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Traición a la sangre por kaoryciel147

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Un omega abandonado. Cuantas veces, Kakashi Hatake había visto a estos deambular por todo el territorio de Fuego. Muchos de ellos, solo subsistían fumando opio que muchos proxenetas les otorgaban para que ofrecieran sus servicios en aquellos burdeles donde cualquiera era aceptado por tan solo un puñado de monedas.

La vida de un omega no terminaba cuando era marcado, pero algunos eran demasiado débiles para soportar la carga del abandono o muerte de su alfa. Los que tenían cachorros, creaban un vínculo con ellos que les mantenían en sus cinco sentidos pues debían de protegerlos.

En muchos casos, esos omegas no habían sido abandonados por voluntad de sus alfas, solo que el mundo en el que vivían era difícil. La desesperación de no saber dónde estaba su alfa enlazado les mataba lentamente. Y es que era probable que sintieran la agonía del alfa atrapado en alguna tortura.

Por eso siempre tuvo en mente que solo podría dejar que lo marque alguien de su entera confianza y solo cuando se sintiera lo suficientemente listo, maduro y fuerte para soportar un abandono.

Quien diría, que se cumpliría su predicamento de ser un omega abandonado. Aunque él sabía exactamente donde se encontraba Obito, no lo había visto hacía un año. El alfa continuaba con sus misiones y cumplía con sus deberes, pero ya no dormían juntos, ni siquiera se veían.

Así que no podía contradecir a quienes le señalaban como “omega abandonado”, situación extraña entre los Uchiha. Ya que los “omegas abandonados” en todos sus casos, según había leído era porque su alfa fue secuestrado o le había sucedido algo que de verdad del impidiese al completo volver a su omega. Sin embargo, él tenía una maldita marca en el cuello que quemaba cada vez que Obito regresaba a la aldea. Aquella marca le enlazaba a su alfa destino. Ni siquiera había sido dada en su celo, y aun así era lo suficientemente poderosa para brindarle desasosiego constante.

A pesar de ello, gracias a su entrenamiento, fuerza y terquedad fue capaz de continuar con sus deberes y llevar a cabo sus misiones. Como líder nadie podía brindar alguna queja, se comportaba a la altura de su posición defendida.

Los murmullos eran indetenibles. Ya todos sabían que se había enlazado a Obito y este le había abandonado. Pero, al mismo tiempo que era criticado por su frialdad, también era alabado por parecer tan en perfecta calma aun con el abandono.

La realidad era diferente: El caos acudía a él durante sus celos. Había pasado dos en ese largo tiempo y había deseado morir en cada uno. Y es que, por instinto, un omega enlazado en celo necesita a su alfa. Era muy diferente a ser uno libre, el cual puede complacerse con cualquier alfa que este a su gusto. En cambio, estando enlazado, solo deseaba a Obito. Lo peor era que internamente sabía que la falta de presencia de su alfa no se debía a sus deberes, le era claro el enojo, odio y rechazo de este, por lo cual no paraba de llorar por perdón de su alfa, sin obtener una respuesta.

Cuando amanecía, después de su último día de celo, los recuerdos de esos desesperantes días le traían vergüenza de sí mismo. ¿Cómo podía rogar por alguien? Detestaba su naturaleza como nunca lo había hecho. Nunca había sido un real impedimento para él ser omega, salvo los celos que desde su inicio fueron calmados al lado de Yamato. Sentir que necesitaba de alguien en especial era algo aberrante e innecesario.

Obito no le había buscado y él, por orgullo, le había evitado en lo posible. Fueron pocas las veces en las que coincidieron en el mismo castillo y aun así en esas fracciones de tiempo le fue claro que aún tenía el desagrado de su alfa.

Sabía que debía de aclarar su situación, que ambos deberían de romper el lazo por definitiva. Pero temía no poder plantarle cara, de humillarse. Así que prefirió alejarse.

—Puedo decirle a mi esposo que no le dé una misión a Obito. —Intervino Mikoto en su ola de pensamientos.

—¿Y ordenarle que me monte en mi celo? —Respondió sarcástico.

—Kakashi…

—No importa, Mikoto. Obito me detesta. No soy capaz de ponerme en su lugar ni comprender el porqué. Sabes que para mí el tema de cachorros carece de importancia. Sin embargo, está en su derecho de odiarme por ello. ¿Por qué le obligaría a hacerse cargo de mi celo?

Aunque sonasen frías, solo hablaba con entera verdad. No comprendía a Obito, por ello, no era capaz de juzgarle. No tenía el derecho de hacerlo.

—No está bien. No pueden seguir así. Y claro que es su responsabilidad, te marcó. —La omega lucía preocupada por el paciente que tenía en frente. Después de todo, ella había tenido que lidiar con los llantos, la fiebre y todos los síntomas de Kakashi, aplicándole medicinas y tónicos. —Cada vez luces peor y tu segundo celo fue agresivo, casi no pude controlarte, tuve que sedarte.

El peliblanco lo sabía. Recordaba a medias, como estuvo a punto de escaparse para lanzarse en la búsqueda de Obito. Era un omega fuerte y territorial cuando estaba en celo. Así que si no lo encerraban era muy capaz de escaparse e internarse en el bosque en busca de su alfa enlazado.

—Hazlo de nuevo, entonces. Si me pongo agresivo, te doy permiso de sedarme. —Respondió quintándole importancia al hecho.

—No es saludable hacerlo siempre. Los omegas que no tienen pareja enlazada pueden hasta disfrutar sus celos, pero tu caso es de los más duros. Ya que ni siquiera tienes resignación.

Por su puesto, dentro del clan Uchiha había omegas viudos. Estos sufrían, pero al final siempre les llegaba la resignación, teniendo cierta paz en sus celos. Podían continuar con sus vidas luego de un periodo de tiempo. Más si tenían familia y cachorros que cuidar.

—¿Nunca se han separado una pareja alfa y omega enlazada?

—No he tenido casos si te soy sincera. Ya sabes que nosotros tomamos muchos detalles en cuenta antes de que se produzca el enlace. Así que es tomado con responsabilidad y seriedad.

Kakashi rodó los ojos. Mikoto no tenía la culpa de que el rompimiento de enlace fuera cosa rara en su clan.

—Lo sé. Ustedes valoran mucho el lazo de destinados. Y se toman toda una vida para decidir a enlazarse y tener una pareja estable.

De hecho, muchas parejas casadas que no se enlazaban, otras parejas de destinados que tampoco lo hacían. Realmente, se tomaban mucho tiempo para convivir, conocerse y que sus almas resonasen juntas antes de generar el enlace. Demasiado mágico para alguien como Kakashi.

—Es así. Al menos, deberían de hablar para ver si durante tus celos, Obito puede ayudarte, luego si desean no se vean, pero…

—No se lo voy a pedir, es humillante.

Si fuera otra persona, Kakashi era muy capaz de pedírselo pues era una solución práctica a sus problemas. Ya que en el día a día podía sobreponerse. Su problema eran los periodos de celo donde se perdía así mismo. Sin embargo, no se sentía capaz de pedirle algo así a Obito.

 —Gracias, Mikoto, por favor, ni se te ocurra decírselo a Fugaku. Prefiero que me sedes. Realmente, te lo reafirmo, sédame si todo se pone peligroso.

Mikoto no estaba conforme. Estaba desesperada por buscar opciones para ambos. Desde el inicio, creyó que eran buena pareja, pero evidentemente no estaba de acuerdo en que se enlazaran tan rápidamente. Incluso, él y Fugaku tomaron su tiempo para hacerlo. Solo cuando se volvieron amigos, amantes, cómplices, compañeros y demás decidieron casarse y enlazarse, luego del duelo respectivo y demostrar ante la comunidad que eran una pareja adecuada. Obito y Kakashi se habían saltado todos esos pasos y en ese momento pagaban las consecuencias. Como iba la situación, cada vez se convencía de que se cometió un error al hacer destinados a Kakashi y Obito.

A diferencia de lo que muchos pensaban, para Obito no era un mar de rosas el alejarse de Kakashi. También tenía la cabeza llena de sus llantos. En cada uno de los celos, se obligó a permanecer lejos. Puesto que casi como un reloj, su mente le recordaba cuanto faltaba para el celo de su pareja. Y se sentía acalorado, abrumado y lleno de deseo de acudir a él y ayudarle.

Era difícil, mantenerse cuerdo y no correr hacia su aldea. Y a pesar de estar lejos, se sentía conectado a él. Esas noches no podía dormir porque a su mente acudía el dolor del omega por no tenerle a su lado.

Cuando volvía a la aldea, deseaba verlo, pero se conformaba con escuchar de boca de Mikoto o de su hermano como se encontraba este. Pensó que Kakashi en algún momento daría un paso, aunque sea de apariencia casual, que hiciera a ambos hablar. Se conformaba con que, siquiera se topasen en algún pasillo, él haría el resto del trabajo. No sucedió. Aquello solo le mortificó, le convenció que sus sentimientos jamás serían correspondidos de la misma forma.

El dolor por la pérdida de su cachorro le hacía sentir enfermo de resentimiento hacia él. Y su indiferencia solo le ahogaba y le alejaba. Sentirse despreciado y no necesitado por su omega era cruel. Parte de la esencia de un alfa era sentirse necesitado por su familia y cuando se encontraba con su destinado, era sentirse necesitado por este.

Lejos no encontraba paz, pero cerca tampoco.

Nuevamente, el celo se aproximaba y estaba demasiado cerca. Tantas misiones cumplidas para mantenerse lejos, le habían hecho mejorar aún más.

Pensó en acompañar a sus subordinados hasta el lindero de la aldea y luego refugiarse en algún burdel cercano. Sin embargo, con solo estar cerca, toda la ola de sentimientos de Kakashi en celo le golpearon, aturdiendo cada sentido racional.

Nada le impidió llegar hasta la mansión principal, donde los omegas en celo solitarios eran encerrados cuando necesitaban cuidado especial.

Aterrizó resuelto en el salón dónde Mikoto se ocupaba de analizar los casos de sus pacientes. Era como su oficina privada.

—Kakashi ¿Dónde está? —Interrumpió el alfa con cierta agresividad en su voz.

Mikoto se puso de pie y le enfrentó sin miedo.

—Obito ¿estás seguro de que puedes hacerte cargo de él? —Cuestionó al más joven.

—Lo haré, yo lo cuidaré.

La sanadora le tomó de las mejillas e hizo que sus ojos se enfocaran con los de ella. Sabía que parte del raciocinio de Obito se había fracturado por las feromonas de Kakashi. Su parte omega no se resignaba a seguir llamando con sus llantos y su aroma a su alfa enlazado. Esta vez había sido igual de tortuoso encerrarlo y calmarlo. Estaba aún más preocupada pues el omega de Kakashi parecía entrar en una depresión terrible.

—Obito, recuerda que Kakashi es un lobo no una pantera. Sus necesidades en el celo van más allá del deseo sexual. Los lobos requieren afecto, compañía y comprensión. —Indicó ella seria,

—Lo haré—Respondió urgido.

No lo soltó.

—Mikoto, lo haré. Está sufriendo, no quiero que siga sufriendo. —Le confirmó él, firme.

Mikoto asintió pues notó que Obito estaba siendo sincero. Así que permitió que los que custodiaban las puertas del pasillo que llevaba al ala de los omegas refugiados le dejasen pasar. Rezó porque ellos en ese periodo de celo encontrasen el amor que estaba segura se tenían.

Los pasos de Obito eran largos y apresurados.  Con el corazón latiéndole cada vez más fuerte, ignoró las feromonas de los otros omegas en celo. El aroma de su pareja se hacía presente con tanta fuerza que sacudió cada parte de su ser.

Llegó, abrió la puerta y aspiró con fuerza extrema cada brote de aquel perfume que había extrañado.

Kakashi permanecía recostado sobre una pila de ropa, estaba desnudo, con su cola moviéndose lentamente. Tenía un aspecto sudoroso y de sus ojos caían lágrimas. Cuando lo vio apenas levantó la cabeza.

—Alfa…—Susurró con voz ronca, muestra de que había gritado hasta hacerse daño a la garganta.

Detalló cada parte de su cuerpo, tragó en seco necesitado de sentirlo.  Se acercó luego de cerrar perfectamente la puerta tras él. Una vez a su lado, se puso en cuclillas y le tomó de las mejillas con cuidado, acariciándoselas con afecto.

—Kakashi, ya no sufras. Estaré contigo. ¿Por qué no me lo pediste antes? —Le preguntó con suavidad.

—Tenía miedo, alfa. Sé que estas molesto conmigo porque no pude proteger a nuestro cachorro.

Y en cuanto le recordó aquello se sintió enfurecido. Desvió la mirada. No era bueno recordarlo, pues podía ponerse agresivo y soltar un aroma de rechazo hacia Kakashi. Respiró varias veces, intentando concentrarse en el presente.

—No hablemos de eso. Ven aquí, necesitas atención.

Kakashi se sentó en su regazo y le besó la mejilla. Mikoto tenía razón, no solo buscaba sexo sino también afecto. Correspondió sus caricias dándole mimos en sus orejas en punta. Pero no podía relajarse ni dejarse llevar como antes.

Se supone que iba a dejar de lado ese tema, pero a su mente venían tantas preguntas que había querido hacerle. El Kakashi racional pocas veces era completamente sincero. Ya que siempre estaba a la defensiva contra el mundo, incluso él. Solo parecía confiar plenamente en Yamato. Recordarle era amargo. Sabía que el Kakashi racional preferiría pasar sus celos con Yamato.

—¿Por qué lo hiciste? —Susurró.

—Yo no sé…

Obito nuevamente ardió de enojo, separó a Kakashi y le puso boca abajo en el nido que había formado. No había notado que el omega había formado un nido bastante elaborado con algunas túnicas y mantas. Reconoció cada una como suyas. En otro momento le habría dado gusto, placer, incluso ternura, pero en vez de eso sintió rabia.

—¿QUIÉN TE DIO MIS ROPAS? —Demandó respuesta con su voz de mando.

—Soy tu omega. —Se defendió el otro, sintiendo como su alfa nuevamente estaba molesto con él.

El alfa presiono con más fuerza la espalda de su pareja.

En una relación normal de alfa y omega era usual que el omega formase nidos con las ropas de su pareja cuando este no se encontraba, cuando estaba preñado o cuando deseaba amamantar a su cachorro. Sin embargo, ellos no eran una pareja normal. Ver sus ropas envueltas casi tejidas unas con otras le irritaba.

—¡¿LAS TOMASTE TÚ MISMO?!—Preguntó usando su voz especial.

No lograba calmarse, su furia crecía a cada segundo.

—Me las dio la sanadora… ¿No puedo? Pero soy tu omega y si no estás…

—¡No eres capaz de ser sincero! Ni de pedirme que te ayude o pedir perdón. Me rechazas constantemente cuando estas despierto. —Apretó más a Kakashi contra aquel nido. — Me humillaste al no consultarme o si quiera avisarme de tus planes. Tú no me aceptas como tu alfa realmente. ¿Por qué usarías mis cosas en tu beneficio?

Kakashi apretaba sus garras en la madera. Su voz se quebraba y se sentía adolorido por la fuerza del otro. Estaba demasiado sensible tanta físicamente como emocionalmente. En medio de aquel calor no era capaz de comprender el error cometido. Era muy instintivo para un omega usar las pertenecías de su alfa como propias.

—Pero eres mi alfa ¿Qué hay de malo en tomar tu ropa? —Susurró con lágrimas en los ojos.

—¡No lo vuelvas a decir! —Gritó Obito. —  Soy tu alfa solo cuando me necesitas como ahora, pero no cuando decidiste sacrificar a nuestro cachorro. Solo me usas cuando es necesario, dejaste que te mordiera, me incitaste a que lo hiciera para poder salvar a tu amado. ¡Nunca pensaste en mis sentimientos!

—Alfa..

—¡No me llames, alfa!

Sus manos apretaron con fuerza las muñecas de Kasshi. Lo tenía totalmente retenido en el lecho. Un omega enlazado en celo casi no podía oponerse a su alfa, menos un lobo como Kakashi.

Un poco de luz se vertió sobre su ira cuando vio como las muñecas de su pareja se habían amoratado. Se sintió espantado de cómo le había clavado las uñas.

—Lo siento, Kakashi. Yo… no puedo hacer esto por ti. —Susurró.

—Te necesito. —Respondió el omega.

Aunque fuera una vez, tener relaciones sexuales podría ayudar a mermar el calor del omega.

 —Déjame calmar tu cuerpo un poco.

El omega no dijo nada, solo entreabrió sus piernas. Obito estaba excitado a pesar de todo. Se sintió sucio por ello.

Se abrió el pantalón y liberó su miembro. Enterró sus dedos en la entrada de Kashi para prepararlo. Lo sintió listo y se insertó en él.

Cuando terminó se dejó caer a su lado. Se había sentido tan banal. No habían compartido ni un beso ni una caricia. Kakashi tampoco gimió alto, solo emitió pequeños jadeos. Ni siquiera se habían mirado al rostro. Él había permanecido mirando el suelo en todo momento mientras le sujetaba de la cadera. El omega no le abrazó como era usual, parecía hasta temer de enfurecerlo.

Giró su vista a un lado y su terror se hizo realidad: Kakashi lloraba en silencio... Las palabras de Mikoto hicieron eco en su mente.

—¡Lo siento! No debí venir…no….

Se apresuró en acomodar su ropa y salir de la habitación. El lobo blanco se quedó quieto en el mismo lugar sintiéndose ofendido, rechazado y usado para el placer.

El revuelo en el exterior fue grande. Se escuchó gritos. Uno de ellos era de Fuaku. En poco tiempo, Mikoto entró con una yukata, envolvió a Kakashi. Luego, entre varios betas, lo sostuvieron hasta que la sanadora le inyectó un adormecedor.

Kakashi no despertó hasta en varios días.

Cuando despertó de su celo, el peso de lo sucedido sacudió su cuerpo entero. Mikoto estaba a su lado y una tina con agua fresca le esperaba.

En silencio, se metió a esta y disfrutó del agua fría envolviendo su cuerpo.

—Lo siento. —Dijo la mujer mientras se inclinaba pidiendo perdón.

El lobo blanco, comenzó a limpiar su cuerpo aun con la mirada un tanto acuosa.

—No importa. Pensaste que era por mi bien.

—Es necesario que hablen. Fugaku quiere que solucionen este problema hoy mismo.

—Así será. Lo prometo.

Terminó de limpiarse por completo y refrescarse. Mikoto le ayudó a vestirse. Sentía un leve dolor en la cadera. La sanadora curó los moretones que tenía y le dio un tónico para revitalizarlo. En poco tiempo, era de nuevo Hatake Kakashi, un ninja en control de sus emociones.

Avanzó a tiempo normal con la quijada alzada. Caminó hasta el despacho de Fugakku, ignoró cada comentario que escuchó de los subordinados. Tocó levemente cuando llegó. El alfa líder le dio el pase.

Obito ya se encontraba ahí. Tenía la cabeza gacha y los hombros tensos. No se miraron, cada uno se sentía avergonzado con el otro.

—Debes suponer que deseo una solución rápida sobre esto. Ustedes tenían por entendido que su relación no debía afectar nuestro pacto como aliados. —Habló Fugaku fijando su mirada primero en su hermano y luego en Kakashi.

—No lo hace.

—Quiero pedirte perdón en nombre de mi esposa y de mi hermano por lo que sucedió durante su celo. —Inclinó la cabeza Fugaku para desconcierto de su hermano menor y del peliblanco.

—Hermano, no es necesario. Aunque tu esposa me retuviera yo habría peleado por entrar. —Intervino Obito.

El alfa supremo giró su mirada hacia su hermano. Le miraba con tanta furia que Obito se vio detenido en su sitio.

—Tú…. Siempre haciendo tonterías. ¿Por qué no puedes comportarte de acuerdo a tu posición?

—Fugaku-san, no deseo que haya problemas entre todos. —Intervino Kakashi. – Sé muy bien que los instintos pueden ser traicioneros, mi parte animal llamó a su hermano. Y su esposa solo actuó guiada por su preocupación hacia mí.

Quería que el problema fuera lo menos grande posible.

—Gracias, Kakashi. Sin embargo, deseo que resolvamos esto. No se han visto las caras en un año y han mantenido en tensión todo lo que hemos construido.

Obito se sentía frustrado. Fugaku siempre había sido el intachable hermano mayor, el fuerte, inteligente, el que siempre controló sus emociones perfectamente, quien tuvo una compañera maravillosa y quien daba la cara por él cuando cometía errores. Y ahora, incluso frente a su pareja, era el que ordenaba y afrentaba los problemas de la familia.

—Sé que es difícil para ambos, pero deben decidir si van a consolidar su relación o si van a romperla. Sé que en ambos casos hay dificultades. —Suspiró. — Mi hermano es incompatible con usted y no comprende su posición de líder. Siendo sinceros, nunca pensé que pudieran tener éxito como pareja. —Confesó.

Kakashi bajó la mirada y luego asintió en respuesta. Él mismo no había tenido fe en que una relación con Obito funcionase, por eso le había rechazado constantemente. Y aquello irritó más a Obito. Sentía que su omega destino le daba la razón a su hermano.

—¡Rompamos el vínculo entonces! — Dijo de repente Obito, tomando por sorpresa a ambos.

Fugaku iba a regañar a su hermano, pues le era obvio que no lo dijo con sinceridad.

—Entonces, está dicho. —Completó Kakashi como si hubieran hablado de asuntos rutinarios. —Romperemos el vínculo.

Ante la consecuencia del omega, Fugaku solo pudo asentir.

—Si ambos lo desean que así sea. No hay registro de cómo hacerlo, pero mi esposa se pondrá a investigar de inmediato. Por el momento, deben distanciarse lo más posible.

—Estoy dispuesto a poner en práctica cualquier método. Lo primero será organizar las misiones para que yo y Obito no volvamos a coincidir y estemos en la aldea al mismo tiempo lo menos posible.

El alfa menor se había quedó pasmado ante el desenvolvimiento de la situación. Lo había dicho en un impulso, pero no esperaba que Kakashi lo admitiera de una forma tan práctica. Pensaba que al menos luciría afectado, pero no era así. Kakashi lucía igual que si estuviera recibiendo una misión, tan frío y distante, como a un mundo de distancia de él.

—Si no existe otro tema a tratar, me retiro. —Comentó el peliblanco.

—Descansa, Kakashi, te enviaré tu rutina de misiones esta noche.

—Gracias, Fugaku-sama.

Y la conversación continuaba siendo irrealmente calmada.

El omega se puso de pie, con presteza abandonó la habitación. Obito reaccionó en ese instante, se dirigió detrás de él. Fugaku no lo detuvo, era menester que de una vez todo quedase claro entre ambos. Si la situación se prolongaba podía terminar en una desgracia. Par Fugaku era claro: El clan Uchiha necesitaba de la gente de Kakashi y ellos les necesitaban. Sin embargo, en vez de creer que mediante una unión entre su hermano y Kakashi unirían sus pueblos, creía que era mejor conservar la distancia e independencia.

—¡Kakashi, espera!

El aludido se quedó quieto, giró levemente hacia el alfa con expresión seria, pero luego relajó los hombros, dándole una apariencia más relajada. Para Obito lucía hermoso, quizás porque su celo recién había terminado. No deseaba dejarlo ir.

—Creo que dejamos todo en claro ahí.

—¡Claro que no! ¿Cómo puedes haber aceptado tan fácilmente?

El peliblanco tenía la mirada de quien ve a un niño caprichoso. Para Obito fue evidente que a ojos de Kakashi no era un alfa adulto con quien podía hablar libremente, sino alguien a quien debías explicar las cosas lentamente y con paciencia.

—¿Qué esperabas que hiciera? ¿Qué me soltase a llorar o a rogarte porque estés conmigo? ¿Qué te suplique perdón? Si pensabas que sucedería, entonces no me conoces.

Sus palabras tan frías y secas golpearon en el pecho de Obito. Realmente se preguntó ¿Qué había esperado? La dignidad entre los shinobis era algo maleable, pues no tenían lealtad hacia sus clientes, pero el orgullo de cada uno era muy grande con respecto a otros shinobis. Y su pareja destino era el orgullo en persona.

—Pero tú hiciste aquello… ¿Por qué no puedes entender lo que me dolió? No solo eso, mi dignidad como alfa… ¿qué crees que piensan los demás de mí?

Un largo suspiró abandonó la boca de Kakashi como si tuviera que tomar toda su paciencia para aguantar a quien tenía enfrente.

—No te voy a pedir perdón por algo que hice en bienestar a mi pueblo. Ellos están por encima de todos, ya te lo dije. —Sonrío con algo de malicia. —Además, tú y yo ni siquiera éramos pareja realmente.

De repente, fue acorralado por Obito contra una de las paredes. Como su celo fue reciente, toda su piel se escarapeló.

—¿No lo éramos? ¡Estuvimos durmiendo juntos! Prácticamente vivíamos juntos. Si no hubiera sucedido lo de Yamato, me habrías aceptado por completo. —Y pensó en Yamato, él se sentía herido porque pensó que su prometido no había tenido opción. — ¿Acaso le contaste que aun sin ser mordido ibas a terminar con él?

—No es de tu incumbencia. —Se defendió, sus brazos estaban algo débiles, así que no podía empujar al otro con tanta fuerza como deseaba.

—No se lo has dicho ¿por qué no le contamos de una vez?

Después de aquellas peligrosas palabras, Obito se giró para ir en camino hacia Yamato.

Kakashi se interpuso en su camino. Podía tener su marca, seguramente sentía el peso de la autoridad del alfa, pero el omega no daba un paso atrás, ni su mirada perdía fuerza. La única vez en que podía verlo voluble era durante su época de celo.

—Obito, aprende a ser hombre de una vez. Fuiste tú quien propuso separarnos, acéptalo. Un alfa de verdad, toma una decisión y no se retracta.

No pudo replicarle. Había escuchado aquello desde joven. Su padre siempre le comparaba con Fugaku. Cuando Fugaku ascendió a ser líder, siempre le recalcaba aquello.

—No pareciera que sintieses algo por mí. —Necesitaba saberlo. — ¿Sentiste algún tipo de afecto? ¿Te gusté al menos? No solo por ser tu alfa destino, sino como yo mismo.

Las orejas felinas de Obito estaban ligeramente caídas, dándole apariencia de un gatito resondrado.

—No tiene sentido responderte. Todo sucedió demasiado rápido.

—Nos conocimos hace muchos años. Más de cinco. Y he estado enamorado de ti. Para mí fue mágico conocerte. Esperé tanto tiempo encontrar a mi pareja destino y tú apareciste en aquella misión, luciendo tan poderoso. Agradecí tanto que mi pareja fueras tú.

Kakashi se vio tentado a acariciar las orejas caídas de Obito, pero se contuvo y suavizó su voz. Eran definitivamente diferentes visiones: A él no le había parecido mágico, más bien le había aterrado.

— Lo que has dicho hoy, sobre romper el vínculo es la mejor decisión que pudiste tomar. Aunque ahora te arrepientas, pienses que soy duro e insensible, estoy pensando en ti también. —Respondió Kakashi.

—¿Pensando en mí?

—Recuerdo perfectamente cómo me rechazaste en mi celo... tu aroma dictaba rencor, ira, fastidio.

—Yo estoy dolido, pero…

Obito intentó tomar las manos de su pareja, pero esta las quitó de inmediato.

—No te estoy reclamando. —Respondió. —  Realmente no lo hago. No puedo comprenderte, pero lo acepto. Eres un alfa apasionado y romántico, necesitas un omega igual. —Le confesó suavemente. — Lo más importante para mí siempre va a ser mi gente, nuestra gente, y sé que tú no podrás lidiar con eso jamás. Así que quiero que busques el omega ideal para ti, lo desposes, marques y tengas muchos cachorros. Debe haber alguien que desee eso tanto como tú.

En vez de obtener algún asentimiento, Obito terminó acorralándolo nuevamente contra la pared. Sus ojos estaban enrojecidos, la desesperación marcaba su rostro; sin embargo, el rostro de Kakashi era serio e impasible.

—¿Y tú? ¿Acaso te casarás con Yamato? Yo no voy a permitir eso. ¿Ya están durmiendo juntos?

En el rostro de Obito se veía su posesividad. Su aroma se hacía cada vez más fuerte. Kakashi se dio cuenta que el pedido de romper el vínculo no había sido en serio, pero aprovechó la oportunidad. Viendo sus ojos, sabía que el pelinegro no iba a aceptar su separación tan fácilmente.

—¿Y qué si lo hiciera? —Respondió.

Todas las fuerzas se escaparon de los brazos del pelinegro. No quería procesar las palabras escuchadas.

—No somos pareja. Soy libre de escoger a quien quiera. Esta marca —Araño la marca que le había hecho Obito—No me hace de tu propiedad.

—Tú me pediste que te marcara.

—Lo hice para salvar a Yamato no porque te quisiera como mi alfa.

A cada palabra un golpe se clavaba en el pecho del alfa.

—Quise ser amable porque realmente te estoy agradecido—Empezó Kakashi serio y firme. —Pero no te soporto más. Eres peor que un niño, inmaduro, caprichoso. Sasuke y Sai son más maduros que tú. —Se burló. —Ya basta de rogar. Ni siquiera por tu marca te voy a amar ¿No te quedó claro?

 

 —Kakashi…—Interrumpió la escena una voz familiar.

Yamato había esperado a su líder afuera del castillo. Sabía que ese día terminaba su celo, le informaron que se había reunido con el líder Uchiha, así que espero. Sin embargo, como no salía supuso que había tenido algún percance. Los escuchó hablar, la separación definitiva y decidió intervenir.

—¿Por qué le permites que se acerque a ti? ¿Por qué lo amas a él? ¿Acaso no intentó traicionarte? —Reclamó Onito.

—Yo nunca he pensado en traicionarlo. Lo que sucedió fue...

—No sigas, Yamato. No hay razón para que le des explicaciones a Obito. Solo es el segundo al mando del clan Uchiha. —Interrumpió Kakashi. —Espero que de ahora en adelante no haya peleas entre ustedes.

Para el alfa de Obito fue una golpiza brutal a todo su orgullo. Normalmente debería de ser capaz de saber si las palabras de Kakashi eran reales. O al menos eso se supondría, pero ellos nunca se habían acercado tanto. De hecho, solo hubo un pequeño periodo de tiempo en que convivieron pacíficamente. Le desesperaba tanto no ser capaz de entender sus pensamientos.

—¿De verdad volverás con Yamato?

Era evidente que Obito no podía aceptarlo.

—Lo haré. —Respondió seguro el peliblanco.

—¿Te dije o no Uchiha? Él me ama a mí. Por sobre todas las cosas y por sobre la marca.

—Y tú ya no eres nadie para mí. —Puso su voz más dura. — Solo el segundo al mando de Fugaku-sama. Y no hay más temas que tratar. Sigue mi consejo y olvida lo que sucedió entre nosotros. Lo mejor que puedes hacer es buscarte una pareja y ser feliz con ella. Me harías un favor, de hecho.

Obito observó como Kakashi y Yamato se alejaban hombro a hombro conversando tranquilamente sobre sus deberes como si nada exaltante hubiera sucedido.

No tuvo valor para seguirlos, no deseó oír más palabras hirientes.

El líder Uchiha había escuchado todo el intercambio. Le pareció insultante para su hermano, pero todo tan cierto. Lo mejor era que aquel fútil romance terminase. Incluso con una marca entre ellos, no eran capaces de entenderse, lo mejor era la separación.

—Hermano ¿estás bien?

—Como podría estar bien...—Susurró Obito.

—Es mejor que sigas su consejo. Lo de ustedes nunca debió suceder. Me prometiste, Obito, que tu relación con Kakashi fracasara o fuera exitosa, no afectaría al clan.

Obito cayó de rodillas y comenzó a llorar desconsoladamente. Fugaku le levantó y le arrastró hasta uno de los salones. Si su hermano necesitaba llorar estaba bien, pero nadie más debía de verlo.

 Mientras tanto, Kakashi y Yamato continuaban conversando en la casona de Kakashi. De pronto, Yamato no respondió y le vio con curiosidad.

—¿Hasta qué momento seguirás actuando y podrás contener las lágrimas?

En ese instante, el peliblanco sonrío débilmente. Una a una todas las lágrimas que había contenido desde que escuchó las palabras de separación de Obito abandonaron sus ojos.

Yamato se acercó y le abrazó.

—No necesito estar enlazado a ti para saber que te llegaste a enamorar de él y que estabas dispuesto a olvidar lo que pasó entre ustedes durante tu último celo. Eres demasiado bueno ocultando tus instintos. Menos a mi. Ni siquiera estaba preparado, pero tuve que seguirte el juego.

—No estoy enamorado de él. Obito es solo un niño, un inmaduro idealista, sentimental, tonto.

El alfa se dedicó a acariciar sus orejas de lobo con paciencia. Kakashi continuó llorando.

—¿Por qué lo liberaste? La carga de estar marcado va a ser peor para ti que para él.

—Porque se lo debo.

—¿Eh?

—Él y yo nunca seremos felices juntos, somos más que contrarios, hay un abismo de diferencias. Y él merece encontrar todo aquello que desea, eso que yo no puedo ser.

—Con todo lo que le dijiste, no dudo que lo hará, aunque sea por revancha ¿Estás preparado para soportar el dolor cuando marque a alguien más?

—No lo sé.

—De todas maneras…estaré a tu lado.

—Perdóname por meterte en esto

—Sabes mis sentimientos. Esos nunca van a cambiar. Agradezco no encontrar a mi pareja destino, francamente. No desearía ser esclavo de mis instintos.

El otro simplemente asintió. Toda aquella tarde continuó llorando en medio del abrazo de su segundo.

…………

El banquete de boda era algo esencial para la posición de Minato. Finalmente, presentaba a su joven esposo ante los líderes de clan que había sometido, líderes regionales, generales, comandantes, asesores, contadores, todos los miembros importantes de la Alianza.  Ellos quedaron deslumbrados por el joven esposo con el que se había hecho Minato.

Itachi saludó a cada uno con cortesía y luego se sentó al lado de su marido. Como buen esposo, se encargó de mantener la copa de sake llena en cada momento.

Mientras brindaban y bebían, algunos músicos les acompañaban con una tonada suave para ambientar. En un momento salió a colación que el esposo de Naruto sabía bailar y que desde ese momento había dejado impactado a su esposo. Rápidamente, ese rumor se extendió. Embriagados por el alcohol pidieron tanto a Naruto como Minato para que el joven Sasuke pudiera bailar frente a todos.

—Bueno, siendo esposo de mi hijo, se lo dejo a él la respuesta.

Naruto se sentía halagado de tener un esposo que fuera aclamado de aquella manera. Orgulloso y deseoso de disfrutar de las dotes artísticas de su omega, le pidió a Sasuke hacerlo. Este asintió y se puso de pie.

—Quisiera que mi hermano me acompañase con la música y su voz, por favor.

El murmullo se extendió: “el joven Itachi sabe cantar y tocar”. Todos los presentes suplicaron con murmullos a Minato que le permitiese cantar y tocar el koto.

—Itachi, ¿nos deleitarías con tu talento?

Por supuesto, tan obediente como era el consorte asintió con una sonrisa educada. Rápidamente se ganó las alabanzas de los otros por ser tan obediente y dulce.

No pasó mucho tiempo, Sasuke se vistió con su kimono rojo y dorado con unos abanicos dorados en sus manos. Itachi afinó el koto y calentó su garganta. Gracias a los sirvientes Uchiha, ambos hermanos estuvieron listos para su presentación.

Sasuke caminó lentamente por la estancia, mientras la melodiosa voz de su hermano caldeaba los corazones de todos. Paseo caminado con las puntillas de los pies, casi como si flotara. Movió sus brazos formando figuras en el cielo. Su agilidad correspondía perfectamente a su naturaleza felina, pues se ponía de rodillas, para al instante estar de pie. Cada movimiento al ritmo de la música suave y dulce. El baile finalizó, pero no fue suficiente para los espectadores.

Todos pidieron poder observar una segunda pieza. Minato lo permitió, fascinado por ambos omegas. Echó una tras otra copa, celebrando animado como hacía muchos años no lo estaba. Su pasión por Itachi crecía. No solo tenía une esposo hermoso sino talentoso, capaz de ganarse el amor de su pueblo fácilmente, al igual que tenía ahora un hijo político con cualidades increíbles.

Esta vez la música ya no fue tan suave, no había voz. El tono era apresurado, ágil, casi los movimientos de los dedos de Itachi por las trece cuerdas se perdía, pues iban de un lado a otro. Al mismo ritmo, los pies de Sasuke y sus abanicos se movían. Los agitaba de arriba abajo, de izquierda a derecha, uno en cada mano, al mismo instante llegando al centro y luego alejándose. Se arrodilló, tanto la música como él, pararon. Lentamente se fue quebrando hacia atrás mientras movía los abanicos, haciéndolos girar a una velocidad espectacular.  En un acto aún más impresionante, los hizo saltar a una gran altura y estos cayeron perfectamente entre sus manos.

Todo terminó de forma imprevista. Por supuesto, ninguno aún tenía suficiente. Itachi ofreció tocar una pieza más larga, pero advirtió que prepararan sus corazones. Los alfas y betas presentes rieron ante las encantadoras palabras del nuevo consorte. Quedaron a la expectativa.

Sasuke fue asistido rápidamente y tuvo el cabello casi suelto, sus flecos libres, enmarcando su rostro fino. Su expresión era triste. La voz de Itachi era llena de sufrimiento, escarapelando las pieles de todos los presentes. Esta vez, Sasuke manipulaba una sombrilla con maestría, elevándola por los aires, atrapándola con elegancia. Sus cabellos se movían al ritmo, sin despeinarse, sin sufrir una gota de agotamiento. Este no era solo un baile sino una interpretación completa. Contaba la historia de un concubino que había perdido a su amante, al amor de su vida, a quien no volvería a ver pues fue asesinado en la guerra.

Naruto estaba casi al borde del llanto. Él no era muy dado a apreciar el arte dramático, le gustaba más las comedias burdas; sin embargo, la interpretación de su consorte le transmitía nervios, tristeza, pero ganas de saber más de aquella historia.

Finalmente, el omega terminó abrazando aquella sombrilla, agazapado en el suelo. El ruido de los aplausos le ensordeció momentáneamente.

 

…..

Cuando se enteró que su tío Obito había terminado con su tío kakashi se sintió triste ya que el tío Kakashi era su ídolo, aunque no se lo dijera explícitamente. Aquella tarde nuevamente, había visto cómo sus padres prepararon una comida especial para su hermano mayor. Antes no era consciente, pero Itachi tenía la admiración de toda la aldea y a él le gustaría ser igual de bueno en cada habilidad. Sin embargo, si bien era bueno y sobresaliente a su generación, no había algo en lo que destacara por sobre la media y su hermano. Se trepó a un árbol y comenzó a pensar sobre ello. Fue así que su ex tío Kakashi le encontró.

—Enano, tus padres empezarán a buscarte. ¿Qué es lo que tienes ahora?

—Nada.

Kakashi estaba a punto de soltarse a reír por el lindo puchero que Sasuke había hecho. Podía pensar en no tener hijos, pero Sasuke y Sai eran unos niños muy adorables. Sasuke podía parecer un gatito gruñón, pero esas orejitas negras y esa cola esponjosa que delataba su nerviosismo y ansiedad le hacían ver como una bola de pelos para abrazar.

Trepó a la rama con facilidad y se sentó a su lado. Le dio algo de vértigo, siempre le sorprendía lo fácil e innato que era para los Uchiha trepar árboles.

—Vamos, Sasu-chan, dime ¿Qué te sucede?

—Sasu-chan es para niños pequeños yo ya estoy entrenando para ninja. —Interrumpió el pequeño.

—Bien … Sasuke, ¿Qué es lo que te preocupa?

Tenía vergüenza de comentarlo con sus padres y con su hermano pues no quería que este creyese que guardaba sentimientos negativos.

—Solo que Itachi es muy bueno en todo.

—¿Y eso es malo? Nos beneficia a todos, sobre todo porque será el próximo líder. ¿O acaso te gustaría desplazar a tu hermano y ser el próximo líder?

El omega mayor sabía exactamente qué sentía el niño; sin embargo, deseaba que este mismo encontrarse la respuesta, así que se limitaría a guiarlo.

—¡No! Itachi será el mejor, pero yo soy su hermano y quiero ser de utilidad...no solo ser el hermanito de Itachi. Como mi tío Obito. Madre dice que es probable que me convierta en el segundo de Itachi. Quiero ser tan útil como mi tío Obito.

Kakashi sonrío con ternura por la admiración del menor hacia el alfa. Lo cierto era que a pesar de su carácter había completado la mayoría de sus misiones. Suspiró y aplastó las hebras negras con su mano.

—Vamos, cachorro, aun eres pequeño.

—Itachi también lo fue, pero entrenó desde antes de mi edad.

—Es cierto que ya debes de entrenar con mucha seriedad y disciplina. Eres parte de la familia principal.

—Pero no hay nada en lo que sea especialmente bueno.

—¿Y ya has probado todas las artes y disciplinas existentes?

—No

—¿Entonces como lo sabes? Somos shinobis cualquier talento es útil. —Le respondió mientras continuaba acariciando su pelaje negro.

—¿Cualquier talento?

—Por supuesto, porque muchas veces fingiremos hacer algo de otro. Alguna vez fingí ser un delicado concubino. Otras veces ser un soldado de último rango, otras tantas un consagrado artista o un mendigo. Y para cada una hay que ser lo suficientemente convincente y hábil.  

Sasuke abrió sus ojos sorprendido y entusiasmado. La admiración por su ex tío creció mucho más.

—Cuéntame. —Pidió.

—Para ser un hermoso concubino debes fingir ser delicado, suave y frágil, pero hábil con las palabras.

—Suena muy difícil.

El maestro detalló el rostro del niño. Tenía un rostro bastante delicado, su piel parecía porcelana fina y sus ojos lucían misteriosos, era el prototipo de belleza en la Tierra de Fuego.

—No lo es. Sasuke serás muy hermoso, para ti será fácil que otros giren su vista hacia ti.

—¡Pero yo quiero ser fuerte como mi hermano!

—Eres una pantera. Estas son sigilosas e incluso elegantes cuando cazan. Tú serás lo mismo, distraerás a tu presa y luego saltarás a su cuello. La distracción no dura eternamente, por eso debes aturdirlos con una perfecta actuación. Y cuando baje su guardia usarás tus habilidades con las armas.

Aquello último le pareció ingenioso. Sasuke sonrió ampliamente. Iba a llegar el día en que demostrara que era útil a su clan. Vencería a uno de los objetivos más grandes de la historia. Estaba seguro.

 

 

..

Los aplausos continuaron. Sasuke abrió los ojos y vio la efervescencia de todos. Era deseado por todos ellos, y Naruto parecía a punto de no contener las lágrimas.  Mientras tanto, la tarde seguía comenzaba a despuntar. El plan de los Uchiha avanza mientras los ojos de los alfas y betas más importantes de la Alianza se veían consumidos por la belleza y el arte de los dos hermanos, consortes principales de La Alianza.

La última canción que tocarían era más animosa para levantar el ánimo. Itachi esta vez no tocó el koto sino que se concentró en el sakuhashi, demostrando su talento sin tregua y sin competencia en aquel instrumento.

……………………

Su entrenamiento personalizado estuvo de la mano de Kakashi. Aquello entusiasmó a Sasuke, pues se había sentido dejado de lado cuando su madre nombró como sucesor a su primo Sai. Itachi estaba ocupado en diversas misiones y cuando regresaba a la aldea ya no jugaba demasiado con él pues ocupaba su tiempo con Shisui, supuestamente “entrenando”. Y ahora su compañero de juegos, Sai, era discípulo exclusivo de su madre, quien se ocupaba de entrenarlo en la sanación, pero también en todo lo que concernía a ser un shinobi. Antes de ser sanador como su madre, debutaría en algún momento en misiones como él. Era inevitable sentir rivalidad hacia Sai.

Su tío Obito estaba de misión tras misión, por lo que tampoco le dedicaba tiempo. Y su padre siempre había estado muy ocupado siendo líder. No es que no le dedicase tiempo, pero como iba creciendo, la presión sobre ellos le restaba tiempo libre. Ser entrenado en el grupo extenso hubiera sido vergonzoso, pero en cambio, ser entrenado por el propio Hatake Kakashi, el líder de otro clan, y además alguien con tantas misiones exitosas, le entusiasmaba.

Sin embargo, no porque Kakashi le tuviera afecto, era piadoso con él. De hecho, le hacía entrenar hasta la extenuación. Mientras otros chicos de su edad aún tenían tiempo para perderlo paseando o jugando, él ya casi no contaba con este. Algo muy usual al pertenecer a la familia principal.

—De nuevo.

Le había terminado lanzando a comer tierra desde que iniciaron a practicar combate cuerpo a cuerpo.

—Dijiste que también aprendería a usar la katana. —Se quejó.

—Así es

—Pero nosotros no lo usamos.

—No cuando vamos a misiones de asalto, pero en un combate abierto nunca se sabe. ¿No querrías ser el mejor? Itachi no es muy bueno en ello, pero aceptable. Es algo en lo que podrías superarle.

A Sasuke le brillaron los ojos. Cuando terminaron de practicar el combate cuerpo a cuerpo, tenía las energías a mil. Estaba listo para comenzar a practicar kendo.

Primero que nada, aprendería con el sable de bambu. En unos meses podría aprendería a balancearlo con el peso real de una katana.

Kakashi era rápido y quizás el mejor en saber usar la katana en la aldea ya que los Uchiha no la tenían como arma favorita.

—Es difícil...—Susurró. Su cola parecía un impedimento.

—¿Te estas rindiendo?

—Claro que no.

El omega adulto sonrió. A su vista, Sasuke era aún muy pequeño, un niño omega que en un hogar normal de clase alta sería arropado con esmero y disciplinado en etiqueta. Sasuke aprendería aquello, pero también a levantarse una y otra vez del suelo hasta que fuera indetenible. Era su destino como el de todos los shinobis.

….

La bebida corría, al ritmo ágil de los movimientos de Sasuke. El alma de todos los alfas se inflamaba y requerían más bebida. No había nada mejor para el aliento de un alfa que presenciar a dos omegas llenos de talento.

La tarde siguió entre alabanzas hacia los esposos. Padre e hijo aceptaron cada uno de las felicitaciones. El espíritu estaba animado, así que las conversaciones, bromas y demás continuaron mientras el sake que había sido guardado por años era abierto de sus barriles y repartido sin mezquinar a nadie. Inclusive, se les dio el derecho de beber a sirvientes y guardias que estaban de descanso ya que estos se dividieron el día en turnos. No era momento de guardar recato, sino de celebración a lo grande. Minato quería que su banquete fuera recordado por años.

……..

Estaba siendo curado de sus heridas más recientes. Tenía moretones por todo el cuerpo e incluso tenía un corte por espada en el brazo izquierdo. Solo contaba con 10 años, pero ya había sentido lo que era ser cortado por una katana. Cortesía de su entrenador, Kakashi. Realmente, desde que habían empezado a entrenar con una katana real los ataques de su entrenador no tenían ni una pizca de misericordia. Y así debía de ser, pues afuera los enemigos no se lo tendrían.

En ese momento, tenía una de las pocas clases que compartía con Sai y que le llevaba con su madre: Koto, canto y baile.

—¿Por qué debo aprenderlo? —Murmuró.

—¿Qué pasaría si debes meterte en una casona de algún general?

—¿Por qué no solo acabamos con ellos? —Replicó el menor.

—Porque quizás la misión no sea acabar con ellos, sino distraerlos, robar información, analizarlos.

Sasuke no pudo replicar. Había oído aquel tipo de misiones de sus superiores.

Les habían acomodado una yukata bastante bonita para la ropa que usualmente portaban. Y es que también debían aprender a usar una, como acomodarse, sentarse y lucirla. Ponerse un kimono era casi un arte que tomaba un tiempo largo. Los shinobi solo usaban kimonos durante celebraciones muy especiales, tales como matrimonios, mayoría de edad, el ascenso de un nuevo líder o alguna festividad religiosa. Sin embargo, dentro de sus casas, al menos tenían unos tres para misiones que nunca los tocaban.

Formaron una redondel. Para su sorpresa Itachi y Shisui ingresaron.

—¿También estarás en la clase, Shsui?

—Claro que sí ¿Quién dice que no se tocar el koto?

Shisui se sentó y se acomodó frente a su koto. Sus dedos se deslizaron por las cuerdas rápidamente. Itachi se dispuso a cantar mientras la madre de ellos, Mikoto inició a bailar con una gracia exquisita. Sasuke había visto bailar a su madre antes. Pero de una forma mucho más natural. En ese instante veía a una bailarina experta. Su mirada quedó atrapada. No era el único, Sai también lo estaba. No habría imaginado que su madre aún podría atrapar con sus movimientos agiles.

—¿Ves lo que puedes lograr con un baile, Sasuke? ¿Acaso podrías haberte defendido si alguien te atacaba?

La garganta de Sasuke quedó seca. No tenía palabras para responder. Porque, efectivamente, sus ojos no pudieron ver a nadie más que a su madre en ese momento.  Aquello quedó guardado para siempre.

…………………….

—¡Estuviste grandioso, Sasuke´tebayo!

Luego de ser ayudado a limpiarse el sudor y acomodar su peinado, Sasuke volvió a su lugar en el banquete, al lado de su esposo. Este le veía con sus enormes ojos azules claros con un brillo sin igual. Parecía que le amaba más solo por aquel baile.

De pronto, su marido le tomó de las manos fuertemente.

—¿Tu bailarías solo para mí?

—¿Qué?

—No me refiero a prohibirte bailar en los banquetes. —Las mejillas de Naruto se colorearon de un tono rojizo. —  Solo que alguna vez me gustaría que bailaras en privado para mí.

Era evidente que el alfa ardía de vergüenza.

—Está bien. No veo cual sería el problema.

—¿De verdad?

—Sí.

Naruto no podía creer que Sasuke fuera tan complaciente, quizás, a pesar de su carita seria, estaba ilusionado con el matrimonio que iniciaban. Se prometió así mismo no defraudarlo, esforzarse por ser un buen esposo, protegerlo y hacerlo feliz. No importaba qué, se iba a negar a tener más esposos. Estaba seguro que con Sasuke tendría suficientes cachorros para llenar una generación entera.

—Deja de mirarme así. — Se quejó el azabache.

—No puedo´tebayo. Eres demasiado hermoso, es tu culpa en todo caso.

El azabache rodó los ojos. El atardecer se acercaba. Habían ganado mucho tiempo y distraído lo suficiente con aquella actuación. Nadie se dio cuenta que quizás sus bebidas no eran sake puro. Después de todo, los shinobis no atacan de frente.

…..

—Mi señor ¿acaso nuestra unión no es del agrado de su maestro?

Minato le veía con aquellos ojos rojizos, llenos de deseo. El alfa no bebía demasiado en los banquetes, pero en medio de su baile, Izumi, como criada principal, se había asegurado de rellenar la bebida del líder constantemente. A él era el único al que no le habían puesto nada en su bebida ni comida, pues temían de sus instintos que notara algo extraño. Sin embargo, la ebriedad se abría camino para fortuna de ellos.

—¿Por qué lo preguntas, querido?

Itachi tomó su mano y entrelazó sus dedos.

—Estás siendo atrevido. —Murmuró el rubio.

—Entre dos seres que unirán sus cuerpos y almas no deben existir vergüenzas ¿o prefieres que no lo haga?

La forma sugestiva en que le hablo sonrojó al experimentado líder.

—De ninguna manera, me agrada. Solo no quiero predisponerte ante mi maestro.

—Me preocupa porque sé que es como un padre para ti y para Naruto-kun.

—Es cierto que lo es. Sin embargo, no es por ustedes que ya no se siente cómodo aquí. Decidió regresar a la frontera entre los Hyuga y los Inuzuka. Está decidido a acabar con ellos para llenarse de honor.

—Vaya. Espero todo salga bien. —Comentó Itachi.

—No temas, amor mío. Nada malo llegará a nuestro hogar. Tú y Sasuke vivirán en el Castillo de la Alianza, seguros y resguardados con nuestros cachorros.

Itachi dejó que su marido le acariciase la cabeza y las orejas felinas. Incluso ronroneo suavemente. Lo cual hizo vibrar el cuerpo completo del líder. Deseaba pronto retirarse a la recamara con Itachi, pero aun no era tiempo.

De repente, el joven omega sintió una presencia que hizo despertar a su ser completo de pantera. La emoción catapultó su alma adormecida durante los últimos meses. ¡Shisui estaba cerca!

—Mi señor ¿podemos hacer un brindis?

—¿Por qué?

—Por la felicidad que nos espera.

Minato no se negó. Aquel día era uno de los más felices de su vida. Sabía que Itachi podía brindarle una vida perfecta, un hogar a cuál regresar. Era tan manso en sus manos que deseaba que la noche se aproxime pronto para poder tomarlo y marcarlo.

El gran líder convocó a hacer el brindis. Y entonces, Izumi supo que Shisui estaba cerca. Era momento de continuar con la siguiente fase del plan.

Poco tiempo después, Mikoto, seguida de varios criados omegas y betas, se acercó al gran líder pidiendo permiso para retirar a sus dos hijos: Era el momento de prepararlos para la noche de bodas.

Por seguridad, ninguno habló demás en el transcurso. Orochimaru se encargó de Sasuke, mientras Mikoto, al ser primera esposa de Fugaku, se encargó de su primogénito y principal consorte.

La habitación que ocuparía el líder y su consorte estaba perfumada y bloqueada por guardias.

Mikoto e Izumi se dedicaron a desvestirlo y quitarlo todas las horquillas del cabello, el cual cayó por su espalda, llegando hasta debajo de su cintura. Los criados Namikaze que le habían designado a Itachi estaban sumamente efervescentes por la novedad. Sonreían entusiasmados por la noche de bodas y por qué luego de esa noche, el señor al que habían sido designados ganase toda la voluntad y amor del líder.

Itachi tomó un baño, donde su madre y criados tallaron su piel para que quedase limpia y lozana, así como sus cabellos eran perfumados con diferentes aceites. Luego, peinaron y secaron su cabello a detalle, mientras los otros criados se encargaban de deshacerse del agua sucia y de preparar los aceites y fragancias con las que cubrirían su piel.

Al final, lo vistieron con una yukata finísima de tono bermellón, le dieron un té para los nervios. Y su madre le dio la bebida que desataría su celo poco a poco.

—Estoy nervioso, madre.

A pesar de todo el entrenamiento, era duro para Mikoto ver lo que tendría que hacer su hijo. Izumi tenía los ojos irritados. Ella también se sentía afectada. De solo ponerse en su lugar temblaba. A pesar de sentir celos, no deseaba que Shisui sufriera lo que se le avecinaba.

—Es normal sentir nervios, hijo mío. Este es un paso crucial en nuestra vida.

Los sirvientes no oyeron nada inusual en las palabras de la madre.

—Itachi-sama, yo me encargaré de que todo quede listo.

Los sirvientes fruncieron el ceño ante las palabras de ella. Entre los criados también existían rangos. De por sí, haber sido aginados al primer consorte del líder era lo más alto que podían ser asignados. Pero si alguno se volvía el favorito de Itachi podrían mandar tanto como quisieran sobre los criados de menor rango. Izumi sería un obstáculo ya que era una criada del lugar de origen del nuevo amo.

—Gracias, Izumi. Dejo todo en tus manos.

Mikoto le dio un beso en la frente. Y tanto, Izumi como los demás sirvientes lo dejaron solos, esperando afuera de las puertas por si el joven amo requería algo.

Itachi, por su parte cerró los ojos, se puso en posición de loto y se concentró en controlar todo su instinto. Era un omega sin marca, pero había conocido y amaba a su alfa destino. Si no se controlaba, su celo le llevaría a rechazar por completo a cualquier alfa que no fuera Shisui. Así mismo, emitiría su llamado de urgencia para este. Como todos en su familia, era territorial y pelearía contra el alfa que quisiera dominarlo sino era su amado. Así que cerró sus ojos, y oídos, alejándose del mundo, centrándose en su papel.

….

Mientras tanto, Sasuke era alistado por Orochimaru. Su posición era elevada pero no al mismo nivel que su hermano. Así que su custodia no tenía tantos guardias ni tantos criados. Aun así, había muchas personas de las que tendrían que encargarse.

—Sasuke-kun, tu celo está por llegar.

Por la puerta ingresó su madre. Para darle las ultimas pautas de madre o hijo. A pesar de no ser su primera noche con un alfa, se suponía que iba ser mordido lo cual implicaba una entrega superior a cualquier otra.

La situación se acercaba al momento decisivo donde al fin demostraría que su entrenamiento había sido exitoso.

..

Había pasado un poco más de un año en el que confesó sus sentimientos por Itachi. Su relación había avanzado lentamente, pero a paso seguro hacia sus deseos de ser pareja. Poco a poco, se hacía crucial que sus labios se cruzasen en un beso cada vez más intenso.

A pesar de ser una buena dupla, no siempre tenían misiones juntos. Después de todo, ambos eran talentosos y se requería que cada uno guíe a un grupo en alguna misión.

Su alma no estaba en paz cuando Itachi arriesgaba su vida lejos de él. Prefería que ambos estuvieran de misión, a estar tranquilo en la aldea mientras su omega destino se jugaba la vida.

Sin embargo, cuando ambos se encontraban en la aldea, no había día que no se vieran. Fugaku, siempre le miraba con cierta amenaza. Itachi había rechazado por completo recibir el cortejo de alguien más, aunque su padre le haya planteado la posibilidad de abrirse a conocer a más personas. Para Itachi era irrelevante, sus sentimientos hacia Shisui solo crecían.

Por supuesto, había momentos en que ninguno hablaba, o sus humores no congeniaban, pero simplemente uno se ponía al lado del otro en silencio, bridándose compañía.

Ese no era un día de aquellos. Itachi había terminado una misión dura así que tenía al menos una semana libre, al igual que él.

Era un día caluroso, y Shisui le buscó para ir a la cascada. Mikoto le indicó que Itachi no le había esperado. Sonrío juguetón. No estaba siendo rechazado, sino retado.

No le fue difícil encontrar el perfume natural de su omega destino. Fue el rastreo más fácil que se había planteado. Y el premió, el más exquisito. Itachi se remojaba tranquilamente entre las aguas. Si bien las panteras no adoran el agua, sabían nadar y les gustaba juguetear entre ellas cuando había un clima agradable.

Su adorable pareja estaba solo con una yukata fina. Su cuerpo juvenil se traslucía por partes, mientras se acomodaba el cabello. La imagen le calentó en un instante. Itachi estaba en la adolescencia y se comportaba como una pantera en coqueteo. Y él, simplemente no podía fingir desinterés.

Así que con necesidad comenzó a desvestirse hasta quedar en prendas interiores. Ingresó al lago y se acercó a Itachi. Era imposible que este no le reconociera.

Se giró sonriendo, con su cuerpo mojado. Le fue irresistible cazarlo y sostenerlo entre sus brazos mientras lo besaba con hambre. Siendo bien recibido por el omega.

—Itachi, sabes que hacer esto... Provocarme de esta manera...

—Confío en ti. —Le respondió el menor.

—No deberías.

—Seguramente no.

En su sonrisa supo que le gustaba provocarlo, sabiendo que Shisui le respetaría por la diferencia de edad y por las amenazas silenciosas el líder.

Abrazó fuertemente a su pareja e Itachi se apretó contra él. Luego de compartir algunos besos, terminaron jugando a las atrapadas en el agua. Por aquellos días valía la pena cualquier sacrificio.

 

….

“Kushina, sé que me amaste a profundidad. Por eso, estoy seguro que bendices este día. También la unión de nuestro hijo. Al fin encontró un omega que lo pueda hacer sentar cabeza y a quien él ama demasiado. Seremos felices, cuidaré de mis nuevos hijos y de mis nietos.”

Para Minato estaba seguro que encontrarse con Itachi era obra del destino y que quizás su amada Kushina había movido todo para que él al fin obtuviera consuelo.

A lo lejos, observó a todos divirtiéndose como nunca había sucedido desde la muerte de su esposa. Ni siquiera cuando se firmó el acuerdo con los Hyuga. De hecho, aquel momento fue incómodo para todos.

Al frente suyo, la madre de Itachi le dio una leve venia: El momento de consumar su matrimonio se acercaba.

Minato siguió a la dama junto a sus criados. Inclusive fuera de la habitación podía captarse parte del aroma de Itachi. Era increíblemente delicioso. Por supuesto, el incienso también penetraba en sus fosas nasales, pero podía distinguir perfectamente el aroma de su esposo del incienso. Su pecho se amplió y tuvo que contener un gruñido grave.

—Dejo en sus manos a mi hijo de ahora en adelante, Minato-sama.

Le devolvió el asentimiento. Su guardia personal se quedó fuera de la habitación. La primera puerta fue abierta, el aroma se hizo más pesado y sofocante. Todo su cuerpo entró en calor de inmediato. Ahí pudo ver a la criada personal de Itachi resguardando la puerta de este junto a otra criada Uchiha. Los ojos de ellos estaban levemente rojizos, aquello le conmovió. Itachi le había comentado que ella había sido su criada desde niños. Era un momento de éxito para su amo, por supuesto que ella habría llorado.

—No te preocupes, cuidaré bien de tu amo. No olvidaré tu rostro luego. Seguirás acompañado a tu señor en adelante.

Izumi asintió con una leve sonrisa. Odiaba profundamente a aquel hombre. No importaba que, estaba segura que Itachi y Shisui estarían juntos al final, aunque aquello le rompieran el corazón y le enojase. Así que detestaba que alguien más tuviera que tocar al omega del alfa que ella amaba. Había visto en el rostro de Itachi el miedo y el asco por quien tenía que complacer.

—Muchas gracias, amo Namikaze. Ver feliz a mi señor me traerá toda la satisfacción necesaria.

Ella y la otra criada Uchiha abrieron las puertas, permitiéndole ingresar.

Minato apresuró el paso y se topó con la imagen de su consorte.

…..

Mientras tanto, Naruto estaba aburrido en el gran salón. Todos tenían en los brazos a hermosos omegas o betas de compañía. Él también deseaba ir con Sasuke pronto. Sin embargo, según el protocolo debía de esperar a que la madre de este viniese por él para guiarlo.

Pronto fue Orochimaru, como madre política, quien acudió a Naruto para mostrarle el camino hacia su destino.

—Debes estar feliz.

—¿Por qué no vino Mikoto-san?

—Ella tenía que ocuparse de Itachi y guiar a tu padre. Luego se fue a despedirse de Sasuke. Esta noche todo cambiará para él.

Pensar en la mordida emocionó y sonrojó al alfa. Finalmente sería uno con Sasuke, no solo en cuerpo sino también en alma y emociones.

—¿Por qué nunca correspondió a mi padrino? —Preguntó por curiosidad.

—Esos son asuntos que solo nos compete a ambos. Además, es demasiado problemático y triste para este día. Ahora eres mi hijo político también, al igual que tu padre.

Aquello sonaba bastante confuso, pero era cierto: Orochimaru era un esposo oficial de Fugaku, eso le hacía madre también de Sasuke e Itachi. Vio las orejas felinas de Orochimaru. Sin duda, esa característica le acercaba demasiado a los Uchiha. Pensó en su propio cachorro con orejitas de zorro. Deseaba que sus próximos hijos también las sacaran, pero en especial uno que se pareciera mucho a Sasuke. Si los dioses lo querían, esperaba que esa noche lo concibieran.

Al llegar a la habitación designada, Mikoto estaba afuera esperándolos.

—Muchas gracias, Orochimaru-sama.

Ella era respetuosa y entre ambos omegas no parecía haber ninguna maldad sino cariño de hermanos. A Naruto le sorprendió. Aunque estaba seguro que Sasuke no aceptaría con esa familiaridad a otro esposo. Por su parte, no deseaba otro.

—Naruto-kun, por favor cuida bien de mi hijo. A partir de este momento, su destino está en tus manos.

Naruto sonrío y asintió repetidas veces, sumamente sonrojado.

—No se preocupe, yo cuidaré bien de Sasuke. Le prometo que lo protegeré de cualquier daño que sufra. Es más, no dejaré que alguien toque un cabello de mi esposo.

Sus ojos llameantes conmovieron a Mikoto. Ella le acarició maternalmente el cabello. El corazón de Naruto saltó emocionado de ser considerado por su nueva madre política.

Ambos omegas dieron una última reverencia y enfilaron hacia el pasillo junto a sus criados.

En la puerta quedó su guardia y algunos sirvientes por si necesitaban asistencia durante la larga noche. Deseaba ocuparse él mismo de Sasuke.

En las puertas interiores se encontraban dos criados Uchiha. Estos le dieron una venia y le abrieron el paso. Y lo vio, su figura perfecta envuelta tanto solo en una yukata roja, sus cabellos sueltos, cayendo por la espalda. No veía su rostro pues estaba de espaldas, pero escuchaba su respirar errático producto del calor. Su piel se encontraba sudada y su aroma se disparaba cada vez más intenso. Era consciente que Sasuke tenía el celo natural. Respiró con ganas el aroma de su omega mezclado con el del incienso.

Caminó hacia este lentamente.

—Sasuke…

El omega removió su cola y sus orejas se levantaron. Giró levemente. Sus mejillas estaban sonrojadas y sus labios rojizos casi por reventar. La yukata estaba semi abierta, así que podía ver parte de su piel perlada de sudor.

—Naruto…

Se acercó rápidamente. Le tomó entre sus brazos y le acerco a él. Para su sorpresa, Sasuke acunó sus mejillas y unió sus labios en un beso intenso.

 

..

Su cuerpo joven y su piel fina le deleitaron al tacto, paseo su mano de inmediato por entre sus muslos, llegando a la zona íntima. Así que acarició sin control y pudor. Itachi se aferró a su yukata. Minato terminó por recostarlo y ponerse sobre él.

—Me avergüenza que me vea así. —Escondió su cabeza en su pecho.

Minato entendió que aun quedaba una parte racional en el joven entrenado para ser perfecto.

—No te preocupes, entre nosotros no hay vergüenza. Quiero conocer el cuerpo de mi esposo, tengo ese derecho y tú tienes el derecho de ser saciado cuando lo necesites como ahora.

El joven se acercó con timidez buscando sus labios, Minato no dudó en responder al beso con hambre envolviendo la lengua del otro succionado con fuerza. No existía nadie más en el universo, solo Itachi.

 

………….

Su mundo cambiaba: Al inicio tenía dudas sobre si el amor que sentía por Shisui era de pareja o si solo confundía el afecto que se desarrolló al convivir tanto tiempo juntos. Estaba seguro que su padre también se preocupaba por eso. Ya que este no paraba de insistirle que quizá debería salir y conocer a otros alfas. Sin embargo, Itachi había quedado seguro de que sus sentimientos solo se harían más profundos hacia su primo.

En cada misión que iban juntos cada uno cuidaba del otro, eran una dupla perfecta. Sus emociones y pensamientos estaban completamente sincronizados. Y cuando convivían en la aldea no se cansaban de la presencia del otro. Los felinos eran de naturaleza solitaria, pero cuando encontraban a su pareja destino solo quería estar a su lado.

Ese día sabía que el grupo de Shisui regresaba a la aldea. Así que se preparó para recibirlo. Incluso había pensado en preparar algo para él. Estaba emocionado.

Sin embargo, cuando la presencia de Shisui se hizo cercana, aun unos metros de distancia de aldea, sintió que algo andaba mal.

Sin poder controlarse corrió hacia afuera, llamó a dos sanadores de su madre y juntos los buscaron en el bosque.

Encontraron a Shisui siendo llevado por dos camaradas que también tenían heridas.

Entre todos llevaron de regreso a sus compañeros. La misión había sido exitosa, pero habían salido heridos. Shisui era demasiado comprometido en cuidar de sus compañeros. Y aunque la ley del shinobi era continuar aun sin un compañero caía, Shisui se arriesgó para salvar a su compañero.

La mirada de Shisui tenía cierta culpa en sus ojos, al ver los ojos rojizos de Itachi. El menor conoció en ese instante un sentimiento tan terrible como era la desesperación que sus manos terminaron temblando de pánico.

—Luego hablaremos, Shisui

Para todos era evidente que ellos ya mantenían una relación, así que luego de que el alfa fuera atendido y sus heridas fueran sanadas, les dejaron a solas.

—Itachi ¿me perdonarás por preocuparte?

—Eres un tonto.

—Sé que hubieras hecho lo mismo.

Itachi cruzó sus brazos.

—No fue una defensa ciega. Realmente sabía que por un coste mínimo podía terminar la misión y salvar a nuestro compañero. No iba dejarlo morir si sabía aquello, menos conociendo que tiene pareja enlazada y un crío en camino.

El omega se sentó en el mismo lecho que el alfa. Aquello le dio a entender que Itachi le comprendía. Con cuidado de sus propias heridas, Shisui atrajo la cabeza del omega a su pecho y le acunó, mientras cepillaba sus cabellos con sus dedos.

—¿Me cocinaste mi platillo favorito? —Bromeó el alfa.

—Ahora tú me debes mi plato favorito. —Refunfuñó el menor mientras se corazón y su ser se calmaba de aquella desesperación y pánico que vivió.

—Vale. Te prometo que en cuanto me paré de aquí te prepararé todos los dulces que más amas. En especial los dangos.

Itachi giró su cabeza. Shisui le sintió llorar. Sentir el terror de perder a su pareja era algo angustiante para cualquier alfa u omega que amase a su destinado. Shisui lo comprendía perfectamente.

—Pensaba decírtelo en un mejor momento, pero. Yo…—Itachi se separó del pecho de su pareja y le enfrentó con la mirada. —Realmente te amo, Shisui. Estoy seguro que no es como hermano, primo, amigo o compañero. Te amo como mi pareja, mi mitad, compañero y amante al mismo tiempo, para que compartamos las risas y las penas en la eternidad.

Shisui se quedó sin aliento. Sin importarle el dolor atrajo a su pareja y enlazó sus labios en un beso fogoso. Luego de que se quedaran sin aliento, se separaron y sus frentes se quedaron muy juntas.

—Me haces demasiado feliz, Itachi.

Por toda la tarde se quedaron abrazados, brindándose confort.

……………..

Sintió las garras del joven crecer y rasguñarle la fina yukata que tenía puesta, sintió la necesidad de sentir aquellos arañazos en la piel fresca, así que separándose un poco se desató el obi dejando a la vista su cuerpo formado. No existía más barreras entre ellos, la verdad estaba a la luz y eso era que Itachi era su omega, uno ante todos disciplinado recatado y precioso, que en la intimidad era un felino apasionado.

Las guerras serían más fáciles de enfrentar si sabía que tendría a un buen omega cuidando de su familia y que en las noches le serviría como un perfecto amante. Era evidente su nula experiencia, pero que estaba deseoso por aprender. Minato estaba dispuesto a enseñarle como le gustaba hacer el amor paso a paso.

Paseo sus manos hasta los muslos del omega y los separó, dejándole ver su intimidad húmeda, puso las piernas del joven a sus costados y se recostó sobre él para darle otro beso hambriento. Durante su cortejo había tocado algunas partes de su cuerpo cuando nadie los veía, pero aquello era diferente. Al fin podría hacerle el amor cuantas veces quisiera y cuando lo desease, Itachi ya no obedecería a ningún otro alfa que no fuera él.

Comenzó a rozar su miembro contra el de Itachi produciendo una fricción que sorprendió a Itachi. En respuesta, el joven le abrazó de inmediato, jadeo más fuerte en su oído ensordeciendo cualquier sonido del exterior. Ante la belleza y sensualidad que se desenvolvía en su lecho no había tiempo ni lugar para más.

Itachi se apretó más contra él, sintió sus muslos rozarse contra sus caderas y las piernas de este atenazarse en su espalda. Bajó su lengua por todo el cuello hasta la glándula omega, la lamió y succionó.

Bajó su lengua y labios por todo el pecho, lamió cada pezón con ganas hasta enrojecerlos. Sintió un jalón de cabello de Itachi, aquello le hizo rugir de placer, las garras del omega crecían y se clavaban con más fuerza por toda su espalda. Así que, con la misma fuerza, mordió parte de su vientre. Él ardía por dar con la siguiente fase. Su miembro dolía por penetrar al omega virgen.

Sin dilatar más esa necesidad, le dio la vuelta. Itachi quedo boca abajo, apoyado sobre sus manos y rodillas, apretó sus caderas y se vanaglorió con la gloriosa figura desnuda debajo suyo a la cual montaría y dominaría.

—Eres el omega más hermoso y sensual que he visto, Y eres mío.

Itachi clavaba sus garras en el tatami. Había rogado por ser girado porque no podía soportar más ver quién era el que le tocaba. Por muchas situaciones, no había unido su cuerpo junto a Shisui. Al final, se creyó mejor para las misiones. Así que se mantuvo virgen para que el día de su boda ambos pudieran amarse sin tregua. Ya que después de su matrimonio con Shisui, recibiría el título de líder del clan. Con lo que, serían contadas veces las que saldría de la aldea.

De sus ojos comenzaron a caer lágrimas y la angustia en su pecho le llenaba. Su estómago se revolvía sin cesar. Estaba en celo, pero como cualquier omega que amaba a su destinado, no podía dejarse llevar, sino que tenía que controlarse al completo para no empezar a rechazarlo.

Debía darle tiempo a Shisui, a su hermano. Minato era un hombre demasiado experimentado en el arte de la guerra y en el sexo. No era fácil centrar su atención en otra cosa. Pero odiaba lo que tenía que hacer, le asqueaba demasiado. Cada vez que le lengua de Minato paseaba por su piel el reflujo gástrico quería abandonar su estómago.

Sabía que debía de acostarse con Minato. Toda su vida creció observando como los alfas, betas y omegas cuando se rinden ante el placer, obteniendo el placer carnal simplemente olvidan todo a su alrededor incluso alguien como Minato. Y lo había logrado, Minato estaba embrutecido de placer. Un paso en falso y Minato notaría que había demasiado silencio afuera.

No solo se sentía como un traidor y culpable, sino que se sentía humillado. Para su omega interno, el único alfa digno de dominarlo era Shisui. Además, era el líder de los Uchiha y tenía encima a punto de montarlo a su enemigo, al enemigo por quien se había preparado toda su vida. Shisui debía de llegar, le habían sido instrucciones claras. Tendría que hacerlo en el momento correcto o Minato lo notaría. Todo el escuadrón de Shisui debía de burlas las defensas extenuadas del castillo. Era menester que lo hicieran antes de que se pidiese ayuda. Era tan fácil como lanzar una bengala al cielo y el ejército de Jiraiya llegaría para defender a Minato.

Y aunque su omega interno clamaba por liberarse de él y llamar a su alfa verdadero, Itachi se mordió la lengua cuando la primera embestida llegó. Fue doloroso a pesar de estar lubricado. Sintió nuevamente como Minato sujetó con cierto sadismo sus cabellos para llevarlo hacia atrás y poder besar su cuello.

Los movimientos continuaron, Minato ingresaba y volvía salir con fuerza, apretaba sus caderas y luego comenzó a arañar su cintura. Itachi cerró los ojos, concentrándose en sentir la cada vez mayor presencia de Shisui.

Nunca había llegado a ese nivel con cualquiera de los objetivos que había tenido que seducir. Tampoco con Shisui, Minato se llevaba algo que jamás podría recuperar, pero que era poca cosa al lado del sacrificio que haría su hermano menor y toda su gente.

—Minato…quiero verlo, por favor—Rogó con su voz de omega.

Lo natural era empalmarlo de esa manera y morderlo en aquella posición, pero el líder se derretía de pasión por su compañero. Así que accedió, le giró dejándole recostado sobre su espalda. Continuó penetrando con ahínco, mientras besaba su clavícula y luego su pecho. Tenía sus manos clavadas en la cintura del omega como para no dejarlo ir.  Sintió a Itachi envolverlo por completo entre sus piernas.

Shishui había llegado al castillo. Itachi no podía contenerse más. Su amado, su alfa había llegado por él para protegerlo. “Shisui, ven por mi” “¡Ahora, SHisui!

—¡Shisui! —Gritó sin poder contenerse con toda la desesperación que había guardado en sí mismo.

 

Notas finales:

 

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Hola!!! Luego de dichas y dessdichas al fin pudo volver a escribir el capítulo. Les comenté por mi face y en el tablero que pensé en ponerlo en hiatus, pero finalmente logré escribirlo. Y es que lo tenía escrito hace como tres meses pero perdí el capítulo y no me daba cabeza para volver a escribirlo lo cual me frustró bastante. 

Espero disfruten mucho el capítulo!!

¿Creen que Sasuke siga con el plan? ¿Qué signifcó ese beso hacia Naruto? ¿La despedida?

De que ya valimos por un lado sí. Itachi no pudo más y llamó a su destinado. Por si tenían alguna duda de si a Itachi le gustaba Minato, pues no. De hecho, fue muy difícil escribir como tenía que soportar aquello. 

¿Que hará Minato? ¡sbrevivirá? ¿Sobrevivirá Shisui? ¿Itachi? Hagan sus apuestas. 

¿Como terminará esta guerra? ¿Terminará?

¿Cómo demonios terminaron casaándose Obito y Kashi?

Al respecto, Kakashi se ha enamorado, muy a su manera, de Obito. Así que piensa que él no puede hacerle feliz, porque nunca van a llegar a entenderse, así que decide liberarlo de su compromiso como alfa para que se busque alguien más. Eso no significa que el lazo se vaya, les seguirá fastidiando la existencia a ambos. Al menos, hasta donde va la historia, Mikoto no encontró la manera de romperlo exitosamente. 

   

Les aviso nuevamente por si olvidaron que tendrá segundo volumen. Este va cerrar en dos capítulos aproximadamente, de ahi habrá tres capítulos de la historia de Hashirama y Madarama. Y luego daré inicio a la siguiente parte. Porque pase lo que pase, habrá mucho que desarrollar y nuestros sobrevivientes tendrán que afrontar las consecuencias de sus actos. 

Espero que no suceda nada y pueda actualizar pronto porque ya quiero que sepan todo lo que se nos viene!!!


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