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El Samurái y el Inquisidor. por Glyphis

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Notas del capitulo:

He dedicado semanas a éste capítulo, a veces ni tuve para hacerlo, así que podía apenas llenarlo, pero ahora aquí está, una parte que para mí personalmente resultó interesante.

 

Espero que les guste...

Capítulo 18: Venganza.

“La muerte es el gran pago por las atrocidades”.

*Planificación*

Juan

“¡Diablos! 6:12 am maduristas, cielo medio oscuro y otra vez vuelvo a soñar con esos alienígenas de mis dibujos…”

Me levanto perturbado por ese sueño que acabo de tener, más bien pesadilla, después de hacer todo recuerdo lo sucedido y lo que me contó el Sensei.

“Debo hacer algo, por más que insista… pero… ¿Qué debo hacer? No se me ocurre nada”. Estaba tomando mi café tranquilamente pero luego no logro tranquilizarme por el hecho de que hay una cuenta sin pagar, y quiero hacerlo.

Terminado el café, estoy afuera, sentado en una silla, pienso y pienso qué debo hacer para vengar la muerte de ella ‘de la hermana del Sensei’.

“La idea es matarlo, sí, pero, ¿Dónde está? ¿Quién o quienes me ayudarán?” Luego de largo rato, se me ocurre una idea. “¡Ya se!” Me levanto. “Se lo diré a Ibuki”. Agarro las llaves y me voy de mi casa hacia la casa de los Momota, voy corriendo. “¡Vamos que me agarra el diablo!”. De tanto correr y pensar en la idea que se me ocurrió, no me doy cuenta de que justo cerca de uno de los portones y jardines casi soy atropellado por un vecino.

¡Beep beeeeep! Corneta y veo que frena de golpe.

-¡Muchacho cuidado que de vaina no te machuco! – Me grita aquel vecino.

-¡Disculpe señor! – Respondo y sigo en lo mío.

Corro y corro hacia la casa de Ibuki, luego casi soy atropellado por otro carro que cruza rápidamente la calle.

-¡Coño de la madre! – Grité e hice un evadir o salto de tigre con gran potencia llegando a la otra acera y manteniéndome lejos del vehículo que ni frenó, simplemente siguió en lo suyo, cosa nada importante. “Pff nimia despensa de sangre”. Seguí en lo mío, al final la muerte no importa si llega.

Llegué a la susodicha casa y noté que solo estaba Ibuki quien salía a recibirme.

-¡Juan! ¿Qué haces aquí? – Dice con los brazos algo levantados y luego los baja dando golpes contra sus muslos.

-¿Dónde están ellos? – Dije respirando pesadamente por la carrera a lo que él me mira con preocupación.

-¿Qué te pasó? Ellos salieron hace rato, deben venir esta tarde. – Responde. – No quise ir con ellos.

-Vine corriendo, casi muero atropellado dos veces. – Dije tratando de calmar la respiración aunque termino ahogado.

-¡Diablos! Mucho cuida…

No pudo completar porque lo abracé sorpresivamente y cerré la puerta y nos caímos al suelo manteniendo el abrazo.

-Ammm… qué romántico pero me aplastas… - Forcejea un poco a lo que lo suelto y nos sentamos justo donde estamos y le doy un beso en la mejilla. – Buen detallito. – Lo miro un poco pesadamente.

-No te preocupes, todo estará bien. – Le dije.

-No dije nada. – Dijo en tono de suspiro.

-Mira. – Y lo hace. – Supongo que sabes mucho lo que pasó con la hermana del Sensei. – Y éste se sorprende y asiente enérgicamente.

-¿Qué pasa con eso? – Dice con un ligero tono de histeria, como si se disparara levemente la ansiedad.

-Aquel que la mató, vive. – Me sigue mirando como si tuviese pánico.

Noto que se encoge con las rodillas al pecho y su cabeza la cubre con sus manos como si fuese a llorar.

-Por favor, ¡No me digas nada de eso! – Dice y hace movimientos de negación con su cabeza. “Tenía que decirlo”. Bajo un poco la mirada.

-La vengaremos. – Y él se calma mirándome con unos ojos algo cerca del llanto.

-Mi tía abuela fue brutalmente asesinada… antes de que yo naciera, antes de Khira incluso… ¿Cómo harás eso? – Me pregunta.

-Tengo un plan. – Ibuki se me acerca para escucharme atentamente.

-Dilo ya.

-Tengo pensado en reunir a nuestros aliados, viajaremos hacia la ubicación del sujeto y lo machacamos, sabemos que tiene un ejército peligroso, pero si no hacemos nada, no la vengaremos, cuento con su ayuda. – Digo y voy en busca de mis cosas.

-Concuerdo contigo, haremos lo que sea necesario. –Dice Ibuki. – Le diremos a Ming y Khira todo eso.

Pasaron horas hasta que aparecieron Ming y Khira juntas, claro, ellas estaban de paseo, no con el resto de la familia, así que les contamos el plan.

-¿Sabes que estás loco?  - Dijo Ming, a lo que negué con la cabeza.

-Una locura.  –Khira. – Pero considero una buena idea.

-Entonces hagámoslo. – Ibuki.

-Estamos de acuerdo al final. – Yo.

-Aja, ¿Cómo iremos? – Ming.

Yo me acerco a ella y le respondo a su duda.

-Tenemos aliados muy cerca, miembros de tu clan participarán, reclútelos. – Ordené.

-Así será. – Me responde y todos asentimos.

-Que no lo sepa el Sensei.-  Digo y todos asienten.

Ibuki y yo paseamos por el centro del club residencial, seguimos dando vueltas en silencio por toda la ruta, hasta que estando cerca de una casa club, Ibuki me habla mientras seguimos.

-Sabes que es una locura lo que haremos, ¿verdad?

-Hijo, si algo sé bien, es que algunas personas por más que lo nieguen, por una acción sería un gran favor. – Le digo como si fuese paternal.

-Pero él se enojará por desobedecerle. – Dice con las manos hacia atrás y la cabeza medio gacha, haciendo que sus cabellos estén más al frente de su cara, “Luce medio emo jeje”. Menos mal que disimulé bien mi ligera risa.

-Lo sé, pero no se quedará así. – Digo levantando la vista, observando el sol y como su luz se descompone en haces de colores en mis lentes, mostrando sus espectros de luz. “Ver el sol, ver como su luz se descompone en mis lentes, me encanta”. – Además, superado el desafío, tenemos toda la capacidad de dirigir tareas propias, nuestro deber es la familia, recuperar su honor.

-Jamás vis eso de ti. – Me dice y me mira. – ¿N…no te quedarás ciego viendo el sol? – Dice algo preocupado.

-Tranquilo, no es por mucho, ya sabes por dónde empezar a reunir las piezas. – Digo con una ligera sonrisa.

-¡Hagamos lo necesario Sempai!

*Unión de ejércitos*

Empezamos por lo primero que tenemos de cerca, el grupo ninja de Ming, idea con la que están de acuerdo por la alianza que mantenemos, y por eliminar a aquel error.

-Estamos de acuerdo hija, prepara a tus soldados, quiero ver cómo cumplen un deber. – Dice el padre de Ming posando sus brazos hacia atrás.

-Xixie, no decepcionaremos. – Ming, y se pone en una posición de pie y firme instando a los demás a prepararse, hasta que uno de ellos me cuestiona.

“Vaya fila de amiguitos…”.

-Gutiérrez, el inquisidor, ¿cómo llegamos hacia los otros aliados, y cómo llegaremos al enemigo? – Pregunta uno de los ninjas.

-Habrá transportes aliados, y hemos enviado a un investigador con todos los datos que tenemos, nos dirá todo.- Respondo y se posiciona con firmeza devolviéndose a su fila, y Ming da una señal para que todos marchen y se preparen.

-Si piensas que tendremos algo para intimidar al enemigo, créeme que todo eso no es nada. – Me dice Ibuki. – Que te quede claro que apenas seleccionas los mejores, no el montón. – Me señala con el dedo como advertencia.

-Sé lo que hago, Ibuki, tengo un plan para eso. –Le digo calmadamente. - ¿Cuál es el tuyo? – Pregunto.

-No hay nada malo, pero el mío es que el ejército luche con fuerzas menores y nosotros 4 nos encargamos de fuerzas mayores. – “Ahora lo entiendo Ibuki, se trata de una lucha sin igual, es tu plan”.

-Entiendo. – Digo.

-Gracias.

Fuimos al aeropuerto, hemos llamado a los aliados del Borneo-akira, los cuales ofrecieron transporte y espías expertos para lo planeado, a lo que fuimos y nos llevaron primero hacia borneo para reunir las tropas necesarias para luego completar con el clan Maru.

-Pase. – Dice un guardia de cabaña.

“Espero saber realmente lo que estoy haciendo”.

Entro al lugar, en el que se escuchan mis pesados pasos sobre el suelo de cemento, dirijo la mirada sólo hacia el capitán general, que me observa por la gran altura que tengo comparado con él,  y soy observado por un poco de personas, Ibuki y Khira se encuentran sentados en unas sillas de campo mientras Ming se encuentra observando unas espadas decoradas, el Capitán General y yo iniciamos una conversación.

-Es más alto de lo que recordaba, muchacho, ¿Qué te trae por aquí? – Dice el capitán general.

-Necesito reunir a todos sus guerreros posibles, para una gran misión. – Dije y todos pararon de laborar, mirándome sorprendidos.

-¿Quién te crees que eres? – Me repudió un soldado con cierto tono de amargura y burla.

-¿A caso comandas? – Me dijo otro que luego mira a un compañero y susurra en su idioma natal, a su vez ladeando la cabeza ligeramente en señal de negación.

-Este sujeto no sabe lo que dice. – Dice una mujer al servicio que deja una caja en una mesa.

-Está loco. – Dijo otro sujeto y murmullos por todos lados.

“No les gustó”.

EL Capitán General levanta la mano, haciendo que paren.

-¡Silencio! – Exclama. – Probablemente ustedes son los que no saben nada, ¿o sí? – Y todos se callaron, quedándose observando. – Dime, ¿Cuál es el propósito? – Pregunta.

-Vengar la muerte de la hermana de Netero Momota. – Y todos se quedan mirándome. “¿Sorprendidos? Ja”.

-¿¡Están de acuerdo todos!? – Pregunta el Capitán General.

Todos se levantan y empiezan a armarse, asintiendo.

-¿Cuándo? – Pregunta el mismo Capitán, a lo que yo me acerco a un mapa del mundo para saber de las zonas en las que fueron los espías.

-Cuando los espías den la información. – Digo en un tono amargo, mientras él estaba detrás de mí, observo el mapa mientras éste le hacía señales a sus guerreros. -¿Mombasa, Kenya? – Digo algo impresionado. - ¿Por qué a Kenya? – pregunto sorprendido.

- Porque ahí es donde se ha visto por última vez, hay que confirmarlo.

-Entiendo. – “¡Ah, entiendo! Jambo bwana, mzuri sana, hakuna matata…”.

-Espera. – Dice Ming. - ¿Reúnes al ejercito sin saber si encontraremos a los objetivos? – Cuestiona, a lo que todos me miran.

-Lo encontraremos, no importa qué, prepararemos fuerzas y la vengaremos a ella. – Cierro mi puño derecho como señal de determinación.

-Será un honor hacerlo. – Dice un maestro del Bushido que estaba con nosotros en la cabaña y se retiró.

-Él prepara samuráis, lo que ustedes necesitan. – Se refiere a nosotros 3, los Samuráis, y a Ming, la ninja.

-Entendido. – Digo.

Luego subimos al helicóptero y mientras despegaba, Los 4 vemos como los guerreros se preparan para formar parte del ejército, una vez en la altura adecuada, fuimos al último clan aliado por reunir, y para cumplir una promesa hecha a 2 aliados en particular...

“Justamente llegamos por alguna necesidad…”.

-Llegamos y espero que no les sorprenda que haya un montón de gente apuntándonos. – Anuncia el copiloto.

-¿¡Queeeee!? – Exclama Ibuki.

-¿Quiénes? – Khira.

-¡Diablos!- Ming al observar.

Yo echo un ojo por el vidrio y… “Ergaaaa”. Todo un gentío con sus armas apuntándonos, escuchamos un megáfono, era del piloto.

-¡Dennos permiso que vamos a aterrizar esta porquería con cara de cocodrilo para hablar y les trajimos lo que admiran, idiotas! – “Vaya forma de hablarles”.

-No fue muy educado, señor. – Dice Ibuki y el piloto me mira a través del retrovisor y pongo mi mano derecha sobre el hombro izquierdo de Ibuki y asiento, dándole la razón al chico, después el sujeto se centra en el manejo del vehículo.

-Bueno, al menos nos reconocerán. – Dice Khira con una leve sonrisa.

-Si claro, ¿Tengo que ser invisible? – Dice Ming.

-No, solo preséntate y verás. – Le responde Khira.

“Preguntarán más por el abuelito…”

Bajamos y mara mi sorpresa nos topamos primeramente con Shum, el viejo amigo de Netero, posaba calmadamente con las manos hacia el lumbar, como todo un señor sereno y maduro.

-¿Y dónde está Netero? – “Ya lo dije”. – Pensé que estaría con ustedes. – Y notamos que los milicianos se miran entre si confundidos, se nos acerca aquel guardia Samurái gordo y barbudo, nada desagradable, es muy amistoso.

Con el dorso de mi mano toco el brazo derecho de Ibuki y éste habla.

-Lo dejamos en casa, nosotros estamos planeando reunir al ejército para una gran misión, debemos vengar a la hermana del Sensei, debemos honrar nuestra sangre, no sufriremos mas ésta desgracia. – “No quería hablar”.

-Ah su oscura historia… entiendo. – Dice Shum cerrando los ojos con una muestra de pesar.

-Le avisaré a mis guerreros, ¿Quién se encargará de dirigirlos? – Dice el barbudo.

-No sabemos muy bien, nosotros lo tenemos planeado, tenemos a los Ninjas de Ming, al ejército del Borneo-Akira y a ustedes, Clan Maru. – Dice Khira.

*Líder por sorpresa*

-¡Yo lideraré todo el ejército, y las divisiones las liderarán sus correspondientes! – Exclamé por fin.

-¿¡Que!? Se preguntan varios y Shum me mira sorprendido. “Sorprendo un mundo entero…”.

-¿Estás…? – Ming, a lo que asiento inmediatamente.

-Completamente seguro, ¡Prepárense, ya encontraron al sujeto, en Kenya! – Respondí y dije esto dando media vuelta hacia el helicóptero, pero paré por una conocida voz.

-Prepararé a los míos, diste la orden, ahora solo debo hacer que se armen de valor y metal. – Volteé a ver a Keiko Maru, el líder del clan aliado con su armadura puesta. – Un gusto verte, gracias por venir. – Sonríe. – Necesitábamos saber de ustedes y del Sensei. – “Ah claro, el abuelito consolador está desconsolado hoy”.

-Está bien, se sorprenderá bastante de lo que haremos. –Respondo.

-¡Inquisidor! – Oigo una voz juvenil, era Hiroyuki, el rubio. - ¡Sabía que volveríamos a verte! – Dice alegre mostrando frente de sí su Nihontou enfundada, a su lado está Nobunaga, sonriendo pero callado, los saludé con la mano.

-¡Hola! Me alegra de verles, y esta vez nosotros necesitamos su ayuda. – Dije a lo que mis muchachos y éstos dos asienten. “Cuento con lo necesario ahora”.

Escucho una voz femenina, es la de aquel clan que hemos rescatado con sus proselitistas, el clan Tao, ahora es el clan Misato Migune, solo cuenta con los 12 proselitistas rojos y ella vestida de guerrera del Bushido, algo inusual para nosotros.

-Jóvenes, un gusto verles, estamos listos para cumplir con el favor que les debemos por la libertad.

-¿Misato? – Preguntamos.

-Así es, con mis 12 guerreros.

-¿Qué haces? ¡Podría salir mal! – Dice Ibuki preocupado.

-No, ahora nosotros contamos con valentía suficiente para llevar a cabo lo que sea, nos unimos. – Dice y levanta su mano para que no discutamos, a lo que yo asiento y ella sonríe.

-¿Listos? ¡A moverse! – Dice el líder del clan y todos los milicianos y Samuráis se preparan, llegan varios helicópteros de los del clan de Borneo y algunos que disponen los azules y todos se suben.

“A Kenya, ahí cumpliremos con lo debido”. EL recorrido al menos para nosotros seis (Ibuki, Khira, Ming, Nobunaga y Hiroyuki) fue silencioso, éstos dos se dispusieron a luchar junto a nosotros con sus armaduras convencionales azules celeste con ribetas doradas, similares a la de Ibuki, solo que la de él es azul real intenso.

No paro de mirar a esos dos tratando de analizarlos, no es que me gusten mucho, hay algo que me intriga. “Éstos dos tienen valor, lucharán con nosotros”.

Llegamos a Kenya, veo el paisaje que es fantástico, una hermosura de lugar y logro divisar de cerca el Lago Victoria.

-¡Llegamos al País, aterrizaremos en un campamento que improvisamos con unos sujetos, no sucede nada, les informo a todas las unidades que todo está bajo control y nuestro líder hablará razonablemente con los Kenyatas! – Dice el capitán General por radio y se refiere a mi como su líder. “Ahora si dirijo algo, soy el líder”.

-Me sorprende que tomes el liderazgo, Juan. – Dice Ibuki.

-Así es, a mi igual, creo que ya quieres tomar algo, bien hecho. – Khira.

-Wow… creo que todo saldrá bien, solo confiemos en nuestras habilidades. – Dice Ming.

-Serás excelente, estamos al favor. – Hiroyuki.

-Adelante. – Nobunaga.

-Vaya que ustedes dos deciden venir por algo, ujum sí. – Khira insinuando algo.

-Tranquila Khira. – Me levanto y toco su hombro derecho con mi mano derecha estando frente de ella, al decirle eso y me marcho hacia la puerta cuando veo nuestra zona de aterrizaje.

“Jambo, Jambo bwana, habari gani, mzuri sana, wageni, wakari bicwha, Kenya yetu, hakuna matata…”. Recuerdo la canción de bienvenida a Kenya y muestro una sonrisa con una ligera pizca de tristeza al pensar en que podría salir algo muy mal, no pudo verme nadie por el casco puesto.

Aterrizamos y nos encontramos con personas del lugar, gente de Kenya, veo a un hombre alto y musculoso que parece ser el líder, al bajar nos acercamos a él, todo el ejército mío y de él nos reunimos y nos dirigimos la mirada. “Ese tipo es alto, pero no me supera en altura”.

-Me llamo Mtanzu, mucho gusto. – Dice y estrechamos la mano. – Soy sargento mayor, mis hombres y mujeres se preparan para ayudarlos en lo que nos solicitaron. Me dijo y yo asentí.

-Soy Juan, lidero a éste ejército y espero que coordinemos para llevar a cabo esto, apenas somos 50, con un puñado de ustedes seremos 70 contra varios, nuestros espías han dicho que hay un gran ejército enemigo liderado por el asesino.

-Entiendo, vengan conmigo. – Nosotros 4, Misato, el Capitán General y Keiko fuimos hacia donde nos indicó y observé a mis guerreros y a los soldados conversar como si trataran de conocerse, tratando de entender sus diferencias.

-¿Nos lleva a los líderes? – Pregunta Keiko, a lo que sin mirarnos asiente Mtanzu (Mitansu).

-A los 2, el general y el comandante, ya llegamos. – Dice y vemos que es dentro de una tienda de campaña grande, de esas militares.

-Saludos señores, ¿Cómo están? – Dice el General.

-Bien. – Asiento, nos sentamos en las sillas que nos dieron unos sujetos y miramos a los líderes.

-Señores, el General se llama Mbuara (Se pronuncia como tal), y el comandante es Kilyajaro, coordinaremos con ustedes.-  Dice el Sargento Mtanzu.

-Entendido, así venceremos al enemigo. – Dije. – Asaltaremos su campamento ubicado en una zona desértica.

-Si. – Dice el comandante.

-Y debemos preparar a sus soldados porque son numerosos enemigos, cientos diría yo. – Dije poniendo mis manos en mi lumbar aunque me separa la espina dorsal de mi armadura.

-Si. – Nuevamente el comandante.

-Y me haré cargo del líder, informen a todos que la prioridad de ellos es acabar con las fuerzas, la mía es venganza.

-Entendido. – Dice el general, mientras los demás Keniatas empiezan a movilizarse y mirarnos conversar a la vez.

-¡Salgamos! – Alcé. – ¡A mi guerreros! – Dije a los tres acompañantes míos quienes me miraron sorprendidos, pero se levantaron y me siguieron.

-Oye. – Me dice el comandante, a lo que doy media vuelta para mirarle. – Quiero que sepas que tú lideras la facción entera, diríjalos, nosotros ordenaremos desde acá, el Sargento estará contigo. – Asentí sin queja alguna.

Hemos terminado de discutir el asunto, todos los equipos se preparan para la misión, los helicópteros van llenándose de combustible y munición, pues se tratan de vehículos de guerra, en especial los Mil mi o Hind, traídos de Rusia.

Hemos subido a los pájaros y despegamos, contemplamos cómo todo el ejército dirigido por mí se desplaza por tierra y aire, estuvimos un extenso rato hasta llegar a su ubicación.

“Increíble… pero muchos bajo mi mando morirán, pero derrotaremos a el enemigo.”

*Encontrado, pague su error*.

-Estamos justo en su ubicación, ¡Aterricen y todas las unidades, despliéguense! – Dice el comandante desde la radio y los vehículos van ubicándose  en el suelo mientras llegan Jeeps y camiones de transporte militar.

-¡Ataquen! – Grité yo por radio y empezaron a sonar disparos, se abren las puertas de los helicópteros y salimos todos.

-¡Luchemos, gloria a la familia! – Grita Ibuki y con su alabarda doble se acerca a unos hostiles.

-¡Te cubro! – Grita Khira acribillando enemigos con sus flechas.

-¡Aterrizaron demasiado cerca, EMBOSCADAAAA!- Grita un enemigo de aspecto caucásico.

-¡Fue muy rápido! ¿¡Por qué no supimos nada de su acercamiento!? – Grita otro igual.

-¡Adelante! – Exclamé yo y nos lanzamos los 6 (Ibuki, Khira, Ming, Nobunaga, Hiroyuki y yo) al combate, corrimos hacia el edificio abandonado que sirve de base para el enemigo, seguimos corriendo junto a los Ninjas y Samuráis, abatiendo a todo enemigo que se cruce por delante.

“Lo vamos a lograr”

Sigo corriendo mientras veo a los milicianos y tiradores aliados acabar con los enemigos,  casi sufro un accidente de no haber frenado, uno de nuestros Samuráis, el barbudo, eleva a un hostil quien intentaba sin éxito matarlo a tiros con una pistola, lo avienta al suelo con su espada clavada en su abdomen y lo mata al instante, nos acercamos a la barrera enemiga e informo a mis muchachos de lo que haré.

-Muchachos,  quédense acá a combatir al enemigo, el líder está adentro, lo mataré personalmente. – Señalo el edificio abandonado, pequeño y gris.

-Entendido. – Dicen todos.

-Espero que lo logres. – Me palmea la espalda Ibuki. –Hazlo por nosotros. – Asiento.

-Aire de guerrero. – Dice Khira mientras lanza flechas hacia unos francotiradores, y se voltea a mirarme. – Te caracteriza, ¡hazlo relucir! – Dice de forma animante y yo muestro mi puño en señal de que lo haré, a la vez asintiendo y ella sigue en lo suyo.

-¡Haz que pague, por la victoria! – Dice Ming y yo palmeo su hombro izquierdo y tomo mi Sydonai ‘Vadamai y me lanzo de una carrera acabando con los hostiles por delante de mí.

-¡Ha vish’mek, vuirokk kiv finshu! – Grité mientras suenan los disparos a mí alrededor, casi soy alcanzado por uno en la cara, pero seguí adelante, a pesar de haber visto eso como si estuviese en cámara lenta.

Estando cerca del edificio, estalla una granada debajo de mí, en el aire logro ver como el comandante y el general son heridos, pero logran sobrevivir levantándose y disparando a varios hostiles y un Samurái logra decapitar a otro, haciendo que un chorro de sangre se esparza por el aire, luego caigo al suelo inconsciente, lo último que pude escuchar era a alguien darme por muerto.

-¡Uno de los peligros murió, sigan luchando! – Gritó aquel, y perdí fuerzas para moverme.

“¿Qué pasó? Está oscuro… ¿Dónde estoy?”

-¿Me reciben? – Puedo ver mi cuerpo pero todo el ambiente es negro, como si yo fuese la única fuente de luz en medio del vacío. -¿Hay alguien aquí? – Exclamo.

“No parece haber nadie… la granada… no siento nada, ni dolor, nada en absoluto… creo que he muerto”.

-No lo estás. – Me sobresalté al escuchar esa voz, vi una mujer baja, japonesa, piel muy pálida, parecida a Shiria más que todo… - No te preocupes, seguirás con vida, ahora escúchame.

-¿Quién eres? -  Pregunté. - ¿Y qué haces aquí?

-Soy la hermana del Sensei, la que están vengando, y vine a dejarte un mensaje.

-¿Qué? – Suspiré.

-Lo que dije, tranquilo. – Responde.

-Lo sé, pero es extraño. – Dije.

“Es muy raro, no creo en eso de que me hablen espíritus”.

-Escucha, debes saber que mi hermano desde que morí, jamás ha sido el mismo, lo ves sereno, normal, tranquilo, pero ahora se ha vuelto alguien despiadado, hasta con su familia, sino, que te expliquen las cicatrices de los Samuráis, y las tuyas. – Me dice en son de serenidad y preocupación.

-¿Cómo? ¿Entonces…?

-Sí, puede parecer que se asusta con los cráneos. – “Ya olvidaba ese hecho”. –Pero en realidad él ha sido tan cruel que los cráneos que entregaba eran destruidos personalmente por él, lo sé porque lo he visto, ahora no puede, pero ten cuidado, un error, y tu cráneo se hará fragmentos, a él no le importa demasiado las consecuencias. – Me dice, haciéndome cambiar mi modo de verlo.

-Entonces… he visto una fachada de persona… ¿Qué puedo hacer? – Pregunté.

-Nada, todo debe seguir como es ahora, lo sabes, pero no te debe importar, si sabes que él aun así, hizo grandes cosas, ahora que está muy viejo, ustedes tomen su lugar en todo.

-Entiendo. – Dije.

-Queda muy poco tiempo, me debo retirar, hasta luego, inquisidor. – Me dice y se desvanece por el vacío.

-¡Espera! – Intenté alcanzarla en vano, pero se fue, dejando solo sus palabras.

-Nos vemos a la próxima, cuida mis sobrinos…

Y desperté, viendo cómo un Samurái asesina a un enemigo, pero recibe varios disparos y muere, me levanto rápido a buscar a los enemigos, pero al verlos ya fueron fusilados.

“¿Qué quiso decir ella con todo esto? No importa, hay cosas más importantes, pensaré eso luego”.

 Y seguí al edificio antes de que otra cosa sucediera y divisé la entrada, corrí aunque seguía aturdido por el suceso descomunal, y me encontré con un obstáculo.

“Puerta bloqueada” Noté que la puerta la bloquearon con una mesa. “No hay problema, la derribaré”. Y corro con más fuerza haciendo un tecleo, una carga que destruye a varios hostiles y la madera, lo hice justo cuando tuve la oportunidad y para mi sorpresa, habían cargas Claymore, que explotaron aunque mi armadura me protegió gran parte de mi cuerpo, salí herido en las manos y cuello, aun así no me he inmutado.

-¡Ah diablos! – Exclamé al ser ligeramente aturdido por otra explosión y el exceso de polvo. - ¡Es como Afganistán! – Exclamé en modo queja.

-¡RPG! – Grita un sujeto y una explosión suena y tiembla el lugar.

-¡Coño! – Grité. “¡Van a derribar todo!”. Noté que detrás de mí se acercaba un sujeto a asesinarme.

-¡Pagarás insolente! – Grita y me agarra aunque logro agarrarlo de la parte de atrás de su chaleco y lanzarlo hacia delante, inhabilitándolo, cuando se levanta, le clavo una daga de mi muñeca izquierda, a su aorta y queda incapacitado aunque no muerto, lo miro y noto que era el líder, luego empiezan a disparar otros sujetos, a los que me les acerco y los mato con mi espada, cayeron abatidos y otro dispuesto al combate cuerpo a cuerpo me lanza una patada a mi mano, haciéndome perder la espada, a lo que lo bloqueo con mis brazos.

-¡Maldición!-  Dije mientras hacía un esfuerzo por evitar que me matara con un cuchillo.

-¡Muere maldito bicho raro! – Grita. - ¡Acabas de herir al jefe, pagarás por lo que hiciste, lo pagarás caro!

Tras eso, lo aturdo de un cabezazo que pude acertar oportunamente, quedó aturdido así que usé una espada que tenía en la armadura de mi pierna derecha, usada para asesinar, lo hice y cayó abatido, noté el exceso de sangre que había.

“Nuevamente, sangre que no limpiaré”.

-¡Por Rashad! – Grita un sujeto que se acerca rápidamente hacia mí. – ¡Te aplastaré!

Le clavé mi espada zurda, Thel ‘Vadamai, en el abdomen, lo levanté al aire y lo tumbé al suelo, luego con fuerza ascendí a su cabeza, partiéndolo en dos y matándolo, cuando me volví a levantar y recoger mi otra espada, noté que había alguien, me sorprendió el saber quién era.

“Tengo mi espada, perfecto, a por el sujeto, espera, ¿Quién es…? No puede ser.”

Netero

Fui llamado hasta acá, me informaron de todo, cosa que me dejó totalmente impresionado, aterrizó el helicóptero en el que estaba y salí rápidamente a luchar contra unos cuantos.

-¡Sensei, que gusto verle! – Grita uno de mis aliados Samurái. -¡Un honor luchar a su lado!

-¿Dónde están mis nietos? – Le pregunté.

-En el frente de la barrica… - ¡Bum! Suena una explosión cerca de nosotros.

-¡Granadas, cuidado! – Dice un miliciano y nos movemos.

-¡En la barrera! – Miro al guerrero. - ¡Están machacando a los que cubren ese edificio!

-Entendido, ¡gracias! – Y corro con rapidez que no pude ser visto por los enemigos, y llegué al lugar contemplando una escena que me llenó de orgullo y valor para seguir.

“Estos saben que es aliarse”

Vi a Misato, con sus 12 hombres combatiendo al enemigo que dispara a sus armaduras, y cubriéndose mutuamente, junto a mi viejo amigo, Keiko, y a Nobunaga e Hiroyuiki, combatiendo hostiles que intentaba matarlos con machetes, éstos me miran y asentimos mutuamente, y vi a los de Borneo luchar con fuerza.

-¡Sigan así guerreros! – Dije para motivarlos a luchar más.

Vi que el capitán general llevaba consigo un Stinger, un lanzacohetes que usó contra un rincón del edificio.

-¿Has visto a Juan? – Dije cuando maté con mi Nodachi a un sujeto que intentaba matarlo por detrás con una pistola.

-¿Al Inquisidor? – Me pregunta y me mira, a lo que asiento y acabo con otro sujeto enemigo que se acerca, y observo como batallan los ejércitos contra enemigos, los Keniatas fusilando a todos, hasta vi una mujer keniata hacer explotar el cráneo de un enemigo con su escopeta, dejando un gran charco de sangre.

-El mismo, ¿entró al edificio? – Pregunto.

-Si, hay disparos dentro del lugar. – Salgo corriendo al lugar.

Estuve acabando con los enemigos que intentaba entrar, cosa que impedí, todo sin que supieran, por lo que no oponían resistencia, divisé a uno pero no era el líder, sólo estaba disparando a unos sujetos aliados, que por cierto, los mató de varios disparos, así que lo abatí y me situé en la entrada del edificio, vi como un sujeto, en medio del polvo saliendo, es tumbado al suelo con brutal fuerza y destripado inmediatamente, miré y era Juan y mi ansiedad se disparó cuando vi al asesino de mi hermana, de rodillas, herido, recordé aquella visión.

“No pensé que todo eso fuese real, ¡fue una predicción! Ahora que lo pienso, no sé qué me pasa, ¿por qué de repente estoy congelado? Y, ¿Por qué esos escalofríos?”

Me mira sorprendido Juan, pude ver sus ojos, y luego se dirige al sujeto.

-Juan, ¡espera! – No hace caso y alza su espada de venas rojizas.

-Sensei… - Dice, a lo que lo observo, su vigor, su furia. - ¡Vengaré a tu hermana, maestro, el desgraciado es mi presa! -  * Yfzzz* Vi como violentamente lanzó su espada, decapitándolo, vi su cabeza caer al suelo, cómo su sangre se derramó al suelo, poniendo fin a su vida… a su existencia.

“Finalizó su existencia, finalizó los años de deshonor… increíble”.

-Juan… ¡Lo mataste! – Dije y me arrodillé rendido.

-¿A caso debe vivir ese desgraciado? – Me pregunta  con un tono rústico. -  Él lo merecía, ahora hice un gran favor, vámonos. –Nuevamente con esa voz brusca, a lo que me levanto observando por última vez el cadáver y los demás muertos, luego doy media vuelta siguiendo al alto guerrero.

“Gracias” Sonreí ligeramente y orgulloso de lo que ha hecho, de mis guerreros.

Notamos que cesaron los tiros y miramos a todos lados, vimos cómo algunos remataban a aquellos que seguían con vida, hasta vimos al Sargento Mtanzu acabar de un solo golpe a un enemigo, el mismo me informó de todo.

-¡Se acabaron los enemigos, somos victoriosos, una muerte fue vengada con cientos, nuestros caídos lucharon con mucho honor y gloria y los que vivimos celebramos la victoria! –Exclamó con fuerza el Sargento, a su vez lanza disparos al aire con un fusil Kalashnikov. - ¡Victoria!

-¡VICTORIA, HURRA! – Gritan todos victoriosos, tras luchar demasiado.

“Éstos guerreros valientes…” No dejaba de observar a todos los que lucharon, vi que se nos acercaba el Sargento y nos habló.

-¿Ya acabaron con él? – Pregunta, a lo que Juan señala al cadáver. – Precioso, vámonos, se acabó esta basura. – Todos asentimos.

-Vámonos a casa hijos. – Cuando nos reunimos. – tenemos asuntos de que hablar.

Finaliza con todos nosotros subiendo en helicópteros, nosotros 5 en uno directo a nuestro hogar, tengo mucho en qué pensar sobre lo que sucedió y en qué reflexionar.

*Victoria imperecedera*

Juan

Estamos en casa de los Momota, nosotros discutimos acerca de lo sucedido en Kenya.

‘Obsérvese un escenario en el que Keniatas luchaban contra fuerzas caucásicas, desértico, muchos hombres y mujeres combatiendo con armas’.

Pudimos caer muertos de no ser por el ejército aliado, aun así logramos cumplir nuestro objetivo al que nos comprometimos para hacer algo grande, demostrando el valor que tenemos, aun así el Sensei no parecía contento con lo sucedido, por eso tenemos esa discusión.

-¿Por qué no me avisaron? – Dice el Sensei, con algo de enojo.

-Porque nos denegarías. –Responde Khira.

-Porque así te demostraríamos que podemos lograr por nuestra cuenta grandes cosas. – Responde Ibuki.

-Yo solo los seguí. – Ming levantando las manos como si dijera ‘a mí no me metan en eso’ a lo que los dos la miraron con algo de enojo. -¿¡Qué!? – Pregunta un poco sorprendida. “Pobrecita”, y mira a Netero. –Está bien, había un gran propósito que seguir y por eso lo hicimos, salió todo bien aunque varios de los míos cayeron muertos.

‘Escenario: Desértico, véase varios ninjas caídos y algunos Samuráis y Keniatas, sangre debajo de sus cuerpos.’

“Por lo menos no tuve que limpiar la sangre”. Mi tema con la limpieza de sangre.

-Bien, y, ¿Quién los lideró? – Interroga el Sensei.

-Él. – Me señalan acusadoramente. “Si son vivos…”.  Los miro con cierta sorpresa.

El aire se torna pesado para mí, el Sensei me mira fijamente, una mirada que me deja pasmado, no por miedo, sino por el simple hecho de que es de esas veces que se busca a través de la mirada algún problema…

Se sienta Netero y alza ligeramente la mirada para instarnos a que hagamos lo mismo, nos sentamos en los muebles, a mí me logró tranquilizar apenas, no sé si ellos estén en lo mismo que yo.

-Hijo. – Habla Netero y levanta su mano derecha, hecha puño y luego levanta el dedo índice. – Hiciste algo honorable tras tomar todo ese liderazgo, algo que no creí en ti, podrías valerte perfectamente por tu cuenta, pero dirigir ese ejército. – Mueve sus manos como cuando un tutor o una directora da explicaciones. – Ha sido algo que me impresionó, pero hay algo más relevante del que hablar, a mi hermana le habría encantado saber que vengaron su muerte, estoy agradecido y a la vez orgulloso de ustedes, por lo que hicieron. – Cierra los ojos y respira con más tranquilidad.

“Hay más razones para tomárselo con más calma y era de esperarse que lo hiciera”.

-No esperaba esos resultados, los esfuerzos míos rindieron mucho más de lo esperado, he sido totalmente capaz de presenciar cómo todo sucedía, como lo asesinaste, como ustedes dieron lucha sin siquiera esforzarse demasiado, supieron hacer las cosas mucho mejor que en el entrenamiento, que estuviesen acompañados de muchos Samuráis y Ninjas lo hacía más épico, nunca presencié grandes batallas así, y ustedes me demostraron una mejor.

‘Véase el ejercito de combate cuerpo a cuerpo luchando contra los hostiles que portan machetes, y luego un perfil de Juan lanzándose al combate’.

-Gracias Abuelo. –Dice Ibuki.

-Gracias Abuelo, mejoramos mucho gracias a ti. – Khira.

-Gracias Sensei, es un honor servirle. – Ming, agacha la cabeza en señal de respeto, a lo que sonríe conmovido y orgulloso.

-Muchacho, a ti no te podría perdonar un fracaso. –Sentí escalofríos cuando me dijo eso. “Uy muchacho -.-‘ vas para muerto”. – Pero demostraste hacerlo todo a la perfección y eso significa que por ti salieron bien las cosas a pesar de todo lo sucedido. – Me dice Netero. “Ese abuelito consolador de nuevo”. – Un excelente trabajo. – Dirige su mano a mí, a lo que la tomo y hacemos un saludo y asentimos mutuamente.

-Gracias. – Le dije y me retiro, culminando la discusión.

*Bonus*

-¡Ah por cierto! (O.O) Se me olvidó mostrarles algo 7u7 – Dije y saqué de un saco varias calaveras, antes de que nos fuéramos las despellejé. – La del centro es del asesino (._.) y el resto son de algunos rusos que maté…

-TT.TT ¡AAAAAAH! – Salta el Sensei hacia la lámpara colgando. “La misma de siempre”. Y en eso llegan inmediatamente los otros dos más miedosos…

-¡MAS CALAVERAAAAAAS! – Y salen corriendo por toda la casa despavoridos, salgo y pongo las calaveras al incinerador y cuando regreso están los tres correteando y lloriqueando.

-¡Vienen los muertos a mi casita y se me ponen las canas verdes! T.T – Dice Shiria en llanto y haciendo como quisiera arrancarse el cabello.

-¡Me ponen mariquita esos huesos! ¿¡Por queeee!? – Chilla Koida, y éste se golpea contra la pared y cae al mueble y luego cae al piso.

-¡Padre, te desheredo desgraciado! – Netero a punto de infartarse, corre y vuelve a la lámpara.

Nosotros nos reímos viendo este show dramático que arman los adultos, los cráneos asustan a todos menos a nosotros, que morimos a carcajadas echados al suelo.

-JAJAJAJAJAJAJAJAJA. – Nos reímos.

“JAJAJA ¡Coño de su madre! Siempre es bueno el humor JAJAJAJAJAJA”

-Me pregunto, ¿Por qué tienen que traer esos wakis por aca? – Grita Shiria aun sollozando del miedo.

“JAJAJAJAJAAJAJA Wakis JAJAJAJAJAJAJA”

Definitivamente gritan más incoherencias de lo pensado, ahora sí me doy por retirado hasta que escuché un ruido de un golpe y vidrio romperse… la lámpara se desprendió del techo y se rompió, y el Sensei sale corriendo escaleras arriba, medio sollozando.

-¿Ahora como hago para controlar a mis locos? – Me dice Ibuki medio dramático.

-Pues déjalos, se les pa…- Me interrumpe un grito.

-¡Finalmente tengo que llamar a alguna curita porque ya no soporto que hayan muertos en la casa! ¿¡Por qué tiene que pasar esto!? ¡Es terriblemente espantoso el cranero falta el cráneo de cabraaaaa! – Grita en llanto Koida.

-Se les pasará. – Dije medio neutral y me retiré.

-¡Tío no te vayas a meter ese control por el cu…! – Grita Khira.

-¡AAAAAAAH MALACHUTAAAAA! –Grita Koida.

-¡Necesito un médico! – Grita Khira.

-Esto se va a descontrolar… - Ming

-¡Ayudaaaa! – Ibuki.

Termino riéndome de lo que sucede mientras doy la espalda al hogar, contemplando el atardecer  y sabiendo la victoria que pude saborear hoy, gran victoria.

Recordé lo que dijo ella, cerré los ojos llegando a una conclusión.

“Quien nos entrenó, perdió algo de su cordura sólo por una pérdida, podría ser que si algo fallara, nos mataría a todos, temo por Ibuki y Khira, y Ming.”

Finalizada.

“La muerte ha sido la manera de cortar el evento persistente o el problema existente, ha sido la manera de vengar a una víctima, eliminando así el error de años anteriores, y solo persistirán sus fantasmas… hasta su suceso final”.

Notas finales:

Espero que lo hayan disfrutado, de todos, éste fue el más largo.


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