Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Juguete por Chantaje por Abby-shan

[Reviews - 111]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

:D cumpli con lo prometido! ja! me siento toda una diva >:v 

bueno pos, dentro de un rato me voy a la casa de mi mejor amigo asi que no tengo mucho tiempo :3 espero disfruten el cap.

dejen sus comentarios que eso es lo que me inspira para escribir, eso es lo que me llena de amors y se que mi trabajo es de su agrado c':

---------------Narrado por Raúl-----------------

-Quédate justo aquí, en un momento regreso-, le ordene con voz grave.

Andrés solo se limitó a asentir levemente, con la cabeza gacha y sus manos entrelazadas entre sí haciendo garabatos indescifrables. Di media vuelta y me dispuse a salir del baño con paciencia, sin dejar la puerta asegurada tras de mí, él era libre de marcharse del lugar si así lo quisiera aunque dudaba mucho que se atreviera a salir medio desnudo con lo penoso que era.

¿Podía realmente una persona ser así de nerviosa e introvertida? Aquel chico rompía todos los parámetros que alguna vez pensé, era simplemente impresionante en cierta forma extraña esa actitud suya. Es decir, muchas chicas del instituto tenían esas características pero se les notaba a metros que solo era una farsa para atraer a sus ligues directo a su trampa.

No perdí tiempo caminando tranquilamente por los pasillos, arranque a correr tan rápido como pude hacia mi casillero que no quedaba muy lejos de donde estaba. Debía ser cuidadoso de no toparme con nadie mientras corría, las cosas no irían muy bien para mi si me encontraban nuevamente capando clases y ni me quería imaginar lo que le caería a Andrés si le pillaban …Otra vez le había hecho perder clases de a posta, seguramente ya estábamos a mitad de la quinta hora.

Al llegar a mi casillero me dispuse a abrir el cerrojo con rapidez, el estúpido otra vez se había quedado trabado. “23-06” repetía una y otra vez la combinación en ese maldito candado de mierda que no le daba la jodida gana de abrirse, si tenía que repetir esto tan solo una vez mas no me controlaría de moler el casillero a golpes.

-Bingo-, me dije a mi mismo en voz baja cuando el candado cedió ante mis insistentes intentos de abrirlo. Cuide de no hacer mucho ruido cuando ale de las pequeñas puerta azul que resguardaba mis pertenencias, las bisagras de esta ya estaban bastante oxidadas.

No tenía remedio, mi casillero era un total desastre a pesar de que cada mañana lo organizara adecuadamente antes de entrar a clase, quería evitarme estar buscando como loco cualquier cosa que necesitara .En medio de todos los artículos deportivos y libros de estudio se encontraban dos prendas, una camisa manga larga que pertenecía al uniforme de Educación Física se asomaba entre tantas cosas despilfarradas, no dude en tomarla y salir nuevamente corriendo en dirección a los baños.

Llegue hasta allí sin ser visto por alguien, bueno, al menos eso quiero creer pues no me había parado nadie hasta ahora y espero eso siga de esa forma. Por alguna razón que no me podía explicar ahora estaba dudando de entrar o no, me sentía incómodo y nervioso ¿De verdad este soy yo? ¿Desde cuándo tenia este tipo de actitud ante él?

Trague saliva, trate de acomodar mi presencia sin dejar rastro alguno de duda y entre. No tuve que buscar con mi mirada mucho tiempo a aquel chico, Andrés estaba en el mismo lugar que lo había dejado, solo cambiaba el hecho de que estuviera sentado con sus piernas cruzadas. Parecía estar concentrado en tatar de reparar sus lentes vanamente, ni siquiera se percató de mi cercanía.

Aquellos ante ojos que tenía ya estaban dañados desde antes pero estaban intactos hasta ayer por lo último que supe al marcharme de su casa. Algo le había ocurrido en el trascurso de esta mañana o tal vez la tarde de ayer, ya tenía una idea de lo que le pudo haber pasado.

-Andrés-, le llame y él se sobresaltó al escuchar mi voz, dejando caer otra vez sus lentes. Dirigió su mirada interrogativa hacia mí que luego paso a asustada-, Están rotos ¿Verdad?-, me acerque aún más a él, agachándome a su altura sin pedir que se pusiera en pie aun-, ¿Quién lo hizo?

-¿Qué?-, pregunto levantando su mirada. Por atracción estire mi mano hasta tocar una parte de su piel expuesta, estaba completamente fría. Debía darme prisa y abrigarle.

-Te he preguntado algo, respóndeme-, demande pero esta vez con una voz mucho más calmada a la que solía usar con el-, ¿Quién lo hizo? A mí no me vengas con excusas como “Se me cayeron” si me dices algo así, no te creeré Andrés-, y era cierto, yo sabía bien cuan acosado llegaba a ser este chico como para no sospechar de algo así.

Él se encogió de hombros, su flequillo tapaba  parte sus ojos y yo me pregunte si podría ver bien. El silencio reino el lapso de tiempo que el demoro en volver a tomar una bocanada de aire y contestar.

Levanto la cabeza.

-Yo…-, trato de aclararse la garganta, soltó una tos seca pero desgarradora-, ¿Recuerdas al chico que me amenazo por unos apuntes?-, yo asentí sin dejar de mirarlo-, Pues hoy no cumplí con eso que él me había pedido para hoy y pues… Esto fue lo que resulto-, me dijo, apuntando los lentes-, No sé qué hacer…

-¿Por qué?

-No puedo comprar otros, no me gusta pedirle nada a mis padres… Si tan solo no me hubiera topado con el hoy, maldita sea-, esa era la primera vez que le escuchaba maldecir, no pensaba que fuerza capaz.

-Me encargare de él  más tarde-, exclame finalmente, apoyándome en mis rodillas para levantarme del suelo, poniéndome de pie sobre las baldosas del baño. Si, tenía aún muy en claro quien había sido ese chico del que me hablaba, por coincidencias de las vida él y yo estábamos chocando últimamente.

-N-no es necesario… Está bien, es normal-, eso ultimo lo dijo en susurro, como si no quisiera que yo escuchara.

Fruncí el ceño, sus palabras no me calzaban.

¿Por qué no era necesario?

¿Por qué estaba bien?

¿Por qué era normal?

¿Por qué no hacía nada?                         

¿Era tan fácil resignarse así nada más?

-Ven, necesito que te pongas esto-, le ofrecí una mano para ayudarlo a ponerse de pie, el acepto un poco tímido. Tome su mano, halándolo hacia mí con más fuerza de la necesaria  y debido a eso perdió el equilibrio, amortiguándose contra mi pecho-, Ah, eres un desastre-, le dije, conteniendo mis ganas de estrecharlo o tocar nuevamente su piel.

-Lo sé.

-Si lo sabes, debes hacer algo para remediarlo-, creo que ya había usado las mismas palabras con el antes. Nos separamos lentamente, mirándonos fijamente a los ojos por un largo rato. Fruncí  y sacudí mi cabeza levemente-, Ponte esto ahora-, y allí estaba de nuevo yo, haciéndome el imponente.

Eso parecía un juego. Un juego en el que participaba desde hace mucho tiempo, jamás me permití una ser relajado en las cosas.

-Bien-, me dijo cogiendo la prenda con cuidado, así como lo hacía mi abuela cuando planchaba la ropa. Parpadee dos veces de seguidas, sin quererlo contemplar mientras se colocaba la camisa manga larga de mi uniforme de Educación Física  ¿Estoy mal de la cabeza por creer que se veía terriblemente sexy?-, Gracias-, murmuro.

-Te queda grande, al igual que mi chaqueta-,  sonreí, recordando esa vez bajo la lluvia, aun. Él también sonrió a medias, de esas estúpidas sonrisas que me robaban una mirada de reojo-, Oye… ¿Comes adecuadamente?-, no pude evitar preguntarle al ver su torso. Andrés simplemente parecía extrañado y divertido a la vez por mi pregunta anterior-, Es enserio.

-Sí, lo hago-, le restó importancia al tema mientras se acomodaba mejor la prenda para que por lo menos disimulara un poco lo grande que le quedaba, cosa bastante difícil ya que le borde le quedaba casi a la mitad de sus muslos. Yo no le creí ni una palabra de lo que dijo, su cuerpo no lo evidenciaba en nada.

No era idiota.

-Bien, entonces vámonos o perderemos la siguiente hora-, me rasque la cabeza, algo incómodo por hacerle perder clases. No era de esperarse que mi ausencia se justificara, después de todo yo era capitán del equipo representativo del instituto, varias veces usaba los entrenamientos como excusa de mi inasistencia en clases pero Andrés no tenía excusas y seguramente ya se había ganado uno que otro regaño por mi causa-, ¿Qué te toca a ti?-, le pregunte y me agache nuevamente para recoger sus lentes, no se había molestado en levantarlos.

-Artística… -, espeto con sequedad, como si las palabras no quisieran salir de su boca-, No me apetece asistir a esa clase-, confeso finalmente, lo cual me quito de encima el sentimiento de culpabilidad que antes me embargaba.

-No es que me disguste la clase… Es por otra cosa.

-Entonces vámonos, luego mandare a alguien que recoja tus cosas y las mías-, agarre su muñeca, con menos brusquedad que las veces anteriores y empecé a avanzar con él a cuestas.

-¿A-a dónde?

-Recuerdas el trato ¿No? Pórtate bien y solo calla-, con mi mano libre gire la perilla de la puerta para hacer que esta se abriera de par en par y nos permitiera abandonar ese lugar, no me moleste en volver a dejarla como estaba. Mire disimuladamente a los lados, asegurándome de no encontrarme sorpresas -, Pero antes de eso ven-, lo acerque más a mí, fijando mi atención en su labio herido-, Déjame ver eso-, me desocupe de ambas manos para alzarlas hasta tocar su labio inferior, este había empezado a temblar un poco por lo nervios que seguramente estaba sufriendo.

Andrés se sonrojo violentamente, aparto mi mano de su labio con un manotazo desesperado. Fruncí el ceño ante su acción, el simplemente trato de parecer calmado.

-No es nada, déjalo-, se apresuró a decir mientras daba unos cuantos pasos hacia atrás con cautela, tratando de alejarse de mi un poco. Ahora si estaba muy en claro que me tenía miedo ¿Cómo no hacerlo después de lo que le había acabado de hacer hace apenas unos momentos? No solo él, cualquier  persona lo haría en estas circunstancias.

Camine hacia adelante los pasos que él había retrocedido, advirtiéndole con la mirada que no se alejara aún más por su propio bien-Sí, eso que tienes ahí si es algo-, alargue nuevamente mi mano hasta tocar su labio-, Esta hinchado.

-En serio, ni siquiera me due…¡Auch!-, exclamo serrando los ojos cuando yo apreté un poco la zona afectada.

-La miel de rosas te vendría bien.

-¿Qué es eso?

-¿No sabes? Es un remedio para ese tipo se heridas, luego te lo mostrare.

---------------Narrado en tercera persona--------------

Había discutido con su madre la noche anterior, se sentía ido y no sabía porque, se suponía que esa mujer era ajena a él en todos los sentidos ¿Entonces porque se sentía  así de mal por sus palabras? Daniela Díaz era una persona que no le importaba sacrificar lo que fuera con tal de conseguir su objetivo, “El fin justifica los medios” le había dicho una vez cuando aún tenía nueve años de edad.  Ella le dejo en claro esa noche que, definitivamente y sin mirar hacia atrás, tenía que marcharse de ese lugar cueste lo que cueste.

Sin mirar, sin pensar, sin retenerse en el pasado. Quería huir de su casa, quería escapar y no volver si no era necesario. Hasta el momento, esa era la única meta que tenía, su único propósito que le quedaba.

No había tenido nada de suerte al encontrarse con ------, no había tenido  tiempo de hacer las labores que le había pedido el contrario para eso día por lo tanto el chico le agredió y en eso sus lentes habían pagado el precio. “Estoy jodido” pensó para sus adentros mientras trataba de arreglarlos vanamente con cinta adhesiva, bueno, al menos unir un poco el puente del marco.

-¿Puedo preguntar a donde nos dirigimos?-, siseo en voz baja, temía a que alguien los viera capando clases y su inasistencia perfecta quedara arruinada. Tan solo se limitaba a seguir con dificultad las grandes zancadas de Raúl, el chico caminaba demasiado rápido.

-Ya lo estás haciendo si no te has dado cuenta-, respondió vagamente el mayor-, Solo sígueme y luego te lo diré-, y así fue como hizo Andrés, solo lo siguió sin decir ni una palabra de más hacia el contrario.

-Dame tu mano-, le dijo para luego parar su caminata repentinamente, Andrés choco contra su espalda por andar en otro mundo. El miedo aún seguía abriéndose paso dentro de él, no podía evitarlo después de lo que había pasado en los baños del instituto pero, a decir verdad, no era la primera vez que lo intimidaban de esa forma… Hace algunos años fue exactamente lo mismo.

-¿Por qué?-, pregunto al tiempo que sobaba su frente y nariz aporreadas en el impacto contra la espalda del capitán. Raúl volteo para verlo de frente, enfadado por los descuidos de Andrés.

-Hace ya un rato que te estas tropezando con todo-, se froto la frente con sus manos-, Si te caes harás ruido-, se excusó-, eso es lo que menos nos favorece en estos momentos-, tomo la mano del menor sin obedecer sus objeciones ante eso, poco después se fue calmando y solo se dejó llevar… Con su rostro rojo como el de un tomate maduro.

Andrés sabía muy bien que sus “Casi” tropezones era causa de su falta de cuidado, realmente él podía vivir un par de días sin sus lentes ya que no estaba tan mal como para no poder ni caminar sin ellos, tan solo se le hacían borrosas algunas cosas a lo lejos pero nada más, sus anteojos cumplían como principal función esconderlo. No se sentía seguro estando sin ellos y era igual con su ropa ancha, no se sentía estable o a gusto sin ella, se había convertido en un mal vicio (Uno de los tantos).

Una persona iba saliendo de la sala del consejo estudiantil hecho una furia, los incompetentes de sus compañeros volvían todo un desmadre con tan solo cinco minutos de su ausencia.

Camino por el pasillo y pudo divisar a dos figuras masculinas caminando con rapidez, entrecerró los ojos con extrañeza al ver dos estudiantes fuera de sus aulas cuando aún estaban dictando clases.

Un momento… Esos dos chicos eran nada más y nada menos que los culpables de su pésimo humor. Su pecho se estrujo con fuerza al ver como se tomaban de la mano entrelazando sus dedos en el proceso, su mirada se encontró con la de  Raúl quien se  quedó mirándolo de reojo como si le estuviera advirtiendo quedarse lejos de la escena  y eso era lo que aria, él no era un soplón ni mucho menos… Luego vería como desquitarse.

Vio como la pareja se alejaba por los pasillos, no pudo evitar clavar su vista en el más bajo de los dos… Alejándose cada vez más y más de él, mierda, no quería eso ¡No lo soportaba! Pero se negaba rotundamente a aceptarlo, se negaba rotundamente a extrañar su cuerpo… Su aroma, su esencia, su sonrisa… Todo él.

Oh maldita sea ¿Cómo mierdas había jodido tanto la situación? Raúl tenía razón, la había cagado hasta él lo más profundo que se le permitió. David pudo arreglarlo en su momento, debió hacerlo pero en cambio decidió portarse como un obstinado.

 

-----------------0---------------

-¿Una m-moto?

-Si, a menos que veas otra cosa por la falta de tus lentes-, ironizo Raúl y quito la correa protectora que unía la llanta delantera de su moto con uno de los postes, esta evitaba que su preciado vehículo fuera raptada por algún ladrón o uno que otro bromista que no sabía a qué se atenía -, Estaba aquí parqueada desde hace dos días y medio-, paso un pie por el vehículo para montarlo, tal vez estaba un poco empolvada por la semana en la cual no la limpio, luego se encargaría de asearla correctamente. Dejo la moto en ese lugar en caso de emergencias (Si le tocaba salir a hacer algún encargo del equipo o cosas por el estilo) además de que en su actual vivienda no había espacio suficiente para esta, era una casa carente de estacionamiento en el patio delantero (Además su madre decía que el humo que desprendía la motocicleta era malo para sus plantas).

Busco las llaves en los bolsillos de su chaqueta, aunque no las usara siempre las llevaba consigo. Cuando encontró el objeto metálico que buscaba lo saco para luego incrustarlas y prender la máquina.

-Guau… ¿Te dejan guardarla aquí?-, pregunto aun con curiosidad, al capitán le divirtió verlo en ese estado, parecía estar un poco más relajado que hace un momento. Prendió el motor y el vehículo comenzó a soltar ruidos a la espera de que usara el acelerador.

-Tengo privilegios como capitán ¿Sabias?-, le dijo dirigiéndole un guiño. Se había ganado ese puesto por sus propios méritos en el equipo de básquet, el entrenador le había dicho que podía parquear allí para no tener que pagar un estacionamiento por aparte. Cuando Raúl vivía con su abuela se iba al instituto en moto ya que su antigua casa quedaba bastante alejada, ya no la necesitaba tanto ahora que vivía apenas a unas cuadras de la institución.

-De eso si estaba enterado pero…No sabía que el estacionamiento era uno de ellos-, dijo, intentando controlar el nerviosismo que traía desde que salieron del instituto, habían caminado hacia el estacionamiento del mismo en donde solo se aparcaban los carros  motos de los docentes.

-Pues ahora lo sabes,  súbete-, le ordeno.

Andrés perdió color poco a poco hasta quedar similar a un papel, sin dejar de mirar a Raúl ni un solo segundo, tratando de analizar las palabras dichas por este ¿Esperaba que se subiera? Oh no, claro que no, él tenía una muy larga lista de cosas a las cuales temía y Raúl montado en una moto demandándole que se subiera era una de ellas. La velocidad no era lo suyo.

-¿Perdón?

-A dónde vamos no es precisamente cerca, no creo que te agrade la idea de caminar hasta allá-, Andrés negó, aun extrañado-, Entonces súbete que no tenemos mucho tiempo antes de que los guardas salgan, ya casi son las cinco de la tarde y no traigo conmigo los cascos.

-¿Traes los papeles de la moto?-, pregunto aun inseguro, calculando cada índice de riesgo que representaba el vehículo frente a él. Halando levemente de la prenda que le había prestado el contrario.

-Sí, pero sin los cascos y por ser menores de edad nos pueden montar perorata-, exclamo serio-, Realmente es una mierda quedarse en una estación de policía solo por eso, ya me ha pasado una vez y no pienso repetirlo nunca en mi vida-, resoplo, irritado aun con los malditos guardas de transito que lo habían parado aquellas vez, esos estúpidos le habían hecho perder todo un día por la simple infracción de no traer consigo un puñetero casco ¡Ni siquiera iba rápido!-, No me hagas perder la paciencia y sube de una vez, Andrés.

El aludido negó con la cabeza un par de veces. Eso no era bueno, Raúl con la paciencia al tope no era bueno.

Raúl montado en una motocicleta tampoco era algo bueno.

Nada relacionado con el parecía ser bueno a primera vista… Entonces ¿Por qué no creía que aquel sujeto fuera una mala persona? Tal vez se le pasó por la cabeza en más de una vez pero la tarde que Raúl paso junto a él riendo y jugando con su mascota habían desmentido el noventa por ciento de esa teoría.

“Malo no, quizá solo quiere aparentarlo” pensaba en su interior, sin siquiera tener dudas de ello. Porque si, él había conocido personas malas en su vida, sabia reconocerlas.

El contrario solo trago saliva, preparándose mentalmente para subir por primera vez a esa clase de vehículo, había leído una vez en un artículo que los accidentes de tránsito eran protagonizados principalmente por motocicletas… Oh mierda de la mierda ¿De verdad tendría que hacerlo? No quería eso por nada del mundo.

-Bien-, hizo lo que el mayor demando y se subió, aun así guardando la distancia entre ellos. Agarrándose de los cojines de cuero negro.

-Te aconsejo que te cojas bien si no quieres caerte y terminar con las tripas regadas sobre toda la carretera-, bufo Raúl sonriendo de lado, su comentario iba con la total intención de asustar al menor -, Tranquilo, te presto mi cintura para que te agarres ¡Qué dirían de mi si dejo que un chico se mate en mi propia motocicleta! Como miembro ejemplar del instituto no puedo permitirlo-, y eso fue suficiente como para dejar de respirar por un momento debido al fuerte agarre del menor.

-…Dios…

La moto soltó un rugido potente para luego arrancar como alma que lleva el diablo, totalmente emputada. Raúl estaba ya bastante acostumbrado a ese tipo de andadas, incluso había participado un par de veces en corridas ilegales con sus compañeros de curso por simples apuestas en la cuales siempre salió vencedor. Siempre salía vencedor en cualquier cosa que se proponía.

El agarre del menor no se había aflojado ni un poco desde que arrancaron, ya iban varios metros desde entonces y el no mostraba señales de querer soltarse. Tenía su cara totalmente enterrada en la ancha espalda de Raúl. Solo se concentraba en no deshacer su agarre que lo mantenía a salvo de una muerte segura, al menos eso quería creer.

-¿Cómo vas ahí atrás?-, pregunto divertido cuando pararon en un semáforo que se les había cruzado en el camino, este indicaba aun el color rojo. Tenían tiempo de charlas unos cinco o cuatro minutos aproximadamente-, Si no te has dado cuenta ya paramos, estamos e rojo-, exclamo mirando la tenue luz roja que proporcionaba el semáforo, ya estaba bastante gastada y vieja pues a ratos titilaba haciendo ademanes de apagarse definitivamente.

-Por favor… Bájale un poco a la velocidad Raúl, te lo suplico-, dijo tratando de que su voz saliera de forma adecuada, evitando tartamudear o inclusive decir idioteces a causa del pánico.

-¿Tienes miedo de la velocidad acaso? Andrés, no seas quejicas ¡Es solo un poco de vértigo!

Suspiro con pesadez, separándose un poco de la espalda ajena, solo un poco -No, tengo miedo a caerme de aquí y quedar regado en toda la autopista principal como lo muestran en los periódicos-, tal vez lo último fue un pensamiento que se le había cruzado por la mente, un pensamiento que se le escapo y termino conformando una frase coherente.

-Por favor-, no pudo contener la pequeña carcajada que se le escapo repentinamente por el comentario de Andrés-, Solo dije eso para asustarte un poco ¿Te lo creíste de verdad?-, a respuesta de su pregunta sintió como el contrario asentía levemente con la cabeza sin usar palabas-, Vamos. No seas idiota, yo se maniobrar esta belleza muy bien-, dijo alagándose a sí mismo divertido-, La manejo desde hace años, es prácticamente imposible que nos caigamos-, aseguro, dándole énfasis a las últimas palabras.

-Eso dicen todos y luego los ves seis metros bajo tierra, nadie es la excepción para un accidente -, esas palabras le hicieron recordar cosas que era preferible para su mente olvidar, por su propio bien era mejor seguir con su altanería. Sabía que eso era totalmente cierto.

-Deja esos pensamientos a un lado Andrés-, volteo por encima de su hombro para poder verlo, en ese mismo momento el nombrado levando la cabeza-, Yo nunca te dejaría caer-, sus miradas se encontraron, una mini fracción de segundo se perdió en el vacío gracias a ello.

-¿Lo dices enserio?

-Lo digo completamente enserio-, y con eso concluyo la conversación, el semáforo cambio del color a un verde intenso para dar la señal que todos los que estaban allí esperaban, entre pitidos e insultos por parte de los demás conductores que se estaban impacientando unos con otros por no dejar el paso libre.

Raúl arranco su motocicleta al mismo tiempo que los demás, esta vez a una velocidad considerablemente menor a la que venía manejando, no quería que Andy se sintiera asustado por la rapidez que usaba. Se maldijo mentalmente por olvidar los cascos de seguridad en su casa, ahora era el mismísimo Raúl quien temía a que algo le pasara al menor.

-------------Narrado por Andy-----------------

No conocía esa parte de la ciudad muy bien, pase dos o tres veces por estos lares pero nada más, era un lugar desconocido por aquí. Quise no aparentar lo desconocido que me parecía pero al parecer Raúl se dio cuenta, me dijo vagamente en donde era que nos encontrábamos en el momento. Las tiendas de ropa y artículos para el hogar abundaban, no eran negocios elegantes ni tampoco muy grandes. Aun me preguntaba que hacíamos en este lugar ¿Qué se supone que tramara Raúl? Tan solo no podía darme una idea clara.

-La óptica queda por aquí-, afirmo par sí mismo, como si estuviera acordándose de la dirección. Yo ladee la cabeza, confuso por su decisión, preguntándome porque nos dirigíamos a ese lugar de todos los otros-, Vamos-, me dijo agarrando mi mano con firmeza, entrelazando sus dedos con los míos, el calor que me proyectaba me hizo estremecer. Era como si una corriente eléctrica subiera desde mis pies a mi cabeza, marcando su paso con un leve cosquilleo.

No hice nada ante ello, solo respire hondo dejándome llevar a través de todas aquellas personas que transitaban las calles a esa hora. A pesar de estar cogidos de la mano de una manera comprometedora, a pesar de ser dos hombres de pies a cabeza a Raúl no parecía importarle atraer una que otra mirada acusadora hacia nosotros.

-Solo ignóralos-, le escuche decir en tono firme y decidido, su tono de voz siempre era así-, Sus miradas te perjudicaran si les dan la atención que buscan-, por alguna razón sus palabras solo me pusieron más incómodo. Era como si el tratara de ayudarme.

Trate de disimular lo mejor que pude la vergüenza que me tomaba prisionero. Sentí como la gente que transitaban las calles nos codeaban y empujaban sin ningún cuidado, nadie se detenía solo por casi hacer caer a otras personas… Aunque siendo francos, nada de eso fue de relevancia para mí después de sentir como intensificaba el agarre.

Una y otra vez me preguntaba internamente: ¿Por qué él hace esto? ¿Acaso está jugando conmigo más de lo debido? La idea no me agradaba, no podía digerirla completamente como lo hice con David. Ya no quería hacerlo nunca más, por fin puedo decir con seguridad que había tenido suficiente.

Quería dejarlo todo.

Cruzamos un par de avenidas caminando con tranquilidad (O al menos eso era lo que yo aparentaba y lo que podía ver en él ciertamente), Raúl esperaba con una paciencia armoniosa a que el semáforo cambiara a rojo para poder pasar. Lo mire de reojo, parecía estar tranquilo a comparación de la mayoría de veces que pasaba conmigo. En un momento de silencio me dijo a donde nos dirigíamos, ahora especificando con más claridad la calle y la dirección.

-Raúl…-, le llame, atrayendo su atención de inmediato, paro la caminata aunque ya estuviéramos a unos cuantos pasos de llegar al lugar. Volteo a verme, con una ceja levantada en son de interrogación por escuchar repentinamente su nombre. Bien, esto había sido una mala idea.

-Dime

La pregunta ya se estaba haciendo un peso incómodo aunque mis labios no querían moverse y mi garganta se negaba a dejarla escapar. Tuve que forzar en gran parte mis palabras.

-Este, yo me preguntaba por…Las manos… ¿Por qué?

-No quiero que te pierdas aquí, este es un espacio demasiado grade además de estar siempre muy poblado. Ni se te ocurra separarte de mí ¿Oíste? Seria problemático buscarte en medio de todos.

-S-si-, y eso fue lo único que pude decir antes de retomar un par de pasos antes de llegar a lugar. Ahora si deshizo el agarre que tenía a mi mano derecha, sentí una especie de vacío en mí. Ocupo sus dos manos en empujar las grandes puertas de vidrio que eran la entrada al lugar. Fue entonces cuando me dejo entrar primero, enviándome una mirada para que entendiera el mensaje, como si yo fuera una especie de dama y no un maldito volteado.

Lo primero que vi fue a un hombre rubio que, con bastante enojo, estaba maldiciendo a su ordenador a diestra y siniestra. Para ser quien atienda en una óptica no traía lentes. No parecía ser mayor de treinta años, incluso le podía poner unos veinte y tantos. El hombre rubio no pareció darse cuenta de nuestra presencia hasta que Raúl soltó una tos fingida, casi molesta.

-Jack, por Dios ¿No vas a atender a la clientela?

Dirigió sus ojos verdes hacia nosotros y su semblante cambio a uno mucho más animado, despojando de si cualquier rastro de enojo-¡Raúl!-, soltó con alegría mientras se dirigía hacia nosotros-, ¿Qué te trae por aquí muchacho?

-Este mocoso-, dijo, señalándome con el pulgar. Yo me sentí pequeño por la situación, tan pero tan pequeño que podía ser aplastado por la suela de un zapato -, Sus lentes se rompieron-, Cabe decir que también me sentí un idiota por no darme cuenta antes del motivo por el cual nos encontrábamos aquí.

Abrí la boca para refutar, para decir algo al respecto, Raúl sabía que yo no cargaba dinero para pagarle. Solo recibí una mirada severa de su parte que se encargó de serrarme la boca por completo. Jack (Supongo que así se llamaba) solo se nos acercó sonriente.

-Ya veo ¿Los trajeron? Necesito verlos.

-Si-, contesto Raúl, sacando mis lentes rotos de un bolsillo de su sudadera. Yo había dado por sentado la perdida de mis lentes después de haberlos dejado en el piso del baño, suponía que Raúl los tiraría en algún lado luego de recogerlos-, Ten-, fue lo único que dijo antes de pasárselos, Jack hizo una mueca al verlos.

-Bueno, están hechos toda una melodía ¿Qué les paso?

Esta vez se estaba dirigiendo a mí-, Es… Una larga historia.

-Veré si tenemos ese tipo de lentes.

Empezaron a hablar animadamente mientras yo echaba una ojeada a algunos marcos, Jack me dijo que escogiera el que quisiera, yo estaba que me moría de la vergüenza al escucharlo decir que no me preocupara por el precio. Me había insistido tanto que yo no me vi en condiciones para rechazarlo.

Después de un largo rato abandonamos el lugar, había conseguido nuevos lentes aunque no los hubiera pedido. Jack era una persona amable, sentí que me iba a morir cuando Raúl saco el dinero para pagarlos, aunque él dijo que no era necesario y prácticamente nos echó del lugar para que no insistiéramos más.

El cielo se había teñido de rosado combinado con naranja, de nuevo nos encontrábamos transitando las calles que ahora ya no eraban tan obladas como hacia unas horas. Mire para todos lados, buscando en que mantener mi atención además del chico que caminaba con las manos en los bolsillos delante de mí.

Me cubrí la boca antes de bostezar, no por cansancio sino por el hambre que iba incrementando de a poco, desde la mañana no había ingerido ningún alimento. Tenía la costumbre de pasar por alto las comidas.

-¿Tienes hambre?

-Un poco-, exclame dándole poca importancia, fue entonces cuando mi estómago pareció enfurecerse conmigo, soltó un fuerte y alarmante rugido que hasta Raúl pudo escuchar al parecer-, S-solo un poco-, trate de aclarar rápidamente, haciéndome el desentendido. Raúl me miro divertido, dejando escapar una pequeña carcajada. Sonreí sin darme cuenta.

Y es que era inevitable, me agradaba bastante cuando se reía de verdad.

Otra vez pude sentir como las mariposas revoloteaban sin piedad en mi interior. Me di una bofetada mental por no evitar comparar a Raúl con David, en cierto modo que aún no comprendía.

-Pues vamos a comprar algo de comer-, anoto, mirando hacia el cielo que se iba oscureciendo-, Aun tenemos tiempo antes de que nos caiga la noche, conozco un buen lugar-, y nuevamente agarro mi mano entrelazando los dedos, de una forma tan suave que aún era desconocida para mí.

Agradecí a los cielos que estuviera mirando para otro lado y no viera mi enorme sonrojo. Quise soltarme del agarre que teníamos o decir alguna cosa, recordando nuestra posición… La relación que llevábamos entre nosotros.

-¡No hace falta! Enserio, ya hiciste bastante por mí… Yo no tengo dinero para pagarte y n-no quiero que tu-, Sentí como una mano tapaba mi boca antes de terminar la frase.

-Vamos por algo de comer, debes tener mucha hambre desde que tu estomago está rugiendo así-, dijo, evadiendo por completo el comentario-, Luego hablaremos de ello si eso te calma un poco.

¿Por qué ahora me estaba tratando bien?

 

Notas finales:

:v las actus se demoraran por los menos dos semanas, tengo examenes finales y eso me carcome por completo el tiempo ya que yo soy de las persona que no tienen la historia escrita sino :'v voy escribiendo de a poco.

Despues del 17 de junio voy a publicar mucho mas de seguido, dos o tres dias :D ya que tengo vaca de mitad de año.

Espero que me entiendan chicos, tan pronto como pueda tendran su actu. Me disculpo enormemente con ustedes.

Bay ne~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).