Al amanecer Zero y Jiro partieron a su misión dejando atrás la Academia Cross. Ya llevando unas cuantas horas sentado en el asiento trasero del automóvil el cual los llevaría a su misión, Jiro se removió nervioso en su asiento, no dejaba de mover sus piernas de lo nervioso que se encontraba al ser la primera misión que tendría con el peli plateado, sumándole al silencioso estado que se encontraba este. Llevaban unas cuantas horas en silencio sin que ninguno de los dos tome la iniciativa de iniciar una conversación. O eso parecía hasta Zero por fin hablo.
—Puedes quedarte quieto —ordeno, ya estaba bastante irritado con el nervioso movimiento de piernas de su compañero.
—Lo siento —se disculpo Jiro deteniendo rápidamente el movimiento para no seguir molestando al peliplateado—, estoy nervioso. Esta será mi primera vez trabajando con alguien a mi lado y espero hacerlo bien.
Zero por primera vez desde que dejaron la academia miro a su compañero, sorprendido un poco al saber que este era unos de esos cazadores solitarios. Habían pocos cazadores que trabajaban solo, y la mayoría de estos cazadores eran de alto nivel de modo que estos se le asignaba un compañero el cual tuviera problemas con sus misiones, por lo general a lo que se le complicaban hacer su trabajo eran los cazadores novatos. Pero él no era un novato ni mucho menos un debilucho que necesitaba ayuda para hacer sus misiones, el perfectamente podía realizarlas sin ayuda. Y ahora con una reciente curiosidad despertada en el quiso saber más del chico que estaba a su lado.
—¿Nunca has tenido un compañero de misiones? —Pregunto recibiendo una negación por parte del otro— Ni una sola vez.
—No. Nunca necesite un compañero que me ayudara en mis misiones —dijo mirando hacia la ventana—. En los cincos año que llevo siendo cazador nunca necesite alguien a mi lado, y aunque estaba feliz de mi rendimiento como cazador esos cincos años fueron los más solitarios para mí.
Zero conocía ese sentimiento de alguna manera pudo entender al pelinegro, ya que al igual que el otro no necesitaba ayuda, pero en cambio ayudaba a Yuuki en sus misiones, pero a pesar de la compañía de la chica aun sentía la dolorosa soledad.
—Para ti puede que sea una molestia todo esto —hablo Jiro sacando a Zero de sus pensamientos logrando nuevamente que esos hermosos ojos de color amatista le pusieran atención—, pero, realmente yo estoy feliz de tenerte como compañero, Zero.
Sin saber que decir, desvío la mirada hacia la ventana un tanto avergonzado por las palabras del pelinegro. Era la primera vez que alguien le decía que estaba feliz a su lado y eso le hizo sentir una extraña felicidad junto con una calidez que se alojo en su pecho. El silencio reino lo que quedaba de viaje hasta que la voz del chofer les aviso de que ya habían llegado a su paradero. Zero fue el primero en bajar queriendo alejarse del pelinegro, aun tenía esa sensación rara en su cuerpo cuando estaba cerca de su compañero. Jiro bajo unos segundo más tarde y dándole las gracias al chofer se encamino al lado del peli plateado que traía consigo su actitud fría y distante que al parecer estaba acostumbrado a llevar. Se preguntaba si había dicho algo que hiciera enojar a al otro.
No tenían tiempo para mirar los alrededores de la ciudad tenían que encontrar el lugar donde se quedarían por esa noche, y en absoluto silencio caminaron por las calles que para ser una zona de peligro estaba demasiado concurridas de gente. Al llegar a la dirección que tenia escrito el papel, notaron que la casa se encontraba en un lugar un poco más alejado de las zonas que eran más pobladas. Convirtiéndolo en un lugar no muy seguro para las personas que habitan ese lugar, siendo un blanco fácil para los niveles E.
Sin perder más tiempo Zero se encamino hacia la puerta y al estar a solo centímetros de tocarla, esta se abrió saliendo de ella una mujer de largos cabellos negros y ojos color café. En sus delicadas facciones se encontraba una reluciente y cálida sonrisa.
—Bienvenidos, los estábamos esperando, me llamo Hayashi Hanako —se presento la mujer sin borrar la sonrisa de su cara en ningún momento—. Vamos entren, no sean tímido.
Haciéndose aún lado invito a los chicos a entrar, pero al ver que estos no tenían ni la mínima intención de moverse de su sitio ella les ayudo empujándolos adentro.
—Mai-chan ven ayudar a nuestros invitados—una chica de baja estatura de largos cabellos negros y ojos de igual color, se hizo presente en la sala—. ¿Quieren una taza de té?
—No, gracias—declino el pelinegro—. Solo venimos a dejar nuestras cosas en nuestra habitación.
—Oh, entonces síganme les guiare a su cuarto.
Zero frunció el ceño al oír las últimas frases y antes que la mujer les guiara a sus cuartos, pregunto.
—¿Hanako-san, solo hay una habitación?
—Sí. ¿No tienen problema en compartir uno, cierto? —porque si fuera así le podía pedir a su hija que le prestase su habitación a los chicos.
—No.
Con el tono frio que había usado el peliplateado al parecer si había problemas, pero la respuesta fue suficiente para que la señora Fukui siguiera guiándolos a la habitación. Zero seguía en silencio a la mujer. La verdad era que no había problema en compartir habitación con el chico, no es como si fuera a dormir en la misma cama. Solo había hecho la pregunta por curiosidad, nada más. El no tenía problemas con dormir en un mismo lugar con el pelinegro.
La habitación no era muy grande: tenía una ventana y en el medio de las dos camas había un velador. Zero escogió la cama que estaba al lado de la ventana. Solo estarían ahí por esa noche, mañana partirían a la otra zona, dejados sus pertenencias en la habitación, se despidieron de la dueña y salieron hacer lo que se le habían encargado sus superiores.
Caminaron por las desoladas calles, no había rastro de personas en ninguna parte a pesar de que comenzaron con las zonas más pobladas de la ciudad. Todo estaba tranquilo, no había rastro de los niveles E por ningún lado. Estaba la posibilidad de que estos se hayan ido a otras zonas y hubieran dejado el lugar. Después de unas cuantas horas de inspeccionar el lugar y no encontrar nada, se movieron hacia los lugares menos frecuentados, lugares donde quedaba el hogar de la señora Hayashi.
Mirando a su alrededor, Zero no encontró nada raro, por lo que siguieron avanzando hasta dar con una casa de segundo piso. El lugar tenía el ligero aroma de nivel e. Ambos chicos intercambiaron miradas, y con paso seguro caminaron hacia la puerta. Entraron silenciosamente al lugar, mirando hacia todo los lados para asegurarse de que en el lugar no había personas.
—Debemos tener cuidado, puede que aun quede niveles e—dijo Zero
Lo primero que notaron fue que las paredes estaban manchadas de sangre, al igual que en el piso de madera lo estaba y el ligero olor de nivel e todavía estaba en el lugar. La sala estaba desordenada y los muebles estaban rotos.
—Revisare el segundo piso, tu quédate aquí y revisa este piso, si no encuentras nada, has guardia—ordeno el peliplateado.
—Entendido.
Ambos cazadores no podían irse aun, revisar el lugar y eliminar cualquier amenaza, y debían de revisar cada rincón del lugar. Zero estaba seguro de que quedaban niveles e, y que seguramente estos estaban escondidos. Pero no encontró nada en la primera habitación, aunque el aroma todavía estaba. Abrió cada puerta del al parecer desalojado lugar. Bien podía ser que el vampiro se haya ido después de matar a las personas que vivían aquí. Las paredes y el piso manchados de sangre era una pista de que alguien o algo habían entrado y había asesinado a los habitantes. Después de no encontrar nada en la habitación, se dirigió a la última puerta del segundo piso. Cuando se escucho un nombre ser gritado, su nombre.
— ¡Zero cuidado!
Fue aquel grito que lo puso en alerta, se giro hacia la dirección donde provenía el grito. Sus reflejos no fueron lo suficientemente rápidos, sintió las afiladas garras del vampiro enterrándose en su carne. Escucho la voz de su compañero gritarle a lejos, se escuchaba tan lejana en ese momento, su cuerpo parecía adormecerse, el olor de su sangre inundo el lugar junto la risa macabra del nivel E.
Continuara…