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Nueva Oportunidad por Yami Red eyes

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Notas del capitulo:

 

 

La leyenda del hada y el mago de rata blanca

 

SONGFIC + FIC

 

STARSHIPPING

 

 

Capítulo 3.- La historia se repite.

 

 

Reino Fusión. Hace más de 100 años.

Reinado de Atem.

 

 

 

En ese entonces yo era muy joven, inexperto de la vida. Había vivido entre lujos y servicios fáciles desde que nací por lo que en ese momento yo no era nada más que un inútil con un titulo grande.

Pensé que la vida era fácil hasta que mi padre, el rey, me abandonó…..

 

 

 

 

 

El pequeño príncipe corría desesperadamente por los bosques de los dominios del mago Katsuya Jonouchi, en Fusión. El príncipe no pasaba de los once años, pero ya era reconocido y deseado, superficialmente, por todos los reinos debido a su prominente belleza.

No se fijaba por donde daba sus pasos acelerados, solo corría y corría perdiendo el aliento pero sin dejar de moverse; abriéndose paso entre el follaje del bosque y la preocupación de criaturas que lo habían visto perderse en las profundidades.

Atem Yami, era el nombre de aquel chiquillo cuyas lágrimas dejaba caer al viento perseguidas por su tristeza.

Había corrido tanto que sin pensarlo llegó al lago del dragón rojo, Slifer, donde se detuvo a observar su reflejo y soltar todo lo que acongojaba su corazón. Siempre acudía ahí cuando algo malo le pasaba en la vida y el dragón parecía comprenderlo muy bien.

Su cabeza estaba agachada, sus manos pequeñas hechas puños y su semblante era de inmenso desconsuelo.

El rey, su padre, había fallecido momentos antes, debido a una grave enfermedad. Nada ni nadie podía cambiar esa realidad, ni siquiera la magia.

Si tan solo su muerte se hubiera debido a un ataque mágico, por muy cruel que este fuera, hubiera habido la esperanza de ­—mediante un ritual exhaustivo y preciso—, devolverle la vida; pero no había sido esa la causa, una enfermedad rara entre los humanos le había dado muerte, y bajo ese principio natural del cuerpo, nada se podía hacer.

El príncipe derramó su pena, se limpiaba sus lágrimas con el antebrazo mientras clamaba el nombre de su padre fuertemente expresándole su soledad.

­— ¡Padre!­ ¡Padre!

Era demasiado joven para gobernar todo un reino; las enemistades entre los demás seguían al día. Las guerras entre los reinos siempre se habían debido a territorios, a descubrimientos alternos, al amor de mujeres y hombres, seres de luz o algún capricho humano; pero todo siempre por la ambición de los humanos, quienes (irónicamente) gobernaban a las bestias y seres místicos aunque fuesen más débiles que ellos.

El motivo…

Se contaba que si algún poderoso lograba acabar deliberadamente a un humano, este sufriría un encantamiento de mala suerte y desdicha por toda la eternidad; por lo tanto los humanos eran alabados, casi, como dioses, y era eso el motivo de que los gobernantes en cada reino se trataran siempre de humanos.

Constantemente había algún rebelde que asesinaba o comía a estos animales sin pelo de dos patas; cuando eso llegaba a pasar, el ser místico se volvía diabólico y perdía control absoluto en sí para no volver a la conciencia nunca más. Era en ese momento que los ejércitos estaban siempre a la defensiva a las órdenes de su rey.

El príncipe no estaba listo para enfrentarse a todo eso, tenía miedo. ¿Cómo sobrevivía Fusión? ¿Cómo gobernar un reino y el destino de sus habitantes? ¿Cómo prosperar sin equivocarse? Su padre lo había dejado a muy temprana edad y cualquier persona podría aprovecharse de él. Los humanos pérfidos que existían habían intentado hacerle daño, ya antes, en varias ocasiones, ya que —debido a su belleza— había despertado la perversión en ellos. Sin embargo, la protección de su padre siempre lo había protegido…pero ahora, ¿qué haría? tenía miedo.

Miró su reflejo en el lago, su triste reflejo, patético y débil. La maldición de ser codiciado por su belleza también era un problema; era su fin, si lo pensaba detenidamente.

Slifer lo veía desde la punta de una colina rocosa cerca de ahí, en silencio, también acompañaba su pena por el rey. De repente sus escamas comenzaron a avivarse, a brillar más intensa y bellamente. Pero Atem no le había tomado importancia.

—Tu tristeza hace que mi alma llore.

Escuchó la voz de un joven tras de sí, por lo que se viró de inmediato.

Parecía un humano normal, pero de muy baja estatura, sin embargo, sus orejas afiladas delataban su misticismo. Era un joven de unos 26 años, unos pocos centímetros más alto que él pero con el cuerpo bien proporcionado acorde a su edad.

Atem lo miró embelesado, aquel chico poseía la sonrisa más dulce que jamás había podido existir o presenciar en su corta vida. Los grandes ojos amatistas en ese joven de piel perlada lo hacían sentirse calmado con la sola mirada. Dentro de esos bellos ojos podía notarse un chispeo de estrellas resplandecientes, girando lentamente, formando el color de sus iris.

Aquel joven se acercó y le regaló un abrazo ferviente.

—Mi querido rey, no llore más. La vida no te ha castigado, solo ha cambiado para que tú puedas alzarte como el fénix. Te ha dejado así porque conoce tu fortaleza y te ha dado la misión de renovar Fusión. Eres el indicado.

Atem se aferró al cuerpo del mayor, escondió sus lagrimitas de infante en el pecho del muchacho, humedeciendo las ropas de terciopelo verdes, que vestía el desconocido. Tembló, pero poco a poco sintió el confort de esos fuertes brazos descubiertos.

—Está bien…no pasa nada.—no soltó el agarre con el infante.

— ¿Cómo podré?—seguía preocupado.

—No te reocupes, lo harás bien. Yo te ayudaré y te protegeré siempre. —lo alejó un poco para limpiar sus lagrimitas con sus largos dedos, mientras le regalaba una agradable sonrisa.

Atem también sonrió contagiado por el gesto, su corazón se sentía muy bien al lado de ese chico.

—Tú eres un enano diferente ¿verdad?—pudo ver aquel cálido e inmenso fuego dentro de él.

— ¿Por qué lo dices?

—Slifer no te ha atacado, y puedo ver algo que resplandece en tu interior que hace que mi corazón se acelere.—le tocó el pecho con su pequeña mano, sobre las ropas verdes. Llevaba bordado la insignia de los enanos.

El desconocido quedó sorprendido. ¿Cómo era posible que un humano pudiera ver su interior sin usar alguna magia? Realmente lo había dejado impresionado y muy interesado, sin duda era especial.

El enano acarició los rebeldes cabellos del infante parecidos a los de él.

—Mi nombre es Yugi. Soy un ser de luz.

Atem se sorprendió, los seres de luz eran una leyenda, pero no desconfió de la palabra de aquel chico. Al verlo nuevamente a los ojos, logró sonrojarse.

Yugi sonrió nuevamente por la reacción.

—El destino quiso que este día nos conociéramos.

Atem asintió y lo miró apenado.

—Entonces que el destino nos guie, Yugi.

El aludido poco apoco acercó sus labios con los del niño, pero Atem no lo rechazó,  él también correspondió hechizado por el mismo impulso.

En su interior se había avivado una flama que los unía y hacía ver el mundo de forma especial y energética. Entonces Atem se colgó de su cuello y profundizó el gesto,  tuvo más confianza en sí mismo, en su futuro y en su reino, ese ser se lo propiciaba, estaba perdiéndose en él, de todo él. Sabía que podría enfrentar lo que sea siempre y cuando ese chico permaneciera a su lado.

 

 

 

 

Ya no me sentía solo, él era increíblemente perfecto, como Judai lo es para ti. Su sonrisa, sus ojos, toda esa aura de alegría y optimismo. La energía y felicidad de sentirse vivo, de disfrutar la vida. Todo eso era solo una probada de la eterna juventud en la vida magnifica de un solo ser, del ser de luz. Y tú debes comprenderme bien, Yusei. Para mi Yugi era un pedazo de mi cuerpo vital para vivir.

Y los años que vivimos juntos fueron inolvidables y gloriosos. Su alegría siempre ahogaba mis penas y yo estaba dispuesto a hacerlo inmensamente feliz, como él lo hacía con su sola existencia. Pero nunca es todo de color de rosa….

 

 

 

 

Atem creció como todo humano, sus 20 años lo había convertido en un hombre muy atractivo y justo que desmayaba a todas sus plebeyas y deseaban varios hombres. Pero nunca había cedido a ninguna tentación de esas ya que en sus aposentos moraba el ser de luz quien lo había aconsejado y protegido desde que lo conoció; desde que se enamoraron.

Debido a esa motivación es que el reino de Fusión era el más glorioso e imponente que cualquiera de los otros; lo podían percibir los habitantes, los árboles, los animales y las criaturas del bosque que se resguardaban tras la protección y prosperidad del reino de fusión. Pero no todo era belleza, ya que los comerciantes de otros reinos se sentían asqueados de tanta perfección, y las habladurías en los aldeanos habían provocado la envidia en sus soberanos.

El rey de XYZ había notado algo inusual, sobre todo porque el rey Atem no salía a explorar sus dominios y prácticamente se encerraba en su castillo. Era sospechoso, según la información de sus comerciantes que salían del reino a fusión, el rey casi no se aparecía en su caballo.

El rey Kaito, de XYZ, estaba muy interesado en saber el secreto de prosperidad de aquel reino. Así es que formó una alianza con el reino de Synchro, cuya hermosa reina, Sherry Atlas, una rubia de gran belleza, compartió el mismo interés; sobre todo porque estaba enamorada del rey Atem.

El soberano de fusión era muy difícil de conquistar, Sherry había tratado de llamar su atención enviándole exquisitos regalos, esclavos, deliciosos banquetes y bellas cartas, pero el rey no había contestado a ninguna de sus insinuaciones, provocando que la chica se interesara más por él.

Entonces la alianza por descubrir los motivos que lo mantenían ocupado parecía buena idea, justo así podría entenderlo más y quizás, si lo conquistara, pudiera unir los reinos Fusión y Synchro, gobernado por ella si llegaban a casarse.

 

 

 

 

Fui muy descuidado al dejar de lado la seguridad de mi castillo debido a la prosperidad que habíamos construido de años. Nunca te confíes en lo más mínimo, o el castigo por hacerlo puede ser terrible….

 

 

 

 

Infiltraron a un chico de apariencia gentil, un humano inofensivo de cabellos claros aguamarina abundante y ojos jade enormes luciendo lentes redondos. Vestía una bata amarilla con botones blancos y un pantalón holgado gris. Cualquiera que le viera pensaría que se trataba de un pequeño niño, pero ya tenía 15 años.

Era del reino XYZ, y gracias a los comercios entre los territorios, pudo entrar sin ser sospechado por el mago Jonouchi, al reino Fusión.

Y así se infiltro hasta el castillo, caminando y sonriendo como si fuera un despistado ingenuo.

La seguridad lo pasó desapercibido, nadie pensaba que ese chico fuese un peligro, y no le prestaron atención. Ágilmente se fue metiendo más a los cuartos limitados; no había servidumbre en esos pacillos de mármol, ni rastros de rarezas. El rey debía estar en sus aposentos.

Buscó el cuarto indicado del rey, se asomó, pero no se encontraba.

—¿Dónde estará? —entró solo para fisgonear  y tentar todos los tesoros sin intenciones de robar nada. Un ruido lo hizo permanecer en silencio, parecía el sonido de un gatito maullando en pausas, pero muy levemente, ahogadamente; sonido sin fuerza.

Su curiosidad lo llevó a seguir el sonido hasta la pared, entonces se dio cuenta que esta estaba hueca. Empezó a tragar saliva, sabía que del otro lado encontraría algo que cambiaría la historia. Eso podía sentirlo en la adrenalina que llenaba su cuerpo al encontrar el pasadizo secreto.

Del otro lado encontró un pasillo largo bien iluminado pese a que no había ventanas. Cruzó, y la última habitación que lo conectaba tenía la puerta semi abierta.

Lo había visto, el rey Atem penetraba fuertemente el cuerpo de un chico de unos 28 años de naturaleza de enanos.

Gemía bajito, pero aquellos gemidos parecían los de un gatito debido a la distorsión del sonido con la madera del lugar. Era perfecto, era encantador, nunca había visto nada igual y se quedó a presenciarlo todo, boquiabierto, excitado, sorprendido.

Atem cambió al enano de posición, lo besó, lo cuidó y sobre todo, lo amó, demostrando con cada toque, con cada caricia, cada suspiro de la piel blanca del bello enano, sus sentimientos de pureza.

Sho, el espía, el enviado de XYZ, más que petrificado, estaba fascinado, pero notó algo inusual en esa expresión de amor.

El cabello del rey se iluminaba sutilmente como una divinidad. Era imposible, ya que los humanos no poseían magia, entonces pensó que era debido al  ser bajo de él; ya que el sexo entre humanos y seres mágicos no era desconocido, y se sabía a ciencia cierta que nada podía hacer reaccionar así el cuerpo de un mortal.

Era extraño, era bello y una valiosa información para sus amos.

 

 

 

 

 

Sí, yo fui capaz de controlar el poder de un ser de luz, de Yugi, con mis actos de amarlo y respetarlo, haciéndolo mío, y haciendo que yo le perteneciera también.

Y me descubrieron, ahora todos lo saben y obligaran a Judai a amarlos para liberar su poder, a un humano, pero será falso, lo harán sufrir mucho hasta acostumbrarlo, y forzar su amor. No será genuino y quizás no les funcione pero sufrirá; porque puedo decirte que nosotros sí estábamos enamorados, y muy profundamente. El poder radicaba a raíz del amor, del que nos teníamos uno del otro…y cada acto, cada demostración,…me llenaba de magia, de un poder distinto al de los magos, de una gloria divina; y de una envidiable juventud que cubría mi reino de bellezas, pero llenaba de rabia a los demás.

 

 

 

 

 

 

Reino Synchro.

 

—No hay duda. —dijo la hermosa reina claramente molesta—debe tratarse de un ser de luz.

—Ahora entiendo el fulgor y prosperidad del bosque, pero al parecer no se ha utilizado el poder de la criatura en su totalidad. —el invitado, rey de XYZ, Kaito, también había llegado a esa conclusión.

—Y Atem lo tenía bien resguardado. —los celos de la mujer se pusieron a la contraofensiva, necesitaba deshacerse de ese estorbo que le impedía estar con su amado rey, aunque se tratara de un ser importante—No podemos permitir que se siga burlando de nosotros. Lo tomaremos. Con nuestra alianza será más fácil.

— ¿Cómo usaremos el poder de la criatura de luz? Atem tampoco parece saberlo. —Kaito hizo una observación.

—Mentira— sostuvo la mujer— El lo sabe. Sho vio cuando se estaba apoderando de esa magia del ser de luz.

El chico de cabello aguamarina abundante asintió con un sonrojo al recordar los hechos, esperaba haber hecho lo correcto al haberles revelado cada detalle y sus teorías.

—Entonces no se hable más, ya sabemos el método. —se entusiasmo el soberado de XYZ.

La teoría era de esa manera. Los humanos podían llenarse del poder de la criatura de luz, debido a que ellos no poseían características mágicas. O eso era lo que había viso ese joven humano como forma de usar el poder, quizás en las criaturas mágicas sería diferente.

 

 

 

 

Y los ejércitos se formaron sin que yo me percatara, la alianza entre esas dos naciones se alzaba silenciosamente desde la oscuridad en mi contra. Sobre todo la furia de la reina quien no deseaba a Yugi, si no me deseaba a mí….

 

 

 

 

Reino Fusion

 

—¡Su majestad! —se arrodilló ante él un humano de pelo castaño oscuro peinado en forma de  punta y ojos pequeños negros. —Un halcón trae una carta desde XYZ donde habla sobre una reunión de paz que están organizando el rey Kaito.

Atem sostuvo el mensaje.

—¿Paz? Ju. ¿Por qué tan repentinamente?

—No lo sé señor, podría ser una trampa.

—Quizás, pero también podría ser cierto. ¿Qué tributo pide?

—Nada. Solo su presencia  para hacer las paces.

—¿Nada? Veo que su proposición de paz es extraña. Pero no saldré del reino solo por esa invitación sin sentido. Que él venga.

—En realidad, mi señor, solo quiere verle en la frontera; usted no va a pisar suelo enemigo. El rey Kaito vendrá solo.

—¡¿Solo?! ¡¿Estás seguro?!!!

— Eso confirman los halcones.

— ¿Solo? —aun no lo podía creer. Esa era una oportunidad única de hacer una hermandad y alianza para fortalecer los comercios y la prosperidad de Fusión. Pero no estaba seguro.

—Honda, reúne a una caballeriza y arqueros elfos. Asistiré, pero de ninguna manera iré solo.

— ¡Como ordene!

 

Cuarto secreto.

 

— ¿Realmente irás? —preguntó el enano recostado en la cama con los brazos tras su cabeza.

—Sí. El sueño de mi padre siempre fue ver unidos a los reinos. Si esta es una forma de hacer un principio de paz. Será mejor que me cerciore.

Yugi ladeo la cabeza, no le gustaba para nada la idea, pero sabría que no lo haría cambiar de opinión.

—Iré contigo.

—No, tú debes quedarte aquí. No quiero que nada te pase.

—Solo hablarán de la alianza ¿No? No hay motivos para temer, protegeré todas mis insignias y marcas que delaten lo que soy.

—No. Recuerda que no eres un guerrero. No soportaría que alguien se diera cuenta y te ataque. —se acercó para darle un jugoso beso—Solo quédate aquí y espera mi regreso.

Yugi volvió a apoderarse de los labios de su rey, lo hacía tan gustoso y profundamente que el tiempo no le importaba si salía tarde al encuentro que había confirmado con los halcones.

—Te amo Atem.

—También te amo, Yugi.

 

Encuentro. Un día después.

Frontera con XYZ-Fusión

 

 

 

 

Fui muy ingenuo, realmente tonto. Todavía creí en las personas, en los corazones humanos; pero los límites de la maldad no tienen fronteras…

 

 

 

 

Atem llegó con un pequeño ejército respaldándole. Se sintió algo mal cuando en verdad vio al rey Kaito aparecer solo en la frontera, bueno, únicamente acompañado con su mago y el aprendiz.

 Los magos en ambos extremos se veían amenazantes, estaban parados a un lado con sus pequeños principiantes. Jonouchi  con un pequeño niño llamado Atikus, quien en un futuro enseñaría a Zane, y de lado de XYZ, Vector, con un niño más joven llamado Yuma, quien enseñaría a Yuto.

 

Hay algo raro en todo esto, —se decía Atem—tengo un sentimiento de miedo que no puedo apartar. Hace tantos años que no me ocurría nada así.

 

Kaito se acercó lentamente.

—Atem. Vengo en son de paz. Solo quiero hablar.

El rey de fusión también se acercó.

—Muy bien, te escucho.

 

 

 

 

 

No me di cuenta cuando todo eso se había planeado….Me distrajeron con esa absurda promesa de paz. Mi instinto estaba en total alerta, estaba gritándome que regresara al castillo, pero no le hice caso.

Cuando me di cuenta, ya era demasiado tarde…

 

 

 

 

 

El mago de Synchro, Paradox, junto con su pequeño aprendiz Bruno, abrieron la frontera de Fusión que daba con Synchro.

La reina encabezaba aquel ataque, donde los ejércitos de XYZ y  Synchro se infiltraban en los dominios de manera veloz sin un contra ataque de parte de Fusión.

Jounoichi, quien estaba viendo el tedioso discurso del rey de XYZ sobre los orígenes de las naciones, de las ramas familiares y magia, se percato del atentado; pero no podía dejar solo a su rey, sobre todo, teniendo el mago Vector frente a sus ojos.

—Atikus, ¿sentiste eso? —le dijo bajito.

El chico afirmó. Era notorio que tenía que llegar a la frontera inmediatamente. Estaba a punto de hacerlo pero simplemente un ataque discreto del otro aprendiz no lo dejó avanzar.

— ¿Te irás sin jugar conmigo? —Yuma parecía inocente, pero en realidad era muy fuerte.

Ese ataque no había sido un juego, Atem de inmediato se dio cuenta que algo no estaba bien. La risa ancha en Kaito se lo hacía saber.

 

 

 

 

 

Era una trampa, una muy cruel. Jonouchi trató de volver, pero entonces nuestra pelea comenzó.

Y pelee contra el rey Kaito. Mi espada estaba llameante de la inmunda traición. Pero nosotros no estábamos preparados, no pensamos en una invasión, y yo estaba desesperado.

Luche con todas mis fuerzas, demostré mi gran destreza con mi arma y los magos trataban de destruirse también. Por suerte nuestro elemento se avivaba con cada ráfaga de viento provocado de Vector, y así Jonouchi pudo deshacerse de él.

En cuanto a mí, solo le ordené proteger mi castillo sin revelarle el real motivo.

Entonces Kaito se burló de mí….

 

 

 

 

 

 

—Te lo tenías bien escondido, Atem, a  la criatura de luz. —hizo chocar los aceros. —Pero ahora me apoderaré de él y los roles cambiaran.

—No entiendo de lo que hablas. No hay seres de luz en fusión.

—¿A sí?— se apartaron para rodearse con el amenaza de su sable. — ¿Y por qué tan desesperado en volver?

—¡Están atacándome! ¿Cómo crees que no me preocuparía?

El intruso echo a reír a carcajadas.

—Mientras hablamos, la reina de Synchro ya debió haber llegado a tu castillo.

—¡NO JUEGUES!!

—Lo asesinará, o quizás me lo regale. Jajaja

—¡NO! ¡YUUGI! —Trató de volver pero su rival simplemente le cerró el paso.

Se estaba desesperando, los minutos eran cruciales y la vida se balanceaba en una delgada tira de tela sobre la muerte. Atem no tuvo de otra. Con su furia comenzó a atacarlo con más violencia. Su cabello se erizó y brilló divinamente. Sus ojos amatista se prendieron en un brillo diabólico y el poder, la magia acumulada del ser de luz, se estaba manifestando en un tercer ojo dorado en su frente. Kaito quedó perplejo.

—¡APARTATE! —Atem lanzó una ráfaga de luz hacia el sorprendido rey intruso. Este salió despedido por los aires mientras perdía el conocimiento y sus ojos se ponían en blanco.

Atem lo miró terroríficamente en el suelo, ya no haría más daño, pero aun así le asqueaba.

Enterró su espada en el corazón del chico para que nunca más volviera a levantarse.

De inmediato pensó en su amado y corrió a su ayuda, le tomaría un día llegar.

 

Aldea Fusión.

 

Los gritos de los aldeanos eran atroces, los guerreros hadas, elfos, ogros y otros seres de defensa estuvieron desprevenidos. La prosperidad los había hecho bajar la guardia, y en ese instante no pensaron en una ofensiva de tal magnitud.

Aun así les hicieron frente. XYZ  y Snchro estaban sincronizados, arrasando con todo lo que se interpusiera a su paso y haciendo el mayor daño posible.

Fue entonces que entraron al castillo.

Sho, el espía humano con rostro gentil,  los guiaba.

—¡La guerra! —Se percató Yugi cuando escuchó los disturbios, quizás si permanecía ahí nadie podría encontrarlo. Pero no fue así, alguien lo sabía.

 De un solo golpe, la puerta de esa hermosa habitación oculta, se había abierto.

Yugi se paró a hacerles frente, pero no sabía nada, absolutamente nada de peleas. El solo era un ser pacifico que habitaba en el bosque y contaba con sabiduría de los libros. Estaba en el castillo solo por el amor de su rey. Sin embargo sabía algo de magia, al menos solo del elemento fuego que la mayoría de los seres mágicos de Fusión podían usar como elemento nato para alguna defensa.

La reina era la más complacida. Lo miró entre prepotencia y rabia de saber que ese chico se acostaba con su amado rey.

Sherry lo odiaba, y no soportaba ver tanta felicidad entre los dos, por tanto tiempo.

 Desenfundó su espada para atacar al enano, quien la retaba con la mirada.

—Por fin te haré apartarte de mi Atem.

Yugi chasqueo los dientes, pero no respondió. Contra atacó con unas bolas de fuego concentradas en sus puños.

Pero ella lo esquivó con gran maestría, no se iba a dejar intimidar por un truco tan simple y fácilmente tratable.

 Unos arqueros le dieron en ambos hombros al enano inmovilizando sus movimientos.

Yugi se arrodilló por el sangrado y gritó en agonía, sin embargo, no dejo de retarlos con la mirada.

—Malditos. —se atrevió a decir.

La reina fue hasta él y le dio una fuerte cachetada que hizo torcer su cabeza, después lo agarró fuertemente de los cabellos para hacer que lo viera a los ojos y le escupió en la cara.

—Me das asco. Tu te revolcabas con mi Atem. Con MI rey, Mi futuro esposo y eso no te lo perdonaré. —volvió a escupirlo seguido de varios golpes en la cara y patadas en el pecho. Yugi solo cerró los ojos y trató de cubrirse inútilmente—No me importa que seas un ser de luz, jamás te lo perdonaré. 

Blandió su espada para cortarle la cabeza, pero entonces todo el castillo tembló y la pared a un lado de ellos se derrumbó.

Silfer los amenazó mostrando sus fieros dientes.

Muchos de los guerreros atacantes retrocedieron despavoridos, incluyendo a Sho.

Pero la rubia de ojos jade no se impresionó ante su imponente poder. Sonrió de lado y llamó al dragón de polvos de estrellas quien era su arma secreta para ese momento.

Ambos dragones se encontraron, los rayos y fuego de sus hocicos no hacían más que destruir todo a su paso. Moría gente, morían criaturas mágicas y todo era un caos.

Yugi aprovechó la confusión y los aires de grandeza de la reina para lanzarse de las alturas al suelo y huir.

—¡MALDITO ENANO! —Era demasiado alto, sabía que ella, al ser una frágil humana, moriría si hacia lo mismo. Aunque Yugi había caído en un techo de un puesto ambulante que había amortiguado su caída, no se arriesgaría.

Ella tuvo que correr para bajar por las escaleras del castillo. De todas formas, ese enano estaba mal herido y su sangre dejaría un rastro que podría seguir.

Lo encontraría, lo encontraría y daría fin a su vida antes que nadie, por engatusar a su Atem.

 

Yugi corrió lo más que pudo. Sus ojos derramaban lágrimas de impotencia al ver tanta destrucción. Miró como los ejércitos derrotaban fácilmente a Fusión en esa unión, pero sobre todo vio la traición de XYZ, quienes atacaban también a soldados desprevenidos y confiados de Synchro para ganar más terreno.

Niños muertos, criaturas desmembradas, sangre y terror por donde quiera que volteara. Yugi no paró de llorar, de derramar toda esa amargura que provocaban esas escenas.

—Ya no más, ya no más…!YA BASTA! ¡PAREN! ¡PAREN!

Los seres de luz eran más sensibles a ese tipo de dolor, aunque también podían ser agresivos dependiendo de su naturaleza.

Pero Yugi estaba sufriendo, tanto física como emocionalmente.

Corrió, corrió y la sangre se desprendía de su cuerpo, hasta que ya no pudo más y se desplomó cerca de un arrollo.

No estaba muerto, solo necesitaba descansar.

—Atem…—clamo por su rey. Deseaba que lo encontrara, deseaba verlo una vez más.

 

 

 

 

Y regresé por él al día siguiente. Fue doloroso, mi reino estaba destruido, casi en ruinas. Había muchos rehenes, muchos heridos, muertos por doquier. Mas seguían las peleas.

 Jonouchi había salvado a una gran mayoría y los había puesto a salvo bajo un escudo protector; sin embargo, cuando yo llegue, se estaba enfrentando al mago de Synchro. Era demasiado fuerte. Paradox tenía mucha más experiencia y destreza.

Álgidamente, vi caer a mi mejor amigo, mi concejero, mi mago y nuestra protección. Ese evento jamás se borraría de mi memoria.

 

 

 

 

 

—¡NO! ¡NO!JONOUCHI!!

Atem no podía creer ese escenario de muerte en su propia casa. Estaba preocupado por su amado. Así que por el momento, solo amenazó a Paradox por haber asesinado a su mago amigo.

—¿Qué vas a hacer? Rey de Fusión. Eres solo un triste humano, un cero a la izquierda, una piedra en el zapato. —se burlo con aires de grandeza—. Solo mira como se desvanece tu grandioso reino ante el poder de Synchro. Déjense conquistar y mi reina ,quizás, podría ser benevolente contigo.

Atem volvió a tener esa apariencia diabólica, iba a atacarlo con toda la fuerza del ser de luz que poseía, pero entonces una flecha de agua había dañado al prepotente intruso.

El rey de Fusión se viró a ver al responsable, pensó que era un aliado pero solo eran más problemas.

Péndulo, se había metido sin ser invitado.

La maga de Pendulo era una mujer de unos 28 años, de cabello rosa largo hasta la cintura y grandes ojos azules. Una bella mujer de hermosa figura.

—Ustedes no deberían estar aquí, reino de péndulo. —dictó Paradox.

—Nadie nos avisa de las fiestas.

—Lo lamentaras, Yuzu.

Odd-eyes también había llegado peleando contra Dark rebellión de XYZ.

En territorio Fusión, todos se estaban matando sin discriminar. Todos los reinos encontrados en una pelea campal, de todos contra todos.

Quien quedara de  pie, sería el poseedor del ser de luz. El codicioso ser de luz.

Atem aprovechó que los magos se estaban destruyendo para buscar a Slifer   partir a la búsqueda del enano.

Ahora recordaba que el dragón siempre brillaba junto a Yugi.

—¡¿Dónde estas Yugi?!!!

Su grito hizo que la reina se dirigiera hasta él. Vio como el dragón Slifer acudía a su rey, aunque había aturdido a Stardust para hacerlo.

Entonces el dragón lo dejó montarlo en su espalda herida y sangrante por las mordidas y poder del dragón blanco; pero aun así volaron. Ella los siguió.

 

 

 

 

 

 

Estaba desesperado, la vida se me estaba yendo en esa retención de inhalación de mi aliento, mi cuerpo estaba muy tenso, solo por Yugi. No sabía dónde estaba, si estaba herido o en problemas.  Silfer nunca me abandonó, conocía el camino hacia mi amado y deposite toda mi confianza en él.

Anduvimos hasta que  brillaron sus escamas cuando lo encontramos, todavía estaba con vida, y lentamente se recuperaba.

 

 

 

 

 

 

—¡Yugi! ¡Yugi! —se arrodillo junto a él y lo sostuvo de la cabeza sobre su regazo. Estaba muy mal herido.

—Atem… —dijo en un susurro, pero sus ojos irradiaban felicidad.

—¡No te muevas, Yugi! ¡Te curaré, buscaré un medico!

La manos ensangrentadas y temblorosas del más bajo, tocaron aquel rostro hermoso que se llenaba de pavorosas lágrimas.

—No te preocupes, te lo he dicho siempre. No pasa nada…

—¡Yugi! —las gotas de lagrimas mojaron el rostro flagelado y terroso del ser de luz.

—Atem, solo necesito descansar. Estaré bien, ya me he estado recuperando un poco inexplicablemente, creo que es debido a que soy…

—¡Un ser de luz! —interrumpió la reina.

Slifer y Stardust se volvieron a ver, sus escamas brillaban ante la presencia del ser de luz.

—Con que así te puedo reconocer, criatura inmunda de luz. Los dragones no mienten. —se dio cuenta de ese detalle la chica de Synchro.

Atem se levantó frente a Yugi para protegerlo con su cuerpo. Desenvainó su espada.

—¡No dejaré que le hagas daño, Sherry!

La chica suavizó su mirada.

—Pudimos ser felices juntos Atem, pudimos gobernar entre los demás reinos, codo a codo, en las buenas y en las malas. Pudimos hacer tanto. Te amo.

—Jamás te di motivos para amarme. Solo sientes atracción por mí, pero no lo confundas con el amor. Yo sí sé cómo se siente.

La respuesta puso furiosa a la dama y se puso en guardia.

—¡Entonces te llevare conmigo a pedazos!

Había corrido para lanzarse al asecho, pero no pudieron  pelear ya que el rey de Péndulo ya los había encontrado y se interpuso.

Parecía un hombre muy rudo, montado en su caballo; no tenía cabellos en su cabeza, su piel era morena y lucia varias cicatrices.

Leo Akaba bajó de su caballo para unirse a la fiesta.

—¡Akaba!—Sherry estaba sorprendida, dio un paso hacia atrás.

—Cuanto tiempo, mi amada Sherry.

—¡No soy tu amada! —volvió a ponerse a la defensiva y afiló la mirada.

—Ni la de Atem, tampoco. —bajó de su caballo— Pero aprovecharé esta confusión para obtener lo que quiero de ti, belleza salvaje, te haré mía.

La chica se sintió indignada.

—¡Sobre mi cadáver!

Se lanzaron a la batalla, chocando sus aceros y agitándose físicamente por las técnicas. Hicieron a un lado, momentáneamente —y por suerte— a Atem.

El rey de Fusión tomó a Yugi entre sus brazos y se alejó lo más rápido que pudo.

 

Llegaron a un lugar escondido en el bosque, donde las yerbas medicinales crecían a bastos. Atem trató de curar sus heridas con algunas hojas, pero Yugi solo o miraba enternecido.

Había perdido mucha sangre, sin embargo, sabía que mejoraría. Mas no podía parar de pensar que la guerra continuaría eternamente si él no le ponía fin.

—Atem—llamó el enano al rey con algo de dificultad. Este último se viró para llegar hasta él y acudir al llamado.

—Dime—lo sostuvo de una mano.

Yugi no desvaneció su sonrisa tenue, en él podía percibirse tristeza.

—Atem…La vida junto a ti, fue muy bella. Te agradezco por todo.

—¡¿Qué dices?! ¡¿Por qué dices eso?! —apretó su mano.

Yugi sonrió de forma angelical.

—No me arrepiento de nuestro amor, pero esto no puede seguir así.

—¡No! ¡¿Qué quieres decir?!! — sus ojos se llenaban de amargura nuevamente y el miedo lo invadió.

 —Te amo  Atem. Pero mi existencia ha provocado todo este caos. No quiero ver a más gente morir. —los ojos amatista se llenaron de lagrimas que recorrían sus mejillas mugrosas pero no deshizo la sonrisa—Por favor Atem, por favor….detén este dolor, ¡detenlo!, de verdad, me duele. Me hiere esa violencia sin misericordia, me lastima el no poder hacer nada; pero sobre todo, me duele ser la causa. —tomo la daga del cinturón del rey y la desenvainó para ponerla después entre las manos del más joven, posteriormente, apuntó el filo hacia su corazón. —Por favor…

—No, no puedo…!No me lo pidas, Yugi! —Atem estaba desesperado, temblaba, no creía esa tortuosa realidad.

—Hazlo por el bien de fusión. De verlo nuevamente prosperar. De la alegría y sonrisas de los aldeanos y los seres místicos.

Los ojos amatista de ambos se encontraron, uno firme a la muerte, pero conservando cierta suavidad en su brillo, y otro dudoso y temeroso de perder lo que más amaba sobre la tierra.

Se escuchaban los gritos de guerra, de catapultas arrastradas por ogros, y caballos acercándose, poniendo más presión.

—¡No puedo! ¡No lo haré! —flaqueo, no podía. Nunca contra su amado.

Pero yugi le sostuvo el arma con las dos manos para que no la dejara caer.

—Atem…mi amor…si no lo haces la guerra consumirá Fusión y entonces todo se habrá  perdido. Eres el rey, el grandioso rey. Lo has hecho muy bien, y estoy orgulloso de ti. Toma esta nueva decisión, lo has hecho bien siempre y se que lo que decidas será lo correcto. Solo te pido una cosa: — hizo un abreve pausa— no dejes que obtengan lo que quieren.

Lo dejó a su decisión, la más difícil de su vida.

Atem lo miró aterrorizado, no podía hacer lo que le pedía. Dejó la daga a un lado y se puso nuevamente frente a él para protegerlo con su espada en mano.

Pero la tierra retumbaba, y las aves huían despavoridas sobre los cielos. Era un ejército el que se aproximaba, y aunque tenía el poder de ese magnífico ser, no podría proteger a Yugi ante tantos y solo terminaría en manos del enemigo.

Lo pensó mejor. La petición de su amado no podía pasarla desapercibida. Regresó con él y lo besó en la boca deseosamente.

—TE AMO, TE AMO , TE AMO YUGI. DE VERDAD TE AMO , PERO PERDONAME ¡PERDONAME! —enterró  la daga en el lugar señalado provocándole un terrible dolor al enano que disimuló muy bien  frente a un sonrisa gentil. Algo de sangre había brotado por su boca y manchado sus dientes.

—Atem, también te amo…No te preocupes. No pasa nada, todo va a estar bien.—tocó aquel rostro para contemplarlo por última vez—Se feliz, mi rey. — su mano se azotó en el piso debido a la muerte.

Loa ojos del rey estaban estupefactos, empapados en lágrimas lastimeras; sus sollozos eran extenuantes, temblaba en horror, y su alma se había quebrado.

—¡No! ¡No! ¡Que he hecho!! QUE HICE! ¡YUGIIIIII!!!

Era demasiado tarde, el ser de luz había dejado de existir. El cuerpo del enano brilló intensamente, como si se trataran de luciérnagas, varias boas de luz se alzaron hacia el universo en un fenómeno bello, nunca antes visto por nadie. Entonces, los pocos que lo miraron, pensaron que se trataba del ser que buscaban y que había sido asesinado.

 

 

 

 

 

 

La guerra se detuvo cuando los dragones regresaron a sus reinos. Eso les había dado la pauta de una retirada inminente, ya que pensaban que algo terrible había pasado como para hacer huir a los dragones a casa.

Sherry y el rey Akaba se destruyeron uno al otro, sus cuerpos no aguantaron más y dieron sus últimos suspiros al tocar sus respectivos reinos, puesto que sus heridas eran muy profundas. Igual que todos los magos principales en los reinos, quienes perecieron en batalla.

Yo me deshice de los últimos intrusos que seguían molestando a mis habitantes y al saber de la muerte del ser de luz, la guerra se terminó.

Después de un tiempo, y de arduo esfuerzo, volví a alzar el rein., Esta vez más fuerte, y en alerta que el anterior. Al menos bajo mi mandato.

Pero sabes, ese día también morí, mi alma murió junto con él. La vida ya no tenía una razón para mi y todas las noches lloraba la perdida de Yugi.

Muerte en vida, es una agonía atroz.

Pedí perdón, no sabes cuantas veces pedí misericordia, pero los recuerdos me atormentaban. No dormía, no comía, no bebía, ni vivía más.

Era un infierno.

Hasta que un día decidí terminar con ese tormento.

Corrí, corrí por el bosque a toda velocidad abriéndome paso por todo lo que me rodeaba. Mis lágrimas eran testigo de mi eterna soledad. No estaba dispuesto a vivir semejante castigo. Y llegue a donde siempre me habían traído mis piernas. Justo a este lugar, con Slifer.

 

 

 

 

 

Subió la colina de la roca cargando toda la tristeza del mundo sobre sus hombros. Miro al vacío mientras Slifer lo contemplaba con el mismo sentimiento.

Traía su daga, la misma que había enterrado en el pecho del enano, la misma que lo atormentaba con cada repetición en su mente del instante en que tontamente le quitó la vida a su alma gemela.

Pero ya no podía más, quería verlo nuevamente, sonreírle, nuevamente aunque sea en el otro mundo.

 

—Perdóname Yugi. Pero ya no puedo seguir con esta vida sin ti. Quiero estar contigo.

 

Así fue que se apunto al corazón, como en aquel entonces a su amado, y enterró el objeto deteniendo sus palpitaciones de aquel musculo principal, dolorosamente.

Slifer gruñó como un grito de partida, como despidiéndose a la vez de ser un alarido de pena por la muerte del hermoso rey Fusión. Su cuerpo manchaba la roca en la colina y su magia se esparcía por doquier.

 

 

 

—Me causó mucho dolor, pero nada se comparaba a esa vida sin sentido.

Yusei no había desviado sus ojos azules sobre el rostro adolorido del ex soberano. Solo al acabar el relato fue que entendió lo que quería decir el espíritu materializado.

Habían encendido una fogata frente al lago. Slifer daba un vistazo al bosque vigilando serenamente que nada raro ocurriera para proteger a sus invitados. Seguiría al ser de luz sin duda, y al espíritu del antiguo rey también.

El mago bajó la mirada, esta vez a la fogata.

—Debió haber sido duro.

—Fue terrible. Y no quiero que eso les pase. —finalizó el ex rey, mirando a Yusei tristemente.

Pero el mago de Synchro estaba dudoso de su fortaleza. Recordó su pesadilla.

—En mi sueño, yo era débil…

Atem ahora lo miraba con firmeza.

—Pero yo te ayudaré a ser más fuerte…

 

Notas finales:

 

Continuara…..


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