12-Reencuentro
Había pasado un mes desde que Joseph empezara a trabajar bajo las órdenes de Ikabe o mas bien bajo el pie de Hao Arashida. Hao sentía un especial encono por el rubio porque pese al poco tiempo que llevaba entre ellos se notaba un especial favor de la familia aunque era de entender porque el aniki lo tenía cerca de hecho lo vigilaba como halcón preguntando cada paso que daba y es porque siempre se había sospechado de su filiación con los Kebana la familia rival de los Kazeyama.
Ese día había nevado en la noche anterior pues ya estaban cerca de la navidad. Ikabe y su grupo tenían que visitar unas instalaciones donde uno de los asociados de la familia le reportaría los beneficios y problemas que habían tenido en el corriente mes.
Sus acompañantes eran tres aparte del rubio y de Hao.
Seto había ido a comprar el regalo para Mokuba en la navidad, pronto este llegaría vía aérea desde Inglaterra y aunque no tenía sentido en la cabeza del castaño el pelinegro siempre quería que el presente fuera una sorpresa por eso no podía comprarlo cuando este ya estuviera en Japón. A Seto las sorpresas le desagradaban quizás por todas las malas que había tenido en su vida.
Estaba por entrar a su auto aparcado frente a una tienda cuando se dio cuenta con el rabillo del ojo de la presencia de Joey. Llevado por la curiosidad y el enojo al ver que estaba con la gente que le había dicho que evitara el ojos azules le dijo a su chofer que aguardara ahí y dirigió sus pasos hacia el melado seguro de si mismo aunque esa gente no fuera de fiar él era Seto Kaiba y no le harían nada en público pues atraería la atención de la policía rápidamente.
Cuando estaba a cinco metros de Wheeler le gritó para llamar su atención antes de que el grupo entrara al local. Como era de esperarse todos voltearon al oír el reconocible nombre y al ver al conocido empresario acercarse llamando a Joseph la curiosidad de Ikabe se prendió y puso sus ojos en ambos como intrigado de la filiación que pudieran tener ambos.
¿Qué diablos haces tú aquí?—dijo el melado al ver acercarse al ojos azules.
Te dije que no hicieras esto—le dijo enojado el otro, estaba mal encarado y con obvias ganas de zurrarle en la mirada.
Hao se puso tenso al ver que el otro se acercaba al grupo y los otros también excepto Ikabe que lo reconocía y Joey que lo conocía lo suficiente para saber que no tenía obvias intensiones asesinas.
Hao paró en seco al otro con la mano y mientras Joseph le iba a explicar que pasaba vio algo por el rabillo del ojo que la llamó la atención. Su cabeza viró, alejándose de los gritos que Hao y Seto se dirigían el uno al otro y de Ikabe tratando de calmar a su hombre, atraída por un sedán negro con vidrios polarizados que se acercaba quizás demasiado lento en una zona urbana donde no había lugar para aparcar y de pronto descubrió que los vidrios que daban hacia ellos estaban bajando.