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Traición a la sangre por kaoryciel147

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Notas del capitulo:

Hola a todos, sí sé que han pasado 84 años, pero si me siguen en face sabrpan que la situación en Perú no ha estado muy buena, no , afortunadamente no me cayó ningún huayco, pero hubo cortes de agua, y un caos total que em quitarón tiempo. En fin, finalmente todo esta mejor y pude volver!! Espero que les guste este capítulo y quiero que lean antes lo sigueinte para que lo tengan en cuenta mientras van leyendo, igual ya subí la explicación previa en mi pagina de Face: 

Esta historia no es tal cual el Japón feudal, es cierto, tiene algunos elementos propios de la mitología japonesa y además cambios de nombres, peor sí esta inspirada en aquella época, podría ubicaría en la Época Sengoku, antes de que el Clan Tokugawa logra la unificación y Ieyasu logrará convertirse en el shogun, o el líder militar del país, y con esto se Japón viviera una era de Paz, avance, el Periodo Edo bajo la dinastía Tokugawa. Bueno a lo que quería llegar es que en este periodo había ciertas contrariedades en el trato de la mujer que en mi fic esta representado por los omegas, y es que estos son los que se convierten en parejas de los alfa de las castas militares, quienes están en lo más alto en este periodo, podría decirse que más que los nobles del Palacio, Ya explicaré esto mejor. Las mujeres de los samurai, madres, hermanas, esposas eran prácticamente propiedad del samurai, si bien en algunos casos eran entrenadas e incluso tenían la capacidad de dirigir ejércitos, era una medida de urgencia y aun así ellas veían al líder de su familia como un rey cercano, los trataban con la mayor de las devociones. Y a la vez hombre y mujer, daban su vida por el honor y el respeto al líder del clan. Era un sociedad que más que pensar en el bienestar individual pensaban en el colectivo, así que cada quien conocía y hacía su deber, la honra de la mujer debía de ser defendida, incluso a una mujer tenía la fortaleza para cometer seppuku antes de dejarse tomar por otro hombre y si una mujer aceptaba voluntariamente a tener sexo con otro hombre podía ser juzgada a muerte. Así que trato de respetar la personalidad de los personajes, pero entenderán que debo adaptarlos a la época en la que se desarrolla la historia. No incluyo a las mujeres betas porque al ser esto un omegaverse, mayormente los que conforman los estratos poderosos son alfas y sus parejas son los omegas, pero podría decirse que entre los betas el trato entre hombres y mujeres al no tener la presión de ser de clase alta la cosa es más equitativa, lo mismo que sucedía con la plebe y el campesinado en el Japón feudal.

 

Ahora sí a leer!!

Toda la noche anterior Jiraiya no había podido dormir, se mantuvo pensando en cómo podría lograr que su matrimonio fuese exitoso. Debía reforzar la idea de que nunca más volvería a tener a Orochimaru en sus brazos, que probablemente en unos meses cada uno tendría su propia familia. La frustración le carcomió, no podía concentrarse, finalmente solo pudo descansar un par de horas.

 

Su asistente fue quien se tomó el trabajo de despertarlo para indicarle que debía iniciar a alistarse para la ceremonia de su matrimonio, un suceso que había esperado por años aunque no con las personas que iba a tomar.

 

Sin embargo, mientras se veía siendo vestido, la emoción que debería de sentir no le embargaba. Miraba aburrido como su asistente no tenía  la capacidad para acomodarle el kimono como lo hacía su ex amante. Le añoraba, sus cuidados, las pocas veces que parecía que se convertirían en una auténtica pareja.

 

Y como respuesta a sus ruegos silenciosos apareció formidable, poderoso y hermoso en su puerta, provocándole como mejor sabía hacerlo. Estaba seguro que si Orochimaru se lo permitiese lo tomaría ahí mismo, sin importarle que dos inocentes jovencitos estuvieran vistiéndose de blanco para entregarle su pureza y devoción.

 

Orochimaru siempre le sorprendía, pero realmente no espero que dijese aquellas palabras como si fuesen verdaderas, porque no podían serlo. Así que río. Jiraiya se carcajeó ampliamente, hasta que sus mejillas se tornaron rojas y su respiración su agitó, mientras que en su pecho un nudo crecía augurándole que perdería el control. Era una sensación devastadora: entre risa, desesperación y furia. Sentía que iba a ahogarse.

 

—No deberías bromear, Orochimaru. — Respondió intentando mostrarse bromista, como siempre. No quería ni pensar en que Orochimaru le preguntaba con sinceridad.

 

Y es que si esa fuera la única manera de que ellos dos estuvieran juntos era cruel ¿De qué huía? ¿Por qué no podía confesarle aquello? ¿Realmente quería escuchar su verdad? No, no lo deseaba pues no quería estar en medio del amor por él y por su alumno que era como su hijo. Minato podía decepcionarlo en miles de aspectos pero ninguno sería suficiente para dejar de amarlo como su cachorro, igual que a Naruto, de quien era padrino, así como a su mejor amiga Tsunade. Nunca podría ser partícipe de una traición contra ellos Nunca podría dejar a Minato ni a su ahijado. ¿Vivir como proscritos? Se convenció de que Orochimaru estaba bromeando cruelmente como era común en él, sin embargo, un sinsabor se extendió por su paladar.

 

— Ahh… no pensé que me sentiría nervioso en mi matrimonio, sobretodo porque es lo que he deseado desde siempre. — Desvío la mirada sin el valor para observar a los ojos a su ex amante mientras decía aquello. No deseaba saber si la pregunta fue hecha con sinceridad porque la respuesta era NO.

 

El omega bajó sus manos de las mejillas de Jiraiya, sus ojos se opacaron levemente, pero luego río acompañando al otro general. El omega se preguntó cómo es que se había atrevido a traicionar a los Uchiha, ellos eran los únicos que podrían brindarle una protección segura. Ahora lo confirmaba, Jiraiya nunca sería su aliado, pero había cometido una acción desesperada, una llevaba por su omega interno por retener a su alfa.

 

—Tus siervos son unos inútiles. —Comentó con una sonrisa maliciosa y una mirada crítica— No saben poner un traje ceremonial como se debe. —Argumentó, intentando que el temblor en su cuerpo no creciera. Ni siquiera sabía qué hacía en aquel lugar, había perdido su control sobre su yo animal, lo cual les hubiera costado mucho.

 

Para sorpresa de Jiraiya, Orochimaru acomodó su traje con cuidado como si fuera su pareja, aquello le trajo una sensación desagradable en el estómago. Las manos de Orochimaru eran increíblemente suaves a pesar de su manejo perfecto de la katana, las sintió frías, tocando la piel de su cuello y pecho mientras le acomodaba el dobladillo perfectamente.

 

— ¿Por qué estás haciendo esto? Pensé que no asistirías a mi matrimonio...—Susurró con una voz que cada vez se le iba quebrando más.

 

El menor desvío la mirada levemente pero prosiguió con su labor de dejarlo perfecto. Luego tomó el cepillo y se puso detrás de Jiraiya cepillándole el cabello, para terminar por amarrárselo en su usual coleta baja. Jiraiya había quedado como un honorable guerrero, uno al gusto de Orochimaru.

 

 A Jiraiya siempre le había gustado cuando Orochimaru se tomaba la molestia de alistarlo para alguna ceremonia o batalla, ningún experimentado siervo podría superar la elegancia y esmero que el omega ponía en sus acciones. Esos pequeños actos siempre le habían inflado su esperanza, pero ahora le lastimaban, Orochimaru raspaba la herida, asegurándose que la cicatriz nunca se borrara, cada vez que alguno de sus esposos le atendiera de esa forma, Jiraiya solo pensaría en qué Orochimaru lo hacía mejor.

 

— ¿Por qué no asistiría?— Respondió Orochimaru— Es mi deber. —Susurró con una mediana sonrisa. —A partir de mañana tendrás quien te arregle con esmero. Un omega que este a tu lado siempre y sea el hogar que deseas. Esta es la última vez que te ayudo con tu arreglo. —Terminando de hablar le dio un golpecito en el pecho, para luego poner distancia entre sus cuerpos. Una que dolió a ambos.

 

Sus palabras habían sonado sinceras, Jiraiya se preguntó si de verdad el omega le deseaba ser feliz en brazos de otro, con los cuidados de otro omega. El alfa se observó pulcramente arreglado en el espejo, listo para su matrimonio. Seguramente pronto llamarían para iniciar la ceremonia. Debía de encontrarse con su prometida y prometido. Había decidido tomar a su primer y segundo esposo el mismo día. Aunque solo yacería con el primero, pues el segundo todavía entraría en celo dentro de unas semanas.

 

—Ya estás listo. —Intervino Orochimaru con una voz susurrante. — Tus esposos lo están desde hace un buen momento. Me mandaron a ver que se terminase tu arreglo.

 

— ¿Quién?— Preguntó curioso.

 

—Minato. — Sentenció.

 

Jiraiya estaba seguro que era su ahijado dándoles una última oportunidad, a pesar que romper con un compromiso a estas alturas traería desequilibrio de poderes ya que era bajo y contra el honor abandonar a un prometido de esa manera.

 

—Ya todos los invitados están esperando para seguirte al Templo. — Respondió Orochimaru con voz calmada. Era la primera vez en mucho tiempo que podían hablar sin gritarse, hasta el momento al menos…

 

Jiraiya buscó en la mirada de su ex amante y solo encontró nostalgia y cariño. ¿Cómo podía estar acicalándolo sin ponerse celoso? ¿Podría el mismo estar parado en la puerta observando como embellecían a Orochimaru para otro? No estaba seguro de lograrlo. No creía poder guardar tanta calma cuando Fugaku despose a Orochimaru, primero intentaría matar al líder Uchiha antes de permitir que ambos yacieran. Pero quien fue su pareja lo lograba a la perfección, al menos ante sus ojos porque por dentro el pelinegro temblaba, su omega interno le reclamaba el no dejarse llevar, el no marcar su territorio.

 

El omega hizo ademán de retirarse de la habitación, pero el alfa lo detuvo, lo atrajo hacia él sin importarle despeinarse o desarreglar a Orochimaru. Le estrujó entre sus brazos con fuerza y enterró su nariz en los cabellos del pelinegro, aspirando su fragancia natural decorada con el perfume que seguramente se había cubierto.

 

— ¿Por qué nos haces esto, Orochimaru? ¿Si vas a casarte porque no me aceptas?—Le reclamo furioso y dolido. Tantas veces había hecho la misma suplica…

 

—Jiraiya, tu prometida y prometido están esperándote. —Respondió intentando guardar la calma aunque su piel se haya erizado ante el abrazo del otro.

 

— ¡No te creo! Es imposible que solo hayas venido aquí siguiendo órdenes. Quieres que los deje por ti ¿verdad?

 

Pudo ver en los ojos del otro un atisbo de luz, que le confirmaba parcialmente sus palabras.

 

—Dímelo, Orochimaru. Los voy a dejar por ti. Solo di que me amas, que vas a dejar que te muerda. Solo dilo…—Rogo—Te amo—Susurró.

 

Pero el general omega simplemente respondió al abrazo para su sorpresa. Una luz en su corazón se inició cuando el omega pareció refugiarse en sus brazos como cualquier de su condición sexual.

 

—Solo vine a decirte adiós. —Le susurró aun refugiado en su pecho.

 

Seguidamente, Orochimaru se liberó de sus brazos. Se separó de un sorprendido y dolido Jiraiya, quien quemaba por retenerlo, por desvestirlo y enterrarse en él a tiempo que lo marcaba para que fuera suyo por siempre. Era insoportable, sentía a su animal aullar de dolor, rasparle, reprenderlo por la poca disciplina con su ex pareja.

 

—No voy a pertenecerte, Jiraiya. Entiéndelo, lo mejor que puedes hacer es cumplir a quienes has dado tu palabra.

 

El general omega salió apresurado de la habitación del otro general. Se encontró con su segundo, Kabuto, quien le ofreció su brazo para escoltarlo hacia donde todos esperaban al novio. Lo tomó sin dudar y nuevamente se irguió orgulloso y serio. Haría caso omiso al dolor en su pecho.

 

Cuando Minato empezó a impacientarse por las miradas de los padres de los jóvenes novios, Jiraiya llegó sonriente para saludar a sus invitados. Tomó del brazo a sus prometidos con cariño y cuidado, estos eran familiares que se habían criado juntos. Lo ideal para que no hubiera disputas en su nueva familia.

 

Caminó junto con ellos hacia el Templo, mientras un par de siervos los cubrían con amplias sombrillas. Mientras tanto, Tsunade junto a su pareja, Orochimaru junto a Fugaku y Mikoto, y Minato junto a Itachi caminaban detrás de ellos, a paso lento y prudente. Más detrás de ellos, Naruto caminaba al lado de Hinata, seguido de Sasuke y Neji cada uno con sus sirvientes personales.

 

Quizás sería la última vez que Naruto llevaría del brazo a Hinata, en la próxima ceremonia firmarían junto al compromiso de Itachi, su compromiso con Sasuke como primer esposo, por el cual el iría tomando lugar en las labores de Hinata hasta que tuviera un nuevo celo y se vuelva completamente su esposo.

 

Mientras Naruto caminaba, apresó fuertemente del brazo a su esposa. No sabía en qué sentido, pero la veía diferente, quizás más hermosa, con un suave tono rosa en sus mejillas y una luz en su rostro; aunque también había algo extraño, su aroma parecía diferente, pero el perfume que llevaba en su cuerpo y ropa era intoxicante, casi lastimaba su olfato. Su alfa interno empezó a gruñir. No pudo evitar pensar en aquel sujeto, hijo de la líder del clan de los perros salvajes. No entendía por qué quería enterrar su nariz en su cuello para olfatear mejor debajo de todo ese perfume tan nauseabundo. Tenía el presentimiento de que algo había cambiado en ella.

 

 ...............

 

 Durante la ceremonia y posteriormente en la fiesta, todos estaban expectantes, pensando que algo podría ocurrir con el ex amante del novio presente. Todos esperaban un drama digno de contarse en los posteriores banquetes: que el general alfa abandonase a sus prometidos o que el general omega interrumpiese.  Pero para decepción de muchos ávidos por el chisme, ninguno se dirigió una mirada más allá de la normal.

 

Cuando llegó el momento de los saludos, Orochimaru se comportó perfectamente, dándole la clásica reverencia de compañeros. Jiraiya recibió sus regalos con sobriedad, tratándolo como otro general, con nada más allá que cortesía.

 

La huida épica o miradas de amor que los invitados, incluso los Inuzuka, habían esperado no se dio. Fue un matrimonio normal de la alta nobleza. Todo se desarrolló pacíficamente y con propiedad. Jiraiya sonreía y en la fiesta tomó adecuadamente, mientras abrazaba a sus dos jóvenes esposos. Incluso su control de la bebida era adecuado, como nunca lo había sido. Mientras que Orochimaru se comportaba como un digno omega comprometido, atendiendo a su futura familia política, conversando solo con ellos.

 

Al llegar el anochecer, los invitados iban desapareciendo hacia sus aposentos, los Inuzuka fueron los primeros ya que se aburrieron de la falta de acción, ellos organizaron su propia celebración en el territorio que habían tomado como hospedaje.

 

Una vez que sus esposos se marcharon, Jiraiya supo que el momento en tomar a su primera esposa llegaría pronto por lo cual inició a beber más alcohol del todo que había bebido en la tarde y noche. Un par de horas después, Jiraiya ya se encontraba tan ebrio que festejaba descuidadamente. En ese momento, una sierva le indicó  que su esposa estaba lista para él. Se puso de pie y bajo las hurras y “campay” de sus subordinados se marchó de la sala donde celebraban.  Sin que Orochimaru se diera cuenta le dedicó una última mirada de dolor y amor. Incluso en aquel momento el peliblanco había esperado aunque sea una mirada de reproche o celos, pero el general omega se veía muy concentrado en su futura familia política, los Uchiha.

 

Cuando llegó a la habitación de su esposa, tomó más sake hasta casi no poder caminar. Corrió el biombo que separaba la habitación del lecho que les habían preparado. La observó y se  dejó envolver por el exquisito aroma del celo de su omega y se enterró en la lujuria que despertó.

 

Mientras tanto, Orochimaru se encerraba en sus habitaciones, se dejó caer sobre su lecho de rodillas, agachó su cabeza dejando que sus cabellos negros le cubrieran; ahí, silenciosamente una a una de sus lágrimas fue cayendo sin parar. Acalló sus quejidos con sus mantas, pero no pudo detenerse de que su corazón se descargase por medio de lágrimas.

 

Aquella  vez había perdido definitivamente a Jiraiya. Y aunque aún tenía que usarlo para sus planes por última vez, nunca existiría un futuro juntos. No se impidió llorar más, decidió que era mejor hacerlo en ese momento, pues en unos días, como el sanador más importante de la Alianza, debería de examinar a la omega de Jiraiya para oficializar si había quedado preñada o no.

 

.........................

 

Como era tradición, al finalizar la semana de celo de la primera esposa de Jiraiya,  una reunión fue convocada  con los miembros más importantes de la Alianza, sus líderes y consortes estaban presentes. Y es que saber si la omega de un general tan importante estaba preñada era imprescindible para ellos.

 

Ella apareció guiada del brazo de su esposo, tenía un estilo diferente, más recatada, pero elegante con  peinetas en su cabello atado en un moño serio. Jiraiya soltó su brazo y ella se dirigió hacia el biombo donde Orochimaru, como sanador oficial de toda La Alianza la esperaba. La elite de la Alianza no podía ver directamente como era revisaba la omega, ni siquiera su esposo, pero si debían estar presentes para poder enterarse del veredicto.

 

Para todos, era una gran sorpresa como Orochimaru se desenvolvía tranquila y fríamente en sus labores. Le pedía calmadamente que se desnudara y cubriera con la simple yukata blanca, para luego pedirle que se recueste en el futon. Todos escuchaban pero el biombo impedía ver la labor.

 

La mujer sabía que aquel omega había sido el amante de su esposo, se había sentido intimidada, nerviosa, pero para su sorpresa pronto cayo en confianza de dejar revisarse. Era tan profesional que creyó que realmente todo entre su esposo y su ex amante había terminado. Permitió que el omega sanador le examine a conciencia.

 

El proceso terminó, Orochimaru se lavó las manos en la bandeja que uno de sus asistentes trajo. Le indicó con cortesía usando el honorifico de omega casada que podía vestirse e ir al lado de su alfa.

 

Al terminar de atarse el kimono con ayuda de sus siervas, la omega partió y prácticamente corrió a  brazos de su alfa, él la recibió consolándola anticipadamente, no necesitaba que le confirmen lo que él ya sabía.

 

Orochimaru se dejó ver, sus asistentes guardaban todo y lo dejaban limpia detrás del biombo sin hacer mayor ruido.

 

—Minato-sama. —Llamó Orochimaru con una reverencia. —Lamentablemente los dioses aun no los han bendecido, la consorte de Jiraiya-sama no ha quedado preñada en este celo.

 

El rubio gruño.

 

—He comprobado que ella no ha hecho uso de alguna sustancia para evitar quedar preñada por lo cual, efectivamente, ha sido mandato de los Dioses. 

 

La joven omega pidió perdón a su alfa por no haberle podido dar un cachorro, Jiraiya sintió a través de su lazo con ella un sentimiento de culpa, como su omega interno se replegaba sumisamente culpable por no haber quedado en cinta.

 

Le sonrió amablemente, ella era tan joven, mucho más que él. Le expresó que no estaba molesto ni que había problema, le dijo con dulzura que seguramente quedaría preñada en su próximo celo. Su sueño había sido tener un cachorro pronto, cada vez que tuvo a Orochimaru entre sus brazos en los celos, había deseado que este quedara preñado, incluso una vez pensó que lo había logrado pero no fue así. Sin embargo, a pesar de haberla mordido, no sentía la misma desesperación por que su omega quede preñada pronto.  

 

—Supongo que solo podemos aceptarlo, quizás el segundo esposo de mi padrino nos traiga bendiciones.

 

El segundo esposo que aún estaba intacto pues su celo sería dentro de una semana asintió con respeto como si obedeciera al mandato.

 

Jiraiya observó a su segundo esposo era también joven y hermoso, pero solo pudo suspirar cansado. Separó de sus brazos a su esposa para que marchara con su séquito a sus habitaciones.

 

Ella junto a su primo, el segundo esposo, ocuparían las habitaciones de al lado, teniendo espacio para sí mismos como la mayoría de nobles de los clanes más distinguidos. Jiraiya, quien había pensado en dormir al lado de sus esposos como siempre deseó, se sorprendió a sí mismo aliviado de que ellos no durmieran con él. Ella le había gustado, pero había sido como acostarse con cualquier omega. No había resultado especial ni extremadamente placentero, ella era casi una adolescente que no sabía cómo seducirlo. Lastimosamente si quería calmar su libido debería de entrenarla o debería de buscar consuelo en una Oiran, lo cual era lo más digno para ella, pues era una omega de clase alta.

 

Sin poder evitarlo su mirada se dirigió a su compañero general omega que conversaba con su segundo al mando. Tenía sus cabellos amarrados en un moño alto el cual el permitía ejercer su labor de sanador sin ningún problema. Jiraiya se sintió tan atraído a él. No importaba el vestuario o peinado que luciera, más sencillo o más pomposo, todo le quedaba perfectamente bien y le hacía entrar en calor. Su pequeña esposa era linda pero aun habiéndola hecho suya no sentía mayor deseo de volver al lecho con ella. Con tenerla una sola vez había sido suficiente.  Probablemente solo cumpliría con ella en los celos para que quedase preñada.

 

Se culpó a sí mismo por ello. Ella no sería suficiente para mantenerle fiel, su alfa pronto buscaría otros omegas para satisfacerse y no tenía ganas de evitarlo. ¿Pero estaba en su derecho o no? Le habían criado creyendo que si su omega no le satisfacía podía buscar la compañía de otros. Observó a Tsunade que había asistido con su omega, ella jamás le había sido infiel a Dan, él podía dar fe. Por más que hayan intentado seducirle otros omegas hermosos y experimentados, ella nunca les había dado una mirada de deseo. Era seguro porque Dan era su omega destino, porque realmente lo amaba.

 

Mientras tanto  Orochimaru no podía negar que le causo alivio que ella no quedara preñada, pero de igual manera no debía ilusionarse, ella era joven, así pues en cualquier momento quedaría preñada con lo lujurioso que era el alfa. Cuando notó la marca de mordida en su cuello que ella orgullosamente mostraba sintió que la rabia le quemaba.

 

El general omega se obligó a tranquilizarse. No se imaginó que le causaría tanto malestar el que Jiraiya efectivamente haya mordido a otra omega, haciéndola su pareja de por vida. Sin embargo, a través de su rostro solo se mostraba una sonrisa sabia propia de un sanador experimentado. Nadie podría imaginar el dolor y rabia que le quemaban.

 

.............................

 

 

 

Otra semana más había sucedido, el segundo omega de Jiraiya había entrado en celo. Fue deber de su alfa hacerse cargo de él y de esa manera dar por confirmada las dos uniones de Jiraiya. Pasó junto a él toda su semana. La reunión nuevamente se armó y Orochimaru ejerció su labor perfectamente. Como la anterior vez, el segundo esposo tampoco había quedado preñado. Aun así, Jiraiya ya no era más un alfa soltero, tenía una familia. Y sin embargo se sentía demasiado vacío.

 

A pesar de que ambos eran suyos, no sintió mayor deber que el protocolo mandaba con ellos, los visitaba al atardecer pero el día entero entrenaba sin descanso.

 

Su ex pupilo no mencionó nada, su padrino había tomado su decisión  no le humillaría cuestionándolo. Por su parte, él sabía que Itachi podía no ser su omega destino pero le gustaba y se había enamorado de él completamente, era sin duda el omega que los Dioses habían puesto ante él para volver a ser feliz y tener una familia que le había sido arrebatada por la traición.

 

Por ello, no hubo reparo en gastos para la fiesta de compromiso de ambos, estaba ansioso porque todos en La Gran Alianza y fuera de esta supieran que Itachi Uchiha pronto sería suyo. Cada vez que se acostaba lo añoraba, se preguntaba cómo sería tenerlo en sus brazos, este era mucho más joven que él, era casi de la edad de su hijo de hecho, pero poco importaba. Al haber conocido el sabor de su boca, solo le quedaba preguntarse sobre la textura de su piel y el sabor de su intimidad.

 

Justo una semana antes de su fiesta de compromiso, Itachi había sufrido su segundo celo conviviendo en el Castillo de La Gran Alianza, Minato estuvo a punto de perder el control, de profanar sus juramentos e ir por él. Pero se tranquilizó, había dado su palabra, no era la manera en que Itachi sería respetado como su esposo, no como un concubino.  Se concentró, por primera vez en mucho tiempo aceptó la compañía de un omega, lo tomó solo pudiendo imaginarse a Itachi en él. Se distrajo saliendo a cazar junto a su padrino que parecía más que nunca dispuesto a divertirse en vez de permanecer con sus recientes esposos. Tsunade que iba junto a su esposo. Y su hijo, Naruto que había llevado a su actual prometido a su lado, pues este había alegado que Hinata estaba enferma. Y es que la familia Uchiha entera estaba al cuidado de Itachi en su celo.

 

 

 

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La fiesta y ceremonia de compromiso entre Minato Namikaze y quien sería su principal esposo, Itachi Uchiha, llevaba enloqueciendo a todos los sirvientes. En un salón especial se harían las ofrendas correspondientes, se intercambiaría los regalos y presentaría a los padres. Junto con la firma de los tratados para este provechoso matrimonio, quedaría saldado el nuevo lugar de Sasuke al lado de Naruto. Un par de días después, se oficiaría el matrimonio que más esperaban los Inuzuka, entre Naruto y Neji. Ellos estaban decididos a no marcharse sin comprobar esa unión, pues no podían permitir que no fuera un Hyuga quien gobernara a futuro sus territorios colindantes. Así lo habían afirmado.

 

Era de noche ya en el Catillo de la Alianza, los entrenamientos habían finalizado, la cena empezaba a ser servida, pero había dos amantes que permanecían con los labios unidos, entrelazando sus lenguas, apretando sus cuerpos, sintiendo las curvas y pliegues del otro sin detenerse a pensar en el peligro. Habían consumado su amor unas tres veces en el tiempo que llevaban de conocerse, pero la pasión era un sentir que les desbordaba. No había duda, eran pareja destino.

 

—No voy a dejarte aquí, Hinata. No me pidas ello, eres mi omega. —Le dijo en voz decidida a la princesa Hyuga, mientras le tomaba de las muñecas para impedir su huida luego de aquel apasionado beso.

 

—Pero, Kiba-kun soy esposa de Naruto-kun…no puedo…—Replico mortificada.

 

— ¡No lo eres más! No voy a permitir que te vuelva a tocar. ¿No lo ha hecho verdad?—Preguntó con un evidente tono de amenaza.

 

Hinata negó. Su primo sospechaba, ella y sus siervas se encargaban de intentar ocultar el aroma de Kiba en su cuerpo lo mejor que podían pero cada vez era difícil. Su primo, para el día de caza, le había dicho que se anunciara como enferma, ya que Orochimaru permanecía atento a Itachi, no había quien lo verificara; así que Neji ocupó su lugar y salió de caza con Naruto. Lo cual agradeció enormemente, aunque sabía que su primo intentaría seducir a su esposo y ganarse su favor. Quizás era mejor así, de esa manera también dejaría en paz a Sasuke y su cachorro.

 

 Sabía además que Naruto mando a llamar a Sasuke unas dos veces por las noche, ella se sentía tranquila, excepto porque tenía que oír a su primo despotricar y planear una y mil maneras de dejar mal al azabache. Por su parte ella se asqueaba de solo pensar en intimar nuevamente con su marido. Kiba se había ganado su corazón. Y ella solo deseaba que la marcara y que su aroma le acompañe por siempre.

 

—No puedo dejar a mi familia, a mi hermana…mi padre y Neji-kun

 

Kiba se enojó, la toma de la cintura con un brazo, la zarandeó mientras tomaba su mentón fuertemente con su mano libre. Ella vio dolor y ansiedad en sus ojos, él estaba desesperado por su amor, el corazón de la esposa de Naruto se encogió. No quería verlo sufrir, dentro de sí sabía que le pertenecía solo a él. No importaba que Naruto la hubiese marcado, ella ya no le pertenecía, ella era la omega de Kiba, eso dictaba su omega interno. Él podría darle todo lo que había soñado de pequeña, una familia.

 

— ¿Qué han hecho ellos por ti?—No espero a que respondiera, le beso ferozmente, ingreso su lengua solo para separarse a los segundos. —Naruto tiene a Sasuke, tendrá a tu primo. Tu padre debe aprender a ser un alfa de verdad, tu primo va a ser feliz estando al lado de su marido ¿Por qué no quieres ser feliz a mi lado? Nunca voy a traicionarte ni tomar otro esposo. Ni siquiera podría pensar en ello teniéndote a mi lado.

 

Le tomó de ambas manos e hizo que las posara sobre su pecho, en el lugar donde estaba su corazón latiendo ansioso y apresurado.

 

—Te amo.

 

Dos palabras tan simples y cortas, con tanta fuerza como un puñal, dolorosas y ardientes. Había esperado tanto por ello. Pero no podía darle la espalda a su familia.

 

—Hanabi, Kiba-kun, ella dio su libertad pensando en salvarme. —Su voz se quebró, sus ojos iniciaron a llorar sin parar, lanzando gemidos lastimeros.

 

—Lo sé—Dijo con rabia Kiba, la atrajo y le brindo un abrazo protector, ese tipo de contacto que podía recomponer los pedazos que había quedado de ella. —No la vamos a dejar, te lo juro. La rescataremos.

 

—Kiba-kun, te amo. —Susurró con timidez pero con veracidad. Sus ojos ojiperla le revelaron la más infinita ternura al alfa. Ella era la indicaba, todo su animal interno se lo gritaba.

 

—No importa que suceda, voy a sacarte de aquí y también a tu hermana.

 

Sus bocas volvieron a entrelazarse suavemente.

 

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No importaba cuanto se negara, la realidad era que le agradaba estar a su lado. El joven omega quería culpar a su embarazo de su necesidad de Naruto. A aquella necesidad de verlo no iba a darle nombre, prefería que no lo tuviera para que no doliera cuanto la misión terminara.

 

Naruto le visitaba lo más que sus entrenamientos le permitían, le hablaba animadamente del matrimonio de uno de sus protegidos llamada Konohamaru, el cual se llevaría cabo dentro de poco más de un mes. El alfa poco a poco parecía perder la desconfianza, iniciar a bajar la guardia a hablarle en términos más cariñosos, a comportarse como un verdadero alfa con un omega preñado. Sasuke se sentía fatal, a pesar de ser un experto shinobi que había completado una exitosa misión, de haber sido entrenado desde su nacimiento, de pertenecer a la elite de su clan, sus sentimientos comenzaban a traicionarle.

 

—Óyeme, teme, escucha a tu adorado marido.’tebayo. —Le reclamó bastante confianzudo mientras le abrazaba posando un brazo por sus hombros. Se tensó y se separó rápidamente yendo en contra del instinto de su omega.

 

Le sorprendía que poco a poco Naruto le mostrase esa faceta tan infantil que poseía. No deseaba conocerlo ni encariñarse con esa personalidad, pero el rubio estaba imponiéndole su presencia. Visitándole, mandándolo a llamar, sacándolo a dar una vuelta por los jardines del Castillo, haciendo valer sus derechos de alfa.

 

Esa tarde le había llevado a uno de los campos fuera del Castillo, era en el bosque, donde estaban aquellos enormes arboles a los que Sasuke le gustaba treparse. Era un lugar tranquilo, que a Naruto le agradaba más que los jardines del Castillo. Era seguro, sus hombres tenían rodeado el campo pero tenían suficiente espacio para sentirse solos.

 

Naruto le había ordenado en su pergamino donde le anunciaba que le invitaba a dar un paseo que preparara cestos de comida y pasteles de arroz. Sasuke estuvo a punto de quemar el pergamino. No le había dejado margen a negarse, estuvo a punto de inventarse una enfermedad, pero aquello alarmaría a Minato por el cachorro y la verdad era que estaba sumamente saludable.

 

Así que llamó a sus siervos y les mandó a preparar la comida que el rubio pedía, empaquetarla y preparar un baño para él así como un kimono para ir al campo.

 

Su padre se molestó, estaba hartándose, pero Sasuke muy seguro de sí mismo le pidió que no se amargara.

 

—Padre, usted solo debe concentrarse en terminar con el plan. Yo me encargaré de Naruto. Itachi, padre, deben de sugerir que nos lleven al Castillo Namikaze, yo haré los mismo con Naruto. Ya conocemos los territorios Hyuga pero estuvimos muy poco tiempo en el territorio Uzumaki y no llegamos al Namikaze. — Tragó y suprimió a su omega interno. —Voy a usar a mi favor que Naruto está encariñándose conmigo y el cachorro.

 

—Muy bien, hijo. Voy a proponerlo en la siguiente junta.

 

—Hijos, no sean demasiado evidentes, que sea una sugerencia. Especialmente tú, Itachi. Minato debe pensar que él es quien tiene la idea, no que te está obedeciendo. —Acotó Mikoto.

 

Itachi asintió.

 

—Sai, una vez que vayamos, debes de hacer un mapa del lugar.

 

—Mis alumnos te ayudarán. —Intervino Orochimaru quien había estado presente como casi era usual en las reuniones de los Uchiha. — Kimimaro te ayudara, dos omegas pueden pasar desapercibidos muy fácilmente. —Sonrío.

 

Todos estuvieron de acuerdo. Era esencial en el plan conocer los Castillos que gobernaba Minato, y que mejor que su lugar de origen. El matrimonio debía de ser con certeza en el Clan Namikaze, pero no podían esperar a ir solo para el matrimonio, debían de conocer y estudiar el lugar antes.

 

Así pues una vez arreglado con ropas ligeras, subió a su palanquín pues no podía montar a caballo por su estado. Refunfuñó, él adoraba montar, de hecho era una de sus habilidades más apreciadas en el clan además de trepar árboles y el uso de la katana. Lo curioso era que aquellas habilidades eran más usadas por samurái que por ninjas pero eran valiosas pues no todos en el clan las manejaban con tal maestría, Kakashi había sido un buen maestro para él.

 

Cuando fue bajado el palanquín donde era llevado supo que habían llegado al destino que Naruto había preparado. Abrieron las cortinas del palanquín y para su sorpresa, Naruto estaba ahí tendiéndole una mano amablemente con aquella enorme sonrisa.

 

La iba a rechazar, pero Naruto le tomó rápidamente de las manos y le hizo bajar con su ayuda.

 

—No seas huraño, teme. Nuestro cachorro puede estar en peligro ’tebayo.

 

Estaban ciertamente en un claro abierto, verde con algunos árboles frondosos aquí y allá.

 

—Lo descubrí hace poco y quise traerte. Estoy seguro que a nuestro cachorro le gustará. — Declaró soñador.

 

Por un momento el joven azabache tuvo una imagen mental: un Naruto un poco mayor jugando con un niño, mientras él reía , les observaba y a la vez cargaba en sus brazos a otro bebe. Sintió su pecho lleno de opresión. Ese no era él, no deseaba ese futuro, no iba a tener ese futuro.

 

Sasuke rápidamente ordenó que sus siervos se encargaran de disponer los alimentos que habían traído. Ellos tendieron una manta enorme donde dejaron una canasta de mochis y pasteles de arroz. Así como diferentes cajitas de madera con alimentos, una botella de sake para Naruto y un pocillo cubierto  envuelto, lleno de té.

 

— ¡Increible´tebayo! Realmente tus siervos se esmeraron mucho.

 

Una de sus siervas beta le ayudo a sentarse, Naruto hizo lo mismo frente al azabache, sintiendo que su boca salivaba por todos los alimentos y los aromas que desprendían.

 

— ¿Alguno lo hiciste tú, Sasuke?

 

De alguna manera se sintió incómodo, todo su cuerpo fue reprendido por su omega interior, se suponía que los omegas atendían a sus alfas, incluso los de estratos más altos. Sabía que Hinata lo hizo en su momento.

 

—Por supuesto que no, Naruto. No tengo porqué. Además te puedo asegurar que toda la comida es perfecta.

 

El puchero que hizo el rubio le crispó los nervios. Parecía un niño berrinchudo ¿Dónde estaba el guerrero? ¿Dónde estaba el alfa que lo había humillado? Necesitaba de ese patán ahora.

 

—Seguro que sí, aunque me hubiera gustado saber cómo cocinas. Seguramente cocinas muy bien ¿o eres tan consentido que no sabes?—Bromeó.

 

Sasuke frunció su ceño.

 

—Por supuesto que sé cocinar, imbécil. Es solo que…

 

— ¿Qué?

 

— ¡No te has ganado que yo te haga el favor de cocinarte!—Declaró orgulloso.

 

— ¿Debo de ganármelo?—Cuestiono sonriente, ansioso por el reto.

 

—Por supuesto, solo cocino para mi familia. —Respondió el felino desviando la mirada, con un leve sonrojo en sus mejillas.

 

Naruto río divertido de su expresión y de la forma en que podía conseguir los favores de Sasuke.

 

—Bien, entonces ganaré ese favor y me prepararás ramen. Es mi comida favorita. —Anunció decidido a vencer y obtener las atenciones de su omega.

 

—La verdad no creo que lo hagas, pero inténtalo. —Respondió divertido.

 

—Ah yo creo que sí lo lograré como me apellido Namikaze´tebayo.

 

Iniciaron a comer, concentrados en sí mismos, disfrutando de los alimentos. Naruto inició a contarle sus aventuras como guerrero. Aunque tratara de disimularlo, Sasuke terminó prestándole sincera atención, a su favor debía de indicar que el rubio era bueno como cuenta cuentos, lograba ambientar bien la escena, además de burlarse de sus propios errores como nadie lo haría, su risa era contagiosa.

 

Ambos se sorprendieron viéndose con ternura en undeterminado momento. Naruto al ver el rostro del otro cuando le contó que se había caído del caballo pero aun así se levantó a seguir peleando, era entre sorprendido, como si quiera regañarle pero a la vez estuviera  entretenido. Mientras Naruto parecía realmente orgulloso de lo que decía, casi con un matiz infantil, Sasuke no pudo evitar que la ternura le llenara. Cuando sus miradas se cruzaron ambos desviaron la mirada. Sintiéndose de diferente manera, Naruto comenzaba a pensar que quizás estaba encontrando el balance en su relación con Sasuke, que podría tener de él un buen compañero. Mientras, Sasuke quería terminar con aquella escena. ¿Dónde estaba el sacrificio que se supone era permanecer a su lado?

 

—Dobe, me has repetido una y otra vez la batalla de tu debut ¿Es que no te cansas de hablar?—Habló intentando romper con el ambiente que se había formado entre ellos.

 

—Eres mi omega, se supone que debes de escucharme con atención cuando te hablo, que debes decir “¡Oh Naruto-sama! ¡¿Cómo enfrentó a todos eso enemigos?!”

 

Naruto exageró la exclamación, cuando abrió los ojos y vio como Sasuke levantaba elegantemente una ceja denotando su incredulidad, no pudo evitar reír. Aquel omega era muy diferente a los complacientes de toda la Alianza, y aun así lograba encandilarlo.

 

—No entiendo porque pasas todo tu día libre conmigo. ¿Acaso Hinata se aburrió de ti?—Le picó mientras sonreía altivo y se llevaba un cuenco de té a los labios.

 

El omega pudo notar claramente como al escuchar el nombre de la Hyuga, Naruto cambió de expresión, esta se volvía seria y sus ojos perdían brillo, parecían llenarse de enojo.

 

—Hinata se niega a verme…—Susurró confundido. —Dicen que está enferma, pero se niega a ver a Orochimaru. Dice que le basta con sus sanadores, que ya está mejorando, pero que no quiere que la vea en un estado lamentable.

 

Su parte analítica le indicaba que algo sumamente interesante sucedía con ella. Sus siervos que siempre estaban atentos a las novedades le habían indicado que ella parecía hablar muy cómoda con Kiba Inuzuka. Por otro lado, su lado omega se sentía incómodo, celoso, sin darse cuenta aquello hizo que sus manos apretaran con demasiada fuerza el cuenco del té, una artesanía muy fina y delicada. Finalmente terminó por romperlo y el líquido caliente quemó sus manos.

 

 

 

Naruto rápidamente salió corriendo a buscar agua fría. Corrió al riachuelo que descendía pacíficamente a un lado, llenó un cuenco y lo llevó hasta Sasuke. Refrescó sus manos con este rápidamente, logrando un efecto tranquilizador en el felino que removió su cola de gusto.

 

—Sasuke, no seas imprudente. —Le reprendió preocupado el rubio.

 

El pelinegro no comentó nada, se dejó atender por su esposo, quien fue tres veces más al riachuelo para atenderlo. Su labio tembló queriendo sonreír, pues Naruto a pesar de tener las manos toscas le tocaba con cuidado.

 

Un suave ronroneo escapó de sus labios. Ambos levantaron la mirada con las mejillas arreboladas. No decían nada solo se veían, el único sonido aparte de la naturaleza era el de la cola de Sasuke meneándose de un lado a otro manifestando su emoción. Se sentía bien. El aroma de Naruto se hizo fuerte así como el del azabache el cual inundó las fosas nasales del alfa.

 

Sin pensarlo bien, el omega se arrojó al pecho de alfa e  inició a frotar sus orejas en el mentón del alfa, había visto hacer eso a su madre con su padre  y a Itachi con Shisui.

 

No estaba pensando bien en lo que hacía, pero por primera vez se sentía tan a  gusto acurrucándose contra él, Naruto había curado su quemadura con dedicación y en su pecho solo había alegría y calidez. El aroma de Naruto comenzaba a fascinarle y a llenarle de seguridad, aquello era malo, su omega estaba tomando su lugar y él lo estaba permitiendo.

 

Para Naruto era lo mismo, se sorprendió del acto de su omega, pero no le desagradó ¿Cómo podría desagradarle tener a Sasuke frotándose contra él? Su pelaje le hizo cosquillas en el mentó. Lo sostuvo de la cintura con una mano y con la otra inició a acariciar sus orejas.

 

— ¿Y este cambio, gatito?—Preguntó inseguro pero enternecido.

 

—No hables, baka.

 

Naruto río, se recostó en el césped mientras aún tenía a Sasuke acurrucado en su pecho, ronroneando cada cierto tiempo, él continuó acariciando lentamente el pelaje de sus orejas, podía ver de reojo como la cola de Sasuke se meneaba, sintió contra su cuerpo su vientre abultado. Sonrío ampliamente.

 

Después de un tiempo, Sasuke se repuso, se sentó intentado ordenar su ropa, dejando que sus mechones de cabello cubrieran su rostro avergonzado. El acto de alfa protector de Naruto había halagado a su omega interno, al felino preñado que necesitaba de su alfa.

 

En aquel momento, Naruto estaba más conectado con su alfa interno, tomó la muñeca de Sasuke y atrajo la palma de su mano. La beso y luego saco su lengua dando una lamida a aquella zona que se había quemado. El roce le dio escalofríos al omega, sentía como cada botón minúsculo de la lengua del rubio rozaba cada parte de su piel.

 

El alfa tomó su rostro acunándolo por las mejillas y lo llevó hasta sus labios, ambas bocas se encontraron, empezando a provocarse entre pequeñas succiones y lamidas. Dejó ir un ronroneo placentero, Naruto sonrío entusiasmado por aquel peculiar sonido que le excitó. Sin embargo cuando apretó a su azabache contra su cuerpo, el vientre ya voluminoso le impidió hacer más presión. Sonrío enternecido, tomó la zona y la acarició recibió una respuesta inmediata en forma de patadita, gruñó orgulloso de la respuesta de su cachorro.

 

— ¿Naruto?—Llamó, aun agitado la pantera.

 

El calor pasional había cedido en los cuerpos de ambos, la joven pantera se tensó cuando Naruto en vez de volver a besarlo, se dejó caer sin mucha fuerza sobre su vientre. Se apoyó con cuidado, suprimiendo la fuerza que le había visto tener en las prácticas, para no lastimarlos. El rubio le abrazó por la cintura, dejando su oreja pegada a su vientre, donde se acurrucó como un niño indefenso, dibujando en su rostro una sonrisa sincera. Sasuke sintió que el aire se le iba, su garganta se cerró, su boca se secó y sus lágrimas lucharon por salir. Por primera vez sintió que sus actos no eran justos.

 

Aun así, se contuvo, permaneció quieto mientras Naruto comenzaba a hablarle al cachorro que crecía dentro de sí.

 

Unos momentos después luego de varios movimientos que asombraron a los padres, el cachorro se quedó quieto.

 

—Parece que se quedó dormido. —Dijo Naruto.

 

Levantó la mirada y se topó con los ojos lleno de lágrimas de Sasuke. Se asustó, se sentó de inmediato y tomó al azabache de los hombros

 

— ¿Les he hecho daño? ¿Te dolió?

 

—No, baka, no seas estúpido esto es parte de estar preñado—Se limpió furiosamente las lágrimas.

 

El rostro de duda de Naruto, sus ojos preocupados no hacía más que enardecerlo. ¿Por qué no se dejaba dominar por sus instintos el muy idiota?

 

Esta vez fue Sasuke quien se aferró al cuello del alfa e ingresó su lengua en la boca contraria reclamando un beso. Naruto no entendió pero terminó correspondiendo al beso del omega, quien gemía extasiado.

 

Tumbó a Naruto al suelo, y se posicionó sobre él. Para el rubio aquello era sorprendente.

 

—¿Estás seguro que aquí tú...?

 

Sasuke sonrío felinamente, con sus garras araño la yukata de Naruto.

 

—Naruto ¿crees que me olvido que me plantaste este cachorro en el bosque Uzumaki?

 

Naruto fue quien se sonrojo fuertemente. Herido en su orgullo de alfa lo tomo fuertemente de las caderas y las meneó hacia arriba, su omega entrecerró los ojos y gimió, sentía como el miembro de Naruto crecía debajo suyo. Ambos estuvieron balanceándose en aquella posición por un largo tiempo mientras que las garras de Naruto se clavaban en las caderas del omega, y las de  Sasuke en los hombros de su alfa.

 

Sus ojos se encontraron y Naruto se sentó aun con Sasuke encima suyo,  lo sostuvo bien de la cintura e iniciaron un largo beso, sus lenguas se acariciaban lentamente sin parar, mientras que sus respiraciones agitadas dejaban oír jadeos acallados por sus bocas que se encontraban y separaban solo para seguir fundiéndose. Sasuke seguía bien vestido con aquel bonito kimono envolviéndolo con su haori cerrado hacia delante viéndose maternal y adorable. Verlo así y perdido de placer excitó de sobremanera al rubio, quien bajó una mano por los muslos de su azabache hasta llegar al final del kimono, por donde lo levantó dejando descubierto sus piernas blancas.

 

— ¡Naruto!

 

Sasuke dejó al descubierto su cuello, Naruto no desaprovechó la oportunidad, lamió incesante por todo su cuello, especialmente aquella zona pecaminosa que era de donde brotaba su aroma tan dulce, sus colmillos aparecieron, picaron por enterrarlos ahí con fuerza hasta que sangre, esa zona donde introduciría un poco de saliva y se habría completado el proceso, Sasuke sería suyo.

 

Siguió subiendo los faldones del kimono, coló sus manos por debajo, toco su miembro también despierto, lo que hizo que Sasuke se quebrara de más placer y se aferrara a él con más fuerza, de sus ojos caían lágrimas, se revolvían sus orejas. Naruto coló su mano por detrás, pasó por sus nalgas y las estrujo una por una hasta que atrapó su cola.

 

— ¡No!—Ronroneó más fuerte.

 

Sasuke abrió sus piernas posicionándolas a cada lado de su cadera. La mirada necesitada que le dio fue tan sublime que Naruto no dejó pasar más tiempo, metió sus manos entre sus muslos firmes y sintió aquel liquido tan exótico, era el lubricante natural de su omega, estaba preparado, lo sabía y aun así coló su mano luego de dar otro apretón a sus nalgas, se metió entre estas buscando su entrada. El omega se refugió en su cuello exhalando agitadamente, gimiendo cuando ingresaba y salía con sus dedos en su entrada.

 

Cuando estuvo listo, Naruto se separó ligeramente, permitiendo que Sasuke siguiera apoyándose sobre él, no podía retenerse más, debía de tomar a su esposo, lo necesitaba urgentemente. Se bajó el hakama como pudo, desatando las cuerdillas que lo mantenía en su sitio y liberó su miembro.

 

— ¿Estás listo, gatito?

 

Sasuke solo se apretó más contra él. Lo tomó como un sí. Alineo su miembro con la entrada de su omega e indició a bajar las caderas de Sasuke. El joven omega apretó sus labios al sentir como poco a poco ingresaba dentro de sí, sentía sus músculos internos apresar el miembro del alfa, dándole la bienvenida, sus fluidos seguir cayendo para asegurar el buen movimiento.

 

Le clavó sus garras en la espalda e inició a mordisquear el cuello de Naruto quien lo apresó más fuerte. Sasuke mismo inició a mover sus caderas de arriba abajo, pronto sus piernas estaban algo adoloridas, estaba preñado por lo que tenía peso extra, pero lloró de éxtasis cada vez que sentía a Naruto entrar con fuerza. El alfa se impulsaba arriba mientras ayudaba a su omega a moverse cada vez más rápido. Mientras tanto su lengua se entretenía degustando su piel de seda, sintiendo su sabor saldo por el sudor.

 

—Más, Naruto, más.

 

El alfa abrió más los ojos, sonrío lujurioso, por supuesto que le deseaba más, pero esa no era una posición cómoda menos encima del césped y en mitad de un claro.

 

No importaba. Naruto levantó a su omega, quien quedó con los muslos temblando y los fluidos cayendo de entre sus piernas, dándoles un brillo singular, con su miembro despierto.

 

Naruto se relamió de gusto.

 

— ¿Ya no quieres?—Preguntó sonrojado y tembloroso el omega, su cuerpo le exigía sobarse contra Naruto, provocarlo.

 

— ¿Te parece que ya no deseo?

 

Sasuke bajó su mirada hacia el miembro erguido de su pareja. Estaba avergonzado pero su parte omega era mucho más poderosa en aquel momento. Lo deseaba tener dentro de sí.

 

El alfa instó a que se recostara de lado, se puso detrás de él. Sasuke sintió como tocaban sus nalgas, las separaban y pronto sintió el gran miembro de Naruto con su protuberancia en la base llenarle. El alfa se impulsaba fuertemente desde atrás sin parar, mientras levantaba una pierna y separaba las de Sasuke, poniendo una más hacia delante. Se irguió un poco y pudo observar como Sasuke se aferraba al césped y a su kimono, mientras cerraba los ojos y de sus labios brotaban gemidos sin parar.

 

El éxtasis les llegó fuertemente, y ambos gimieron roncos. Naruto enterró rápidamente sus colmillos en el hombro de Sasuke  quien gritó sorprendido. No era la marca final ya que esta se daba en la zona entre el cuello y la clavícula, pero se sintió tan bien, deseó que Naruto le hubiese dado la marca definitiva.

 

Naruto jugueteaba con el cabello azabache luego de recuperar el aire. Mientras el nudo se desinflamaba, era curioso porque aun con el azabache preñado el nudo seguía formándose, seguramente era para asegurarse en marcarlo con su aroma. Beso su cabeza sin poder contenerse.

 

—Sasuke, mi Sasuke—Murmuró.

 

El rubio cubrió sus cuerpos con su yukata esperando a que el nudo se desatara.

 

Mientras el omega se recriminaba lo que había ocasionado. Sin embargo, era un buen momento.

 

—Naruto...

 

— ¿Qué sucede, gatito?

 

—Es solo que…ummm estuve pensando que en el último viaje no me mostraste todo lo que deseabas de las tierras de tu madre, es una lástima. —Murmuró con su tono cansado, aun con su aroma dulcete llegando a las fosas nasales del alfa.

 

— ¿De verdad quisieras conocerlas?

 

—Aunque no lo parezca me gustan los viajes y paseos. —Murmuró.

 

Naruto estaba acurrucando contra su omega, aún estaba perdido y embobado con el placer sexual que había obtenido, al mismo tiempo acariciaba directamente la piel del vientre de su pareja con bastante mimo cabe decir.

 

—Así que el gatito quiere conocer…

 

—Solo lo estuve pensando.

 

—Sabes, había pensado que sería genial que nuestro cachorro naciera en tierras Namikaze o Uzumaki. —Murmuró Naruto en respuesta.

 

Sasuke se apegó hacia atrás hacia el pecho del otro.

 

—Me gustaría. —Susurró—Dobe, nuestro cachorro creo que debería de nacer ahí ¿no crees? No creas que soy tan débil para no aguantar el viaje.

 

Naruto se estremeció ante la idea. Su mente se llenó de imágenes de Sasuke con su cachorro en brazos. Lo añoraba, deseaba que se hiciera realidad.

 

—Creo  que a nuestro cachorro le gustará las tierras de mi madre y padre.

 

Sasuke sabía que no debía insistir más así que calló, dejó que el otro le abrazase fuertemente y se dejó ir en sus brazos, entregando su cuidado a su alfa.

 

Cuando despertó, ya casi anochecía. Naruto le había acicalado lo mejor posible. Se puso de pie con su ayuda. Con cierta vergüenza le pidió-ordenó que le ayudase a sujetar bien el obi  por encima de su vientre.

 

Mientras Naruto llamaba a sus hombres para que lleven el palanquín de su esposo, Sasuke terminó de arreglar todo lo que habían traído. Se le hizo tan natural ser ayudado por Naruto a levantarse. Y este parecía que había asumido que ya eran una pareja normal alfa-omega, ya que  antes de hacerlo subir a su transporte, le tomó de la cintura y le atrajo para besarlo enfrente de sus subordinados, Sasuke no correspondió por lo que Naruto le miró extrañado. No le soltó, le acerco nuevamente esta vez tomándole por la nuca y nuevamente le beso, Sasuke cerró sus ojos y se dejó besar hasta que Naruto estuvo satisfecho y vaya que lo estaba. Cuando se separaron, este se veía vivaz y orgulloso. Había demostrado ante todos sus subordinados como su bello omega le complacía, el pelinegro no comentó nada, era algo típico en los alfas. Solo subió y su hundió en su solitaria miseria. Sin embargo se aferró a la idea de su hermano, era solo por el cachorro que se sentía así, mientras que había logrado meterle la idea en la cabeza a Naruto de que debía de llevarlos a las tierras de sus padres.

 

 

 

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Uno de los días más esperados para el gran líder llegó, aquel día quedaría todo listo para su próximo enlace con su Itachi, el sensual y maternal felino que deseaba. Se encontraba sumamente feliz, seguramente la felicidad que sentía solo sería superaba por el día de su unión completa y por el nacimiento de su primer hijo con Itachi. Se sentía aun fuerte por lo cual era muy probable que lograra preñar a su prometido en su primer celo como esposos.

 

Había pedido ante el retrato de Kushina perdón por tomar un nuevo esposo, pero estaba seguro que ella sería feliz de verlo recomponiendo su vida. Ella había sido todo un reto, una omega indomable, diferente a todas las demás; pero con la edad que él contaba no podría tener una esposa o esposo con iguales energías. Itachi era perfecto, su dulzura, amabilidad e inocencia le consumían, le hacía despertar y revitalizar. A pesar de que usualmente el consorte tenía sus propias habitaciones, estaba seguro que desearía dormir a su lado todas las noches.

 

Cada vez que lo visitaba le robaba un par de besos fugaces, pero ya no era suficiente. Su animal interno gruñía por más, su imaginación le traía sueños placenteros de cómo se vería su precioso prometido sobre su lecho de sabanas rojas, con solo el juban hasta sus muslos, su rostro ido del placer puro y sus cabellos desordenados esparcidos por el lecho. Lo necesitaba, anhelaba, requería de verlo al menos una vez al día para poder seguir, pero a la vez el verlo era un reto a su autocontrol y cumplir con su palabra.

 

El salón principal del Castillo fue escogido para la celebración. Minato se encontraba con sus elegantes ropajes y sus katanas más representativas, expectante, esperando a su prometido. Finalmente darían un gran paso hacia su unión.

 

Las puertas fueron abiertas con respeto por los siervos del clan Uchiha,  a través de estas, Itachi Uchiha ingresó siendo llevado por su padre con dignidad. Minato quedó extasiado por su magnífica figura, su elegancia era abrumadora, sus ojos se veían más felinos que antes.

 

Iniciaron con la ceremonia de compromiso, una, en la cual quedarían preestablecidos los acuerdos de las familias y clanes, para después pasar a compartir los obsequios.

 

El gran salón estaba dividido por un biombo de puertas corredizas, en la parte principal, cerca al estrado donde normalmente se sentaban Minato y su corte era solo para la familia cercana de los prometidos. Mientras el resto de invitados permanecía respetuosamente callados al otro lado, esperando que se oficializara la ceremonia.

 

Itachi y su familia nuclear, compuesta por su madre y padre se sentaron detrás de los cojines, sobre sus piernas con la espalda muy recta. Itachi tenía puesto un kimono rojo de la buena suerte con detalles en blanco y marrón, mientras su cabello permanecía perfectamente atado en un complicado moño, decorado por el precio kanzashi que Minato le había obsequiado. Por el lado de Mikoto, llevaba un kimono sobrio de mangas cortas y un obi no recargado pero bastante elegante cubierta con el haori del clan Uchiha, así mismo Fugaku tenía puesto un yukata gris con detalles rojos elegantes simbolizando el pai pai de su clan y un hakama negro.

 

Por el lado del gran líder tenía puesto su traje ceremonial de daimio, con su hakama dorada que delataba su poder. Junto a él se encontraba Jiraiya que era como su padre y la primera esposa de él, supliendo el rol materno simbólico.

 

Sasuke se había quedado al cuidado de Naruto al ser su consorte, a su lado permanecerían Sai y Orochimaru, los solteros de su familia protegidos debidamente siempre por un alfa, y a quien le correspondía tal deber era al rubio menor. Naruto no debía de estar en la ceremonia interna pues tenía su propia familia, su padre iba a crear una nueva al lado del Uchiha.

 

Cada lado de familia, frente a frente se dio sendas reverencias, para después arrastrarse hasta estar sobre los cojines. Uno por uno empezó a entregarse los obsequios. Primero la madre del alfa, en este caso representado por la joven esposa de Jiraiya, quien le entregaba un obsequio envuelto en papel blanco al novio omega, de forma simbólica era como cedía a  Minato a su cuidado materno al esposo omega quien se convertiría en el dueño de su hogar y responsable por velar de su salud y bienestar.

 

—Lo recibo con mucha humildad— Itachi  sonrío suavemente la reverencia de la joven esposa. Quien cedió su lugar a Minato, dejando que ambos novios se observaran. —Lo conservaré por siempre. —Finalizó.

 

Luego, según la tradición, debía de ser de Fugaku hacia Minato, de la misma manera entregaba a su hijo simbólicamente para su protección.

 

—Lo recibo humildemente. —Observó a Itachi—Y lo conservare eternamente.

 

Esos eran sus votos de compromiso. El sacerdote les dedicó una bendición, de esa manera presentaba su futura unión a los dioses.

 

Luego de aquello, Minato e Itachi, juntos, recibieron la bendición de sus padres.

 

Jiraiya trajo los pergaminos con las actas ya acordadas. Fugaku en su papel de alfa las leyó, y procedió a firmar los acuerdos. Luego tomó su turno Minato, quedando finalmente comprometidos ante los dioses y ante las leyes de los clanes.

 

Los costosos regalos de cada clan se conservaron en sus lugares para que pudieran ser devorados por las miradas de los invitados con lo cual tendrían material para el chisme por un largo tiempo. Las puertas se abrieron, Minato e Itachi estaban sentados en el medio siendo custodiados por sus padres a cada lado. Todos los invitados se inclinaron sobre sus brazos para darles una apropiada reverencia. No era una unión cualquiera, era una que afectaría a todo el país de Fuego. Minato se vislumbraba como el próximo a unir el país y por consiguiente probablemente se convertiría en el shogun, el designado por el emperador simbólicamente a gobernar el país, es decir el hombre más poderoso de todos. E Itachi iba a ser su consorte, el omega más importante, quien tendría  la responsabilidad de cuidar y satisfacer sus necesidades, quien con su carisma debería ganarse el corazón de todos los súbditos de Minato.

 

La celebración fue por lo alto. Minato no escatimó en gastos para que todos sus súbditos disfrutaran tanto como él de su fiesta de compromiso. Su mejor recompensa era ver a Itachi regalarle una sonrisa. Deseaba que fuera así en adelante, tenerlo a su lado y cuando regresara de una dura batalla encontrar consuelo en él y su familia que esperaba fuera numerosa.

 

Los invitados, ataviados con sus mejores kimonos, disfrutaban de la música y de platicar. Un grupo de actores fueron contratados, quienes representaron burlonamente a algunos señores entre ellos a Hiashi. Todos rieron a excepción de Hinata quien se sintió incómoda. Dentro de los documentos que Minato y Fugaku habían firmado, había quedado acordado también la asunción de Sasuke como primer esposo y aunque sería completamente oficial luego de una ceremonia en la cual Naruto mordería a Sasuke, sus labores y presencia como tal debían de ser dadas desde aquel momento.

 

Hinata se sintió aliviada, pues podía esconderse lo más que pudiera. No así Neji quien se mordía el labio inferior lleno de rabia. Solo se tranquilizó pensando en que su boda sería el próximo evento importante que se aproximada a tan solo una semana.

 

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— ¡Shisui!

 

 

 

Las puertas de la muralla que los protegía habían sido abiertas para su retorno, Shisui no se esperó que el joven Itachi fuera a recibirlo y es que estaban en medio de la madrugada. Hubiera querido poner sus ideas en orden antes de divisar a su aun inocente primo. Sin embargo, cuando lo vio correr hacia él, algo en su cuerpo rugió. En los ojitos del felino menor vio el miedo, su corazón se agitó de angustia por lo que sin pensar sus pasos se aceleraron, buscando que el encuentro sea pronto, deseaba consolarlo, el fuerte deseo de estrecharlo y protegerlo de lo que sea que le haya hecho llorar. Continuó  corriendo hasta él, aun vestido de negro. Cuando llego a él simplemente lo alzó estrechándolo en sus brazos, acobijándolo con cuidado.

 

—Okasan está gritando, tengo miedo. —Anunció el menor, aferrándose a su mayor.

 

En ese mismo momento, Fugaku pasó por el lado de ambos sin ver a nadie más, abstraído, siguiendo un aroma en específico. Shisui se quedó sorprendido sin saber que sucedía en el clan.

 

— ¿Itachi, que sucede?—Preguntó serio, separándose ligeramente de él.

 

—Mama está gritando sin parar. —Continuó Itachi sin querer separase del cálido abrazo.

 

Vio a Obito correr hacia ellos apresuradamente. Algunos pobladores salían de sus viviendas para averiguar que sucedía.

 

—No se preocupen es solo que Mikoto-chan está dando a luz. —Anunció hacia todos. — Itachi, te había dicho que los gritos son parte del parto, no pasa nada.

 

—Pero mama está sufriendo—Respondió Itachi inflando sus mejillas rojizas.

 

Obito se rascó la cabeza, un poco avergonzado, era en esos momentos cuando necesitaban otro omega para que lo explicaran. Para su suerte, Kagami se adelantó hasta la posición de su hijo y posó su mano sobre la cabeza del  pequeño Itachi.

 

—Bebe, por eso mismo tu madre es fuerte, lo mismo sucedió cuando parí a Shisui. Muy pronto vamos a conocer a tu hermanito. —Le dijo con calma, liberando su aroma maternal que lograría tranquilizar al cachorro.

 

Itachi se dejó acariciar por la mano suave de su tío, mientras continuó aferrado al pecho de su primo. Por su parte,  Shisui se sintió más tranquilo de ya no verlo llorar, era extraño pero podía sentir desesperación con solo ver a su primo lloroso.

 

—Supongo que tío Fugaku sintió que su omega lo necesitaba. —Comentó el joven alfa a su madre, quizás ya comenzaba entender la división de su mundo.

 

Kagami sonrío.

 

—Así es, hijo. Ahora que Fugaku está ayudando a su omega, todo estará bien, ella sentirá su aroma y se tranquilizara rápidamente.

 

Obito barrió con la mirada a todos los presentes, buscando silenciosamente al peliblanco. Su alfa se sintió ansioso desde que sus orejas escucharon que la puerta se había abierto para los que regresaron de la misión.

 

—No está, Obito. —Indicó Kagami al ver la mirada del alfa. — Kakashi y Yamato se marcharon por  el pago de la misión.

 

El pelinegro gruñó inevitablemente.

 

— ¿Se fueron solos?

 

—No, tres betas les acompañaron, por supuesto

 

Obito pareció quedarse más tranquilo, sin embargo estaba realmente molesto y un tanto desesperado. Era difícil saber que su omega tenía un lazo significativo con otro, podría confundirlo y decidir enlazarse con ese alfa. Había pensado que después de intimar ambos podrían iniciar una relación, pero realmente Kakashi le sorprendía, era cierto que ellos no tenían un gran problema con su sexualidad, pero Kakashi era sumamente más frío y frívolo de lo que un Uchiha podría esperar de su omega destino, Kakashi no le otorgaba ningún tipo de importancia el compartir el lecho con alguien.

 

No podía tolerarlo, podía olvidar que Kakashi ya se haya entregado a otros, pero no soportaba imaginarlo en el presente compartiendo su cuerpo con alguien que no fuera él. Era un alfa, iba en contra totalmente de su ser mismo.

 

—Obito, despierta. Fugaku va a estar refugiado con su omega y su cachorro por lo menos una semana. Te necesitamos, alfa. —Exclamó Kagami. — No debes olvidar que Kakashi no es de nuestra especie, y que es un omega libre.

 

Obito se mordió el labio para no replicar pues Kagami hablaba con sabiduría, para Kakashi, ellos no pasaban de ser aliados estratégicos para sus propios fines, parecía que nunca le iba a aceptar como su pareja, al menos de la manera en que Obito concebía tener un omega. Por otro lado,  era el hermano menor de Fugaku, y ya que él se encontraba indispuesto pues su concentración era Mikoto y el nuevo cachorro, él debía asumir sus labores de administración del clan.

 

Mientras Obito marchaba a las oficinas de su hermano, Kagami se llevó a su hijo e  Itachi para atenderlos. Le preparó un baño refrescante a su cachorro; mientras este se aseaba, le sirvió un té verde caliente al Uchiha menor, acompañándolo en silencio y repartiendo un par de caricias en su melena negra. Cuando su hijo pudo acompañar a Itachi, se dispuso a asearse él mismo.

 

Itachi terminó quedándose dormido en las estancias de Kagami siendo cuidado por este y su hijo Shisui.

 

—Es hermoso—Susurró Ssusui observándole dormir embelesado.

 

Cuando se dio cuenta que su padre omega le observaba se sonrojó intentando desviar la mirada.

 

—Está bien, Shisui, hijo. Tú vas a crecer más rápido que Itachi, lo que sientes ahora no es nada comparado a cuanto crezcas, así que debes de ser paciente.

 

Su hijo asintió, su primo era aún un niño, un cachorro que le quedaba cuatro años más para hacer su debut como shinobi y empezar a ganar oro para el clan, así que los cuatro años de diferencia se hacían, por ahora, demasiado largos.

 

La madrugada que llegó les sorprendió con un clamor de las siervas que corrieron las estancias de Kagami a anunciarle que Mikoto finalmente había logrado dar a luz.

 

Shisui e Itachi corrieron por los pasillos de madera hacia las estancias de Mikoto. Las siervas les abrieron las puertas cuando llegaron a la habitación. Fugaku se encontraba al lado de la omega, abrazándola, sonriendo suavemente mientras ella se veía cansada pero feliz, ya había sido limpiada al igual que el bebe que sostenía.

 

—Acérquense. —Pidió Mikoto cuando los vio llegar.

 

Itachi no vaciló en hacerlo, se acercó a su madre y ella le enseñó al bebe. Itachi sintió un cúmulo de sensaciones crecer dentro de sí, sus ojos no soportaron la presión del momento y terminó llorando mientras reía.

 

—Es un omega, como tú—Susurró Mikoto.

 

Itachi extendió sus brazos como había practicado con los cachorros de sus siervas, Mikoto río y le tendió al bebe siempre con cuidado. Itachi aspiró el aroma de su hermanito era bajito dulce como la leche.

 

Shisui se había quedado impactado ante la imagen de su amigo sosteniendo al bebe, de repente la garganta se le había secado y sus fuerzas le habían abandonado. Sin embargo, cuando Itachi le pidió que se acercara no lo dudo: a paso firme llego hasta él y observó a al bebe que con mucho cuidado y ayudado por su tía sostenía el pequeño omega.

 

—Es hermoso, tíos. —Susurró sonriendo, sintiendo que un nuevo deber crecía. Luego de observar el mundo exterior sentía que debía de hacerse mucho más fuerte, vio la sonrisa de Itachi y deseó verlo siempre así y que el nuevo bebe también sonriese. Él iba a hacerse fuerte, esa fue su resolución.

 

— ¿Cómo se va a llamar, okasan?— Preguntó con entusiasmo el nuevo hermano mayor.

 

—Hemos decidido que se llame Sasuke. ¿No es así Kagami?

 

Kagami asintió contento, él iba a ser el padrino omega de Sasuke.

 

—Supongo que mi inútil hermano será el otro padrino—Comentó Fugaku refunfuñando.

 

—Por supuesto—Respondió Obito que llegaba luego de que le anunciaran que su sobrino había nacido.

 

Se acercó y sonrío ampliamente

 

—Siempre me sorprende lo lindo que son mis sobrinos, con tu cara gruñona, Fugaku.

 

El aludido gruño, pero Mikoto llamó su atención lo cual fue suficiente para calmarlo y abrazar a su omega protectoramente.

 

—Wow increíble que mi hermano mayor pueda ser cariñoso—Se burló.

 

—Solo tienes envidia porque yo tengo una familia. —Respondió Fugaku como era usual, hasta que se dio cuenta que esa broma ya no era divertida. Antes Obito respondía con lo poco que le importaba una vida de pareja y tener cachorros, eso había cambiado totalmente desde la aparición de Kakashi, su hermano estaba realmente obsesionado con querer una familia con aquel omega a pesar de haber sido rechazado múltiples veces.

 

—Lo siento, hermano. —Si disculpo, sintiéndose realmente mal de haber sido tan hiriente. No podía comprender totalmente a su hermano, pues Mikoto siempre había sido muy cariñosa con él. Esperaba que su hermano encontrase alguien con quien sentar cabeza.

 

Obito tenía la mirada gacha. Era irónico, pues siempre se burló de la vida familiar, pero ahora añoraba tener ese clase de vida junto a su omega destino, pero este solo sabía rechazarlo.

 

—No te preocupes, hermano. No es tu culpa-… Aunque tú podrías haber ordenado.

 

—Nosotros no forzamos omegas, Obito y lo sabes. —Resopló el mayor ya cansado de que Obito siempre le hiciera ese pedido.

 

—Lo sé, pero estoy seguro que si viviera conmigo él...

 

—Si pasa encerrado un celo contigo evidentemente va a dejarse, ese no es el punto, Obito.

 

Fugaku suspiró aburrido, cuando se dio cuenta que estaba discutiendo temas de adultos frentes a niños y su bebe.

 

—Obito, debes encargarte de todo por esta semana ¿puedes hacerlo?

 

—No se preocupen ayudaré a Obito—Comentó Kagami.

 

—Gracias, lo va a necesitar más cuando Kakashi vuelva.

 

Ni Shisui ni Itachi entendían completamente porque su tío se veía tan absorto, porque apretaba sus puños como si reprimiera una frustración. Ambos niños decidieron concentrarse en el nuevo bebe.

 

El pequeño cachorro tenía una expresión bastante seria, como si en cualquier momento volviera a llorar y se estuviera reprimiendo. Itachi río, Shisui simplemente le envolvió en un abrazo y posó su mentón en su hombro, riendo por la expresión del bebe.

 

—Seguramente va ser muy gruñón. —Se burló.

 

Lo cierto era que tuvo razón, era un pequeño gatito que siempre buscaba atención, sus orejitas eran muy finas por lo cual detectaban cualquier sonido y simplemente soltaba a llorar sin piedad para sus padres y todas las habitaciones continuas.

 

Mikoto como buena omega era inseparable a su cachorro y haciendo uso de su aroma maternal lograba mantenerlo tranquilo, sin embargo el pequeño no se limitaba a sus brazos había desfilado en brazos de todos sus parientes como si probara que lugar era mejor para refugiarse y dormir. Sin duda los que más le habían agradado eran los de su madre, su padre, hermano, Obito y extrañamente Kakashi.

 

El cual con una seria expresión le mantenía bastante quieto. Quizás era su copioso cabello blanco o sus orejas de lobo, pero al pequeño Sasuke le divertía pasar tiempo con aquel omega.

 

Era una tarde bastante tranquila. El pequeño miembro de la familia Uchiha había cumplido su primer año. Un primer año agitado en el que Mikoto se había esforzado muchísimo para el niño. Mientras su hermano mayor había iniciado a entrenarse más seriamente junto al peliblanco.

 

Shisui ya había cumplido al menos unas cinco misiones exitosos aun acompañado de otros miembros importantes. Con lo cual su mirada se había vuelto más serena y madura. Había comprendido un poco más de la diferencias entre alfas y omegas y como estas diferencias eran mucho más marcadas fuera de su clan. Sin darse cuenta había empezado a tratar a Itachi con más cuidado, era bastante involuntario, el omega no se percataba de ello pues aún era pequeño.

 

—Mira, Sasuke, como tu hermano entrena con Kakashi-sensei. —Indicó Shisui al bebe que traía en brazos.

 

El pequeño gatito balbuceo contento, levantando sus brazos hacia Itachi, quien esquivaba un golpe proveniente de su maestro, se agachaba grácilmente y devolvía la patada. Sin embargo, Kakashi paró su patada voladora con una sola mano, aun así, le felicitó por su flexibilidad.

 

Shisui rió sosteniéndole de las axilas, el minino deseaba intentar dar nuevos pasos solo. El alfa le soltó asegurándose de que estuviera lo mejor paradito posible. Nuevamente, como ya llevaba hace días, no balanceo bien su cola con sus pasos y termino tambaleándose, Shisui lo sostuvo a tiempo para que no termine de caer. Pero el pequeño Sasuke alzó nuevamente sus brazos pidiendo que lo dejasen caminar. El alfa se lo permitió; para su sorpresa, Sasuke finalmente pudo balancear su colita con sus pasos e inició a dar algunos pasos, alzando sus brazos en dirección a su hermano mayor.

 

—Itachi—Llamó Shisui en murmullos

 

El felino de 8 años y el lobo blanco pararon su entrenamiento, ambos abrieron los ojos sorprendidos pues presenciaban los primeros pasos de Sasuke, para quien era la hazaña más grande. Itachi se puso en cuclillas, se remangó su hakama y le llamó. El pequeño alzó su cabecita y siguió dando pasos desesperados hacia su hermano. Cuando estuvo cerca simplemente se lanzó. Itachi lo capturo y abrazó protectoramente

 

— ¡Muy bien, Sasuke! Grandioso.

 

Kakashi sonrío también sintiéndose orgulloso de la pequeña gran hazaña del felino. Shisui también felicitó a  Sasuke abrazando a ambos hermanos. Itachi le entregó en brazos al niño y el alfa lo levantó logrando que Sasuke sintiera realmente el júbilo de su primera hazaña.

 

Cuando se lo contaron a sus padres Mikoto lloró desconsolada y a la ves emocionada porque su bebe por fin podía caminar. En secreto solo con su omega, Fugaku soltó un par de lágrimas de orgullo.

 

 

 

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La fecha más importante para un omega era sin duda su boda, todas sus labores y enseñanzas eran para tal fin, dependiendo de qué clase social pertenecía por supuesto. Finalmente su animal interno obtendría lo que necesitaba: una familia propia, un alfa que lo proteja y cachorros a los cuales criar con amor y entrega.

 

Mientras Neji era arreglado por su prima y dos siervos omegas más, se miraba lentamente apreciando como su imagen cambiaba. Era sin duda el día más importante de su vida, pero no por aquellos motivos triviales. Siendo el hijo del hermano menor del líder, siempre se le enseñó que la prioridad en los futuros maridos era para su prima Hinata. Siendo ella la princesa del clan su deber era cuidarla y asistirla, apoyarla y ser su soporte.

 

Lo cumplió a cabalidad. A pesar de que era mejor que ella en todas las labores de un omega y más, la cuidaba y protegía, le enseñaba y juntos cuidaban de Hanabi cuando era una cachorra.

 

Pero la guerra llegó a ellos. Sintió rabia por no ser un alfa y haber podido ayudar con una katana en mano. Cuando Minato, sus generales y su hijo ingresaron a los aposentos de su prima, donde se habían refugiado junto a Hanabi no supo que hacer, se desesperó. Hanabi era la heredera del clan, sus vidas al lado de ella poco importaban, ella era una alfa, ellos dos omegas. ¿Qué podrían hacer? ¿Cómo la protegerían? Solo pudo pensar en abrazarlas y protegerlas con su cuerpo. Nunca le habían dado un arma a sus manos. Si bien había algunas casas de guerreros que enseñaban a sus hijos omegas a usar algunas armas para protegerse en el peor de los casos como los Uzumaki, los Hyuga no eran así, ellos priorizaban que sus omegas fueran refinados

 

Fue tan sorprendente para él que su débil prima se levantara y armara todo aquello que les salvo la vida. Aunque no la de su padre. Las palabras de su padre antes de ser obligado a cometer seppuku fueron que enorgulleciera al clan y protegiera a la línea principal.

 

Se avocó a ello. Su tío nunca se preocupó por buscarle un compromiso adecuado sino que los esfuerzos de él y del mismo Neji fueron que Hinata quedara embarazada, se olvidó que él mismo no era un beta sino un omega que tenía celos y necesidades. A su edad, su animal interno lloraba por tener cachorros. Tenía la misma edad que su prima, y por supuesto había crecido con solo un alfa cercano gracias que siempre permanecía al lado de Hinata, Naruto, era él el alfa con el que comparaba a cualquier otro.  Para su enorme vergüenza, secretamente, durante sus celos soñaba con el marido de su prima, Naruto.

 

Sabía que ella se había dado cuenta, pero nunca hizo algo para llamar su atención más que la debida. Sintió celos, después de que ella perdiera a su cachorro en un embarazo avanzado, Naruto demostró ser un alfa fiel, responsable y tierno. Neji lo deseó, soñó con todos esos cuidados para él.

 

Cuando Sasuke Uchiha llegó, lo sintió como un rival propio, así que incentivó a su prima a tener toda la atención de Naruto. Podía ser feliz por su prima pero no por un extraño. El que Naruto perteneciera solo a su prima era como si le perteneciera a él, incluso había imaginado criar a los hijos de su prima como propios.

 

Finalmente se le había otorgado la oportunidad. Podría demostrar todo lo que había aprendido durante su vida y encandilar al alfa que le gustaba, de esa manera sería feliz y al mismo tiempo sería el orgullo de su clan, cumpliría con su deber. Al fin sería reconocido por sobre Hinata como el mejor, sería un segundo esposo, pero sabía que a través de su cachorros podría obtener más gloria. Criaría a sus hijos de tal manera que enorgullecieran a Naruto y Minato por sobre los hijos de Sasuke.

 

Su kimono era de un pálido perla, embelleciendo su rostro delicado y sus cabellos castaños. No podía llevar el kimono blanco que su prima había llevado pues era reservado para la primera esposa. Sin embargo la imagen que obtuvo del espejo le hizo sonreír, se sintió orgulloso de su propia belleza y fuerza. Esa noche iba a eclipsar a Sasuke. No era inocente, sabía bien lo que su cuerpo necesitaría. Su celo se hacía más presente sobre su cuerpo, en unas horas sería incontenible. Y Naruto estaría ahí para él, ya no más sueños ni ilusiones, formaría una familia con el alfa que amaba.

 

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Era curioso, incluso parecía que algún Dios del séquito de Amaterasu se burlaba de él. De hecho, un año antes, estaría riéndose de su patético sentir. Y es que inesperadamente para el propio omega, Sasuke Uchiha sentía que su corazón se apretujaba duramente, que su animal interno quería gruñirle al omega que iba del brazo de Naruto y se sentaba a su lado. Giró levemente su mirada pero Itachi al lado de Minato le observó significativamente. Estaba a la vista de todos y él debía representar bien su papel, se esperaba que de un esposo solo hubiera felicidad por la de su marido. Y ante sus parientes, Sasuke no sentía nada por Naruto. Estaba fracasando miserablemente como shinobi. ¿Por qué no podía envolver su corazón como Itachi lo hacía? Incluso como Kakashi lo lograba en sus misiones.

 

Se encontraba ahí sentado, al lado de Hinata y un grupo de siervos custodiándolos. Ambos siendo los esposo dejados de lado para ver brillar al nuevo esposo que se uniría  a su peculiar familia. Sasuke casi podía reírse de sí mismo y de su situación. Lo único que le aliviaba era que en verdad no tendría que soportar toda una vida compartiendo un alfa. Su fleco cubrió parte de sus ojos, sus puños se apretaron rasguñando la seda del cojín donde se encontraba sentado.

 

Todos se veían deslumbrados por la belleza de Neji, Sasuke lo admitía, se veía angelical, entregado y dulce, un omega que efectivamente cuidaría de su alfa, pero no débil como Hinata sino fuerte, capaz de tener los hijos que Naruto pudiera entregarle. Él era como el intermedio de Hinata y Sasuke, perfecto. El azabache sintió una comezón en sus ojos, no debía desviar la mirada pues era una falta de respeto.

 

Una patadita de su vientre le exaltó, haciéndole volver a su realidad, no debía preocupar a su padre, no debía de permitirse sentir de esa manera.

 

— ¿Sasuke-kun?—Era la cándida voz de Hinata.

 

Sasuke alzó su mirada altanera y seria pero se topó con la de la chica totalmente diferente, no había reto ni miedo sino comprensión y dulzura maternal, ella poseía un brillo diferente en sus mirada, su rostro se veía saludable. Y entonces la recordó, a ella sentada viendo como él era quien se desposaba con Naruto. En esa misma sala irónicamente, ella era la única que podría entender aquel dolor.

 

— ¿Duele no es así?—Preguntó ella en un susurro cómplice.

 

No existía malicia en su tono de voz ni en su postura, tampoco reclamo solo comprensión tierna y preocupada.  Sasuke se sintió descubierto pero acompañado. Nunca se lo espero.

 

— ¿Cómo pudiste soportarlo?—Susurró sintiéndose culpable. Esta era la segunda vez que ella veía a su marido, su alfa, quien la mordió, extasiándose con la belleza de otro. Sasuke era un novato para ello. Naruto le había dedicado tanto tiempo, pero de ahora en adelante Neji sería también su prioridad.

 

—Umm...Pensando en mi hermana. —Sonrío amistosa. —Haz lo mismo, Sasuke-kun piensa en tus hermanos, en tu cachorro. —Le susurró con suavidad.

 

Quizás fuera por la extraña complicidad que se había generado entre ellos, pero claramente ella bajó la guardia, solo fue un instante, fue suficiente para que el sofisticado olfato de Sasuke lo sintiera.

 

Sus ojos se abrieron sin poder creérselo, al principio dolido, pero luego al analizar aquel pequeño aroma, sorprendido. Nunca se imaginó que Hinata fuera capaz de aquello. Quiso reír, realmente no esperó tanto valor de parte de ella.

 

—Tu…—Se acercó al oído de ella—Estas preñada.

 

La sorpresa en los hombros de la omega le indicó que era la primera vez que se enteraba pero que había tenido algunas sospechas. Sus ojos se cruzaron, ella le suplicó mantener el secreto. Sasuke asintió solemne.

 

Si su olfato no le fallaba, ese cachorro era de un Inuzuka. Con su mirada buscó entre los Inuzuka y pudo darse cuenta perfectamente que Kiba observaba de rato en rato en dirección de Hinata. Aquello era algo que no se esperaba. Si se alzara en ese momento, se pusiera de pie e indicara que ella había engañado a Naruto y que la prueba era que estaba preñada, aquel matrimonio no se concertaría. Seguramente ella y su cachorro serían asesinados, suspiró, tocando a su propio hijo creciendo dentro. Hinata se había visto enferma cuando quedó preñada de Naruto, pero ahora era lo contrario, sería posible que ella haya encontrado a su pareja destino, que aquel lazo bendito por los dioses le haya otorgado la oportunidad de ser madre. Lo decidió.

 

Se sentó firme sobre sus piernas, con la espalda recta, el rostro indescifrable, observó la ceremonia de unión entre su marido y su nuevo consorte con toda la firmeza de un ninja de sangre pantera. Hinata a su lado le tocó suavemente la mano, se lo permitió, extrañamente se había formado una camarería entre ellos. Una muy inesperada, pero ella le había salvado dos veces. Él no podría delatarla para que fuera asesinada.

 

…………………………….

 

Su tercera boda, su tercer esposo. Había visto a lo lejos la indiferencia de Sasuke durante la celebración. No tenía permitido abandonar a su esposo y acercarse a Sasuke o Hinata, por lo cual cuando Neji fue llamado para alistarse para recibirlo en su noche de bodas, Naruto se dedicó a darle algunas miradas y tomar.

 

Solo podía conversar con su padrino, Tsunade o cualquier otro alfa. Hablar con un omega era irrespetuoso. Al menos por esa semana. No lo deseaba, era una completa semana sin poder ver a Sasuke y su bebe ¿y si algo les sucedía? ¿Si el parto se adelantaba? Había sabido que a veces pasaba y el alfa al lado del omega era esencial en aquellos casos.  

 

No quería separarse de él cuando podría invertir ese tiempo en seguir conociéndose, en que su lazo se siguiera afianzando. Aquella tarde, en el claro, le había sorprendido que Sasuke fuera quien tomara la iniciativa, esa era una buena señal. En vez de sentirse ansioso porque probaría a un omega virgen, deseaba pasar esa noche con Sasuke nuevamente.

 

¿No le afectaría? Su omega estaba preñado, necesitaba de sus cuidados y atenciones, solo debía de separarse de él cuando el entrenamiento clamaba. Sus instintos le indicaban que ese era el camino correcto.

 

Su alfa interno gruño cuando aquel espécimen de alfa con dientes de tiburón se acercó a su esposo con la excusa de cuidar de Orochimaru. Entre ambos parecía haber cierto entendimiento. No le agradó la familiaridad con la que empezaron a hablar. Lo único que le detuvo fue la mano de su padrino, este le negó con la cabeza.

 

—Debemos hacer lo que nos corresponde. Hay un virginal esposo que espera por ti. Te entregará su cuerpo, entrégale tu fidelidad por esta noche.

 

Nuevamente quería gruñirle. Su omega estaba siendo demasiado cortés con aquel alfa. No deseaba aquello, pero sabía que era su deber cumplir como alfa con Neji.

 

Los esposos de su padrino conversaban animadamente junto con otros omegas de clase alta. Así era su mundo, los omegas, esposo consortes y esposas a un lado mientras los alfa al otro. Casi no había alfas con un solo omega. Su caso no era para nada extraño. Todos cumplían las expectativas que se esperaba de su nivel social. Los alfas proveían a todos los esposos y concubinos de más de lo necesario, mientras los omegas se mantenían tranquilos, manteniendo un ambiente agradable cuando eran llamados por sus alfas o cuando se organizaba salidas y visitas familiares, las parejas del alfa debían de cooperar entre sí, algunos eran amigables entre ellos, otros no. Podía decir que ahí solo veía a su padre, Tsunade y un par de alfas más con solo una pareja.

 

 Giró su vista hacia el clan Uchiha, ahí se encontraba Orochimaru al lado de su ahora prometido conversando con Mikoto y Sai, quien llevaba esa máscara de soltero. ¿Cómo podía olvidarlo su padrino? Vio la mano libre de este y vio cómo su mano sangraba, se asustó, pero este negó, se estaba clavando sus garras a sí mismo para no salir en contra de Fugaku y reclamar a Orochimaru como aquel día.

 

Entendiendo cuál era su deber a pesar de que odiaba la idea de no ver a su preñado esposo por días, tuvo el valor para empezar a tomar y prepararse mentalmente para lo que le esperaba.

 

Su paciencia se puso en juego cuando Suigetsu se atrevió a  poner su mano sobre la pancita voluminosa de su omega. Sasuke no le reclamó ni quitó la mano, simplemente la dejó que estuviera ahí. No iba a permitirlo, un poco tambaleante hizo ademán de ponerse en pie; sin embargo un siervo le llamó indicándole que Neji ya estaba listo. Rezongó rabioso.

 

—Ve, ahijado. Cumple como su alfa. —Le ordenó su padrino.

 

Sus colmillos picaron, no se movió, aquel descarado seguía acariciando el vientre de su omega, ese lugar que solo él tenía derecho a tocar como su alfa y padre. Los celos crecieron, sus instintos territoriales le controlaron. Se puso de pie, pero no para ir hacia los aposentos de Hyuga sino para caminar hasta donde se encontraba su esposo.

 

Cada persona de la sala quedó silenciada por sus pasos. Aquello era totalmente impropio. Minato solo pudo percatarse cuando su hijo ya había llegado ante Sasuke. No sabía qué hacer, gritar, ordenarle que vaya con su esposo que seguramente le esperaba, aquello solo haría más evidente e insultante todo hacia Neji.

 

— ¿Naruto? ¿Qué haces aquí?

 

Pero Naruto no comentó nada, sus ojos azules se veían oscuros, su cabello estaba un poco más alborotado que de costumbre. Sentía su impactante presencia sobre él. El azabache se sintió ridículamente pequeño y solo.

 

—No toques el vientre de mi omega. —Reclamó Naruto tomando con fuerza la muñeca de Suigetsu.

 

Este era de una clase inferior, no podía responderle como desearía. Simplemente gruñó, relamiéndose al saber los planes que se tenían preparados para él.

 

—Naruto, solo...

 

Pero el rubio no se tomó la molestia de escucharlo. Ante los ojos muy abiertos de todos los presentes, cargó a Sasuke, lo acunó contra su pecho y campantemente abandonó la sala.

 

Los siervos que controlaban la puerta simplemente la abrieron y se apartaron aun sin poder articular palabra.

 

Cuando Naruto abandonó la estancia, el silencio seguía presente, todos buscaban respuestas en los rostros contrarios. Los murmullos iniciaron, los Hyuga comenzaron a escandalizarse por la situación. Hinata suspiró, sintiendo lastima por su primo, pero tomando la decisión de ordenar que le apliquen un adormecedor. Estaba seguro que Naruto no iba a aparecer en el celo de su primo. No sintió gusto o placer, pero comprendió. Con la mente despejada, enamorada y preñada comenzaba a entender los impulsos naturales de un alfa por un omega y viceversa, sobre todo cuando estaban destinados. Ahora ella nuevamente estaba en deuda con Sasuke, por lo que no protestaría por su primo.

 

—Vayan a buscar a mi hijo—Ordenó en un susurró Minato apretando los dientes. —Ahora.

 

Los siervos de Minato salieron apresurados. Minato se puso de pie, llamó al orden y finiquitó la velada, ordenando que cada clan volviera a sus estancias. Por su parte con seria frialdad observó a los Uchiha. Itachi enfrentó por unos segundos su mirada, recordando su posición la desvío, intentando volver a su papel sumiso.

 

—Itachi, debes de hablar con tu hermano. Estuvo provocando los celos de mi hijo. Naruto debe de cumplir con Neji, necesito un nieto de la sangre Hyuga.

 

—Pido disculpas en nombre de Sasuke, mi señor. Yo también estoy preocupado por él.

 

Fugaku iba adelantarse hacia Minato, pero el rubio solo les dedicó una mirada de advertencia, para luego marcharse seguido de su séquito personal.

 

Itachi apretó los dientes, intentando controlar el crecimiento de sus colmillos, maldijo mentalmente. Cuando se trataba de Sasuke perdía el control. 

 

Mientras tanto, Sasuke se retorcía en brazos de su marido, quien no le soltaba sino que le apretaba más contra su pecho sin dañarlo.

 

— ¡Dobe! ¿Qué demonios te sucede? Tienes que ir por Hyuga.

 

Naruto llegó a sus aposento, sus siervos al reconocerlo, le abrieron las puertas para él bastante sorprendidos de ver a su amo pues se suponía que esa noche debía de compartirla con Neji en los aposentos especiales que habían preparado para tal fin.

 

El rubio ingresó con su carga, la depositó campante en su lecho y se acomodó encima de él.

 

— ¿Eso es lo que quisieras, Sasuke? ¿Qué fuera con Neji?—Sonrío—Estoy seguro que no, hiciste todo ese número por que querías llamar mi atención ¿verdad?

 

Sasuke se sonrojó, evidenciando aquel propósito, aunque solo había buscado molestarlo y que Naruto se fuera con esa imagen a compartir el lecho con otro. No espero que este rechazara a Neji y lo secuestrara a él.

 

—No sé de qué hablas...yo solo hablaba con Suigetsu

 

—Aun así, Sasuke, fuiste un gatito malcriado. No debes dejar que nadie fuera de tu familia o yo toque a mi cachorro.

 

El pelinegro se sorprendió cuando Naruto comenzó a soltarse los amarres de su traje.

 

—No voy a hacer nada. Solo quiero mimar a mi cachorro. No te culpo, Sasuke, eres un omega preñado, por supuesto que quieres que este a tu lado´tebayo.

 

Sasuke guardó silencio. Por supuesto que era también celoso con su cría, pero cuando Suigetsu le pidió tocarle, se dejó llevar inocentemente por su omega buscando llamar la atención de su alfa.

 

Naruto le soltó el obi, dándole un descanso a su cuerpo. Se acomodó a su lado, posó su mano protectoramente en su vientre hinchado y cerró los ojos.

 

— ¿Vamos a dormir?—Preguntó sorprendido

 

— ¿Acaso quieres que te haga el amor?

 

—Ya quisieras, dobe—Desvío la mirada avergonzado.

 

—Solo quiero sentirte cerca, gatito.

 

Bajó y besó su vientre.

 

—Tienes una hermosa pancita, a decir verdad´tebayo

 

—Cállate, tonto.

 

Sasuke no pudo evitar reír, Naruto se recostó cubriéndolo, posó su cabeza en su pecho y sus manos en su vientre. El felino se dejó arrastrar por el cansancio y se quedó dormido en aquella posición.

 

Naruto sonrío, ahí se sentía bien, complacido, su alfa gruñía de placer de poder cuidar personalmente a su omega. Uno de sus siervos llamó, gruñó teniendo que abandonar el cuerpo de su omega, le cubrió con una de las mantas y caminó.

 

—Su padre, manda a decir que el joven Hyuga…

 

—Ordénenle a Hinata que se ocupe de Neji. Mi omega preñado me necesita y voy a permanecer con él. —Ordenó usando su voz de alfa, aquella que no permitía desobediencia de parte de sus inferiores.

 

A la mañana siguiente, Naruto tuvo que responder ante su padre. Dejó indicado en sus aposentos que sirvieran a Sasuke, que este podía llamar a  sus propios asistentes para tomar un baño, vestirse y alimentarse, y que desde ese momento el azabache tenía derecho a ingresar y salir de estos. Y es que su alfa se sentía en paz de hacerlo. Su territorio, sus aposentos y Sasuke pertenecía a ese lugar al igual que su cachorro.

 

Finalmente llegó a la sala donde su padre le había convocado, ingresó sin ninguna duda y con la idea de que bajo ningún motivo se dejaría ordenar lo contrario a sus deseos.

 

—Padre. —Saludó

 

—Yo sé que los Hyuga han sido unos traidores y que se merecen lo peor, pero ese joven se preparó para ti y tuvo que ser sedado.

 

Intentó guardar la calma y comprender la actitud de su hijo.

 

—Me disculparé con Neji cuando sea el momento.´tebayo. —Respondió sin dudar.

 

— ¿Estas siendo cuerdo,  hijo? Eres su alfa ahora también y debes de cumplir con sus celos, al menos hasta que quede preñado.

 

La voz y presencia de Minato se hacían cada vez más fuerte, pero para su sorpresa su hijo no hizo una rabieta sino que elevó su aroma a alfa al mismo nivel que él.

 

—Pero yo ya tengo un omega preñado y voy a cuidarlo hasta que dé a luz’tebayo

 

—Entiendo que estés preocupado, pero te aseguro que va a estar bien cuidado. —Replicó suavizando su tono al entender el porqué de su actitud, quizá no debería sorprenderlo puesto que su hijo había intentado ser padre hace mucho a años siempre terminando en fracasos dolorosos.

 

—Padre ¿no me equivoco al pensar que te has enamorado de Itachi Uchiha?

 

—No lo haces ¿qué tiene que ver con ello?

 

— ¿Serías capaz de abandonar a tu omega cuando esta cera de dar a luz? ¿Hubieras dejado a mama sola por otro omega?

 

 — ¡Claro que no!—Respondió apresurado, Minato. Las únicas razones que podían separarle de Kushina cuando estaba preñada eran las batallas y los entrenamientos.

 

—Ahí tienes tu respuesta, padre.

 

Minato resopló, asintió. Su hijo estaba realmente ansioso porque su omega lleve bien su embarazo, era comprensible. Y además, u instinto, le decía que su hijo y el joven Uchiha finalmente se entendían y había nacido un cariño especial entre ambos.

 

—Esta bien, hijo. Te voy a conceder eso. El joven Uchiha tampoco tiene la culpa, supongo

 

—Es solo un omega preñado. — Indicó no deseando que su omega o la familia de este fuese reprendido.

 

—Lo sé. Bien, encárgate de él. Neji será sedado y cumplirás con él después que te enlaces a  tu omega.

 

Naruto sonrío agradecido. Y es que realmente quería ocuparse al completo de Sasuke y su cría, además que lo que más esperaba era poder enlazarse, morderlo para marcarlo como suyo.

 

—Gracias, padre. — Respondió dando una leve reverencia mientras sonreía genuinamente

 

—De nada, hijo. Lo comprendo. Aunque los Inuzuka van a  estar algo inquietos ya que evidentemente no fue consumado el matrimonio.

 

No dijeron nada más, debían de estar atentos a mantener las relacionas diplomáticas con el clan Inuzuka, pero realmente iba a ser tenso, pues ellos deseaban pronto que un heredero con sangre Hyuga naciera.

 

 

 

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Aquella primera semana de Neji como esposo de Naruto, no fue como alguna vez sonó. El joven despertaba cada cierto tiempo, llamando a Naruto por la fiebre del celo, solo para ser sedado con hierbas e inyecciones, además de tranquilizado con mates, ayudado por su sierva en su higiene y alimentación. Mientras tanto,  Naruto ordenaba que Sasuke durmiese con él todas las noches. Finalmente a ojos de los siervos del alfa, Sasuke ya era el omega completo de Naruto, su consorte principal y a quien le debían los mayores respetos por que llevaba en su vientre al heredero de La Alianza y del clan Namikaze.

 

Las atenciones que recibía de Naruto no era fácil para la joven pantera, todo lo contrario, pues los ojos de sus familiares lo analizaban cada vez que podía: Por las tardes, la familia Uchiha acosaba a Sasuke con preguntas de si estaba llevando bien su relación con Naruto; o la férrea vigilancia de Itachi que buscaba comprobar si los sentimientos de su hermanito eran solo una buena careta como la que los identificaba como shinobi. Extrañamente, sus clases durante la tarde eran la parte más tranquila para el azabache. Y es que se reunía con Hinata en la salita de reuniones de sus propios aposentos para que ella le enseñe sus labores como primer esposo.

 

—Lo siento—Murmuró la joven pantera en un murmullo tan ligero y rápido que si no hubiese tanto silencio, la joven Hyuga no le hubiese escuchado. .

 

Hinata alzó la mirada pues había estado entretenida bordando mientras Sasuke leía la lista de personas que componían los estratos más altos de la Alianza. Ella comprendió a qué se refería. Como princesa del clan, ella debía de velar por sus parientes, por lo cual le era difícil ver a su primo sufrir ante el celo y es que seguramente el omega de Neji se había mentalizado en que lo pasaría al lado de un alfa; pero al mismo tiempo, ella entendía que ese no era un lugar al que su primo pudiera acceder.

 

—No te preocupes, Sasuke-kun, mi primo debe de aprender cuál es su lugar. Tú eres el primero esposo ahora y él solo el segundo. Es lógico que Naruto te prefiera.

 

 

 

Extrañamente la propia Hinata se había ofrecido a enseñarle toda la información que como primera esposa manejaba, los árboles familiares, los tipos de celebraciones que se celebraban en La gran Alianza. Si bien el deber mayor había recaído en Hinata pues Minato no tenía pareja, de ahora en adelante  sería compartida entre Itachi y Sasuke.

 

Sasuke intentaba prestar atención a las explicaciones de la Hyuga, pero su aroma a preñada se hacía cada vez más fuerte, y aquello de alguna manera, la hacía empatizar aún más con ella. No entendía cómo es que nadie lo notaba aún, le preocupaba que se diesen cuenta y lo que podrían hacerle, sentía piedad por la omega y por el cachorro que crecía dentro de ella. Intentaba pensar que ella no era en sí un objetivo, y es que los Hyuga no eran sus enemigos, sino simples víctimas de un daño colateral, sin embargo, también sabía que no debía dejar crecer aquella simpatía por ella y el no nato. 

 

El estado de ella era un secreto que él no había roto, no se lo había comentado ni a su hermano, pero sabía que este con los sentidos agudos que poseía no tardaría en notarlo. ¿Qué haría Itachi?

 

—Hinata, tu aroma...—Susurró sin verla, aparentando estar concentrado en las listas de nombres de los generales y sus clanes.

 

—Lo sé—Respondió con voz quebrada, sin verla podía deducir que la omega tenía lágrimas contenidas en las cuencas de sus ojos.

 

— ¿El padre no se ha dado cuenta?—Preguntó extrañado, pues el padre alfa era de los primeros que se percataban de la espera de su omega.

 

Al no escuchar respuesta, levantó levemente la mirada para observar las mejillas sonrojadas la mirada culpable. Una indignación sin precedentes creció dentro de Sasuke.

 

—No lo sabe, lo he evitado desde que me lo dijiste. Yo…si él se entera…no habrá nadie que lo detenga.

 

Lágrimas cayeron de sus ojos sin detenerse. El azabache no supo que hacer, le provocaba lástima pero no ganas de consolarle, una sensación desagradable.

 

Sasuke se preguntaba porque la protegía. Al principio se había dicho que solo estaba omitiendo esa información, pero acaba de percatarse que no solo era ello, sino que efectivamente estaba haciendo actos en defensa de ella. Así como Hinata, solo sus siervos personales que ni siquiera hablarían con su padre, los atendía para evitar que su familia utilizara ello a su favor. Por supuesto deseaba vencer, pero al menos se sentiría mejor si el hijo de ella naciera, sería como una retribución. Si el cachorro no eran un Namikaze entonces no tenía el deber de liquidarlo, tan simple como eso.

 

—Díselo, vas a necesitar su protección. —Susurró con voz de advertencia.

 

Ella pareció estudiar su advertencia, se enjugó las lágrimas y sonrío maternalmente.

 

—Sabes, Sasuke –kun, nunca imagine que podría hablar de esta manera contigo. —Susurró tímida pero aun sonriente. —Quizás pueda soñar, por irreal que parezca, con que nuestros cachorros jueguen y entrenen juntos.

 

Sasuke no respondió, desvío la mirada, se tocó su vientre una patadita se hizo presente, inevitablemente sonrío, una ligera curva casi insignificante pero que la omega notó.

 

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Habían llegado noticias que en la frontera Norte: Gracias al oro de los Nara y Yamanaka se había podido construir la Muralla protectora, la cual ya entraba en su recta final de construcción, cuando estuviera finalizado despacharían al príncipe Chouji, devolviéndolo a sus tierras. Ante tales buenas noticias, los miembros de la elite de La Alianza se habían reunido en una pequeña merienda familiar.

 

Por un lado se encontraba Minato platicando con Jiraiya y Tsunade acerca de la inactividad de los Inuzuka, estos se veían demasiado cómodos en sus tierras y con muy pocas ganas de marcharse a sus propios territorios.

 

Naruto, por su parte se encontraba sentado al lado de su segundo esposo, Neji, se había disculpado innumerables veces, explicando sus razones del porqué no había podido acompañarlo en el celo, una excusa razonable que un esposo debía de comprender, pero que  el castaño solo podía sentir una vergüenza enorme y furia contra el azabache, aun así a su marido le dijo que  comprendía su preocupación por el cachorro de Sasuke. Lo odiaba tanto.

 

Tanto Neji como todos los presentes, dedicaban ciertas miradas de sorpresa ante la forma tan natural en qué se comportaban Sauske y Hinata, como si fueran amigos, compañeros, aquello era el ideal en una familia poligámica, pero para nadie era un secreto que hace unos meses ellos dos se llevaban de la peor manera. 

 

Para Naruto también era sorprendente, pero más aún que le resultase de alguna manera repulsivo acercarse a Hinata. No la amaba, después del último aborto no la había mirado con deseo, pero nunca creyó sentirse de esa manera ante su presencia. No encontraba razón para desear que se largase de su vista. Había algo en su aroma que le comezonaba la nariz, más allá de los intoxicantes perfumes con los que se le había dado por bañarse.

 

Sasuke sabía que los miraban de forma curiosa, pero no podía evitar que sus feromonas se disparasen creando una especie de cortina alrededor de Hinata. Ya que olía a Naruto por llevar su cachorro, podría distraer y evitar que el aroma de Kiba se hiciese evidente en el cuerpo de la omega. No creía justo que ella tuviese que sufrir nuevamente otro aborto, menos cuando era evidente que su matriz almacenaba a su cría perfectamente. Ella ya no era una Namikaze, ni el bebe lo sería, además por lo poco que había escuchado, Kiba realmente estaba enamorado de ella.

 

De pronto la pantera Uchiha sintió una leve presión en su vientre, por lo que se lo acarició para relajarlo. Fue en ese momento en que bajó su mirada y la cortina formado con su aroma cayó, por lo cual no pudo notar como Orochimaru se había quedado observando en su dirección, sino quizás podría haber hecho algo por evitarlo.

 

—Que interesante….es extraño que no hayas venido a mí, querida. Naruto-kun felicidades, parece que has dejado a tu omega preñada. Y por lo sonrosado de sus mejillas puedo deducir que se encuentra muy sana.

 

Todo el recinto se quedó en absoluto silencio, las bocas de los presentes se quedaron entreabiertas. Sasuke sintió a su lado como la muchacha iniciaba temblar. ¿Qué podría hacer?

 

Todo sucedió demasiado rápido…

 

De repente, Naruto con dos zancadas había llegado hasta la muchacha, la jaloneó de un brazo rápidamente hasta ponerla de pie, acercó su nariz hacia su vientre y gruño tan fuerte que su propio cuerpo se encogió, su vientre se tensó y su omega se replegó a pesar de que él no era el regañado.

 

— ¡¿Por eso has estado bañándote en perfumes?! ¡¿Desde cuándo me estas traicionando?!—Rugió sintiendo a su alfa perder el control dentro de sí.

 

Sasuke se puso de pie aun sintiendo la presión de su omega, queriendo presentar respetos al alfa que reclamaba. Naruto estaba perdiendo la paciencia ante el mutismo de Hinata, vio como la otra mano se dirigía al vientre de la muchacha así como colmillos y garras iniciaban a crecer. Naruto en sus cabales no haría daño a una omega preñada, o al menos eso había aprendido de él en ese tiempo. Sin embargo la sensación de traición que un alfa podía sentir era muy poderosa.

 

— ¡Naruto, la estas lastimando!—Se atrevió a gritar, esperando que su propio aroma a preñado y su voz lo tranquilizasen.

 

Los ojos oscurecidos por la rabia del alfa se dirigieron hacia su esposo azabache, soltó a Hinata haciéndola caer y atrajo a Saske por los hombros, enfocó su mirada hacia los ojos de su esposo, Sasuke sintió una fuerte  presión en sus hombros, lo estaba dañando. Las garras de Naruto que crecían se clavaron en ellos, emitió un agudo gemido de dolor.

 

— ¡Lo sabías!—Gruño fuertemente.

 

El Uchiha emitió un quejido más audible, su vientre se tensó asustándolo. Naruto había perdido el control.

 

— ¡No! pero está preñada...—Susurró sin apartarle la mirada, mintiendo descaradamente.

 

— ¡Estas mintiendo! ¡Omega, no le mientas a tu alfa!

 

El Uchiha se mordió el labio inferior, Naruto estaba usando su voz de alfa y aunque no estaban enlazados, la pureza de su sangre y su madurez sexual le hacía tener un poder sobre Sasuke, quien sentía su omega aún más replegado, un impulso por dejar al descubierto su cuello le sacudió.

 

Negó varias veces, el aroma pesado de Naruto le ahogaba, inició a toser buscando aire, sus piernas flaquearon y un profundo dolor le atravesó en el vientre. Su cachorro se retorcía.

 

Minato elevó su voz, envío a sus soldados a tomar a Hinata y traerla hasta él. Mientras tanto Neji no sabía si acercarse a su prima o a su esposo, sus siervos, miembros de su clan temblaban sabiendo que aquello arruinaría cualquier oportunidad de obtener el perdón.

 

Hinata se sentó sobre sus piernas, se inclinó hacia delante dejando que su cabello la protegiera de la agria mirada del gran líder.

 

— ¿Quién es?—Pregunto directo el líder, su voz delataba que no permitiría ninguna mentira.

 

La muchacha tembló.

 

—Naruto, vas a dejar que...—Intervino Sasuke desviando la mirada, sintiendo que la presión de los dedos de Naruto se hacía más fuerte. Este seguía enfocándolo solo a él como si no notara que le lastimaba.

 

—Mi hermano, Minato-san—Susurró Itachi al lado de Minato.

 

Este desvío su atención sobre la traidora y se enfocó en su hijo que sostenía a la joven pantera con rabia.

 

— ¡Naruto, suéltalo!—Ordenó Minato utilizando su voz de alfa, aun siendo superior a Naruto esperaba que pudiera traerlo de vuelta. —  La traidora está aquí, puedes hacer lo que quieras con ella pero no lastimes a mi nieto.

 

Pero el rubio menor no respondió siguió apretando a Sasuke.

 

—No me vas a ordenar como disciplinar a mi omega.

 

Jiraiya entonces fue quien separándose de su esposa se acercó para alejar a su ahijado, tomándole por el cuello hacia atrás; pero en el movimiento Sasuke no pudo evitar su caída hacia atrás pues sus piernas habían perdido la fuerza para sostenerlo. Gritó con un aullido largo de dolor, se apretó su vientre con lágrimas en los ojos. Itachi corrió hasta su hermano al mismo tiempo que su padre y Orochimaru.

 

Naruto despertó de su rabia al escucharlo, quiso acercarse al sentir el olor de la sangre provenir desde Sasuke, su alfa emitió un alarido de dolor, sus cuencas amenazaron con soltar lágrimas.

 

— ¡No te me acerques!—Gritó Sasuke apoyando su cabeza en el pecho de su hermano con lágrimas en los ojos producto del pánico pues sentía claramente como sus piernas se habían humedecido de sangre. Sintió tanto miedo, frío de solo pensar que la criatura que se había manifestado dentro de él muriera, y fue entonces que notó  que ya lo amaba y añoraba. Deseaba con todo su ser verlo, y protegerlo de todos, incluso de Naruto.

 

—Fugaku, cárgalo. —Ordenó Orochimaru.

 

El alfa Uchiha no se hizo esperar, tomó con cuidado a su hijo y lo levantó en vilo también asustado. Una maraña de sensaciones le atormentaban, el miedo de perder a su hijo y su nieto se hizo tangible.

 

Orochimaru ordenó a  Kabuto, Karin y Suigetsu preparar inmediatamente su sala de atención, los jóvenes salieron apresurados a cumplir la orden.

 

Mientras tanto Fugaku inició a caminar con su hijo en brazos, tragando su saliva intentando tranquilizarse. Una parte de su alfa quería arrancar la cabeza del que lastimó a su hijo y la otra estaba enfocada en buscar sentir aún vivo al cachorro de su hijo. Mikoto se había quedado con Sai siendo consolada por este, asustada y confundida. Pronto se levantó aun abrazando a su sobrino y siguió a la comitiva. Itachi pidió permiso a su prometido para acompañar a su hermano, este se la otorgó inmediatamente.

 

Minato gruñó y golpeó el tatami furioso. No iba a permitir que aquel clan que tanto daño le estaba haciendo saliera ileso.

 

— ¡¿Cómo se te ocurre desquitarte con tu omega preñado, hijo?!-Grito rabioso—Debí deshacerme de esta traidora. Solo por ti la mantuvimos siendo tu esposa y así te lo paga.

 

Naruto gritó de dolor, confusión y rabia. Sus garras estaban afuera. Su mirada furibunda vagó por la habitación hasta que se topó a quien hace unos momentos pedía perdón, Neji. Este de inmediato se lanzó al suelo rogando su perdón.

 

—Le juro, Naruto-sama, esto ha sido una ofensa, una sorpresa e indignación al igual que usted. Yo lo amo, siempre lo he amado, pero nunca hice nada por obtenerlo por amor a mi prima. Nunca imaginé que ella lo traicionaría. Nadie de mi clan es culpable. Definitivamente ella es una desgracia para nuestra familia, yo como el único representante del linaje noble del clan Hyuga, la destierro de nuestro clan.

 

—Que así sea. —Murmuraron Naruto y Minato.

 

 Naruto caminó hasta la muchacha quien aún permanecía inclinada ante su padre.  La alzó por un brazo furioso, enfrentó su mirada a la de ella. Ella emitió un alarido de dolor, pero aquello solo encendió la furia de su esposo.

 

—Te juro que si algo le pasa a Sasuke o a mi hijo, me voy a encargar de que presencies la muerte del bastardo que te embarazó… de él y todo su clan. Y, tu, mi amada esposa, no verás a tu crío ni cuando nazca. Será regalado a alguno de los sirvientes.

 

La soltó brusco, sin importarle que ella pudiera perder al cachorro. Su pecho estaba encogido, sus orejas intentaban oír más allá de las paredes, intentando escuchar si Sasuke lloraba. Un creciente odio y resentimiento se acumuló contra Hinata. Sabía que era su culpa, pero no pudo soportar la idea de que Sasuke no le cuenta sobre esa traición. Pero, pensándolo bien, seguramente era solo la debilidad natural de un omega preñado por otros omegas en el mismo estado, se maldijo.

 

—Ya dije cuál será su castigo, por lo demás, puedes hacer con ella lo que desees, padre´tebayo.

 

Sin hacer caso a nadie abandonó la habitación furioso. Había confiado en Hinata, le había dado una segunda oportunidad, pero ella no era estéril, ella podía dar cachorros pero no se los había dado a él sino que se había dejado tomar por otro. Seguramente su padre la interrogaría, cuando supiera quien había sido el malnacido, se aseguraría que lo pagara. Por el momento se encaminó hasta los aposentos de Orochimaru donde Sasuke había sido llevado.

 

Minato observó despectivamente a Hinata y Neji.

 

—Lo traidor se lleva en la sangre. —Murmuró sin dejar de buscar la mirada de Neji, quien se mantenía encogido, junto a los miembros de su clan. Todos ellos mostraban sus cuellos, dejando sus vidas a cargo del gran líder de La alianza.

 

Jiraiya asintió Tsunade se mordía el labio inferior rabiosa por la traición. Su omega, Dan, simplemente desviaba la mirada incómodo como todos los omegas que debían de presenciar el maltrato hacia uno de su especie, era inevitable en su naturaleza sentir compasión por otro omega en estado de gestación, aunque se trate de una traidora.

 

—Confiesa quien es el padre y pensaré en dejarte parir. — Amenazó Minato.

 

Hinata lloriqueó audiblemente. Kiba era el amor de su vida, pero tampoco quería arriesgar a su cachorro.

 

—Probablemente es Kiba Inuzuka, mi señor. —Interrumpió Neji—Nunca fui testigo, pero aquel joven se acercó a mi prima el día que llegó. Solo se eso, siempre confié en que mi prima fuera honorable, se lo rogué por mí que soy su primo y esposo de Naruto-sama, pero ella también me ha traicionado a mí y a todo nuestro clan.

 

Minato asintió, ordenó a su siervo quien levantó el rostro de la omega; sus lágrimas y ojos suplicantes le confirmaron que aquel era el padre del cachorro. Minato rugió impotente. No podía dejarlo, con ello se acababa la tregua y cualquier futura paz, tendrían que conquistar su territorio por las malas, con una guerra. No podía permitir que alguien viniera a su hogar, se acostara con la esposa de su hijo y le hiciera un cachorro.

 

—Enciérrenla en sus aposentos. —Ordenó

 

— ¡Por favor no le haga  nada a Kiba-kun!—Rogo siendo arrastrada.

 

Minato la ignoró.

 

—Neji, por tu información tu matrimonio no será anulado. Pues requiero que le des un heredero a mi hijo. Pero más te vale que disciplines a tu gente. Los Hyuga solo nos han dado dolor y traición.

 

Neji agachó más su cabeza asintiendo, intentando no escuchar el llanto de la persona a la que siempre protegió. Sin embargo, por culpa de un amante de ella, él no podía abandonar a la alfa de su clan, a su tío ni a su pueblo que esperaban por una oportunidad que ahora solo él podía dársela. Rogaba por primera vez a los dioses porque el cachorro de Sasuke y el mismo joven salieran con bien pues si le sucedía algo a alguna, estaba claro que su prima sería asesinada. Aun le quedaba la oportunidad de quedar embarazado y darle un heredero digno a ambos clanes.

 

...........

 

El tiempo lentamente pasaba, Naruto no podía mantenerse sentado como su padre, Tsunade y Jiraiya. Su oído se había concentrado en intentar escuchar en medio de los gemidos de dolor de su gatito si todo estaba bien. Pronto estos sonidos que alteraban sus nervios bajaron hasta desaparecer. Su corazón aceleró sus latidos.

 

Orochimaru salió de la habitación sudoroso y con un semblante un poco pálido, temió lo peor.

 

— ¿Cómo se encuentran?—Pregunto Minato antes que nadie.

 

—No te preocupes, Minato, Naruto: El bebe y Sasuke se encuentran bien…de hecho…—Dudo un momento—Es un omega muy fuerte, no empezó a sangrar por la caída sino porque el omega interno de Sasuke se asustó, Naruto-kun al utilizar tu voz de mando alfa para ordenarle—Le dijo con semblante serio—Tu sabes la naturaleza de los omegas… sin embargo, su cuerpo ha sido capaz de retener al cachorro. Aunque es probable que el cachorro no dure mucho más dentro de Sasuke. Debemos lograr que permanezca el mayor tiempo posible dentro para que crezca pero con seguridad el parto va a adelantarse.

 

Minato suspiro dejando ir toda su tensión, nuevamente se sintió aliviado por haber unido a su hijo con aquel jovencito tan fuerte, aquello también le aseguraba que su prometido lo sería, aunque él de ninguna amanera le causaría daño alguno a su omega. Sin embargo, seguía un poco ansioso por que el cachorro naciera antes de tiempo.

 

Se giró hacia su hijo y para sorpresa de todos le dio tremenda bofetada mirándole con el ceño fruncido. Aún más sorprendente, Naruto no replicó, sino que se quedó con el rostro girado.

 

—Debes de cuidar a tu omega preñado, hijo. —No grito por respeto al omega, pero agravo su voz lo suficiente para ser gruñidos a medias. —No voy a tolerar que maltrates a tu omega por una traidora. Ella merece un castigo memorable, pero tu omega preñado no tiene que pagar el precio. Es solo un omega preñado, es natural que defienda a otro omega preñado, lo sabes, los omegas se guían por el sentimiento, por eso nosotros debemos de protegerlos.

 

Naruto apretó los puños pero solo asintió. Su padre tenía razón, Sasuke era fuerte pero pudo haberle costado la vida del cachorro o del mismo omega. Se sentía furioso consigo mismo como alfa.

 

—Debido a este incidente, Sasuke no podrá cumplirte, Naruto-kun. Debe descansar lo más que pueda hasta el día de su parto. —Informó el omega.

 

Minato asintió, aquello sería un buen castigo para su hijo. Lo que fuera necesario para que el joven omega se encontrase bien.

 

Orochimaru les dejó pasar. Sasuke se encontraba dormido sobre su lecho muy bien arropado, su rostro estaba pálido, pero el sanador les indicó que con una buena alimentación se recuperaría perfectamente.

 

Naruto quiso quedarse al cuidado de él, pero Orochimaru le pidió que no lo hiciera. Fugaku se encontraba alterado y contenía su natural ira contra quien había hecho daño a su hijo omega; mientras que Sasuke si despertaba iba a alterarse si lo veía. El alfa solo pudo retirarse detrás de su padre, después que este se despidiera de su prometido.

 

Padre e hijo junto a Jiraiya y Tsunade caminaron silencioso por los pasillos. Se suponía que el día de mañana despediría a los Inuzuka de forma pacífica. Sin embargo era un consenso en que si bien Hinata solo había sido un remedo como esposa, no podían tolerar una afrenta de ese tamaño. Se trataba de nada menos que el hijo de la líder enredándose con la esposa del hijo del líder de la Gran Alianza, no era un agravio perdonable aunque ello los llevara a la guerra contra aquel belicoso clan.

 

—Jiraiya-san, Tsunade-san preparen a sus mejores soldados. Le daremos la despedida que merecen al amanecer—Ordenó con voz grave el gran líder mientras acariciaba el mango de su fiel katana.

 

Por primera vez, Naruto estuvo de acuerdo con su padre. Aunque no amara a Hinata, ella era suya, no importaba si sus sentimientos por Sasuke crecían, ella no debió traicionarlo, menos con un invitado, había arrastrado y enlodado el título de primera esposa como una omega de prostíbulo. Su título de princesa estaba destrozado y su moral destruida, aquel cachorro que esperaba solo sería la prueba de una justa vida miserable que le esperaba.

 

...............

 

Los Inuzuka se estaban alistando junto a sus perros para partir hacia su hogar, pero dentro de la carpa de comando había una seria discusión que intentaba ser ignorada por todos los demás miembros sin muchos resultados. A pesar de ser un clan belicoso y feroz eran muy pocas las veces en que alguien se atrevía a contradecir la decisión de su líder; este solo era cuestionado si se buscaba hacerse con el mando y por ende enfrentar a la líder en pelea. Lo más significativo era que su propio hijo era quien se negaba obedecer a su madre alfa y a su hermana alfa.

 

— ¡No me voy a ir sin Hinata!—Gritó Kiba oponiéndose a que su madre y su hermana montaran a  sus perros.

 

—Eres parte de nuestro clan, no vamos a dejarte atrás. No pongas en riesgo a todos por una calentura.

 

—Ella es mi omega destino, se los juro. —Bajo la cabeza conteniendo su rabia y orgullo.

 

Madre e hija se miraron sorprendidas, normalmente Kiba era un alfa muy testarudo pero cuando el bienestar del clan apremiaba dejaba de lado todos sus caprichos para comportarse como un adulto. Sin embargo, ahí estaba desde que la mañana llegó. Desde hace unas semanas él les había pedido que cedieran ante Minato pues sospechaba que Hinata era su pareja destino. Madre e hija le dieron la oportunidad siempre y cuando no ponga en riego a todos. Y ahora esa era la respuesta que les daba.

 

—Kiba, la pareja destino es algo seria. Ella ya está casada y marcada. —Acusó su hermana

 

—Aun así. Hermana, madre, se los juro estoy seguro y Akamaru también.

 

 

 

Con un ladrido Akamaru apoyó a su amo.

 

Hana y la líder gruñeron disconformes ¿Por qué el destino le daba a  su hijo como omega destino a una mujer casada y marcada? A pesar de su orgullo habían sido conscientes que una tregua aunque sea temporal con los Namikaze les sería de ayuda por eso habían acudido a la reunión. Pero llevarse a una omega casada con nada menos que el hijo del líder, entendían, sería una alta traición y por consiguiente una guerra. Y aun así, no podían dejar a Kiba solo, dentro de sus leyes estaba el apoyar las uniones dictadas por la madre naturaleza. Así fuera que se irían a una guerra por ello, no podían no luchar porque estén juntos.

 

—Está bien, hijo, pero fingiremos que salimos, nos reagrupamos y regresamos para atacarlos. Sabes que nos llevará a una guerra al menos tengamos la ventaja de la tregua para darles un golpe efectivo.

 

Kiba quería replicar pero lo entendía, aunque algo en su estómago se revolvía inquieto, era una sensación extraña. Hinata le había estado rehuyendo, pero estaba seguro que no era por falta de amor, sino por algo más. Algo le indicaba que no debía de separarse de ella, que ella le necesitaba.

 

Una vez resuelto el problema, los Inuzuka subieron a sus perros y se encaminaron por los caminos hacia afuera del Castillo. Siguieron cabalgando hasta afuera del pueblo que se había fundado alrededor del Castillo. Una vez fuera una lluvia de flechas fue contra ellos. De entre los arbustos Minato y sus hombres aparecieron para rodearlos. Varios de sus hombres y perros cayeron con las flechas. La líder gruñó rabiosa.

 

— ¡Oficialmente te declaramos la guerra y se rompe el tratado que firmamos! —Rugió Minato a la cabeza de su grupo de soltados.

 

—Maldito traidor, Minato—Gritó Tsume.

 

—Tu hablando de traidores—Sonrió maliciosamente el rubio—Mientras yo les otorgaba mis territorios como hospedaje, tu hijo se revolcaba con la esposa de mi hijo.

 

Tsume abrió los ojos e inmediatamente viró su mirada a su hijo quien gruñía. Había esperado que su hijo tuviera la suficiente paciencia para no tomar a su omega hasta estar seguros y poder rescatarla. Aquello dificultaba todo. Si la muchacha no estaba con ellos, indicaba que probablemente fue asesinada o estaba muy bien encerrada.

 

—Como tienes pruebas de lo que hablas–Intentó desviar mientras sus sentidos buscaban una salida, aunque estaban muy lejos de casa, pues las tierras Hyuga que debían de cruzar pertenecían a Minato también.

 

—Hinata apesta a perro por todo su cuerpo porque nada más espera a un cachorro bastardo de ese traidor. —Hablo despectivamente Naruto que se encontraba sonrojado por la ira.

 

El shock en todos los Inuzuka era terrible, para Kiba sintió que algo en su interior se quebraba para liberar a una bestia. Por eso la necesidad y por ella le rehuía, estaba preñada.

 

Sin esperar a que su madre le diera permiso o que su vida estuviera en riesgo, Kiba se adelantó con Akamaru, el pelaje del animal estaba completamente erizado, un gruñido bajo se escapaba de sus fauces, estaba tan alerta como su compañero humano.

 

—Namikaze... ¡¿Dónde está Hinata?!—Hablo Kiba sin otorgar ningún respeto o arrepentimiento—

 

—No te incumbe, ella es mi esposa, mi omega y recibirá el castigo que merece—Intervino Naruto, enfrentándose a la mirada de Kiba.

 

—No te atrevas a ponerle una mano encima—Amenazó el Inuzuka. —Yo soy su pareja destino, déjala ir. Me la llevaré y no tendrás que quedarte con deshonra.

 

Su firmeza enojó aún más al rubio menor, pero le hizo ver a Minato que no se había tratado de una simple aventura y que el joven estaba dispuesto a entregar su vida por llevarse a la omega que amaba.

 

—Tsume, como verás es un probado acto de traición de tu hijo. —Intervino Minato sabiéndose ganador.

 

La mujer alfa gruñó se acercó rápidamente sobre su enorme perro y se puso al lado de su hijo.

 

—La muchacha es la pareja destino de mi hijo. Y ahora espero a mi nieto, no vamos abandonarla. Nos la llevaremos por la fuerza si es necesario. —Habló con seguridad, si antes había dudado eso ya no tenía cabida. Era bien sabido que la esposa del heredero de La Alianza había sido declarada estéril, por lo cual era realmente verdadero que era la pareja de su hijo, y Tsume no abandonaría a alguien que llevaba su sangre.

 

Minato alzó el mentón, su aura animal se expandió confrontándose con la de Tsume, ambos líderes no bajaban la mirada y poderosos gruñidos escapaban de sus pechos.

 

—No hay necesidad de arriesgar a todo el clan, madre—Hana, la heredera del clan de los perros salvajes interrumpió sintiendo que su madre alfa estaba lista para saltarle al cuello al rubio.

 

— ¡No voy a abandonar a Hinata!

 

— ¡Yo no voy a permitir que te la quedes!—Contestó Naruto.

 

—Minato-sama, usted es un hombre cabal. Le propongo que en vez de aniquilarnos y exponernos al enemigo extranjero que nos asecha, lo resolvamos con honor. —Habló la joven alfa.

 

Minato estrechó sus ojos, aun no olvidaba que la muchacha alfa había pedido a Itachi como consorte. Sus manos apretaron las riendas del caballo quien al sentir a su jinete cada vez más alterado dio un relincho.

 

—Explícate.

 

Hana entrecerró los ojos, sus orejas pudo sentir el sonido del respirar de su hermano y madre, ambos estaban demasiado alterados. Debían de salir de aquel lugar como sea.

 

—Mi hermano y su hijo en un duelo dentro de tres semanas. —

 

Su solución llamó la atención de todos los presentes.

 

—Estoy segura que mi hermano no temblará ante la idea de pelear el mismo por lo que considera suyo; de igual manera su hijo no temerá defender su posesión sobre la omega. La fuerza de cada uno decidirá el destino de la omega.

 

El gran líder lo consultó con la mirada rápidamente con su padrino y Tsunade ambos asintieron firmes. Tampoco deseaban hacer una carnicería en ese lugar, tan cerca de los pobladores que recién habían llegado a colonizar estas tierras.

 

— ¿Qué ganaremos si Naruto vence? Porque quedarnos con esa perra traidora no es suficiente—Dijo Minato.

 

Kiba se mordió el labio inferior hizo ademán de lanzarse sobre el gran líder pero su hermana lo detuvo devolviéndolo a su lugar.

 

—Le daremos las tierras de nuestra frontera como pago por la traición y podrán quedarse con Hinata pero nos darán a su cachorro.

 

Minato lo pensó. Hinata podía ser inútil para él, pero era sumamente útil para los Inuzuka, si en verdad ella podía tener hijos de Kiba con éxito, eso significaba que podía darle muchos herederos que algún día puedan reclamar el liderazgo de los Hyuga, quitándoles a los hijos de su primo ese derecho. Y aun así darle aunque sea un heredero era peligroso sobre todo si este era alfa.

 

—Bien, te daré al cachorro si nace omega.

 

Para sorpresa de todos Minato cedió.

 

—Si Kiba gana, nos darás a Hinata, al cachorro en perfecto estado y los territorios Hyuga.

 

—La cuarta parte.

 

Hana no se removió ni un poco ante la poderosa aura de Minato y de cada uno de sus generales, ella podía ser mucho más joven que Minato, pero estaba preparada para ser una líder fría y objetiva.

 

—Hinata es la hija del actual líder y ya que su hermana ha sido descartada, ella heredaría el clan entero. —Una sonrisa enigmática se dibujó en sus labios. — ¿O es que tiene miedo de que su hijo no tenga la fuerza para derrotar a Kiba?

 

— ¡Voy a vencerlo sin ningún problema!—Se defendió Naruto enfrentando a Hana, con el entrecejo fruncido.

 

—Aun así, tu nos estas ofreciendo solo unos pedazos de Tierras de tu clan si mi hijo gana más quedarnos con la traidora y su bastardo.

 

—Bueno, entonces que sea la mitad.

 

Minato observó a su hijo, confiaba en su fuerza.

 

—Es un trato—

 

—Lo es

 

Ambos dieron una leve reverencia.

 

—Tsume ¿estás de acuerdo con el trato de tu hija?—Preguntó Minato mirando desafiante a la otra líder.

 

—Por supuesto. Prométenos que la muchacha y el cachorro estarán con bien.

 

—Lo prometo, puedes dejar a alguno de tus alfas o betas para que te escriban.

 

Kiba no deseaba dejar a Hinata ahí pero no tenía otra opción. No podía sacrificar a su gente, ni su madre y hermana. Sin el alto mando, su clan vagaría sin rumbo o se descontrolaría buscando venganza.

 

—Dejaré al asistente del sanador de mi clan, tres alfas y tres betas. Conozco perfectamente sus letras, no te atrevas a dañarlos. Uno de ellos se encontrara en la frontera a informarnos personalmente en una semana.

 

—No ataco a traición Tsume. Si lo hubiera deseado hubiera acabado con ustedes ahora mismo sin avisarles.

 

La alfa asintió.

 

—Nos marchamos, la batalla será en la arena dentro del clan Hyuga en el Castillo de la Garza Blanca.

 

Minato estuvo de acuerdo. Le estaban otorgando la ventaja del territorio por cortesía,pues Tsume sabía que lo de su hijo había sido una alta traición. Pero su apego a los lazos de sangre no le permitía dejar a la omega de su hijo y al cachorro.

 

El gran líder ordenó a su escolta seguir al grupo Inuzuka hasta la frontera entre Hyuga y las tierras de los perros salvajes.

 

Cuando no los vio más, le dio una palmada en la espalda a su hijo.

 

—Debes de ganar. No importa lo mucho que odies a Hinata, no podemos dejar que nos humillen ¿lo entiendes?

 

Por supuesto, Naruto entendió, en respuesta asintió con firmeza.

 

—Déjamelo a mí, oto-san.

 

Naruto sabía que probablemente no evitaría una guerra, cualquiera fuera el resultado ninguno quedaría conforme con la perdida por lo cual los llevaría a una batalla, pero aquellas tres semanas les daría tiempo para prepararse adecuadamente, y aun así tenía el peso del orgullo del clan en sus hombros y en su katana.

 

 Aunque fuera solo una pantomima, él debía de ganar porque si no su nombre quedaría manchado en la historia, los demás clanes verían con burla a su clan, el respeto hacia él, el futuro líder de La Gran Alianza quedaría bajo tierra. Ellos eran guerreros que vivían para conservar su honor hasta el final. No era un combate a muerte, bueno no se había acordado a ello, pero de igual manera todo podía suceder. No podía permitirse perder, menos cuando su cachorro pronto nacería, deseaba verlo crecer y entrenarlo él mismo.

 

 

 

……………….

Notas finales:

¿Qué tal les pareció ? espero sus comentarios para saber como piensan que va a ir la historia y en serio espero hayan podido leer la explicación previa, lo recalco, Minato Naruto y todos los demás alfas solo actúan como en la época actuaban los hombres con sus mujeres. Ya ni siquiera tien que ver eso con ue sea un omegaverse, pero el ocultarle algo a su esposo y engañar era algo totalmente repudiable castigado incluso con la muerte como una alta traición pero Hinata tiene la línea de sangre de los Hyuga la casta principal no pueden entregarla a Kiba, aunque a ellos no les sea útil de Kiba puede tene rhijos que vayana reclamar luego las tierras de los Hyuga.

Y bueno Sasuke fue gritoneado por ocultarle la verdad, esa aprte si fue instintiva, pero es castigable, Minato lo defiende solo porque está preñado y porque considera que los oemgas (asi como las mujeres son consideradas por algunos) se dejan llevar por el sentimiento. 

Si no hubiera estado preñado le podría ahber ido peor. 

Ahora sí..quien gana? se muere alguien? como va ser el cachorro de Sasu?? eso creo que ya lo suponen XD...

Nos leemos pronto!


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