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I need my man. por Hikari Namikase

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Notas del capitulo:

Espero que les guste. 

Gracias a las personas que leen. Me haría muy feliz saber su opinión. Así que si pudieran dejar un mensaje me harían feliz para poder continuar c:

disfruten de la lectura y mis locuras. 

Todo era gritos, insultos, furia, más gritos y un muy imperceptible llanto femenino.

-¡Hace tanto que quería hacer esto!

La frase más el tirón en su brazo, hicieron que volviera abruptamente a la realidad. Giró su cabeza y vio en cámara lenta como el rostro de su moreno era golpeado con brutalidad por su hermano.

-¡¿QUÉ CREES QUE HACES, TATSUYA?! ¡SUÉLTALO!-Se removió entre los brazos de su pelirosa amiga y corrió para ponerse aún lado de su hermano y empujarlo lo más lejos posible de su novio. Aunque no fuera tanto, ya que ahora no tenía la fuerza que tenía antes.

-¿What the fu...?

-¡Daiki! ¿Estás bien?-La "misteriosa" pelirroja se arrodilló enfrente del chico y toco con sumo cuidado su rostro, llorando más fuerte al ver el golpe y la sangre que escurría del labio de su amado.

-Cálmate, es solo un golpecito. Estoy bien... Deja de llorar.

Nadie se había movido desde que la chica había reaccionado y corrido al lado de su amigo. Mucho menos ahora que se miraban tan cercanos e íntimos. El moreno acariciaba con mucha ternura la cabeza de la muchacha tratando por todos los medios que dejara de llorar, mientras ella solo seguía y seguía aferrada al pecho de él.

¿Quién era y donde estaba Kagami?

-¿Por qué Kagami-kun es una chica y está llorando?-La voz imperturbable de Kuroko rompió el tenso silencio de la habitación, todos giraron en dirección de la puerta y lo observaron cómo si estuviera loco.-¿Me perdí de algo?

-¡KUROKO!-La pelirroja se alejó de un muy perturbado moreno, y corrió a los brazos del peliceleste. Aferrándose a él como si fuera un salvavidas, mientras esté solo le correspondía y sobaba su espalda.

-... Oh my God. Not again.


~~~

-A ver, déjame ver si entendí bien.-Himuro apretó el puente de su nariz con suma irritación y observó a la pareja enfrente de ellos, que realmente no le estaba prestando mucha atención a nadie.

Kagami se encontraba arrodillado enfrente de Aomine mientras le curaba la mejilla y su labio partido.

-Estas tratando de decirme que milagrosamente, tú...-Apuntó a Kagami y está solo se encogió de hombros cohibido.-Sin ninguna razón, ¿amaneciste siendo una señorita?

Los ojos rojos de Kagami vieron directo a los azules de Aomine, este solo tenía una mirada algo pérdida y esquiva, haciendo que el pelirrojo se alejara avergonzado y con los ojos llorosos, de él.

-Así es. No sé qué pasó... Es como aquella vez. ¿Qué voy a hacer?-Su labio comenzó a temblar, al igual que su cuerpo. Tenía miedo y estaba muy perturbado. ¿Por qué de todas las cosas que podían pasarle, le tenía que pasar eso? ¡No tenía lógica!

-¡Seguramente esto es tú culpa!-El gruñido enojado más su dedo acusador, hicieron que el ceño de Aomine se frunciera.

-¿Mi culpa?-¿Acaso no se daban cuenta de que el más perturbado era él?

-¡Tú y tu obsesión por los senos seguramente provocaron que mi hermano se convirtiera en una chica!

Un nuevo silencio sepulcral e incómodo invadió la habitación. Kagami abrió los ojos con sorpresa y dolor al escuchar aquello. Por qué probablemente, esa era la verdad.

Hace días que Daiki no paraba de ver a las chicas y él lo había notado. ¿Ya se había cansado de estar con un hombre? Por qué no era un secreto para nadie que al moreno siempre le parecieron más atractivas las chicas que los chicos.

-¡¿Qué?! ¡Claro que no! ¡¿Cómo podría desear algo tan estupido?!

-¡Por qué eres estúpido! ¡¿O ya olvidaste lo de ayer?! ¡Eras tú el que no dejaba de babear por las chicas que pasaban alrededor de la cancha! ¡¡Aún cuando Taiga estaba ahí!!

Los gritos comenzaron a hacerse más fuertes y poco a poco todos fueron metiendo se en la discusión. Alegando a favor de que la culpa debía ser del idiota obsesionado por los pechos grandes.

Todos excepto Kuroko, el cual observó como su mejor amigo se alejaba de la sala sin hacer algún ruido hacia su habitación. Mientras las lágrimas seguían cayendo por esos ojos rojos.

-Momoi-san, ¿por qué no va con Kagami-kun? Seguramente necesita a alguien como usted a su lado ahora, acaba de irse a su habitación. Yo trataré de calmar las cosas aquí.

La pelirosa dejo de lado su gritería y enfado en contra de su mejor amigo y haciendo caso al pedido de su amigo, se fue detrás de la pelirroja para hacerle compañía, después de todo ella le había mando un mensaje.

Ahora entendía por qué lo había hecho. El mensaje decía: "¡S.O.S necesito tu ayuda urgente!" De haberlo sabido no hubiera llamado a todos sus amigos en su ataque de histeria.

-¿Kagamin?-Toco levemente la puerta mientras la abría.-¿Puedo pasar?

Esta solo asintió y apretó fuerte la almohada de color azul sin dejar de llorar.

Mientras tanto en la sala, todos seguían con sus quejas y griterías. Hasta que claro, Kuroko intervino y le dio un golpe a Aomine y Himuro que no dejaban de hacer escándalo.

-¡¿Qué demonios sucede contigo?!-Gritaron entre quejidos ambos.

-¿Quieren calmarse? Lo único que están logrando es que a Kagami-kun le esté queriendo dar un ataque de nervios.

Aomine giró su cabeza tratando de encontrar esa cabellera roja pero no la vio por ningún lado.

-Se fue a su habitación. ¿En serio perdieron la cabeza o que?-Todos regresaron a sus lugares e hicieron diferentes gestos de inconformidad.-Entiendo que esto es una situación difícil, pero comportándose así, solo empeoran la situación. Creo que Kagami-kun ya tiene bastante por lo cual estar alterado, como para que ustedes vengan y hagan las cosas peor.

-Lo siento.

Dijeron el moreno y azabache, sin dejar de fruncir el ceño.

-Bien, ahora que estamos todos calmados de nuevo.-Kuroko se sentó al lado del peliazul.-¿Alguna idea de por qué está pasando esto?

-¿Cómo quieres que lo sepa?-Respondió entre enfadado y triste.

-¿Sucedió algo anoche?

-Trate de disculparme con él por lo sucedido en la cancha, pero no quizo escucharme y me hecho al sillón como un perro.-Bufo y se revolvió el cabello.-No hice nada más, solo me dormí. Y hace un rato sus gritos me despertaron. No sé nada más.

-Definitivamente es como aquella vez. Pero en serio, ¿una chica?

-Les digo que debe ser por culpa de este.-Dijo de forma despectiva el azabache.-Seguramente tu mente pervertida tuvo que ver en esto.

-¡Ya te dije que no! Una cosa es ver de vez en cuando una buena delantera y otra muy diferente desear que mi chico se haga mujer. ¿Acaso crees que estoy loco?

-¿En serio me estás preguntando esto?-Su ceja se elevó con arrogancia y sarcasmo.-Eres un estúpido y un loco a Aomine, quien sabe que habrás fantaseado para que mi hermano acabara así.

-¡Ya me canse de ti! ¡Lárgate de mi casa!-Gritó enfurecido el Moreno mientras se paraba y apuntaba con su dedo la puerta y miraba de muy mala manera al azabache.

-¡Cierren la boca los dos ya!-Akashi alzó la voz y se paro de su lugar, como siempre imponiendo respeto y autoridad.-No vamos a resolver nada si seguimos así. Si es como la última vez, lo único que tenemos que hacer es esperar que pase una semana y esto se va a solucionar por sí solo. ¿No es así?

Todos meditaron sobre ello, Akashi tenía razón. Después de una semana de aquel suceso tan extraño, Kagami había vuelto a la normalidad. Lo mejor era esperar a que sucediera lo mismo, ¿no?

Aomine no estaba tan seguro de ello. En aquella ocasión, el había tenido que admitir sus sentimientos por el pelirrojo para que regresara a la normalidad. ¿Pero y ahora que debía hacer? ¿Decirle que lo quería de vuelta nada más?

Todos sus pensamientos fueron interrumpidos por un grito femenino proveniente de la habitación que compartía con su... ¿Chica?

Camino apresurado a la habitación y se arrepintió al instante de haber entrado sin decir nada.

Encima de la cama, Kagami se encontraba siendo observado por una muy sorprendida Momoi. La cual mantenía la camiseta del tigre por encima de sus pechos.

-¡Son gigantes!

La cara de la pelirroja estaba sumamente sonrojada y sus ojos totalmente llorosos, los cuales solo transmitían pánico al ver a su novio en la puerta.

-Seguramente Dai-chan estará muy contento.-Ella ni siquiera se había dado cuenta de que su amigo estaba en la puerta.

Taiga esperaba que el moreno se lanzará encima de él y que admirara sus pechos y se pusiera como un total idiota. Pero, al contrario de sus pensamientos, este simplemente chasqueó la lengua y se giró para salir del departamento dando un gran portazo.

-¡Momoi basta!-La alejó y bajo su camiseta al escuchar los pasos que se aproximaban.

-¡Tenemos que ir de compras!-Gritó sumamente emocionada la chica. Sabía que a Kagami le gustaba salir a comprar ropa, siempre salían juntos de hecho a comprar, lo cual era una bendición para Daiki, ya que no tenía que seguir cargando las bolsas de su amiga. Aunque algunas veces lo hacían que fuera y terminaba cargando las bolsas de los dos.

-¡¿Estás loca?! ¡Yo no voy a salir a ningún lado hasta que regrese a la normalidad!

La pelirosa inflo sus mofletes y comenzó a tirar del brazo de su... ¿Amiga?

-No puedes andar en esas fachas Kagamin. Al menos tienes que comprar algo de ropa interior. ¡No puedes andar sin sujetador!

-Además, el viaje a la playa sigue en pie. Nos vamos hoy en la noche.-La voz demandante de Akashi resonó en la habitación. Ambas chicas lo miraron, una totalmente fascinada y la otra llena de pánico, mientras el emperador sonreía de una manera muy peculiar sin despegar sus ojos de los de Kagami.

-¡¿QUÉ?!

Definitivamente esto tenía que ser una pesadilla.


~~

Kagami suspiró por millonésima vez mientras seguía a pasos lentos a una enérgica Momoi que iba unos pasos más adelante que él.

Ahora ya no se sentía TAN incomodo, ya que había cambiado ese pantalón deportivo y la camiseta gigante, por uno que le quedaba a la medida y una blusa blanca sencilla y obviamente un conjunto de ropa interior que cumplía con la función de mantener todo en su lugar.

Aunque claro, era bonito y sensual. Escogido obviamente por Momoi. Era muy incomoda, pero si no quería que aquellas masas, que se hacían llamar pechos rebotaran cada vez que daba un paso, debía utilizarlo.

-Por favor déjame ir a casa, me duele mucho la espalda. Ya tengo ropa interior, no necesito nada más. No iré a ningún lado.-Decir que estaba cansado y fastidiado de todo aquello era decir poco. Ahora con el peso adicional en su pecho, las compras definitivamente no eran divertidas. ¿Cómo podía vivir Momoi?


-Taiga, ya te dije que el plan para ir a la playa sigue en pie. Y tu, eres el más importante en asistir.-Akashi era el único que quedaba junto con ambas chicas. Todos los demás se habían excusado diciendo que tenían que arreglar sus cosas para el viaje.

-Akashi, ¿en serio crees que voy a ir a algún lugar con esta apariencia? Ya estoy haciendo demasiado con estar aquí.-Su ceño se frunció y miro mal al más bajo.-¡¿Y por qué yo soy el más importante en asistir?! ¡Eso es absurdo!

-Eres la cocinera.-Respondió divertido.

-¡Tú...!

-¡Kagamin! ¡En esta tienda tienen todo lo que necesitamos para ti, vamos!-Antes de que pudiera continuar, su amiga lo jaló a una gran boutique en contra de su voluntad. Iba a ser una larga y cansada tarde.

Tuvo que probarse mil y un conjuntos en contra de su voluntad, llorando dramáticamente por tan incomoda situación. Es que él no iba a usar vestidos ni nada parecido.

¡Él era un hombre! Aunque ahora tuviera apariencia de chica. Si querían comprarle ropa nueva, para que no anduviera en "fachas", con su ropa habitual que le quedaba gigantesca, entonces escogería algo con lo que se sintiera medianamente normal. Pantalones, blusas, tenis, tal vez shorts. Pero vestidos, faldas, zapatillas o bikinis, estaban totalmente fuera de discusión.

Después de terminar sus "compras", Akashi se ofreció a llevar a ambas chicas a sus casas para que se alistaran. Ya que solo tenían un par de horas para salir a sus merecidas vacaciones.

Kagami fue el último en ser dejado en su casa, el emperador amablemente se ofreció a ayudarla a llevar sus nuevas pertenencias a su casa y asegurarse de que ningún idiota, como había hecho en el centro comercial, se le acercara con dobles intenciones.

-Akashi, de verdad no quiero ir. Por favor no me obligues. Me siento muy mal.-Su rostro estaba totalmente cubierto por la tristeza. No se sentía para nada en condiciones de salir y disfrutar de la playa. Solo quería encerrarse en su habitación y que nadie lo mirara. Era muy vergonzoso. No se sentía cómodo. No era él.

-Tienes que ir, o todos moriremos. Además...-El pelirrojo sonrío y atrajo a sí a la chica, quedando muy juntos. Tanto que Kagami podía sentir la respiración del emperador en su rostro. Lo cual lo dejó bastante tieso y sorprendido.-Sería lindo verte en ese vestido que Momoi eligió para ti.

¿Qué demonios? Se sonrojó tanto por sus palabras que sentía su cara arder de la vergüenza. ¿Acaso Akashi había enloquecido?

-Si no quieres que te arranque la garganta con mis manos, más te vale que te alejes de MÍ chico, ahora mismo Akashi.

La voz ronca y enojada de Aomine se escucho al lado de ellos. Kagami se alejó con pánico del emperador y vio con ojos asustados a su novio. El cual solo se concentraba en matar con la mirada al más bajo.

-Tranquilo, solo estaba jugando. Nos vemos en un par de horas.-Con una sonrisa bastante sacarrona, Akashi abandonó el lugar.

-Daiki, yo no estaba...

-Entra.

Sin siquiera dirigirle una mirada, su novio tomo las bolsas y se adentró al departamento, después de que él lo hiciera de una manera un tanto sumisa. La verdad que Aomine daba mucho miedo cuando realmente se enojaba.

Camino hasta la sala y se sentó en el sillón como una niña que era cachada en pleno acto de maldad, esperando por su regaño.

Escucho como los pasos de su novio se acercaba y bajo lentamente la mirada, no se atrevía a verlo.

Escucho como el sillón frente a él cedía ante el peso de su moreno y este suspiraba y se acomodaba.

-¿Me vas a explicar que fue eso de ahí?

-No sé qué pasó... Él simplemente se acercó. ¡Yo no lo provoque!-Levanto la vista con sus ojos llorosos. Observando borrosamente al chico frente a él.

Aomine solo la observó por unos segundos, levanto su mano y le hizo una señal a su pelirrojo para que se acercara.

Con algo de temor y duda obedeció y se sentó a su lado, observándolo de reojo.

-¿Q-qué?-El rostro de Kagami estaba totalmente sonrojado. No sabía por qué, pero ahora el aroma de Aomine le parecía aún más atrayente que antes. Lo notaba con más claridad y se le hacía tan masculino que era imposible para "ella" no sentirse algo intimidada. Además, tenía esa aura de imponencia e intimidación de todo un hombre.

-Te vez demasiado delicado ahora... Es muy extraño. Siento que si te toco...-Levanto la mano despacio y acaricio con el dorso de sus dedos la piel cálida y suave de la mejilla de su ahora chica.-Siento que vas a romperte.

Kagami tembló bajo el delicado toque y se sonrojó aún más, apretando los dedos alrededor del cojín del sillón.

-No quiero estar así Aomine, es raro... Y me disgusta.-Levanto la vista.-Tú... ¿Quieres que regrese a la normalidad?

El moreno se sorprendió por la pregunta, pero más por el dolor e inseguridad en esos ojos rojos. Que ahora, eran más grandes que lo normal y expresivos.

-Claro que lo quiero, Taiga.

Una gran vena hinchada apareció en la cien del tigre y un gruñido nada femenino salió de su garganta.

-¡¿Entonces por qué me estás viendo los pechos como imbecil?!

Un muy pequeño sonrojó adorno las mejillas morenas y este desvío la vista avergonzado.

-No puedes culparme, son gigantes.-Se rasco la nuca y río nervioso.-¿Puedo verlas de nuevo?

-¡¡No!!-Chillo totalmente enojada y se llevó los brazos a los pechos.-¡Eres un idiota! ¡Seguramente esto si es tu culpa!

-¿Tú también vas a culparme por tu mala suerte?-Suspiro y regresó la vista a esos brillantes ojos rojos furiosos.

-No, no lo haré. Solo dime la verdad, ¿alguna vez deseaste algo así?-El moreno rodó los ojos y volvió a suspirar.-¡Respóndeme! ¡Y no te atrevas a mentir!

Daiki se recostó en el sofá, echando su cabeza hacia atrás y pensando detenidamente respondió.

-Si... Alguna vez pensé en ti como una chica. Y... Ahora... eres exactamente cómo te soñé.

...


-Yo sabia que no era suficiente. ¡Yo sabia que no te gustaba completamente!-Los ojos de Taiga comenzaron a ponerse llorosos de nuevo.

-¡Hey! Eso fue hace mucho tiempo Taiga, nosotros ni siquiera éramos pareja. Yo... Simplemente lo soñé una vez. Solo fue un estupido sueño. Tú me gustas mucho siendo un chico.-Se sentó correctamente en sillón y tomo entre sus manos ese rostro lloroso y tembloroso.-Por favor deja de llorar, cariño.

Movió sus dedos pulgares sobre el delicado rostro y se acercó lentamente besando despacio esos labios rosas que amaba. El sabor, el calor y la excitación al hacerlo fue la misma de siempre.

Era el sabor de su tigre, el calor de su chico, ese temblor adorable y la misma forma de besar. Pero, no estaba ese instinto animal, ese salvajismo, esa chispa de desbordante placer. No estaba la rudeza de su hombre. Y ese pecho voluptuoso hacia todo diferente.

Kagami se alejó sobresaltada y se cubrió la boca con miedo.

-Esto no se siente bien.-Susurro contra su boca.

-¿Qué?

-No me toques, ni me beses.-Se levanto del lugar de manera exaltada y comenzó a caminar apresurada a la habitación.

-¡Taiga!-Antes de que se alejara más, el moreno atrapo el delicado brazo de su ahora novia y la giró, pegando su cuerpo al de él.

-¡Suéltame Daiki!-La pelirroja comenzó a moverse con histeria y a golpear el pecho de su novio en un intento desesperado por zafarse. Pero aquello solo hacía que a la mente de Aomine regresarán todas esas veces en que había pasado una situación similar y no pudo evitar excitarse y elevar por los muslos a Kagami y besar sus labios con locura.

Las pequeñas manos de Taiga se cerraron alrededor de la camisa de su novio a la altura de sus hombros, tratando de alejarse de él y pataleando al aire.

Eso se sentía tan jodidamente bien, y a la vez tan mal. Sus puntos débiles seguían siendo los mismos y Daiki sabía cómo y cuándo tocarlos. Por eso mismo se le estaba haciendo bastante difícil controlar sus reacciones y su voz.

Le encantaba ese tipo de juego y sexo. El salvaje después de una pelea. Pero no así, no ahora.

Así que aprovechando el momento en que el Moreno se alejó para respirar movió rápidamente su mano y le dio con toda su fuerza en el rostro al moreno.

El golpe de su bofetada resonó en todo el lugar. Aomine, totalmente shockeado liberó el cuerpo de su chica y esta aprovechó para correr y encerrarse en la habitación.

Deslizando su cuerpo por la puerta y respirando agitadamente comenzó a maldecir a diestra y siniestra. No se sentía bien hacer esas cosas ahora con Aomine. No era su cuerpo, aunque tuviera una reacción tan positiva ante el toque de su novio. No podía, simplemente no podía.

Por su parte el moreno, aún en estado de shock. Toco su mejilla sintiendo el ardor del golpe, haciendo que por algún retorcido motivo, sonriera de lado y negara con la cabeza divertido.

Quería tener unos días más a esa fierecilla. ¿Qué podía pasar?






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