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¿Y si volvemos atrás? (YoonMin) por Selenebts

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Y no sabía porqué razón había terminado de ese modo. No entendía cómo podía convertirme en el ser más cobarde e inútil. Porque definitivamente eso era.

 

Salir corriendo. Eso hice. Como un completo estúpido, salí corriendo, abandonando en aquel lugar al hombre que robó mi corazón tanto tiempo atrás, a quien esperé por años, a quien añoré como nunca añoré a nada ni a nadie en mi vida.

 

De quien recordaba besos, caricias, siendo sólo un encuentro el que nuestros cuerpos habían compartido. Algo sin sentido, algo totalmente patético para un hombre de mi edad, un hombre el cuál debería haber madurado.

 

¿Y ahora qué estaba haciendo? Pues como el jodido e infantil tipo que soy, estoy bajo las mantas que cubren mi cama escondiéndome de algo, sin saber qué es eso realmente.

 

Era todo un hombre, un médico respetado y sí, me había vuelto toda una colegiala al volver a verlo. Con su cabello corto, su cuerpo un poco más grande, su mirada serena.

 

¿Ese era el hombre que tanto amaba? Sí, era él y estaba allí. Esperándome.

 

Después de todo nunca le fue infiel a sus palabras y aunque hayan sido siete años los que pasaron desde su confesión, nunca pude olvidarlo ni reemplazarlo. Nunca podré hacerlo y él tampoco parece olvidarme.

 

Al verlo me sentí asustado. Jamás creí que volvería. Jamás.

 

Anhelaba verlo, pero nunca pensé que él...

 

El timbre del departamento resonó en la sala.

 

No. ¡No puede ser!

 

Abrí mis ojos rápidamente y en un arrebato corrí con fuerza todas las mantas que cubrían mi cuerpo.

 

No puede ser él. ¿Cómo sabría...? No podía saberlo. Era imposible y poco probable.

 

Mi corazón comenzó a latir con más fuerza que cuando lo vi hace unas horas en la azotea.

 

A cada paso que daba se acrecentaba más la expectativa, la ilusión y las ganas inmensas de ver su cabello -ahora color azabache- tras la gran puerta de madera, con su típica mueca indiferente en el rostro, que a mi presencia solía convertirse  en una tierna sonrisa, donde sus encías hacían acto de presencia.

 

¿Era él?

 

Quería que lo fuera y a la vez deseaba que no lo sea.

 

Mi respiración era irregular y mis manos temblaban.

 

¡Jimin!, ¡por favor!, tienes 25 años, ¡no puedes dejar que esta situación te domine!

 

Inhalé y exhalé luego de reprenderme. No podía seguir siendo un niño cuando de YoonGi se trataba.

 

Intenté calmarme y cogí el picaporte.

 

Sé fuerte. Me repetí internamente una y otra vez. No podía olvidar nada de lo que había sucedido, pero tampoco podía olvidar aquella confesión que sé que me hizo, pero de la que él no tiene idea que tengo conocimiento.

 

Giré la perilla con el sudor-tan común- haciéndose presente en mi palma.

 

Apreté mis labios y tensé mi cuerpo. No podía relajarme.

 

Lentamente corrí esa pesada madera para observar a quién con insistencia tocó no solo una ni dos sino tres veces el timbre.

 

Sus labios estaban separados. Fue ello lo primero que mis ojos escudriñaron, no podía dejar de asombrarme al ver como esas dos pieles rozadas se separaban para dejar libre el camino del aire.

 

Era perfecto  tanto así que me hacía temblar.

 

No podía concentrarme con él aquí. No podía.

 

—Jimin...—susurró y mis pupilas se elevaron a las suyas.

 

Te ves más maduro que lo que recordaba.

 

—YoonGi—apenas audible, pude pronunciar aquel nombre que me estaba vedado en la sociedad. A los demás no podía nombrarselo. Los había cansado, incluso cuando intentaba estar con alguien más lo único que salía de mis labios era su nombre.

 

Su sonrisa.

 

Eso hizo casi nublar a mis ojos.

 

Era hermoso. Como lo recordaba.

 

Su rostro estaba un poco distinto por el paso del tiempo, pero jamás lo confundiría con nadie. Lo amaba, aún lo hacía.

 

Y nadie jamás podría olvidar a su gran amor. Por más tiempo que pase, por más cambiado que esté, su esencia, sus ojos, su sonrisa, siempre serían los mismos y generarían la misma calidez en mí.

 

—¿Me invitas a pasar?—preguntó observando por sobre mi hombro para luego volver de lleno a mis ojos.

 

Me sobresalté por mi descortesía de la cual el asombro de su presencia era culpable y me moví a un lado para que sus piernas caminaran al interior del lugar.

 

Observé su espalda luego de cerrar la puerta.

 

Quería abrazarlo, moría por hacerlo; pero no debía. 

 

No puedo ser guiado por una pasión que aún llevo en mí y que quizás él la tenga como un lejano recuerdo.

 

Simplemente sostuve una de mis manos con la otra para impedir cualquier movimiento impropio.

 

No quería que se marchara y si detenerlo significaba jamás tocarlo ni abrazarlo, pues lo haría. Sólo verlo me hacía sentir bien.

 

Sí, en todos estos años jamás dejé de ser un simple masoquista. Reprimiendo mis deseos y condenándome por mis acciones. Buscando solo una pizca de afecto, entregando todo.

 

Este era Park Jimin.

 

¿Quizás por eso decidí salvar las vidas de las personas?

 

Quería entregar todo de mí para obtener a cambio sus sonrisas agradecidas, sus elogios cuando hacía bien mi trabajo, su confianza al contarme sus penas. Para curar daños. Para intentar curar el daño que yo había recibido y que era tan difícil de reparar.

 

"Llenar el vacío", esa era la frase.

 

Sus ojos se encontraron con los míos cuando tropecé y estúpidamente tembloroso me senté en el sillón que daba justo frente a él.

 

Su rostro se mostraba apacible.

 

—¿Esperaste mucho por mí?—Su voz sonó extraña y el solo metro de distancia que nos separaba me hacía sentir demasiado lejano a él.

 

Un nudo se formó rápidamente en mi garganta. No podía tragarlo ni enviarlo al diablo. Permanecía allí, queriéndome quebrar, queriendo que las lágrimas de agua salada escaparan y no pudieran parar.

 

"Ni te imaginas lo mucho que te esperé".

 

Eso quería soltar, pero no podía, nada salía. Era muy vulnerable a las palabras, más aún si estas tenían relación con mis sentimientos, con aquello que nadie sabía de mí. Todos creían que era un obsesivo e incluso hubo un tiempo en que les di la razón; pero muy en el fondo sabía que eso no era real y que mis sentimientos por él no eran ni obsesivos ni pasajeros. Eran lo más lindo que me había dado la vida, así como también, lo más difícil de manejar.

 

—Yo te extrañé, Jimin. Todos estos años no dejé de pensar en ti. Simplemente no pude, no lo logré y no lo quiero lograr. Te quiero a ti y sólo a ti, no hay nadie más en el mundo.

 

Otra vez.

 

El nudo apretando y mi sangre drenándose de mi cuerpo para luego volver a fluir con fuerza.

 

Ese típico revoltijo en el abdomen, que algunos llaman mariposas.

 

—¿Por qué corriste, en la azotea?

 

No podía responder a nada.

 

Estaba hipnotizado.

 

Llevé una de mis manos a mi mejilla y apreté mis dedos tirando la piel con fuerza.

 

Era real. Era jodidamente real, tanto lo que escuchaba como lo que veía.

 

—Y-Yo.

 

Observé mis manos -ahora- sobre mi regazo, esto se sentía extraño. Toda esta situación. Él aquí, confesando su amor y yo que había esperado años por esto y ahora me sentía confundido, no podía procesarlo.

 

—Y... Taey-.

 

Él me interrumpió.

 

—Nos separamos. Yo nunca la amé ni mucho menos. Solo estaba con ella por mi pequeña, ella me necesitaba y no pensaba dejarla con esa mujer.—Sus ojos se tornaron un tanto oscuro y noté que había tocado un tema que a él mucho no le agradaba. Pero quería saber, sentía que tenía el derecho de saber—. Ella es una niña muy linda, se llama Hye, tienes que conocerla. Seguro le agradarás.

 

—¿Y su madre?—indagué sin pensar en nada.

 

Luego me sentí entrometido, pero en definitiva realmente quería saber todo.

 

—Ella luego del divorcio se marchó y las cosas se pusieron difíciles, Hye era pequeña y no me querían dar la tenencia; pero... estudié, lo hice. Tuve que estudiar abogacía, la quería nuevamente conmigo a como dé lugar.

 

Mis ojos se abrieron como platos.

 

¿Abogado? ¿Él, era un abogado? ¿YoonGi?

 

—Y ahora ella podrá estar conmigo.—Sonrió haciendo desaparecer sus ojos—. Ven conmigo, Jimin.—Se levantó del sillón y caminó hasta donde me encontraba.

 

Se agachó para estar a mi altura y acarició mi mejilla.

 

—Suave, como lo recordaba.—Su piel y la mía generaban una extraña electricidad. Era esa conexión de la que me mofaba cuando le hablaba a Taehyung estando borracho, esa conexión que solo él y yo teníamos.

 

—Siento haberme perdido tanto tiempo.—Ya no iba a poder soportarlo—. Yo-o.

 

—Tú, siempre pensaste solo en ti, YoonGi.—Mis labios comenzaron a moverse sin que tuviera filtro.

 

—Lo sé—susurró, rendido, cansado.

 

—Y yo... Siempre pensé en ti. Siempre, todos estos putos años. Si no la querías, si te habías separado, si realmente me quieres como dices que lo haces ¿Por qué nunca llamaste? ¿Por qué nunca te comunicaste conmigo? ¿Sabes las noches enteras que lloré arrepintiéndome por haberte dejado ir así como así? ¿Sabes siquiera el dolor que siento? ¿Sabes-.—Mi voz se cortó completamente y no pude seguir.

 

Agaché mi cabeza y él rodeo mi cuerpo, llevando mi rostro a su cuello.

 

Hundiéndome en él y en su dulce aroma.

 

—Lo siento, Jiminnie...No podía hacerlo. Quería buscarte cuando realmente pudiera llevarte conmigo. Además, tengo una hija y tú... no sé si querrías a un soltero con una niña de siete años que ama usar sus pinturas en la cara de su padre.

 

Solté una pequeña risa ahogada imaginando el rostro de Yoongi completamente rayado con labial. Esa niña debía ser tan hermosa como él.

 

Me separé de él y éste limpió mis lágrimas.

 

—Te esperé. Mucho, realmente mucho.

 

—Lo sé.

 

Fue acercando lentamente su rostro al mío y la anticipación se hizo presente junto con las mariposas en mi abdomen.

 

"Escalofríos placenteros", así decidí llamarle a aquello que le ocasionaba solo YoonGi a mi cuerpo.

 

Rozó apenas nuestros labios y me dejé llevar.

 

Nunca me sentí tan lejos del suelo y de la tierra como con aquel beso. Eramos sólo labios y manos. Saliva y sudor.

 

Eramos uno.

 

Como hace tiempo y lo amaba.

 

Solo recordarlo me hacía sentir vivo y ahora revivirlo. Estaba vivo y lo hacía porque sabía que nada podía terminar tan mal.

 

Que podía llegar a haber un "nosotros" y que todas esas veces que creí que nada funcionaría, que me sentía un inútil para manejar mis sentimientos era solo con YoonGi, solo con él y solo para él.

 

Siempre pensé que el amor debía ser paz y tranquilidad, y ¡Vamos, que lo es! Pero no nos dejemos engañar, no solo se trata de paz y tranquilidad. El amor verdadero, la unión de almas, el sueño mutuo, la mezcla de colores; no solo trae la calma, también lleva consigo el caos, el nerviosismo, el actuar torpe de todo el organismo, la desestabilidad para la pronta estabilidad. El amor es eso, es locura y tranquilidad, el sol y la luna, el blanco y el negro. El amor es la unión de los dos extremos. No hay amor más sincero que aquel que se siente realmente, aquel que sale por los poros, aquel que no puede ser controlado. Aquel que para mí era la tormenta y luego la calma. Los nervios para la pronta calidez de sus brazos rodeándome.

 

Eso era YoonGi. Y por eso, sólo por ser ese gran amor que jamás olvidaré, decidí seguirlo.

 

Decidí seguir "sintiendo", seguir amando.

 

—No me dejes—murmuré entre besos.

 

—No lo haré, Jiminnie. 

 

Nos fundimos en nuestro amor.

 

Ese amor que creímos imposible se volvía alcanzable, probable y cercano, como sus labios y los míos en este momento. Tan cercano que no desearía soltarlo jamás en mi vida.

 

  —Te amo, Jiminnie. 

 

Lo besé con más ímpetu.

 

No te soltaré. No lo haré.

 

 

 

 

 

Ahora sí: FIN <3

Notas finales:

Gracias por leer hasta aquí!!!

Este sí es el cierre definitivo de la historia!

Gracias por todo!

Besitos! 

^^Selene


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