Capítulo 25: El Adiós y un nuevo comienzo para nosotros
Los miembros del clan Uchiha siempre habían visto a Sasuke como un niño consentido. Les agradaba, les parecía hermoso y talentoso; sin embargo, su poder y habilidad siempre había quedado eclipsado por Itachi. Aun así, Sasuke fue amado por sus padres y su pueblo desde pequeño, todos lo trataban como un joven amo para consentir. Así que cuando se anunció cual sería el papel de Sasuke en el plan, todos temieron por el pequeño omega, además de que su juventud y la falta de un lazo poderoso le volvía alguien voluble. Al finalizar la guerra, los Uchiha solo podían sentir respeto y un poco de temor. No podía ser sencillo asesinar al alfa con quien concebiste un cachorro: Sasuke demostró ser un ninja respetable y letal.
Por lo que, en ese instante, todos quedaron en silencio ante la declaración de Sasuke. Casi les resultó incomprensible sus palabras ¿cómo que se marchaba? ¿adonde? El más impactado era Itachi, quien le cuestionó con la mirada, esperando una explicación más amplia.
—Me voy. Lamento, hermano, que quizás no llegue a tu ceremonia de ascensión, pero no puedo demorar más.
Ninguno alcanzaba a comprender la totalidad de sus palabras. ¿A qué se refería Sasuke?
—Hermano. ¿Adónde piensas ir? Te necesito a mi lado.
Sasuke sonrió suavemente conmovido por las palabras de su hermano mayor. Era su mano derecha y justamente aportaría como uno. Debía liberar a su hermano lo más que pudiera. Ante lo cual, Sasuke tenía un plan que se había trazado durante los últimos meses. Al final, todo salió como lo previno.
—Matamos a Minato sí, la mayoría de generales de la Alianza cayeron, tenemos las tierras del castillo repartidas con los miembros del clan de Kakashi, tenemos el trato con Suna…
—Soy su aliado. —Aseguró Gaara.
El próximo sultán del Pais de la Arena había observado a Sasuke desde lejos y deseó acercarse, pero pronto le vio regresar al castillo así que lo siguió. Ahora notaba que uno de sus intereses románticos se marchaba. Sasuke sería un consorte ideal para alguien con tantos enemigos como Gaara, él lo había pensado de ese modo.
—Yo no vencí a Naruto Namikaze. —Confesó Sasuke.
Todos se asombraron, Gaara frunció el ceño.
—¿A qué te refieres? No me digas que nos traicionaste. —Reclamó Gaara.
No importaba lo mucho que le gustase Sasuke, no asimilaría una traición. Había viajado desde lejos a devolver favores y a fortalecer alianzas.
—Apuñalé su corazón, incendié su castillo. ¿Qué más podía hacer para asegurarme que muriera? No tengo certeza, solo presiento que no ha muerto. Quizás haya alguien que no lo deja morir.
Itachi y Shisui comprendían. El lazo de destinados que comparten tiempo juntos crecía. Era posible que Sasuke sintiese que aún no había perdido a su alfa destino. Eso significaba que Naruto había sobrevivido. Mientras un Namikaze de la línea principal existiese, el clan Namikaze y los planes de Minato no habrían terminado.
—Debemos recordar que tiene al zorro de nueve colas, quizás sobrevivió por ello. No pudimos arrebatárselo al completo. Pensamos que, al morir, Kurama quedaría libre. —Explicó Itachi.
Gaara gruñó. Comprendía que aquello escapó de las manos de Sasuke. Aun así, creía que no le restaba mérito a su hazaña.
—Eso quiere decir que puede volver a levantarse y cobrar venganza. —Mencionó el pelirrojo. — Sin embargo, ya no le queda ejercito ni gente a quien dominar.
—Le queda los pocos Senju que se quedaron en su territorio y los Uzumaki. —Replicó Itachi.
—¿Los Uzumaki no están con Nagato?
—Pero Naruto pertenece a la rama principal por su madre Kushina Uzumaki. —Replicó Itachi, mientras el temor le rondaba. Naruto simbolizaba la unión de dos líneas principales, por derecho de sangre ambos clanes le pertenecían al completo.
Todos se quedaron en silencio, nerviosos. Debían de sumarle un enemigo rabioso a todos los que ya tenían. Esta vez no contarían con la ventaja, sino que aquel enemigo conocía muchas de sus mañas y definitivamente, los aborrecía.
— Debemos tener un As para cuando se repongan y nos enfrenten. —Habló Sasuke seguro de sí mismo. Percibió que su hermano intentaba asimilar. Era necesario armar un plan de respaldo. — Hay alguien que nunca haría una alianza con nadie, que no se les podría atar ni con el matrimonio. Pero yo poseo su corazón.
Aquella afirmación atrajo la atención de todos los presentes; especialmente del líder de Suna.
—¿A quién te refieres, Sasuke? —Preguntó Gaara.
El azabache sonrió de lado. Había estudiado esa posibilidad desde su estancia con los Namikaze.
—Por supuesto al clan Inuzuka, Kiba Inuzuka. —Amplió esa sonrisa—Y su corazón es Hinata y sus cachorros.
—¿Vamos a amenazarlos? —Replicó Gaara.
—No, claro que no. Voy a entregárselos y ellos nos darán su lealtad. Minato falló al tratar de domarlos, ellos no son domesticables a palos sino con recompensas.
—Entonces yo iré contigo—Dijo Gaara con firmeza
Sasuke rodó los ojos. Había notado que aquel alfa se acercaba a él demasiado. Lo había conocido cuando formalizaron los tratos, pero no esperó despertar interés en él. De igual manera, no estaba interesado en temas amorosos. Su misión era conseguir proteger su clan. Además, el romance solo entorpecía las alianzas.
—Yo iré solo. La protegeré con mi vida si es necesario, pero ella y sus dos hijos llegarán a él.
El nuevo líder se puso de pie y se acercó a su hermano menor.
—No puedo permitirlo, Sasuke. —Dijo Itachi
—Aun no eres oficialmente el líder, Itachi.
Se refería a que aún no se había realizado la ceremonia de ascensión. Respetaba a su hermano por completo; sin embargo, él debía de encargarse de todo lo que Itachi no podía. El omega mayor no podía abandonar la aldea salvo casos sumamente urgentes.
—Sasuke…—Dijo con voz quebrada.
Para Itachi aceptar lo que su hermano sugería era terrorífico. La misión contra las Namikaze fue riesgosa, pero siempre se mantuvo alerta por si tenían que huir o enfrentarlos. Separarse de Sasuke no era fácil para él.
—Hermano, déjame hacerlo. —Le afirmó su hermanito con entereza. Sus ojos le transmitían un ruego, un pedido de confianza en sus habilidades. Itachi confiaba en las habilidades de Sasuke, pero temía no estar a su lado para protegerlo.
Shisui puso una mano en el hombro de su pareja. Para él también era duro pensar en Sasuke arriesgándose solo, había ayudado a Itachi a criar y proteger a Sasuke. Ante sus ojos, el pequeño felino era un niño; solo que desde el inicio de esa misión dejó de serlo y debían de aceptarlo.
—Sasuke-chan ya no es el mismo niño que inicio esta misión. —Soltó con la garganta seca. —Habla con sabiduría y conociendo su propio poder.
—Siempre fuiste mi favorito, Shisui-san. —Replicó el joven omega. — Protege a mi hermano. —Pidió suavemente.
El omega abandonó la estancia antes de que su hermano mayor pudiera impedirle su partida. Sabía que Itachi no se derrumbaba porque tenía a Sishui reteniéndolo, pero estaba a nada de ordenarle no partir, aunque fuera consciente que necesitaban una ventaja. Sasuke se dirigió con rapidez hasta la habitación que le habían otorgado a Hinata. Ella estaba observando como Orochimaru revisaba a sus cachorros.
—Son dos niños bastante fuertes. —Habló el sanador.
Sasuke recorrió con la mirada a Orochimaru, el cuerpo del sanador había cambiado en los últimos meses: Su vientre era notable, demasiado grande para un solo bebé, todos sospechaban que nacerían gemelos; además su mirada era más acuosa, su cuerpo entero transmitía suavidad y mayor calidez. Probablemente era producto de la maternidad.
—¿Pueden resistir un viaje? —Interrumpió Sasuke.
Tanto la omega como el sanador alzaron la mirada.
—Definitivamente, pueden. —Aseguró el mayor.
Aunque no se lo había confiado, estaba seguro que Orochimaru supondría hacia donde viajaban sus intenciones. Era necesario tomar aquel camino, aunque fuese duro. Se acercó a la muchacha y le confrontó con la mirada.
—Hinata, prepara lo necesario para ti y el niño, vas a tener que ser fuerte si quieres llegar a Kiba Inuzuka ¿estás dispuesta?
—Sí
No había rastro de duda ni del temor que en meses anteriores arrastraba. Hinata nunca había deseado tanto en la vida como era ir al lado de la persona que amaba. Kiba era el único ser donde podría estar segura, donde tendría un hogar. Agradecía a los Uchiha, pues la trataron con respeto, pero ansiaba encontrar un lugar donde sus hijos tuvieran una familia. No culpaba a Kiba por no ir por ella y sus cachorros, sabía que la situación en la frontera era difícil; además, desde la muerte de la líder de los Inuzuka todo era un caos. Esta vez, ella iría por él para que pudieran estar juntos. Lucharía hasta el final por ese sueño.
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Naruto se había quedado en shock durante un largo tiempo. No le fue fácil digerir la muerte de su padre. Sus lágrimas cayeron silenciosas, su mirada era vacía, pero podía escucharse un ligero gruñido desde el pecho del joven alfa.
—¿Tsunade? —Preguntó con voz trémula.
—También murió.
Los puños de Naruto se cerraron. Su respiración se hizo irregular. Era como si hubiera recibido otra estocada en el pecho.
—Konohamaru…
—Murió.
—El tío Makoto.
—Murió. Todos murieron. —Replicó Jiraiya. Para él fue doloroso revivir la muerte y el sacrificio de todos sus compañeros. — De los Namikaze eres el único con vida de las ramas principales. Alguno omegas siguen vivos porque fueron protegidos por Nagato. Del clan Senju solo queda la gente que se mantuvo en la frontera con los Inuzuka y los que estaban dentro del territorio Senju, la mayoría jóvenes.
Los ojos azules de Naruto dejaron de verse sin brillo, en ellos se desató una tormenta. Una parte de él había muerto junto con todos los demás, pero la otra parte de su alma comenzaba a resurgir con violencia.
—¿Por qué estamos en el Castillo Uzumaki? —Preguntó con voz ronca.
—Porque no queda nada del castillo Namikaze. —El pecho de Jiraiya punzó de dolor y sus puños se cerraron al recordar los restos mediocres de lo que alguna vez fue un imponente castillo. — Solo cenizas y unas tierras que han sido consumidas por los clanes menores traidores.
Intempestivamente, Naruto se puso de pie, la ira crecía minuto a minuto. Los sentimientos en su pecho no tenían tregua. Comprendió porqué su padre cambió con la muerte de su madre. Quiso gritar, rugir, destrozar todo a su alrededor, pero de pronto vino a su mente a la persona que un día amó, a quien prometió cuidar y proteger en el Templo Namikaze, y a quien actualmente quería destrozar hasta no dejar huella de su existencia en esa tierra.
Se trastabilló un poco, pero se dirigió fuera de la habitación. Jiraiya le retuvo del brazo, preocupado por su ahijado. Él también temblaba de ira, también anhelaba destruir a quienes acabaron con todos sus seres queridos, pero no era el momento. La venganza debía de esperar.
—Naruto, aun no es seguro. —Exhortó. — Los Uzumaki no hacen más que festejar nuestras perdidas. Tu prima Karin fue una de las traidoras. —Bramó, intentando contenerse, pero fallando, indignado de sus supuestos aliados, los Uzumaki. —Nagato solo te salvó por memoria de tu madre, pero él también tiene a Yahiko dormido y a Konan encerrada. Los Uzumaki no son de confiar.
Naruto solo sintió que la sangre le hervía aún más. No solo su esposo, el clan materno también le había dado la espalda. ¿Por qué? Todos eran unos hipócritas. No se detendría hasta acabar con todos los traidores. Entre todos aquellos con quienes acabaría, guardaba un lugar especial para Sasuke Uchiha. Estaba seguro que lo destrozaría y mínimamente exhibiría su cadáver ante su hermano para hacerle sufrir por la muerte indigna de su padre. Un guerrero como Minato debió morir en batalla, no en su habitación nupcial.
Sin importarle sus heridas vendadas, salió de la habitación. Afuera se topó con algunos sirvientes a los cuales espantó, algunos guardias betas que se quedaron anonadados al verlo, aprovechó aquello para golpearlos y robar sus armas. Aunque aún sus heridas no sanaban al completo, la adrenalina y la sed de venganza le mantenían en pie.
Justamente en el salón principal se organizó un banquete, el cual celebraba la caída de los Namikaze. Habían sufrido pocas bajas gracias al trato de Karin y a que se rindieron rápidamente, podrían reponerse y seguir el camino que deseaban. Se habían librado de los Namikaze por fin.
Inesperadamente, Naruto tumbó a uno de los guardias, se abrió paso entre los sacerdotes sorprendidos y tomó de rehén a su propio tío Nagato. Si su tío le había traicionado, entonces no tenía por qué guardarle respeto.
—¡TODOS, RÍNDANSE! —Rugió con voz de mando alfa.
Los sacerdotes estaban boquiabiertos. Llamaron a la guardia y esta apareció. Jiraiya aprovechó la confusión para hacerse con un arma y tomar de rehén a uno de los consejeros más viejos. No sabía si saldrían vivos, pero Jiraiya no pensaba vivir si no protegía hasta el final a su ahijado.
—Yo soy Naruto Namikaze…No, Naruto Uzumaki a partir de ahora, hijo de Kushina Uzumaki quien pertenece a la rama principal de la familia, heredero de Mito Uzumaki, así que por derecho de sangre reclamo el liderazgo de este clan.
Era cierto, Naruto era heredero de Mito Uzumaki. A la muerte de Makoto, era el único miembro vivo de la rama principal. Nagato estaba en estatus por debajo de Kushina, así que solo podría gobernar si Naruto realmente hubiese muerte. Aun así, nadie deseaba a Naruto como su líder.
—¿Van a negarme mi derecho?
—Tu…eres más parecido al barbárico de tu padre que a Kushina. —Se atrevió a hablar uno de los sacerdotes.
Todos asintieron. Estuvieron tan cerca de librarse de los Namikaze. Pensaron que Naruto había muerto llevándose al nueve colas con él, así que se habían estado preparando para la reencarnación de Kurama y para cuidar de su heredero dentro de los Uchiha.
—¿Y qué? Estaban celebrando la caída de mi padre puedo ver. Pero yo tengo la suerte de que ustedes mismos pusieran al demonio nueve colas dentro de mí´tebayo. —Habló con voz amargada y dura. — Ahora lo sé, ¿piensan que podrían matarme? Mi esposo me apuñalo en el corazón hasta el fondo con saña y realmente rezó a todos los dioses porque yo muriese; pero este ser me salvó la vida. ¿creen que podrían asesinarme? Más les vale aceptar.
Vagas murmuraciones surgieron entre los presentes. Nadie conocía realmente a Naruto, por lo que temían que cegado por la venganza realmente asesinase a Nagato. Y el pelirrojo era una pieza clave para los sacerdotes Uzumaki. Se estremecieron ante la mirada y el aroma del portador de Kurama.
—Yo te cedo el liderazgo. —Murmuró Nagato rendido.
Naruto lo soltó. Nagato se inclinó ante él y todos los demás sacerdotes tuvieron que inclinarse ante Naruto. Los estómagos de los sacerdotes se revolvían, odiaban la idea de tener que inclinar la cabeza nuevamente ante un Namikaze.
La primera orden que el nuevo líder dio fue liberar a su tío Yahiko y a los restantes Namikaze que Nagato había protegido pero que también había encerrado al llegar. Un nuevo líder se había alzado con una sed de venganza que podía ser sentida en todo el castillo Uzumaki.
…………….
Justo en esos momentos, Sasuke terminaba de alistar su caballo para partir con Hinata. Karin se acercó corriendo hacia él, pero no hacía falta que le dijera algo, él también lo había sentido dentro de sí: Kurama había despertado y aquello solo podía indicar que Naruto había sobrevivido. Apretó sus nudillos: Los días de paz realmente estaban contados. Aunque no tuviera los mismos recursos, Sasuke estaba seguro que Naruto se recuperaría y buscaría venganza.
—Hinata, debemos darnos prisa. —Urgió.
Era menester que antes que Naruto hiciera sus movimientos, ellos aseguraran sus tierras. Les separaba un largo trecho de camino, pues los Uzumaki estaban muy en el Norte y los Uchiha en el Sur. Aun así, Sasuke sintió el peligro cernirse para todos ellos. Necesitaba de los Inuzuka, debían formar un frente común. Naruto no perdonaría a nadie.
Se subió al caballo y ayudó a Hinata a montarse detrás. Estaban vestidos de forma sencilla como dos campesinos betas. Sasuke se hacía pasar por un beta, eliminando su aroma y cubriendo sus orejas y cola. No necesitaba llamar la atención así que era mejor si solo iban los dos en vez de llevar compañeros. Era la primera vez que cumpliría una misión solo, pero no tenía miedo. Sus manos estaban llenas de sangre, no temblaría ante nadie.
El camino hacia el clan de los perros salvajes era largo y lleno de peligros, pero sin dudarlo lo atravesaría. Su mente se enfocó en el camino, eliminando los recuerdos que querían llegar a él sobre Naruto. Suprimió el anhelo de volver a verlo y la chispa de felicidad de su omega interno al sentir que su alfa destino estaba vivo. A cada segundo, el lazo de destinos revolvía su cuerpo entero, anunciándole que no había perdido a su destinado.
“No pienses en él, es tu enemigo. La próxima vez que se vean uno de los dos deberá morir”.
Mientras tanto, Naruto no podía eliminar el último recuerdo que Sasuke le dejó. Juró en memoria de su padre que cobraría venganza por todos los muertos y por la honra perdida. Cada uno continuó pensando en el otro, aunque quisiesen evitarlo; sin embargo, sus pensamientos estaban lejos de ser románticos. En uno había miedo y desesperación; en otro, odio y venganza.
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Prólogo
El destino parecía que simplemente no podría dejarlos en paz. Era como un joven amo caprichoso que decidía sobre la vida de sus sirvientes sin importarle sus sentimientos.
¿Por qué tenían que haber terminado atrapados en una situación así?
La presencia del uno volvía débil al otro. Una verdad innegable tanto para Sasuke como para Naruto.
Alfa y omega se observaron lo más fríamente posible, estudiando las intenciones del otro, con los cuerpos tensos, listos para entrar en combate de ser necesario.
Era de noche ya y el cansancio estaba a punto de vencerlos, pero se negaban a dejarse caer frente al otro.
Abandonados, lejos de sus partidarios, compañeros y familia, se veían a obligados a compartir el mismo espacio en el bosque. Ninguno podía simplemente poner de pie y marchar, pues temía que el otro aprovechase el ligero giro para apuñalar al otro.
Naruto sabía que Sasuke podía hacerlo, la totalidad de sus habilidades le eran desconocidas. Mientras, Sasuke estaba convencido de que el odio del rubio por él había traspasado los límites de su propia moral como para permitirse atacarlo por la espalda.
Así que ambos renovaron sus espíritus e intentaron permanecer despiertos. No se dijeron nada, sus miradas indicaban más que cualquier palabra. No había espacio entre ellos para algo más que odio e intenciones asesinas. Eran enemigos, ambos luchaban por sus propios clanes y no se debían nada a ninguno.