Se sentía extraño, he ahí nuevamente ese sentimiento que no sabía como definir. Él, era mi amigo, ¿cómo podía sentirme de este modo a su lado?, no había razón ni motivo o tal vez sí y simplemente no me permitía bajo ningún concepto aceptarlo.
—Acércate —murmuró y moví lentamente mi cabeza en su dirección.
Él tocó la piel de mi labio con un paño frío y me estremecí.
—Sé que duele...solo aguanta un poco —pidió y asentí.
Tomó mi mentón con su mano libre y me dediqué a observar su cuello y barbilla.
Parecía tan suave, ¿lo sería?, quería tocarlo, deseaba hacerlo; pero no debía, no era correcto.
Sus pupilas se fijaron en las mías, las suyas parecían brillar por la luz que proporcionaba el velador junto a la cama.
Se veía tan bien, tan...¡No!
Removí mis pensamientos y los alejé de un golpe.
No puedo dejar salir a flote cualquier cosa que termine por dañarme más de lo que ya estoy.
Sus ojos desaparecieron y noté que estaba dedicándome una pequeña sonrisa. Una cálida y amable sonrisa.
Quería perderme en ese gesto, deseaba que aquello sea lo último que mis ojos vieran, lo último y lo más bonito.
—¿En qué piensas? —indagó trayéndome nuevamente a la realidad.
—En nada...no puedo hacer nada, de todos modos.
Frunció el ceño y se alejó apoyando ambas manos en mis hombros.
—Sí puedes, denúncialos, vete de aquí —declaró.
—No puedo, no tengo donde irme.
—Me tienes a mí.
Mi corazón se estrujó.
No debe hablar en serio. No puede hacerme ilusionar con algo como esto, él simplemente no puede venir y hacerme esto.
—Somos amigos, ¿o no?
Una gran punzada atravesó mi pecho, tiene razón, eso somos: amigos ni más ni menos.
Me detuve en sus pupilas y me quedé ahí, estático, sin saber que más decir.
—¿Vienes conmigo? —preguntó.
—S-si.
¿Estaba seguro del paso que iba a dar?, no. Ni siquiera un poco, no lo estaba, pero no importaba, tenía que escapar y si YoonGi era la forma, pues iría con él.
Se separó de mí y se dirigió a la puerta para ponerle seguro.
—Escaparemos hoy, dime lo que quieras que ponga en la valija.
Intenté moverme y con la poca fuerza que tenía me acerqué hasta donde él estaba.
Rodeo mi cintura cuando notó que tambalee.
No hagas esto.
—¿Estás bien?
—Lo estoy —contesté rápidamente.
+++
Fue muy difícil pero logramos irnos de aquel lugar.
YoonGi se empecinaba en complacerme y a mí me hacía sentir raro, fuera de lugar; nadie había sido tan amable conmigo nunca.
Cogí la taza de café que me alcanzó.
—¿Por qué nunca hablaste de esto conmigo o con Taehyung?, sabes que somos tus amigos.
Otra vez esa palabra, ¿por qué sentía que aquella simple unión de letras era como un puñal en mi pecho?
—No podía, no...
Me interrumpió.
—Puedes, siempre podrás confiar en mí, Jiminnie.
Jiminnie...
Llevé la tibia taza a mis labios y sorbí un poco de café.
Era dulce. Como tú.
—Dormirás en la litera de abajo de la mía, si no te molesta.
—N-no. —Sacudí mi cabeza —. Por mí, está bien en cualquier lado, YoonGi.
Otra vez, mostrándome tan descaradamente tus encías al reír. No juegues con mi corazón, soy muy débil.
+++
Cubría mi cuerpo con las sábanas mientras oía los pequeños suspiros por parte de YoonGi. Era tan melódico y tan tranquilo.
La idea loca de escuchar esto por siempre hizo eco en mi cabeza.
Sonreí ante tal pensamiento, eso no era posible ni probable.
No podía estar pasándome. No podía estar sintiendo nada, simplemente nada.
+++
Pasé un día completo solo y hoy por fin iría al colegio, iríamos juntos.
—¿Estás listo? — preguntó desde el otro lado de la puerta del baño.
—¡Si! —contesté sobresaltándome.
Caminábamos sólo a unos pequeños pasos de distancia.
Él traía sus manos dentro de sus bolsillos, esta vez me di cuenta a tiempo de traer los guantes, no podía pasar frío, tampoco podía esperar que él me calentara las manos nuevamente.
Mis mejillas ardieron ante tal recuerdo.
¡¿Qué estoy pensando?!, debo haberme vuelto loco.
—¡Apura esas piernas o no llegaremos más, Jimin! —exclamó y sonreí mientras caminaba más rápido.
Llegamos al colegio y nos separamos para ir cada uno a un salón distinto.
Ingresé en mi salón y alguien se lanzó sobre mí.
—¡¿Qué sucedió?!, ¿cómo estás?, ¡YoonGi me dijo!
Taehyung y sus múltiples preguntas.
—Estoy bien. —Caminaba rumbo a mi silla mientras él me seguía el paso —. Ahora estoy parando en su casa.
—Eso suena muy... ¿Te gusta YoonGi?
¿Gustarme? ¿YoonGi?
—¡¿Q-q-qué d-d-dices?! —exclamé nervioso.
—No es normal esa actitud por parte de él con nadie. —Se sentó en la silla que se encontraba enfrentada a la mía y posó una de sus manos en su mentón para rascar pensativamente —. Sabes que YoonGi nunca es amable ni caritativo, generalmente ahuyenta a las personas con su fría expresión. —¿Ahuyentar?, él es amable, siempre lo es —. Si mi Hobi estuviera aquí él me diría si a YoonGi le gustas o no.
¿Gustarle?, yo no puedo gustarle, yo no le gusto a nadie y menos a otro hombre, a YoonGi.
—¿Donde está Hoseok? —indagué intentando evadir sus suposiciones absurdas.
—En su trabajo, seguramente, sabes que él es muy dedicado a su trabajo a medio tiempo, más ahora que piensa en alquilar un departamento conmigo.—Sus ojos brillaban de la emoción.
Parecía tan feliz ¿Algún día me veré del mismo modo al hablar de alguien?
+++
El día transcurrió con normalidad.
Llegaba la noche y con ella mis repentinos nervios.
Era viernes, por lo que mañana no había clases.
—¿Tú bebes, Jimin? —preguntó con una sonrisa en sus labios.
No bebo, pero por ti lo haré.
—Sí —contesté con una sonrisa forzada.
—Ten. —Lanzó una botella, al parecer, de cerveza.
Se sentó a mi lado y destapó ambas botellas.
—¡Brindemos!
Por tus bonitos ojos, ¡no!, ¡eso no!
Elevé la botella y golpeamos ambas.
Una tras otra y ya había perdido la cuenta de cuantas íbamos, así como también había perdido por completo mis reflejos.
—¿Sabes?, cuando te vi tan vulnerable me di cuenta de algo...
Comenzó a hablar y con ello mi corazón comenzó a palpitar más de prisa.
—Hay mucha gente como tú...gente en una mala situación que necesita ser rescatada...yo quiero ayudar a esas personas.
Un cachorro abandonado, ¿simplemente era eso para ti?
—YoonGi... —susurré sabiendo que lo que saldría de mi boca podría ser mi propia fosa.
—¿Sí?
—¿Qué piensas del amor entre dos hombres?
Lo solté y sentí que no quería saber la respuesta, que a mis oídos tal cosa no debía llegar de ningún modo.
Porque fue en ese preciso instante, en ese momento, en el que me di cuenta que yo siempre lo observé con otros ojos, que el sentimiento extraño no eran más que sentimientos de atracción y que el palpitar de mi corazón sólo se lo debía a su presencia.
Me reprendí una y otra vez luego de haber soltado cada una de aquellas palabras ¿Cómo lo enfrentaría? ¿Podría acaso decirle una pizca de lo mucho que me afecta su sonrisa?
—Creo...que está bien...mientras las dos personas se amen...
Se amen...¿yo, te amo?
—Tú, ¿amas a alguien? —pregunté.
No quería, simplemente no quería escuchar la respuesta.
—No lo hago...
Inhalé y exhalé.
—¿Amarías a un hombre?
Mi respiración se cortó y sentí como el tiempo se detenía.
Él observaba a la nada misma, yo clavaba mis pupilas en su sereno rostro.
¿Tú, podrías enamorarte de alguien como yo?
¿Podrías? ¿Serías capaz?
Sabía la respuesta, no era necesario siquiera que lo diga.
Mi corazón de todos modos, ya estaba completamente destruido.
El que se enamora pierde, el que siente afecto siempre termina por salir perdiendo.
—No, no me gustan los hombres, Jiminnie.
Lo sabía e igualmente enterré un puñal con mis propias manos en mi pecho.
¿Podía ser más iluso?, no lo creo.