6.5
Luego de la visita con aquella “doctora” Shinya estaba evidentemente molesto, pero pronto se dio cuenta que tendría que ir a visitarla nuevamente. La segunda vez que la vio, expuso su desacuerdo sobre el hecho de que ella le dijera a su mamá las cosas que él le había confiado.
- No puedo hacer eso- dijo la mujer- No puedo decirle nada de lo que me digas, a menos que planees incendiar un banco por ejemplo- rió.
- ¿No?- quiso asegurarse.
- No. Pero sí puedo decirte a ti lo que hablé con tu mamá. ¿Te interesa saber?
- …-no emitió sonido, sin embargo, asintió con una mirada reticente.
- Ella está algo preocupada por ti, cree que hay algo que podría estarte molestando o que probablemente te sientes solo ya que...
- No me siento solo- rebatió la idea interrumpiéndola- Shougo está conmigo, así que ya no me siento solo.
- Pero antes te sentías solo ¿no?
- Sí, pero ya no. Mis papás no están mucho conmigo, pero desde que conocí a Shougo, no me hacen mucha falta- dijo sincero y moviendo los pies, comenzaba a inquietarse- ¿Ya me puedo ir?
- No, aun no- dijo la señora- ¿Qué tal si hablamos más de Shougo?
- ¿Para qué? Usted no lo conoce- dijo perspicaz, sorprendiendo a esa extraña doctora.
- Ciertamente que no- le dio la razón- Pero me gustaría conocerlo, aunque dijiste que nunca abandona la casa ¿verdad?
- …- Por algún motivo del cual no estaba seguro, no quiso responderle, sintió que si lo hacía, podía pasar algo malo.
- ¿Describirías a Shougo?
- Es blanco.
- ¿Blanco?
- Sí y muy delgado.
- ¿Y qué forma tiene?
- Esa es una pregunta muy tonta- señaló el pequeño- Obviamente de persona.
- Sí, lo siento, obviamente ¿verdad?
- Shinya ¿tú sabes distinguir entre algo real y algo imaginario?
- Ya no quiero hablar contigo- dijo de inmediato.
- ¿Por qué?
- …- no volvió a responderle nada el resto de la sesión.
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Algún tiempo después, Tomoyo decidió por recomendación de la terapeuta, comprarle una mascota y hacer que saliera más a menudo a jugar con otros niños, estaba algo inconforme con el hecho de que la mujer se negara a decirle lo que Shinya le había contado en consulta, pero también comprendió el motivo de por qué o lo hizo. Desde antes que había tratado que Shinya saliera con niños de su edad a jugar así que pensó que un perro sería lo más conveniente, pero de igual manera dejó que el pequeño eligiera, quizá querría un gato. Pero cuando le preguntó sobre alguna mascota que quisiera, Shinya eligió algo que en realidad no creía ella que fuera a ayudarle mucho, pero de igual manera se lo compró, había sido culpa suya el no haber sido más específica.
- ¿Y cómo vas a ponerle a tu pez, Shin?- inquirió la mujer.
- Le pondré “Shougo” – dijo simple, mientras pensaba en lo conveniente del nombre. Si le ponía así, podía hablar más libremente con Shougo y si su madre le preguntaba, podía decir que hablaba con el pez, era el plan perfecto.
Tan pronto llegaron, el pequeño preparó la pecera para que fuera habitable para su nueva mascota. De inmediato lo llevó a su habitación y Tomoyo le escuchó hablarle al pez. Tal vez se sentía más solo de lo que ella imaginaba. Comenzaba a considerar renunciar a su empleo.
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Tan pronto se encerró en su habitación, le sonrió a Shougo y le mostró su pez, el de ojos ámbar le observó interesado, había elegido un pez albino.
- Es blanco igual que tu- señaló lo evidente.
- ¿Cómo le pusiste?- inquirió con algo de curiosidad.
- Shougo- respondió.
- ¿Eh?- no estuvo seguro si le dijo que le puso “Shougo” al pez o si lo llamó por su nombre.
- Le puse como tú- respondió a la duda que evidentemente, se había apoderado de su rostro.
- ¿Por qué?- inquirió arqueando una ceja- ¿No hubiera sido mejor ponerle “Gin” o algo que se más para una mascota?
- Porque así puedo hablar contigo y mamá creerá que hablo con el pez.
- ¿No es eso triste para el pez?- se burló.
- Además quería algo que se quedara siempre en casa, así, si no estoy, tú no te sentirás solo.
No pudo evitar sorprenderse ante tal declaración. Estaba tan sorprendido que no respondió nada, a lo que el pequeño le llamó por su nombre, trayéndolo de vuelta de su estupefacción.
- Eso fue algo inteligente- le dijo mientras sonreía, eso había sido gracioso y tierno a la vez- ¿Por qué lo trajiste blanco?
- Así el pez no se sentirá solo, ya que sentirá que tiene un compañero.
- ¿Qué?- bufó.
- Es que había muchos peces de colores en todas las peceras, pero él era el único blanco. Creí que quizá otros peces podrían molestarlo y por eso lo tenían en una pecera aparte, así que creí que era bueno que viera que hay más seres vivos blancos- dijo con sinceridad, Makishima volvió a bufar, no pudiendo contener la risa.
- Es una gran hipótesis, pero esos peces son algo territoriales, no suelen llevarse bien con otros, por eso los ponen a parte.
- ¿Eh?- se sorprendió- ¿Traje a casa a un criminal?- inquirió inocente.
- No- le corrigió- Es de conocimiento común, así que no creo que tu pez sea un criminal- el pequeño suspiró de alivio ante tal afirmación.
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Las idas con la psicóloga no duraron mucho, ya que Shinya no hablaba en las sesiones ni jugaba. Solo se sentaba en un sofá y permanecía ahí hasta que terminara. Pronto, Tomoyo decidió dejar de llevarlo, ya que no era un servicio barato. Dejó que su hijo tuviera su pez y ese “amigo imaginario”. Sin embargo, eso aun la perturbaba y poco a poco fue algo cada vez más difícil de lidiar.