Capítulo 3: Disculpas que no escucharás
A pesar de estar todos en aquella habitación, nadie parecía estar dormido. No hablaban pero aun así ninguno lograba conciliar el sueño, ¿quién podría caer tan fácilmente en los brazos de Morfeo después de todo lo acontecido los últimos dos días?
En el extremo derecho se encontraba una almohada solitaria, sin ninguna cabeza que le diera calor. Jyushimatsu, por ejemplo, a pesar de estar hasta el otro lado aun sentía una ausencia en el extenso futón que él y sus hermanos compartían.
Karamatsu era el que más sentía aquella ausencia, no por ser el que dormía a lado de aquella persona que estaba ausente, sino porque también esa persona era su amante. Todos le habían ofrecido cambiar de lugar en el futón, pero Karamatsu se había negado rotundamente, así que derrotados, todos habían dejado una almohada solitaria a lado del segundo hermano.
Cada vez que cerraba los ojos, Karamatsu recreaba la escena que ya había oído centenares de veces en las últimas 48 horas. A pesar de no haber estado en el momento, casi podía ver con detalles la escena: en ella estaba Ichimatsu, con su expresión perezosa de siempre, su cabello, su mirada y hasta su olor, todo podía percibirlo. Su hermano se encontraba a punto de cruzar una vialidad rápida, el semáforo aun se encontraba en color verde por lo que esperaba impaciente el cambio. Fue en ese momento en que su hermano alcanza a ver como una pequeña cría de gato esta en medio de los carriles, inmóvil por el temor de ser arrollado por los automóviles que pasan a gran velocidad de él. El gatito toma el valor y decide intentar terminar cruzar la avenida pero Ichimatsu salta en su auxilio al ver un convertible acercarse ferozmente al gatito.
Karamatsu no puede moverse para intentar detenerlo, de todos modos todo es solamente una recreación de la escena dentro de su mente, pero aún sabiéndolo, siempre intenta detenerlo... nunca lo logra, y lo siguiente que sucede provoca un sonido desgarrador.
La imagen de un auto huyendo dejando atrás el cuerpo inmóvil de su hermano lo saca de sus casillas. El gatito malagradecido salta de la protección de los brazos de su hermano y se pierde entre los arbustos. Rojo, rojo, rojo. Todo se vuelve rojo alrededor de Ichimatsu.
"No mueras, no mueras. Tienes que despertar" se repite una y otra vez Karamatsu. Nadie lo ayuda, solamente lo rodean y murmuran entre ellos, ¡¿nadie va a ayudarlo?! ¿¡Nadie llamará a la ambulancia?!
-Karamatsu...- la voz de su hermano mayor lo saca de sus pensamientos. Sin darse cuenta había comenzado otra vez a llorar. Su hermano se acostó en el lugar donde se supone debía estar Ichimatsu, lo abrazó con ternura y refugio, Karamatsu intentó alejarlo al principio pero al notar que todo era en vano, aceptó el consuelo de su hermano mayor. Todos lo estaban oyendo llorar, de hecho podía apostar a que también estaban soltando lágrimas silenciosas. Ocultó su rostro en el pecho del primero y sacó nuevamente ríos de lágrimas.
Estaba enojado con el pequeño animal que su hermano había salvado, enojado con el estúpido bastardo que había huido, enojado con las personas que no lo ayudaron, pero más que con otro...estaba enojado consigo mismo.
Si tan solo aquella mañana lo hubiera acompañado, si no lo hubiera dejado salir de casa, si hubiese pasado cerca para intentar ayudarlo...
No importa cuánto lo pensara, Karamatsu terminaba siempre en la conclusión de que era el peor hermano que Ichimatsu podría haber deseado.
"Lo siento, dije que te protegería pero...no pude hacerlo" Karamatsu apretó con fuerza la pijama de su hermano entre sus puños "Lo siento tanto...Ichimatsu".