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Traición a la sangre por kaoryciel147

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Notas del capitulo:

Buen día a todos mis amados lectores. Perdon por tenerles abandonados y sin rastro de vida, pero creanme que todo va bien. Como aprecieran es un capitulo largo y lleno de sucesos importantes, por eso me tomo tanto tiempo poder terminarlo.

No se preocupen estoy más enganchada que nunca con esta historia. La adoro!!! (Es como ese hijo que te saca lagrimas de sangre)

A decir verdad, estuvo escrito hace un mes, pero me tomó todo este tiempo editarlo. Explicaciones más abajo.

Por favor lean las notas finales para explicar algunos terminos y el camino que tomará la historia.

Nos leemos pronto y disfrutenlo leer!!

 

Durante esta época, la gloria del clan Senju empezaba a menguar y su poder a ser cuestionado. La era del gran alfa Senju Hashirama y su esposa Mito Uzumaki finalizó con la muerte de ambos. Ellos no pudieron resistir el fallecimiento de su hija Midori Senju. Mientras tanto, Tobirama se había refugiado en un retiro espiritual de un monasterio cerca de las tierras salvajes, casi limitando con el territorio del clan Uchiha, el cual era neutral y no se involucraba en disputas.

Kazuo Senju era el nombre del cuarto hijo del matrimonio Senju-Uzumaki. De pequeño no imaginó tener que asumir aquel rol. Sus dos hermanas mayores habían asumido el papel dentro de la élite sacerdotal Uzumaki. Una omega ya casada con un sacerdote de aquel clan y otra alfa que había decidido desligarse de los placeres mundanos. Ninguna vivía en su castillo. De hecho, pocas veces le visitaban. Realmente se habían acoplado al clan Uzumaki por completo.

Quedando solo él, debió asumir con rudeza y en soledad un papel riguroso. Y es que con la muerte de su madre, los lazos con el clan Uzumaki se tambaleaban lentamente. Fue Kazuo el líder que abrió las puertas de su hogar a Orochimaru luego de la masacre del castillo de su abuelo.

El pequeño omega que los señores del clan Senju habían dado cobijo era un bello misterio. A cada día que pasaba, demostraba con su comportamiento haber recibido una espléndida crianza. Sin embargo,  los sabios del clan concluyeron que el omega no recuperaría sus recuerdos, quizás, jamás.  Creyeron que era posible que su cuerpo recordase por instinto todo lo aprendido, así como los conocimientos básicos de lectura y escritura; pero que sus memorias y vivencias no, debido al trauma que sufrió.

Las investigaciones hechas en los alrededores dieron por resultado el hallazgo de un pequeño castillo más allá de la frontera del clan Senju. Solo el olor a muerte y cenizas rondaba en el lugar.  No quedaba ni siquiera un estandarte. Aquello solo podía significar  el trabajo de shinobis. El líder de aquel momento supuso que algún clan enemigo había contratado a un grupo de mercenarios para destruirlos.  Las razones quedarían enterradas junto con toda la población. Era extraño tal exterminio, pero no imposible.

De inmediato, el dirigente consultó con sus aliados del clan Uzumaki y, el joven pero cada vez poderoso, clan Namikaze. Ninguno supo dar respuesta sobre la existencia de aquel grupo. El alfa Senju sintió que algo le ocultaban sus pares del clan Namikaze; por lo que se guardó que había rescatado un niño cercano a aquellas inmediaciones.

Al verificar los significativos progresos de Orochimaru,  el líder Senju y su omega, decidieron adoptarlo como futuro consorte de su hija alfa. Quizás no como un primer esposo sino como un segundo. Por lo que Kazuo dictaminó que se guardara el secreto de procedencia de Orochimaru. A partir de ese momento, recibiría la esmerada educación que le correspondía.

Hotaru era el omega de Kazuo. Su matrimonio había sido aceptado con sumisión. Fue de niño un espléndido y diligente omega. Por ello, cuando, en la noche de bodas, descubrió que su marido era su alfa destino creyó que fue un regalo de los Dioses por su presteza. La belleza del omega era admirable y comentada aun fuera del clan. El líder Senju estaba gustoso de ser el dueño de aquella criatura.

 Aun así, Kazuo ya contaba con dos amantes principales. A quienes descuidó cuando su esposo quedó embarazado de su primer cachorro.  Su amor por el omega solo creció cuando su hija nació y le comunicaron que ella era alfa. ¡Solo un embarazo y ya contaba con una digna heredera!

Ninguno fue previsor de que un omega despechado de alta cuna podía ser peligroso. Hotaru cuidaba de los concubinos, les invitaba a tomar el té y aceptaba sus cenas y regalos. A los meses de nacida Tsunade, Hotaru quedó preñado nuevamente, pero el embarazo no fue exitoso, lo perdió. En su fuero interno, el joven esposo había deseado encargar un cachorro omega para que fuera su compañero y enseñarle todo lo que sabía. Después de otros meses, nuevamente fue bendecido. Pero de igual manera, abortó al cachorro. Hotaru estaba asustado de caer en desgracia. Las investigaciones de su médico personal asustaron a los criados de los concubinos. Uno de los sirvientes del segundo concubino delató al primero. Por supuesto, el concubino fue debidamente castigado, él,  toda su familia y sirvientes. Aun así, el vientre de Hotaru había quedado inservible. No podría gestar nuevamente. Sus sueños de tener un cachorro omega se truncaron.

Kazuo no podía degradarlo, estaba enamorado de él. Así que se afianzó en criar y proteger a su única hija alfa.

La llegada de Orochimaru fue para Hotaru un sueño cumplido. Creyó nuevamente, estar en gracia con los Dioses: su amor y devoción por su marido e hija estaban siendo devueltos. Así que se avocó profundamente a la crianza del felino como un noble de alta cuna omega. Para su dicha, el niño aprendía de una manera acelerada. En un par de meses dominó el baile tradicional del clan Senju, instrumentos como el shamisen y algunas danzas más complejas. Hotaru creyó que se debía a la crianza anterior que había recibido. Prosiguió con la ceremonia de té, consiguiendo iguales resultados. Para su sorpresa, el niño ya sabía leer y escribir por lo que le facilitó el aprendizaje de caligrafía como arte.

—Amado mío, Orochimaru es increíble. Ni siquiera yo he aprendido tan rápido como él. —Alabó como de costumbre el primero esposo.

Normalmente alfas y omegas cenaban por separado, pues tienen deberes diferentes que cumplir, pero a Kazuo le gustaba compartir al menos un día a la semana con toda su familia. Siervos, guardias y generales tenían por decreto no interrumpir a no ser que se tratase de una emergencia.

El omega aludido solamente inclinó su cabeza con respeto. Sus orejas de felino se inclinaron levemente lo que causó gracia en los mayores, fascinación en Jiraiya y repulsión en Tsunade.

—Oto-sama, oto-chan ¿Por qué estoy comprometida con un sujeto anormal? ¿No se supone que mi futuro omega debería de ser una belleza?

Ella aún era una niña, una cachorra que se sentía celosa de que los cariños de su padre omega fueran prodigados exclusivamente al pelinegro. Como alfa, Tsunade ya no debía de permanecer en los aposentos de su madre pues le correspondía entrenarse en el arte de la guerra junto a los demás alfas del clan.

— ¡Tsunade!—Rezondró su padre alfa.

—Kazuo-dono, Hotaru-sama, deseo retirarme a mis aposentos, con permiso.

Aquella había sido la primera vez que Orochimaru tuvo un mal comportamiento. Abandonó la sala sin recibir el permiso correspondiente. De sus ojos cayeron lágrimas que conmovieron a los adultos. Jiraiya se puso de pie automáticamente.

—Jiraiya, por favor, ve detrás de él. Estoy seguro que no va a ir a su habitación. —Pidió Hotaru.

Jiraiya asintió con fuerza. Se había retenido para no faltar al respeto a sus señores. Al contar con el permiso no demoró ni un instante más, salió velozmente en busca del menor.

En el salón, Tsunade tuvo que soportar un extenso regaño de su padre sobre cómo debía de comportarse como una alfa con dignidad. Los alfas debían de proteger a los omegas, mimarlos y animarlos cuando eran bien portados y diligentes como Orochimaru. Solo podían disciplinarlos si ofendían a sus alfas o superiores.

—Tsunade, hay muchos quienes desean comprometer a sus hijos con Orochimaru.

—Pues que lo hagan, a mí no me interesa ese mocoso intruso.

Hotaru negó suavemente su cabeza. Ambos padres comprendieron el porqué del odio de la rubia hacia el omega. Ella se encontraba celosa, como una niña mimosa que le es arrebatada la atención de su madre. Y, en su caso, no estaba bien visto. Ella era una alfa, debía de empezar a madurar de una buena vez a las buenas o malas.

Kazuo normalmente era amable, pero como cualquier alfa líder no toleraría debilidad en su heredera. Su omega apretó su pecho y se contuvo de pedir perdón por su hija, sabía lo que se avecinaba pero también creía que la niña lo merecía.  Cerró los ojos y escuchó en silencio el golpe que su marido le dio a la alfa.

—Orochimaru se comporta con mayor dignidad, madurez y valentía que tú y es un omega. —Empezó el mayor. —Deberías estar agradecido que tu madre críe a tu futuro consorte. Ya no eres una cachorra, Tsunade, eres mi hija, una alfa y la heredera del clan. No voy a durar para siempre y tu deber como alfa es proteger a los omegas del clan. Crece de una buena vez.

El alfa supremo alzó su mano hacia su esposo, el omega se puso de pie y la tomó. Para el padre omega era duro dejar a su hija con la mejilla hinchada por el golpe, pero entendía el castigo. Ambos padres la dejaron sola para que meditara sobre sus actos.

Después de buscar al niño por los corredores, decidió usar su olfato.  Jiraiya encontró a Orochimaru en uno de los jardines. Como lo supuso, este lloraba desconsoladamente apretado en sí mismo junto al pequeño lago que poseía.

Se acercó en silencio y le atrajo con cuidado. Un punzón en todo su cuerpo le recorrió con solo escuchar sus quejidos agudos en la mitad del silencio. La imagen de soledad y el aroma que brotaba desesperaba al animal interno del peliblanco.

—Cálmate.

Levantó su rostro e inició a limpiarle las lágrimas.

—Ella tiene razón. Soy anormal…

—No lo eres.

—Pero no tienes orejas ni nadie…

—Eso es porque tú eres especial.

“Especial”…el niño sin recuerdos sintió una voz resonando en su cabeza. Alguien le había llamado así antes. Tuvo temor, no deseaba recordar, había algo doloroso en ese pasado.

—Jiraiya, tengo miedo. —Confesó con urgencia.

Se aferró a las ropas del alfa, su aroma le aseguraba que estaba seguro y aun así la ansiedad hacía que su respiración se agitara. Jiraiya lo cubrió por completo y besó su cabeza.

 —No temas. No importa quien hayas sido, yo te protegeré de todos. Incluso de Tsunade, nunca más permitiré que te insulte.

—Pero ella es la heredera del clan y mi prometida.

—Aun así. Tiene tanta suerte de que seas su prometido, porque yo…yo desearía tanto que fueras el mío.

Los ojos del niño brillaron. En ese corto tiempo asistiendo a Hotaru y otros omegas de alcurnia había aprendido que una de las mayores dichas para un omega era ser cortejado, desposado y tener crías de un gran alfa. En aquel tiempo, sin un recuero de su verdadero ser,  Orochimaru creyó que el alfa que le abrazaba era el indicado.

—A mí también. —Se sonrojó violentamente. —Me encantaría ser tu esposo algún día.

Una llama casi extinta creció hasta arder en el cuerpo entero del alfa. Debía de pelear por el omega que tenía en brazos. Su deber de vida era  lograr que fuera suyo.

—Confía en mí. Voy a lograrlo. Me volveré el alfa más fuerte y no podrán negarme tu mano.

—Por favor, no quiero casarse con Tsunade.

A penas tenía 10 primaveras, pero el omega se sentía abrumado por la sola idea de tener que compartir su vida con una alfa que lo despreciaba.

—No lo harás. Es una promesa, Orochimaru. Serás mi esposo. —Aseguró con una enorme sonrisa.

—Te juro que seré el mejor.

Sonriendo, tomó el rostro del omega. Con mucha suavidad, deslizó sus dedos hasta acunarlo. Le dio un beso en su frente y luego sin poder resistirse le robó su primer beso en los labios. Uno rápido, sin intenciones malignas, solo dejándole ver que sus intenciones fueron guiadas por amor.

Se quedaron juntos por un largo tiempo, disfrutando del confort que era arroparse en el aroma del otro. Ninguno previno los encuentros y desencuentros de sus vidas.  

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Desde uno de los balcones de su habitación, Neji pudo observar cómo distinguidos palanquines con brocados en oro pertenecientes a las familias guerreras nobles de los distintos clanes que Minato había sometido arribaban al castillo. Todos llegaban para conocer al heredero de la Gran Alianza, Memma Namikaze.

La rabia le carcomió. Un completo extraño les había robado algo que ellos habían intentado lograr desde que se unieron a los Namikaze.

A pesar de ser “el segundo esposo” de Naruto era tratado como menos que un concubino en desgracia. Los siervos que lo atendían se habían visto bastante mermados. La traición de su prima alfa era pagada por su propia gente. Cada vida, sea omega, beta y alfa se volvió producto de trueque.

El clan Hyuga estaba irreconocible, apenas se reunían los pocos omegas que quedaban a su lado. Los que se enlazaron con miembros de otro clan le manifestaron por cartas o criados los malos tratos que recibían de sus esposos. Por lo cual eran humillados por los otros esposos o amantes de ellos.

Neji no podía hacer nada al respecto. Su voz no sería escuchada. Estaba seguro que no había sido repudiado solo por lástima. Pero esa lástima no llegaba a tanto como para que Naruto se dignara a dormir con él alguna noche. Justamente una visita de su marido era lo que necesitaba para que el trato a todos los que quedaban de su clan mejorase. Seguía siendo un omega virgen, despreciado por su marido, incapaz de llamar su atención. Todos en la gran Alianza lo sabían y no dudaban en resaltarlo o cuchichearlo en cada reunión.  Le gustaba su esposo, siempre había sido así. Sin embargo, su situación no sería tan insoportable si de su suerte no dependiera la de los otros miembros de su clan. Su ineptitud como esposo omega  estaba destruyendo la vida de cada Hyuga.

Además, tenía miedo de lo que pudiera pasarle a su tío y sus dos primas. No obtuvo permiso para verlos. Solo le habían informado que su tío estaba enfermo; mientras que el embarazo de Hinata avanzaba con normalidad. Quizás fue egoísta, revelando quien era el padre del hijo de ella, pero no le pareció justo que los siervos betas y omegas de su prima fueran torturados para sacar el nombre que él ya suponía. Delatar a su prima, salvó la vida de algunos más. Gracias a ello, se libró de ser reducido y que su clan fuese resquebrajado por completo. Todo podría mejorar si concibiera un cachorro de Naruto.

Ni siquiera podía pensar en atentar contra el actual primer esposo, no tenía los medios, el oro ni los siervos para hacerlo. Además Sasuke Uchiha tenía el triple de protección que cualquier omega del castillo. Para poder adentrarse y causarle algún daño haría falta demasiados y sustanciosos sobornos para los cuales  el oro que percibían no era suficiente. Literalmente vivían de la caridad del líder y su hijo, una misericordia bastante pequeña.

—Neji-sama…

Sus primos de ramas menores eran los que le asistían. Antaño cada omega Hyuga vivía rodeado de sirvientes; al contrario, cada uno debía de realizar sus labores solos y con sus manos. A pesar de todo, siendo el único de la familia principal, le tenían fe.

Desgraciadamente, su situación no iba a mejorar. El celo del joven Sasuke era cercano. Los miembros de otros clanes creían posible que quedase preñado nuevamente. Y aquello solo le otorgaría más poder, dos herederos de una misma casa.

Si quedaba preñado, Naruto tendría la excusa perfecta para no separarse de él por otros largos meses para Neji. Además, era más probable que Minato le consiguiese otro esposo y por tanto repartiera su atención entre Sasuke y el nuevo.

Después de meditarlo, Neji apretó sus puños lleno de frustración y desesperación. Odiaba a Sasuke, pero estaba decidido a inclinar su cabeza ante quien despreciaba por su gente. Sin pensárselo más, caminó seguido de sus familiares hacia los grandiosos aposentos Namikaze.

Como lo supuso, las estancias de Naruto y Sasuke estaban en lo más recóndito del castillo, protegidos por decenas de siervos y guardias de la casa Namikaze y Uchiha.

Pidió audiencia con Sasuke en la puerta más externa de los aposentos. Nadie tenía permitido traspasar la primera puerta sin autorización de la familia de Sasuke o la de Naruto. Luego de un largo tiempo en el que supuso se habían pasado el recado de boca en boca, llegó la respuesta.  Para su sorpresa, fue aceptado según le informó uno de los siervos personales del futuro primer esposo. Se adentró puerta tras puerta junto a sus propios siervos. Todos quedaron sorprendidos por el exquisito decorado de cada salón, así como la madera pulida y los cuadros de reconocidos artistas.

Era tanta su sorpresa que ni siquiera sentía rabia. Aunque alguna vez disfrutó de esos lujos en su lejana niñez y asistiendo a Hinata, solo sintió incomodidad.

Y finalmente, luego del largo camino, la última puerta fue abierta. Una decena de siervos escoltaban un camino,  el cual finalizaba con Sasuke sentado orgullosamente sobre sus piernas en un futon rojo con bordados dorados. El Uchiha se veía primorosamente peinado, vestido con uno de los kimonos más lujosos que Neji había podido apreciar. Estaba seguro que había sido un regalo de Minato.

A su lado se encontraba su hermano Itachi y al otro lado su primo Sai, ambos vestidos con elegancia.  La presencia de los tres Uchiha atontó por unos momentos al omega castaño. Sin siquiera pensarlo ya tenía sus rodillas en el suelo y su cabeza inclinada con respeto, sus parientes imitaron el gesto.

—Acércate, Hyuga. —Permitió Sasuke.

El omega se puso de pie a la orden. Con pasos arrastrados, avanzó por el camino de siervos hasta tomar lugar en uno de los cojines delante de Sasuke. El omega vestido con lujo se veía en su territorio, exactamente a donde pertenecía. Sus orejas felinas parecían una tiara decorativa que solo embellecía más su imagen. Aunque no lo dijese públicamente, Neji entendió porque Naruto no iba a visitarlo. El Uchiha no se veía como un esposo cualquiera, sino, como un príncipe.

Un quejido agudo se escuchó. Neji de inmediato giró su cabeza hacia dónde provenía tal ruido. Una de las siervas cargaba a un bebe también vestido con ahincó y   dedicación. Era el aclamado primogénito. Neji se deleitó con el aroma dulce del cachorro, sin embargo también sintió cierto respeto. Era un alfa no cabía duda y sería poderoso le quedó claro. ¿Podría dar a luz un hijo tan fuerte que pudiera competir contra Memma?

—Mineko, llévalo a la nodriza a que lo alimente. Primo Sai, vigílalos por favor.

El omega ni siquiera se había inmutado ante el llanto de su hijo, había repartido las órdenes como un señor. Sasuke había aprendido las costumbres bastante rápido y las cumplía con diligencia. Neji estaba sorprendido pues a ellos les había tomado años. Además, Hinata no podía dar órdenes tan fácilmente, necesitaba de su primo Neji o su padre para hacerlo.

—Bien, Hyuga, a que debo tu visita. — Su voz era grave,  buscaba inmediatas respuestas.

Como cortesía, uno de los siervos sirvió un recipiente con té al pelicastaño.

—Vengo a suplicarte que compartas a nuestro esposo.

Sin dudarlo, Neji inclinó su frente hasta tocar el suelo con esta. La suerte de su pueblo por su dignidad. No tenía demasiado que cuestionarse. Él vivía al servicio de su clan y sus superiores.

Sasuke parpadeó confundido e incómodo.

—Ya ocupas el lugar de primer esposo a pesar de no haber sido mordido. Tienes un primogénito alfa que enorgullece a toda La Alianza. Por favor solo te pido que intercedas por mí para que nuestro esposo me conceda algo de su amor.

Los hermanos Uchiha intercambiaron miradas, Neji inclinó su cabeza más.

— ¿Qué te hace pensar que quiero, puedo o debo hacerlo?—Su tono era neutro, pero en sus ojos había una ligera llama de enojo.

—Porque como primer esposo dirigirás la familia de Naruto-sama y debes velar por cada miembro de esta, tanto de esposos, concubinos y cachorros que nuestro alfa llegue a procrear. No es justo que lo monopolices.

El felino se acomodó sobre sus piernas con elegancia y  sonrío con cierta malicia.

—Debo informarte que no soy yo quien lo monopoliza, sino él a mí.

Hyuga apretó sus manos, rabioso por gritarle cuanto improperio supiera, pero se contuvo. Si lo ofendía solo sería sacado de ahí como un cualquiera. Sasuke tenía en sus manos el corazón de Naruto y su hermano el de Minato. ¿Cómo es que habían escalado tan lejos?

—Si Naruto-sama me dedicara al menos una noche podría tener la gracia de quedar preñado o al menos consuelo para mí y mi gente. Estamos abandonados por completo. —Rogó nuevamente agachando la cabeza ante el porte de dominio del otro omega.

—Tienes razón en cuanto dices que está en mis manos toda la familia que Naruto llegue a tener, pero en tu caso es diferente. Cuando mi marido tome esposo o concubino seré el primero en felicitarlo y alentarlo a que acrecenté la familia. —Dijo con simpleza. — Del mismo modo recibiré con amor maternal a todos los cachorros procreados. Todos formaremos una armoniosa familia para mi valiente esposo. Porque estoy seguro que cada omega que sea seleccionado será una joya más, puro y leal. Tu caso escapa de mis manos. Así que voy a esperar a mi esposo o Minato-sama imparta órdenes al respecto. Eso es todo. —Finiquitó con un ademán arrogante.

— ¡No puedes dejarnos así!

La sumisión que había aparentado se disolvió. Se levantó dando unos pasos hacia el omega. De inmediato, varios siervos betas lo detuvieron con brusquedad.  

— ¡No me toquen!—Gritó ofendido. — Soy esposo de Naruto-sama.

—Y usted está acercándose el primer honroso esposo del heredero de La Alianza.

Nunca se había sentido tan humillado, ni siquiera cuando servía a su prima. Al menos, en esa época, la posición de su prima le otorgaba estatus a él también.

— ¡¿Que está sucediendo?!—La potente voz de Naruto se dejó escuchar en la sala.

Al instante, los siervos y Neji se inclinaron con respeto ante el alfa.

— ¿Neji, que haces aquí?

Antes que alguien pudiese impedírselo, se lanzó a abrazarlo, importándolo poco la etiqueta. La mirada del rubio fue de inmediato hacia su primer esposo.

Sasuke podría parecer de semblante frío, pero para Naruto no resultó así. Po lo cual, separó de su cuerpo al castaño.

—Esposo mío, vine a suplicar por un poco de entendimiento pero solo me encontré con la más absoluta frialdad.

— ¿A qué se refiere, Sasuke?

El azabache solo había saludado con una venia sencilla a su esposo. Al toparse con los ojos recelosos azules,  suavizó su gesto y bajó su mirada.

—Neji-sama vino a suplicar que te expulsara de mi lecho para que corrieras al suyo. ¿Es acaso justo su pedido? Si fuera una orden tuya o de Minato lo acataría sin dudar. Si fuera un omega honorable tomaría en cuenta su suplica, pero dadas sus circunstancias y ya que no se me ha informado sobre él y su clan, decidí dejar el asunto en tus sabias manos o en las de Namikaze-dono. —Respondió con dignidad y aparentando una sumisión que Neji sabía no poseía.

Narruto escuchó cada palabra hablada con propiedad pero en la mirada de Sasuke pudo ver cierta molestia caprichosa. Sabía que había expulsado a Neji solo por posesividad de omega y aquello le alegraba. Era otra muestra que se había ganado el amor de su pareja.

—Neji, fue una locura el venir a pedir ello a Sasuke. —Le separó aún más de su cuerpo. — Te han respondido con sabiduría y responsabilidad. Sasuke no puede decidir sobre una situación tan delicada. Como miembro de mi familia debes apoyar. Ahora estamos viviendo la preparación de la ceremonia de reconocimiento de Memma deberías estar feliz por ello porque yo lo estoy ´tebayo.

—Y lo estoy, pero mi señor, necesito de sus cuidados.

El alfa no supo que responder. En el fondo estaba siendo egoísta. Quizás Sasuke no podía hacer nada por Neji, pero él sí. Si se acostaba con él podría dejarlo preñado, su padre no se lo tenía prohibido, más bien lo contrario. Así el omega castaño fuera rebajado a concubino, un hijo era bien recibido. Pero la esplendorosa vista de Sasuke con sus orejas de gatito, su larga y elegante cola removiéndose caprichosamente le envolvió en su embrujo. No deseaba a nadie más, solo ardía por tocar y besar a su felino engreído.

 —Lo discutiremos más adelante. —Decidió Naruto sin dejar de observar a su primer esposo. — Se parte de la celebración. Mandaré que te sea atendido adecuadamente para que seas participe de ello.

La presencia de otro omega y de un cachorro llenó la habitación.

—Primo, Memma ya está más que llenito.

De inmediato los brazos de Naruto soltaron a Neji cuando vislumbró a su cachorro en los brazos de Sai. Se acercó hasta arroparlo en los propios. El bebe de inmediato se prendió a su padre. Naruto disfrutó de su aroma.

Para todos fue claro que el rubio adoraba a su cachorro.

—Acepto su amabilidad, Naruto-sama. —Respondió Neji siendo brutalmente ignorado por su marido.

Sin decir una palabra más, dedicando reverencias a la familia principal se retiró con sus siervos. En su fuero interno juró que un día se vengaría. No sabía cuánto podría tardar aquello, pero estaba seguro que lo haría, de una u otra forma.

Naruto ordenó a los siervos abandonar la estancia. Itachi aprovecho para también retirarse de la sala junto a Sai luego de saludar adecuadamente al esposo de su hermanito.

Cuando finalmente se encontraron solos, Sasuke se dirigió hacia el exterior, con sus brazos cruzados sobre su pecho. El rubio se acercó y con el brazo libre le atrajo por la cadera. Azuzado por la pasión, besó su mejilla y luego lamió su cuello.

 —Déjame, tonto. — Se removió entre el abrazo.

—Vamos, Sasuke. ¿Por qué te molestas conmigo?—Dijo sin soltarlo.

— ¿Y me lo preguntas? ¿Así va a ser toda mi vida? ¡¿Recibir a tus esposos y concubinos para rogarme que te mande a follarlos?!

— ¡Sasuke!

—Eso es lo que vino a hacer ese. —Con fuerza se libró del brazo de su esposo.

Naruto se carcajeó. Nuevamente se acercó a Sasuke, le acarició el mentón con ternura.

—No quisiera que fuera de ese modo, pero son parte de tus deberes. Pensé que lo sabías ´tebayo.

Cuando tuvo a Hinata de primera esposa, antes de su primer aborto, él se divertía con cuanto omega o beta le pareciera atractivo. Pero Sasuke lograba eclipsar a cualquiera. No creía ver más hermoso a alguien que a su azabache.

—No era lo mismo cuando era solo tu segundo esposo. —Expuso Sasuke.

— ¿Me amabas menos?´tebayo.

Intentó que la mirada de Sasuke no le rehuyera. Era un momento crucial, necesitaba confirmar los sentimientos de su esposo.

—Nunca he dicho que te amé. —Aclaró el otro.

— ¿No lo haces?

—Tampoco he dicho que no lo haga. No pongas palabras en mi boca, baka.

El rubio mimo la oreja felino de su esposo con deleite. No escuchó las palabras que necesitaba, pero estaba seguro que era cuestión de tiempo. Sasuke era sincero y directo, cuando este se sintiera listo, obtendría esas palabras tan ansiadas. Le dirigió una mirada analizando cada parte de su cuerpo: Todo en Sasuke era perfecto.  

—Ya te lo he dicho una vez, Sasuke, pero debo de tener más esposos. Tanto tú y yo debemos tratarlos con dignidad. Es más, puede que se vuelvan amigos´tebayo.

Sasuke arqueó su ceja. Odiaba salirse fuera de su interpretación. Normalmente se comportaba de acuerdo a su papel como noble, pero con Naruto había adoptado el papel de esposo realmente enamorado, celoso y posesivo. ¿O quizás no estaba actuando? A veces la línea entre sus reales sentimientos y los actuados era muy delgada.

—Si otro de tus esposos viene lo correré. —Advirtió molesto.

—Sasuke…—Intervino entre avergonzado y cansino. No era un tema que pudiesen ignorar.

—Bien… pero no me pidas que sea amable con Neji. Quizás tolere a los otros pero no a Neji.

—Entiendo…y creo que papa estará más que de acuerdo en que no se acerque a ti y nuestro hijo, no te preocupes.

El omega se dejó abrazar. E imaginó, si todo no fuera acabar dentro de poco… ¿Realmente podría soportar tener que compartir un esposo al que el destino ha otorgado con otros? ¿Realmente sería feliz tomando té con el harem completo de Naruto? ¿Sin sentir que alguien le pertenecía solo a él? ¿Sin poder controlar su intimidad y natalidad? ¿Sin poder criar a su hijo como él quisiera? ¿Sin poder salir al bosque cuando lo deseara? ¿Olvidar que era un shinobi? Saber que su esposo iba a la guerra a someter otros clanes y destruir su forma de vida…no...no podría.

Una parte de su alma estaba enlazada a Naruto. Lo sentía través de aquel abrazo que le otorgaba, en su aroma masculino, su aura tibia como un sol de tarde,  en el contacto de sus cabellos en su mejilla pues le besaba el cuello. Pero la otra parte pertenecía a su ser real, a Sasuke Uchiha, shinobi despiadado. Y no estaba dispuesto a renunciar a su lado ninja, aunque destruyese parte de su alma en el proceso.

………………………………….

……………………………………………….

El despertar fue doloroso, se sentía agotado físicamente, pero sobretodo emocionalmente. Como si hubiera tenido una misión difícil en donde alguno de sus compañeros hubiera fallecido. Deseó quedarse recostado, pero luego una parte suya le recordó que no podía permitir que su omega terminase perteneciéndole a otro.

—Cálmate, Obito, aun tienes algunas heridas abiertas. Ni que decir de los golpes.

—Mikoto ¿Dónde está Kakashi?—Preguntó con urgencia.

La sacerdotisa y sanadora se mantuvo firme, recostándolo nuevamente. Pero la pasión de alfa llegó a su mirada. Fugaku sintió como su hermano intentaba intimidar a su omega, por lo cual desplegó su aroma y presencia.

—Hermano, estamos velando por tu salud, quédate quieto.

— ¿Dónde está Kakashi?—Demandó sin poder contenerse.

—Está en su casa, ya lo he curado, se recupera de buena manera. Por el momento, Itachi y una de mis asistentes lo está vigilando para que no le suceda nada.

Obito de inmediato intentó sentarse. Iba a lograrlo a pesar del dolor que sus músculos resentían.

—Mikoto, por favor ve a verificar que todo siga bien con Kakashi.

La omega sabía que su esposo debía de tener una discusión seria de alfa a alfa con Obito, por lo cual asintió y se retiró de la habitación. Existían temas que solo entre alfas podrían comprender.

—Te ordeno que te calmes—Demandó con voz de alfa, el líder.

 El menor sintió todo su peso, pero en su instinto había la sensación de luchar contra la orden, ponerse de pie e ir por Kakashi.

—No puedes entenderme…—Susurró contrayendo los ojos por las lágrimas que pugnaban por salir. — ¡¿Que hubiera sucedido si Mikoto no te aceptaba?!

Fugaku sintió una contracción en su pecho. Sin Mikoto a su lado consideraba que no podría haber llevado la carga de ser el líder del clan. Ella era su compañera, su soporte, su alegría y hogar.

—Es cierto, hermano, no puedo comprenderte. Yo tuve la suerte de que mi omega destino fuera parte del clan y que se enamorará de mí. —Soltó—Sin embargo, si ella no me hubiera aceptado, simplemente velaría porque el alfa que escoja la cuidase.

— ¡Mentira! No podrías, no es posible... No entiendes…cada vez que lo veo me duele no poder tocarlo, su aroma me quema. En cada maldito instante estoy preocupado porque este bien. Ardo de celos, me corroe hasta perder la razón. Es doloroso. Y ahora si se casa con aquel…

—Lo sé

—No lo permitas, hermano. —Rogó Obito cual niño pequeño.

A Fugaku le dolía ver su hermano con la desesperación tatuada en el rostro. No se trataba de un simple capricho. Todo lo que Obito manifestaba era el llamado de la pantera alfa que vivía dentro de él, esa parte animal que no comprendía porque no podía amar a su pareja destinada.

—Tú puedes impedirlo, ponerle como condición que se case conmigo. Yo sé que le gusto. Cuando paso eso, lo sentí.

—Debes de ser fuerte, Obito. Así tú le gustes o él sepa de vuestro vinculo, ha tomado una decisión. Como líder de su propio clan, yo solo puedo respetar y hacer honor a nuestro juramento.

—Si se casa conmigo uniremos ambos clanes—Apuntó esperanzado.

—Ese tipo de movidas no las hacemos nosotros. Unir dos clanes por medio de un matrimonio forzado solo trae rajaduras a la larga, no sirven.

—Pero Mikoto era hija del sacerdote anterior y tú del líder.

—Pero nuestro matrimonio no fue planeado ni forzado. El destino así lo quiso. —Resolvió Fugaku.

—Es lo mismo con nosotros. El destino nos quiere juntos para unir ambos clanes.

—Esto se ha vuelto enfermo. De ninguna manera voy a obligar a Kakashi a casarse contigo. Es libre de escoger su compañero y si solicita la venia espiritual y el registro, Mikoto y yo lo atenderemos.

—Eres cruel. —Susurró con la derrota dibujada en el cuerpo.

—Escucha, Obito, compórtate con dignidad. Eres mi hermano, mi segundo al mando y protegerás a mi primogénito en su primera misión, te necesito cuerdo y fuerte.

—No puedo…lo necesito

—Obito ¿Puedo confiarte a mi hijo y mi sobrino?

No hubo respuesta.

— ¡¿Puedo o no?!

El gruñido despertó a Obito de su ensoñación y su lastima por sí mismo. Asumir a su pareja con otro, no podía hacerlo pero era su deber. Sus sobrinos lo necesitaban, su hermano también. Tenía que apartar esa quemante desazón que le embargaba cada vez que el rostro de Kakashi llegaba su mente.

—Tienes razón, hermano. No puedo descuidar a Itachi. Sasuke también me necesitará.

—Así es. Por el momento le diré a Mikoto que te subscriba un te calmante. ¿Crees poder llevar la misión junto a Kakashi?

—No me subestimes tanto, hermano. Lo haré. Además Kakashi usara el odorante. Una vez que lo marque su alfa yo perderé interés en él.

Fugaku sabía que no era verdad. Era cierto que cuando un omega era marcado se volvía menos atractivo para los otros alfas, y que de cierta manera evitaba que alfa y omega pudieran copular con otros, sin embargo eso no se aplicaba cuando aún existía su pareja destino.

Obito lo prevenía, aun así, debía de guardar esa esperanza, planeaba sumirse en muchas misiones cuando Kakashi se case. Tenía miedo de perder el control, incluso si su hermano se lo ordenaba con voz alfa.

 

…………………………..

 

—Yo estaré para ti, Itachi.

Entonces los miedos dentro del joven omega se disiparon. Se enfrentaba a uno de los peores temores de cada shinobi Uchiha, su primera vez abandonando la aldea. Shisui iba a acompañarle, estaría a su lado cuando sus ojos vieran la oscuridad de sus vidas.

Sus manos se entrelazaron con las de su primo, este hizo presión. El joven omega se  sintió confortado y acompañado. No atravesaría esos muros solo. El mayor se acercó hasta juntar sus frentes y aspirar su suave aroma. Itachi hizo lo mismo. Muy juntos, el calor de sus cuerpos se confundía el uno con el otro.

—Ni-san…—Interrumpió el momento una suave voz.

Sasuke ingresó a la habitación de su hermano, mientras se sobaba los ojos, somnoliento. Frunció sus labios cuando vio a los dos tan juntos. De inmediato pidió ser cargado, alzando sus bracitos. Itachi no dudo en hacerlo. Le apretó contra su cuerpo, mientras el felino menor se acurrucaba contra él, sobando sus orejas en el mentón de su hermano.

—Mi pequeño Sasuke ¿serás un buen niño mientras estoy de misión?—Le preguntó dejando flotar su aroma dulzón.

—Lo seré, ni-san, cuidaré de mama mientras no estas. —Anunció muy orgulloso.

—Gracias. —Le sonrío mientras le daba un toquecito en su frente.

—Sasuke-chan, yo te prometo cuidar de tu hermano en la misión.

El Uchiha mayor abrazó a ambos hermanos, embargándoles de su aroma protector. Los dos omegas sonrieron, agradecidos de la protección del alfa.

—Shisui-san, muchas gracias.

Los tres se quedaron abrigados en el abrazo conjunto durante un largo tiempo. Hasta que Kakashi tocó la puerta anunciando que era hora de partir. La noche había entrado en su esplendor y el momento de cambiar la historia llegaba. Aquella que no se escribía en los libros oficiales que era conducida por sujetos anónimos como ellos.

Para esa misión solo se necesitarían seis personas. Las cuales eran Kakashi y Obito, dos betas, Shisui e Itachi. Los adultos que acompañarían a Itachi estaban listos, esperando fuera de las estancias de la familia principal. Mikoto había terminado el ritual con cada uno.

Luego de arropar a Sasuke, Itachi finalizó de vestirse sobre el tratamiento que había hecho su madre cubriendo su aroma por completo gracias a un ungüento especial. Al quedar listo le otorgó un beso a su madre en la frente, y posteriormente una venia a ella y su padre. Junto a sus camaradas de misión abandonaron las murallas que les daban su anonimato.  

A través del bosque negro avanzaron hacia donde su misión tenía lugar.

Itachi saltaba de rama en rama con facilidad. Su corazón se aceleraba no por el cansancio sino por la expectativa de lo que vendría.  De momento en momento, observaba el porte de Shisui. Al hacerlo, su corazón se calmaba, su cuerpo entero perdía tensión. Tenerlo tan cerca le transmitía protección, a pesar que no podía sentir su aroma.

Delante de los más jóvenes saltaban, Obito y Kakashi en completo silencio, pero con una evidente incomodidad. Ninguno se había dirigido la palabra más de lo necesario antes de la misión y ello no parecía cambiar en un tiempo cercano.

 Ambos se concentraron en sanar las heridas que se infringieron durante todo el tiempo previo. El alfa no sabía si debía de disculparse o qué decirle al omega. Tenía una promesa consigo mismo y a su hermano, pero, por momentos se preguntaba si no era su última oportunidad. No deseaba vivir arrepentido.

Todos en la comunidad Uchiha estaban enterados del despliegue de poder de Shisui. Era uno de los temas más comentados entre ellos. Pero, había otro aspecto que quedó claro para el clan: la evidente atracción y equilibrio de fuerzas que eran Obito y Kakashi. Compararon su pelea con los duelo de apareamiento que toda pareja alfa-omega Uchiha debía de pasar antes de casarse y enlazar sus vidas. Y es que  para las panteras Uchiha solo una pareja equilibrada en fuerza – si ambos eran shinobi- estaban destinados al éxito. A diferencia de un duelo entre una pareja solo equiparada, la de Kakashi y Obito había sido espectacular, demostrando la consonancia de sus seres a un nivel que solo podía aclarar que ambos eran destinados. Por ello, causaba murmuraciones que ambos no estuvieran saliendo formalmente.

—Alto—Anunció Kakashi.

Kakashi era el comandante de la misión. Fugaku confiaba en su inteligencia y control, más que en su hermano mismo. El omega se sentía halagado por ello. Por lo mismo, se esforzaba en cumplir cabalmente cada misión.

A su voz, todos se reagruparon de inmediato en un árbol. Kakashi había aprendido a sostenerse en los árboles gracias al tiempo viviendo entre los Uchiha. Obito le observó de reojo, admirando secretamente lo habilidoso que era su pareja destinada. Desearía lanzarle un cumplido, pero estaba seguro que recibiría un rechazo. Tenía una promesa que cumplir con su hermano, por lo cual debía de ser lo más serio posible.

— ¿La misión no es de espionaje verdad?—Interrumpió Itachi.

—En realidad sí, pero existe otra misión, Itachi. —Respondió Kakashi sereno.

—Nuestro cliente es el mismo Danzo. —Aportó Obito.

— ¿El intermediario de los shinobi?

—Así es. Ha habido varias emboscadas a grupos shinobis. Nuestra misión es asesinarlos y averiguar de qué clan es. Debe haber un motivo. —Agregó el alfa mayor.

Los más jóvenes asintieron.

—Sin embargo, debemos de tener cuidado. —Intervino el peliblanco. — Estoy seguro que Danzo tiene interés en saber con quienes hemos hecho trato Yamato y yo. Ustedes siempre han accedido a misiones gracias a Nekoma, pero él ha empezado a sospechar. No le gusta las asociaciones grandes entre clanes shinobi, le quitan poder.

Tanto Shisui como Itachi tomaron la explicación con serenidad. Estaban capacitados para no exaltarse ante las sorpresas o el peligro.

—Entonces, ahora se trata de atacar a quienes planean emboscarnos y cuidar de nuestra identidad por sobre todo.

—Así es. Ten en cuenta que nuestra misión contra el señor de la guerra del clan Sarutobi es al amanecer. —Explicó Kakashi

—Entendido.

Una de los métodos más usados por los felinos era trepar a las ramas más altas, donde otros ninja no podían alcanzar, de esa manera podían vigilar y asaltar a quienes quisieran. Los Uchiha iniciaron a trepar a las ramas más altas. Kakashi se esforzó lográndolo con los kunai. De los betas Uchiha había aprendido a como trepar sin la naturaleza felina reinante. No era igual al talento innato de Obito, Shisui e Itachi pero su destreza era destacable.

Después de unos momentos, notaron a un grupo llegar. Sus respiraciones se silenciaron de inmediato.

Sus objetivos treparon los árboles. Otro grupo de shinobi apareció caminando por entre los arbustos intentando ocultarse. Esa era la manera en que la mayoría de los shinobi comunes se movía. Se trataba de un grupo pequeño. El grupo que había trepado alistó sus estrellas para lanzárselas al que permanecía en tierra.  

Kakashi con señas ordenó a Itachi iniciar el ataque. El menor tragó en seco. Era su primer acto violento real. Sin temblar se puso de pie sobre la rama, alistó sus kunais entre sus dedos y con elegancia los lanzó dando cada uno en la nuca sus blancos. Solo a uno le disparo en el brazo, desarmándolo. Obito se lanzó de inmediato a atraparlo y taparle la boca para evitar que grite.

El conjunto que permaneció en tierra alzó la cabeza. Ellos observaron el ligero movimiento entre las ramas. Su líder, inteligentemente, ordenó correr. Los shinobi no se metían en los negocios de otros si no les pagaban. Y siempre trataban de evitar confrontaciones innecesarias.

Cuando los otros se dispersaron, los Uchiha cayeron elegantemente desde el árbol.

Obito aún tenía atrapado al líder con fuerza. Con una de sus garras le arrancó la píldora que todo ninja guardab por si caía en manos enemigas. Necesitaban información.

— ¿De qué clan eres?

El sujeto se mordió la lengua. Sangre brotó de su boca, pronto inició a lagrimear mientras se ahogaba en su propio fluido. Obito intentó voltearlo para que no muriese pero fue demasiado tarde. Al parecer tenía un veneno que se activaba con la sangre. Los shinobi siempre contaban con artimañas para no ser torturados por sus secretos.

Itachi intentó girar su vista, pero su primo apoyo su mano en su hombro dándole soporte.

Kakashi parpadeó varias veces ante la imagen. Pensó en que si hubiese muerto no hubiera logrado que su clan permaneciera seguro. Sin embargo, sabía que había sido suerte y obra del destino. De haber sido atrapado por otro clan que no fuera el Uchiha, hubiese muerto violado y torturado. Se preguntó ¿Acaso habría sido salvado de no ser el omega destino de Obito? Prefirió no continuar con esa línea de pensamientos innecesarios.

El alfa mayor quitó la mantilla que cubría el cabello del sujeto recién fallecido.

—Blanco…—Susurró—Orejas de felino.

— ¿Acaso será el desaparecido clan de las serpientes?—Murmuró Kakashi más recompuesto.

Los otros betas permanecían en los arboles vigilando los alrededores.

—Puede ser.

Obito guardó en un pañuelo la píldora.

—Esto tiene que analizarlo Mikoto.

—Ha, Ki, lleven el cuerpo al clan.  Si es el clan de las serpientes debemos estar seguros. Nosotros cuatro seguiremos con la misión de Itachi. —Aceptó el peliblanco.

— ¿Necesitará refuerzos?—Preguntó inclinado el beta.

—No. Si no regresamos en tres días, que Kagami y ustedes salgan a buscarnos. Tomen el mismo rumbo planeado.

—Sí, señor.

Acomodaron el cuerpo del suicida en la espalda de Haruto. Ambos betas se elevaron a los árboles y regresaron por el camino del que habían venido. Obito, Kakashi, Shisui e Itachi volvieron a los árboles para continuar la misión, tomando el sentido contrario que sus compañeros betas.

Tanto Kakashi como Obito estaban estremecidos de solo pensar que aquel clan tan peligroso haya sido contactado para destruir a otros clanes. ¿Pero quienes podrían haberlo contactado? Iban a tener que averiguar más de estos pronto.

Justo al amanecer llegaron a las tierras del clan Sarutobi. La misión sería larga y tomaría aptitudes necesarias en un ninja de alta categoría. Debían investigar qué tipo de vigilancia tenía el Castillo Sarutobi, su estructura, distancias, formas de invadirlo, etc. Así mismo con cuántos soldados aproximadamente contaban.

—Hay algo más. —Señaló Obito. — Se sospecha que el viejo Hiruzen finalmente va  a rendirse ante Namikaze.

—Pero siempre han sido aliados. —Apuntó Itachi rememorando todo lo aprendido en historia.

—Así es, pero siempre han mantenido su independencia. Y se ha vuelto peligroso porque tiene dos hijos alfas, el mayor ya le ha dado un nieto, igualmente alfa.  El clan que nos contactó quiere destruirlo y aniquilar a sus herederos antes que Namikaze tenga el poder de las tropas de Hiruzen. Aunque no son muchos, son valiosos, guerreros fuertes y leales hasta el fin.

—Entiendo. —Aceptó el menor del grupo un poco conmocionado.

—Tu misión es infiltrarte en el Castillo, Itachi. —Soltó de repente Kakashi.

— ¿A qué te refieres? —Intervino Shisui. —Mi padrino no me dijo nada. —Su tono era ligeramente agresivo. Sabía muy bien de qué manera los omegas usualmente se infiltraban.

—Lo es, Shisui. —Dijo Obito conciliador. —Itachi debe aprender a mezclarse como otros omegas o betas. Los shinobi somos seres que pueden transformarse en lo que sea. Itachi tiene que hacerse pasar por un asistente de Oiran.

A pesar de tener cubrebocas, los mayores podían notar la sorpresa de los menores y su confusión.

— ¿Qué? Pero...

— ¿Has aprendido a como se atiende a alguien noble no? También danza, caligrafía pintura, entre otras artes. —Intervino Kakashi. — Tres de mi clan salieron hace cuatro días y han logrado llamar la atención de un importante noble dentro del clan de Hiruzen. Así que ya deben de haber sido invitados para el debut del segundo hijo del viejo, Asuma Sarutobi. —Señaló. — Tú ingresarás con ellos como su asistente y Shisui-san como un beta de vigilancia.

Aquello tranquilizó a los jóvenes. Por un momento Shisui creyó que su primo se haría pasar por el Oiran. Lo cual podría significar tener que entregarse a alguno de los alfas. No consideraba que Itachi estuviera preparado para hacerlo. Además que le confortaba  saber que él también podría acompañar. Hace unos días, su primo aún era protegido entro de las murallas. Si era sincero consigo mismo, no estaba listo para quitar su vigilancia sobre el omega.

—Mientras tanto, Obito y yo vamos a vigilaremos  la guardia desde afuera, la distribución de la seguridad en el pueblo. Y tendremos todo listo por si tenemos que sacarlos. No se preocupen.  

El sol apenas mostraba sus primeros rayos mañaneros, ellos esperaron en cuclillas sobre las ramas. A lo lejos vieron a un chico acercarse con un costal. El omega comandante dio un silbido extraño, diferente, fácilmente confundible con uno de la naturaleza pero que fue reconocido por el joven.

Kakashi se quitó  la parte superior de su traje, dejando al descubierto sus cabellos.  Ya no blancos sino negros. Se lo había teñido, anticipándose a la misión. Aunque eso no quitaba sus evidentes orejas, sería más fácil camuflarlas que con una llamativo cabello blanco. No existían muchos clanes con tal cualidad.

El joven servidor les entregó algunos harapos y pelucas. Luego de vestirse, Shisui e Itachi marcharon con el aliado de Kakashi para meterse en la ciudad antes de que esta despertara. Era preferible no entrar todos juntos, pues debían de llamar la atención lo menos posible.

Obito y Kakashi se mantuvieron en silencio sin observarse mientras los jóvenes se alejaban. Ellos debían de esperar un tiempo más para reunirse y tomar sus papeles. Los súbditos del omega ya habían organizado todo para que pudieran desenvolverse con normalidad.

Sin embargo, aquella tensión entre ambos solo parecía crecer, causando malestar en su seres animales. Ambos estaban de acuerdo en que debían limar sus problemas y enfocarse en los objetivos trazados. Pero no eran capaces de cruzar un par de palabras. Ambos sentían una leve presión en sus pechos.

Kakashi giró su vista suavemente hacia el pelinegro. Esperaba alguna disculpa de Obito. De hecho, lo había esperado mientras se sanaba de sus heridas. Le sorprendió que este ni siquiera le visitara. Mikoto le explicó que Fugaku le lanzó un ultimátum al alfa. Lo comprendió, el debut de Itachi era importante. Él mismo lo adoraba, pero se sintió solitario cuando terminó de curarse, el día de la misión llegó y solo vio a Obito cuando se le brindaron los detalles de esta.

“Así que se ha rendido”, pensó con cierta desazón. Debería sentirse sereno, aliviado. No lo estaba. El animal interno, aquel que manifestaba el lazo con el de Obito,  constantemente le recriminaba y culpaba en sueños y sensaciones desagradables.

—Kakashi. —Escuchó la voz grave del alfa. Se mentiría si no aceptara que le gustó como sonó su nombre saliendo de Obito.

“Por fin...”

—Creo que ya es buen momento para que nosotros ingresemos a la ciudad.

El peliblanco intentó no soltar un quejido de molestia, tuvo que reprimirlo con fuerza. ¿Acaso había esperado que insistiera con sus sentimientos? Ambos estaban solos, era un momento perfecto para que se disculpase y se le confesase nuevamente.

“Así que realmente ya no…Supongo que es mejor.”

Aunque racionalmente supiera que era un éxito, la incomodidad de su parte animal se incrementó, llegando a sentir ciertas punzadas en el pecho. Sus ojos picaron y nuevas sensación de una pena extrema le invadió. No estaba bien, se sentía miserable y no podía controlarlo.

“¡Nuestro alfa ya no nos quiere!”, le habló el lobo interno omega.

Esa oración le acompañó mientras se infiltraban en el pueblo.

La aventura para los cuatro solo comenzaba. Aquella primera misión no solo cambiaría la visión de Itachi, sino que cambiaría la vida de los otros tres. Y… quizás se diera un encuentro que siempre estuvo destinado a realizarse.  

..

Itachi tuvo que ser vestido de forma refinada, como un verdadero aprendiz de Oiran. Fue una sorpresa para él, aunque tenía ropas elegantes en casa, estas estaban destinadas a celebraciones religiosas o ceremonias. Aun así, la prenda más bella de su ajuar no se comparaba a la que los oirán usaban.  

—Itachi-san debe de acostumbrase. — Comentó el omega de cabellos castaños, su sempai en esa misión — Algún día va a tener que hacer una misión como yo.

El omega vestía ostentosamente como un verdadero Oiran. Tenía varias capas de kimonos y su maquillaje creaba una máscara en su rostro difícil de descubrir. Era un personaje diferente, su mirada transmitía una sabiduría que no se lograba leyendo.

—Los omegas podemos ser más letales que un alfa porque podemos corromper su corazón. —Agregó.

Itachi parpadeó sorprendido. Sus cabellos fueron trenzados y arreglados en un moño, se le puso un peluquín de cabello natural que cubrió sus orejas. Como no debían atraer demasiadas miradas lo mejor era cubrir sus rastros animales.  

—Debes enroscar tu cola debajo del kimono. Serás el joven asistente que toca la música para que su amo baile. —Acotó su superior.

El Uchiha se  acercó al espejo  curioso por el aspecto que tendría. Nunca había sido vestido, maquillado y peinado de forma complicada. Había observado retratos de artistas famosos, y se había arreglado para las festividades del templo, pero nunca buscando llamar la atención. Al llegar frente al espejo,  quedó sorprendido de la imagen que proyectaba. No aparentaba la edad que poseía, lucía como alguien mucho mayor.

—Itachi, yo también estoy listo.

Shisui enmudeció ante la imagen de su primo. Ambos se vieron de diferente manera y no pudieron evitar avergonzarse. La omega junto a los otros rieron audiblemente ante la adorable imagen que representaban ambos.

—Te ves increíble. —Susurró cubriéndose la boca Shisui. Un sonido extraño quería escapar de su garganta.

—Tú también.

El alfa estaba vestido con un kimono elegante de cuadros negros, propio del vigilante y guardián de una oirán;  sus orejas y cabello estaban escondidos debajo de una peluca  de cabello natural. Estos eran artificios que algunos artistas no tan agraciados utilizaban para acelerar el arreglo en medio de una obra teatral. Los shinobi debían de usar cualquier técnica que les permitiese mutar.

Ambos, alfa y omega podrían haberse observado por horas, sin atreverse a tocarse por miedo a que la imagen frente a sus ojos se desvaneciera. Sentían una fascinación por el otro que no podrían poner en palabras. Solo percibieron que el calor corporal había subido. Para Shisui e Itachi fue difícil doblegar a su cola y orejas para que no se moviera. Shisui se sentía a punto de arrodillarse ante la presencia celestial de su primero menor  e Itachi ante un gran señor.

—Nos hicimos pasar por una compañía que está de paso pues se dirige a petición a otro pueblo. —Interrumpióel intercambió tierno el superior omega. Este sabía que si no lo hacía nunca iniciarían con la misión. —Pero como llamamos la atención del señor vamos a animar su celebración.

El omega sintió el aura protectora de Shisui para con su primo, sonrío enternecido. Era tan extraño encontrar a una pareja alfa-omega junta desde el inicio.

— No te preocupes, Itachi, yo me encargare de entretener a los señores. —Intervino el joven. — Tú debes de observar y grabar en tu mente cada puerta, alcoba y demás. Aun mientras tocas el shamisen debes apuntar a todas las personalidades que estén presente y que trato hay entre ellas.

Itachi asintió firme. Se sentía un poco nervioso, pero no se permitiría manifestarlo. Era su primera misión y debía de aprender de todos quienes colaboraban. La infiltración era algo que solo se podía ejercitarse a totalidad en misiones como esa.

 

……….

Lograron ingresar al Castillo Sarutobi sin mayor problema.

 Itachi sintió cierta comezón en sus orejitas pero no dejó que eso le distrajera. Caminó detrás del oirán, mientras Shisui le llevaba de la mano. Aquello le causó una sensación desagradable pero pronto decidió olvidarlo. Levemente miro hacia los lados apuntando cuantos guardias registraban la puerta trasera que era por donde eran recibidos los artistas. Les llevaron a una habitación y allí permanecieron alistándose hasta la celebración secreta.

De igual forma, ingresaron como en especie de procesión de forma totalmente elegante con la cabeza en alto. Shisui nuevamente llevó a la omega del brazo, cuidando que no cayera, cumpliendo su papel perfectamente.

Itachi se dio cuenta como su superior se convertía rápidamente en el objeto de deseo de los alfas y betas del lugar. Él tenía razón. En ese momento todos los señores pudieron ser tomados desprevenidos. Nunca olvidaría la lección impartida por aquel omega: No eran necesarias las armas para destruir a alguien.

Pronto el omega menor tomó su lugar en el escenario dispuesto y preparó su Shamisen. Paseó su mirada por su público, descubrió unas cabelleras rubias que llamaron su atención. Eran del clan Namikaze. De hecho,  Minato Namikaze estaba ahí junto a su joven y debutante hijo Naruto, sus dos generales alfas también se encontraban a sus costados. Se sintió curioso por ellos, pues dentro de su clan solo existía gente con el cabello negro. Nunca había visto un rubio tan destellante, casi como los rayos del sol o el oro mismo. Su boca se abrió anonadada por la belleza de ellos.

No se detuvo demasiado. Continuó girando su mirada hacia los otros, apuntando mentalmente símbolos, clanes y rostros.

Al otro lado, observó que Shisui también lo hacía. Su primo no lo observaba pero deseó que lo hiciera. Su corazón latió acelerado ante la presencia brutal de cada alfa. Sus aromas estaban desplegados buscando domarlos. Y, entonces, su primo acudió con sus ojos serenos a calmarle. No hizo falta sentir su abrazo, solo que le devolviese la mirada con tanta ternura. La valentía llegó a través de aquel contacto lejano.

Como un maestro resonó su Shamisen suavemente, acompañando a cada paso que el gran Oirán daba. Nuevamente notó como todos caían deslumbrados por él. Lo deseaban, comprendió. Podía afirmar que solo Shisui era el único alfa que no cayó rendido ante su magnífico encanto.

La celebración se extendió. Presenció como todos parecían liberarse de la tensión, y se sumían en sus bajos instintos. El Oirán fue solicitado por varios de los presentes, pero ellos debían contentarse con  siervos pues él estaba reservado para el hijo de Hiruzen.

El joven shinobi paseaba su mirada por el lugar, observando como todos caían en la lujuria sin reparo. Pronto los besos entre señores y siervos se volvieron comunes, de reojo observó como uno de los guerreros tenía sentado a un omega en sus piernas; le metía una de sus manos por debajo del kimono. Su madre le explicó lo que sus ojos no habían conocido aún, pero era diferente. Sus mejillas se encendieron y el calor trepó por todo su cuerpo.

 Luego de unas copas más,  los generales fueron llevados por los asistentes a lugares más reservados. Incluso el joven hijo de Minato, Naruto Namikaze,  terminó siendo llevado por una entre risas. Probablemente fuera su primera vez tomando en ese tipo de eventos.  Itachi tenía entendido que aquel joven era incluso menor que Shisui. Ello  no parecía importar para ser estrenado en las artes amatorias.

 Mientras tanto el líder del clan Namikaze lucía más sosegado. “Él es una presa más difícil”, pensó el felino.

—Es muy joven, señor. —Escuchó a su superior comentar.

Levantó la mirada. Un rubio, no el gran jefe Namikaze, preguntaba por él. Sintió un estremecimiento desagradable. ¿Acaso debería acostarse con él? Se le escarapeló el cuerpo. No deseaba eso, ni siquiera sabía bien como era yacer con un alfa. Más que eso, no había recibido ni brindado un beso. Aspiró y exhaló con fuerza, debía de mantener el autocontrol.

—Lo siento, amo, está en entrenamiento. — Sonrió el Oiran.

El rubio torció su gesto, tomó del brazo al joven, acercándole. Estaba ebrio. Y, su orgullo de alfa se había encaprichado con el niño.  

—Creo que eso no lo puedes decidir tú. —Gruñó. — Quiero a ese niño. A mí no me parece tan joven. —Sonrío deseoso de tocarle de una buena vez.

El felino nuevamente se obligó a dominarse, sin embargo, estaba a punto de liberar su aroma por el peligro.

— Y si lo es, deseo estrenarlo ¿Cuánto deseas por él?—El alfa rubio jaloneó al joven Oiran, quien simplemente se mordía la lengua para no defender a quien consideraba un cachorro.

—Mi señor, aún no está a la venta. Le será decepcionante en el lecho, se lo aseguro.

El muchacho disfrazado de oiran estaba nervioso y furioso.  No sabía cómo librar a Itachi de aquel sujeto sin ser agresivo. El hijo del general Hiruzen aún no regresaba por él.  No podía creer como aquel alfa podía tener esa mirada tan desagradable por alguien tan joven como Itachi.

El silencio tenso se extendió. El Uchiha se levantó no sabiendo cómo hacer desistir a aquel alfa. Al otro lado, Shisui se percató de lo que sucedía, así como que el suave aroma de su omega se iba liberando.

Finalmente, el alfa soltó al Oiran. Se veía en su gesto que nadie iba a interponerse en su deseo. 

—Hay más bellezas por aquí—Interrumpió una voz profunda. —Deja al niño libre.

El gran alfa que había requerido a Itachi giró su mirada hacia el alfa que le detenía. Un gruñido agresivo escapó de él. Antes de intentar dar un golpe, se detuvo. Quien le estaba deteniendo era su líder, el reconocido Minato Namikaze. Se inclinó ante su superior, no dispuesto a jugarse su cabeza por una calentura sin importancia. Antes de alejarse le dedicó una última mirada lujuriosa a Itachi.

Minato explayó un poco de su aroma sorprendiendo tanto al Oiran como a Itachi. Sin dudarlo bajaron sus miradas por respeto.

—Muchas gracias, Namikaze-dono, por su amabilidad.

Itachi simplemente inclinó más su cabeza, dejando que su sempai se encargase de hablar.

—Hay bestias que no saben esperar a que un brote florezca. No saben que cuando lo hagan tendrán la mejor de las vistas y podrán deleitarse con un aroma único.

Su aroma era como el de la montaña en verano, con cierta calidez pero también con una advertencia de ferocidad. Así como en una montaña, se puede obtener un lugar apacible para descansar, también arriesgar la vida.

A cada segundo el aroma y su presencia se hacían más agresivos. El Oiran notó que a pesar de sus palabras el líder Namikae había fijado sus ojos en su “joven aprendiz”.

— ¿Mi señor?—Intervino el Oiran.

El Líder Namikaze mantuvo clavada su mirada en el menor. El mismo se sorprendió de querer descubrir el aroma de aquel omega. Lamentó que el destino de aquel chico fuera repartir sus favores a todo aquel que le pagase lo suficiente. No podía ver su rostro con claridad, pues lo tenía inclinado hacia abajo, además que estaba pintado de blanco.

Minato dio algunos pasos hacia él. Alzó la mano como deseando tocarle.

—Disculpe la intromisión, mi señor. El oirán debe retirarse para prepararse. Su asistente debe ayudarle con su traje.

Shisui estaba inclinado, con las rodillas en el suelo de tatami. El alfa olfateó un poco notando que ningún aroma provenía del siervo. Asintió y se dio la vuelta.

Cuando oyeron los pasos del líder perderse por el siguiente pasillo volvieron a respirar en paz. Había sido un momento en el que el alfa Uchiha tuvo que calcular la mejor opción para proteger a Itachi sin dañar la misión.

Pronto se  retiraron a la habitación designada. Pero no se dispusieron a dormir, debían de alistar  al omega Oiran. Se le vistió con  ropajes menos pesados y sus cabellos soltados. Su imagen era indecente para cualquier etiqueta. Sin embargo, esa noche justamente había sido contratado para avasallar el fuego del segundo hijo de Hiruzen.

—Como te dije, seré la distracción. —Le indicó a Itachi. — Ustedes dos deben de recorrer cada callejón de este lugar y apuntar.

—Supongo que nuestro cliente tiene la intención de asesinar al hijo del líder del clan Hiruzen. —Opinó el felino.

—Probablemente, pero no es nuestro problema. Solo fuimos contratados para hacer un mapa inmejorable del castillo, el pueblo y demás. —Respondió calmado.

—Tú vas a…—Comentó el menor con cautela.

­–Sí, Itachi, tendré sexo con el hijo. —Comentó con simpleza y sin darle la importancia que Itachi creía tener a un acto tan íntimo.

Bajó la mirada un poco intimidado y avergonzado.

—Pero… no es algo que tú debas de preocuparte. Aprenderás con los años. Contrólate.

Después de quedar listo, un siervo del joven al que atendería llamó. Shisui abrió la puerta y ayudó al Oiran a avanzar hasta la habitación que se había designado para el acto. Itachi quedo solo.

Su respiración era agitada, su mente confusa. Sin poder evitarlo comenzó a llorar. No sentía tristeza por el joven, tampoco temor. Simplemente eran demasiadas emociones para procesar. Preguntas innecesarias corrían de un lado para otro en su mente. “¿Cómo él le haría frente a un problema así?” “¿Podría enfrentarlo?” Su sempai iba a acostarse con un joven al que probablemente luego su cliente enviase un escuadran a asesinar. “¿Acaso no existía algún tipo de gusto por quien tienes intimidad?” Sabía que era mentira, una simple ilusión infantil aquella creencia. Por ello mismo existían las Oiran, cortesanos y cortesanas bien vestidas que atendían en todos los sentidos a sus clientes, así como ellos vendían sus habilidades de espionaje y asesinato, ellos cobraban por su belleza y talento ¿Qué de malo había de ello? Brindaban un servicio útil al fin y al cabo.

“Algún día tendré que hacerlo, supongo” “Fingir amor, deseo cuando solo quiero información o debilitarlo”

La fragante esencia de Shisui ingresó a la habitación, la inhalo como adicto, intentando que aquello parase su llanto sin control ni ritmo.

—En lo que a mí respecta nunca tendrás una misión así. —Susurró Shisui.

—No podrás evitarlo…—Susurró Itachi ronco por el llanto.

Haciendo honor a su clase, el alfa se desplazó a una gran velocidad. En un segundo tuvo envuelto en sus brazos al omega. Cerró los ojos, deseando poder rodearle de esa manera por siempre. El menor se aferró a él depositándole toda su ansiedad por su futuro y el de todos.

—No tendrás que hacerlo. Hay otros…

—Pero si es por el bien del clan, yo…

No reprochaba los actos de su sempai, pero no dejaba de parecerle tan aberrante capturar el corazón de alguien solo para luego aplastarlo. Quizás era peor que clavar una estocada con su kunai. Era el veneno más letal y torturador.

—Entonces aun así yo te abrazaré, te adoraré con cada parte de  mi ser. —Anunció con una voz que caldeó todo el cuerpo del menor.

— ¡Shisui!—Itachi subió sus manos a la nuca del otro y se refugió en su pecho, sintiéndose inmejorablemente a salvo. No solo de males físicos sino de su propia moral y cuestionamientos.

—Llora todo lo que necesites. Fue por esta razón por la que vine a este mundo antes que tú, para ser más grande, experto y fuerte. Para abrazarte cuando te arrepientas de nuestros pecados. Siempre será así, cada vez que te sientas asqueado de lo que somos puedes venir y refugiarte conmigo.

— ¿Solo somos este mal, Shisui? ¿Acaso merecemos cada emboscada que nos tratan de hacer?

—Mi primo, recién abres los ojos a la oscuridad. Tendrás que encontrar tu propia respuesta, pero yo la hallé cuando regresaba a la aldea y los veía a todos sanos, pero también cuando veía la crueldad de las guerras.

El chico se aferró con sus garras a la yukata del mayor. Aspiró nuevamente con fuerza su aroma, acurrucándose hasta caer en una especie de trance. Creyó que ni siquiera su padre o madre podría calmarle tanto.

—Gracias, Shisui.

Separó su rostro del pecho del otro. Se sentía tan cómodo que le gustaría dormir de esa manera, pero no era el momento. Había una misión que continuar.

Gracias al llanto las mejillas y ojos de Itachi estaban rojizos, su rostro húmedo y su labio levemente mordido por sus propios dientes. Y aun así para el alfa fue una imagen tan bellamente tallada que contuvo el aliento.

No pudo más, se rindió ante sus impulsos. Shisui tomó del mentón el rostro de su primo y  besó su boca, simplemente chocando esta con la suya. Aún era demasiado pronto para un beso real.

—No…

Se separó del omega.

—Lo siento ¿Me odias?—Preguntó con dolor.

—No pero…—Comentó Itachi confundido.

—No lo volveré a hacer si tú no lo deseas, pero es verdad lo que dije. No importa lo que suceda siempre será tu aliado y compañero.

Sus palabras escarbaron en lo profundo del corazón del menor. Se sentía indestructible si Shisui le ofrecía su lealtad por siempre. Así que simplemente asintió, se repuso y le regaló una sonrisa. Posó su cabeza nuevamente en el pecho de su primo. Shisui le rodeó, deseando que nunca tuviera que hacer una misión como la de aquel omega, aunque sabía era demasiado pedir.

—Vamos a terminar el trabajo. —Susurró Shisui.

Ambos se alistaron como si estuvieran en el clan, cubrieron cada parte de su cuerpo de negro. Abandonaron la habitación por la ventana e ingresaron por otro. La mayoría de pasillos estaban en penumbras. No presentaba mayor problema para ellos pues sus ojos regalados por su Dios Pantera podían ver en la oscuridad.

Se pasearon como sombras, cubriéndose detrás de sus enemigos sin que se dieran cuenta. La mayoría estaba ebrio o demasiado cansado después de los encuentros sexuales de su compañero de turno. Así que no presentó mayor problema el recorrer el Castillo. Memorizaron pasillos, posibilidades de entradas, ventanas y demás.

Antes de amanecer, estuvieron de vuelta a la habitación que se le había asignado a la Oiran.

Luego de darse un baño por separado, sin mencionar palabra alguna se cobijaron bajo una misma manta y durmieron en un mismo futon. Envolviendo brazos y piernas, sintiéndose protegidos el uno con el otro. Los sentidos de shinobi les mantenía siempre en un estado de alerta ante cualquier estimulo externo, pero teniéndose juntos podían descansar mentalmente mejor.

 

Mientras tanto en una habitación de un prostíbulo, Kakashi despertaba desnudo entre los brazos de Obito. El cual lucía plenamente a gusto. ¡¿Cómo es qué había terminado acostándose con él?!

…………………………………….

……………..

Los días en los territorios Senju seguían sucediendo. Tanto Hotaru como Kazuo habían perdido la esperanza de que Orochimaru recuperase la memoria. Así que el omega se dispuso a llenarlo de experiencias para que iniciase desde cero.

Sin embargo, al pequeño Orochimaru las pesadillas lo acosaban sin tregua, no permitiéndole descansar adecuadamente. El joven asistente sufría gracias a recuerdos que no deseaba tener. Por un lado, recuerdos que le tentaban a recuperar su memoria; entre estos, pasajes de brazos cálidos, besos amorosos de padres y halagos llenos de orgullo. Del otro lado, existía una honda barrera que le advertía no explorar, tenía memoria de miradas hostiles, siseos de serpiente y gritos de agonía. Estos últimos le mantenían en rechazo ante cualquier posibilidad de recuerdo. No quería parecer más extraño de lo que ya era considerado por su naturaleza, por lo cual solo le contó aquellos sucesos a Jiraiya.

Entre ambos se había establecido una amistad sincera que parecía consolidarse tarde con tarde, justo después del entrenamiento del alfa y de las clases de danza del omega.

Los alfas aparte de Tsunade deberían de estar prohibidos para el pelinegro. Kazuo había permitido esa excepción porque confiaba en Jiraiya y porque el pequeño pelinegro parecía que solo con él lograba abrir su corazón. Y eso era justamente lo que ambos padres deseaban para el niño al cual tomaban más cariño.

Consideraban que para un niño viviendo en un lugar desconocido era útil sentirse protegido. Y ya que Tsunade no demostraba ningún nivel de interés, ni siquiera amical con el omega, se decidió eliminar sus encuentros como prometidos hasta que llegasen a la edad adecuada. Aunque el gran alfa Senju no lo dijera, Hotaru sabía que comenzaba a pensar si Orochimaru era una buena opción para su hija. No porque no estuviese capacitado, sino porque el niño se apegaba cada vez más a Jiraiya.

Así que el padre omega de Tsunade decidió organizar una reunión con varios niños omegas y alfas de sus amigos nobles en los cuales intentaría que su hija aprendiera a comportarse con omegas y a tratarlos correctamente. Aun no descartaba que su hija le hiciera feliz casándose con Orochimaru en un futuro.

—No entiendo porque tanto interés en que me interese en un omega. —Comentó ofuscada mientras maniobraba con la katana corta.

Jiraiya solo negó con la cabeza mientras continuaban limpiando su espada.

—Es porque tienes la edad para comprometerte con alguno. — Respondió.

—Soy demasiado joven. Ni siquiera he tenido periodo de calor y no entiendo del todo el celo de un omega. —Respondió perturbada. No le agradaba la idea de formar una familia tan pronto. Aun no deseaba separarse de su madre.

—Los omegas entran en celo a los 12 o 13 primaveras.  Los consideran aptos para ser prometidos y ser desposados a los 15. Tu madre Hotaru-sama se casó a los 14 años. Y te tuvo a los 15, mi madre de igual forma.

Para Jiraiya era muy simple el tipo de vida que se esperaba de él. No estaba del todo inconforme. Por supuesto que quería divertirse, pero su meta final era tener alguien con quien compartir su vida y, por supuesto, tener muchos cachorros. Ganar batallas perdería sentido si no existía alguien que esperara su regreso con emoción.

—Pero mi padre es mayor. —Contraatacó.

—Por eso te buscan omegas que aún son niños.

—No puedo creer que tú seas el que me esté riñendo si eras el que peor le iba en los estudios. —Mencionó ella un poco fastidiada del asunto y de que su amigo no se pusiera de su lado.

—Estudios… pero en el campo de batalla te he superado, amiga.

—Te reto a un duelo—Dijo divertida Tsunade. —He sabido que te ves con mi prometido actual. No me agrada, pero no está bien que lo veas.

La diversión de Jiraiya  se borró al escuchar “duelo”. La comprensión que tenía con el menor le era tan satisfactoria que se sentía confortado, apoyado y complementado. Orochimaru era un niño, pero supo        que sería paciente hasta que llegase a la edad adecuada para formar una familia. Había decidido retar a un duelo a Tsunade cuando llegase el momento de ser necesario. Al ver el poco interés de su amiga por el omega que le gustaba, se sintió cómodo y tranquilo. Pensó que quizá los propios padres de Tsunade terminarían rompiendo el compromiso.

—Pensé que pedirías a tus padres que rompieran el compromiso. —Intentó conciliar.

—Lo haré si tú me vences. Si yo te venzo lo aceptaré. —Comento como si hubiera hecho una gran broma. Era evidente que para ella solo era una forma de salir del aburrimiento. No era así para Jiraiya. Todo lo relacionado con el felino pelinegro era de real importancia. Lo demostró cuando su aroma se volvió más pesado.

—Como desee, Tsunade-sama. —Indicó con voz sin sentimientos.

La inclinación respetuosa que Jiraiya le regaló puso nerviosa a la alfa. Entre ellos no existían venias ni palabras formales a no ser que se encontrasen en alguna ceremonia o reunión importante. Ellos eran amigos desde pequeños, se tenían confianza. La muchacha quiso disculparse pero comprendió que tendría que afrontar la broma que le había hecho.

Jiraiya enfundó su katana y salió del recinto para llamar a uno de sus entrenadores. No iba a ser un combate cualquiera, sino uno reglamentado y legal, que quedase registrado cual era el premio a ganar.

Cuando el maestro de ambos escuchó el pedido, tuvo que acallar un quejido de asombró. Mandó a llamar con uno de los siervos al gran alfa Senju para que estuviese enterado de lo que su heredera había pactado.

Kazuo y Hotaru no tardaron en aparecer, siendo seguidos por su séquito de siervos y guardias. Ninguno tenía una mirada agradable. Todos a su alrededor le abrieron camino hasta la joven Tsunade que se acercó a sus padres con la cabeza gacha.

—Era solo una broma, padre, madre. —Dijo de inmediato un poco desesperada, esperanzada en que ellos detuvieran aquella locura.

Solo consiguió que su padre alfa contrajera su rostro lleno de indignación y vergüenza por el comportamiento de su heredera. A vista de todos, Kazuo alzó la mano y la estrelló contra la mejilla de su hija, logrando que caiga al suelo.

— Vas a enfrentar las consecuencias. —Ordenó implacable.

—Lo haré, padre. — Asintió con una reverencia.

—Vas a pelear con honor. Defenderás tu compromiso con el omega hasta el final ¿me entiendes?

—Si…

—Dilo con más fuerza y convicción.

—Sí, padre. Me lo tomaré muy en serio.  

Los cortesanos, alumnos y maestros tuvieron miedo de estar en el rango de Kazuo. La forma en que su aroma se arremolinaba a su alrededor era impactante. No existía alguien que no le temiera en ese instante.

—Kazuo-sama, que sea un duelo con espadas de bambu—Intervino un consejero sin mirarle al rostro.

—De ninguna manera. Será con katanas reales.

Cada consejero se miró el uno al otro. ¡Tsunade era la única heredera alfa del líder!

—Usaran la hoja sin filo. —Agregó. — Pero quiero que sea hasta que uno de ambos no puedan pelear. Ambos ya han debutado y conocen lo que es un campo de batalla. Además pelean por el honor de un omega de mi casa.

Todos se inclinaron obedientes.

Cada alfa dejó que sus asistentes le vistieran con su armadura de batalla, les fueron otorgados sus katanas y cada uno se puso frente al otro. Fue traído un par de bancos para el gran alfa y su consorte. Mientras los otros miembros de su guardia personal los rodearon. Tanto siervos como otros guerreros se apostillaron a los lados para observar una batalla que se previó para dentro de muchos años.

La heredera sintió las miradas de todos sobre ella. Sabía que dado su rango no se esperaba que perdiese, estaba jugando su propio nombre y respeto futuro. Lamentó haberse dejado llevar por una estupidez como aquella. Se mordió el labio inferior furiosa consigo misma.  En unos instantes, desenfundó, dando por iniciado el combate. Sintió su propio aliento chocar contra su casco protector, sus piernas temblaron levemente. Notó tardíamente que no estaba lista para pelear contra un amigo, casi hermano.

Vio con asombro como Jiraiya parecía haber aumentado cinco años como mínimo. Cada paso que dio marcó la tierra, sus hombros estaban tensos, su mandíbula endurecida y sus ojos irradiaban un fuego contenido. Parecía una muralla difícil de derrumbar. Incluso, Tsunade creyó que había insultado al mismísimo Jiraiya con su broma estúpida. 

En respuesta, Jiraya solo separó las piernas, tomó el mango de su katana con firmeza; pero no la desenfundo. Tsunade arqueó la ceja extrañada, vio a los supervisores y no entendió que debía de hacer. Había esperado un ataque con furia de su mejor amigo. Su compañero era conocido por su fuerza en batalla. Sin embargo, Tsunade era reconocida por contener una incluso mayor. Así que haciendo honor a su nombre, se lanzó al ataque con vigorosidad. Cuando estuvo a punto de darle, su amigo se deslizo a un lado girando sobre su eje, haciendo que ella cayese hacia el frente. Jiraiya volvió a girar hacia ella y con un golpe certero en la muñeca enfundada le hizo soltar la katana, aprovechando para darle otro golpe en la espalda dejándola tendida sobre la tierra.

El alfa peliblanco volvió a su posición inicial. Se veía agitado, claramente estaba conteniéndose para no lanzarse como un animal; no solo deseaba vencer a Tsunade, sino que quería impresionar al alfa gobernante.

Avergonzada, la joven heredera se puso de pie. Rugiendo, nuevamente intentó atacar al alfa. Fue bloqueada en un solo movimiento con la katana del otro. Este dio vuelta y con un rodillazo la desbalanceó, le dio la espalda. La rubia recupero el aire y se lanzó nuevamente a él; pero Jiraiya magistralmente giró y le dio con la katana. En un punto donde la armadura no llegaba a cubrir. Era un punto mortal, si la katana estuviera por el lado con filo, habría sido atravesada con brutalidad. Ella, cayó de rodillas, sin aire.

Por más que se esforzaba no pudo ponerse de pie. Dio un espectáculo que intentaría borrar los siguientes años de su juventud, pues todos la observaron minimizándolo al completo. ¿Cómo alguien tan patético podría gobernar el clan Senju?

—Jiraiya es el vencedor. — Anunció el maestro de ambos.

Varias vivas se escucharon para el alfa.  Kazuo se puso de pie. Con el rostro sereno, haciendo acopio de su mayor dignidad, se acercó al ganador y posó su mano en su hombro como muestra de apoyo.

—Has vencido limpia y magistralmente a mi hija. Te agradezco por la lección y por luchar por el honor del omega. —Felicitó con buen tono, mientras intentaba no ver a su hija que continuaba de rodillas en la tierra. —  Si aún lo deseas eres libre de cortejarlo después de su primer celo; por supuesto, siempre cumpliendo la tradición. Aunque Orochimaru no sea mi hijo de sangre, se ha ganado su espacio en mi familia.

Jiraiya agradeció con una leve venia. El líder Senju avanzó, enfrentando a todos los presentes con mirada feroz. Sabía que ese día su imagen y dignidad habían sido destrozadas por el comportamiento de su única alfa. Era imperdonable que alguien de su categoría haya exigido un duelo sin estar realmente preparada. No había presentado mayor problema para Jiraiya el vencerlo. Lo cual la reducía aún más.

—A todos les aseguro que mi hija se volverá una buena heredera o nombrare a alguien que lo sea.

Los asistentes de Tsunade tuvieron que ayudarla a ponerse de pie. Ella gruñía como un animal herido, como un león que ha sido abandonado por su manada. Así se percibóa. No sintió enojo contra su amigo, sino que consigo misma por su incapacidad.

Mientras tanto, Jiraiya se puso de rodillas clavando su katana en la tierra, inclinó su cabeza ante el líder. Por dentro estallaba de felicidad, deseaba correr como niño a los brazos de su pequeño omega.

—Kazuo-sama, déjeme aclararle que Tsunade contará siempre con mi escudo, mi espada y mi vida así como todo el clan.

—Muchas gracias, hijo. Pero Tsunade debe de madurar o tendré que encontrar alguien que herede el clan. Es mi responsabilidad como líder.

Sonrío ante el ligero temblor del menor.

—Ve con tu futuro prometido. Estoy seguro que quieres darle la buena nueva. Como cualquier omega se pondrá muy feliz.

El joven alfa asintió con una sonrisa amplia. Abandonó el patio y se dirigió a sus aposentos para asearse. Una vez vestido apropiadamente buscó al niño en el jardín interior. Como era usual ahí lo encontró, pero en vez de alimentar a las carpas como a veces lo hacía, apuntaba algo en un pergamino. La beta que siempre le vigilaba se veía ciertamente incomoda.

—Hikari-chan, puedes marcharte. —Ordenó el menor a la sierva.

Jiraiya se quedó quieto. La voz del niño no parecía provenir de este. Era diferente. No quiso admitirlo pero tenían un toque sensual.

La beta dio una leve inclinación y se marchó hacia la puerta de la habitación de Orochimaru para vigilar que nadie llegase.

—Me informaron que venciste en combate a Tsunade. —Comentó sin interés el menor.

Para incomodidad del alfa, su musa no le observaba, continuaba tomando notas en su pergamino.

— ¿Qué haces?— Intentó acercarse con cierto sigilo.

¿Acaso sentía un leve escalofrío ante la presencia del otro?

—Nada que te interese. —Respondió cortante.

—Todo lo que provenga de ti me interesará.

Orochimaru sonrío suavemente, era refinada y exquisita. Antes demostraba una educación esmerada pero aun así se notaba el niño que aún era. Todo rasgo infantil se había borrado en sus ademanes. Era un señorito en toda palabra.

—Solo estoy anotando algunos comportamientos de las carpas. Leí un libro acerca de ellos que me pareció interesante.

— ¿Interesantes?

No era un término que Orochimaru utilizara comúnmente ni mucho menos un omega. Cuando veían las carpas juntos solo señalaba lo hermosas que eran. Ese criadero se había formado espacialmente para el disfrute de los omegas del castillo. Como un entretenimiento decorativo o para que las alimentasen en sus tiempos libres junto a sus cachorros, no para que los estudiara como el omega hacía en ese momento.

—Lo son. Son bellos, sus escamas casi parecen reflejar el sol. Sin embargo son resistentes, viven de lo que le alimentamos; pero aun si no lo hiciéramos lograrían sobrevivir. Son capaces de hibridar con la carpa dorado solo para subsistir. —Nuevamente esa sonrisa inquietante. — Sobre todo, son capaces de dejar a otras especies de peces sin alimento solo para asesinarlas, de esa manera se apoderan del territorio y el alimento. ¿No crees que son grandiosos?

¿Quién había dado un libro sobre animales a un omega de la nobleza? No estaba prohibido, pero tampoco se alentaba su entrenamiento científico. A no ser que fueran hijos de sanadores no tenían por qué aprender demás. Su mayor concentración deberían enfocarse en el arte, la plática y el cuidado de sus hogares.

—Orochimaru….

—Bien...dime. Viniste porque querías anunciarme algo ¿no es así?

Finalmente el niño dejó su pergamino a un lado, aun así no le dirigía la mirada.

Los ánimos con los que había llegado se tambalearon. Su orgullo que se había expandido tanto gracias a su victoria se vio reducido y burlado.

—Yo…—Dudo.

A pesar de aquella desazón, aún sentía algo llamándole hacia Orochimaru, una sensación muy poderosa, pero también una nostalgia por algo perdido le llenó. Ese no era el mismo niño. Estaba seguro que no.

—Te he liberado de tu compromiso con Tsunade. La vencí como te prometí.

El niño parpadeó y luego elevó su rostro, giró su mirada y los ojos de ambos se enfrentaron. Jiraiya supo que el corazón de Orochimaru se había cerrado para él. No entendía como, pero estaba seguro que no volvería a ver al dulce niño del que se había enamorado. Y aun así una extraña fascinación nació  ante esa mirada analítica, fría y esa sonrisa que no encajaba en su apariencia de felino indefenso.

—Eso es perfecto, Jiraiya. —Siseó.

 

 

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El día del sagrado Omiyamairi finalmente llegó. Las personalidades más destacadas del clan esperaban afuera del templo Namikaze. Solo Sasuke, Naruto, Minato, Fugaku Itachi y Mikoto se encontraban dentro de la sala del templo para presenciar la ceremonia de bendición del heredero.

El sacerdote con su típico sombrero en punta, su túnica blanca y su báculo decorado con tiras de papel ingresó al recinto sagrado. Los padres se hincaron en el suelo mientras Sasuke cargaba a su bebe. Casi como si supiera lo solemne de la celebración, Memma permaneció quieto y sin llanto.

Los rezos y canticos iniciaron de parte del sacerdote que daba la espalda a los padres para pedir a los Dioses por protección para el niño heredero. Luego terminar con el rezo empezó a sacudir su báculo para limpiar al bebe de cualquier peligro y enfermedad. De la misma manera en como había hecho al altar, el sacerdote se acercó ante la familia y el bebe. El poderoso Minato junto a toda su familia se hincaron a aun más ante el sacerdote, bajando la cabeza hasta que sus frentes chocaron con el tatami. Poco después se aproximó una sacerdotisa omega de largo cabello rojo; con un báculo comenzó a resonar unos cascabeles sobre los venturosos padres y el cachorro.

El sacerdote los guío a acercarse ante el altar. Al mismo tiempo aplaudieron dos veces para luego dar reverencia.

La ceremonia finalizó. Antes de marcharse, la sacerdotisa los invitó a acercarse a una mesita especial que había preparado en el cual tenía el sake bendecido. Tomó este y sirvió en un recipiente elegante. Primero se le dio a Naruto para que bendijera a su hijo, luego a Sasuke. Después de terminar, ambos padres bebieron una mitad del sake. Pues el bebe era producto de su unión.

Afuera del Templo les esperaba uno de los arboles más antiguos de la región en donde colgaron el nombre del bebe que había sido escrito por la mano de Jiraiya junto a los buenos deseos de todos los miembros de la familia.

 Memma fue reconocido y bendecido como un miembro del clan Namikaze. Todos estallaron en aplausos y vivas al nuevo heredero.

—Gracias a todos por asistir al reconocimiento de mi primer nieto. —Inició Minato  con el pecho hinchado de orgullo. Finalmente tenía su tan ansiado nieto alfa, el cual crecía sano y fuerte.

— El día de hoy pasa a ser miembro de mi casa. —Giró su rostro hacia su amado nieto. — Memma Namikaze de ascendencia Uchiha, Namikaze y Uzumaki, espero que crezcas fuerte y llenes de honor a nuestra familia. Desde ahora hasta tu debut como guerrero y si no tuerces tu camino te declaro mi heredero, después de tu padre Naruto. —Aclamó solemne el gran líder de La Alianza.

Las alabanzas resonaron en el patio del Templo. Minato sonreía como hace muchos años no lo hacía. Tomó a Memma en sus brazos y acarició sus orejas de zorro. Le llenaba saber que parte de su amada Kushina estaba presente en su primer nieto.

 

 

El festejo por el reconocimiento de Memma se extendió a todo el territorio. Barriles de sake que habían sido guardados por años fueron abiertos para la celebración. Minato se mantenía sobrio pero deseaba que todos a su alrededor celebraran en nombre de su heredero. Era un momento tan esperado desde que su hijo se casó por primera vez.

Brindó suavemente con los señores de las provincias que controlaba. Invitó a la mayoría pues deseaba que estos reconocieran a su sucesor, su nieto alfa sano y fuerte. A lo lejos observó cómo su padrino celebraba escandalosamente junto a otros generales.

Jiraiya no cabía en la placidez. Así que ignorando los consejos de sus asistentes continuó bebiendo sin detenerse.

—Pareciera que has registrado a tu propio hijo o nieto. —Intervino Tsunade.

—Es hijo de Naruto, nieto de Minato. Es casi como si fuera mi bisnieto. Lo adoraré como tal y de igual forma lo entrenaré el tiempo que me quede por delante.

Tsunade supo que Jiraiya estaba asumiendo no tener hijos en el futuro. Le entristecía darse cuenta que su mejor amigo no iba  a alcanzar la plenitud con ninguno de sus dos esposos. Estos se habían retirado a sus aposentos, incluso quizá estuvieran preparados para recibirlo en sus lechos, pero el general prefería coquetearle al joven siervo que les atendía.

No estaba satisfecho con la vida que escogió. Continuaba suspirando por el general omega. El cual ya se encontraba comprometido. Estaba preocupada por él. No había día en que al menos no tomase un par de copas de sake. Era demasiado extremo.

Un par de horas más tarde, Jiraiya estaba mucho más ebrio abrazando al siervo que los había atendido. Este le susurró un par de veces a lo que Jiraiya se carcajeó con ganas. Seguidamente la pareja se puso de pie.

—Jovencito ¿adónde llevas al general?—Preguntó Tsunade deteniendo al joven omega.

Este sonrío e inclinó la cabeza sumisamente.

—Solo lo llevo a un lugar más cómodo, mi general. —Respondió con respeto.  

—Vamos, Tsunade, déjame divertirme. —Ella no quitó su mano de la muñeca del siervo. —  Tú tienes al bellísimo de Dan para que te atienda…yo…—Se cortó con tono lamentable.

—Tú tienes dos bellos esposos a tu servicio. —Respondió la alfa.

Pronto vio en la mirada de su amigo la respuesta a aquellas palabras. Jamás estaría saciado mientras no fuera Orochimaru. Caería constantemente en el alcohol y los placeres carnales buscando hundir el espinoso sentimiento que aun guardaba por el general. Su miseria era demasiado grande como para siquiera poder ponerse en su lugar. Tsunade era uno de los testigos de porqué aquella relación no triunfo.

—Bien...ve pero ten cuidado. —Concedió, dedicándole una mirada amenazante al joven.

El general simplemente desestimó los consejos de su amiga.  Pasó sus brazos por la cintura del omega y se dejó guiar por este. No era anormal que un señor se acostara con alguno de los siervos, sobre todo si estos eran libres, pero Jiraiya era famoso por ser bastante generoso con sus amantes de una noche. El general creyó incrédulamente que el jovencito que tenía en sus brazos era alguno de los siervos que pugnaban por ser su favorito.

Caminaron un largo trecho. A pesar de la borrachera, Jiraiya entendió que se alejaban demasiado del centro del Castillo. Se puso tenso e intentó pensar adecuadamente pero su mente seguía nebulosa. Por fin se topaba ante el hecho de que cada vez se emborrachaba más.

Finalmente llegaron a una habitación solitaria.

— ¿Eres un siervo de alguien importante? Tienes una habitación bastante grande para uno...—Susurró Jiraiya tomándose la cabeza.

El omega le hizo sentar en un  futon. Le tendió un recipiente con sake cuidadosamente servido. Jiraiya sabía que había llegado a su límite pero el aroma del incienso encendió sus sentidos. Había algo diferente en él pero era demasiado adictivo como para rechazarlo. Sin darse cuenta tomó del sake más de la cuenta. Dejó el reciente a un lado. El calor se arremolinó en su vientre bajo.

Recibió un abrazo que le impulso a recostase sobre el futon. Se carcajeó audiblemente por las vanas sospechas de un simple sirviente. Se dedicaría a disfrutar de esa noche también, esperando poder borrar de su mente a su ex amante.

Lo sintió acariciarle con cuidado su pecho, pasando su pequeña lengua sobre cada línea bien formada de esta. De pronto el peso que sintió encima varió. No le tomó importancia, se dejó hacer y desnudar. Su miembro fue liberado y lamido con devoción y maestría. Era como si aquel omega conociera su cuerpo, más que eso, le resultó familiar. Se sentó de golpe encontrándose con quien menos esperaba: Orochimaru.

— ¿Qué pasa? ¿Prefieres al otro omega? Puedo llamarlo si lo deseas. —Le preguntó con una sonrisa cómplice.

Ni siquiera podía detallar bien pues sus ojos estaban empañados y su cabeza le daba vueltas. Aun así,  estaba seguro que ese cuerpo y rostro pertenecían a su único amor.

—No hables, Jiraiya. Bésame.

Había utilizado su voz de omega, tan suave y sublime que derribó cualquier sentido de su razón. El hambre por tocarlo creció, así que se tumbó con el omega encima mientras se devoraban los labios. Abrió rápidamente la yukata de Orochimaru dejando al descubierto su piel pálida. Orochimaru era menor que él, pero su edad era elevada también; aun así su rostro y cuerpo no lo demostraban. Su piel era tan sedosa como hace veinte años. A pesar que los omegas y alfas envejecían más lento que los betas...realmente  era un espectáculo ver el cuerpo desnudo del pelinegro. No solo eso, sino su rostro siendo enmarcado por su brillante cabellera negra, sus orejas de felino y su larga cola removiéndose a un lado. Tan perfecto, quería apretarlo para no dudar de que fuera real.

Enredó su  mano en un largo mechón y siguiendo su impulso lo atrajo hacia él para volver a besarlo y luego devorar su cuello. Tenía puesto un collarín que no le permitiría morderlo lo cual le frustró y se desquitó mordiendo su hombro.

—Eso dolió…

No le importó. Iba a provechar ese momento, disfrutar y realizar todo aquello que había deseado desde que se separaron. Le dio la vuelta y le tumbó debajo de él. Se detuvo unos momentos para apreciar la belleza que iba a devorar. Su boca se llenó de saliva, como si tuviera ante sí al platillo más exquisito pero prohibido. Prácticamente en ello se había convertido el pelinegro para él.

—Soy tuyo…—Le susurró como nunca lo había hecho.

Luego de un largo beso, se dedicó a lamer las clavículas de su amante, bajó por su pecho hasta sus pezones, los absorbió con cuidado. Escuchó los gemidos de placer del omega debajo de su cuerpo, sus piernas se arquearon y abrieron aún más. Jiraiya estaba enfebrecido. Sintió los largos dedos de Orochimaru arañarle el cuello, aferrarse a su cabello presa del placer. Él mordió parte de sus costados y de su cintura llegando hasta las caderas. El vientre de su amante se contrajo y dejó ir un ruidoso gemido. Se acercó al miembro del omega para empezar a lamerlo.  Tomó los muslos de Orochimaru para darse más espacio entre sus piernas. Llenó de succiones las piernas de su amante, lo sintió quebrase. Su aroma de omega salía cada vez más fuerte embriagándole, dejándolo solo como un animal instintivo.

— ¡Mío!—Gruñó

Escucho una sonrisa cantarina del omega.

—Tuyo, soy tuyo. Jiraiya, desde siempre.

¡Era absolutamente irreal! Pero no le iba a cuestionar el porqué. No tenía importancia si ambos estaban juntos de nuevo.

Sin tomarse más tiempo en cuestiones innecesarias, tomó  las piernas del omega a sus hombros para permitirse adentrar su lengua en la intimidad de su amante, enterró su lengua e inicio a embestir el interior con esta, sorbió la lubricación natural. Sus garras crecieron y se clavaron en las piernas contrarias. Su propio miembro estaba goteando de anticipación al saber que dentro de poco se enterraría en Orochimaru.

— ¡Jiraiya!

Lo sintió tensarse, como sus piernas casi le ahorcaban hasta luego escuchar un ronroneo largo mientras su cuerpo caía laxo sobre el lecho. Se había venido con la atención en su intimidad.

Su amante respiraba agitado, manchado con su propia descarga sobre su vientre, Jiraiya se dio la labor de tomar de ella, excitándose más si eso era posible. Luego atrapó los brazos de Orochimaru poniéndolos encima, dando una sensación de tomarlo como prisionero. El omega abrió sus piernas nuevamente dándole espacio. Jiraiya empezó a sobarse sobre él buscando que el omega se excitara nuevamente, lográndolo en pocos segundos.

Intentó llevar su miembro a la entrada del omega. Pero este le tumbó al lado contrario. Luego de dedicarle una sonrisa juguetona, se encimó en él. Observó como el omega llevó su miembro a su centro y se empalo sin cuidado. Ambos gruñeron llenos de placer ante la unión. El omega no espero mucho más. Como si estuviera desesperado por sentir su semilla llenarle, comenzó a moverse y menear sus caderas una y otra vez, llevando las embestidas a una rapidez y sensación inesperadamente placentera para el alfa. Era como si Orochimaru apretara su miembro a conciencia, como si buscase exprimirlo.

El pelinegro arañó todo su pecho, luego se agachó para repartir mordiscos por este. Sin dejar de mantener el ritmo de las embestidas. Jiraiya le tomó de las caderas arañándoselas, luego apretó sus nalgas lo más que pudo.

El cuerpo de ambos estaba perlado de sudor, sus respiraciones eran agitadas y sus mentes solo tenían cabida para el otro amante.

En un rápido movimiento, el alfa giró a Orochimaru usando su fuerza. Lo dejó boca abajo, rápidamente se abrió paso en su interior para continuar embistiéndolo. No estaba en cuatro, el omega estaba totalmente tumbado en el lecho, con las piernas abiertas, mientras era penetrado salvajemente por el alfa. Jiraiya se atrevió a recorrer y marcar la espalda de su pareja. Era una locura. Hacía muchísimos años que no tomaba a Orochimaru fuera de su celo. Pero en ese instante a su parte animal poco le importaba, se sentía perfecto de esa manera.

Orochimaru llevó su brazo hacia atrás buscando atraer el rostro del alfa, le tomo de los cabellos y lo llevó a su labios. El alfa lo permitió aun embistiendo sin cansancio. El cuerpo del pelinegro se movía a ritmo del alfa, sus garras se enredaban en el futon y de rato en rato llevaba sus manos hacia atrás buscando arañar a quien le proporcionaba tal placer culposo.

Jiraiya tomó la larga cola de Orochimaru y la jaloneo, provocando gritos de dolor en el omega.

—Siempre he querido tomarte duro mientras jalo tu cola.

—Eres un sádico.

—No menos que tú, mi amor,

Comenzó a enredar su lengua con las orejas humanas del omega. Sus manos tomaron las de Orochimaru y las pusieron por sobre su cabeza, ahí las apartó para sentir que lo tenía totalmente sometido. Siguió embistiendo con fuerza. Las piernas del omega de abrían más buscando darle más espacio en su interior y sentirlo mejor.

Con un rugido potente apreció como se venía. Sintiendo aun contracciones del omega, empujo con fuerza e ingresó en lo más profundo. Donde quedó atrapado gracias al nudo que logró formarse. Exhaló pesadamente.

Sin aguantarse las ganas mordió la piel libre que tenía su disposición dejando marcas por toda esta.

Se quedó un largo momento apretando y aplastando el cuerpo de su amante contra el futon. Inhaló profundo varias veces, queriendo memorizar su característico aroma. Era tan extraño que Orochimaru se dejara amar de esa manera. Incluso sentía que estaba soñando aunque poco le importo. No había disfrutado ni la mitad que lo hacía en ese momento con alguno de sus esposos o con un experto amante.

Cuando el nudo finalmente se deshizo, se separó dejándose caer al lado. Plácidamente exhaló.

—Gracias por tu próximo regalo, Jiraiya.

El alfa aun embotado por la satisfacción, solo deseó atraer a su omega para que descansase a su lado. Así que lo arrimó a su lado, envolviéndolo con sus brazos. Deseó reposar un poco antes de ir con otra ronda. Descartó cualquier recuerdo de sus esposos o de la pareja formal de Orochimaru. Nadie importó para el general.

Pero no contó con que había bebido demasiado como para poder ir por otra ronda más. Cayó rendido acunado por el aroma del omega a su lado.

Cuando abrió los ojos no encontró a su amante en sus brazos. Por las ventanas ingresaba la luz del día. Estaba seguro que la mañana había avanzado.

Le dolía la cabeza muchísimo. Y entonces recordó con quien había hecho el amor. Sonrió ampliamente regocijándose de su hazaña. No entendía el comportamiento de su amante, pero no le interesaba. Lo conversarían, quizás podrían continuar con sus encuentros. O tal vez podría solicitar anular el compromiso de Orochimaru. Jiraiya aun podía tomar un esposo más.

Sucedió algo que escapó de sus planes recientes: la puerta fue abierta y por ella un aroma conocido pero no deseado ingresó. Era un omega, un siervo, el jovencito que lo había atendido la noche pasada.

—Jiraiya-sama, beba esto le ayudara con el dolor de cabeza.

El chico le tendía un recipiente con un té de olor agradable.

—Si quiera puede seguir descansando aquí.

Tenía una sonrisa dulce, las mejillas arreboladas por cierto pudor.

— ¿Por qué estás tú aquí?

El menor bajó su cabeza humillado.

—Lo lamento pensé que debía ser yo quien lo atendiera.

— ¿Dónde está Orochimaru?

— ¿El general Orochimaru?—Preguntó confundido.

—Fue con él con quien pase la noche.

—Mi general, fue conmigo con quien usted…

—Mientes…

—Mi señor, usted estaba muy ebrio, yo lo asistí y permití que me llamara con el nombre del general.

—Eso no es posible...estoy seguro…

El omega había iniciado a llorar.

—Lamento si no cumplí sus expectativas…

Desasosiego….desesperación y dudas…

—No llores….explícate... ¿en verdad solo estuvimos los dos toda la noche?

Temió la respuesta.

—Así es, mi señor.

Incomodo se vistió rápidamente con la ropa  que el omega había dejado a su lado. En ese momento deseó escapar de ahí, se sentía traicionado y humillado. No podía aceptar las palabras del siervo. Continuó vistiéndose a prisa.

—Siervo, ¿tú me limpiaste?

—Sí, mi señor, para que pudiera dormir más cómodo.

No detectaba el aroma de Orochimaru pero en sus manos aun podía sentir el tacto de su piel. Esa sensación en sus dedos solo podía dejarla el familiar cuerpo de su amante eterno.  Recordó vagamente las marcas que había dejado en su cuerpo. Con el ceño fruncido se acercó al omega, dominando fácilmente, le abrió la yukata para toparse con cicatrices y cardenales.

Molesto le dejó tirado en el suelo,  abandonó rápidamente de la sala escuchando a lo lejos  los llantos del omega.

….

 

Sin pasar por sus propias habitaciones por un baño y ropa nueva, arribó al salón donde acostumbraba a desayunar junto a Tsunade, Orochimaru y Minato cuando encontraban en el Castillo Namikaze. La halló a ella sola junto a Dan. Se veían tan felices y relucientes que sintió envidia.

Al sentir su presencia imponente, Tsunade le pidió a su esposo dejarlos solos. Dan solo le dedicó una venia y se marchó junto a sus hijos y siervos.

— ¡Te vez fatal, Jiraiya! Y toma un baño maldita sea...se nota que te has aseado pero un baño te vendría de maravilla.

—Tú te veías excesivamente feliz. — Comentó desviando el tema, realmente curioso por la felicidad que emanaba su amiga.

—Aun no es oficial pero...—Ella amplió su sonrisa. —Dan va a darme otro hijo al parecer.

—Felicitaciones...—Susurró cansado.

“¿Por qué no pudimos ser como ellos, Orochimaru?”, pensó.

—Te lo agradecería pero sigues teniendo ese rostro, como si hubiéramos perdido una batalla. —Recriminó por la poca falta de ánimo de su mejor amigo, a quien quería como un hermano.

— ¿Con quién me fui anoche?—Preguntó tenso.

El alfa peliblanco se sentó al frente de su amiga. Buscó su mirada para encontrar franqueza.

—Con un siervo omega. No me digas que te robo o algo.

—No…pero estoy seguro que no me acosté con él. —Argumentó.

— ¿En serio? Yo te vi muy caliente. No me digas que lo preñaste. Aunque eso no puede saberse aún.

—No...claro que no..—No había pensado en ello, si sus recuerdos eran reales estaba seguro que había anudado en el omega. Algo que no hacía con sus conquistas de una noche. No quería bastardos.

— ¿Anudaste en el omega?—Preguntó exaltada.

—Si…. —Respondió inseguro.

— ¡Demonios! abra que hacerle seguimiento al omega. Aunque a lo mejor sabe cómo prevenir. Ya sabes que los omegas de clase alta tienen prohibido evitar un embarazo pero los omegas de clase baja….

—No importa, porque estoy seguro que con quien pase la noche fue con Orochimaru. —Aclaró firme.

La cara de Tsunade era un poema. Por un momento dudo de si había escuchado correctamente. Lo que su amigo decía era imposible. Temió por él nuevamente.

—Es la verdad. —Insistió ante la expresión de ella. —  Estoy seguro que así fue. Llegué a esa habitación con el siervo, pero luego apareció Orochimaru. Hicimos el amor y caí dormido. Cuando desperté todo estaba aseado incluso yo, las ventanas abiertas y el omega me dijo que nosotros pasamos la noche.

La alfa suspiró con cansancio. Había sido la espectadora obligatoria desde que eran unos críos. La pasión que Orochimaru despertó en Jiraiya fue tan natural y poderosa que en el fondo siempre guardó la esperanza de que ambos terminaran de entenderse y los deseos de su casi hermano se consumasen. Así también fue testigo del hecho que los separó. Quizá para otro omega hubiera sido aceptable, pero no para alguien como el pelinegro.

—Orochimaru puede ser inteligente y malicioso pero ¿un plan tan elaborado solo para acostarse contigo? Creo que simplemente fueron tus ganas de estar con él que lo rememoraste mientras cogías con el siervo.

Por todo lo sagrado, Tsunade intentó ser suave. No quería ofenderlo ni causar una disputa. Al final y al cabo ambos eran alfas y tenían su orgullo.

—No es así. —Se defendió ofuscado.

— ¿El siervo estaba intacto? —Arguyó.

—No, tenía marcas que probaban que lo habíamos hecho. —Respondió desviando la mirada.

La alfa entendió que nuevamente era una de las tretas que su amigo armaba para enlazar su vida al omega. Su obsesión por el otro dejaba de ser romántica para tomar matices enfermos que no iban con un importante general de La Alianza. Ella se propuso intentar finiquitar aquella discusión rápidamente.

—Ahí está tu respuesta.

—Pero no olía a mí. —Contraatacó.

—Dijiste que estaba aseado. Es normal que lo haya hecho.

—No voy a estar seguro hasta que lo compruebe con Orochimaru.

—Él se machó antes que tu junto al clan Uchiha. Si paso la noche con alguien no es contigo, amigo.

No quiso burlarse, pero no pudo evitar aquel tonillo burlón que tocó las fibras posesivas del alfa.

— ¡Orochimaru tiene que darme respuesta!

— ¿Respuesta a qué?— Se escuchó desde la puerta.

Orochimaru estaba vestido de forma radiante y elegante. Caminó con cuidado, deslizando sus pies cubiertos por blancas medias, mientras era escoltado por dos siervos del clan Uchiha.

—Buen día, Tsunade, buen día, Jiraiya.

Su tono fue amable y educado. Con ayuda de sus sirvientes acomodó el bello atuendo para poder sentarse sin problemas. Luego impartió instrucciones a los jóvenes servidores para que le trajesen sus primeros alimentos del día.

—Orochimaru ¿por qué tan elegante?

Tsunade intentó evitar que su amigo armase un escándalo que solo le perjudicaría a él mismo.

—Es un regalo de mi prometido. Solo vine por un aperitivo y claro para invitarte a ti y a Dan. Vamos a dar una merienda por nuestro compromiso, en conjunto de la buena salud de Memma.

Si había buscado encontrar paz en las palabras de Orochimaru, la alfa supo que la guerra era inevitable. Lo confirmó al observar el rostro furibundo de su compañero de armas.

—Tú, Orochimaru…  ¡Serpiente engañosa! Dime la verdad… ¡¿Pasamos la noche juntos?!—Grito atropelladamente.

El omega abrió los ojos demostrando bastante sorpresa, un leve rubor surcaron sus mejillas, pero luego la furia encendió sus facciones. Se adelantó hacia el alfa y le soltó una reverenda cachetada que resonó en toda la sala.

—Te exijo que retires la calumnia que acabas de soltar. —Comentó firme.

Tsunade mandó a uno de sus siervos por Minato y Fugaku. Estaba segura que si continuaba no iba a poder detener sola a ambos. Era fuerte, pero Jiraiya se veía con los ojos hinchados y rojizos, alterado como nunca antes. No deseaba lastimarlo, pero tampoco podía permitir que lastimase o hiciese algo indebido contra el omega.

—Jiraiya, retira lo que dijiste. Orochimaru no es un omega libre. —Intentó calmar al alfa.

—No voy a retirar nada porque es lo cierto. —Gritó a Tsunade, luego giró su mirada encendida hacia el omega. — Tú mandaste a un siervo para atraerme y te acostaste conmigo.

—No tenía conocimiento de  que tu imaginación fuera tan creativa y pervertida. Pero te exijo que te disculpes. Estas faltando a mi honor y al de mi prometido.—Respondió Orochimaru.

—Prometido al que engañaste anoche. Pobre sujeto no sabe lo que es el placer de recorrerte.

— ¡Jiraiya!—Intervino Tsunade.

—Debe ser que tus esposos no han podido complacerte que aun piensas que estoy atado a ti. Amo a mi prometido.

Incluso Tsunade se sorprendió de la seguridad de sus palabras. Ella quedó pasmada ante semejantes palabras que nunca había dedicado a su amigo en público. Intentaba leer la expresión del omega, buscando dudas o mentiras pero no las halló. Bajó la mirada.

El dolor para el general fue demasiado grande. Rugió furioso y se abalanzó sobre Orochimaru intentando abrirle la ropa y corroborar sus palabras. Orochimaru pugnaba por liberarse. Tsunade dejando su asombro intentó separarlo, Jiraiya le gruñó, la alfa respondió con otro.

En medio de aquel loquerío,  el líder y su futuro suegro ingresaron al salón.

— ¡¿Qué significa esto?!—Rugió Minato.

Jiraiya soltó a Orochimaru. Tsunade intentó calmarse para poder dar testimonio ante el líder. Le dolía aceptar que su amigo había perdido la cordura, pero las respuestas del omega no dejaban margen de error.

—Jiraiya atacó a Orochimaru, doy testigo de ello. —Informó Tsunade. Debía de ser imparcial en ese tema. Su compañero había sobrepasado los límites.

— ¿Padrino, te atreviste a tocar a un omega que está comprometido?

—Eso es porque Orochimaru se acostó conmigo anoche. —Declaró muy seguro.

Minato frunció el ceño. De inmediato se giró hacia el omega. Sintió a su lado como el aroma de Fugaku se volvía agrio. No era para menos.

—No es cierto, Minato. Tu maestro está delirando. —Replicó de inmediato el pelinegro.

—Tsunade-sama ¿sabe algo al respecto?

—Yo puedo dar palabra que Jiraiya se marchó con un omega mucho después que Orochimaru se fuera al lado de su familia política.

—No es verdad…. Orochimaru pasó la noche conmigo. —Insistió Jiraiya.

—Orochimaru-sama de ser así…. —Minato empezó dudoso y avergonzado del comportamiento infantil de sus generales. Ellos eran incluso mayor que él por si fuera poco.

El peso de la palabra de un omega era casi nada al lado de un alfa, pero Orochimaru no era cualquier omega. Además contaba con el apoyo de Tsunade y sobretodo con el soporte de alguien más.

—Minato, mi furia es justificada—Interrumpió Fugaku,

—Lo comprendo. Si usted desea…

—No, por supuesto que no. Soy un alfa responsable. Y doy fe de que Orochimaru no pasó la noche con Jiraiya. Te aseguro que no lo fue.

Minato tardo en comprender, giro sus miradas entre todos los presentes. El pudor que hace mucho tiempo no sentía le invadió, intentando evadir la verdad entre aquella confesión.

—Minato, a diferencia tuya que cortejas a un prometido puro, Fugaku corteja a un omega adulto con un pasado. Estoy en mi libertad de servir a mi futuro esposo.

— ¡Orochimaru-sama!

Esta vez fue turno de que los sorprendidos fueran Tsunade, Jiraiya y Minato.

—Entiendo…—Susurró Minato algo incómodo de pensar en su suegro y al general que había conocido desde niño en esa posición. —Fugaku-sama, más tarde arreglaremos los pormenores sobre su inmediata unión con Orochimaru-sama. Por favor, escolte a su prometido a sus aposentos.

Fugaku asintió dándole una reverencia. Ayudo a Orochimarua ponerse de pie y ambos se retiraron en silencio seguido de sus siervos.

Jiraiya estuvo a punto de intervenir, pero Tsunade le retuvo, conteniéndole junto a dos siervos betas. No iba a permitir que se expusiera el ridículo nuevamente.

—Maestro…—Habló con cierta lastima el menor.

—Es mentira, Minato. Te juro por...

—No lo jures, padrino. —Cubrió su rostro con su mano. — Todo fue producto de tu borrachera. Cada vez te veo tomar más. —Añadió realmente preocupado.

— ¡Estoy seguro que sabría con quién me he acostado!— Gritó furioso el general alfa.

—Pues parece no ser así. ¿Por qué Fugaku querría encubrir a un prometido que le ha sido infiel? Además todos vieron a Orochimaru marcharse con su familia política. Su única culpa es servir a su prometido. No está bien antes del matrimonio, pero entiendo su situación pues no es un omega con la virtud intacta. Pero ya arreglaré esa situación.

El rubio exhaló fuerte, cansado de la situación tan degradante de su padrino. Todos los Dioses sabían que adoraba a su padrino como un padre. Le había entrenado en el arte de la guerra; más que eso, siempre fue alguien a quien pudo recurrir. De igual manera, después se encargó de Naruto. Le tenía muchísima admiración y respeto. Pero desde que tiene memoria se la había vivido detrás del general omega. Así como Tsunade, supuso que un día ellos se unirían, pero cada uno había hecho su destino. Orochimaru también merecía su respeto pues salvó la vida de su nieto. Era un elemento valioso para La Alianza, más cuando Itachi quede preñado. Estaba acorralado entre su amor de hijo y su deber como líder. Una regla básica de supervivencia entre alfas era no tocar al omega de otro alfa.

—No puedes casarlo con Fugaku...y si quedó preñado de mí anoche.

Aquello le espantó. ¡Su padrino realmente creía haber intimado con Orochimaru! Sus ojos buscaron consejo en los de Tsunade. Ella se veía tan espantada como él. Debía de ser firme para que su padrino dejase sus juegos y volviera a ser su mano derecha nuevamente.

—Maestro, deja de delirar. Si Fugaku requiere un castigo contra ti por tocar a su prometido contra su voluntad no voy a tener más remedio que aceptarlo. —Declaró firme, tragándose toda la lástima que el caso de su maestro le daba. —  Tsunade sama ¿usted da testimonio oficial del ataque sufrido por Orochimaru?

—Lo haré. Sabes que soy imparcial— Declaró la general.

— ¡Ustedes dos son unos traidores! —Gritó Jiraiya indignado. Sin una palabra más,  abandonó la habitación.

Tanto Tsunade como Minato solo pudieron suspirar cansados de la obsesión de Jiraiya. No era saludable. Ninguno siquiera imaginó un poco de verdad en sus palabras.

Minato decidió que quizá deberían de tomar medidas correctivas contra su maestro si volvía a intentar acercarse al sanador. No quería enemistarse con los Uchiha. Pues debía de respetar el compromiso que ambos habían pactado.

…………………

 

En el mismo instante en que Jiraiya abandonó el Castillo principal aturdido por la traición de quienes consideraba su familia,  Orochimaru finalmente soltaba a reír con malicia. Su plan había resultado mejor de lo esperado. Conocía tan perfectamente a Jiraiya que pudo prever cada una de sus acciones y palabras.

—En el problema que me has mentido. —Murmuró Fugaku.

Una de las mejores ideas que había tenido Orochimaru en su vida fue unirse con los Uchiha. Aquello tenía claro. En ese momento veía los resultados de su alianza.

—Orochimaru-sama va a casarse con mi esposo.

Mikoto estaba colgada de su marido desde que este llegó del brazo de Orochimaru.

—Vamos, querida, esto es parte de vuestro precio por todos los favores que les he hecho. —Sonrío triunfador mientras posaba una mano en su vientre. — No te preocupes, la prueba de que el matrimonio ya se consumó crece en mi interior.

— ¿Cómo puede estar seguro? No ha pasado ni un día.

—Lo sé, querida, confía en mis habilidades. Estoy lo bastante cerca de mi celo para ser fértil. Además de que me di un par de ayudaditas.

Quizás había sido riesgoso, pero siempre confiaba en sus mañas. No podía involucrarse demasiado con Jiraiya pues lo tendría encima de él, lo cual truncaría sus planes, por lo que solo tenía una oportunidad para poder encargar al heredero de Orochi. Además, Orochi, aquel ser con quien a veces platicaba, le había transmitido esa seguridad de que tenía una minúscula vida intentando brotar en su ser. Los Dioses pueden ver más allá de las visiones simples de los humanos, comprendió perfectamente el sanador.

Todo fue por Orochi. Deseaba sangre fuerte para su siguiente contenedor. Le dejó claro que su destinado era Jiraiya justamente por ello. Tenía lógica. Al final las parejas destinos solo eran capricho de los Dioses. No existía una magia romántica, simplemente eran piezas para engendrar criaturas dignas de estas o para encausar destinos y visiones de aquellos seres.

Aunque, en lo recóndito de sí mismo, estaba contento de que el padre de su cachorro fuera Jiraiya. No podría haber intimidado con alguien más.

—Será excelente tenerlo en el clan, Orochimaru-sama —Alabó Mikoto.

Observó divertido como el líder Uchiha continuaba teniendo ese ceño fruncido. Río con gracia.

—Fugaku, cambia de expresión—Se dirigió al líder

—No me agrada hacer votos de matrimonio falsos. —Comentó él.

—Tus hijos lo van a hacer. —Rodó los ojos, mientras acariciaba su vientre.

—Lo harán y tampoco me agrada. Además…

Cierta dulzura llenó los ojos de Fugaku mientras se dirigía su esposa. Por unos instantes ellos quedaron prendados el uno del otro. Fue curioso de ver para el general.

—No te preocupes, Fugaku. Nuestros hijos no deben ser los únicos en sacrificarse. Si con este ayudamos a nuestro aliado y al plan, estoy conforme.

Ella era amable y cálida, pensó Orochimaru, Mientras él frío y calculador, ambos fuertes, complementándose. Sin embargo, habían sido escogidos por el destino para ser padres de Itachi y Sasuke, quienes le darían fin al gobierno de Minato.

Orochi no se metía en sus asuntos. Le dejaba hacer libremente, se divertía observándolo todo. A pesar de eso, creía que simpatizaban  en varios pensamientos. No le compartía totalmente su sabiduría pues le decía que era demasiada para un mortal, pero le protegía cuando era necesario.

—Además, con esto hemos separado a Minato de Jiraiya. —Intervino sonriendo. — Creme un gran golpe.

Inesperadamente, Fugaku se inclinó levemente. No encontró respuesta inmediata a ello.

—Orochimaru, puede que no vaya a ser tu esposo ni tu compañero de vida, pero junto con Mikoto prometemos cuidar de ti como tú cuidas de nosotros, al igual de tu cachorro en espera. Te protegeremos como parte de nuestro clan y tendrás tu lugar en él. Gracias por todo.

No sabía si era por el embarazo aunque solo llevaba unas horas desde ello, pero Orochimaru sintió lagrimear sus ojos. Su cuerpo se estremeció ¿acaso habría encontrado un verdadero lugar? Simplemente sonrío. Quizás al fin sería aceptado con toda esa sabiduría, misteriosidad y pasado sin ser juzgado o apartado.

—Vamos, no nos pongamos sentimentales.

La confianza y lealtad de Orochimaru, por la que muchos peleaban, estaba asegurada en las manos del clan Uchiha.

 

……………….

…..

……………………..

La época en que los árboles de cerezo florecían llegó. Estos nobles arboles producían aquellas vistosas flores que halagaban la mirada de todos quienes la vieran. En las tierras Namikaze había varios. Por sobre todos ellos, uno de mayor linaje, plantado por la primera líder del clan, la alfa fundadora.

Como parte de su cortejo, Minato invitó a su familia política para observar al ejemplar más hermoso de árbol que cualquiera hubiera visto. Sus ramas eran tan enormes que fácilmente podían darles cobijo bajo una lluvia de pétalos rosados.

La única ausencia que ensombrecía aquella felicidad era la del general Jiraiya. Aun así, los Namikaze estaban sumamente agradecidos de las compañías que significaban sus parejas.

Así como la mirada de Sasuke estaba embelesada por las ramas del hermoso árbol, la mirada de Naruto observaba de la misma manera a su esposo.

“¿Qué es lo que me has hecho, Sasuke?” “¿Qué clase de hechizo me has lanzado?” Le había atraído desde que le vio danzar para él, pero también lo logró cuando se hizo pasar por un siervo. No importaba la vestimenta, el rubio simplemente quedaba encandilado por él.

No se trataba solo de su físico. “Es hermoso, no lo niego ’tebayo”, pensó para sus adentros. Podía detallar que cumplía expresamente el ideal de belleza para un omega físicamente. Sus cabellos negros, esos mechones que enmarcaban su rostro, su estilizada figura, su blanca piel, sus ojos negros misteriosos, así como aquellos labios que lucían rosados como los pétalos de sakura.

Sin embargo, Sasuke poseía más que un físico envidiable, era su fuerza, el contraste entre su piel y cabello, su mirada sin miedo, llena de misterio, su actitud mimada y orgullosa. Esa sensualidad natural que ni siquiera controlaba a voluntad. Lo tenía más atrapado de lo que cualquier omega hubiera logrado antes si quiera imaginar. Ni siquiera esos instintos guerreros de previsión reaccionaban. Todo sentido además del deseo y amor estaban apagados.

— ¿Naruto?

Tosió para despabilarse. Le diría todo aquello que le hacía sentir, le halagaría en su noche de bodas. Luego de morderle le confesaría que tan fuerte hacía latir su corazón. No era el momento aún. Cuando Sasuke fuera suyo por completo, no tendría por qué avergonzarse de amarlo y desearlo.

Naruto le tomó del brazo y le levanto. Juntos iniciaron a  caminar por la. Un siervo les seguía mientras cargaba a Memma. Se sentía tan completo que sonrío animado.

De repente, el pequeño empezó a balbucear y a estirar lejos de los brazos de su nana temporal.

Como si fuera a ser abandonado por sus padres, Memma continuo sollozando lastimosamente, mientras alzaba los brazos hacia sus progenitores.

Su llanto era tan agudo, que alfa y omega pararon y se acercaron al bebe. Naruto fue el primero en llegar, cargó a su hijo sin ningún problema. Le encantaba pasar tiempo con él. De inmediato, el cachorro se aferró a él como si fuera gran hazaña, Probablemente, estaban malcriándolo. 

— ¿Sucede algo ´tebayo? —Preguntó ante la mirada extraña del pelinegro.

—Lo estás mal acostumbrando. —Susurró derrotado.

—Pero no iba a dejar que mi cachorro llorara. Solo quería venir con su padre. ¿Qué hay de malo en eso?

Sasuke desvío la mirada, apretó los puños e intento no llorar. Era extraño, cada vez que se encontraba cerca de Naruto sentía un desazón inesperada.

— ¿Por qué luces triste?—Preguntó confundido.

—No es bueno, Naruto. Muy pronto no estarás presente en su vida y sufrirá más.

Aquello dejó pasmado al alfa. Parpadeó varias veces hasta darse cuenta que se trataba de las disposiciones de su padre. Ya que debía de tomar otro esposo y ocuparse de este, Memma estaría a cargo de sus nanas hasta llegar a la edad de iniciar su entrenamiento como guerrero.

—Oh vamos, no lo digas de esa manera. Yo siempre seré su padre. Así tengamos más hijos, Memma será mi cachorro siempre.

El omega simplemente asintió. Había dicho palabras imprudentes. Tuvo suerte de que Naruto las entendiera de esa manera. Era solo que le daba lastima ver a su hijo tan feliz en los brazos de su padre. Pero no era momento de retractarse, Memma aprendería a crecer sin Naruto.

—Además, dobe, lo vuelves caprichoso ¿Luego quien tendrá que lidiar con ello? Yo

Esta vez el ambiente alrededor del pelinegro se había relajado, por lo que el rubio se permitió reír con ganas.

—A veces sucede. Pero esta fue una buena excusa para hacernos cargo de Memma. A ver cachorro, tu padre, es un héroe. Te voy a contar una de mis hazañas.

— ¿Quién te nombró héroe, dobe? Deja de mentirle a tu hijo.

Se acercó y tomó a su bebe con cuidado. El pequeño no lloró sino que sonrío ante la vista de su madre. Con su fina nariz olfateó su aroma. Parecía calmado.

—Bien, ya que me quitaste a mi cachorro…—De improviso se agachó para levantar en vilo a Sasuke. —Los tendré que cargar a ambos’tebayo.

— ¿Que estás haciendo? ¡Nos están mirando!— Gruñó avergonzado.

Memma balbuceó extasiado. Para el niño era una aventura.

—Qué alguien se atreva a cuestionarnos y aprenderá el peso de mis puños. Sasuke Uchiha es mi omega y tiene a mi cachorro. Estoy feliz’tebayo.

El omega tenía las mejillas abochornadas. Deseaba ahorcar a Naruto. Y al mismo tiempo reír a su mismo ritmo. Los brazos del alfa le aseguraban nunca dejarlo caer, no necesitaba de palabras para estar seguro de ello. Deseó tanto, cerrar sus ojos, refugiarse en su pecho e inhalar su aroma. Todo ello lo contuvo con un siseo proveniente de su interior. No se suponía que luciera como si disfrutara de su misión.

— ¿Sasuke?

—Deja ya de levantarme. Sabes que aún sigo en descanso.

El alfa le apretó contra su cuerpo. De reojo observó con orgullo a su cachorro que jugueteaba con las solapas del kimono de su madre. Así que distraídamente paseó su nariz cerca del cuello del omega.  

—Yo te veo muy recuperado. —Sonrío con malicia y tinte lujurioso en sus ojos. — ¿Tú crees que hoy podríamos...?—Preguntó con un mediano puchero como un niño pidiéndole una golosina a su madre.

—No. No vas a ser tú el que podría desangrarse desde el interior o quedar preñado nuevamente tan rápido.

Naruto se agachó aun con Sasuke en brazos, le dejó sentado en la hierba. Se puso a su lado y le envolvió en su brazo. Acercó su nariz al lado de su cuello y se maravilló con el exquisito perfume natural del omega.

—Tu aroma me dice que estas saludable.

Un gruñido en busca de sumisión resonó desde el pecho del alfa.

—Y si de más cachorro se trata pues sería feliz si me los dieras. Todos absolutamente todos los cachorros serían hermosos si provienen de ti. —Comentó con júbilo. En su fuero interno deseaba tener muchos hijos con Sasuke, llenar el castillo con estos.

— ¿Es lo que piensas de mí?—

El alfa nuevamente estaba enfrascado en aspirar el aroma a jazmín que tanto anhelaba.

— ¿A qué te refieres?—Preguntó mientras besaba su cuello blanco.

—Que solo soy el omega que va a darte muchos  herederos.

No podía separarlo. Sintió el aroma de Naruto expandirse, su aura intentar dominarle.

—No solo eso. Quiero que seas mi compañero,  que estés a mi lado en todo lo bueno y malo que nos deparen los Dioses. —Lamió la piel descubierta, quedó sediento de probar más. — Pero sí, por supuesto, que quiero muchos cachorros contigo. Eres mi omega, cada vez que tomó de tu esencia, tu cuerpo me grita también que me perteneces.

“Mi cuerpo, Naruto. No yo”

—Entiendo. Por eso nos casaremos en mi celo. —Comentó distraído Sasuke.               

La mano de Naruto sujetó con fuerza la cintura de su omega, por sobre el obi, advirtiéndoles a todos que no interrumpieran aquel momento. Continuó besando por toda la piel descubierta, deseando desatarle el obi para tocar más.

—También porque podré marcarte. Mi gatito, mi Sasuke.

El azabache permitió el beso que con tanta ansiedad Naruto buscaba. Este duró un intercambio prudente gracias a Sasuke. Sabía que Naruto estaba excitado y que había olvidado que se encontraban en público y con Memma en sus brazos.

—Quiero más ‘tebayo. —Murmuró con mimo, deseando ser consentido por su omega.

—No. Estamos en público, ni siquiera deberías de besarme. Va contra el protocolo.

Solo logró que el brazo que le rodeara se apretara más y que con sus dedos empezase a levantar su kimono. Enterró su nariz en sus cabellos y pronto volvió a besuquear su cuello.

—En lo que a mí respecta podría tomarte aquí mismo. Y si alguien se atreve a verte…

— ¿Olvidas que estoy cargando a Memma?

Aquello si logró calmar al alfa. Su pecho subía y bajaba agitadamente. Era claro que estuvo a punto de cumplir aquellas palabras.

Memma llamó la atención de sus padres con balbuceos que aparentaban querer crear palabras. Cuando Sasuke estuvo por llamar a la nana, Naruto le interrumpió. Tomó al bebe y se fue hacia atrás para luego comenzar a hacerle parar sobre su pecho. El bebe respondió con seguridad, estirando sus piernas.

El joven omega simplemente se quedó prendado de la imagen que padre e hijo proyectaban, luego se echó hacia atrás observando como el viento finalmente se llevaba cada pétalo que el grandioso árbol había liberado. Así como el viento sin piedad sobre lo bello debían de ser ellos.

 

 

No solo los sirvientes observaban a los esposos mientras jugueteaba con su cachorro. Itachi también los veía. Un desosiego le abordaba peligrosamente. ¿Y si sacrificaba a todos por la felicidad de su hermano? Fue una pregunta que le había atormentado las últimas noches. Aunque Sasuke lo negara, la desgracia había caído sobre él. Estaba seguro de que Naruto era el alfa destino de su hermano. Peor aún, su hermanito lo amaba. ¿Acaso no estaría dispuesto a sacrificar su vida por la de su hermano? Sí, claro que sí.  

No era egoísmo, sino que parte de su naturaleza no podía renunciar a Shisui así que prefería la muerte, el autosacrificio para no ser un esclavo de Minato Namikaze. Y así su hermano podría vivir como el esposo de Naruto. Eso sería simple, pero no bastaba. Jamás sería suficiente dado el mundo en que vivían y la responsabilidad con qué cargaban.  Sus vidas no estaban por sobre la de todo el clan, inocentes incluso. Muchos de ellos vivían esperanzados en librarse de las garras de la servidumbre una vez que asesinara al líder del clan Namikaze. Muchos de ellos estaban a punto de la desesperación.

Tomando en cuenta ello, aunque le permitiesen a Sasuke  excusarse de su deber como el clan, repudiarlo, desconocerlo del clan Uchiha, este solo  podría vivir una mentira.

Jamás el hijo de Minato y el propio líder entenderían al verdadero Sasuke. Nunca disculparían todo lo que ellos eran y habían planeado. En la cual su hermanito fue uno de los puntos clave. La tragedia estaba asegurada si le dejaban. No soportaría ver que su hermano fuera torturado, humillado y denigrado por los Namikaze y él sin poder protegerlo.

Aun así, sabía que para Sasuke no sería fácil destruir a quien la naturaleza creo para él. ¿Por qué? ¿Qué sentido tenía en que su pareja de vida fuera un Namikaze y no un Uchiha? ¿Por qué Naruto no había nacido dentro del clan Uchiha?

—Pareces preocupado. —Susurró Minato, sorprendiendo al menor.

Su padre no le había acompañado, solo su madre, quien se encontraba paseando con Sai entre los árboles.

—No es nada. Solo me preocupa mi hermanito. — Comentó parte de la verdad de sus sentimientos.

— ¿De qué te preocupas? Mi hijo ha madurado estos últimos meses, finalmente trata como debe de ser a su esposo.

—Minato-sama ¿usted cree que una pareja que no está destinada pueda ser feliz?

El mayor parpadeo sorprendido. Itachi vio cierta incomodidad en él. Ni siquiera entendía porque le pedía consejo a su víctima. Minato no sabía que él era su mayor enemigo, el próximo líder del clan shinobi Uchiha. Trataba como una flor a alguien que era capaz de acabar con él en un pestañeo.

—Yo creo que si ambos ponen de su voluntad lo serán. Tu padre y Orochimaru-sama son muestra de eso. Y nosotros lo seremos. No temas, voy a tratarte con todo el respeto y cariño que mereces. No eras mi omega destino, ni yo soy tu alfa, te prometo cuidarte y amarte con devoción.

Por primera vez, el rubio vio algo diferente en los ojos de su prometido: tristeza.

¿No confiaba en él? Era cierto que tendría que tener un segundo esposo, pero también resultaba ser conveniente para su seguridad. O quizás era por su hermanito. Él mismo se encontraba un poco preocupado por ambos jóvenes apasionados.

—Le deseo lo mejor a mi hijo y Sasuke-kun. —Mencionó dirigiendo su mirada a la pequeña familia de su heredero. — Pero el que sean destinados les traerá algo de dolor. Mi hijo necesita otro esposo. Y Sasuke-kun deberá aceptarlo.

Su prometido ladeó su cabeza interesado en sus palabras.

— ¿Cómo sabe que son destinados?

—La química entre ellos, la forma en cómo se envuelven. No lo sé. Pero se parece a lo que yo sentía por Kushina. Sé que Sasuke es un joven bien criado y te agradezco eso. Sin embargo, es evidente que mi hijo puede hacer que se deje llevar. Eso me preocupa.

En su fuero interno, Itachi alabó su genialidad. Supo que le hubiera gustado mantener una conversación con él antes de la muerte de Kushina. Si el mundo fuera menos agresivo y no tuvieran modos de vida opuestos, hubiera sido agradable compartir el té junto a Shisui y Minato junto a Kushina.

—No se preocupe. Yo voy a aconsejar a mi hermano para que sea previsor. De igual manera, los omegas nos contentamos con nuestros cachorros. —Señaló Itachi aparentando que la preocupación había disminuido.

El rubio sonrío cada vez más complacido de su elección de tomar a Itachi como su esposo más importante. Tomó su mano y le dio un beso. De inmediato su cuerpo se sintió ansioso por tocarlo más, pero estaban a vista de muchas personas. Debía comportarse como el hombre maduro que era, no como un jovencito, exactamente como su hijo.

—No quiero que pienses que el fantasma de mi antigua esposa nos perseguirá. —Era doloroso recordarla pues la adoraba. — Ella es un momento hermoso en mi vida, pero quiero tener una nueva oportunidad de ser feliz a tu lado.

—Le agradezco haberme escogido. Nunca soñé con ser el omega de un gran líder como usted, aunque me pone un poco nervioso. Veo en los omegas de su clan que no será aceptado tan fácilmente.

—Sé que lograrás cautivarlos como lo has hecho conmigo.

Nuevamente besó sus dedos uno por uno. Ansioso por  sentirlo un poco más paseó sus dedos por el brazo de Itachi en una caricia sensual. Un suspiro abandonó la boca del pelinegro y un agradable rubor cubrió su rostro. Minato se acercó a él y mientras seguía explorando la piel de su prometido repartió besos por la mejilla y oreja del menor.

—Te visitaré esta noche, Itachi.

Intentó no mostrarse preocupado, solo avergonzado.

—No temas, solo quiero un poco de espacio contigo, no voy pondré tu honor en peligro. Quiero tomar tu primera vez como corresponde, en nuestra noche de bodas.

El joven Uchiha simplemente pudo asentir.

………………………

 

¿Cómo había terminado en brazos de Obito?

Kakashi se levantó lentamente del futon que compartían. Al notar la clara desnudes de ambos sintió arderle el rostro de vergüenza. Sintiéndose sucio y pegajoso, pidió a la matrona de los prostitutos que le trajese agua para asearse. Ella le indicó que al lado de donde dormitaron había una habitación para tomar un baño de tina. Era uno solo para clientes de alto rango, pero que a esas horas ya no había nadie.

Se limpió a conciencia cada parte de su cuerpo. Asqueado de sí mismo, llegó a su zona intima, hundió sus dedos y sacó lo que quedaba de la semilla de Obito. Reprocharse, insultarse, todo quedaba pequeño al lado de sus acciones.

Cuando quedó limpio, ingresó al pozo. El agua tibia comenzó a relajar sus músculos tensos y adoloridos. Ellos habían sido salvajes la noche anterior. Y gran parte de ello fue absolutamente su culpa.  Como deseó que algún Dios le convirtiese en espuma de agua para fundirse y desaparecer. Lo que había hecho no tenía perdón.

………………

Habían llegado a la habitación que sus pares habían rentado, separada de la que ocupaban Shisui, Itachi y el chico que luciría como Oiran. No querían ser un grupo demasiado grande pues levantarían sospechas. En todo el trayecto, nuevamente el silencio fue su compañero. Incluso mientras se acomodaron en la habitación, ninguno abrió la boca para temas fuera de la misión. De hecho, era lo mejor, pero Kakashi solo sintió que el dolor en su pecho se acrecentaba.

—Bien, Obito, nuestro parte es mucho más simple que la de los chicos pero también importante. — Esperó alguna intervención, pero extrañamente el pelinegro permanecía en silencio. — Es necesario que reconozcamos la ciudad y hagamos un cálculo mental de la distancia de las puertas, soldados, que día sería mejor para atacar…

Ambos no vestían de negro, sino que estaban ya listos para mezclarse con la marea de gente que comenzaba a llenar el pueblo con su día a día.

Kakashi nuevamente esperó alguna respuesta de su compañero, pero este solo tenía una expresión de aburrimiento.

—Te dejó a ti la parte fastidiosa. —Dijo por fin. — Yo me encargo de averiguar las fechas esenciales para que puedan atacar y me pasearé por la ciudad.

El omega parpadeó confundido. Sentía una especie de ahogamiento. En el fondo había creído que Obito insistiría en trabajar juntos.

—Pero debes de tener cuidado con la forma en que sacas información. No te distraigas en asuntos innecesarios.

Los ojos del alfa eran fríos, sin esa deseada calidez.

—Creo que sé exactamente como hacer mi trabajo. Eres el comandante de esta misión, pero puedo usar los métodos que desee mientras no arriesgue. Me subestimas nuevamente.

El tono herido demandó de mucha fuerza de voluntad del peliblanco para contenerse. Sintió las irremediables ganas de disculparse con el alfa.

—Correcto, yo me encargo de las mediciones. Supongo que nos vemos más tarde. —Murmuró con cierto regusto amargo en su boca.

No deseaba separarse de Obito. Nunca había dependido de alguien para completar una misión, pero en ese instante deseo abrazar al pelinegro, hundir su nariz en su cuello o pecho y refugiarse, alejarse del peligro por completo.

El Uchiha terminó de acomodarse la peluca y la ropa, pareciendo un vagabundo. Salió de la habitación sin siquiera dar vistazo al peliblanco. Kakashi por su parte terminó arreglarse para no llamar la atención. Cubrió bien sus orejas y su cola entre sus ropas. Era demasiado llamativo tener algunas. Había pequeños pueblos en los que vivían personas mixtas pero no en ese.  Un artista callejero eso era todo lo que debía de parecer.

Pasó la tarde rodeando la ciudad, verificando cuanta guardia tenía cada puerta, también cuan comprometidos lucían sus guerreros. Hizo un cálculo mental de las distancias y la disposición de los palacios y viviendas.

Cuando el sol comenzó a  ocultarse decidió regresar al establecimiento. Se sentía intranquilo, demasiado acalorado. Su celo era cercano, pero como todo shinobi este no podía detener una misión. Además había bebido el brebaje que Mikoto. El cual lograba con éxito eliminar los síntomas de aquel periodo. Nunca le había fallado, pero en ese instante sentía que su cuerpo sudaba exageradamente.

Pronto debían de vestirse con los ropajes negros para rodear el palacio y verificar que Shisui, Itachi y sus camaradas estuvieran llevando éxito la misión. Pensó que tal vez era buena idea que solo Obito se encargase. Al recordar su porte sintió una imperiosa necesidad de estar a su lado, como si no pudiese sentirse en paz al no tenerlo cuidándole. Ridículo, pues había enfrentado miles de misiones mucho más riesgosas con alfas a su alrededor y en época de celo. Casi siempre las había librado exitosamente.

No encontró a Obito en la habitación. En vez de molestarse por la falta de compromiso del alfa, se le escarapeló la piel. De inmediato,  bajó a preguntar a la encargada, una beta a la  que pagaban muy bien para no hacer comentarios al respecto. Ella solo le mencionó que el joven había pedido referencias sobre el burdel más cercano.

Kakashi simplemente asintió y volvió a subir. Sin embargo, dentro suyo su animal rugía y a la vez lloraba, de sus ojos cayeron pesadas lágrimas. Se sentía devastado y abandonado. Su respiración nuevamente se agitó ¿Acaso era posible que el brebaje no surtiera efecto a causa de Obito?

Negó varias veces. Se sentó en el suelo, balanceándose, intentando calmarse. Sus garras salieron y empezó a rasgar el tatami. En su mente la imagen del alfa con otros omegas se repetía torturándolo, culpándole por no haberle retenido, por alejarlo con sus desplantes.

“No me abandones. No ahora”

Era innegable: Su cuerpo estaba entrando en celo, pronto emanaría feromonas y sería riesgoso.

Y aun así, en vez de envolverse, volver a tomar el brebaje, o prevenir un posible ataque, salió por la ventana.

Cada movimiento fue en automático. Su aroma empezaba a crecer, no podía controlarlo. No deseaba ocultarlo. Algunas cabezas giraron llamadas por su exquisito olor.

No le importo.

Se guío por las referencias de la encargada, pero sobre todo de una extraña conexión que le indicaba donde se encontraba su alfa. Rápidamente llegó al burdel, corrió la puerta de madera y papel encontrándose con un muladar.

En el recinto podía divisar a muchos señores y señoras, otros no tan bendecidos con el oro, pero con lo suficiente. En aquel burdel aceptaban de todas las clases sociales, siempre había omegas y betas disponibles para todos los precios. Los omegas y betas libres ofertaban sus servicios. Aunado a ello, el olor a opio era intenso.

Aun con los ojos picándolo, con el olfato afectado por el opio, buscó desesperado al Uchiha.

—¡Hey! los omegas no están permitidos en este lugar. A no ser que quieras unirte a mí casa. Hueles bastante bien.

La expresión lujuriosa de aquel sujeto enorme le asqueó. Nadie tenía derecho a desnudarle con la mirada. Solo su alfa.

Cuando el sujeto le tocó el hombro, chilló furioso. El traficante obtuvo un giro en el aire para luego terminar estampado contra el suelo.

De pronto, la nariz del lobo  logró encontrar el aroma de Obito por sobre la saturación.

Corrió más rápido, no permitiendo que alguno se lo impida, repartió golpes y arañazos. Su necesidad se hizo más fuerte y su aroma también. Sabía que el pelinegro no lo captaría hasta quizás demasiado tarde, así que se dio prisa.

Finalmente lo halló sentado con un omega encima, ambos se besaban con gula y las manos de alfa se paseaban indecorosamente sobre toda su anatomía. Rechinó sus dientes de rabia.

 

Justo cuando subía la yukata de su pareja, Obito se vio sorprendido. Kakashi quitó al omega que tenía en sus brazos y le arañó el rostro con furia rugiéndole.

— ¡Mi alfa!

El alfa estaba completamente confundido hasta que captó el fuerte aroma de Kakashi y notó su mirada perdida y llorosa.

—Es imposible—Susurró.

La medicina de Mikoto jamás había fallado. Además a Kakashi aún le faltaba un par de semanas para su celo. Era cierto que los omegas se volvían ligeramente más animales cuando esta época se acercaba pero no en Kakashi, este asistía a misiones incluso en pleno celo -siempre medicado-

—Tú eres su alfa, vas a pagar por el rostro de mi muchacho—Gritó el encargado del burdel.

Obito sopesó sus posibilidades. Había acudido ahí a buscar información, que mejor que un burdel para estar atento, por supuesto también a calmar sus instintos. Desde que Kakashi apareció en su vida, de forma casi irreal, su sexualidad se había visto detenida. Sin embargo,  ya que había decidido dejar a Kakashi en paz, pensó que no era mala idea un polvo rápido. Toda esa tarde, extrañamente se había sentido más tentado a tocar al peliblanco. En sus ojos vio una necesidad que le calentaba. Pensó que solo eran alucinaciones suyas. Pero frente a él se realizaba su respuesta.

De pronto, tuvo a Kakashi apegado en su pecho, sobándose. Estaba seguro que pronto se desharía de su propia vestimenta solo para acurrucarse con más ahínco.

Sacó una bolsa de monedas de oro y se la lanzó con arrogancia al encargado.

—Es por el daño que le ha hecho mi omega a tu chico, por toda la noche que debería de pagar por la compañía de él y por una habitación ahora mismo.

El encargado se quedó anonado ante el dinero que un aparente vagabundo cargaba. Ni él ni el omega se veían amigables  ni débiles por lo que le señaló a la vieja matrona que controlaba omegas y betas prostitutos llevarlos a una habitación.

—El dinero extra es por vuestro silencio. —Acotó Obito mientras cargaba a su omega.

El sujeto simplemente asintió. Creyó que no era una gran idea darle la contra ni llamar a los guerreros.

Una vez en la habitación, el pelinegro dejó a Kakashi sobre el futon. Regresó a la puerta y se apostilló ahí.  Intentó  pensar en una rápida solución para lo que acontecía, no vio muchas posibilidades. La fragancia del peliblanco se volvía más fuerte a cada instante; así que liberó su propio aroma para advertir que el omega se encontraba con un alfa y no un beta del que se podrían liberar fácilmente. Si estuvieran en un lugar seguro se alejaría, pero en esas circunstancias sería totalmente peligroso para el omega y para la misión.

Sin poder evitarlo levantó la mirada hacia el frente, detallando a quien amaba.  Kakashi comenzó a arreglar el futon, formando un montoncito con las miserables mantas que tenía a la mano. Sonrío al notar que el peliblanco no lucía conforme. Supuso que al ser un omega de buena clase, seguramente querría algo mejor para su nido de amor. Obito se sonrojó de solo pensarlo.

Le dolía reconocer que el peliblanco no era consciente y que por tanto era incorrecto aceptar esa tentación, pero le estaba resultando cada vez más difícil.

Kakashi se quitó la peluca y se comenzó a desnudar hasta dejar su cola de lobo al aire.  La tentación creció. El alfa se saboreó ante la imagen, pero pegó su espalda a la puerta en un ademán de alejarse. ¿Cuánto más podría soportar?

No mucho, el menor se acercó a él e inició a quitarle la peluca dejando libre sus orejas de felino. Con mimo y ternura, el omega las acarició. Una sonrisa se dibujó en su rostro. Luego pasó sus manos por el rostro avergonzado de Obito. Este sabía claramente adonde llevaban esas caricias que parecían inocentes.

—Mi alfa. —Susurró con una voz aguda que nunca había escuchado en Kakashi. — ¡Mi alfa!—Gritó con más emoción.

Era inútil intentar hacerle reaccionar, así que pretendió separarlo, pero el peliblanco se prendió de su cuello.

—Kakashi, estas comprometido. —Susurró débilmente, disfrutando de las caricias en sus orejas.  “¿Acaso no recuerdas si quiera eso?”— Sientes una repulsión por mi extraordinaria.

Lo sintió temblar y separarse lo indispensable.

—Yo nunca sentiría eso por mi alfa. Yo quiero a mi alfa, te quiero. No me separes.

Su corazón se paralizó y de sus ojos quisieron brotar lágrimas. Estaba ofendido por escuchar eso. Kakashi no estaba ahí, sino solo su esencia animal omega que estaba segura que Obito era su pareja destino, su alfa. Pronto los pequeños besos del omega le erizaron al completo. Nunca imaginó verlo tan amoroso y cuidándole.

“Omega de buena clase, mi omega.”

Con cierto enojo y tristeza a partes iguales se imaginó que el peliblanco siempre debía de ser así con Yamato. También pensó en la mirada de asco que le dedicaría al día siguiente si se dejaba llevar. No iba a deteriorar más su orgullo.

—Perdóname por lo que voy a  hacer, Kakashi.

El otro solo ladeó su cabeza confundido. Veía claramente como su cola esponjosa se removía ansiosa. El omega estaba a la expectativa, esperando recibir el amor y pasión de su pareja destinada.

Obito cerró los ojos. Nuevamente sintió como el omega se sobaba en su mentón, mientras pasaba sus manos por debajo de su camisón yukata.

No debía dejarse arrastrar por la corriente de pasión que quemaba por sus venas. Tomó aire y llamó a todas sus fuerzas para cumplir con lo correcto.

—OMEGA, TE ORDENO QUE NO ME TOQUES Y TE SEPARES AHORA MISMO.

Lo sintió tensarse y luego estremecerse. Se lo había ordenado con su voz de alfa. Ya que se encontraba sumido en su yo animal y le reconocía como su alfa, Kakashi no podía oponer resistencia.

El joven lobo observó la seriedad y la furia en los ojos rojos del mayor. Se separó inmediatamente replegándose en el futon, el que había arreglado lo mejor posible para que fuera el nido de amor de esa noche. Estaba avergonzado. ¿Por qué su alfa no le deseaba?

— ¿Me rechazas, mi señor? ¿Por qué? ¿No soy de tu agrado?

Era increíble la naturaleza omega, se sorprendió Obito. Nunca había compartido un celo con uno. De hecho, había tenido sexo con su prometida y otros omegas, pero nunca en un celo. En ese instante le estaba resultando difícil mantener la eficiencia de la droga que le mitigaba sexualmente como alfa. Sentía cada vez más poderoso a su yo animal querer vencerlo para amar a la preciosa criatura que tenía en frente. Había acordado con su hermano no involucrarse más con el peliblanco, pues le había rechazado tajantemente. Sería demasiado doloroso hacerlo suyo para luego observar cómo se desposaba con otro alfa.

—NO LO ERES. —Emitió aun con su voz de mando. —Acabaste de dejarme sin un buen omega al que arañaste. Eres un mal omega, ¿cómo querría uno así?

—Lo siento.

Kakashi inclinó su cuello mostrándole sumisión absoluta. Para suerte, notó que aún conservaba el collar que lo protegía de posibles mordidas.

Había leído que los lobos eran especialmente cariñosos con sus parejas, nunca se había imaginado que a ese punto. Increíblemente no le pareció fastidioso, le gustaba, Los omegas Uchiha no llegaban a ese punto de sumisión ni a dulzura, eran más bien apasionados y peleaban hasta el final por el control. Al parecer los lobos no eran así.

Deseaba tanto atenderlo, saciarlo, pero aun así resistió. Su sorpresa fue grande cuando tuvo a Kakashi junto a él, lamiéndole una mejilla.

—Te dije que te alejaras. —Susurró confundido de que el omega no obedeciera. Eso era imposible. Se consideraba un alfa lo suficientemente fuerte como para que su voz de mando fuera obedecida por su pareja.

—Tu aroma también me llama. —Respondió cariñoso.

Las manos de Kakashi bajaron por todo su pecho, se apoyó en él, obligándole a sostenerle de la cintura. Su boca tan deseada se ofrecía libremente. No pudo impedir que le brindase un beso en los labios.

Le apartó bruscamente.

—Te he ordenado que te alejas, omega.

Su voz no había salido para nada con la potencia deseada. Kakashi sonrío.

— ¿No vas a ayudarme? Te deseo, quiero entregarte mi cuerpo. Sé que no soy virgen, pero…pero solo te quiero a ti, mi alfa…mío…mío no dejaría que otro omega me robase a mi alfa en mi celo. Es tu deber. Quiero que me protejas y me atiendas.

El Uchiha pensó que definitivamente la madre naturaleza estaba carcajeándose de su desgracia. Resopló. Parecía una confesión, una que había soñado hace mucho.

“No es correcto”

 Quizás el lobo dentro de Kakashi se sintiese así, pero no su parte humana.

Kakashi tomó su mano y la hizo pasear por todo su pecho. Tanteo sus pezones erectos, como se enrojecían rápidamente, su piel suave, sus músculos firmes. El vacío creció. Su mente afiebrada comenzó a olvidar sus principios y juramentos.

— ¿En verdad me rechazas como tu omega?

—A la mierda todo, inclusive si luego te arrepientes. No puedo más.

El omega le observó confundido, pero respondió con gusto ante el beso demandante de su alfa. Se colgó de su cuello y musitó un ruidito que encendió por completo el cuerpo del alfa.

Arrastró al omega hasta el futon y lo derrumbó. No iba a preguntarse más, sino que decidió amar a Kakashi esa noche. Dejó el poder y control a su alfa interno. Una vez desprovisto de su lado racional se sintió liberado. No existían culpas, ni miedos o promesas. Estaba en derecho. El omega había peleado por él contra otro.

Lo besó suavemente mientras sus manos recorrieron con cuidado su pecho. La última vez que estuvieron juntos había sido muy rápido, no tuvo tiempo de detallar el cuerpo de su amante. Esa noche sería diferente. Deseaba recordarla aunque Kakashi se casase con otro. Quizás nunca más le perteneciera. Ante ese simple pensamiento, su alfa interno gruñó herido.

Le tomó de la nuca e inició otro beso. Kakashi le rodeó rápidamente con sus brazos, recibiendo con ansias su lengua dentro de su boca. Se apretaron muy juntos, sintiendo el calor del otro, disfrutando que sus corazones latieran a ritmos alocados.

Delineó con su lengua toda la clavícula. Se separó lo suficiente para terminar de quitarle la yukata que portaba. Una vez desnudo, se tomó unos instante para grabar aquella imagen. Por un momento se sintió perverso de hacerle eso a Kakashi.

Inesperadamente, el omega se sentó y le abrazó con fuerza.

—Tócame, duele si no tocas.

Le recostó en el futon con algo de fuerza. Devoró su piel libre,  bajando hasta llegar a su pezón izquierdo, lo succionó y jaloneo. El peliblanco lloriqueó un poco pero no se negó. Era demasiado complaciente, irrealmente. Inclusive, mientras succionaba el otro pezón, sintió unas caricias en su cabello tan tiernas que le dolió el pecho.

Continuó marcando su pecho con succiones y mordidas. El omega simplemente se dejó hacer gimiendo alto, marcando levemente la espalda de su alfa.

—Más…por favor, mi alfa, más. Pronto…

Obito llegó a su miembro. Abrió más las piernas del peliblanco. Deseaba hacerlo gritar de placer. Así que se dedicó a lamer y recorrer con fuerza el miembro del otro. Kakashi pronto estuvo apretando los cabellos de Obito con sus dedos, mientras de sus ojos brotaban pequeñas lágrimas. Antes de que se corriera le impartió una orden.

—DATE LA VUELTA. —Le ordenó con voz alfa.

Kakashi se posicionó sobre sus codos y rodillas, dejando que su cabeza descansase en el futon.

El alfa se puso sobre él, comenzó a recorrer su columna suavemente, lamiendo y disfrutando el sabor de su piel. Pronto llegó hasta sus nalgas, las separó con cuidado  e ingreso su lengua para provocar la entrada del omega. Esta ya lubricaba lo suficiente como para empezar a chorrear un líquido pegajoso y transparente por sus blancos muslos.

Pronto, por favor…alfa…quiero ser tuyo. —Rogó usando esa voz tan aguda y manipuladora.

No había manera de mantener el control. Obito se terminó de quitar la ropa, dejándole al omega apreciar su cuerpo musculoso. Su propio miembro estaba lo suficiente erecto, de hecho goteaba líquido preseminal. Se acercó hasta su pareja y de inmediato penetró en su entrada. Jadeó ante el recibimiento, se sentía estrecho, las paredes de Kakashi le succionaban de forma obscena. No tardó en moverse, entraba y salía con fuerza y a buen ritmo.

El omega lloriqueó con más fuerza recibiendo a su alfa, participando en los movimientos, agradecido porque su pareja le satisficiera. Luego aulló de gusto, sus orejas se removieron, su cola cayó a un lado. Se sacudía al ritmo que su alfa marcaba, mientras tanto apretaba sus garras sobre el cúmulo de mantas que había amontonado.

Obito lamió sus omoplatos. Continuó moviéndose con fuerza, apretó entre sus garras las caderas del otro dejándole marcas firmes que no se borrarían tan fácilmente como las de Yamato. Hizo presión en la espalda de Kakashi y pronto tuvo a su omega con el pecho pegado al futon, jadeando fuerte como si se ahogara. De esa manera obtuvo un mejor ángulo y mayor presión. Se relamió y llevó su cabeza hacia atrás. Ese encuentro resultaba tan perfecto, emitió un gruñido y sonrío descaradamente. Sabiéndose con el total control de su pareja,  abrió más sus piernas y las araño con ganas.

Más, alfa. Hazme tuyo.

El alfa sabía que su pareja pedía una mordida, se le daría con gusto pero aun en las nubes de placer recordó que ese protector que llevaba en el cuello no se abriría tan fácilmente sin un Kakashi racional.

Así que para saciarse él y a su omega, lamió su clavícula derecha varias veces preparando el lugar para lo que acontecería.

Se abrazó al omega, tumbándolo por completo en el futon, continuó con firmeza empujando dentro de él. Finalmente vio brillos a través de sus ojos, rugió con fuerza al venirse dentro de Kakashi. Al mismo tiempo mordió la zona que había preparado. Se quedó ahí un buen rato mientras escuchaba a su omega gemir de gusto. El nudo creció y su miembro atrapado continuó expulsando su semilla a grandes cantidades. No era un verdadero celo, era uno que él había inducido instintivamente en Kakashi. Y que este había respondido con su necesidad de amor, lujuria y compañía.  Aun así, su cuerpo reconocía esa etapa en su omega como propicia para el apareamiento y para preñarlo.

Aun conectado a Kakashi le mimó con cariño mientras lamía la herida que le había dejado.

—Te quiero, alfa. Mi alfa—Exclamó con orgullo. — No quiero separarme de ti. —Murmuró sumisamente el omega.

—Mi omega, mi Kakashi. Como quisiera que me escogieras a mí. —Murmuro recuperando algo de consciencia. Toda la pasión que había acumulado por Kakashi parecía querer estallar al fin. No se imaginaba liberar a su dulce presa para otro alfa. Sentía que lo natural era tenerlo de esa manera, sometido a él, mimándolo, cuidándole y satisfaciéndole.

—Yo ya te he escogido. No me dejes. —Comentó el omega aun sumido en su parte instintiva.

Era totalmente sincero. No existía manera en que un omega en celo mintiera a su alfa destino cuando ambos perdían ante sus lados animales. Obito lo sabía, lo cual le dañaba más.

Abrazó a Kakashi. Aun seguirían conectados por un tiempo. Besó su mejilla y atrajo su rostro para besarlo en la boca. Su peliblanco respondió dulce y entregado. Tenía entendido que el sexo durante el celo con la pareja destinado era mágico, nunca imagino quedar tan saciado, tan pleno después de la intimidad.

—Seré un buen omega, cuidare de nuestros cachorros y mantendré nuestro hogar. Te protegeré y pelearé por ti si lo necesitas.

Obito sollozó escondiendo su rostro en la espalda de Kakashi. El omega se sintió inútil al no poder calmar su llanto. Estaba confundido ¿Por qué su alfa lloraba cuando le había dado sus votos de entrega?

— ¿Acaso no te agradé?—Preguntó el lobo.

—Me fascinaste.

— ¿Por qué siento que estas muy triste?

—No tiene que ver con este momento.

El nudo terminó, Obito rodó hacia un costado aun recostado. La distancia que marcó hirió el orgullo del menor. Este aun con las piernas temblando le enfrentó con la mirada.

—Alfa, no soy un prostituto. Soy tu pareja eterna. Confía en mí, no me alejes.

El pelinegro quedó sorprendido. Alzó su mano, los dedos de ambos se entrelazaron.

—Temo que cuando despiertes me odies.

El omega quedó en silencio.

—Pero somos compañeros destinados...—Murmuro al fin.

Los ojos estaban algo húmedos. Obito le atrajo, envolviéndole en un abrazo, recostando su cabeza en su pecho.

—Yo seré muy feliz si te vuelves mi omega, Kakashi.

—Ya soy tu omega. —Apuntó somnoliento el menor.

El alfa Uchiha, segundo más poderoso de su clan, deseó que el amanecer no fuera tan duro. Mientras tanto, se dedicó a besar la herida que le había ocasionado.

…..

Todos esos desagradables y humillantes recuerdos rondaban en su cabeza. Su lobo interno, con el cual había guardado cordialidad desde pequeño estaba efervescente, entusiasmado e ilusionado. Le había ganado esa batalla, pero estaba firme en que vencería en la guerra. No iba a permitir que su lado instintivo dominase.

La tarea no era fácil. Desde que conoció a Obito había sentido curiosidad, cierta ternura hacia él que no la demostraba bajo ningún concepto. La primera vez que se entregó a él estuvo a punto de dejarse dominar. Le gusto a pesar de lo desagradable que fue el inicio.

Luego de aquel duelo, su parte instintiva se alzaba con más fuerza.

Se sentía tan incompetente, tan traidor a sí mismo.

Atrajo sus piernas hacia su pecho, contrayendo su rostro en una mueca de incomodidad por sus músculos traseros.

—Así que aquí estabas. —La voz de Obito no le resultó desagradable. Una parte suya se alzó meneando la cola de felicidad por escucharle. Otra parte se llenó de vergüenza.  

—Deberías de tener más cuidado, aun se siente tu aroma a celo. Y por si no te has dado cuenta no estamos en una posada sino en un prostíbulo.

La presencia de Obito se hizo más fuerte como si buscase atraerle, pero a la vez protegerlo de otros alfa. Muy en el fondo agradeció el gesto. Y aun así, todos sus músculos estaban en alerta. Nuevamente las imágenes de su acto, el sonido de sus cuerpos uniéndose, los jadeos y gruñidos del alfa en su oído. Todo era una tortura.

—No hay ningún problema. Puedo protegerme perfectamente. —Apuntó serio.

Era mentira. Se sentía débil y vulnerable ante el aroma de Obito. Como si desease que ingresase  en la tina donde se encontraba. Quizás era por su adelanto de celo, pero aún estaba levemente mareado. No estaba seguro de poder confrontar a quien sea como normalmente se sentía.

—Umm… Kakashi, debemos de hablar.

La voz seria de Obito tensó todo su cuerpo. No estaba haciendo uso de su voz de mando, pero sintió esas cosquillas de obedecerle. Lo que menos necesitaba era hablar. Con ello solo traería a su mente los detalles, los pequeños mimos que le dio al alfa, sus votos de amor y sumisión.

—No hay nada de qué hablar. —Respondió a la defensiva. — Tienes razón ya debo de salir de aquí. Los dioses quieran que no le haya sucedido nada a Itachi y Shisui.

No le hubiera importado que lo observase desnudo antes. No tenía mucho pudor pues se había criado como huérfano y no podía demostrar debilidad alguna. Pero antes de poder ponerse de pie, sintió timidez.

—No les ha sucedido nada. —Aclaró el otro sin darse por entendido de que el omega quería que le otorgue espacio. — Ya llegó uno de nuestros informantes.

Kakashi tanteó  la marca de dientes que había hecho Obito en su clavícula. Sentía las hendiduras aunque no sangraba. Era extraño.

—No pareciera que te preocuparas por ello. —Soltó distraído mientras continuaba tanteando la herida. —En lugar de velar por tus sobrinos viniste aquí a revolcarte con una prostituta.

Se arrepintió al instante de haberlo pronunciado. Por supuesto que la irresponsabilidad de Obito era reprobable, pero comprendió que su tono era como si estuviera celoso, justo como su omega interno se sentía.

Todas sus acciones fueron como las de un omega protegiendo su territorio, eliminando al rival por el alfa que consideraba suyo.

—Si no hubieras armado el alboroto que hiciste, me hubiera follada a ese prostituto, le hubiera sacado información y luego sin ningún problema hubiera ido por mis sobrinos. Fuiste tú el que trajo problemas. —Gritó con sorna el pelinegro.

Obito supo que algo similar sucedería a la mañana siguiente. Aun así, no dejaba de ser doloroso.

Kakashi se hundió en la tina. Nuevamente deseó volverse espuma y desaparecer. Recordaba claramente que antes de volver a tomar la medicina, se dejó llevar por sus instintos. ¿Qué le sucedía? No era propio de un shinobi experimentado como él. 

El Uchiha resopló furioso y confundido. No se sentía adecuado gritarle al peliblanco. Quizás era por haber estado anudados pero se sentía más cercano a él. Con lo sucedido anterior le parecía aterrador un futuro donde Kakashi fuese mordido por otro.

—Lo siento. —Murmuró el peliblanco aun medio hundido. —En verdad, lo siento. No entiendo que sucedió. No tenía por qué haber venido aquí. Mi celo todavía falta mucho tiempo y siempre han funcionado los brebajes. No puedo culpar a nadie más que a mí mismo. Tienes razón, el que trajo problemas fui yo, el que puso en riesgo la misión y a tus sobrinos fui yo. Reportaré lo sucedido a Fugaku-san, y acataré cualquier disposición.

Sintió el tormento dentro de Kakashi como propio. La sensación le escarapeló el cuerpo entero. No solo eso, el impulso de consolarlo fue tan poderoso que se vio avanzando hacia él. ¡Era su pareja el que sufría! Un alfa no tolera ver sufrir a su compañero si puede encargarse de su dolor.  Sin dudarlo llegó hasta su lado. Estuvo a punto de acariciarle sus cabellos cuando…

—No sé cómo voy a explicarle esto a Yamato…—La intención tierna anterior se torció completamente. Si los alfas no toleran el sufrimiento de su omega; en igual sentido odian que hablen de otro alfa que es una potencial competencia. Además hacía tan solo unas horas ambos estuvieron unidos físicamente.

— ¡¿Cómo?! Simplemente dile que te acostaste conmigo. Después de todo, está acostumbrado a que te revuelques con el primero que te parece atractivo. No veo cual sea la diferencia. —Agregó con desprecio.

El omega nunca se había sentido avergonzado de su vida disipada, pero la forma en que se lo restregó le hizo abochornar aunque al mismo tiempo hirvió de furia. Nadie tenía derecho a juzgarle, pero no podía evitar sentirse herido, insultado.

—Aun así me cogiste ¿o no?—Recriminó.

No era el momento para ganarle una discusión a Obito. Kakashi aún se sentía ligeramente afiebrado. De hecho, parecía que si no hubiese tenido intimidad con Obito, el celo aun estaría en su esplendor de tortura. Mientras que el alfa estaba totalmente llevado por el sentimiento de la traición y coraje.

—Fuiste tú el que se arrastró hacia mí, el que me llamo “mi alfa” y se restregó contra mí. —Sonrío malicioso. — Ahh… todavía recuerdo que te ordené con mi voz de alfa que te detuvieras y aun así insististe. Nunca imagine que fueras tan dulce y meloso en un celo. —Agregó intentando causarle daño, tanto como el que sentía en el pecho.

Si era sincero, no le había molestado esa faceta en Kakashi. De hecho, le había parecido encantador. Sin embargo, era claro que el omega deseaba esconder por vergüenza. ¿Cómo es que un shinobi sin piedad podía ser tan dulce y diligente con su pareja?

Ni Kakashi mismo se reconocía entre los recuerdos y pensamientos que obtenía de su omega interno. En ese momento despreciaba ser un lobo y no un felino, pues estos eran más huraños, incluso en la intimidad.

—Entonces lamento haberte causado problemas. —Su garganta se secó. Se hubiese burlado o contraatacado pero no se sentía listo. Las palabras de Obito habían resultado humillantes. — Yo me las arreglaré con mi prometido, Obito.

El peliblanco se puso de pie, tomó su yukata y se la pasó aun con el cuerpo húmedo, la tela se pegó a su cuerpo, dándole una sensualidad que Obito apreció con lujuria.

Antes de que pudiera escaparse, el alfa le detuvo. Pronto se vio atrapado y recostado en su pecho. Se dio cuenta que eso era la que deseó desde que despertó. En el fondo era un omega que después de la lujuria buscaba aprobación, mimos y amor de parte de su alfa. Se sintió tan asqueado, pero de igual manera no se separó. Ni siquiera estaba marcado por el pelinegro y aun así se sentía tan influenciado por él.

—Siento mis palabras, Kakashi. —Dijo con sinceridad, mientras apretaba más su abrazo. —Pero… hasta tú debes darte cuenta que lo tuyo con tu prometido no va a funcionar. —La voz del alfa era algo entrecortada, dolida. — Eres mi omega y fue por eso que el brebaje no funcionó. Te sentiste abandonado por tu alfa, por mí cuando estas cerca de tu celo; por eso despertaste por completo para que yo no fuera por otro omega. Demandaste mi compañía como cualquier lobo en celo. Esas es toda la respuesta que buscas. No hay más.

Kakashi lo sabía. Estaba consciente de que todo ello era verdad. No existía otro motivo por el que un brebaje que siempre funcionó en él no lo hiciese en ese momento. Ellos habían hecho el ritual de apareamiento cuando pelearon, demostraron estar en consonancia y fuerza semejante. Tenían el mismo nivel de fuerza por lo cual eran una pareja ideal que podría proteger y cuidar de una camada.

Lentamente se separaron. El aroma de Obito olía como la tierra húmeda después de una lluvia, como una esperanzadora fuerza de que todo estaría bien.

—Hice cosas vergonzosas en la noche. —Comentó Kakashi girándose hacia el alfa, tenía un ligero rubor en sus mejillas.

—Sé lo que dije, pero a mí me gustaron. —Respondió sincero el pelinegro, haciendo un ligero puchero infantil que agradó al menor. — En realidad fuiste muy tú. Agarraste a zarpazos al otro omega. Pobre, te aseguro que le deje una compensación para que le traten adecuadamente.

No quería oír a Obito preocupado por otro omega, deseaba que lo observara solo a él. La imagen de su prometido se derretía lentamente.

—No suponía que fueras tan amable y cariñoso conmigo.

—Los omegas Uchiha no son así ¿verdad?

Obito sintió rápidamente la añoranza.

—No lo son. Es lo que he oído.

— ¿Nunca has pasado un celo con un omega?—Preguntó con mucha ansiedad.

—Nunca. Es demasiado íntimo. —Respondió de inmediato. — Así lo vemos nosotros. Mi prometida anterior no se sentía cómoda conmigo como para compartir algo así. Y es que yo no le transmitía la protección necesaria.

Rápidamente el peliplata giró su vista hacia un lado. Sonrío sutilmente. Deseó haberle ofrecido su primera vez compartiendo un celo, pero eso no era posible. Aun así encontró algo con que compensarlo.

—Yo nunca me he comportado así en un celo, jamás.

Aquello sorprendió a Obito. Este era consciente de que Kakashi solo compartía sus celos con Yamato. Ningún otro tenía tal honor. Pero supuso que siempre se comportaba de la misma manera.

— ¿Por qué?

—No lo sé…supongo que es porque eres tú….

Kakashi tenía la teoría de que solo se comportaría como un omega completo con Yamato cuando este lo mordiera. Recordaba vagamente que su madre era así de dulce con su padre durante esos periodos. Había investigado un poco sobre los lobos. Aquel comportamiento era típico de omegas enlazados, que aman a su pareja con fervor, o también cuando es su pareja destino.

El rostro de Obito era impagable. Se veía radiante, pero Kakashi no lo observó, sin embargo pudo percibir a través de su olfato su felicidad. Y aquel sentimiento le llenó, trayéndole satisfacción.

Percibiendo el aroma dulce alrededor de su omega, el Uchiha notó que no habría mejor momento para sus deseos.

Tomó el mentón del otro, le levanto el rostro ligeramente. Acercó sus labios a los del otro y en un contacto delicado cerró el espacio entre ambos.

—Dame una oportunidad. Dánosla, Kakashi.

—Pero yo le di mi palabra…

No era así como debería de responderle. Pero se dio cuenta de que era la voluntad de algún Dios caprichoso porque Obito y él fueran pareja destino

Los ojos del otro tenían un pequeño brillo de esperanza. Kakashi debería de apagarlo como antes, pero no podía. Estaba conmovido, mareado y endulzado.

—Te protegeré, Kakashi. Estaré a tu lado si rompes tu compromiso con él. No tengas miedo. Nos equivocamos, pero siempre tenemos la oportunidad de redimirnos. Además, no podemos dejar nuestra felicidad por cobardía.

Embotado con sus aromas mezclados de manera perfecta, Kakashi no pudo separarse del cuerpo del otro. Tampoco logró rechazar el beso que le brindo, ni el siguiente…Su cuerpo parecía haber aprendido rápidamente en como disfrutar en brazos del pelinegro.

El Dios del destino era cruel y juguetón, decidía las parejas a alfas y omegas sin importarle su voluntad o preferencias. Y como prueba de su poder, les dotaba de todos aquellos lazos que cada vez les hacía insoportable el luchar contra este.

Kakashi estaba cansándose de luchar contra este Dios.

…..

 

………………..

…….

Los días habían transcurrido tan largos, interminables e insufribles. Para Shisui comunicarse por mensajes costos con su familia había resultado un reto a su naturaleza. Un día le había dicho a Itachi que los felinos esperan el momento adecuado para atacar. Pero este se había atrasado por diversos imprevistos que tuvieron que atravesar. Sin embargo, quizás la recompensa estuviera mucho más cerca de sus manos: Esta solo era volver a ver a Itachi, cerciorarse que se encontraba completo y sano.

—El final está cerca…—Susurró Shisui mientras miraba a la Luna.

La noche era el fiel recuerdo de su prometido omega. Sobre todo la calmada luna, su señor y su Dios. Itachi era esa luz calma, misteriosa, amable que te brinda cierto regocijo cuando la divisas luego de que el terror de la noche te ataque.  Deseaba tanto estrecharlo entre sus brazos y pasar sus dedos por su precioso cabello.

Ellos estaban destinados desde que llegaron al mundo. Sus almas eran la mitad de un ser superior. Pero más que eso, ambos se amaban cuando tuvieron que separarse. Por su parte, y a pesar que sabía que el tiempo distorsionaba para bien o mal los sentimientos hacia el otro, estaba preparado para recibir al nuevo Itachi.  

—Pronto podremos ver a todos de nuevo. —Interrumpió su pensamiento una presencia agradable.

—Kakashi-san. —Murmuró Shisui.

Su tío Kakashi, su mentor y superior lucía agotado. Para todos había sido fatigoso llegar hasta donde se encontraban, borrando sus pistas, viviendo en las sombras y escondites. Pero agregado a eso sabía que su maestro estaba cansado por su relación con su tío Obito.

Entendía que su relación  no inició de la mejor manera. Por momentos parecía que eran perfectos juntos, pero en otros no ¿Ese eran los celos que la marca otorgaba a los alfas y omegas?

Sabía que su tío daría su vida por salvar a Kakashi, pero existía una especie de barrera entre ellos.

Se preguntó así mismo ¿Cómo sería el Itachi después de esa misión? ¿Habría cambiado algunos aspectos de su identidad? Era seguro que sí. ¿Cuánto amor habría tenido que fingir al líder de la Alianza para que resultase creíble? ¿Cuántas veces seguramente había tenido que ceder a besos y caricias? ¿Cuántas palabras de aquel señor habrían llegado al corazón de Itachi?

Pero todo ello no era lo realmente importante sino: ¿Vería en sus ojos el mismo amor y la misma desesperación que él sentía por verlo?

—Itachi nos ha hecho llegar la fecha del ataque. Estoy seguro que no estas conforme. —Mencionó el peliblanco.

—Lo sé. Pero, Itachi tiene razón. No existe mejor fecha que esa para el ataque. Ni mejor momento para liquidar a Minato Namikaze. Solo baja la guardia cuando esta ante su nieto o ante el Itachi que ama.

Un silencio de comprensión llenó el espacio. El peliblanco podía ver en el menor cuanta fuerza usaba para contenerse, para seguir siendo un líder maduro y metódico. No podía desesperarse, sino traería caos al clan.

—Cálmate cuando lo tengas al frente. —Aconsejó finalmente el omega.

Shisui se giró por completo. En sus ojos se vislumbraban una lucha constante entre el humano y el animal. La sensaciones más destructivas propias de su ser como alfa deseaban alzarse e impedir que su omega se arriesgase tanto. Constantemente la frase “es mío” acudía a sus sueños y pesadillas.

—No debo ser yo quien acabe con Minato. —Mencionó mientras apretaba los puños. —Como líder de los Uchiha, él debe de ganarse la lealtad de los demás con la sangre de Minato. Se ha especulado mucho sobre él y Sasuke, así que deben demostrar que aún son fieles.

No era fácil para Shisui mencionar aquellas palabras. Sin embargo, como alfa supremo de los Uchiha tenía una labor de supervisar a quien sería el próximo líder. Aunque se le arrancase el alma, la traición seguía siendo un pecado imperdonable en el clan. Las panteras eran recelosas y siempre estaban atentas. Estaban metidos en el plan, pero a cambio exigían que el próximo líder cumpliese cabalmente su parte.

—Entonces ¿te tendremos al frente?— Preguntó Kakashi, entendiendo perfectamente la situación.

—Seré su apoyo. No lo especifica pero estoy seguro que el instante exacto donde debemos aparecer es cuando se esté consumando la unión. Es el momento en el que un alfa es más indefenso que ningún otro.

—Pero podría terminar marcándolo.

— ¡De ninguna manera!—Se sobresaltó con furia y desesperación. — Pero debo de llegar justo a tiempo.

—Es peligroso y eso no nos indica Itachi.

—No lo hace, pero yo lo sé.

Kakashi no podría replicarle, sabía que ellos dos se entendían más allá de las palabras. Además lo que indicaba tenía lógica. Sería un momento de euforia para la mayoría. Ni siquiera notarían el peligro a su lado o en sus compañeros. El máximo festejo sería manchado con sangre.

El omega peliblanco sintió un aroma familiar. Giró levemente y en medio de la oscuridad vio a su gente aparecer con un grupo mayor acompañándolos. Sonrío por los rostros conocidos. Se dispuso a acercarse para darles la bienvenida. Pero la presencia agria de su alfa se lo impidió.

—Obito. —Se quejó con cierto enojo.

El alfa le respondió con una mirada serena y firme.

—El líder de las Tierra del Viento ha llegado junto a su hermano y su primo. Debemos compartir los últimos detalles del plan.

Tanto Shisui como Kakashi asintieron. Las negociaciones habían sido largas, pero hace un par de meses llegaron a un acuerdo firme y conveniente para ambos bandos. Así pues contaban con un aliado más que les facilitaría el ataque. El gran alfa Uchiha esperaba que todo el entrenamiento conjunto fuera efectivo para que no trajera disputa más adelante. Ellos tenían lazos antiguos, algunas misiones en las que fueron sus clientes, pero nada aseguraba una feliz alianza. Sobre todo, porque se habían negado a algunos requerimientos que iban contra sus propias políticas como un matrimonio arreglado para Sasuke.

Aun así, ellos estaban preparados para luchar solos. Y estaban plenamente seguros que los del desierto no veían con buenos ojos al líder del clan Namikaze. Como mucho, los abandonarían pero no avisarían a los otros.

Además de ellos, contaban con algunos clanes shinobi que se unieron, los cuales comprendían que era ganar o dejar que Minato los borrase del mapa.

Sea como fuera tenían la fecha exacta del día del golpe. Solo quedaba encomendarse Tsukiyomi para obtener la victoria.

 

 

Notas finales:

…………………………..

 

Hola!!!!

Entenderán que este capítulo me tomó demasiado tiempo escribirlo. Y peor aún editarlo. Les diré que escrito en sí ya lleva un mes, pero la edición es dificultosa, entre otras cosas el poner y quitar algunas escenas. Ni imaginan cuanto tendría si pusiera todas las ideas que se me vienen en primera instancia. Creo que uno de los más dificultosos fue el obikaka. Sus sentimientos son diferentes a las demás parejas. Kakashi siente amor por Yamato, además que aprecia su lealtad y cree que podrían guiar juntos siendo pareja al resto de su gente. Tiene miedo de lo opresivo que podría ser un lazo y marca con Obito. Pero ya vimos que hay cosas que no puede detener a la naturaleza.

Finalmente no creí que fuera con ellos el que Obito se aprovechara guiado por el celo. Sino que fuera el mismo Kakashi quien diera ese paso, incluso enfrentándose a otros omegas. Me gusta pensar que no solo los alfas son así de decididos sino tambien los omegas, sobre todo si tiene la capacidad de pelear como Kakashi. 

¿Sufrieron como yo con los sentimientos de Obito? en verdad soy masoquista con mis pobres personajes de fic....

Como es que Minato no ha reconocido a Itachi como ese niño que conoció hace años? Bueno ciertamente ha cambiado, en ese momento Itachi aun no tenía un aroma totalmente claro y además verán que cuando te pintas el rostro de blanco este cambia bastante. Me gustaba la idea de que se hayan conocido antes, aunque aún no sabía en que momento y decidí que el mejor era con la primera misión real de infiltración que hizo. Justamente coincidiendo con su primer beso con Shisui. Que me gusta ver el mundo arder jojojojojo

También estoy sufriendo con Sasuke, Naruto y Memma..pobre cachorrito no sabe a que tipo de mundo ha venido a nacer. 

¿Creen que Sasuke le de la estocada final a Naruto? ¿Que sea capaz de traicionarle?

¿Minato terminará mordiendo o acostándose con Itachi? ¿Las dos cosas? ¿Ninguna? Shisui se lo vuela en una?

Habemus Mizuki en camino!!!!

Quería anunciar que de aqui en adelante quedan 4 capitulos para terminar esta primera parte o volumen. Lo decidí asi porque mi fic tiene capitulos largos y además entraremos a una nueva fase en la vida de los personajes después de las decisiones que tomen en esta primera. También que los ratings y advertencias podrían cambiar. Y por su puesto esta basado en una época ligeramente diferente de Japón. Eso sí antes de terminar contaré el inició de todo Hashiramax Madara y Mito Uzumaki. 

Si nadie vio mi pagina de face o grupo hace tiempo postee el arbol genealogico de los Uzumaki,  Senju y Namikaze y pues se veía claro que Hashirama y Mito tuvieron varios hijos, ya ven que lo explique un poco arriba. 

     

O desean que la historia de Hashirama y Madara este en el siguiente vol?

Algunos datos a tener en cuenta!!!

Oiran es muy diferente a geisha. Eso es algo que causó indignación en Japón con la salida de la película americana Memorias de una geisha. Lo cierto es que la geisha que brindó su información para la novela de la que luego se hizo película no tuvo una vida tan desgraciada. Y bueno ser geisha era una manera de emanciparse para una mujer en el Japón de esa era. No solo para mujeres, de hecho hubo hombres que trabajaban como geishas también. Que podían tener amantes, claro pero no estaban obligados, ellas principalmente eran artistas.

Las Oiran eran cortesanas de alto rango, prostitutas caras si quieren decirlo, solo los señores más adinerados podían pagar una. Eran muy caras. Y también diferían de las prostitutas comunes porque eran bellas, tenían otras aptitutdes pero basicamente les entrenaban para el sexo desde pequeñas. Además, su virginidad no era lo más caro. De hecho para llegar al titulo de Oiran debías de tener ya una gran experiencia, sino no podrías complacer en ese arte. 

Y ya que estamos en eso:

Kagema: Eran prostitutos masculinos tanto para hombres como mujeres, pero en su mayoria sus clientes eran samurai masculinos. Y ellos asumían el rol de pasivo. Se dice que eran más costosos que las prostitutas mujeres.

Kabuki: Eran actores del teatro kabuki. Aun existe y uno de sus altos representantes es el actor Taichi Saotome. Vean sus fostos es hermoso. Por cierto las imagenes de oiran que puse en la parte de la misión de Itachi son de él. Es hermoso no? Muchas veces interpretó al onnagata que es el personaje femenino en una obra kabuki y dentro de ese papel muchas veces interpretan a oiran. Ya que Itachi y su sempai son hombres puse imagenes de Taichi vestido de Oiran apra que vean lo bien que podría quedarles el traje a un chico.

Mención aparte los chicos que interpretaban kabuki en la era Edo y anterior a esta también podían tener amantes como las geisha pero también recurrían a la prostitución. Pero no de una manera mala como uno en occidente la ve sino como una especie de retribución por ser sus seguidores, aunque de hecho con el tiempo empezaron a  cobrar mucho. Sin embargo hay cuentos que dicen que algunos estaban con hombres no tan adinerados como una especie de retribución por salvarlos o así. Hay un libro sobre eso que terminé leyendo XD

Como ven la era feudal japonesa distó mucho de ser mojigata. Siempre han sido tremendos con su sexualidad. 

Bueno eso es todo para más info visita mi fanpage Kaory-Madness y unanse a mi grupo Kaory-Madness

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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