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El Samurái y el Inquisidor. por Glyphis

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Notas del capitulo:

Mientras no pienso guardarme esto, seguirá hasta el final, no espero la gran cosa que aprendizaje.

Capítulo 2: El Llanero.

1999, Portuguesa, Venezuela:

Una partida de nacimiento, pues se presentó a alguien que nació en 1998, Juan Gutiérrez, luego, 2 años después, pasa su madre con él, cerca de una cafetería, Netero pudo divisarlo, pues tomaba un café tras acostumbrarse a la vida en el lugar, y tiene una visión rara, ve al mismo ser extraño, solo es que más claro a pesar de que todo estaba oscuro, habían luces de su armadura y había un hombre desconocido, pues no veía su rostro, dijo lo siguiente:

-Vengaré a tu hermana, maestro, el desgraciado es mi presa * Yfzzz* (Desenfunda un arma brillante azul con líneas rojas, una espada, tan brillante que cegaba)  *Szhiinck* Contempla un charco de sangre, nota que el ser lo decapitó y todo desapareció.

-Fuuuh vaya…

-¿Pasa algo, señor? ¿El café es demasiado amargo?

-No, querida, demasiado café para el momento, lo llevaré y tomaré más tarde.

-¡Como gustes!

Netero:

-Diablos, como veo monstruos donde no hay- Maldice en voz baja, mientras camina en la calle.

Quizás debería meditar, siempre he tenido visiones pero es la primera vez que tengo visiones indirectas, no logro descifrar lo que veo, ¿monstruos de 4 mandíbulas largas y dentadas?  ¿Armaduras doradas y carmesí? ¿Espadas de luz azul y una de color ámbar?, bueno, pero más importante aún, ver a ese niño me causó la reciente visión, tal vez el destino tiene  muchas sorpresas, entre ellas extraños demonios brillantes y eso que no creo en ninguna entidad espiritual.

Pasan los años, creí olvidar todo, actualmente en 2015 estoy entrenando a mis nietos Ibuki y Khira, a decir verdad, no son los únicos, he entrenado a otros que me conocen y quieren convertirse en maestros en artes marciales, pero mis nietos recibieron entrenamiento más pronto y especial, por lo que son más fuertes, a decir verdad, ese entrenamiento casi los mata, pero ellos dos son más fuertes.

-¡Cuidado! ¡Vas a romper ese…!- Crash! –Jarrón… bueno, vale menos que fortalecerte, pero… no importa.

-Lo siento abuelo, yo…

-No te preocupes, ya no vale nada.

Ibuki:

Sí que soy muy guapo… me miro en el espejo desnudo y vaya que este tipo de cosas te hacen más guapo, me pregunto si a otros les seré atractivo, sí, me gustan los de mi mismo sexo, y sí, mi abuelo lo sabe, el placer no tiene género así que puedo estar con quien quiera, aunque mi abuelo me prohíbe amistades porque la gente aquí es muy superficial y primitiva en muchos aspectos, sobretodo por su religión católica la cual los hace prejuiciosos, pero no los culpo, es culpa de los fósiles, voy a salir.

-Abuelo, saldré un rato al parque.

-Bien, regresa cuando quieras.

¡Soy libre! Y… ¿Khira?

-¿A dónde vas?

-Al centro de esta urbanización, quiero andar, ¿me acompañas?

-No, tengo cosas que hacer, solo no te juntes con imbéciles mala influencia.

-Ya no deberían repetirme eso.

-Lo sé, cuídate.

Pero no sé qué es estar con alguien…

Ibuki realmente no conocía a nadie, hasta recién, cuando en el espacio vacío encuentra un ser.

“Al menos no hay nadie, nadie aguanta este fuerte calor como nosotros” pensó…

Juan:

_Juan Gutiérrez, 17 años, bisexual, tuve una vida normal, o eso me parece, con la excepción de que casi no tuve amigos, de hecho en el pasado era muy rechazado, no entendía demasiado los motivos, nunca me dejaron jugar con ellos, solo pocas veces que los obligaban, solían decir que estaban completos, a veces era falso, pues contaba el número y era impar y solo eran 2 equipos, en la secundaria pasaba algo similar, solo es que ahora no me interesaba ni demasiado en jugar sus estúpidos juegos, y con el tiempo me fui dando cuenta de muchas cosas, antes era agresivo, pero supongo que de alguna forma debía descargar la rabia aunque no me gustaba lastimar a las personas por lo que nunca lo hice, me temían pero bueno, esa no debió ser la razón, pero si tuviese esa mentalidad que tengo ahora, solo habría dedicado mi infancia en ser más fuerte y mejor para mí mismo, aprovechando que ahora soy fuerte y atractivo, si, no tengo esa autoestima baja, antes si, pero he cambiado con el tiempo, muy antisocial, solo a pocos los considero amigos, pero casi nunca les hablo, solo cuando están cerca, las redes sociales no sirven demasiado.

Bueno, pasado es pasado, vivo en esta urbanización que adoro, cuando empecé eso de pasear y ejercicios pues me sentía demasiado exigido, ahora me siento como un guerrero, único, no creí que eso subiría más mi autoestima y alimentaría a un guerrero, pero sé una cosa, no lo soy de verdad.

Se lamenta esta biografía, no era realmente la intención, pero esto es relevante porque pues, por cosas como esas, no se sabe realmente que se siente cada cosa, hasta que hay un encuentro, enfrentarlo cara a cara, enfrentar la realidad, da a conocer detalles de la vida, desconocidos o que a uno le pareció nimio.

Salgo a pasear, creo que estaré fuera unas 2 horas, realmente detesto estar encerrado en mi casa, la PC no me da lo que quiero, el exterior sí.

“Hoy sí que el sol está fuerte, el Sol del llano, la gente se queja del calor pero yo no, pues puedo adaptarme a lo que sea, soy como un guerrero”.

Voy al parque, realmente caminar allí me deja muy feliz, pues creo que así paso un buen rato, llego a la cancha y veo a alguien, asiático, más específicamente japonés, está solo.

Sabemos quién.

Ibuki:

Noto que hay alguien, cerca, yo tan solo miraba la cancha y las aves, que raro que alguien de aquí aguante el calor, bueno, veo que es un muchacho, americano, tiene una mirada muy seria, bueno es peligroso estar con alguien así, podría ser un mal intencionado.

Se equivocó, en realidad los dos de alguna forma deben conocerse para saber la realidad de los asuntos.

Me le acercaré, sé que me miró, tengo ojos de halcón.

El otro tiene ojos de Kig yar y todo lo sabe con precisión.

Juan:

Diablos, me descubrió, haré como si nada, el no interesa, los asiáticos me tratan como ingenuo y superficial, pues son una raza de mejor cerebro, no soy torpe, soy muy bueno en los estudios, desde que adquirí mis lentes me he desempeñado más, pues sentí amor a mis estudios, cosa que a la mayoría no les gusta, siempre se muestran hastiados y tratan de evitar las clases, o hacer estupideces, algunas veces con la mayor intención de sabotear.

“Se acerca a mí, ¿que demonios quiere?”.

-¿Hmm?

- Hola

Sí, no pude escapar, no quería hacerle saber que quería huir.

-Hola- levanto la cabeza en señal de saludo, lo hacemos mucho aquí, el me mira indiferente, tal vez es de esas personalidades que tanto quise adquirir con mucho esfuerzo, callado e inexpresivo, aunque realmente tengo emociones.

-Mi nombre es Ibuki Momota, ¿cómo te llamas?- ¿Ibuki? Me encanta ese nombre, ¿le gustaré? Eso espero.

-Juan Gutiérrez

-¿Cuántos años tienes?- La típica pregunta número 2 del universo hacia mi…

-17. ¿Y tú?

-16- es lindo, pero nunca debió acercarse a mí, siento que tengo una leve erección, pues esos contactos visuales nunca existieron en mi vida y mi cuerpo no sabe reaccionar realmente bien a eso, sobre todo por impulsos sexuales sin controlar, ¡coño de la madre!

Ibuki:

Noto que me mira algo perdido, de esas de enamoramiento, soy buen observador, ¡al fin!

-Vaya, te gusto…

-N… no es lo que tú crees, lo siento, nunca nadie se me acercó de esa forma…

-Te atraigo- Mi mirada fue seria con los ojos entrecerrados aunque realmente estoy alegre, noto que hay alguien más.

-Bueno, sí, soy un asco…

-Ibuki, ¡aléjate de él!- es mi abuelo.

-Abuelo, el…

-Vamos a casa, te dije que no te juntes con él, tú, jamás te vuelvas a acercar a nadie de mi familia, ¿entendido?

Juan lo miró con leve enojo y no dijo nada, solo está algo sorprendido por lo visto, hace mucho que no veía una escena así.

-Abuelo, ¡no!

-Te vienes conmigo.- Noto que Juan no hace nada, creo que no es por mal, sino por respeto, no lo culpo, veo en el a alguien respetuoso.

Hasta la próxima.

 

Empieza con la mirada un par de puntos que se unen en un lazo imperecedero”

Notas finales:

Espero que les haya gustado, a pesar de ser algo confuso, va a ser así hasta que el agua aclare.


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