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The Only One [TaeTen] [NCT] por Kuromitsu

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—Taeyong hyung, sigamos cocinando…

Escuchó la voz de Jaehyun a sus espaldas a la par que sentía la mano del menor tirando insistentemente de su ropa para llevarlo de vuelta a la cocina, pero no hizo ademán de hacerle caso. Era algo más allá de que no quisiera; simplemente no podía hacer que sus piernas obedecieran, como si se hubiesen transformado en verdaderas anclas que le obligaran a permanecer donde estaba y observar la escena frente a sus ojos.

Ten lloraba. Estaba de vuelta, y lloraba.

Dolió infinitamente el verle derramar lágrimas porque no, Chittaphon no era el tipo de persona que dejase que las circunstancias de la vida o el estrés eliminaran esa sonrisa perenne en su rostro, al contrario; haciendo memoria, él era la luz que iluminaba la lúgubre sala de ensayos desde el tiempo en que apenas eran trainees y se habían saludado por primera vez con un tímido “Hello” dicho en inglés. El resto de las palabras habían sido prescindibles en aquel momento y no solamente porque ambos hablasen distintos idiomas, sino también porque el ambiente de comodidad en el que se habían envuelto gracias del movimiento de sus cuerpos, entregándose a la danza por completo, había sido más que suficiente para que se sintiera completamente a gusto con él. Como si llevasen años de amistad cercana… en ese preciso momento se había sentido así.

Lamentablemente desde allí todo había ido en picada. Habían llegado más trainees, los horarios coincidían cada vez menos e incluso cuando tenían prácticas juntos aquello no era necesariamente algo que les acercara, al contrario. Ten desplegaba las sonrisas más dulces a otras personas: a Yuta por ejemplo, o a Johnny, o a Hansol. Conversaba más con Taeil, jugaba más con Mark y reía fuerte con Doyoung. Abrazaba con más afecto a Jaehyun, ensayaba más con Winwin, se veía más a gusto con Kun; en tanto,  a los más pequeños los cuidaba como si fuesen sus verdaderos hermanos menores.

En cambio a él siempre parecía de cierta forma, evitarle. Esas sonrisas tan brillantes jamás salían con tanta naturalidad en su presencia por ejemplo, o siempre se excusaba cuando tenían oportunidades a solas para conversar, utilizando excusas para huir rápidamente. No le culpaba, todos en su momento lo habían hecho cuando lo que había salido a la luz lo sucedido cuando pequeño y por lo mismo estaba de cierta forma, acostumbrado… pero aquello no quitaba el hecho de que todavía estuviese dolido por esa lejanía entre los dos, como si existiera una verdadera pantalla divisoria que le impidiera a Ten mostrarse tan natural como con el resto.

Y esa molestia del pasado reapareció al ver que de nuevo, tal como en la filmación de NCT Life, estaba demasiado lejos como para tomarle entre sus brazos y consolarle. Era frustrante, era doloroso.

Pero el dolor comenzó a transformarse en ira pura con la rapidez de un relámpago porque el imbécil, muy maldito de Johnny abrazaba a Ten como si su vida dependiera en ello, y le susurraba cosas al oído que debido a la distancia no podía escuchar, y le acariciaba el cabello con parsimonia, y…

—Hagamos la cena —espetó antes de devolverse a la cocina, con los pies de plomo resonando por todo el departamento.

Ignorando la mirada llena de curiosidad que Jaehyun le estaba dando siguió haciendo el aderezo para la ensalada como si nada hubiese sucedido, pero cuando terminó por agregar un chorro de salsa de soya en vez de aceite fue cuando tuvo que parar un poco y respirar, con las manos sobre la encimera.

Después de todo lo que había sucedido entre los dos, ¿Ten había buscado apoyo en Johnny de todas formas? No, tal vez simplemente el mayor le había abierto la puerta y le había comenzado a consolar como un impulso, como algo de compañero a compañero y nada más, sí.

Tenía que ser positivo por alguna vez en su vida, necesitaba serlo. Dadas las circunstancias, era a lo único que podía aferrarse para no desfallecer debido al sentimiento amargo que le estaba corroyendo las entrañas.

No era imbécil y lo sabía, aunque ni de broma lo hubiese admitido en voz alta.

Estaba celoso.

———

—¡Delicioso, como siempre!

La voz de Yuta se sobrepuso al bullicio que las voces de todos los integrantes hacían al conversar entre sí. Comía con ganas del gran platón de Jayook Bokum ubicado al medio de la gran mesa, perfecta para que todos cupieran sin mayores complicaciones. Era el único lujo que la compañía les había puesto en el departamento del piso de abajo, un área común en la que tanto Taeyong como Jaehyun (a veces por su cuenta, en otras ocasiones colaborando juntos, o en escasas oportunidades con ayuda de alguno de los otros) servían el desayuno y la cena hecha con sus propias manos. Claro está, siempre que el tiempo y las energías alcanzaran.

—Con cuidado —Hansol le tendió una servilleta al japonés, con voz amable—. Te estás ensuciando.

—¿Cómo no hacerlo? Ah, realmente necesitaba comida y de la buena —se excusó, sonriendo a la par que limpiaba las comisuras de su boca—. Oigan, ¿dónde está Ten? Se va a quedar sin nada para comer…

Taeyong levantó la vista desde el plato vacío que tenía frente a sus ojos, y recorrió lentamente con la mirada el resto de los asientos. Todos comían con voracidad en medio de conversaciones difusas y, aunque cansados por la rutina, la mayoría mantenía una sonrisa de sincera felicidad en sus rostros. Todos a excepción de Yuta y Hansol quienes, ubicados a su derecha, se robaban miradas de preocupación y confusión a la par que hacían desaparecer grandes cantidades de comida en sus bocas; todos a excepción también de Doyoung, quien —para su total sorpresa— no había tocado ni un mísero vegetal de la ensalada que se había servido en su plato, ni tampoco había probado siquiera el plato principal. Tal vez en otras circunstancias se habría acercado al menor ubicado en la esquina más alejada de la mesa y le hubiera preguntado qué le sucedía: por mucho que pelearan, Doyoung era un excelente compañero y alguien en quien confiar.

Pero dado el panorama en el que estaba envuelto… no tenía energías para hacerlo.

—¿Chittaphon estará bien? —Hansol le susurró a Yuta, sin embargo, los oídos de Taeyong captaron aquel murmullo y se molestó enormemente.

Nadie sabía la razón de su abrupto regreso y el tailandés simplemente se había encerrado en su habitación sin decir palabra. Pero eso no era todo.

—Johnny debe saber qué le pasa, después de todo no le ha dejado solo —respondió Yuta antes de saciar su apetito masticando uno de los vegetales.

A punto estuvo de soltar los palillos y encerrarse también en su habitación, pero se contuvo. La mesa parecía incluso más grande de lo que era ya que dos personas faltaban en ella: Johnny y Ten. ¿Por qué el estadounidense estaba en el cuarto de Ten como si nada? ¿Qué podrían estar conversando? ¿Qué podrían estar haciendo?

Y lo más importante, ¿por qué no le había buscado a él, después de lo que había pasado entre los dos durante la noche anterior? Como si aquel contacto no hubiese significado nada, como si no hubiese existido.

Bufó. Los ojos le escocían apenas un poco; culpa del calor que emanaba del plato principal.

Tal vez lo que había pasado entre los dos simplemente no había tenido mayor importancia para el tailandés. Le había visto en apuros y simplemente se había ofrecido a ayudarle, fin de la transacción, que ambos continuasen sus vidas como siempre. Pero, ¿cómo hacerlo?

Si de tan solo pensar en los sollozos de Ten, el corazón le dolía tanto.

Si la frustración por no poder acercarse, como si hubiese una pared invisible entre los dos, le sofocaba.

Si tenía tantas ganas de llenarle de besos en cada centímetro de su precioso rostro y asegurarle que, con él a su lado, todo estaría bien.

Que lo protegería de todo y todos si tan solo le daba el visto bueno.

—Hyung di “aah”.

Se sobresaltó cuando una voz conocida perturbó lo concentrado que estaba en sus propios pensamientos, y en el entretanto un trozo del Jayook Bokum terminó en su boca en contra de su voluntad.

Jaehyun le sonreía juguetonamente, sentado a su izquierda.

—Muy bien, mastica eso y sigue comiendo —instó, llevándose los palillos a los labios—. Si no te alimentas, ¿cómo podrás soportar la práctica de mañana?

Se apresuró en hacer como indicaba porque no quería que Jaehyun volviera a hacer lo mismo, es que quería su espacio personal y con el menor era ciertamente difícil conseguirlo. Su sonrisa con hoyuelos le seguía a todas partes (¿Siempre había sido así? No podía recordarlo con exactitud), y por lo mismo era casi imposible el tener un tiempo a solas con sus pensamientos.

Por el rabillo del ojo vio cómo Jaehyun le seguía los movimientos con la mirada, para posteriormente soltar otra de sus sonrisas tan amplias. Pero esta vez no le molestó.

—Gracias, Jaehyun —soltó en un susurro antes de tomar uno de los trozos de carne y llevándoselo a la boca.

Le vio parpadear de forma repetida, dudoso; sin embargo después de unos segundos sus ojos volvieron a brillar, llenos de energía.

—¿Por la comida? No, no es nada, después de todo tú me ayudaste a hacerla, hyung —respondió tomando un sorbo de su vaso entre pequeñas risas.

No le confirmó ni negó aquello, simplemente se limitó a seguir comiendo. Jaehyun tal vez no lo sabía, pero ciertamente sus sonrisas le estaban ayudando a sobrellevar todo de mejor forma.

Aunque nada reemplazara la felicidad que le inundaba cuando veía a Ten sonreír.

———

—¿Estás dormido?

Las palabras salieron de los labios de Johnny antes de que se diera cuenta de lo estúpido que era preguntar algo como aquello; claramente si estaba dormido no le respondería. Posicionó su mano sobre cabello corto de Ten y le acarició con cuidado, ante lo que no hubo reacción alguna.

Las lágrimas que el tailandés había derramado estaban todavía frescas sobre su rostro, formando verdaderos caminos que surcaban sus mejillas y se perdían por su barbilla. Le había visto sollozar durante los últimos minutos y si bien al principio había intentado consolarle para que dejara de llorar, había terminado por rendirse y simplemente dejar que toda la tristeza saliera del cuerpo del menor. Eventualmente las lágrimas habían comenzado a escasear y con ello, todo el agotamiento había terminado por atacar a Ten, dejándolo imposibilitado para mantener siquiera los ojos abiertos. Con dificultad le había ayudado para que se desvistiera y se pusiera la ropa que utilizaba para dormir, y en menos de dos segundos la pesadez de los párpados del menor más su respiración profunda fueron signos inequívocos de que se había quedado profundamente dormido.

Aunque no estaba de más comprobarlo por una última vez.

—Ten, respecto a lo de antes… no hay nada que disculpar. De verdad.

Tampoco obtuvo respuesta y entonces confirmó que realmente estaba dormido.

Se lo había repetido muchas veces antes, mientras le abrazaba y le palmoteaba la espalda incesantemente, pero tenía la necesidad de decirlo al menos un par de veces más para que le quedase totalmente claro. De cierta forma tenía la sensación de que Ten no había escuchado ninguna de sus palabras mientras lloraba.

Era la primera vez que le veía llorar de esa forma, después de todo. Hasta había temido que en cualquier momento terminaría por desmayarse, porque el color de su rostro —tan lleno de vida antes— se había desvanecido como un relámpago, palideciendo tanto que temió por su salud.

Pero ahora estaba durmiendo plácidamente y no podría estar más aliviado. Dejó salir el suspiro de ligera angustia que tenía desde que los mensajes de Ten habían llegado a su celular.

“Johnny hyung, me devuelvo ahora mismo a Corea, ¿me esperarás despierto? Dime que sí…”

“¿Ten? ¿Pero no que volverías mañana?”

“No, no, no. No puedo seguir con esta culpa. Por favor perdóname, yo…”

Y entonces Ten le había contado todo. Se había excusado incluso de su clase de chino mandarín para ir al baño, donde había leído cada uno de los mensajes que el tailandés le enviaba sin parar. E incluso a pesar de estar a kilómetros de distancia, lo supo: estaba al borde del colapso. Pudo palpar el dolor a través de sus letras. La culpabilidad. El remordimiento.

Limpiando el rastro de lágrimas de las todavía pálidas mejillas del muchacho, Johnny se permitió ser honesto consigo mismo por primera vez en mucho tiempo.

¿Le había dolido? Sin lugar a dudas. Que después de las palabras que le había mandado por mensaje de texto fuera e hiciera algo como aquello, sin importarle nada… sí, no podía negarlo. Había dolido bastante.

¿Realmente le había disculpado? Claro que sí. De por sí el rencor no formaba parte de la lista de sentimientos que usualmente sentía, y con Ten no iba a ser la excepción. No, no era exactamente eso: Ten era la última persona con la cual sentiría rencor, simplemente no podría, no sería capaz.

Quería sacarle una sonrisa y hacerle olvidar todo aquel asunto pero, incluso siendo la persona llena de confianza que solía ser todo el tiempo, tenía claro que lograr algo como aquello iba más allá de sus propias facultades. Pero aun así…

¡Mierda!

Por poco no se cayó de la cama debido a la sorpresa cuando algo se posicionó sobre su pierna.

La mano de Ten.

—Lo siento por asustarte, y por hacerte preocupar —le oyó murmurar, con la mirada perdida en algún punto de la pared que tenía al frente. Una sonrisa se formó en su rostro, una sonrisa que conocía bien después de tantos años junto al tailandés: intentaba decirle que todo iba bien cuando claramente no era así. Podría engañar a otro, pero no a él—. ¿Te irás al dormitorio de Taeyong hyung ahora, verdad? Duerme bien.

Y así sin más retiró su mano y volvió a cerrar sus ojos, como terminando la conversación… pero no le dejaría escapar tan fácil, no.

Era John Seo después de todo.

Echó un vistazo al dormitorio, el que se veía tan grande ahora que el resto de los que se encontraban aún por debutar se habían mudado al piso superior de la torre de departamentos. La litera donde antes dormían Yuta y Hansol se había ido y ahora se encontraba en el departamento de arriba, donde por casualidad habían vuelto a compartir habitación. Más de un mes había pasado de aquello, pero todavía no se acostumbraba del todo.

Johnny lo sabía: le sucedería lo mismo y pronto, después de todo uno de los managers se lo había dicho. Mudarían su cama a la misma pieza que el japonés y el coreano utilizaban, dejando el lugar en el que por algún tiempo había coexistido con Taeyong.

Después de todo, la jerarquía había cambiado. Los que ya habían debutado se encontraban arriba de la pirámide, eran superiores, tenían más derechos. Podrían tener un área de esparcimiento más adecuada: cuatro dormitorios ahora sí que lucían indicados al albergar a tan solo seis chicos. En el momento en que habían sido quince con tan solo un baño al que asistir… claro que había sido una locura total.

No tenía mayores quejas por dejar el departamento y mudarse arriba, al contrario… aparte del hecho de que tendría menos cercanía con Ten, y justo ahora que el menor le necesitaba. Aquello le molestaba un poco.  

—Chittaphon, hoy no me voy a ninguna parte —soltó con decisión.

Aprovecharía hasta que le echaran a patadas del departamento, es que no podría dejar solo a Ten en ese estado.

—¿Cómo?

Le vio abrir sus ojos en sorpresa total y antes de responderle se quitó los pesados zapatos simplemente con la maestría de sus pies, para posteriormente infiltrarse bajo las mantas y terminar por apoyar su pecho en la espalda del menor. Le terminó rodeando con uno de sus brazos mientras que con el otro se apoyaba en la almohada para verle mejor.

Ten parpadeaba rápidamente, sorprendido.

—¿Puedo dormir contigo hoy? ¿En pago de mis servicios como “pañuelo de lágrimas, marca registrada”?

Y entonces una sonrisa, esta vez sincera, asomó a sus labios. Aquel era todo el pago que necesitaba.

 —¿Limited edition? —preguntó en inglés, dejando salir una pequeña risa que, aunque débil, fue como música para sus oídos.

—Algo así… —se señaló al brazo que mantenía alrededor del pecho del menor— La etiqueta de acá dice que la función de “pañuelo de lágrimas” es solo para Ten Chittaphon Leechaiyapornkul y nadie más, ¿hay alguien aquí que se llame así? —bromeó, haciéndole cosquillas y provocándole más risas en Ten, borrando el rostro triste que había presentado tan solo unos minutos atrás—. No, pero fuera de broma… ¿puedo?

Le vio suspirar antes de asentir, y le abrazó con más firmeza cuando la voz más calmada de Ten respondió en un murmullo.

—Claro que sí, hyung.

———

Jaehyun, con los audífonos bien puestos en sus orejas, hizo como si estuviese enfocado en el chat de grupo que animadamente se iluminaba con nuevos mensajes… aunque fuese a lo que menos le  estuviera prestando atención. Por el rabillo del ojo observaba a Taeyong quien, nervioso, se paseaba de aquí para allá rascándose la nuca desde que habían terminado de lavar los platos. El resto ya se había devuelto al piso de arriba después de ayudar a ordenar todo.

No sabía qué le sucedía, aunque aquello fuese normal dentro de todo. Taeyong no era muy abierto con sus sentimientos o pensamientos, y por lo mismo a veces se encontraba a sí mismo en el papel de detective, intentando averiguar los motivos detrás de sus preocupaciones. Nunca tenía mucho éxito, de todas formas.

—Johnny, ¿no planeas ir a dormir? Es tarde.

Hizo grandes esfuerzos para no mirar a Taeyong cuando le escuchó pronunciar esa pregunta después de golpear la puerta del dormitorio de Ten. Ninguno de los dos había cenado y sinceramente se sentía triste, ¿acaso tan malo era su Jayook Bokum para no probar ni un bocado? Para la próxima definitivamente haría algo que tuviese pan como ingrediente, porque era uno de los ingredientes más deliciosos que pudiesen existir y…

—¡Dormiré con Ten!

Por poco no se le cayó el celular —tal como horas antes— debido a la sorpresa. La voz de Johnny había sonado fuerte y clara, pero desde el ángulo en que estaba no tenía la valentía para mirar a Taeyong; de cierta forma se sentía mal espiándolo.

Sin embargo lo que sí percibió o exactamente escuchó, fue el portazo que Taeyong le dio a la puerta de su habitación al encerrarse en ella. Ladeó la cabeza, confundido.

Si normalmente no sabía por qué Taeyong reaccionaba como lo hacía, ahora aquella sensación era mil veces más potente. No tenía idea alguna.

Se encogió de hombros antes de levantarse del sofá y caminar hacia el dormitorio que actualmente compartía con Mark (quien estaba en el baño dándose una ducha), pero cuando entró casi tuvo un pequeño infarto.

Doyoung estaba allí, esperándole con la mirada más seria que le hubiese visto jamás.

Y esta vez, su celular —con audífonos y todo— sí fue a dar al piso.

Notas finales:

Si les ha gustado no olviden dejar un comentario <333 Gracias por esperar la historia capítulo a capítulo, de verdad ><

¡Nos vemos pronto! 

 


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