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Renacer: Porque vivirlo contigo vale la pena (Kaisoo) por Ranamai

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Notas del capitulo:

Hola!!!!

Ya regresé, espero sinceramente que el capitulo uno les haya gustado, vamos a ver que pasa en esta segunda parte <3

Capítulo 2


    Kyungsoo tomó unos cuántos víveres y los metió en un improvisado bolso con agua y otros artículos de primera necesidad. El desconocido estaba sentado en el granero y parecía que pronto se quedaría dormido. Kyungsoo se dio cuenta enseguida que debía ser alguno de los chicos de la ciudad refugiado de las protestas y de la terrible situación que se vivía en la época. Tuvo pena del pobre chico y estaba dispuesto a darle un poco de ayuda, pero de todas formas no lo conocía y tenía miedo que este se aprovechara, como hacían siempre la gente de la ciudad que terminaba en un pueblo como ese.
    -Te puedo dar techo y comida por un par de días, pero a partir de eso tendrás que marcharte o trabajar para ganártelo- le informa Kyungsoo y el muchacho alza la vista totalmente esperanzado.
    -G...gracias. Muchas, muchas gracias... Yo... quiere decir que si... trabajo aquí... ¿puedo quedarme?- pregunta casi desesperado, aunque con algo de duda.
    -Dudo que quieras quedarte. El trabajo de campo no es ningún chiste. ¿Escapaste de tu hogar? ¿La situación en la ciudad es tan terrible?- inquiere el dueño de casa y el refugiado asiente con la cabeza. Unas delatoras lágrimas aparecen en sus ojos, pero el las seca inmediatamente.
    -Los estudiantes de los colegios y de las universidades estatales fuimos sacados a golpes por los militares. Se supone que queríamos hacer una marcha pacífica, pero todo se volvió violento y tuvimos que huir, porque no estábamos armados. Hay otros grupos que si lo están, eso debo admitir.- El joven le cuenta que los medios de comunicación no informan ni la mitad de las barbaridades que el país está viviendo y que es realmente terrible como maltratan a las personas que menos oportunidades tienen de defenderse. -Quieren deshacerse de los estudiantes, porque somos los que más nos quejamos del régimen, especialmente los que estudiamos en universidades públicas. La corrupción llegó a límites intolerables. Nos persiguen, quieren matarnos. Algunos de mis amigos ya murieron en el camino, sinceramente no sé cómo fui capaz de llegar aquí con vida.
    -Entonces... lo que nos dicen en las noticas, es mentira- concluye Kyungsoo preocupado por la información que está recibiendo, mira con pesar al desesperado jovencito . El muchacho asiente con la cabeza. -¿Estás herido?- pregunta enseguida el anfitrión.

    El chico se saca la gruesa casaca de cuero que tenía puesta. Sus brazos son un poco musculosos. Por primera vez, Kyungsoo se detiene a mirarlo. Es alto, su piel no es muy blanca, sus labios son gruesos y sus ojos profundos y oscuros. Su rostro es perfectamente perfilado y a pesar de que está sucio y golpeado tiene que ser muy atractivo. Sus dientes forman una graciosa línea blanca y perfecta, pero la mueca de dolor arruina su bonito rostro.

    -¿Te duele mucho? Creo que traeré el botiquín.


Kyungsoo se apura para encontrar lo más pronto posible lo que está buscando, pero encuentra a su abuela en el camino. La historia y el mismo muchacho le habían hecho olvidarse de dónde estaba y la presencia de los demás. Conclusión: se había olvidado del mundo al estar con él.

    -¿Buscas algo?- pregunta su abuela al verlo correteando por ahí y por allá.
    -El botiquín de primeros auxilios- responde rápidamente sin abandonar su exploración.
    -¿Estás herido? ¿Alguien está herido?- interroga alarmada, ante la posibilidad.
    -Abuela. Tengo que contarte algo.


    El acogido intentaba mantener sus modales, pero evidentemente se moría de hambre y con un poco de tiempo olvidó hasta los cubiertos. Kyungsoo pensó que tal vez habían pasado muchos días desde que había comido con decencia.
Su abuela, por su lado, lo miraba con ternura, dolor y aflicción en los ojos. Kyungsoo la conocía, sabía que por su mente pasaban pensamientos de cómo se sentiría si su adorado nieto estuviera en una situación como esa, lejos de casa, hambriento, herido y perdido.

    -¿Cómo te llamas jovencito?- pregunta la señora, acercándole más pan y éste se lo agradeció con la mirada.

    Esa, era una pregunta inteligente digna de su abuela. En todo el tiempo que había pasado con el chico, ni siquiera se le había pasado por la cabeza preguntarle cómo se llamaba, de dónde venía, cuántos años tenía, etc.
    -Jongin, Kim Jongin. Tengo 16 años.- Responde evitando hablar con la boca llena.- Realmente no sé como agradecer lo que están haciendo por mí. Trabajaré muy duro porque estoy en deuda con ustedes.- Kyungsoo no salía de mi asombro. Era realmente joven. ¡Incluso más que él! La abuela lo miró de la misma forma en la que lo había mirado cuando me trajo aquí, cuando sus otros abuelos decidieron deshacerse de él.

    -Eres un joven fuerte y saludable. Después de escuchar tu historia puedo decir que te creo y que puedo confiar en que harás lo que prometes. Hablaré con mi marido para que te deje quedarte aquí. No va a ser fácil, el trabajo aquí es duro y sacrificado, pero estoy segura de que te dará una oportunidad. Eres alto, fuerte e inteligente, demuéstralo.


    El abuelo les escuchó a los tres mientras probaba una copa del vino de sus propias uvas. No les dirigía la mirada porque la tenía fija en el suelo mientras analizaba cada una de las palabras que salían de nuestras bocas. Jongin añadió que era perseguido y que si regresaba su único destino será la muerte. Su nombre estaba en las listas de estudiantes de las marchas pacíficas por las que había firmado. Los militares querían deshacerse de todos por alguna razón fuera de su entendimiento.

    -Un plato extra de comida no nos hará pobres y menos aún si entregarlo puede salvar una vida- comienza el abuelo- pero es bueno que sepas que debes trabajar por él y sentirte bien contigo mismo por ganártelo con tu propio esfuerzo. Te estoy abriendo las puertas de mi casa porque eres un joven evidentemente educado. Confiaremos en ti, recuérdalo y manténlo de esa manera. Hay mucho trabajo y par de manos extras no nos caerán nada mal.

    Jongin hizo una reverencia de noventa grados y agradeció con lágrimas en los ojos. Kyungsoo pudo sentir su temor y tuvo un escalofrío repentino. Su vida realmente estaba en riesgo, pudo haber muerto y no tenía a dónde ir. Su rostro mostraba agradecimiento sincero.


*   *   *



    La vida del campo no había sido hecha para Kim Jongin. Es muy probable que hubiera conseguido su musculatura en un gimnasio, porque al caer la noche apenas si podía moverse. Kyungsoo no podía evitar estar orgulloso de su invitado y sus reales esfuerzos en demostrar que merecía el techo y la comida que se ganaba cada día.
    Después de unos pocos días de usar la ropa del otro chico, que le quedaba pequeña a pesar de ser menor que él, el abuelo les regaló un poco de dinero para que pudiera comprarse algo se su talla. Jongin estaba increíblemente agradecido y lo demostró con su interminable esfuerzo.

    Esa tarde, cuando Jongin regresó con algunas prendas que le serían útiles, las guardó con esmero y orden en su improvisada habitación. El chico mayor se las arregló para que uno de los olvidados cuartos pareciera un lugar habitable para Jongin. Kyungsoo estaba acostado en el colchón donde dormía, porque todavía no habían acabado de construir su cama, cuando la abuela entró y pidió permiso para conversar con él.

    -Jongin. Estuve pensando en que, realmente soy muy feliz en tenerte aquí, pero no has dejado saber a tus padres o a tu familia que estás bien y que has logrado huir.
    -Yo realmente agradezco su preocupación, abuela- responde Jongin en tono dulce- pero es mejor para mi familia pensar que estoy muerto. De esa forma los dejarán en paz. Será muy conmovedor poder regresar cuando todo se haya calmado, pero por ahora dar a conocer mi nombre por ahí puede meter en problemas a todas las personas que me importan, incluyéndolos.
    -No te entregaremos jamás- asegura la abuela trastornada por la posibilidad de que Jongin piense que lo estaba echando.
    -Deberíamos llamarte de otra forma entonces- interviene el otro muchacho- como un apodo o un cambio de nombre para evitar meterte en problemas.
    -¿Entonces deberíamos rebautizarlo?- pregunta la abuela.
    -A mi me gusta Kai- opina Kyungsoo- Suena extranjero y  a la vez diferente, Kim Kai.
    -¿Kai? ¿Qué clase de nombre es ese Kyung?- reta el menor, pero Jongin sonríe entusiasmado.
    -Kai suena bien para mi.- A Kyungsoo no se le hizo difícil usar “Kai” para referirse a Jongin. A sus abuelos les tomó un poco de tiempo llamarlo así cuando se habían acostumbrado a Jonginnie o simplemente Nini, la abuela adoraba llamarlo así y no dejó de hacerlo, así que por fuerza de costumbre, hasta el mismo Jongin a veces se refería a sí mismo como “Nini”.
    

    El tiempo seguía pasando y Jongin se fue adaptando gradualmente hasta que todos en el pueblo lo conocían como otro nieto de los abuelos que había dejado  la ciudad para ir al campo. Que pensaran que Jongin era parte de la familia lo beneficiaba, porque nadie lo asociaría con un refugiado escondido de las amenazas de los militares.

    Pero Jongin fue el primero de muchos. En cuanto las cosas se volvieron insostenibles en la ciudad, muchos chicos llegaron al campo en busca de un lugar dónde esconderse de los ataques de los militares violentos. El pueblo no tuvo tanta invasión como otros, pero no fueron pocos los jóvenes desesperados que llegaron para salvar sus vidas. Mis abuelos brindaron ayuda a muchos, pero no podíamos recibirlos como lo habían hecho con Kai, con él las cosas habían sido diferentes.
    Igualmente, no todos los muchachos que llegaban tenían intenciones de ganarse techo y pan con el afán y los sacrificios que Kai hacía. Se levantaba temprano y trabajaba sin importar qué, siempre agradecido con quienes prácticamente habían salvado su vida. Muchos estaban de paso y sólo pedían un lugar donde quedarse o un pan para seguir su camino.

    -No quiero saber cómo estará la situación en la ciudad para que tantos jóvenes tengan que huir- comenta preocupada la abuela a la hora de la merienda- ¿Sufriste mucho ahí?- le pregunta a Kai, quien baja la mirada asintiendo con la cabeza. Eran recuerdos dolorosos que decidieron no sacar nunca más a la luz. Comieron en silencio por un largo rato, totalmente incómodos por como el ánimo de su invitado se ensombreció.

    -Eres parte de esta familia ahora y eso es lo que importa- concluyó el abuelo y una hermosa sonrisa iluminó a las tres personas que lo acompañaban.
    -Lo sé, abuelos- agradeció Kai.


    Los abuelos, con afán de hacer que Jongin se sienta más en casa y en familia, hizo que nos tomemos algunas fotografías para colgarlas por el lugar. Jongin incluso les regaló una foto de él de pequeño que había tenido en su billetera. Jamás pensaron que esos pequeños detalles salvarían la vida de Kai en un futuro.

Notas finales:

Opiniones?


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