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El Samurái y el Inquisidor. por Glyphis

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Notas del capitulo:

Saludos, les traigo el capítulo 17 bien editado y detallado, otro con muy poca relevancia salvo la presencia de otros aliados y lo que sucede en el Inquisidor que afecta a Ibuki.

Capítulo 17: Descríbeme.

“Sueño que refleja un deseo y un juego de niños lejos de casa”.

 

Juan

-¡Muere Kig-yar del Covenant! – Grito para dispararle a un Jackal Ibie’shan con mi rifle personal.

¡Tract! Disparo y cae al suelo.

-¡Wooohaha! – Abatido.

-¡Buen tiro! ¡Te arrepentirás! – Grita otro Kig yar debajo de uno de los riscos y salgo a matarlo, con éxito dándole un golpe.

-¡Muere Sangheili hereje! – Grita un Sangheili guerrero.

-¡Ese heweje tiene una espada súper poderosaaaa! – Grita un Unggoy cuando saqué mi espada y mato al Sangheili.

“Espera, ¿Dijo Sangheili?” En eso miro mi mano y tiene 4 dedos, miro mis pies y piernas y son extensas y con dos rodillas cada pierna, toco mi rostro y noto que tengo la cara de ellos, cosa que me hace gritar.

-¿Huh? – Abro los ojos, todo fue un sueño. “¡Ah no puede ser! Ese sueño fue por aquel dibujo, esos dibujos me hacen tener alucinaciones raras…”

Reviso la hora de mi celular, marcando las 7:00 am, hora habitual.

“Sería mejor más temprano”. Me levanto aun aturdido por el sueño y hago mis cosas de siempre, condenado a cada mañana de lo mismo, pero es necesario… “Un cafecito negro y sin azúcar no iría mal… creo”. Esta vez sin avisar a nadie fui a casa de ellos, los Momota, casualmente encuentro a Ming en el camino. “Sí que llegó de muy lejos, mejor no ser el malhumorado de la mañana”.

-Hola Ming. – Le digo.

-¿Cómo estás? Tan temprano, ¿no crees? – Me responde.

-Sí, no es demasiado temprano para mí, pero bueno… - Caminamos en dirección a la casa.

-¿Te rasguñó un gato en el rostro?

-No. – Le contesto al mirarle su cara sorprendida. – Fue la prueba de ayer, Ibuki y yo salimos lastimados.- “Ahora que lo recuerdo, anoche estaba conmigo, debió irse mientras dormía”. – Anoche estuvo conmigo pero…

-¿Durmieron juntos? – Curiosa.

-Bueno, no sé, al despertar no me di cuenta de que estuvo conmigo anoche y se fue, por un raro sueño desperté y no me quedé a pensar lo sucedido… no importa ahora.

-Raro… Ustedes estaban unidos.

No respondo, solo agacho la mirada desviándola hacia la derecha. “No interesa”.

-Juan… - Dice aunque no había logrado escuchar bien. -¡Hey! – Ahora si la miro sorprendido por su grito. - ¿Qué te pasa? Te he llamado tres veces y estabas ahí como Emo con oídos tapados… ¡En serio!

-Yo… no te escuché. – Y noto que señala con su pulgar hacia atrás de sí, a la puerta.

-La fortaleza de tu ser, ¿No? Pues debes entrar si no quieres a esos dos enfadados.

-Ibuki… Khira… - Eso si es como zombi.

-¡Tranquilo Castillo! Solo tocas la puerta y ya, no tie… - ¡Ding dong! Toco el timbre.

En 20 segundos abre Ibuki, dejando ver su rostro herido aunque el tratamiento hizo que se regenerara más rápido.

-Sigues herido… Hola Ming, entren. – Nos dice.

Entramos, la casa como siempre; limpia, el suelo de cerámica brillante, las mismas fachadas de estilo japonés color rojo con bordes dorados en la cocina y tapices de madera, miro hacia el patio y entra Khira y me ve con esas heridas, y Netero también entra y nos saludamos, Netero muestra su sonrisa orgulloso de habernos hecho pasar la prueba.

-Hola Ming, hola Juan, ¿Qué tal est…? ¡Ay por…! ¿Y esas heridas? ¡Padre! – Dice Shiria, sorprendida por las heridas que vio.

-Era necesario, se esforzó más de lo esperado. – Dice el Sensei con las manos en el lumbar como sabio…

-¡Pero pudiste controlarte! – “Ay mi suegrita…”

-Era todo el control que pude tener, él debía ser atento y no decepcionó. – Dice levantando la mano derecha en señal de pare.

-Bueno, al menos sé que lograron todo, Ibuki y Juan, ammm… ¿Mi hijo a donde fu…? – Voltea y ve a Ibuki con la ropa cambiada a su traje de combate.- ¿Y eso?

-Nos vamos. – Ibuki.

-Olvidaba eso, ¡Me esperan! – Khira y sale corriendo a su habitación.

-Menos mal que bajo mi ropa está mi traje. – Ming estirando su camisa para mostrar el traje negro.

-¿Y dónde quedará esa ropa? – Pregunto. “No debí preguntar…”.

-En un lugar seguro, créeme, no es la primera vez. – “Bueno un poco de información no hace mal”.

-Bueno, prepárate tú. – EL Sensei. “¿Qué?”

-¿Para qué?- Pregunto.

-Un viaje, Khira, Ibuki, Ming, tú y yo iremos a una montaña ubicada en Kalimantan, hay un campo de unos aliados que quisieran conocerlos, pero ve con tu armadura, un transporte privado nos llevará. – Me dice y de inmediato busco mi armadura, me pongo el traje y mi armadura y al entrar vi que Khira iba saliendo. “Me pregunto si en plena era moderna se vea bien ese tipo de armadura”. Me fui con ellos.

Más tarde entramos en el aeropuerto, escuchamos un ruido de un helicóptero y lo divisamos, un inmenso Helicóptero Mil Mi-26.

“¡Mieeerdaaaaa esa bicha!” Quedé impresionado, semejante pájaro metálico no creí verlo en persona.

Sus detalles es que tiene unos símbolos.

-Esos símbolos. –Dice Netero al apagarse el motor. –Son del clan Borneo-Akira, ellos son los militarmente más avanzados y modernos que tenemos, se dice que los generales son ex miembro de las fuerzas armadas japonesas, aunque en realidad estos solo se encargan de artillería cuando sea necesario, los capitanes generales son verdaderos maestros del Bushido.

-Entonces… - Respondo pero me veo interrumpido por la salida de varios militares japoneses y personas habitantes de Borneo, armados, sale un capitán general, distinguido por su gran armadura de Samurái negro con libreas rojas.

-Netero Momota, Maestro Samurái, encantado de verle. – Le dice y estrechan la mano.

-Igualmente señor, éstos son los guerreros que tengo, tres de ellos entrenados por mí y una entrenada por un maestro Ninja, te los presento. – Nos menciona y señala el Sensei. – Khira. – Ella se adelanta de nosotros para que la vean. – Ibuki. –Hace lo mismo. – Ming. – Ella también y hace una reverencia. – Y Juan. – Yo doy un par de pasos.

-Interesantes, he recibido informes de sus hazañas y nuestra gente quieren verlos, quieren su visita. – Dice el capitán general.

-Con gusto, muchachos, suban al Helicóptero. – Nos ordena Netero y entramos al pájaro.

-Es muy grande. – Dice Ibuki una vez que tomamos asiento y contempla cada rincón del helicóptero. – Nunca subí en uno de esos.

-De cierto modo me encantaría realizar misiones en uno de esos como transporte. – Khira, le golpea el hombro izquierdo suavemente. – Debemos pedir uno de esos o el mejor transporte en unos años.

-Voto por que suceda. – Ming levanta la mano en señal de aprobación.

Despega y vemos todo desde el cielo, el camino es tan extenso que nos puede tomar la noche entera desde luego, pero es más interesante porque se puede ver todo el recorrido y ver los impresionantes paisajes; Hemos pasado por el escudo de Guayana y contemplamos el enorme paisaje de nuestro País, pudimos ver cómo eran las ciudades brasileras desde el cielo, observo a Khira tomar fotos con su cámara que trajo consigo.

-Serán recuerdos Ming, ven, nos tomamos una foto. – Dice Khira y se toman una “Selfie” como lo llaman o mejor dicho, autorretrato, teniéndola de recuerdo de su viaje. “Vaya que quieren recordarse”.

Yo por mi parte me recuesto sobre uno de los asientos que me permite ver el paisaje desde la ventana que está a mi izquierda, así que no pierdo mi tiempo.

-¿Pasa algo? – Se acerca a mí y me pregunta Ibuki, él toma uno de los asientos al lado mío y se quita el casco. – Te veo muy raro. – Niego con la cabeza y le tomo su mano derecha para darle seguridad. “Ese muchacho… que no pase la vida pensando en mi o sucederá lo mismo”. Quedé frustrado por semejante necedad. – Si pasa algo solo dímelo y te ayudaré. – Intento negar con la cabeza pero me quita el casco de golpe, dejándome impresionado. – Mírame a los ojos. – Obedezco su orden.

-No pasa nada. – Le digo mirándole directamente a sus ojos oliva. “Esos ojos oliva son… geniales”. No pude evitar quedar embelesado con eso, lo mismo sucede con Khira, por su semejanza.

-No mientas. – Reprocha Ibuki con una expresión algo enojada. – EL otro día pasó algo y casi termina mal. – “No debió suceder aquello, pero da igual”. Me deja solo y vuelvo a ponerme el casco que estaba en mi regazo, no quería que vieran mi cara. “Me da mala espina el hecho de tener que decir todo, pero no es mi obligación, nadie resolverá mis problemas, ni siquiera Ibuki…”

Llegamos a Borneo, hemos entramos a un campo ubicado en la montaña, a centenas de metros se ve el campamento de ellos.

-Hemos llegado, al campamento. – Dice nuestro Sensei, y el Capitán general por radio ordena a los demás prepararse en el campamento.

El pájaro aterriza y nosotros bajamos de ahí, nos presentamos ante la gente del lugar, ¿Quién diría que unas personas que vivan en Borneo hagan este tipo de cosas japonesas?

-Bienvenidos al lugar, siéntanse cómodos, no todos los días pasa esto. – Dice uno de los generales que en nombre de la gente, presentó al pueblo pequeño y aislado.

“Irónicamente, era de madrugada allí…”. En efecto, recorrimos medio planeta y de no ser por las reservas de combustible ni sé que pasaría.

-Nuestra gente quiere ver todo y contar historias con ustedes, que les cuenten historias de sus hazañas y quieren que les enseñen lo que ustedes más saben hacer. – Dice aquel capitán general reconocido por luchar contra miembros del narcotráfico que ocurría por esos lares.

Hemos pasado todo el día enseñándoles nuestros movimientos y habilidades, hecho lo que nos dijo y las historias que nos contaron eran ordinarias en mi opinión, pero útiles para reconocer ciertos enemigos como potentes o comunes, salvo una contada por una señora maestra de espadas que contaba acerca de gente que se descomponía antes de morir. “La única lógica de esto era parásitos carcomiendo sus pieles”. Llegué a decirles eso a los habitantes y reconocieron que habían mucosas y gusanos en las heridas o aperturas de la piel, lo cual indicaba que bacterias causaban llagas las cuales se depositaban gusanos, por eso lo de “descomponerse antes de morir”.

Lo perturbador es que uno de los aliados logró sobrevivir, mostrando que hasta parte de su columna se hallaba expuesta, y estaba bastante desfigurado.

“Más vale mantenerse limpio aquí pues.”

En cuanto a habilidades, no había mucha relevancia…

-Tienes que girar hacia la derecha con impulso y tu brazo derecho con la espada debes alzarlo en dirección a la que fuiste, el pie izquierdo debe ser el primero inmediatamente en tocar el suelo y el derecho de último justo al alzar el arma y luego el mismo pie zurdo debe adelantarse rápidamente al derecho para que te posiciones. – Le digo a uno de ellos.

-¿Así? – Ejecuta el movimiento y literalmente me encogió, tuve que agacharme.

-Sí, lo hiciste bien, pero casi me decapitas, alzaste el arma muy hacia arriba y debes alzarla hacia abajo para cubrir más área. – Veo que lo ejecuta de nuevo y esta vez lo hace mejor.

-Debes mantenerte firme y concentrarte si quieres que salga bien, los hombros relajados para mantener la calma. – Ibuki instruye a uno de ellos sobre cómo manejar bien una espada.

Khira y Ming enseñan a otros a usar el Yumi, y el Shiruken.

-Oye, ¿Puedes superarme en esto? – Me dice uno de los jóvenes portando un Imi Galil negro, otro lanza un disco volador y el tirador dispara acertándole con rapidez, haciendo que se rompa en pedazos. “Vaya, un buen tirador y rápido”. - ¿Viste? – Asiento. - ¡Supera eso! Y se ríe con otros.

“¡Erga! Ese tipo tiene una de esas armas tan buenas, pensé que no la tendrían.”

El guardia más cercano porta un Barret Cal. 50, lo tomo prestado y en lo que vi una fruta de un árbol caer, le disparé tan rápido que nadie me vio disparar y justamente el del disco volador lanza otro e inmediatamente al verlo le disparé tan rápido que todos se quedaron pasmados con la rapidez y más con un fusil tan pesado.

-¿Qué tal?- Le pregunto, pero éste se queda viéndome impresionado junto con su grupito. “Tomaré eso como un bien”.

Estuve a punto de retirarme pero me interrumpe el mismo joven.

-¡Estuviste impresionante! ¿Cómo…?

-Juan. – Me dice Ibuki. - ¿Cuándo aprendiste a usar uno de esos? – Pregunta.

-Llevo tiempo conociendo. – Le respondo.

-Vaya… -Dice mi chico y observa los restos de lo que le he acertado. –Pues cuando sea necesario, lo haces.

-Está bien. – “Solo si es necesario”. Entrego el arma al guardia que se me queda viendo con deseos de ser igual que yo, y nos retiramos y estuvimos escuchando la charla incesante y poco interesante, tanto así que ni vale la pena resumirla.

Luego estuvimos afuera al finalizar esa dichosa jornada, estuvimos cerca del helicóptero, Ming y yo estábamos recogiendo nuestras cosas.

-Te pareció aburrido el evento sin vida, ¿cierto? – Me pregunta Ming en son de profundidad.

-Sí, pero solo un poco, en parte estuvo interesante el cómo querían aprender nuevas tácticas por si acaso. – Respondo justo cuando ella deja su espada en el helicóptero.

-Bueno, al menos cumplimos algún capricho. –Dice sonriente mientras observa al Sensei y al Capitán general conversar mientras caminan.

-Solo son cosas que pasan. – Digo encogiéndome de hombros y ella asiente.

-A propósito, ¿Dónde están Ibuki y Khira? – Pregunta y yo levanto las manos en señal de no saber nada.

-Los había visto irse pero no supe más nada, se fueron en esa dirección. – Señalo.

-¿Al acantilado? ¡Vaya!- Dice y seguimos en lo nuestro que es recoger algunas cosas.

Ibuki

Camino y veo a Khira sentada con la espalda apoyada sobre un árbol y yo camino hacia ella.

-¿Qué pasa Khira? – Ella me mira.

-Nada.

-¿Qué haces aquí?

-Solo observo el horizonte, quédate conmigo. – Me dice y yo me acuesto, me quito mi casco y pongo mi cabeza sobre su regazo.

-Es genial el horizonte, como se ve el sol ocultándose. –Digo y estuvimos así un rato, no dijimos nada, hasta que se acercan Ming y Juan.

“Llegaron los faltantes”. Se acercaron a nosotros y Ming nos cuestionó, a lo que respondimos que contemplamos el atardecer.

-El paisaje es hermoso, nunca he contemplado nada igual. –Dijo Ming.

-Cada lugar es distinto. – Khira.

-Tienen su belleza. – Yo.

Miro a Juan pero nada que nos pone atención a nosotros. “Ya se me hizo habitual su silencio”.

-Hagamos un círculo nosotros. – Tomé la iniciativa y lo hicimos los 4. – El juego es el siguiente, se llama Descríbeme, consiste en hacer girar esta botella que encontré, por turno, quien le toque debe decir sus rasgos o su carácter según lo observado.

-Bien. – Dice Ming.

-¡Hace cuantos años que no jugábamos esto! – Khira.

Juan solo asiente, esta vez sí se quitó su casco y la piel de combate que cubre sus brazos.

-Bien. – Digo animado. -¡Mi turno! – Giro la botella, ésta apunta a Ming. – Aja, diré de ti.

-Vaya… -Dice ella.

-Tienes ojos celestes, cabello negro y liso, tus ojos son rasgados, piel blanca, carismática.

-Mi turno. – Dice Ming. – A girar entonces. – Gira y apunta a Khira. -¡Upa! – Ella sonríe. – Eres atrevida en situaciones diferentes, muy veloz al responder, tu piel parece delicada pero eres fuerte. – Turno de ella.

-¡Bien! – Dice mi hermana y  gira la botella, me apunta a mí y me describe. –Ibuki Momota. – Me mira de una manera que hace parecer que ve algo en mí. -  Blanco, cabello largo igual que el mío, mismo color de ojos que los míos, a pesar de las situaciones, pareces un niño a veces cuando estás muy animado. – Me describe y así luego de reírnos seguimos girando y girando la botella hasta que se nos acabaron las ideas.

Curiosamente nunca le tocó a Juan.

“Maldito cínico…”.

-Vaya Juan, nadie te ha descrito y ni siquiera has dicho nada, ¿qué pasa? – Digo.

-No era mi turno. – Dice.

-¡Bah! ¿Sabes qué?  Olvidemos la botella, yo señalo y tú describes, ¿ok? – Asiente.

Señalo en broma a un hongo.

-Seto nativo del lugar, no se su nombre científico, solo sé que consumirlo es tóxico. – “Y lo peor es que lo toma en serio, mierda…”.

-Ok. – Señalo a Khira.

-Blanca, japonesa, cabello lacio, ojos olivas, 18 años, actitud táctica guerrera, seria, siempre dispuesta a todo, serena. – Eso si me impresiono.

-Vaya percepción, me matas con eso. – Khira algo ruborizada, desvía la mirada hacia la izquierda.

-Señalo a Ming.

-Ming Zhao Lee, China, cabello algo áspero pero liso a la vez, ojos azules, 16 años, profesional en el arte del Ninjutsu, sigilosa, reserva sus habilidades especiales para situaciones que lo requieran, tranquila.- “Diablos…”

-Ok eso ni yo sabía. – Dice y pone una cara de “not bad”.

Me señalo a mí, nervioso, no sé su percepción.

-Ahora yo. – Digo.

-Ibuki Momota, más alto de la familia Momota, eres tranquilo aunque tiendes a la hiperactividad, eres demasiado enérgico pero bueno, eso te ha servido en varias de tus habilidades, eres igual que Khira con esos ojos oliva y cabello lacio, buen líder también. – Lo dice de una forma inexpresiva, casi neutral como robótica.

-Vaya que sí, gracias. – “Ok ya me superó”. –Ahora tú. – Lo señalo.

-No.

-¿Por qué? – Quedé intrigado con esa respuesta negativa.

-No tengo nada sobre mí.

-¿O sea que no sabes quién eres? –Pregunto intrigado, y noto que Khira y Ming están igual.

-No sería creíble viniendo de mí. – Responde secamente cruzándose de brazos.

-Bien. – Digo yo alzando un poco mi torso. – Nosotros tres te describimos, loco. – Digo.

-Háganlo.- Dice de manera descarada, como si nos retara.

-Bien, sigo yo. – Dije. – Eres alto, peligroso, habilidoso, ágil, a la vez eres capaz de mantener la calma en situaciones desesperadas, aunque conservas una actitud guerrera imponente, como es de ti. – Describí.

-Tu cabello es corto, castaño oscuro tirando a negro, ojos marrones oscuros, con lentes aunque de un aspecto ojeroso, luces más joven de lo que eres, tienes buenas manos para todo lo que propones, increíble. – Fue el turno de Khira.

-Eres extremadamente agresivo y letal en combate, tu armadura te hace lucir más corpulento, de lo que eres, a pesar de que te vi cometiendo asesinatos muy atroces, no eres realmente de ser así, simplemente tu forma de luchar tiende a ser terriblemente sanguinaria pero efectiva. – Ming.

-Y yo que ni los describí así.- Dijo Juan.

-Señor pocas palabras, no hace falta, no eres bueno con las palabras pero lo que salió de ti fue… increíble. –Al principio dije eso con ironía, pero luego traté de ser verdadero.

-Bien. – Dice con una voz profunda, como si denotara algún desinterés, pero es su forma de ser. “Su forma de ser, como siempre”.

-Muchachos, prepárense. – Dice mi abuelo y nos levantamos. – Debemos largarnos a casa.

Así fue todo, nos despedimos de esa gente y fuimos volando en ese Helicóptero a casa.

Narrador

*En casa, conversación Juan-Netero*

-Muchacho, ¿podrías venir un momento? – Le dice Netero al inquisidor.

Éste asiente, se acerca al maestro Samurái, intrigado por saber qué desea aquel anciano Samurái, éste señala un asiento para indicarle que se siente ahí, a lo que Juan obedece y atento a escuchar lo que va a decir o tiene que decir.

-Escucha, nuestra familia siempre se ha caracterizado por tener como raros casos, bajas en batalla, pero este fue un caso muy insólito, en que una mujer de mi familia ha muerto asesinada, se llamaba Kari, ella fue asesinada por un sujeto, durante una batalla. – Contó Netero, Juan quedó ligeramente impresionado por los sucesos de aquel entonces.

-Entiendo. – Responde.

-Pocos saben de eso, y fueron hechos que cambiaron mi vida por siempre. – Dice y Juan agacha la mirada. – Lamento tener que decirte todo esto, pero es importante. – La mirada del Inquisidor era penetrante, muy raro debido a sus oscuros ojos, pero tenía una mirada similar a un perro, un lobo. – Si muero con esa historia, jamás se brindará una información importante para nuestro linaje. – Dice Netero con una mirada que denota sufrimiento y dolor.

-¿Hay algo que pueda hacer? – Pregunta Juan levantándose de su lugar mostrando una posición de estar dispuesto a hacer lo necesario.

-No se hijo, me preocupa que si buscas a ese sujeto, te matará, él cuenta con un ejército mejor armado que aquel clan, el clan de los rojos innombrables, y si vas, te asesinarán desde muy lejos. – Dice con mucha preocupación.

“¡Ay abuelito preocupado!”. Juan.

-Entonces hay que ver. – Dice Juan y da media vuelta para marcharse.

-¡No, espera! – Netero levanta la mano como si pudiera agarrarlo. – No hay forma de que lo derrotes, sé que tienes deseos de hacer algo, pero entiende que no se puede, mis nietos jamás se arriesgarán, Ming tampoco, menos tú.  – Juan escuchó todo eso de Netero, pero no responde, solo se retira.

Ésta escena fue contemplada por Ibuki desde una de las puertas al patio, Khira escuchó todo eso desde la ventana de su habitación, Ming estuvo ausente aunque sabe lo sucedido, pero Juan tiene un plan en mente, si no puede solo, buscará otra manera, y demostrará que por una noble causa, hay muchas acciones, muchas manos dispuestas, todo esto finaliza con una escena que muestra a Juan caminando en la calle pensando en el gran plan, Ibuki recostado sobre el granito que sirve de mesa en aquella cocina, Khira en su cama leyendo acerca de la Metodología de la investigación, y Netero sentado en aquella banca, en una posición que denota frustración y de estar muy pensativo, así termina esta pieza.

“Una buena forma de resolver un gran problema deberá ser influyendo sobre demás factores, ¡hay que unir fuerzas, hay que actuar para cumplir un gran propósito!”.

Notas finales:

Es genial para mi hacer éste fic, por lo menos mientras cobre sentido, y para los que no entiendan, el Inquisidor, Juan, tiene un conflicto consigo mismo debido a que los combates sangrientos en los que participó y a no estar acostumbrado a la compañía que tiene y que siempre ha deseado, le dejaron acomplejado mentalmente, cayendo en el error de no valorar el suceso, una tensión que podría calmar después, y la presencia de nueva gente es para algo bueno que se viene.

 

Espero que lo hayan disfrutado, ésta vez se verá determinado a seguir un gran propósito.


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