal, Sasuke’tebayo.

Un tic apareció en la ceja del azabache, sus puños se cerraron, el pelaje de su cola y sus orejas felinas se erizaron. El gatito parecía listo para darle un zarpazo. A Naruto le gustó esa visión, de ese gatito peligroso pero tierno, con esa pancita redonda con su cachorro. Se relamió anticipadamente al saberse el vencedor. Definitivamente Sasuke no era alguien más de la corte de su padre, era diferente y el descubriría quien era el padre omega de su cachorro.

—Como quieras, dobe. —Gruñó Sasuke cruzando sus brazos, clavando sus garras sobre las mangas de su kimono.

Sinceramente había esperado que la actuación anterior le librara de tener que acercarse a Naruto hasta el término de su misión no que le alentara a compartir intimidad.

—Date un baño con las mejores fragancias, Sasuke, arréglate para mí. Quiero verte hermoso sobre mi lecho. Y espero estés de buen humor, recuerda que debes respeto como tu alfa y tu marido. —Se burló dando una leve reverencia para dirigirse fuera de sus aposentos.

Cuando estuvo a punto de salir completamente, escuchó un gruñido muy alto del felino, lo cual le hizo reír socarronamente. Al menos había logrado sacar algo del apasionado felino…

 

.......

 

 Arreglado de aquella manera tan impúdica a sus ojos, exhaló intentando calmarse.  Su figura ya le parecía bastante extraña con aquel vientre abultado. Sin embargo arreglarse para Naruto le resultado nauseabundo y fuera de lugar. Sasuke había imaginado que tendría el tiempo necesario para concentrarse en su misión, para marcar una apropiada distancia entre su misión y sus sentimientos. Era algo muy distinto amar a su cachorro que sentir apego emocional por el padre de este, lo primero estaba bien ya que era suyo y sería parte de su clan, lo segundo era peligroso y dañino.

Su padre había gruñido molesto cuando recibió la petición de Minato de que Sasuke asistiera a Naruto esa noche. Quiso denegarse, pidiéndole a Orochimaru que mintiera, que dijera que Sasuke no se encontraba bien para atender a su marido. Pero Sasuke le interrumpió prometiéndole que no significaba nada, no podían arriesgar su misión por un capricho de Naruto.

 Así pues fue peinado cuidadosamente, su cabello quedo alisado y brillante, cambiando de color entre el negro y el azul  ante la luz de los farolines. Luego fue  vestido con una simple yukata semi transparente con solo el haori protegiéndole del frío y de la mirada de los demás. Se sentía muy incómodo, era un omega preñado solo deseaba estar protegido y resguardarse de la mirada de los otros.

Subió a un palanquín personal, en donde  fue llevado hasta los aposentos de Naruto. Era vergonzoso porque todos sabían para  que se dirigía hacia los aposentos de su marido. En el camino se mentalizó en que solo era parte de su misión, debería disfrutarlo lo menos que pudiera. Deseaba en el fondo no involucrarse más para así en un futuro encontrar a alguien adecuado para él. Aunque fuese algo secreto, en el fono deseaba encontrar alguien que lo ame y él pueda querer.

Cuando llegó, le ayudaron a bajar  con cuidado. Su cachorro había iniciado a moverse, seguramente en respuesta a su ansiedad. Intentó calmarlo acariciando por encima de sus ropajes. Pero el cachorro solo se manifestaba aún más produciéndole una sensación de vacío.

Para sorpresa del omega, el rubio lo esperaba en la pequeña sala donde había toda clase de alimentos saludables. Abrió los ojos sorprendido. No esperaba delicadeza ni platicar antes de tener sexo, no deseaba que lo tratara como un verdadero amante. Quería que todo fuera lo más frío posible. ¿Por qué Naruto se tomaba ese detalle? No debería, menos después de sus palabras en la tarde. No se había esperado que tuvieran que convivir, sino simplemente acostarse con él y marcharse a su habitación cuando Naruto quedara satisfecho.

— ¿Tienes hambre?—Naruto se rascó la cabeza evidenciando que también estaba ansioso—Sabes, para mí todo esto de ser padre es nuevo. —El alfa parecía avergonzado por demostrarle ese detalle. — No te he acompañado en tus primeros meses, es lógico que me trates tan fríamente. Me ha quedado un poco más claro que quieres a nuestro cachorro. Eso es suficiente para mí. Tienes razón, eres mi esposo, debería tratarte mejor, pero no sabes lo adorable que te ves cuando te molestas. Quiero cuidar de ti y de mi hijo adecuadamente. Como tú dices, muy aparte de nuestros sentimientos, eres mi familia. —Casi se atragantó cuando mencionó la última palabra.

Naruto había salido furioso y un poco dolido de la habitación de Sasuke. Sin embargo terco en su deseo, le pidió a su padre que ordenara a los Uchiha llamar a Sasuke. Por supuesto, su padre estuvo de acuerdo. Jiraiya escuchó y no dudo en aconsejarle en tratarlo mejor. Le hizo ver que había sido él quien no se había portado como su alfa, como el ser que protege y cuida de su pareja y crías. Si era verdad que Sasuke no era más que un omega arisco y resentido por el trato inicial, ambicioso igual que todos los omegas de su clase, entonces el rubio quería saber más de él, quería que tuvieran una buena relación y descubrir realmente como era. Además que su animal interno le exigía estar cerca del omega y su cachorro.

Cuando se dio valor y subió su mirada hacia Sasuke se sonrojó terriblemente. La belleza y finura de Sasuke no se hacía menor por aquel vientre grande sino todo lo contrario. El alfa dentro de Naruto aullaba de gusto por ver que su pareja llevaba con bien a su cachorro. Lejos había quedado ese repelús inicial que había sentido como medida de seguridad. Deseaba abrazarlo y cuidarlo entre sus brazos. Quiso tocar el vientre de su omega, y sentir la presencia de su cachorro.

Naruto se acercó a Sasuke, queriendo ayudarlo a sentarse como había visto hacían los siervos de este, pero el omega se separó, alejando sus manos, se puso sobre sus piernas él mismo con mucho cuidado.

—Eres un gatito muy huraño, para serte sincero’tebayo—Intentó relajar el ambiente.

— ¿No vas a hacerlo?—Le cuestionó Sasuke sin siquiera intentar olfatear algo de la comida servida.

El alfa abrió los ojos sorprendido intentando comprender las palabras del omega. Cuando las comprendió se sonrojó rápidamente, intentó seguir pareciendo seguro de sí mismo.

—No necesito comer, Naruto. Ya lo he hecho y puedo volver hacerlo cuando termines y pueda regresar a mis aposentos.

— ¿Cuando termine?—Preguntó intentando no fastidiarse de las palabras frías del omega.

El azabache se mordió el labio inferior intentando no sonrojarse más.

—Cuando llamas a un omega... es para tener sexo ¿no? Hazlo ya y terminemos con esto. —Le grito como si fuera un martirio lo que debía de hacer.

Naruto gruñó audiblemente. Sin embargo, Sasuke no se atrevió a mirarlo a los ojos. Podría ganarse que el alfa se volviese violento en el lecho, pero no le importaba, agradecería que fuera así. Inclusive aunque fuera difícil, esperaba que fuera doloroso, que no sintiera ni una pizca de placer solo asco para así poder comenzar a odiarlo. Para su familia, Sasuke era un mártir de aquella misión, un ejemplo de shinobi. Ninguno sabía cuánto había disfrutado el pequeño omega en ambas veces que se habían acostado.

—Así que gatito quiero que se lo meta, me corra y lo deje ir ehh…—Naruto le dio una mirada lenta, como si lo saboreara anticipadamente—Bien…si es lo que deseas.

Antes de lo esperado tuvo al rubio cerca de él. Este lo tomó en sus brazos como si no le costara trabajo. Sasuke iba a gritarle pero el alfa tenía una mirada realmente seria y encendida; en su interior algo se encogió, su vientre se endureció. Debería de limitarse a mantenerse callado, estaba bien que el acto fuera violento y repulsivo mientras no arriesgara al cachorro que llevaba dentro.

El alfa lo depositó en su lecho con más cuidado del que Sasuke esperó. Naruto se puso encima de él. Sasuke desvío la mirada, no queriendo estar presente en el acto. Sin embargo sintió un escalofrío cuando Naruto le mordió suavemente una de sus orejas humanas. Su aliento alertó cada terminación nerviosa de su cuerpo. Pronto su yukata fue abierta, quedando totalmente al descubierto a los ojos de Naruto. Sasuke sintió vergüenza de su cuerpo, se puso de lado inconscientemente intentando alejar su vientre de los ojos de Naruto. Ante aquel gesto de pudor y de protección de Sasuke, Naruto sintió el enojo fluir, rio quedamente. La ternura lo había embargado.

— ¿De qué te ríes?—Preguntó ofendido y preocupado Sasuke, creyendo que a Naruto no le gustaba su nuevo cuerpo—Estoy preñado... es lógico que...

—Lo estás. Estás preñado de mi cachorro, uno que yo puse dentro de ti y ahora crece. –Comentó con verdadero orgullo de alfa.

La voz de Naruto era diferente, suave, madura, protectora. Su mirada había cambiado. Esa noche fue la primera vez que Sasuke pudo ver la verdadera mirada de Naruto. Le encantó, era como el del cielo durante el verano, quiso cobijarse en ella.

—Eres mi omega y realmente te ves tan hermoso. —Le confesó el rubio con una sonrisa.

Sasuke bajó su mirada por el cuerpo semi desnudo de Naruto fijándose en que su miembro ya estaba despierto y preparado para tomarlo.

—Pervertido…—Murmuró el azabache.

Naruto abrió las piernas de Sasuke con cuidado, relamiéndose los labios.

—Desde hace varios días he querido estar a solas contigo, Sasuke. Completamente, no en reuniones ni visitas programadas, solo los dos que me muestres quien eres realmente que te gusta y que no sin que trates de aparentar ser una herramienta de la corte de mi padre.

El alfa quedó entre las piernas del omega, quien las flexionó, como si arropara a Naruto entre las suyas. Su cola se balanceó a un lado. Sus manos descubrieron su vientre nuevamente dejando a la vista de su alfa.

 Naruto bajó su boca hasta aquel cálido lugar besando suavemente aquella zona, deteniéndose en el ombligo metiendo su legua provocando que Sasuke se estremeciera y encogiera sobre sí mismo.

—Te hago la misma pregunta que aquella vez en el árbol ¿puedo confiar en ti?

La mirada autentica de Naruto le desarmaba, quería gritarlo “no” pero tenía el deber de responder que sí.

— ¿Por qué desconfías de mí? Naruto—Susurró buscando seducirlo. No queriendo responder directamente. Era su misión hacer que Naruto confiara en ellos o podría interponerse en la parte final del plan. Recordar la parte final del plan le trajo un sinsabor en su boca pero lo guardo, era Sasuke Uchiha un shinobi, un protector de su clan, quienes crean personajes falsos.

Naruto peleó por no caer en la sutil caricia que le dio Sasuke en la mejilla, queriendo solucionar aquel dilema de una vez para concentrarse en cuidarlo como se debía. Pero estaba muy lejos de guardar el control.

Sasuke se valió de sus esponjosas orejas para tentarlo, sobándose contra su cuello, gruño extasiado por su aroma y su suavidad. La piel sedosa de Sasuke chocó con la suya así como sus pezones. No pudo mantener la pregunta ni la razón. Tomo del mentón a Sasuke y le beso apasionadamente, absorbiendo y detallando cada pequeña parte de la boca de su omega.

El alfa sintió como el vientre de Sasuke dejaba de estar tenso, sonrió entre el beso al sentir unos golpecitos provenientes desde el vientre de Sasuke. Rompió el beso para iniciar a besar el cuello del felino bajando por su pecho, saboreó cada pezón dándose cuenta que estaban ligeramente hinchados, bajó hasta su vientre y repartió besos por todo este.

—Eres perfecto, mi Sasuke.

El omega se sorprendió y desvío la mirada incómodo. Pero Naruto le detuvo y le obligó a verlo a la cara.

—Porque, Sasuke, dentro de poco serás completamente mío Y ningún secreto estará a salvo de mí. Mi pequeño gatito engañoso. No importa qué, eres la madre de mi cachorro. Y eres mío, ese cachorro que crece dentro de ti me declara totalmente tu alfa.

— ¡Callate! Baka dobe…—Gimió suavemente para gracia de Naruto cuando sintió como amasaban sus pezones.

Pronto solo pudo aferrase a las caderas de Naruto mientras este ingresaba sin preparación alguna dentro suyo. De igual manera no necesitó ninguna, solo pudo sentir alivio y placer recorriéndole cuando lo penetró. ¿Por qué? ¿Por qué no se revolvía del asco? Porque su omega le obligaba retorcerse de placer, de mostrarle aquel rostro vergonzoso y sonrojado a Naruto.

El movimiento inició lento y cuidadoso. Mientras Naruto besaba su cuello él solo podía aferrarse con una mano a sus hombros. Pronto no fue suficiente. Naruto bajo sus manos por debajo de las piernas de Sasuke y con más fuerza lo penetro e inició a embestir sin parar, dejando que el golpeteo de sus testículos contra la intimidad de Sasuke resonara por toda la habitación a juego con los ronroneos de Sasuke y sus propios gruñidos.

Al poco tiempo se corrió nuevamente mordiendo el cabello de Sasuke para no hacerlo en su cuello.

Se puso al lado luego de retirarse de su cuerpo. Sasuke encogió sus piernas pudorosamente ocasionando que Naruto riera. Este se dejó caer al lado de Sasuke, puso su mano sobre sus ojos aun respirando intranquilo. Siempre le era sorprendente el disfrute que obtenía del cuerpo de aquel omega.

Sasuke hizo ademán de levantarse pero Naruto lo envolvió con uno de sus fuertes brazos.

—Ni siquiera lo pienses, gatito. Mande a ordenar a tus siervos a decir que hoy no volverías, que dormirás conmigo.

— ¡¿Por qué hiciste esa estupidez?!—Gritó el felino aun sudoroso y con las mejillas coloradas por la acción.

—Porque es así. Gatito, hoy vas dormir conmigo y habrán muchas noches más. ¿No recuerdas que ya debes de empezar a cumplir con tus deberes de primer esposo? —Le pico—Y además quiero pasar más tiempo con mi hijo. Tengo muchos deberes, pero quiero estar cerca de mi cachorro.

El felino enmudeció, giró su cabeza y su cuerpo dándole la espalda. Naruto se relamió por la figura desnuda que tenía a su lado. Sin poder evitarlo besó los cabellos de Sasuke así como sus orejitas peludas, tomo la cola de este y la puso al lado de su muslo. Se acomodó detrás de él. Paseo su mano por el vientre de Sasuke. De a ratos sentía como este se tensaba o estremecía, pero el toque parecía funcionar bien para el cachorro quien al parecer cayó dormido.

El azabache sintió ansiedad, miedo de los sentimientos que se aculaban. Prefería lidiar con el Naruto que le rechazaba después del sexo que con el Naruto que parecía fascinado por su cachorro. Y aun sí esos movimientos en su vientre y en su cadera le relajaron haciendo que cayera dormido, protegido por el aura y aroma de Naruto.

El rubio se quedó mucho más tiempo detallando el cuerpo de su esposo, comparando con el cuerpo que había tomado hace algún tiempo. Se relamió gustoso. Aún sus dudas sobre ellos persistían aunque se hacían menores. No tenía mucho caso pues Itachi iba a convertirse en el esposo del líder ¿Por qué atacarlos? Pensó toda la tarde en las palabras de Sasuke: Los Hyuga habían tenido motivos para odiarlos, los Uchiha no. O al menos así le pareció. Y sin embargo no podía convencerse del todo. Pero ver a Sasuke tan desprotegido en sus brazos empañaba las dudas y le encerraba en una burbuja de placer y gusto.

Para su sorpresa, Sasuke aun completamente dormido se acurrucó contra su pecho, sobando ligeramente sus orejitas peludas contra su mentón, como si buscara su calor y protección. Su pecho se hinchó de gozo, gruñó complacido, correspondió el gesto sobando su mentón contra aquellas orejas, mientras con sus manos acariciaba la espalda de este y le envolvía en sus brazos.

…..

Sasuke se sentía realmente revitalizado a pesar de que había despertado por esas ligeras ondulaciones que su cachorro le daba todas las  mañanas cuando amanecía. Parecía que el pequeño será madrugador. Casi como si tuviera un reloj, el pequeño se removía dentro de Sasuke, otorgándole aquella sensación, haciéndose presente. Sasuke sonrío sin poder vitarlo y como buen felino se estiró y acurrucó gustoso. Hasta que se dio cuenta que se acurrucaba contra un cuerpo más musculoso que el suyo.

Era su esposo. Quiso levantarse de inmediato pero su cachorro se lo impidió así como el brazo de su esposo que lo envolvía con ternura pero con firmeza. Él recordaba que había dormido dándole la espalda a Naruto, pero probablemente su instinto le llevó a cambiar a una posición propia de un omega preñado. Naruto era el padre alfa del cachorro que esperaba, no debía de asombrarle que su pantera interna haya buscado una posición que les aseguraba a su persona y al cachorro seguridad y confortabilidad. Se había acurrucado sobre sí mismo con las manos hacia delante, chocando contra el pecho de Naruto, mientras que su cabeza especialmente sus orejitas felinas rozaban el mentón de Naruto, quien le abrazaba completamente, envolviéndole en un ambiente hogareño.

Se asustó de la comodidad que sintió. Pero era inevitable por su estado. Su pantera solo buscaba que el cachorro tuviera la protección del alfa que lo procreó. Así que no había podido detenerlo.

Intento nuevamente levantarse pero Naruto inconscientemente lo atrajo más a él.

— ¡Dobe! ¡Levántate!—Le gritó en la oreja.

Sin embargo apenas logró remover un poco a Naruto.

Así que totalmente furioso por ser ignorado por su marido, le clavó sus garras en el pecho. Finalmente logró que un sobresaltado Naruto se levantara. Nunca había despertado al lado de Naruto, por lo que le causó gracia ver como el cabello del rubio se encontraba tan enmarañado a su despertar.

—Sasuke-teme, realmente podrías buscar una mejor manera de despertarme. —Gritó reprimiendo sus intentos de hacerle algo pues su omega estaba preñado.

—No despertabas. —Respondió con simpleza sin mirarle examinando sus garras, intentando limpiarlas de la sangre que se había quedado entre ellas. Al notar que estaba  un poco sucias esbozó un puchero. Sasuke no se había dado cuenta que exhalaba comodidad y confortabilidad por sus poros. Lo cual hizo que el pecho del alfa se inflara de orgullo. 

Inevitablemente, la mirada de Naruto se desvío por el cuerpo de su precioso felino. Sin poder contenerse su garganta se secó, sedienta del cuerpo de su esposo. Reprimir el morderle le costaba cada vez más, no estaba seguro si podría resistirse a hacerlo hasta que su cachorro nazca. Aún faltaba para ello.

La ansiedad corría dentro de él, sentía curiosidad por saber cómo sería el fruto de su unión con el felino. ¿Tendría sus cabellos negros? ¿Sería un gatito como su padre omega? O por el contrario ¿sacaría las características de los Namikaze? Los cabellos rubios y los ojos azules, por otro lado también podría heredar algo de las preciosas características de su madre, Kushina. Fuera como fuera, el alfa se sintió complacido y fortalecido.

— ¿Dobe?

El pelinegro había sentido la incomodidad de ser observado tan profundamente. Se avergonzó pues tenía algunas marcas que Naruto había dejado en su piel. Mordió su labio inferior bastante molesto consigo mismo; así pues intentó levantarse bruscamente pero un ligero punzón en su vientre le hizo volver a sentar. Su vientre se había endurecido nuevamente. Se asustó así que sus manos viajaron hacia aquel lugar, intentando sentir que necesitaba su cachorro dentro de él. Grande fue su sorpresa cuando Naruto lo atrajo y obligó a retozar nuevamente en el lecho. Pero no solo ello, el rubio se puso encima de él beso su frente y luego bajó sus manos hasta aquella prominencia, le dedico suaves besos y caricias. Mágicamente su vientre se relajó, dejó de doler. Naruto olfateo aquel lugar, mientras  Sasuke pudo observar como el pecho de este se inflaba de orgullo, dentro de sí el orgullo también creció. Después de las caricias, Naruto apoyó su cabeza suavemente, sin dejarla caer totalmente para que no le originara daño alguno.

—Quédate un rato más, Sasuke ‘tebayo.

El pelinegro no pudo negarle tal pedido. Era tan vergonzoso, pues aún estaba desnudo, con las pruebas de la pasión del alfa en su cuerpo, pero no pudo evitar bajar sus manos hasta toparse con la cabeza de Naruto, enterró sus dedos en los cabellos de este y los dejó ahí simplemente. Naruto al principio se tensó, pero luego de subir su mirada y ver como Sasuke cerraba sus ojos abandonándose al confort, sonrío, sin querer se acurruco aún más contra esos finos dedos. Fue perfecto.

 

..........

 

El momento idílico que compartieron había terminado. Naruto tenía sus debres y él no podía permanecer en sus habitaciones. Se encontraba en su habitación nuevamente, dentro de sí sentía una necesidad apremiante de contar nuevamente con la compañía de su marido. No debería, se sentía tan avergonzado por ello.

Su padre y madre le habían recibido cuando llegó de haber servido a Naruto. Su rostro desanimado y sus puños apretados afectaron a su familia: Su padre maldijo y su madre renegó sufriendo por su cachorro. Ninguno sabía lo bien que se había sentido a su lado y que su rostro desanimado se debía a que no sabía cómo enfrentarlos a ellos, así como sus puños apretados eran a causa de la frustración y decepción que sentía consigo mismo.

Se refugió en su habitación cuando su hermano le dedicó una mirada analítica. Itachi le conocía mejor que sus padres, estaba seguro que él anticipaba algo sobre sus confusos sentimientos. Sin duda estaba preocupado por él. Por supuesto, él mismo lo estaba, pero no importaba, aunque le doliese iba a llevar a término aquella misión. Seguramente cuando Naruto despose a Neji estaría mu ocupado con él como para prestarle atención con lo cual finalmente podría rearmarse, podría volver a ser el Sasuke Uchiha entrenado para ser un shinobi y no amar a nadie fuera de su clan.

—Sasuke—Llamó una voz detrás de la puerta.

—Pasa, Itachi.

Su hermano ingresó lentamente, le analizaba con aquellos penetrantes ojos.

—Pequeño gatito ¿Qué está sucediendo con Naruto?—Su voz era comprensiva, invitando a desnudar su alma.

—No me llames así—Renegó. —No sucede nada. Absolutamente nada. Yo…

Se rindió, no tenía caso aparentar ser duro en frente de su hermano mayor. Itachi se sentó a su lado. Y él se lanzó sobre Itachi, refugiándose en su pecho para llorar. Si debía de llorar mejor que fuera ante su protector hermano.

— ¿Cómo lo logras? Hermano, estoy fallando. —Susurro entre gemidos producidos por el llanto.

Sintió la cándida mano de su hermano acariciarle las orejas suavemente.

—Tranquilo, es el apego emocional que obliga a tu omega ante el padre del cachorro. Piensa y refúgiate en esa idea. —Continuó con sus suaves caricias y mimos. —  Cuando todo termine serás más fuerte por mi sobrinito y si sientes necesidad de aferrarte a un alfa habrán muchos. Serás nuestro héroe Sasuke.

El pequeño felino asintió, encontraría valor en el bebe que esperaba, acarició su vientre lentamente buscando sentirlo. Se refugió nuevamente en los brazos de su hermano, llenándose con su aroma sereno.

— ¿Tu no sientes nada por Minato-san?—Preguntó separándose levemente.

Itachi le observó a los ojos, su mirada era afilada y segura, digan de un shinobi felino.

—No. Si bien creo que en otras circunstancias podríamos habernos llevado bien, él no me ama ni yo a él.

—Peor él...

—Él no ama a Itachi Uchiha, quien soy. Ama al personaje que he creado para él. Alguien que fue diseñado para gustarle que pudiera conseguir lo que desea de él. En eso fallaste, hermano mío. Le mostraste parte de quien eres realmente a Naruto y él te esta mostrando parte de quien es él. No lo permitas, no muestras más o…

Su mirada triste era una advertencia. Lo sabía, se estaba descontrolando.

—No te preocupes, Itachi. —Se aferró a su yukata. — Pase lo que pase voy a cumplir mi parte. Igual que lo harás tú.

—Así será, hermano. —Sentenció.

Una sierva llamó desde la puerta, le dieron la indicación de que pasara. Ella traía una fuente de alimentos. Sasuke sintió el apetito abrírsele al olfatear el pescado y la sopa de miso. De pronto se sintió animado, su estómago gruño y el cachorro dentro suyo se removió sacándole una sonrisa.

Itachi le robó un pescado con los palillos y lo llevó a la boca masticando con gusto al ver el puchero de su hermanito. Sin embargo pronto sintió un sabor diferente, quizás era por su gusto exquisito y a la cocinera no le había quedado a su sabor pues no era nada alarmante.

Mientras pensaba ello y Sasuke decidía conque comenzar su almuerzo, la puerta de su habitación se abrió y por ella ingresó Sai corriendo.

— ¡No lo comas!

Sasuke soltó los palillos mientras Itachi se obligaba a escupir.

—No te preocupes, Itachi, a ti no te hará daño. Esa comida tiene una sustancia que dañaría al bebe de Sasuke solo afecta a los preñados.

— ¿Cómo lo sabes?

Sai les tendió la nota que había llegado a sus puertas hace un segundo. Tenía una caligrafía preciosa y estilizada. Simplemente decía “Tengan cuidado con las comidas para los preñados”

Sasuke recordó el suceso en las estancias Hyuga. No habían hablado mucho sobre eso, pues no había pruebas para denunciar ante Minato. Ni siquiera ellos tenían una idea clara de lo sucedido.  Ni ahora mismo había prueba alguna en sí. Quizás que Orochimaru las examinara, pero podría recaer en su propia sierva que miraba todo espantada.

— ¿De dónde sacaste la comida?—Preguntó serio el omega mayor.

—De la cocina del Castillo. Los alimentos son preparados por una cocinera para todos a menos que sean alimentos pedidos en ese caso los prepara los srivientes de cada clan—Hablo confundida

— ¿Crees que la cocinera pudo aceptar…?

—No, no lo creo. Pero había siervos Hyuga ahí, hubo un altercado de hecho porque ocupaban demasiado tiempo que los demás necesitábamos.

Itachi enojado se acercó a la sierva.

—Desde ahora, nuestras comidas serán solo preparadas por ustedes mismos. No quiero imaginar que más planean los Hyuga. —Gruño furiosos como pocas veces se le podía ver.

Sasuke tomó la nota y la examinó, estaba seguro que nuevamente era Hinata quien les advertía, una extraña empatía crecía. Le iba a devolver el favor en algún momento, estaba seguro. Ellos siempre pagaban los favores en deuda.

La discusión se extendió largamente entre Itachi y Sai,  quienes mandaron a llamar a todos sus siervos, preguntando quien se encargaría de preparar la comida para todos ellos de aquí en adelante. Había decidido recurrir a Orochimaru para que él ordenara que sus comidas fueran especiales por cualquier motivo que se le ocurriese. No podían denunciarlos, no tenían pruebas sólidas que presentar ante Minato y no querían interrumpir el curso de todo. Ellos no estaban ahí para guerras domesticas sino para ganar una de verdad.

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Muy a pesar de Jiraiya, Orochimaru era también un general por lo cual junto a Tsunade debían de presenciar silenciosamente las “pataletas” del gran líder de La Alianza: Los tres generales estaban sentados a un lado mientras Minato no paraba de arrastrar los pies haciendo resonar el tatami, parecía que estaba a punto de arrancar el tatami con la fuerza de sus pies.

 Minato había estado incontrolable desde la última reunión con los Inuzuka. Estos se negaban completamente a ceder para que otro omega tome el lugar de Itachi en el tratado, Minato había ofrecido a los hijos de sus generales, sobrinos e incluso a Sai Uchiha a cambio sin el consentimiento de Fugaku, para que desistan de la idea. Incluso había ofrecido oro, pero simplemente los Inuzuka a cada propuesta parecían entercarse más con que la alianza estaría cerrada si Itachi se casaba con la hija de líder, quien pronto ocuparía el lugar de su madre alfa.

—Minato ¿si esta es la única solución no sería mejor ceder?—Empezó serio Jiraiya. Su ex alumno desde la muerte de su amada esposa se tomaba el bien de la Alianza por sobre problemas personales. Su ahijado tenía razón, prácticamente los Uchiha lo tenían en sus manos.

—No, padrino. Definitivamente no voy a ceder a Itachi. No importa que suceda, Itachi va a ser mío. Ya he acordado con su padre. No voy a entregarlo a esos salvajes. — Finiquitó con el ceño fruncido mientras sus puños se apretaban. No podía ni imaginarse en su omega con otro alfa. Armaría una guerra de ser necesario, Itachi y Fugaku confiaban en él.

—Pero, Minato, podría ser la única solución a una salida. Un tratado como ese no es fácil de obtener. Los Inuzuka son un clan bastante poblado. — Intervino Tsunade, intentando hacerle ver que solo tenían un camino, aunque también se encontraba preocupada por la obsesión que el rubio mostraba por Itachi.

—Nosotros seguimos teniendo más soldados, Tsunade—Respondió Minato cruzando sus brazos.

— ¿Estás dispuesto a ir a una guerra por ese omega?—Resopló Jiraiya fastidiado. Los Uchiha eran cada vez más de su degrado.

El rubio finalmente se sentó y fijó su atención en el general que no había murmurado nada aún.

—Orochimaru-sama, siempre tiene una solución factible. Dígamela. —Preguntó esperanzado Minato, inclinando su cabeza ante el general omega.

Jiraiya se removió incómodo ante aquel acto. Había querido ignorar lo más que pudiera a Orochimaru, no deseaba dar un espectáculo como lo dio la noche de la reunión con el clan de las panteras. Su prometida no se lo merecía, él debía de superar su relación con el omega pelinegro; aunque quizás porque tenía prohibido tocarlo, le parecía que el general se arreglaba más, resaltando sus características de omega. Le fastidiaba pensar que lo hacía por Fugaku Uchiha.

—Minato, tengo una posible solución que dicha de forma correcta podría al menos otorgarte tiempo para rearmarnos.

— ¡Orochimaru no puedes alentar a una batalla!—Replicó Jiraiya. No funcionaba, no podía detener sus labios. —Tú eres otro que esta deslumbrado por los Uchiha. ¿Acaso no te importan los demás clanes? Sabes que podríamos entrar a una guerra innecesaria por un chiquillo que ha calentado a nuestro líder. Por supuesto tu sabes de eso si les meneas la cola a los Uchiha.

— ¡Basta, maestro! No te permito que insultes a mi prometido ni a Orochimaru-sama que le pertenece al líder de los Uchiha.

Las miradas entre Minato y Jiraiya duraron unos segundos muy largos. Tsunade sentía que la relación entre ellos comenzaba a debilitarse, siempre se habían querido como padre e hijo, pero Minato estaba completamente irrazonable, mientras Jiraiya había adquirido un pequeño resentimiento por permitir que Orochimaru se comprometa con Fugaku.

—Dígame. —Le pidió a Orochimaru.

—Subestiman a los Inuzuka, ellos son un pueblo unido. Itachi evidentemente no es el omega destino de la heredera alfa. Pero ella se ha encaprichado con él. Sin embargo, los caprichos dentro de los Inuzuka tienen un límite.

— ¿Algo más ventajoso que Itachi? Pero le he ofrecido todo, cualquier omega que deseen. —Replicó Minato ansioso.

—Ese es el problema. No debes mostrarte tan impaciente. A ellos les fascina tenerte en sus manos. Cometiste el error de evidenciar lo importante que era Itachi para ti desde el primer momento. —Habló Orochimaru. — Pero tienes razón, no podemos ceder a Itachi, sería como darles la razón. Debe ser bajo nuestras condiciones pero que a ellos les parezca atractivo.

El líder sintió un ápice de luz en medio de aquel caos. Estaba negado completamente a ceder a quien sería su esposo. Nadie iba a llevárselo de sus manos.

—Pero no hay un omega tan importante de su edad para entregarlo.

—Aún no. —Respondió Orochimaru.

— ¿A qué te refieres?—preguntó Tsunade confundida y nerviosa.

—A un hijo tuyo, Minato.

—No tengo omegas como hijo.

—Aun no. Pero Itachi-kun es joven. Estoy seguro que te dará hijos omegas y alfas. Y en todo caso, también tienes la sangre real por el lado de tu primogénito, Minato. Los hijos omegas de Naruto también están relacionados contigo directamente. Sasuke-kun ya está esperando y aunque estoy seguro que será un alfa el cachorro, es joven tendrá hijos omegas. Y en todo caso, sino tiene, Neji seguramente sus primeros cachorros serán omegas.

Minato y los otros dos generales abrieron los ojos sorprendidos. Ciertamente cualquiera de las opciones sonaba realmente atractiva para el clan Inuzuka sobre todo si se lo manifestaban de la manera correcta.

—No puedes entregar a un hijo que ni siquiera ha sido procreado...—Minato nuevamente calló a su padrino.

—Como siempre, Orochimaru-sama tiene las respuesta correctas en los momentos más cruciales—Sonrió aliviado—Tienes razón, Itachi me dará numerosos hijos, seguramente alguno será un bonito omega. Y también esta Sasuke-kun y Neji-kun. — Exclamó recuperando el ánimo, sintiéndose poderoso nuevamente, con el control para decidir por sobre todos. Un matrimonio entre uno de sus hijos y la alfa de los Inuzuka podría resultar atractivo para todos.

Orochimaru sonrío pero simplemente inclinó la cabeza un poco. Para sus propósitos, por su puesto, debía de librar a Itachi de que terminara en manos de los Inuzuka. Porque si Minato se veía forzado a entregarlo, Fugaku no podría hacer demasiado.

Además, debían de darse prisa. No debía de pasar demasiado tiempo después de que Sasuke diera a luz, pues él mismo estaba en peligro. Si Minato se entera de toda su verdad, le importaría poco todo lo que había hecho por él, lo utilizaría o simplemente lo desecharía como amenaza.

Una vez arreglado aquel asunto tan preocupante, cada uno empezó a marcharse. Tsunade fue la primera en inclinarse y marcharse. No le agradaba el curso que estaba tomando la política de la Alianza. Sin embargo era leal y cualquiera fuera la decisión de Minato le apoyaría.

—También me marcho, Minato. Voy a revisar a Sasuke-kun. El cachorro está bastante grande, estoy seguro que nacerá un alfa.

—Yo también lo estoy. —Respondió Minato con el cuerpo más relajado. —Esos chicos fueron una bendición de los Kami.

—Yo no estoy de acuerdo, Minato. —Exclamó Jiraiya poniéndose al lado de Orochimaru frente a su líder.

—Le estas otorgando todo. Y ahora les vas a demostrar que te tiene en sus manos. —Jiraiya le explicó su preocupación. —Minato, date cuenta. Soy tu maestro, admiro tus proezas, eres como un hijo para mí. Uno que nunca he podido tener…—De reojo observó a Orochimaru.

El omega observó como el semblante animado del rubio cambiaba a uno pensativo. No podía permitir que le entrasen dudas. No le agradaba dejar a Jiraiya sin su hijo adoptivo, pero tenía un trato con los Uchiha que no podía romper por el bien de ambos. Entrecerró sus ojos y aplacó su desagrado por sus actos.

—Así que de eso se trata, Jiraiya. Simplemente estas celoso porque no se te cumplió tu capricho. Me reclamas por no haberte dado un hijo. No deberías inmiscuir tus problemas personales con los de La Alianza.

—No se trata de eso... pero ¿no tiene ya suficiente poder? Sasuke va a ser el primer esposo de Naruto, Itachi el de Minato, Fugaku va ser asesor principal solo por debajo de nosotros. Y tu…

—Lo ves... siempre termina conmigo. Jiraiya, estás celoso de que escogí desposarme con Fugaku y que lo voy a dar todos los hijos que él desee. —Susurró dejando escapar una voz más aguda.

Como Orochimaru supuso, Jiraiya inmediatamente se encendió de furia, intentando precipitarse sobre él. Aquello era suficiente para que ante los ojos de Minato, las palabras de su maestro carecieran de valor.

— ¡Maestro! No te permito hablar más de mi familia política. Ni que toques a Orochimaru, ya no es tu amante, es el prometido de nuestro aliado, Fugaku.

Jiraiya no escuchó, tomó a su ex amante de los hombros, se los apretó provocando dolor al omega. Este le clavo sus garras para que le soltara, mientras sus orejas se removían por el dolor.

— ¡No me toques!— Exclamó preocupado por la expresión alterada de Jiraiya.

— ¿Por qué lo escoges a él? ¿Qué tiene de superior a mí? Son de un clan sometido al nuestro, tienen menos que yo. Te puedo ofrecer una de las mejores vidas en la Alianza... te lo puedo otorgar todo, Orochimaru. ¿Por qué vas a darle cachorros a él? Tiene una primera esposa, tu solo serás el segundo. Tus cachorros tendrán menos derechos que sus hijos con Mikoto. Tú serías mi único esposo.

Minato intentó separarlos, pero Orochimaru lo detuvo con la mirada.

—Se los explicaré a ambos para que no les quede dudas.

El alfa peliblanco soltó los hombros de su ex amante inseguro. Sentía que no le agradaría lo que escucharía. Pero se obligó a permanecer y escuchar lo que había pedido.

—Jiraiya, tu sabes que lo nuestro inició mal. Nunca pertenecí a los Senju, no pertenezco a los Namikaze tampoco. No sé cuál fue mi clan antes que me encontraran.

—No importa eso, Orochimaru. No me importa, juntos formaríamos una familia. Los dos, junto a nuestros cachorros…

El general omega le alejó antes de que pudiera envolverlo en sus brazos.

—Para un alfa es mucho más fácil. Para un omega no lo es…—Susurró—Ustedes pueden formar una familia desde cero, pero los omegas necesitamos pertenecer a una y ser entregados por esta a la siguiente familia.

Ambos alfa se observaron sorprendidos por la seria expresión del omega. Siempre lo habían visto fuerte e independiente, pareciéndole no importar tener lazos con alguien. Pero aquellas palabras les calaban, le demostraban sus debilidades.

—Los Uchiha se han convertido en eso para mí. La familia que no pude tener.

—Puedes seguir tratándolos si te casas conmigo. Te lo juro, Orochimaru. —Nuevamente le tomó de las manos.

—No, no solo quiero tratarlos. Me he encariñado con los hijos de Fugaku, incluso me llevo bien con su esposa. Quiero pertenecer a su familia, quiero que mis hijos sean parte de ellos. Quiero pertenecerle a Fugaku aunque sea como segundo esposo.

Sus palabras habían sonado tan sinceras por el rostro tan voluble que mostró el pelinegro que ambos alfa quedaron enmudecidos. Jiraiya se levantó, les dio la espalda y abandonó la estancia con lentitud. No podía creer que se había humillado así mismo solo para obtener una confesión tan emocionada y sincera por los Uchiha y Fugaku. Nunca pensó oír a Orochimaru hablar como un omega. Pero al final eso era lo que era ¿o no? Muchas preguntas quedaron resueltas. Orochimaru nunca había querido enlazarse al alfa que lo tomó por primera vez a la fuerza. Ese había sido su inicio, por eso se convirtieron en amantes, por esa culpa le permitió ser solo amantes y no obligarlo a dejarse morder. Y ahora, Orochimaru había encontrado un hogar al cual no le habían obligado, sino al que deseaba pertenecer por voluntad. Jiraiya se sintió tan patético, aquel sentimiento aumentó cuando las lágrimas iniciaron a deslizarse desde sus ojos. Caminó más apresurado para que nadie lo viera en ese estado. Era un general nunca nadie debía de verlo llorar.

 

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Era una tarde cálida en la Alianza, el sol destellaba suavemente en el cielo, otorgándole un color celeste, pero que no era suficiente calor para quemar a los pobladores de las nuevas colonias en las Tierras de La Alianza, alrededor del Castillo.

Por esos caminos tan bellos, con las flores saludando a todos sus visitantes, el líder de la Alianza junto a su prometido caminaba lentamente. Era su primer paseo oficial como prometidos. Aunque aún no habían realizado la ceremonia oficial, Minato había encargado que se esparciera el rumor de que Itachi tenía un enlace formal con él, el cual era consentido por el padre del omega.

—Mi padre está preocupado por el pedido del clan Inuzuka—Comentó Itachi deteniendo sus pasos.

Minato quien tenía tomado del brazo a Itachi también frenó sus pasos. Caminaban rumbo al jardín más grande que habían construido detrás del Castillo. El Castillo de la Alianza finalmente parecía llegar a su fin en construcción. El líder parecía querer que este se convirtiera en el castillo más hermoso de todas las regiones colonizadas. Superar al castillo de la Garza Blanca era ya bastante retador, pero superar al icónico Castillo Uzumaki o al deslumbrante Castillo Namikaze requería de mucho más que una ambición, mucho esfuerzo y demasiado oro que Minato estaba dispuesto a pagar para construir su nuevo hogar.

 El clima era bueno en aquel lugar, quizás bendecido por ser la unión de distintas tierras. Minato había mandado a desviar las afluentes de dos ríos cercanos importantes para que formar lagos naturales que rodearan el castillo. Además estaría rodeado de jardines enormes, los más grandes de la Tierra de Fuego, los laterales estaría abierto a todo el público pero el trasero, más allá del patio interno sería solo para la familia noble. Para Minato sus parejas, sus generales, hijos y nietos. Este estaba ya casi finalizado.

Es ahí donde Itachi y Minato se dirigían siguiendo el camino de grava blanco que les guiaba hacia otro de los lagos, el cual poseía un islote en su centro unido a la orilla por un puente de madera lacada y esculpida así como por un camino de piedras blancas suspendidas preciosamente.

Minato inauguraría aquel enorme jardín pronto así como los laterales cuando estos fueran finalizados. Eran en parte estos jardines otro atractivo para que la población de los distintos clanes y animar a orquestar un pueblo solido en las afueras del castillo. El líder estaba orgulloso al respecto.

Cada aposento de cada clan tenía un pequeño patio y jardín a gusto del clan. Pero este seria de uso común entre la elite; sin embargo, Minato había decidido que primero lo visitaría con Itachi. Su precioso prometido iba vestido con un kimono a medida de color celeste, con un obi blanco y un haori del mismo color, sus altas getas no parecían dificultarle el caminar con su usual elegancia. El gran líder iba vestido con su traje para paseo, su hakama azul claro bordada con detalles dorados, y su camisa yukata de un rojizo elegante, el cual encima tenía una especie de chaqueta que hacía ver sus hombros más anchos y masculinos. Por supuesto, siendo el bushi que era, sus dos usuales espadas estaban en su cinto atadas a  su obi por una cuerda de fino cuero bordado con hilos de oro. La empuñadura de su espada relucía el exhaustivo trabajo que lo artesanos siempre profería en los mangos de las katanas de sus señores, en ese caso se encontraba tallado era el símbolo de los Namikaze.

Minato realmente se había esmerado en su vestimenta para ese paseo. Itachi lo sabía y en su interior no podía evitar sentirse de alguna manera victorioso. Todo iba encaminándose hacia su final.

—Yo no quiero que me separen de usted—Dijo Itachi aferrando su mano a la manga del yukata de Minato, suavemente como si temiera un rechazo que sabía no tendría—Pero sé que  está en riesgo la Alianza. —Inclinó su cabeza en señal de sumisión.

El líder separó la mano que le sujetaba, la tomó entre las suyas presionándola suavemente. Con su mano libre hizo que Itachi levantase su mirada, tomándolo de una mejilla con suavidad.

—Nunca permitiría que te llevaran de mi lado, Itachi. Nunca—Le respondió con firmeza en su voz y mirada.

Acarició los mechones sueltos del peinado que el joven príncipe tenía. Le encantaba tanto su cabello negro. Tomo uno de los mechones y lo acercó a su labios besándolos con sensualidad. Itachi realmente no pudo evitar sonrojarse por el acto atrevido.

—Mis disculpas, Itachi. Pero siento que poco a poco mi paciencia se agota. Sin embargo voy a honrar el acuerdo de permitirte estar cerca a tu hermano.

—No es el único, mi señor. Yo también...

Itachi no pudo seguir, pues Minato atrajo su rostro con una sola mano acercándolo así mismo. Sus alientos se mezclaron, mientras sus bocas se envolvían una con otra. Los sirvientes que iban detrás de ellos, quienes cargaban con las sombrillas para protegerlos del sol, desviaron la mirada cómplice. Minato tomó suavemente los labios del omega con los suyos. Evito ingresar su lengua dentro de la boca del menor. Sería una invasión muy indecorosa, se conformó nuevamente con mover suavemente sus labios por sobre los de Itachi y acariciar cada labio con su lengua, ardiendo por aquel contacto.

Cuando quiso retirarse, fue el omega quien levanto su mano y tomó la mejilla de Minato acariciándola maternalmente. Los ojos del omega de pronto no eran tan inocentes sino tenía matizado el deseo en ellos, como los de una pantera. Minato se sintió asombrado por aquella diferencia, pero lejos de decepcionarle le fascinó que su próximo omega tuviera diferentes facetas. Su sangre hirvió. No pudo contenerse: aferró a Itachi de su cintura, por debajo del haori, sintiendo la suavidad del obi que sostenía su ropas, deseando arrancárselo para ver como la seda se deslizaba por su piel desnuda.  Itachi se abrazó a su cuello dejando que las mangas largas de su kimono dejaran ver sus antebrazos. Minato acaricio suavemente esa zona con las yemas de sus dedos.

Era totalmente impropio, pero no había nadie además de los siervos quienes morirían antes de comentar algo fuera de lugar.

—Perdóneme, Minato-sama. No puedo imaginar lo desvergonzado que he sido…

El rubio sonrió enternecido.

—No te preocupes, mis labios están selladas y solo me demuestras que me correspondes. Pronto, serás mío, seré tuyo, Itachi.

Se separaron suavemente. Nuevamente Itachi se sujetó del brazo que Minato le ofrecía. Iniciaron a caminar suavemente por el camino. Admirándose por el sofisticado trabajo de los jardineros del palacio al darle forma a cada arbusto del camino.

Llegaron finalmente al puente de madera que unía la orilla del lago con un islote en medio de las aguas. Minato subió primero, seguidamente tomó la mano de Itachi para sujetarlo. Le indicó a su siervo que él llevaría la sombrilla para ambos.

El siervo incomodo le tendió la sombrilla. Por aquella acción Minato caminó más cerca de Itachi, con los brazos juntos, y sus hombros tocándose. Ambos sonrieron ante el frescor del aire mezclado con el aroma del lago. Itachi se expresó animado al visualizar como  las carpas saltaban del lago.

Finalmente terminaron de cruzar. Los sirvientes se mantuvieron al otro lado del puente dándole privacidad a la pareja.

—Minato-sama es muy amable. Este lugar es perfecto

La sonrisa de Itachi logro hacer sonreír a Minato. Desde que había podido acercarse a ese chico, Minato se sentía más liviano. Sentía que una familia al lado de Itachi seguramente sería  la verdadera felicidad. Agradecía a los Dioses haberlo puesto en su camino.

—Itachi, tengo algo para ti.

De su Inro (cartera masculina de madera) sacó un objeto envuelto en seda. Lo destapó dejando al descubierto un Kanzashi(adorno para el cabello) de oro incrustado con jade , sus puntas finas destellabas a la luz del sol, mientras su adorno principal deslumbraba la vista.

—Minato-sama... es precioso.

Itachi se inclinó sobre sí mismo. Mientras Minato lo deslizó suavemente y con cuidado de no destruir su moño por su cabello. Como supuso, quedó perfecto en el cabello de su prometido.

—Eres mi prometido, serás el dueño de todo  cuando nos casemos. Todos deben iniciar a entenderlo y asimilarlo.

—No puedo creer que usted me ame en verdad.—Comentó conmovido.

—Lo hago. En tu nombre convertiré este Castillo en el más hermoso, porque será aquí donde viviremos. Por supuesto voy a presentarte al Castillo Namikaze y serás su señor también, pero este será nuestro hogar.

—Pero, Minato-sama, no será peligroso… ¿Quizás se molestarán los miembros de su clan? No quiero que me odien por apartarlo de quienes lo aman.

—Nadie es más importante que nuestra familia.

—Muchas gracias, Minato-sama, por todo. Por su amabilidad para con mi familia.

—Ustedes se lo han ganado. Tu padre es un alfa leal, tu madre una dama respetable y una gran madre, tu hermano es un perfecto esposo y tu primo es adorable.

—Minato-sama al respecto. Mi pueblo que tan bien la ha servido...

— ¿Qué sucede?

—He escuchado que muchos quieren arreglar matrimonios con los omegas de mi clan y...

—Bueno, es crucial que así como nosotros nos vamos a unir, todos nuestros clanes se unan y finalmente todos seamos uno solo bajo una misma bandera.

—Y yo estoy de acuerdo con usted, mi señor. —Itachi se acercó a Minato—Pero quisiera que los omegas de mi clan sean libres para amar así como yo me enamore de usted sin obligación.

—Itachi... realmente... A veces he pensado que te he forzado al igual que con tu hermano...

—No es así. Cuando usted apareció realmente causó una gran impresión en mí. Yo estuve comprometido con un alfa, era agradable, quizás uno de los pocos buenos alfas que pudiera encontrar en mi clan. Pero sin duda nunca hubiera podido sentir lo que siento hoy por usted.

Sus pómulos guardaban un suave rosa que a Minato aceleró su corazón.

—Te prometo que nadie se verá obligado a enlazarse o unirse. Los alfas debemos ganarnos ese derecho. Como yo he ganado mi derecho sobre ti.

Antes de que Itachi pudiera responder, Minato lo atrajo de la nuca para besarlo. Esta vez Minato no se contuvo, no podría lograrlo pues todos sus sentidos estaban embotados por el aroma y calor del omega, así que luego de abrir los labios de Itachi, ingresó su lengua dentro de la boca del joven rozando toda la cavidad bucal, provocando que le lengua de Itachi bailara con la suya.

El joven omega no intentó detener al líder sino que pareció alentarlo con los suaves sonidos guturales que de su garganta brotaban. El líder apretó el cuerpo de Itachi contra el de él, chocando perfectamente pecho con pecho y vientre contra vientre. Succionó su lengua hacia su boca mientras cerraba más sus brazos en torno la figura de su prometido. Itachi apretó su agarre sobre la nunca del mayor, entregándose al beso por completo. Parecía interminable hasta que un ronroneo brotó de la garganta del menor. Aquello avisó al rubio que estaba sobrepasando los límites, sino se detenía en ese momento, Itachi podía llevarlo a perder el pudor. Minato se separó, beso su mejilla, subió hasta las orejas peludas de su omega y las beso, provocando un nuevo estremecimiento en el cuerpo de Itachi.

—Creo que es momento de regresar—Explicó Minato agitado. Desde hacía mucho tiempo que no se agitaba tanto por solo besos. El joven omega levemente sonrojado por toda la acción, asintió.

 

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La noche había llegado nuevamente,  habían pasado dos semanas desde la estrepitosa llegada del clan Inuzuka. Finalmente, al día siguiente, se llevaría a cabo la reunión donde  el gran líder de La Alianza  daría su respuesta a la alfa de los Inuzuka. Mientras Minato ensayaba su respuesta con sus generales, los Inuzuka paseaban con sus perros despreocupadamente.

La respuesta y si sería aceptada decidiría el destino de una posible alianza mayor o el inicio de una guerra. Sin embargo para dos jóvenes aquello comenzaba a carecer de importancia. Kiba se encontraba sobre Hinata, quien no podía creer como su cuerpo se había amoldado tan fácilmente en tan solo un par de semanas con el de Kiba. Solo pudo pensar que el destino la odiaba tanto de que le mostraba su verdadero alfa destino en una situación como aquella. Aun sabiendo el riesgo que corrían se dejó hacer. Cuando Kiba invadió su boca, ella solo abrió más los labios permitiendo el dominio del alfa sobre sí. Cuando las manos urgidas de este encontraron el lazo de Obi dejaron que este lo soltara, permitiendo que su cuerpo quede expuesto al viento, a la luna y a los ojos de Kiba.

Ambos necesitaban pertenecerse. Hinata sentía el deber de entregarle su cuerpo a su alfa verdadero, tanto como este lo desease, en nombre de borrar las marcas de Naruto.

Nunca había hecho el amor de forma tan libre, sintiendo únicamente placer sin una mezcla de dolor o angustia. Solo viendo en los ojos de su alfa pasión y amor. Quería permanecer entre los brazos del otro por siempre. Solo quería estar cerca de él para siempre. Por eso permitió que él aquella noche la hiciera suya.

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La fecha había finalizado, Minato tenía que dar una respuesta concisa. Los Inuzuka estaban al frente suyo con sus perros, pues se negaban a separarse aunque sea un instante de ellos. Como siempre, la líder y su hija no mostraban respeto especial por Minato y su corte, parecían relajados como si tuvieran las de ganar. Sin embargo, a pesar de no parecer perturbados, había algo diferente en la mirada de Hana y su hermano, pero solo pudo notarlo Orochimaru como Fugaku.

El general omega inició con su elocuente discurso en el cual daba las razones del porque Itachi no podía ser entregado a la hija alfa, la futura líder, detallando que estaba comprometido con el gran líder desde su llegada, que su unión era el trato definitivo con los Uchiha. Sin embargo, aquello no causó mayor conmoción en los Inuzuka, lo cual le sorprendió pues eran una raza muy temperamental y orgullosa.

—Sin embargo, mis queridos señores, estamos dispuesto a trazar un tratado. El líder es joven así como su futuro esposo, ofrecemos una alianza doble con el primer hijo omega de esta unión con su hija Hana. Y el primer omega nacido de Naruto, heredero de Namikaze y de Uchiha Sasuke como esposo para su hijo Kiba.

Nuevamente el clan entero estaba sumamente callado. Por un instante, por primera vez en mucho tiempo, Orochimaru temió haber dado el consejo equivocado. Esperaba que aceptasen, por supuesto, pero luego de una larga discusión. Sin embargo, ahí estaban silenciosos, murmurándose cosas en un tono tan bajo que ni sus orejas felinas podían definir que hablaban.

—Está bien, aceptamos la oferta. Solo con la condición que sea el primer hijo omega y que también se nos otorgue un omega de la unión del príncipe Neji y del heredero de Namikaze—Habló Hana bastante calmada.

El silenció esta vez vino de la alianza. Minato giró su cabeza hacia Orochimaru y este asintió. Mientras tanto, Hinata veía a lo lejos la mirada tan insistente de Kiba, a quien no le importaba nada ni nadie solo acabar con la tristeza en los ojos de su amada. Un ligero temblor en el cuerpo de Hinata fue suficiente para que Naruto se diera cuenta de aquella mirada sobre su esposa. Le enojó, no visceralmente pero sí en su orgullo de alfa. Porque podría estar cada vez envolviéndose en sentimientos por Sasuke, podría estar a punto de casarse con Neji y procrear, pero Hinata también le pertenecía, así había sido criado como alfa. Permitir que su esposa, aunque no la ame mire a otro alfa o sea mancillada aunque sea con la mirada era una afrenta.

Sin embargo, antes que pudiera hablar al respeto, Minato asintió dando una pequeña reverencia al clan de los perros.

—Tenemos un trato, entonces. Este será redactado, ustedes mismos lo leerán. Por el momento les invitamos a estar presente en mi fiesta de compromiso y la unión de mi hijo con el príncipe Neji.

Hana y su madre miraron levemente a Kiba para luego presentar una ligera reverencia hacia Minato.

—No nos perderíamos su compromiso, Minato-san —Respondió con una altanera sonrisa la muchacha que había perdido a su capricho felino.

A pesar del trato, de la próxima unión, Minato y todos los alfas y omegas del lugar no pudieran evitar que la tensión les llegara. No podían estar tranquilos, las miradas de amos y perros era realmente misteriosa y guardaba sin duda muchas mentiras y omisiones.

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Después del acuerdo entre La Alianza y el clan de los perros salvajes, todos se sometieron a un largo periodo de festividades y ceremonias. Los siervos de todos los clanes se enfocaban en aportar sus mejores herramientas e ideas para que los próximos enlaces se lleven a cabo de la mejor manera a satisfacción del gran líder. El primer matrimonio en llevarse a cabo era el de Jiraiya. Minato había considerado prudente que se celebrara tal unión antes que su propia fiesta de compromiso con Itachi, dado el anterior choque entre Jiraiya y Fugaku. No quería que en su ceremonia de compromiso hubiera falla alguna, debía de ser perfecto así como pensaba que sería su vida al lado de tal omega.

No sería una boda exorbitante, pero sí de bastante nivel pues era uno de los generales más importantes. Todo quedó hecho, la fiesta, el salón donde se celebraría, la música, los artistas a presentarse y el templo. En el cual el sacerdote shinto junto a sus sacerdotisas omega esperaban para oficiar la bendición.

Mientras la primera novia terminaba de arreglarse, así como el segundo novio también, Jiraiya batallaba con sus asistentes para terminar de ponerse el haori.

—Así que finalmente el momento ha llegado. —Interrumpió una voz.

Jiraiya observó a Orochimaru parado en su puerta. Los siervos del alfa murmuraron entre ellos. Nadie comprendía que hacía el ex amante del general alfa ahí. Este vestía formal con un precioso kimono especialmente hecho a su medida para ceremonias y festejos, su cabello había sido cepillado por horas hasta que se tornara lacio y lustroso, llevaba peinetas decorándolo pero estaba totalmente suelto, cayendo a lo largo de su haori.

—Déjennos solos—Ordenó el alfa.

Los sirvientes salieron apresurados no sin antes dar las respectivas reverencias a ambos generales. Para muchos de los sirvientes de Jiraiya esperaba algún día alistar a su amo para la boda con el otro general. Fue sorprendente que finalmente Jiraiya decidiera desposar a otro omega.

—Te ves hermoso, Orochimaru. —No pudo evitar decirlo al sentirse impactado por su imagen.

El omega simplemente sonrío sin responderle.

— ¿Vienes aquí a tentarme?—Preguntó como una broma, intentando hacerse a la idea de que serían solo compañeros a partir de ese día.

Orochimaru caminó lentamente hacia él,  sin permitir que algún pliegue se arrugara de su vestimenta. Se paró frente a Jiraiya, subió sus manos hasta ambas mejillas, las acarició con cuidado. Se acercó a él atrayendo su rostro y sus labios chocaron en un contacto bastante tierno y virginal para ellos.

— ¿Si te dijera que huyeras conmigo, lo harías?—Pregunto el omega con una sonrisa pícara.

 

 

 

Notas finales:

Hola de nuevo, pues muchas gracias a todos y haciendome publicidad gratis tengo fanfic omegaverse YOI si les gusta pueden ir a buscar en mi perfil! yey.

Volviendo con este capítulo. Bien me causó muchas ganas de llorar la escena de Naruto y Sasuke ¿porqué? si bien es una escena "feliz" no es tan así para  Sasuke ya que se siente perder y amenazado, descontrolado, todo lo contrario a sus valores como shinobi. 

Sin darse cuenta, Naruto esta venciendo a su esposo. 

¿Quien ganará?

Lo de Hinata y Kiba no es tan facil.

Algunos cuestionaron que el castigo había sido muy blando para los Hyuga que primero se corta la cabeza para  que los otros no hagan nada. Bien eso podría funcionar en cualquier batalla que lean pero en esta epoca y creo que no solo en Japon, el poder de la sangre era algo muy fuerte, la lealtad de esa gente para con el líder va más allá de la razón el miedo. Si su líder les mandar a ahacersppuke muchos lo acatarían eso sumemosle a un elatad basada en sus yo animales es mucho más fuerte. 

A MInato más le conviene seguir reteniendo el poder. Los Hyuga si bien han buscado ganarselo, el cariño y lealtad por Hanabi es muy poderoso. Mientras ella siga viva ellos estaran tranquilos. A menos que nazca alguien que tenga derechod e sangre sobre ellos. Lo que Minato quiere y fue algo que utilizó mucho el gran unificador de japon Tokugawa Ieyasu es los matrimonios y nietos. Si Minato tiene un nieto legítimo de la dinastía tendrá todo el derecho de gobernar sobre ellos y aunque Hanabi su padre y Hinata mueran, el resto del clan se mantendrán unidos y deberan obedecer.

El tenía previsto que Naruto no se negaria  a desposar con Neji solo por su buen corazón. Es política en su más fría expresión. Pero  bueno a Tokugawa le funciono, logró la unificación de Japon en su momento.

Por ello mismo la situación de Kiba y Hinata no es facil, como ven Naruto peude ya no quererla ni deserla pero estan unidos, ella lleva  su marca asi que le pertenece y Naruto lo sabes es un grave deshonor lo que ha hecho algo por lo que incluso su gente puede  repudiarla. Además que Minato jamas la cedería porque si ella llegase a tener hijos de Kiba estos igual llevan la sangre noble de los Hyuga y pueden reclamar con derecho los territorio Hyuga para  los Inuzuka. 

Oh sip eso de derecho de sangre es lo que ha mantenido en guerras el mundo medieval y moderno durante mucho tiempo. Pero también es con o que se ha tratado de unir. Si minato e Itachi tuviera un hijo omega este tien menos derecho por lo uesirve para unir dos clanes. Un hijo alfa es mucho más riesgoso, ellos sirven para seguir la linea.

Ok eso suena duro pero así se maneja esto.

 

Que les pareció la misión de Shisui? Quería mostrar  que realmente los shinobi vivían en un mundo aparte, a ellos les  improtaba poco quienes ganasen o perdieran a menos que les  afecte ellos solo responden a su propio clan y a sus intereses. Ellos no viven con grandes ideales como los de Minato lo otros clanes de expandirse o unificar el país, a ellos les conviene hasta cierto grado las rencillas entre clanes ya que les da trabajos.

En el mundo de Naruto es bastante fantsioso lo de usar bandana, ellos usarían solo idestificación cuando servía y crecían dentro de un clan samurai, pero para misiones de infiltración eran más similar a los ambu. Pero normalmente intentaban disfrasarse y ni llevar ninguna señal en sus vestimentas o cuerpos. Y Usaban todo tipo de armas.

Shisui tranquilo que Itachi todavía no era legal!!!!!! XD

Itachi me gusto escribir esas palabras que le dice a Sasuke. ustedes creen que es fiel a lo que manifiesta???

Había mencionado que Sasu iba tene run aliado inesperado ,pues sí de alguna forma Hinata se volvió eso. Una amdre que ha perdidoa su hijo sabe lo que se sufre. Además que ahroa tien valor gracias a la relación que va creando con Kiba.

No entierren tanto a Neji, para él y su familia esto es importante y solo ven esa salida. 

En fin que creen del final?? wujuuu

Buenos nos leemos pronto, espor que en dos semanas. !!

 


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