Joel sonrió, tenía una expresión picara en su rostro, parecía divertirle ver como Luis caía en bajo su control. Su mano izquierda se deslizaba por su cuello, yendo hasta sus orejas incluso para acariciarlas. Mientras que su mano derecha se encontraba sobre su pene, acariciando lentamente, frotando su dedo índice sobre la punta una y otra vez.
- En este mismo momento no pudo hacer mucho más que esto, pero eso no parece molestarte ¿verdad? – Le susurraba para luego besarlo. Luis llegaba a envidiar demasiado a Joel, este podía encontrarse tan tranquilo, seductor y divertido en momentos como ese, mientras que él se encontraba sumamente avergonzado y excitado al sentir como la persona que le gustaba lo estaba besando y masturbando en un baño público.
Joel le lamio y hasta mordió suavemente sus labios, haciendo que Luis abriese su boca, para así poder meter su lengua allí. Su lengua se movía dentro de su boca con toda libertad, pasándola por sus dientes y rozando constantemente la lengua de este. Sus besos eran tan seductores como el mismo, y eso, junto a la atención que estaba recibiendo en su pene, estaba haciendo que poco a poco se perdiese más y más en Joel.
Sin pensarlo mucho, sus manos comenzaron a meterse por debajo de la ropa de Joel, pudiendo así tocar su espalda, la cual estaba bastante sudada, aunque eso le importase en lo más mínimo. Sus manos se fueron deslizando por la piel de Joel, desde la espalda hasta su trasero, donde metió mano por debajo de su ropa interior para poder acariciarlo un poco mejor y hasta agárrale un poco de sus nalgas. Joel soltó un ruido un tanto extraño viniendo de él.
- Lo siento. – Se disculpó Luis cuando Joel corto con el beso. Joel soltó una pequeña risa y beso la nariz de Luis con ternura.
- Esta bien, no importa, no es como si me hubiese desagradado. – Le respondió, para luego apretar un poco el pene de Luis con su mano, haciendo que este soltase un pequeño gemido. -Toma eso como una venganza. – Nuevamente le sonrió, sin quitar sus ojos de los suyo y volvió a besarlo, esta vez masturbándolo cada vez más rápido. Luis por su parte, en ningún momento quito sus manos del cuerpo de Joel, por lo que siguió con su labor de acariciarlo.
Su corazón latía con fuerza en su pecho, el calor de su cuerpo aumentaba y los besos que se daban era una conexión tan única que no quería que desapareciese. Joel lo tenía en la palma de sus manos y Luis dejaba que hiciese lo que quisiese con él. Cuando Joel corto el beso para tomar un poco de aire, Luis llevo su boca a su cuello, tomando un pedazo de su piel en su boca para poder chuparlo, dejándole una pequeña marca visible en piel blanca. Justo cuando Joel soltó un suspiro, Luis se había corrido en su mano.
- Lo siento, no quise, yo… - Hablo un tanto nervioso mientras quitaba sus manos de Joel. Comenzó a buscar en su bolso que estaba en el piso, hasta que saco un pañuelo de uno de los bolsillos pequeños. - Déjame que te ayude con eso. – Joel no se negó, quito su mano del miembro de Luis para que este pudiese limpiar el semen que había quedado en su mano.
- Eres muy tierno. – Joel beso su mejilla y luego se quitó de encima suyo. – Saldré yo primero, te esperare afuera. – Fue lo último que dijo al salir del baño, escucho como abrió la canilla para lavarse las manos y luego como salió por la puerta.
“¿Qué fue lo que acaba de pasar?” Otra vez se encontraba súper confundido por las acciones de Joel. Nunca antes en su vida Luis se sintió de esa manera, él no era un chico que soliese actuar con vergüenza frente a una chica ni tampoco era tímido como para que le costase hablar con Joel a veces.
Más allá de todo eso, el chico se veía muy bien y tranquilo, no parecía estar triste ni nada por el estilo, por lo que descarto de inmediato la idea de que nuevamente lo estuviese usando para olvidarse de algo que lo agobiara. Entonces ¿Qué era? ¿Por qué Joel lo había vuelto a seducir? “¿Debería tomar eso como una señal?” Mientras revolvía su cabeza pensando y pensando en que debería hacer, recordó que Joel lo estaba esperando afuera, por lo que decidió acomodarse mejor la ropa, tomar sus cosas, lavarse tanto las manos como su cabeza para enfriar un poco más sus ideas y luego salir de allí.
Camino hasta la salía del club para encontrarse con Joel, que como él dijo, lo estaba esperando. Aunque no como hubiese querido, ya que otra vez se encontraba hablando con la misma chica con la que había hablado anteriormente y peor aún, ella se encontraba con otras dos chicas más a su alrededor.
- Nos vemos. – Joel se despidió de las chicas, mientras que Luisse acercó hasta él rápidamente. – Bueno ¿vamos? – Luis asintió y comenzaron a caminar juntos como lo hacían cada sábado en la tarde.
- Esas chicas ¿Son tus amigas? – Pregunto Luis, casi sin pensarlo.
- Ah, ellas. Bueno, una de ellas era una de mis ex, me entere hace poco que jugaba hockey aquí, y las otras eran sus amigas. – “¿Su ex?” Luis estaba comenzando a sentirse intranquilo, a estas alturas lo último que quería era pelear por Joel con otra ex más.
- ¿Te llevas bien con tus ex? ¿Cómo haces? Yo cuando termino una relación ya ni las vuelvo a ver, y no es porque yo quiera. –
- Bueno, Superman puede volar, Flash tiene súper velocidad, Batman el dinero, y tengo el gran encanto, ese es mi súper poder. * – Justo en ese momento, Joel le sonrió y le guiño el ojo. Logrando así que Luis sintiese un fuerte flechazo al corazón. “Maldición, es tan sexy.” Pensó, mientras trataba de calmarse. – Ella actualmente tiene novio, así que solo somos amigos. – Aclaro, logrando que Luis suspirase aliviado.
Como en ningún momento Joel toco el tema de lo que acabaron de hacer en el baño. Luis decidió ser él el que diera a pie la conversación, pero ¿Qué podía decirle? Hablar sobre lo que acababa de pasar lo avergonzaba demasiado, así que prefirió arriesgarse a preguntar algo que, si bien tenía miedo a su respuesta, era en lo que más confianza tenia.
- Joel… ¿Puedo preguntarte algo? – Joel asintió con la cabeza como respuesta. - ¿Podemos… un día de estos...? ¿Tener una cita? – Pregunto con más confianza al final. Ambos se detuvieron al caminar, Luis al ver la cara de asombro de Joel, comenzó a sentirse un poco nervioso. – Digo, si quieres o podría ser una cita de amigos, solo tú y yo…aunque eso suene raro y…-
- No es eso, es que estas vacaciones no tendré tiempo para nada realmente. Entre qué debo hacer varios trabajos, trabajar y que probablemente mi hermana aproveche estas vacaciones para que yo la lleve a donde quiera… realmente no lo sé. – Joel parecía ser muy sincero en lo que decía, no parecía estar inventando una excusa al azar.
-Oh, entiendo. – Aunque lo intentase, no podía ocultar su desanimo, y es que recibir una respuesta como esa no era lo que realmente esperaba.
- Pero, el sábado de la semana que se estrene Suicide Squad* si o si iré a verla sin excusa, tengo que ver si el Joker de Jared Leto cumple con mis expectativas. Si tú también iras a verla, podemos ir juntos. – Lo que Joel había dicho, fue suficiente como darle ese toque de esperanza que tanto esperaba. Creía que Joel le estaba dando una oportunidad para ser algo más que solo su amigo.
- ¡Si! -Tras decir eso, ambos siguieron su camino, sin poder borrar ninguno de los dos la sonrisa que se había formado en sus rostros.
*-*-*-*
Era domingo por la mañana y como Noah ya se había ido a casa de sus padres bien temprano, le tocaba hacer lo mismo a Joel. Viajo en el autobús hasta la casa de su madre con su cerdito en brazos, tapado con una mantita de color negro, la cual usaba cada vez que llevaba su mascota a alguna parte.
Una vez que se encontraba en frente de las rejas de la casa, toco el timbre y espero pacientemente a que le abrieran. Tepig hacia pequeños ruiditos, se veía tan impaciente que Joel tuvo que acariciarlo un poco para que se calmase. Segundos despues, la puerta de la casa se abrió, y de allí salió su pequeña hermanita Abril, con las llaves en su mano.
- Hermanito, trajiste a Tepig como lo prometiste. – Hablo su pequeña hermanita mientras le abría el portón de la casa. Joel entro adentro, la saludo y le dio a Tepig a su hermana. Ella sonrió y comenzó a acariciar la cabeza del pequeño cerdito.
-Por supuesto que sí, él también te extrañaba. – Joel estaba feliz, cada vez que veía a su hermanita feliz, él también lo estaba, su humor mejoraba muchísimo automaticamente. Ambos caminaron hasta entrar en la casa.
- ¡Mira mami, Joel trajo a Tepig! – Hablo con emoción mientras se acercaba a la cocina, Joel la siguió y fue allí donde se encontró con su madre. Allí estaba ella, lavando los platos en el lavamanos de la cocina. Su madre era una mujer bastante bajita que medía 1.60 de altura, su piel era blanca, sus ojos eran de color verdes, como los de Joel. Su cabello antes solía ser largo y de color negro, pero debido a las quimioterapias, se la pasaba ocultando su calvicie con un gorrito de lana negro que le había hecho la abuela hace mucho tiempo. Llevaba puestos unos pantalones deportivos de color negro, y un suéter de lana de color azul.
- Oh, hola Joel, hola Tepig. – Ella les saludo con una sonrisa. Joel no podía negarlo, detestaba ver a su madre y eso nunca ha cambiado, por más de que estuviese acostumbrado a verla una vez a la semana.
- Hola Patricia. – Le saludo bastante frio. La mujer, a pesar de notarse un poco incomoda, al estar acostumbrada a que su hijo la llamase por su nombre, después de todo, él nunca la llamo por “mama”, simplemente lo ignoro y siguió con su sonrisa. - ¿Y Héctor? –
- Esta en la habitacion, hasta hace poco se puso a ver Spider-Man con Abril en el televisor de allá. – Respondió ella.
- Si, estábamos viendo las películas viejas. – El marido de su madre entro a la cocina. - Hola Joel ¿Cómo esas? –
- Hola Héctor. – Le devolvió el saludo a aquel hombre. El hombre, media como mucho 1.80, su piel era bastante morena, sus ojos de color marrón y su cabello era de color negro oscuro. En ese momento tenía puesto una camiseta de color verde oscura y una bermuda de color blanco.
- Es cierto ¡Joel! ¿No que es cierto que Spider-Man no tiene el poder de lanzar telaraña de sus muñecas y que es solo un mecanismo que el mismo creo para tirar telaraña artificial? – Pregunto ella, a lo que Joel simplemente asintió.
-Ese es un error muy común, ya que en las primeras películas lo hicieron como si fuera un poder, en vez de hacerlo como el comic, donde en realidad si es un mecanismo que el mismo creo. – Explico a lo que Héctor rio nervioso, como si no hubiese entendido nada de lo que dijo.
- ¿Ves? ¡Te lo dije! – “Estoy tan orgulloso de ti.” Joel no podía negarlo, le encantaba ver como su hermanita seguía sus pasos. - ¡Hablando de eso! Ayer fuimos a buscar mi disfraz para la fiesta de disfraces de mi amiga. ¿Adivina quién ira vestida como Spider-Woman de la tierra 65? –
- ¿Iras vestida como Gwen Stacy Spider-Woman? – Hablo emocionado.
- ¡Si! Ahora mismo te mostrare como me queda, incluso le mandamos a hacer una camiseta de Spider-Man para Tepig. A partir de ahora ya no será Tepig, será Puerco Araña. Vamos, Tepig. – Ella dejo a Tepig en el suelo, enrollando su mantita para luego dársela a Joel e ir corriendo hacia su habitación con el cerdito.
- Cuidado con no ensuciarlo o romperlo que tienes que usarlo mañana. – Le advirtió su madre y luego suspiro al notar que su hija no la había escuchado. – Ella está muy emocionada con esto de las vacaciones, dijo que ya tenía planeado que tú la llevaras a varios lugares. –
- Ya veo. – Nuevamente respondió frio y cortante. -Voy al baño. – Dijo así sin más, caminando hacia el baño. Al entrar, abrió la canilla del lavamanos y comenzó a tirarse agua en la cara.
Aunque ya estuviese acostumbrado a visitar a su madre cada fin de semana, eso aún no cambiaba el hecho de que se sentía incomodo estando al lado suyo. Verla de por si le dejaba una extraña sensación desagradable y eso había empezado hace varios años atrás por varias razones.
Fue cuando era niño y le pregunto a su abuela la razón por la cual no tenía padres. Joel, a pesar de ser un niño, en aquel entonces, pudo comprender la verdad, aunque no las acciones de su madre. Su padre no se quiso hacer cargo de él, y su madre sentía que no podía cuidar de él, siendo ella tan irresponsable y descuidada, por lo cual huyo de casa y termino al cuidado de su abuela. Era una excusa estúpida a su parecer. Después de eso, nunca más volvió a ver a Joel, aunque esta siguiese manteniendo contacto con su abuela.
Fue hasta hace diez años atrás cuando ella decidió volver a casa y presentarse como su madre. Joel en ningún momento la reconoció como tal, tan solo la veía como una desconocida. Y no parecía haber cambiado, seguía sin comprender sus acciones. Cuando ella volvió, estaba embarazada y por lo que había escuchado de las conversaciones que tenía ella con su abuela, entendió por qué.
Ella quería formar una familia, y quería que Joel fuera parte de ella. Pensaba que, porque ahora tenía marido, trabajo fijo y una casa, por fin podría volver y ser la madre que debió haber sido desde un principio por Joel. Aunque al final las cosas no salieron como ella hubiese querido.
Joel se negó rotundamente a irse a vivir con ella, incluso se aferraba a su abuela llorando rogándole que no lo abandonara. Incluso hasta ahora, cada vez que recordaba eso, Joel se decía a si mismo que era patético. Sin embargo, había logrado su cometido de quedarse con su abuela. Él amaba tanto a esa mujer que tanto lo cuido, que tomo conciencia rápidamente de la ayuda que debía recibir una mujer muy mayor que cada tanto tomaba calmantes para el dolor de cintura y espalda.
- ¡Hermano! Ya sal del baño y ven a ver como me queda mi disfraz. – Escucho la voz de su hermanita del otro lado de la puerta. Joel se secó con una toalla la cara y salió del baño. Para al instante encontrarse con una pequeña Spider-Woman con un Puerco Araña en sus brazos. Se veían tan bonitos los dos que al instante Joel saco su celular del bolsillo de su pantalón.
- Se ven tan tiernos. Ahora quédense quietos así les saco una foto. – Su hermanita comenzó a posar de distintas formas junto con Tepig para las fotos que les sacaba Joel.
Aunque al principio, llego a detestar que su madre allá decidido cuidar de su hermanita desde un principio, cuando a él lo había abandonado. Cuando Abril nació, y la vio por primera vez, había quedado encantado con ella, hasta el punto de querer sostenerla en sus brazos en cada momento. Todo fue bien durante esos años, no tenían la mejor relación, pero al menos aceptaba tener cerca a su madre.
Sin embargo, cuando hace tan solo un año atrás le diagnosticaron cáncer de mama a su madre, aquella relación más o menos estable que tenían, se había desaparecido. Las razones fueron varias, entre ellas el hecho de que se reusó a ir al médico durante mucho tiempo sin hacerse revisiones anuales siquiera, tardando demasiado en acudir a alguno cuando sintió síntomas extraños en uno de sus senos, y la verdadera razón de todo ello, tenía que ver con su abuela.
Nunca, nunca en su vida había visto en su puta vida llorar a su abuela, la habrá visto preocupada, feliz, molesta hasta incluso un poco triste, pero nunca la vio llorar hasta que ese momento. Las acciones que su hija hacia o no hacía, la preocuparon toda su vida, pero jamás pensó que le ocurriría tal cosa por sus descuidos. Incluso Joel llego a entender mejor cuando su abuela le había dicho que Patricia era una chica muy descuidada e irresponsable.
A pesar de que muchas veces quiso creer que no era su culpa, a pesar de que sabía que tener esa horrible enfermedad no era algo que alguien quisiera, no podía evitar culparla y enojarse con ella por eso. Patricia era una mujer que siempre quería dar lastima, desde siempre, preocupando a sus amigas, a su madre, a toda la familia en general. Pero él no podía decirle nada, él no podía sentir lastima por ella y no quería hacerlo, no podía decirle lo que realmente pensaba de ella por el simple hecho de que no valía la pena y que sería muy hijo de perra de su parte decirle tales cosas a una persona enferma de cáncer.
Su abuela murió estando preocupada por ella, murió sin poder ver el día en que Joel perdonase de una vez a su madre por lo sucedido. Pero ¿Cómo podía hacerlo? No podía perdonarle el que lo haya abandonado, no podía perdonarle las mil y un veces que hizo preocupar a su pobre abuela, no podía perdonar el que por su culpa ella se haya puesto a llorar. Pero si había algo que jamás podría perdonarle, es que abandonase a Abril como lo hizo con él. Esa era la única razón por la cual hacia todo lo posible por ayudarla a comprar los medicamentos que necesitaba, era por eso que cuando podía era él quien acompañaba a su madre al hospital, era por su hermanita que iba cada fin de semana a su casa a visitarla para saber cómo estaba.
“Lo hago por Abril, lo hago por la abuela, recuerda eso Joel.” Era lo que se decía mentalmente una y otra vez cada vez que veía a su madre y tenia deseos de alejarse de ella lo más antes posible. Llegando a pensar a veces, que su vida hubiese seguido tan tranquila como siempre, si tan solo ella nunca hubiese decidido volver a su vida.
Continuará…
