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Adimensional por Neko_Elle

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Notas del capitulo:

Cap corto, pero subiré el otro junto, porque no alcanza el numero de palabras.

 

4.5 años

Al poco tiempo de que se habían conocido, Shinya parecía más contento. Cuando no estaba en el jardín de niños, pasaba la mayor parte del tiempo jugando o con Shougo. Ocasionalmente el espíritu se prestaba para jugar y otras veces, solo le observaba y hacía comentarios de vez en cuando. Pero no importaba qué ocurriera entre ellos, el pequeño niño de hebras azabaches se sentía feliz.

Ambos se acompañaban mutuamente. La madre de Shinya había notado un ligero cambio en su hijo, se había vuelto un poco más tranquilo, menos demandante de ella y parecía que en el jardín de niños le iba un poco mejor. Siempre había sido un niño aplicado e inteligente, pero usualmente era inquieto y de juego rudo, lo cual ocasionaba que la mandaran llamar con regularidad. Y que por lo mismo, sus calificaciones bajaran por la conducta.

En cierto modo, todo parecía ir para bien. Sin embargo, ocasionalmente lo veía hacer gestos a la nada o jugar solo en casa. Aunque tenía muchos amigos en el jardín de infancia, no solía querer ir a jugar a sus casas o invitarlos a la suya, en ese aspecto, parecía preferir el juego en solitario en interiores. Para ser un niño, era algo que le extrañaba, pese a que a ella le resultaba muy conveniente. Pero,  ya lo había observado en ocasiones pasadas y parecía tener un amigo imaginario.  Nada de qué preocuparse, muchos niños tienen amigos imaginarios. Empero, no podía negar que le inquietaba ocasionalmente su forma de comportarse.

 

6 años

Al cabo de dos años, ambos se habían acostumbrado el uno al otro. Shinya no preguntaba mucho sobre Shougo, y cuando lo hacía, este último le distraía para no darle las respuestas. Aun cuando era muy joven, había ocasiones en las que el azabache lo notaba y se molestaba. Es decir, tenía ya 6 años, desde su perspectiva, era suficientemente mayor para que Shougo le respondiera algunas preguntas. Pero no era así y tal situación frustraba su joven mente y su aun frágil orgullo. De modo que buscaba lo más posible tratar de ganarse la confianza de aquel espíritu. De no lograrlo, era como si de alguna forma perdiera, pese a que no estuvieran compitiendo.

No comprendía del todo por qué, pero quería llamar su atención y obtener respuestas, quería saber todo de ese ser. Probablemente porque era el único en su casa que le hacía caso. Así que, en una de tantas ocasiones en las que jugaba con aquel extraño ser, Shinya escuchó a su madre llamarle y en breve entrar a la habitación.

-       Shin, es hora de que te metas a la tina- anunció.

-       ¡¿Eeeh?!- Exclamó con decepción. Él aun quería seguir jugando con Shougo.

-       Nada de “Eeh”- dijo su madre imitándole. El de hebras plateadas bufó.

-       Qué bien te imita- comentó el albino, molestando al pequeño quien solo le dirigió una mirada de fastidio. Sabía que no podía responderle frente a su mamá.

-       De acuerdo- dijo con resigno.

-       Ya está lista la tina, así que apúrate o se enfriará el agua.- le indicó su madre mientras se retiraba- Cuando termines, baja a cenar.

-       Será mejor que vayas- le sugirió.

-       Métete a bañar conmigo- pidió el pequeño.

-       ¿Por qué? – inquirió con fastidio- Además ya estás grande, no es como que ocupes mi compañía para eso ¿no tienes apego por la privacidad?

-       ¿Qué es eso?- preguntó confundido. En cambio, Shougo, sintiendo que perdía su tiempo, exhaló y le respondió:

-       Olvídalo- aunque había deseado por mucho tiempo que alguien lo viera, el hecho de que fuera un niño tan pequeño, a veces le resultaba exasperante.

-       Por favor- pidió nuevamente.

-       ¿Para qué me quieres ahí?- el fastidio en su voz era tal que el pequeño hizo aquella mueca que le caía en gracia al albino. El fantasma bufó y  volvió a apretarle los labios con sus dedos pulgar e índice- Anda, antes de que cambie de opinión- dijo poniéndose de pie.

-       ¡Sí!

El pequeño se dirigió al cuarto de baño y se desvistió rápidamente, no pasó mucho tiempo para que se metiera a la tina.

-       ¡Rápido!- le apuró, mientras se ponía a jugar con un barco de hule que estaba flotando. Aquel ser etéreo se apareció frente a él, dentro de la tina.

-       Ya estoy aquí, así que termina pronto- dijo recargando su brazo en el contorno de aquel receptáculo. Su vista estaba en el techo, esperando con aburrimiento, el momento para salir de ahí.

-       No debes usar ropa cuando te bañas, mi mamá dice que cuando uno moja su ropa, se enferma.

-       Yo no me enfermo- fue su simple respuesta, rebatiendo el comentario del menor.

-       Podrías si no te cuidas- defendió su punto devista.

-       No puedo enfermarme, no tengo la capacidad- respondió con algo de fastidio.

-       ¿Capacidad?

-       Sí, significa que…- se quedó viendo por unos momentos, meditando si era o no conveniente decirle.

-       ¿Qué? Dime- presionó- ¡Nunca quieres decirme nada! ¡Quiero saber!- su mirada clara y decidida terminaron por convencerle, aunque creyera que no era buena idea decirle.

-       No tengo un cuerpo que pueda enfermar, así que no puedo enfermarme- decidió contestar finalmente.

-       ¿Eres un fantasma?- Shougo asintió ante su pregunta- Aun así no es apropiado que te metas con ropa a la tina- no se iba a rendir.

-       ¿Entonces me salgo?- expuso como opción.

-       …- Shinya volvió a poner esa expresión endiablada.

-       ¿Qué quieres de mí?- inquirió cansado, al tiempo en que hacía que su camisa no fuese visible.

-       Quiero saber de ti- declaro el pequeño, tomándole por sorpresa. Como siempre, para ser tan joven decía cosas sorprendentes- Pero no me dirás nada ¿verdad?- posó su mirada en él, era tan intensa y sincera. Sin duda aún era un niño, demasiado puro. Expresaba sus deseos de forma directa, así que era refrescante, puesto no había convivido con nadie en mucho tiempo, y menos alguien así.

-       ¿Qué quieres saber?- dio la oportunidad.

-       ¿Eh?

-       Dices que quieres saber de mí, así que está bien, pregunta lo que quieras.

-       ¿De verdad me responderás?- inquirió agudo. Casi prediciendo las acciones de su compañero de juegos.

-       Dije que podrías preguntar lo que quisieras, no que iba a responderte. Pero prueba, quizá logres algo- le retó.

-       ¿Por qué nadie te puede ver?- lo cierto es que había formulado mal su pregunta, en realidad él quería saber por qué era el único que lo veía.

-       Trata de imaginarlo tú mismo en base a lo que ya sabes. Siguiente- comentó mientras seguía con la vista a un patito de hule que flotaba en el agua.

-       ¿Te agrado de verdad o solo estás conmigo porque los demás no te pueden ver?- preguntó seriamente esperando una respuesta. Shougo bufó. Ese niño era sorprendente.

-       Sí, me agradas mucho- fue algo sencilla su respuesta, pero la acompañó de una sonrisa. El pequeño Shinya le observó atento- ¿Pasa algo?

-       N-no nada es solo que sonreíste diferente.

-       ¿Diferente?

-       Sí, aunque no sé cómo explicarlo- Por primera vez en su vida, se había percatado de algo: todas las personas tenían sonrisas diferentes y que probablemente, no todas las sonrisas significaban lo mismo.

-       Ya veo.

-       ¿Y qué se siente ser invisible y que te atraviesen?- preguntó con entusiasmo- ¡Es casi un súper poder!

La expresión que mostró en ese momento el albino fue realmente un contraste con la anterior. Su semblante se ensombreció sin hacerlo, puesto no cambió en lo absoluto. Era como si algo se hubiese apagado.

-       Ya va siendo hora de que salgas de bañar ¿no crees? Desperdiciarás mucha agua.

-       ¡Pero no me respondiste!

-       Me adelantaré a tu habitación- dicho esto se desapareció. Dejando a un muy desconcertado Shinya.

 

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

Al cabo de un par de semanas, inició la Golden week. Así que sus padres estuvieron en casa por unos días. Pese a que en otras circunstancias hubiera estado tratando de pasar todo su tiempo con ellos, como en años pasados. Lo cierto era, que ahora no le importaba mucho. Tenía a Shougo, después de todo.

Por la gran cantidad de tiempo libre, su mamá lo observó con más detenimiento y lo que vio, comenzó a asustarla. Shinya siempre estaba hablando solo, riéndose o incluso peleando con la nada. Así que decidió llevarlo con un psicólogo. Últimamente las cosas no estaban bien con su esposo y peleaban a menudo, quizá eso le estaba afectando al pequeño.

Shinya fue curioso, su mamá rara vez tenía tiempo de llevarlo a algún lugar que no fuera con el médico. Aunque probablemente no sería muy diferente, después de todo, su mamá le había explicado que era una especie de doctor, pero para sus sentimientos. No entendió muy bien lo que su mamá trató de explicarle de camino hacia allá, pero le había provocado curiosidad.

Cuando llegó, el lugar tenía paredes claras y en su opinión, la decoración era muy aburrida. Probablemente los adultos la habrían llamado “sobria” pero él no, para él, era aburrida. Le faltaba algo de color.

Luego de varios minutos en la sala de espera, le hicieron pasar. Le tomó desprevenido que su madre lo dejara pasar a solas con una perfecta extraña, pero supuso que su mamá no podía estar ahí.

En esa nueva habitación, las paredes eran igual de aburridas que las de afuera, pero al menos había juguetes y un enorme librero. Aunque no conocía el lugar, le emocionó un poco. Si pudiera leer uno de esos libros, seguro que podría hablar de otros temas con Shougo.

Ocasionalmente escuchaba a la señora con la que estaba, parecía algo joven, quizá un poco más que su mamá, pero no demasiado. Era una señora extraña, puesto se estaba poniendo a jugar con él. Normalmente los adultos no hacían eso, por un momento le pareció sospechoso, pero su ansiedad bajó un poco conforme hablaba con ella. Parecía agradable y se interesaba en él, así que antes de darse cuenta, ya estaba contestando sus preguntas:

-       ¿Y qué sueles hacer en tu casa?- le preguntó la mujer.

-       Juego- fue su respuesta. Simple, porque no había más que responder.

-       ¿Juegas? ¿Y a qué juegas?- dijo la señora. Por un momento Shinya sintió algo de fastidio. Odiaba que los adultos usaran ese tono cuando hablaban con él. Siempre le hablaban como a un niño pequeño. ¡Y él no era pequeño, tenía 6 años!

-       A muchas cosas- respondió cortante.

-       ¿Juegas tu solo o invitas a tus amigos?- la pregunta por un momento le dejó pensando. ¿Sería correcto hablar sobre Shougo con ella?

-       …

-       ¿Tienes amigos?- inquirió la mujer. Obteniendo por respuesta que velozmente volteara a verla entre molesto, contento y confundido.

-       Sí.

-       ¿Y juegas con ellos?

-       Sí- volvió a responder velozmente.

-       ¿Y son de tu edad?

-       …Algunos sí…

-       …- calló la dama, parecía que el pequeño quería decir algo más.

-       Aunque Shougo no.

-       ¿Y qué edad tiene Shougo?- inquirió interesada su terapeuta.

-       No lo sé- Cierto, no sabía su edad. Su papá le había hecho esa pregunta cuando recién llegaron a esa casa y hasta la fecha no sabía la respuesta.

-       ¿En dónde juegas con él?

-       No le digas a mi mamá… -inició nervioso- Pero jugamos en mi casa.

-       ¿Y cómo le hace Shougo para ir a tu casa sin que tu mamá se dé cuenta?- trató de investigar más. Esperando no fuese algo peligroso.

-       Shougo vive ahí.

-       ¿Ahí vive?- se preguntó si sería un amigo imaginario o algo más.

-       Sí.

-       ¿Y tu mamá no sabe que ahí vive?

-       No, ella no puede verlo.

-       ¿No puede verlo?- le llamó aún más la atención- ¿Y le has hablado a tu mamá sobre Shougo?

-       No. Shougo dice que si mi mamá se da cuenta, uno de los dos tendría que irse lejos.

-       ¿Uno de los dos? ¿A quienes te refieres con eso?- esa declaración había sido extraña.

-       A Shougo y a mí- aclaró el pequeño- Si mamá se entera, algo pasará. Aunque Shougo no dijo muy bien qué, pero no quiero dejarlo solo. Él ha estado solo por mucho tiempo- comentó algo afectado.

-       ¿Por qué había estado solo?- se interesó.

-       No lo sé, no me quiere decir.

-       Ok…- él niño pareció incómodo por un momento- ¿Y cada cuando lo ves?

-       Todos los días.

-       Y por ejemplo, ¿él está aquí ahora?- una pregunta importante.

-       No. Él nunca deja la casa.

-       ¿Por qué? ¿No le gusta acompañarte? ¿O no lo dejas?

-       No lo sé, aunque lo he invitado, él no quiere salir.

 

La sesión continuó. Cuando finalmente terminó, la señora le pidió aguardar afuera, mientras hablaba con su mamá. Se maldijo mentalmente. Lo que le había dicho la mujer era mentira, pese a que le prometió que no le diría sus cosas a su mamá, seguramente era mentira, puesto ahora charlaban probablemente de él y a sus espaldas. Se arrepintió de haberle contado tanto sobre Shougo.

Notas finales:

Gustó?


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